Proyección: estudios geográficos y de ordenamiento territorial / ISSN 1852 -0006
Vol. XVI, (32) / Sección Dossier / pp. 174-201 /
Instituto de Cartografía, Investigación y Formación para el Ordenamiento Territorial,
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
revistaproyeccion@ffyl.uncu.edu.ar https://doi.org/10.48162/rev.55.033
Enviado 28/09/2022 – Aceptado 15/12/2022
Territorial conflicts and resistance
associated with the use and access of natural assets in La Rioja, Argentina
Pablo
Montilla
Universidad Nacional de Chilecito (UNdeC)
e Instituto de Ambiente de Montaña y Regiones Áridas (IAMRA),
Chilecito, La
Rioja, Argentina.
pablojmontilla@gmail.com
Resumen
El presente trabajo, se
interroga por los conflictos territoriales asociados a los cambios en el uso
del suelo y el acceso a los bienes comunes naturales en la localidad de Vichigasta,
La Rioja, Argentina. Los mismos se dieron en el marco de procesos de expansión
de las fronteras de mercantilización de la naturaleza, de la mano de los
alimentos de exportación y de la intensificación en el uso de los bienes
comunes. En consecuencia, el presente estudio aborda estas cuestiones para el
período comprendido entre 1998 y 2018. Utilizando una metodología mixta que
incluye entrevistas a campo, metodologías participativas y el análisis de
imágenes satelitales se construye la información que permite dar respuesta a
estos interrogantes. Los resultados obtenidos permiten observar que en 20 años
la superficie productiva agrícola aumentó, en Vichigasta, un 654%,
quintuplicando la media provincial. En consecuencia, se identificaron
conflictos y resistencias territoriales por la organización del territorio. La
ausencia y promoción de espacios para la planificación participativa del
espacio vichigasteño, resulto ser uno de las principales problemáticas de las
disputas territoriales. La creación de una reserva se vislumbra como una
estrategia para limitar la expansión, mientras los conflictos, dentro del
lugar, no dejan de emerger.
Palabras
claves: territorio, comunidades campesinas, bienes naturales, conflictos
territoriales.
Abstract
This paper wonders about territorial conflicts associated with changes
in land use, and access to commons goods in the location of Vichigasta, La
Rioja, Argentina. They happended because of expansion of the borders of
commodification of nature, hand in hand with food exports and the
intensification of the use of common goods. So the article analyses these
topics from 1998 to 2018. The methodology used to collect information, combines
field interviews, participatory methodologies and the analysis of satellite
images. The results show that the productive area has increased by 654% in 20
years. Consequently, there were
territorial dispute for territorial ‘s organization. The absence and promotion
of spaces for participatory planning of the Vichigasteño space, turned out to
be one of the main problems of the territorial disputes. The creation of a
reserve is seen as a strategy to limit expansion, while conflicts within the
place continue to emerge.
Keywords:
territory, peasant communities, natural assets, territorial conflicts.
El presente trabajo explora, mediante un
estudio de caso, la relación entre los cambios en el uso del suelo dado por el
monocultivo del olivo y los conflictos que emergen como consecuencia de su
inserción dentro del territorio. En particular, se parte del supuesto que los
procesos de expansión agrícola dada por el cultivo del olivo en la localidad de
Vichigasta, en las últimas cuatro décadas, ha implicado el despliegue de
actividades productivas altamente consumidoras de bienes naturales, causando
conflictos territoriales entre los pequeños productores agrícolas-ganaderos de
la comunidad vichigasteña y las empresas olivícolas.
En consecuencia, el trabajo pretende en
primer lugar, describir y contextualizar históricamente la relación que la
comunidad vichigasteña ha tenido con los bienes naturales, recuperando las
tramas de relaciones sociales, ecológicas y económicas que ha establecido con
la provincia y el país. En segundo lugar, analizar el impacto que tuvo la
implementación de la ley nacional de promoción industrial N° 22.021, en la
expansión de la agricultura de capital intensivo, identificando desde la
perspectiva de los productores agrícolas-ganaderos, los conflictos
territoriales generados. Para finalizar, se busca identificar algunas de las
estrategias dadas por este grupo de productores/as, para resistir la expansión
agrícola del olivo dentro de su territorio.
Por otra parte, y anterior al desarrollo de
los resultados, se realiza un breve recorrido de conceptos claves para el
presente artículo, como lo son el de: territorio, resistencias y el impacto que
las políticas neoliberales han tenido en la agricultura y en los cambios en el
uso del suelo.
Arturo Escobar hace mención al territorio
como espacio colectivo de existencia:
El territorio es el espacio vital que asegura
la pervivencia como pueblo, como cultura en convivencia con la naturaleza y los
espíritus. El territorio es nuestro verdadero libro histórico que mantiene viva
la tradición de quienes habitamos en él. Representa y describe los principios y
prácticas de nuestra cultura. Implica la posesión, control y dominio del
espacio físico y espiritual. Como espacio colectivo de existencia, posibilita
la convivencia armónica entre los pueblos (ESCOBAR, 2017)
Así
el territorio es el espacio de reproducción de la vida en todos los sentidos y
en donde se construye y enraíza la identidad, donde se territorializa lo
simbólico, lo cultural, lo espiritual. En referencia a ello (PORTO-GONÇALVES W. , 2015) dirá que los
territorios hablan, que tienen historicidad: “nosotros somos nuestras
relaciones, entre nosotros y con el aire, el agua, los cuerpos, con todo”. De modo
que se es en el territorio, ese espacio geográfico de construcción colectiva,
donde permite la existencia de nuestras identidades, nuestras vidas y donde
confluyen las naturalezas humanas y no humanas en un devenir continuo.
Ahora bien, si es el territorio el espacio
que permite la construcción y reproducción de la vida, para Harvey, la
producción de los espacios bajo el sistema capitalista resignifica al mismo
como un medio de apropiación y obtención de plusvalías mediante mecanismos
constantes de acumulación por desposesión (HARVEY, 2016). Así, el término “territorio”
adquiere una marcada connotación de propiedad exclusiva, sintetizando el uso de
la tierra al de apropiación. En relación a ello, Vincent Despret advierte que:
“el territorio es un término que no
tiene nada de inocente, y no debe olvidarse las violencias apropiativas y las
destrucciones que configuraron algunas de sus significaciones actuales” (DESPRET, 2022)
Si tomamos este último aporte, la expansión
del desarrollo capitalista en los distintos territorios del mundo fue chocando
con diferentes relaciones de entender y hacer en los territorios. En relación a
ello, son interesantes de
destacar los aportes de Pilar Calveiro quién desde estudiar las
resistencias comunitarias de distintas comunidades en México al avance del
neoliberalismo, explora la posibilidad y el potencial que allí radica como
horizonte de construcción de autonomía. La autora invita a pensar lo
comunitario en relación con lo global, como una suerte de fractal conformado
por: “la horizontalidad en las relaciones, la restauración de los vínculos
intersubjetivos, la participación, la no especialización, la conexión entre lo
social, la naturaleza y lo sagrado” (CALVEIRO, 2019).
Visto desde esta perspectiva, los procesos de apropiación de la tierra por el
capital implican una resignificación del territorio, tanto por las nuevas
actividades que se implantan, como por el modo en que éstas se realizan y por
las nuevas tramas de relaciones sociales que traen inscriptas.
Así, los procesos de apropiación de la tierra
en la etapa neoliberal del capitalismo y que domina en gran parte de los países
de América Latina se caracteriza por la generalización de un modelo extractivo
– exportador. Este está basado principalmente en la explotación y apropiación
de los bienes naturales no renovables o de bienes naturales sobre-explotados,
una inserción primarizada en el mercado global que implica la externalización
de los impactos y pasivos ambientales (MANZANAL et.al., 2012). En ese contexto, las tensiones dentro de los
territorios y las resistencias a modelos que rompen con la lógica de lo
comunal, surgen por todo el continente, manifestándose en numerosos conflictos,
rebeliones y revoluciones de las comunidades étnicas y campesinas (PORTO-GONÇALVES W. , 2016;
ZIBECHI, 2020).
Esta ocupación de los territorios por las
lógicas del capital, genera una ruptura ontológica, en razón de que en muchos
casos las inversiones que son territorializadas, insertadas en el territorio
por medio de equipamientos, técnica, mercado, rompen con formas de entender y
hacer en el mundo. Así la lógica comunal es reemplazada por la ontología de lo
particular; la de los individuos, la expertiz de los técnicos y las
racionalidades de mercado y la economía capitalista (ESCOBAR, 2017). Frente a estas tensiones territoriales, las resistencias se
multiplican como fractal por todo el continente latinoamericano, resistencias
que son formas de visibilizar existencias otras, resistencias que adquieren nuevos
horizontes de sentidos (PORTO-GONÇALVES W. , 2015).
En
este sentido, es interesante traer a discusión la pregunta de Calveiro en torno
a: ¿qué entender cómo resistencias? Frente a esta inquietud, la autora
responde: “En primer lugar, hay que partir del hecho de que las resistencias se
presentan en toda relación de poder y ocurren por relación ya sea de respuesta
o sencillamente como alternativa a formas específicas de ejercicio del poder (CALVEIRO,
2019).Estas resistencias en comunidades campesinas que han
quedado relativamente aisladas o marginadas a los procesos de desarrollo
capitalista, son emergentes allí en tanto y cuanto se lucha y defiende por la
autonomía, por el control y respeto del ese espacio comunal y de reproducción
de la vida. Por ello, al resistir al proyecto neoliberal de globalización
muchas comunidades están promoviendo luchas ontológicas (ESCOBAR, 2017), otras formas y modos de existencias disruptivas a la que el capital
impone.
Uno
de los recursos privilegiados de estas resistencias es la memoria, que está
particularmente presente en lo local, en lo comunal, en el tejido social que la
sostiene (RIVERA CUSICANQUI, 2018; CALVEIRO, 2019). En relación con las
implicancias de ello, es que más adelante, en el presente trabajo ahondaremos
en esa reconstrucción social e histórica del uso y acceso de los bienes comunes
y en las relaciones que la comunidad de Vichigasta tuvo y tiene con su
territorio.
Los cambios en el uso del suelo que se
verifican en gran parte de América Latina y cuyos antecedentes directos
remontan a la década de 1990, se encuentran profundamente articulados a
procesos de expansión territorial del capital (HARVEY D. , 2021; GIRALDO,
2018; MOORE, 2020). En particular, en la Argentina, estos impactaron directamente en la
estructura y funcionamiento de los territorios rurales generando profundas
transformaciones asociadas al auge del modelo neoliberal, la globalización de
la agricultura, la desregulación y liberalización de los mercados, la
radicación de capitales extranjeros y la reconversión del sector primario e
industrial (TEUBAL,
2001). Vale destacar que, al hablar de neoliberalismo, se
pueden hablar de conjunto de prácticas que se aplicaron como resultado del
consenso de Washington, que tuvo su comienzo en 1980 y su máximo despliegue en
los 90. Su difusión en América Latina fue instrumentado a través del Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial y consistían básicamente en: 1) la reducción del aparato estatal y la
privatización de las empresas públicas, generando apertura a capital nacional e
internacional 2) la apertura comercial de las economías para facilitar la
“competencia” entre empresas 3) la desregulación comercial y financiera con la
consecuente desprotección de los mercados locales como producto de los tratados
de libre comercio, 4) reforma fiscales orientadas al aumento de los impuestos
sobre el consumo y reducción en los gravámenes a la producción y las ganancias
5) flexibilización laboral para dar competitividad a la economía y atraer
inversiones 6) política cambiaria competitiva regida por el mercado (CALVEIRO, 2019).
En relación a las implicancias de esta forma
de desplegar condiciones sobre los territorios para favorecer determinados
grupos sociales económicos, Harvey detalla:
El estado neoliberal trata de promover la
causa de todos los interesas comerciales y de facilitarlos y estimularlos
(mediante exenciones fiscales y otras concesiones, así como mediante la
provisión de infraestructura a expensas del estado, si es necesario),
argumentando que esto fomentará el crecimiento y la innovación y que esa es la
única forma de erradicar la pobreza y de proporcionar, a la larga, mejores
niveles de vida a la mayoría de la población. El estado neoliberal se esfuerza
particularmente en la privatización de los activos como un medio para abrir
nuevos campos para la acumulación de capital (HARVEY D. , 2021)
También vale destacar en los aportes de David
Harvey, aquellos que recupera las contribuciones de Marx al reconocer que el
capitalismo tiene una tendencia histórica a destruir y absorber los modos de
producción no capitalistas, ya que los usa para crear nuevos espacios para la
acumulación de capital: “donde está el dinero no está la comunidad, tiene que
disolver la comunidad” (HARVEY D. , 2014).
Volviendo la mirada en cuanto a los cambios
en el uso del suelo dados a partir de 1990, la intensificación agrícola en
nuestro país por parte del capital intensivo se vio reflejada particularmente
en la región pampeana, en los que se dio a conocer como proceso de
“sojización”. Este proceso involucró a las provincias de: Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y La Pampa, y fue
responsable de prácticamente la eliminación del planteo mixto y de la
transformación de la región a una netamente sojera (PENGUE, 2004; REBORATTI,
2010; AIZEN et al, 2009). Por fuera del núcleo pampeano,
las economías regionales del interior del país no quedaron al margen de estas
transformaciones.
Este fue el caso del Noroeste Argentino (NOA)
donde la expansión territorial del capitalismo hacia tierras antes no valorizadas,
ejerció presión sobre el campesinado, creando dificultades para su
(re)producción social, (MANZANAL et.al., 2012). Allí para las economías
domésticas de tipo agro-pastoril, el acceso y control de los bienes naturales comportan
elementos de primer orden de importancia en términos de su (re)producción
social.
Para el caso de la provincia de La Rioja, la
sanción en el año 1979 de la Ley N° 22.021 constituye un claro punto de
inflexión, en tanto y cuanto funcionó como tracción para los cambios en el uso
del suelo por la demanda de suelo agrícola. Esta ley,
bautizada como: Ley de Diferimientos, pregonó
el “desarrollo territorial” pero claramente terminó favoreciendo los intereses
del capital, institucionalizando la dominación de las tierras secas y desoyendo
o invisibilizando las necesidades y demandas de las comunidades campesinas
agrícolas – ganaderas. Fue así que
ingresaron al valle grandes capitales destinados a explorar rentabilidad de
cultivos frente al paquete de exención tributaria que la norma ofrecía. Ejemplo
de tales beneficios tributarios fueron: exención por quince ejercicios del pago
de: impuestos a las ganancias, impuesto nacional y emergencia a la producción
agropecuaria e impuesto al capital de las empresas y exención del pago de los
derechos de importación (BAZÁN, 2020).
Hay que destacar que
estas políticas agenciada como de desarrollo territorial, no promovieron
capacidades específicas que alentaran la retención de la población que vive, se
desarrolla y (re)produce socialmente desde y en el campo (CAMARDELLI et al,
2012). Contrariamente, se potenció una
visión reduccionista de desarrollo, que ocultó la multidimensionalidad del
territorio y favoreció la apropiación de los bienes naturales y el
fortalecimiento de las relaciones capitalistas en detrimento de las relaciones
familiares y comunitarias que caracterizan a las comunidades campesinas (MANÇANO, 2012).
Son el conjunto de estos antecedentes los
cuales permiten visibilizar en Vichigasta la existencia, por un lado, de modos
de producción vinculados al agronegocio y el capital, notablemente insertados.
Mientras por el otro, resistencias por parte de productores agrícola-ganaderos
quienes ponen de manifiesto haberse visto afectados por tal expansión.
Teniendo en cuenta ello, posteriormente se
expondrán los resultados alcanzados y los distintos elementos que permiten
relacionar la expansión agrícola, conflictos por el uso del territorio y la
afectación de los bienes comunes y las resistencias elaboradas por parte de la
comunidad vichigasteña.
Las características del problema de
investigación en torno a los conflictos territoriales dados por la expansión
agrícola del olivo en Vichigasta, marcan la necesidad de recorrer diversas
escalas temporales y territoriales, hilvanando niveles de desagregación
sucesivos que permitan poner en diálogo el pasado con el presente y los niveles
locales con los regionales tanto para determinar los usos que la comunidad
tenía con los bienes naturales como para ver cómo estos usos se vieron
afectadas posteriormente a la expansión agrícola. En relación a la escala
temporal se optó por analizar el período 1988 -2018, dado que es allí donde
toma pleno desarrollo la ley 22.021 y consecuentemente donde se visibilizan los
momentos más relevantes de la expansión del monocultivo del olivo. Al interior
de un enfoque que combina diversas escalas, el trabajo se desarrolló en el
marco de una metodología de tipo mixta, resultando en la combinación de las
metodologías cualitativas y cuantitativas. En relación a estas últimas se
utilizó cartografía temática, tanto digital como analógica y se realizó el
análisis de imágenes satelitales Landsat que fueron integradas y procesadas
utilizando el software ArcGis 10.5. Adicionalmente, se utilizó la plataforma
Google Earth Pro 7.3.2.5776 para observar y cuantificar los cambios en el uso
del suelo. En torno a la metodología cualitativa, el problema de investigación
se desenvuelve a partir de la estrategia metodológica del estudio de caso. De
este modo el proceso de investigación se llevó a cabo mediante más de diez
salidas a campo entre el 2018 y 2021, en las cuales se hizo uso de técnicas
dialógicas, particularmente entrevistas en profundidad, semi-estructuradas (HAMMER, 1990), grupos focales e historias de vida (FERRAROTTI, 2007). Finalmente, se
utilizaran metodologías participativas, como la Cartografía Social, para situar
e identificar los conflictos territoriales (HALE, 2018). Asimismo, al
cartografiar mediante metodologías participativas, se pudieron obtener mapas
que hagan: “visible la huella de memorias sociales en torno a los bienes
comunes” (RIVERA
CUSICANQUI, 2018).
Vichigasta se encuentra ubicado dentro del
valle Antinaco - Los Colorados (~3000 km2) el cual abarca una extensión
aproximada de 128 km de largo x 28 km de ancho (en su parte más extensa), y se
extiende a través de los departamentos de Famatina, Chilecito e Independencia.
Está circunscrito entre las cadenas montañosas del Velasco (4100 msnm) al este
y Famatina (6100 msnm) al oeste, que corren aproximadamente paralelas con
dirección predominante norte-sur.
Fig.1. Ubicación geográfica del distrito
de Vichigasta, dentro del departamento de Chilecito, La Rioja, Argentina
Fuente: Elaboración propia, 2021
En el Valle, el promedio anual de
precipitación es de 190 mm, mientras que, en algunas zonas, este valor es aún
menor, presentando además una elevada evapotranspiración. Geomorfológicamente
constituye una depresión intermontana de origen tectónico y drenaje endorreico,
recubierta por aluviones y con grandes depósitos de agua subterránea (CORBAT, 2020). El distrito pertenece al Departamento de Chilecito y según el censo
de 2010, cuenta con una población de 3.016 habitantes, ubicándolo como el
tercer distrito más poblado del departamento, por detrás de la ciudad cabecera
(Chilecito, 29.459 habitantes) y Nonogasta (6.937) (INDEC, 2010).
La ocupación de las tierras con destino a la
agricultura reconoce dos momentos bien diferenciados. Por un lado, la Ley
Nacional Nº 17.424 sancionada en 1967 cuyo principal efecto se puso de
manifiesto en Vichigasta años más tarde, a partir de 1973, con la concreción
del “Plan de Colonización”, impulsado por el gobierno provincial. Este otorgaba
terrenos nivelados, casa habitación y galpón para el productor, riego Cimalco
(adelanto tecnológico que sustituía los canales y acequias por caños de asbesto
cemento como modo de hacer eficiente el uso del riego) y una superficie de 25
ha por productor (SAM
UNDEC, 2017; BAZÁN, 2020). Fue por medio de esta ley que
se instalan familias de colonos, muchos foráneos al departamento, para
desarrollo de la agricultura, en especial la vid. El segundo momento, es la
creación de la Ley Nº 22.021 sancionada en 1979 de “Desarrollo Económico de La
Rioja”; la cual expandió la superficie de cultivos bajo riego con fincas de
extensiones mayores a las 100 ha, e impulsó el desarrollo de las cadenas agroalimentarias
en el distrito e incorporando el actor empresarial agrícola al territorio,
inversores extra-provinciales que invierten en el territorio pero que no viven
en el mismo (MONTILLA
& TORRES, 2021). Finalmente, si bien en el distrito
predomina la actividad agrícola, vale destacar también, como otra de las
actividades económicas de Vichigasta, la producción de ladrillos, que se
realiza de forma tradicional alimentando los hornos con leña del lugar
(algarrobales) y en los últimos años, con el residuo de la poda de los olivos.
Por otro lado y en menor medida se destacan la producción de frutas secas
(pasas de uva) y aceituna para mesa; y en menor medida la producción de
artesanías, talabartería y aprovechamiento de recursos forestales no madereros
para la elaboración de productos alimenticios como patay, arropes, licores y
miel entre otros las cuales son realizadas en su mayoría por pequeños
productores agrícolas, con superficies que no suelen superar las 5 ha (SAM UNDEC, 2017).
El progreso no enaltece ni ennoblece a la
historia.
El “progreso” es un credo dentro del cual
la historia es irrelevante
y por el cual se decide que siga siendo
así
(BAUMAN,
2021)
La historiadora chileciteña Adriana Plaza
Karki describe que los pueblos originarios en el Valle: los diaguitas, se levantaban
cerca de las aguadas, en la zona de piedemonte y abundante vegetación,
dispuesto alrededor de entre 24 a 40 casas en promedio. Por otro lado destaca
la importancia que tenía el Algarrobo (Prosopis
sp.) para esta cultura del cual obtenían madera, sombra, forraje para animales,
comida y bebida mediante distintos preparados de sus frutos: la algarroba (KARKI, 2018). En torno a la forma de apropiación por parte del gobierno español de
las tierras del lugar, la autora escribe:
“Inmediatamente fundada La Rioja, entre las
encomiendas y mercedes otorgadas por el Gobernador Ramirez de Velazco, figura
Vichigasta, adjudicada a Gonzalo Duarte de Meneses, en el año 1610. Como los
otros tantos pueblos de indios del Valle Antinaco – Los Colorados, con el
correr de los años, pasaron a Francisco Bazán de Pedraza, sacerdote que
transfiere la posesión a su hermano Juan Gregorio Bazán (…) En el siglo XVIII,
el gobernador de Tucumán, Santiso y Moscoso concedió Vichigasta al Gral. Luis
José Díaz, que se desempeñaba como Teniente de Gobernador de La Rioja y
Catamarca. La encomienda incluía 48 indios de tributo y figura hacia 1757 con
el nombre de San Buenaventura de Vichigasta. El pueblo fue creciendo en la zona
donde sus pobladores podían beneficiarse con el agua, imprescindible para el
regadío y uso diario, allí donde las vertientes de Chima y Guasamayo podían
administrase con regularidad y donde los pueblos indios ya habían construido
sus acequias” (KARKI,
2018).
Si bien el relato antecede las ambiciones de
este trabajo en tanto a su escala temporal, la información que aporta Plaza
Karki, es útil a la contextualización histórica en tanto apropiación de la
tierra y de los bienes naturales de la localidad de Vichigasta. Ahora bien, en
relación con lo sucedido para el período de estudio, es importante describir
brevemente el uso intensivo que se hizo de los bienes naturales, principalmente
de los bosques, a comienzos del siglo XX.
Según distintos autores (PEROSA, y otros, 2014 ; ROJAS
& PRIETO, 2014) en la zona de estudio se permite
distinguir un sistema ecológico con una masa forestal mucho mayor a lo que se
puede observar en la actualidad. Hacia el año 1850 se ha calculado que para el
Valle de Antinaco - Los Colorados se encontraba una superficie boscosa de
alrededor de 233.492 hectáreas (ROJAS & PRIETO, 2014). Según estos
estudios, existía una masa de bosque freatófito, dominado por el género Prosopis sp. que se extendía con forma
de triángulo invertido desde el norte de la Ciudad de Chilecito hasta la sierra
de Los Colorados, en su parte más angosta, atravesando en el medio al distrito
de Vichigasta.
La pérdida de estos bosques y sus
consecuentes funciones ecosistémicas respondieron, principalmente, a la demanda
de dos actividades que dominaron la época de fines del XIX y principios del XX
en el valle: el ferrocarril y la minería. Recuperando el trabajo de Bialet
Massé, elaborado en 1906 dirá respecto a estas actividades: “el ferrocarril mantiene varias familias, y
en estos momentos la construcción del alambre-carril le da inusitado movimiento
al lugar”, también el mismo autor describe que durante el recorrido de
Patquía a Chilecito se podía observar un bosque bajo por todo el trayecto que
realizaba el tren (BIALET MASSÉ, 2010). En consecuencia, la demanda de madera se desarrolló sin ningún tipo de control
para estas actividades comenzando así la degradación de la tierra y de las
condiciones materiales para la reproducción de la vida de los productores/as
agrícola-ganaderos de Vichigasta. La llegada del ferrocarril promovió los
“Obrajes Forestales” que comenzaron a reproducirse por toda la provincia y, con
ella, la industria asociada a una fuerte demanda y explotación de los bosques
nativos.
Fig.2. Fotos obtenidas en salida de campo
hacia la zona oeste del distrito de Vichigasta. Tocón de algarrobo en la zona
oeste del distrito de Vichigasta, cortado a hacha, lo que presupone que fue
talado en congruencia con el relato histórico (izquierda). Restos de lo que
pudo haber sido una zona de quema de madera para carbón o fundición
Fuente: (Imagen: Autor 2019).
Como cita Rojas en su tesis doctoral: “se
reunieron evidencias acerca de que el modelo extractivo del bosque nativo
orientado al uso minero y a demandas extrarregionales produjo un fuerte impacto
ambiental y un agotamiento del patrimonio natural, y que, entre las principales
consecuencias sociales de la explotación forestal, hay que mencionar que esta
actividad no parece haber realizado aportes significativo” (ROJAS,
2012).
Así pues, la historia del acceso, apropiación
y uso de los bienes naturales fue sumamente intensa en la primera mitad del
siglo XX y como consecuencia, también lo fue la degradación de las tierras y de
las condiciones materiales para la realización de la vida de la comunidad de
Vichigasta. No obstante ello, Vichigasta como tantos otros pueblos del Oeste
Riojano, seguían siendo territorios signados de no capitalistas, es decir
territorios al margen del desarrollo capitalista y la inversión del capital (HARVEY, 2016). Es con la promulgación en el año 1967 de la denominada “Ley de
Iribarren” la cual desarrolla las colonias agrícolas, y posteriormente, en 1979
con la ley de diferimientos, donde la lógica capitalista comienza a
desarrollarse en Vichigasta.
Así pues, en relación
a determinar los actuales usos que sobre los bienes naturales la comunidad
vichigasteña tiene, fue que se realizaron distintos
encuentros participativos (talleres de cartografía social, salidas de campo,
etc.) cuyo fin estuvo en poder mapear los usos recientes de los bienes comunes
naturales. Uno de los resultados alcanzados fue el mapa que se muestra a
continuación.
Fig.3. Mapa síntesis obtenido de taller
de cartografía social junto a la comunidad vichigasteña
Fuente: Elaboración propia.
En el mismo se pudieron identificar aquellas
zonas destinadas al pastoreo, diferenciándolas según su calidad y temporalidad
de uso. Por otro lado, emergieron en el plano aquellas zonas en las cuales se accede
para la obtención de hierbas medicinal, práctica generalmente realizada por las
mujeres vichigasteña. Además, se identificaron los puestos ganaderos, anclados
a más de una generación, las zonas de bosque remanente como así también de las
aguadas. Al mismo tiempo lugares dedicados a la dimensión espiritual, religiosa
e histórica que también fueron identificados.
Para obtener el mapa se trabajó
principalmente dentro de lo que en talleres previos se definió como zona de
conflicto, es decir aquella zona donde el avance de la expansión agrícola choco
con zonas de aguadas y de pastoreo común, generando múltiples conflictos entre
los productores ganaderos-agrícolas y las empresas olivícolas protagonistas de
dicha expansión. Fue justamente en esta zona donde se crea en el año 2010 la
Reserva de Usos Múltiples de Vichigasta (RPUM). El resultado fue interesante
tanto en que posibilitó a que la propia comunidad dibuje su propio territorio,
sus lugares de interés, que establezcan la clasificación de sus pastos y enriqueciendo
así, mediante la representación, un nuevo sentido espacial (DIEZ TETAMANTI &
CHANAMPA, 2016). En tanto a la memoria social, se ve
plasmada en el mapa en el uso de los bienes comunes naturales tanto como en el
sentido de uso social de los mismos. El espacio comunitario emerge en el mapa
en cada clasificación y uso que la población le otorga, identificando desde los
espacios donde se realizan las fiestas patronales desde hace décadas, hasta los
sitios donde en su momento se desarrollaron minas de wolframio. Vale destacar
que en los talleres hubo una amplia y diversa participación, en términos de
género, grupos etarios y actividades productivas. Así, había en el mismo
productoras/es agrícolas y ganaderos/as, recolectoras de hierbas aromáticas y
nativas, representantes de cultura y turismo, estudiantes del colegio agrícola
y universitario, docentes, y miembros del Consorcio de uso del Agua de
Vichigasta (CUA).
En cuanto a la expansión de la agricultura de
capital intensivo, se ha podido identificar como punto de inflexión, el
surgimiento de la ley nacional N° 22.021 en 1979 como condicionante y atractivo
para la radicación de empresas dedicadas a los agronegocios (MONTILLA & TORRES, 2021). En consecuencia y como resultado de la aplicación de la ley, la
superficie cultivada se incrementó en la provincia de La Rioja un 167 % entre
1985 y 2010 (PEDRAZA,
2014). En particular para Vichigasta, veremos que ese
incremente fue casi 5 veces mayor.
La llegada de grandes inversiones con destino
prioritario a la agricultura, comenzó a fines de 1980. Según entrevistas
realizadas a extensionistas de la Agencia de Extensión Rural (AER)
perteneciente al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de
Chilecito, para esa época, comenzaron a recibir consultas técnicas de
empresarios de las provincias de Córdoba y Buenos Aires en relación a proyectos
agroproductivos auspiciados por la ley de diferimiento. Los principales motivos
de consulta, eran justamente las potencialidades que poseían los distintos
cultivos que podía realizarse en el Valle. Un caudal importante de esas
consultas, además, estaban dirigidas a propuestas de desarrollo dentro del
Departamento de Chilecito en general y de la localidad de Vichigasta, en
particular.
Fue así que ingresaron al valle grandes
capitales destinados a explorar rentabilidad de cultivos frente al paquete de
exención tributaria que la norma ofrecía. En relación a ello, Bazán señala:
“(…) en efecto, la economía provincial carece de la acumulación de capital
necesario para generar las fuentes de trabajo que el crecimiento demográfico
reclama, lo que da origen al éxodo de la población riojana” (BAZÁN, 2020). A entender del autor y en común con testimonios recogidos a distintos
actores claves, el empresariado chileciteño no tenía capital suficiente para
poder diferir, en consecuencia, la ley atrajo a capitales extra provinciales.
Cabe destacar, que hasta ese momento no se
encontraban dentro del Valle de Antinaco - Los Colorados unidades agropecuarias
con extensiones de este tipo. Predominaba el minifundio y las familias de
colonos, que no superaban las 50 ha.
De acuerdo a los resultados obtenidos, en la
figura 4, se puede ver espacialmente y en color negro, cómo fue dándose el
crecimiento agrícola, explicado principalmente por el cultivo del olivo. Así se
pasó de contar con 1478 hectáreas para el año 1988 a 11.148 ha en el 2018,
siendo protagonistas de este crecimiento las distintas empresas que comenzaron
a radicarse en el en el distrito. Se pone en clara evidencia el crecimiento de
la ocupación a los márgenes de la ruta nacional N° 74, en una extensión
longitudinal de aproximadamente 30 kilómetros. Así las cosas, en los últimos 20
años Vichigasta se terminó por consolidar como uno de los polos olivícola
referentes de la provincia de La Rioja y del NOA Argentino.
Fig.4. Crecimiento productivo agrícola
(en negro) por parte de las principales empresas olivícolas radicas en la localidad de Vichigasta, La Rioja para el período 1988 – 2018
Fuente: Elaboración propia.
Esta vertiginosa expansión no estuvo libre de
conflictos territoriales, los cuales comenzaron a emerger como consecuencia de
desplegar lógicas de producción ajenas a las que hasta ese momento predominaban
en Vichigasta. En relación a la expansión del capital con sus lógicas de
producción, Escobar afirma:
La ocupación de los territorios de la gente
por el capital y el estado implica aspectos económicos, tecnológicos,
culturales, ecológicos y, a menudo, armados, pero su dimensión más fundamental
es ontológica. Desde esta perspectiva lo que ocupa los territorios es una
ontología particular, la de los individuos, el conocimiento experto, los
mercados y la economía (ESCOBAR, 2017).
Hay que hacer notar que la expansión implico
avanzar sobre territorios que venían manteniendo, al igual que en muchos otros
espacios del campesinado latinoamericano, lógicas de producción distintas a las
del mercado y el capital. Al generarse este encuentro sin ningún tipo de
mediación, participación o espacios de reflexión y consulta sobre los usos del
territorio, se fueron suscitando y escalando distintos conflictos. En relación
a estos, vale aclarar que los escenarios de conflicto pueden ser definidos como
aquellos en los que diferentes sectores o grupos de habitantes de la sociedad
no están de acuerdo con la gestión en el uso de los bienes naturales y toman
medidas para impedir que los demás interpongan sus intereses, disputándose los
modos y derechos de apropiación de la naturaleza (LEFF, 2021).
En relación a ello, el autor Porto-Gonçalves agrega:
La accesibilidad a los recursos naturales, así
como su transferencia, revelará la naturaleza de las relaciones sociales de
poder entre los del lugar y los de afuera del lugar de donde se encuentran.
Las fronteras, los límites territoriales, se imponen como fundamentales para
entender las relaciones sociales de poder, lo que implicará relaciones de
pertenencia y extrañamiento (un nosotros y
un ellos), así como relaciones de
dominación y explotación, a través del espacio, por la apropiación/expropiación
de sus recursos (PORTO-GONÇALVES,
2004).
En particular y según los distintos talleres,
entrevistas y salidas a campo, los conflictos territoriales comenzaron a
visibilizarse notablemente recién a partir del año 2006, principalmente
aquellos relacionados al uso del agua.
Es así que mediante el consorcio de uso de agua (CUA) de Vichigasta, una
asociación que funciona activamente desde el 2005 y que más de 120 socios/as
regantes de esta localidad, a través de esta asociación que empezó a
visibilizar una sensible disminución de este recurso. Es este mismo grupo que
también advierte sobre el avance en la compra de tierras, poniendo el foco en
los riesgos que todo ello implica en la sostenibilidad económica y productiva
de los pequeños productores. En el año 2007 comienzan a movilizarse poniendo en
foco claramente dos conflictos: el primero la baja en los caudales de agua que
comenzaron a registrar a partir del 2005 para el riego superficial de los
socios. El segundo conflicto, era por el avance de la expansión agrícola sobre
campos comuneros y zona de vertientes. Al respecto, en uno de los talleres
realizados, un grupo de pobladores realizó una detallada descripción de la
historia del pueblo, remarcando los impactos que trajeron consigo el avance de
los diferimientos y la instalación de las grandes empresas. Allí, se pudo
identificar que muchos de los conflictos existentes dan inicio luego del arribo
de las grandes inversiones agrícolas. Algunos de los testimonios que atestiguan
ello fueron:
“En el año 2000 hicimos una galería nueva en
el barrio chima, llegamos a tener de 20 litros segundos hasta 38 lts/seg. Con
los diferimientos que están aguas arriba de Chima. Hoy (2020) no llegamos a 7
lts/seg, es decir nos bajó el caudal” (productor socio de CUA)
“La parcela de viña se respetaba” (respuesta
en referencia a la pregunta si los diferimientos habían impactado con los
cultivos de vid, en respuesta dijeron que al comienzo fueron de vid, pero que
estas fincas eran de familias de Chilecito, que uno los conocía, los respetaba,
se hablaba con ellos, se los veía en el pueblo)
Fig.5. Mapa de ubicación de puestos
ganaderos, el área afectada a grandes emplazamientos agrícolas, ubicación de
las 5 principales empresas: E1, E2, E3, E4 y E5 y área identificada de
conflicto ganadero – empresas
Fuente: Elaboración propia en base a
talleres de cartografía social realizados entre junio de 2019 y diciembre de
2020.
En la figura 5 se pueden observar los puestos
ganaderos, las principales empresas (E1, E2, E3, E4 y E5,) el área de la
reserva provincial de usos múltiples (RPUM) y la principal zona de conflicto
existente entre este grupo de actores. De este modo, se observa que
aproximadamente son 7 los puestos ganaderos entre los cuales gestionan el
manejo de las distintas áreas de pastoreo de forma comunitaria, estableciendo
una organización por épocas y por zonas. Cabe destacar que este manejo lo
vienen realizando desde hace al menos, en algunos casos, desde hace 50 años.
En relación con las implicancias en la
expansión de los monocultivos, el avance sobre espacios comunes de pastoreo
hizo expresar territorialmente, un conflicto entre productores
agrícola-ganaderos y emprendimientos agrícolas empresariales. Así, los
testimonios colectados en campo, indican que algunos enfrentamientos escalaron
a un nivel de violencia que se tradujo, por ejemplo, en el corte de alambrados
y en la pérdida intencional de ganado entre otros:
“Comenzaron a cerrar las calles, desde los 70
para adelante, en total son casi 7 caminos que ya se han cerrado, ¡no podemos
pasar más!” (productor ganadero vichigasteño).
“¡los peones los matan para comérselos!”
(Productor ganadero en referencia al conflicto suscitado al ingresar el ganado
dentro de los predios privados).
Así pues, la llegada de los diferimientos
afectó considerablemente la lógica y organización productiva que, hasta ese
momento, los productores ganaderos sostenían. Son estos quienes a lo largo de
los años han encontrado formas de manejo de las cargas animales dentro de las
dinámicas ambientales y adaptándolas a las condiciones propias del territorio.
La imposibilidad de poder continuar con tales prácticas, además de generarles
problemas en su logística, los llevó a adoptar nuevas estrategias para poder
garantizar la actividad. Una de ellas fue la de explorar nuevas áreas de
pastoreo lo que implicó, en muchos casos, dedicar una mayor cantidad de tiempo
para llegar a zonas más retiradas, como las laderas.
Por otro lado, la problemática del agua fue
recurrente en casi todos los talleres que se realizaron. Se resaltó la
existencia de mermas considerables en los meses de verano; también que esto
comenzó a suceder en paralelo al proceso de expansión agrícola favorecida por
los diferimientos.
De la misma entrevista a la que hacíamos
referencia anteriormente, se pudo destacar el siguiente relato:
“Al llegar el olivo mucha gente se inclinó por
ello (…) pero regar es diferente, antes era por manto (…) es un sistema que
viene de usos y costumbres, nosotros regamos así, los otros por goteo. Las
aguas son superficiales, son en Vichigasta. (…) Es por eso que en 2007 hicimos
una movida para proteger la fuente de agua, la reserva, una ley para proteger
la parte oeste nuestra. Si vos te paras en Vichigasta tenés finca para el este,
para el sur y para el norte, el oeste no porque lo estamos protegiendo,
proteger de los diferimientos (…) pasa porque Vichigasta no se tiene que quedar
sin agua" (Entrevista personal, 2020).
Este relato contrasta, en parte, con la
perspectiva que en general sustentan los actores asociados a las grandes
empresas de la zona. En torno al agua, en una entrevista realizada a
representantes de una de las fincas más importantes, referencian a que todo el
riego es subterráneo bajo la forma de “riego por goteo” siendo esta la forma
más eficiente en el uso del agua para estas zonas (entrevista personal, 2021).
No obstante, por otro lado, es visibilizada la preocupación en torno a
escenarios futuros en torno a su uso y disposición:
“el agua es un problema grave, el olivo se va a
terminar expandiendo, yo quiero que se expanda, pero quiero que me garanticen
que el agua va a alcanzar para todos” (entrevista personal, 2021).
Es de destacar, como se dijo anteriormente,
el problema del agua fue recurrente en todos los talleres realizados. Esto no
es casual ya que, en el marco de las tierras secas, la problemática del agua es
un elemento clave para entender e indagar en la sostenibilidad del territorio y
las actividades que pueden o no plantearse allí.
“…podemos reconocer que América no es el
nombre de un territorio,
sino más bien el de una desterritorialización…”
(BERARDI, 2019)
El autor McMichael (2014) explora y se
pregunta cómo la apropiación de la tierra vinculada a la agricultura comercial
afecta a las comunidades campesinas, por los denominados procesos de
acumulación por desposesión y los modelos extractivistas de desarrollo. Por
otro lado, también pone el foco en la identidad territorial, sus formas y la
relación con el conocimiento que ello implica y lo mucho que esto es puesto en
peligro cuando se suceden conflictos territoriales (MCMICHAEL, 2014). Por otro lado, en relación a las políticas relacionadas con el acceso
a la tierra, Hocsman escribe que: “las políticas territoriales y la estructura
jurídica estatal se desarrollaron históricamente vinculadas a las estrategias
económicas motorizadas desde los sectores terratenientes asociados a las
burguesías agroindustriales provinciales”
(HOCSMAN,
2012). Por consiguiente, muchos de los planes económicos productivos de La
Rioja, desde el noveno plan económico de Guillermo Domingo Iribarren (1967) al
último de Carlos Saúl Menem (1993), estuvieron promovidos en muchos casos en
pos del interés y desarrollo de distintos grupos relacionados al capital
nacional e internacional (BAZÁN, 2020). No sin duda, a raíz de
estas distintas oleadas desarrollistas / territorializantes, co-existen en
tensión en el Valle de Antinaco Los Colorados, actividades agrícolas
empresariales intensivas y la producción familiar – campesina (MONTILLA & TORRES, 2021). Esto ha ocasionado resistencias y movilización social de pequeños
productores en torno al futuro incierto de poder mantener sus formas de vida
frente al peligro de sus condiciones materiales (HADAD & PALMISANO, 2017).
En lo referido a las resistencias, la
creación de una reserva natural fue el comienzo de un proceso orientado a
frenar el avance de la expansión agrícola del olivo, y de posibilitar un
resguardo y barrera al avance expansivo del capital.
Fig. 6. Recorte de diario del año 2006
guardado por uno de los productores y mostrado en uno de los talleres
realizados en la localidad
Fuente. Foto: Autor, 2020
Como síntesis de una larga movilización de la
problemática, en especial por actores relacionados al consorcio y uso del agua
(CUA) en Vichigasta, se realizaron acciones que involucraban poner el tema en
agenda de discusión social por los medios gráficos, radios y redes, también
realizaron movilizaciones y planificaron acciones como el corte de ruta como
medida extrema, que finalmente no se llevó a cabo. Resultado de este conjunto
de acciones en el tiempo fue que el 2010 se sancionó en La Rioja la Ley Provincial
N° 8.790 mediante la cual se creaba en Vichigasta una Reserva Provincial de Uso
Múltiple. En su articulado, se establecía que el área protegida sería de uso
común para los vecinos del distrito Vichigasta, que proveería de pasturas al
ganado de los pequeños productores y constituiría una reserva acuífera
destinada al consumo humano (Art. 2). Además, prohibía la tala de árboles,
desmontes u otras tareas no compatibles con el destino que la ley le daba a la
reserva (Art. 3).
Como resultado de la realización de distintos
talleres participativos, realizados entre junio de 2019 y diciembre de 2020,
con representantes de la comunidad de Vichigasta y cuya consigna fue destacar o
visibilizar los aspectos positivos y negativos vinculados a la creación de la
RPUM y su relación con los conflictos territoriales es que se destacan algunos
resultados. En primer lugar, se destaca como uno de los aspectos mejor
ponderados positivamente la idea de que la creación de la reserva viene a
significar retomar el control por parte de la comunidad vichigasteña, de un
espacio que, hasta ese momento, está fuera de alcance: “Hay una oportunidad de recuperar todo el territorio de la reserva para
los usos debidos”. Así, en un segundo orden y en sintonía con lo
anteriormente expresado, se recabo la necesidad de: “Proponer una Autogestión de la reserva entre los productores de la zona”.
Por otra parte, los dos negativos más reiterados en el taller de forma grupal
fueron: “La falta de cumplimiento de la
Ley 8790 (norma provincial que crea la Reserva Provincial de Uso Múltiple
de Vichigasta), la venta de tierras y la
realización de perforaciones” y la sensación de “Enajenamiento de tierra”. Esto permite entrever que los conflictos
generados por la expansión del monocultivo del olivo por parte de las empresas
radicadas y la consecuente creación de una reserva como estrategia de lucha,
articuló dentro de la comunidad vichigasteña, iniciativas de gestión y diseño
del territorio. No así, la iniciativa de la ley, que debido a la falta de su
reglamentación y cumplimiento generó malestar y frustración.
Por otro lado, en los distintos encuentros
mantenidos durante este trabajo, se observa que uno de los principales focos y
preocupación por parte de productores/as de la comunidad está ubicado geográficamente
dentro de los espacios comunes de pastoreo. Como dice Federici, los campos
comunes o comuneros históricamente fueron y siguen siendo fundamentales para la
reproducción de muchos pequeños productores agrícola-ganadero (FEDERICI, 2015). Los proyectos de agricultura olivícola irrumpieron y confrontaron con
estos espacios y esto afectó las lógicas de gran parte de los productores
ganaderos.
Por último, varios de los aspectos positivos
identificados en el taller pueden ser entendidos como fortalezas o
potencialidades por parte de la comunidad hacia la zona afectada al conflicto y
la reserva. Así, cuestiones como la autogestión, la organización, el diseño y
el conocimiento de sitios que son entendidos como claves para parte de la
comunidad, fueron destacadas y puestas en valor a la hora de diseñar y
gestionar su territorio.
Según los resultados alcanzados, se pueden
derivar algunos aspectos que consideramos de interés para los temas centrales
de esta investigación. En primer lugar, destacar la relevancia singular que
adquiere producir una visión de lo que es cada comunidad, cómo se produce y
reproduce su relación con el territorio y la tierra, utilizando para ello
metodologías que permiten la participación colectiva y la generación de
conocimiento. Dentro de ese marco, se pudo obtener una contextualización de los
principales conflictos territoriales acontecidos en Vichigasta como
consecuencia de la inserción del capital dentro de su territorio, a comienzos
de 1980. Desbordando la respuesta causal a los usos del territorio dada solo
por la identificación de indicadores sintéticos cuantitativos y sintéticos (ej:
cambio en la superficie productiva) y apelando a poder aproximarse a leer en el
territorio las complejas interacciones mediadas por el tiempo y el espacio. Se
identificó así, en consecuencia, las relaciones que en Vichigasta se fueron
tejiendo en el transcurrir del siglo XX entre la comunidad, la tierra y sus
formas de uso, las cuales fueron notablemente atravesadas por las
intervenciones e influencias del capital, el estado y el mercado. Así mientras
en la primera mitad del siglo fue este territorio proveedor de bienes para
sostener energéticamente el desarrollo del binomio: minería-ferrocarril, en la
segunda mitad del siglo XX, mediante el estado como promotor, se asignó a este
territorio, planes de desarrollo agrícola que, por lo visto, no han contemplado
los intereses propios de la comunidad vichigasteña.
En un segundo lugar, la evidencia construida
para el presente trabajo permitió identificar que los intensivos cambios en el
uso del suelo dados en Vichigasta, en particular en los últimos 40 años, afectó
la base material sobre la cual se sostiene la vida de las comunidades agrícolas
y pastoriles vichigasteñas. Como consecuencia, el uso de los bienes naturales
hasta la llegada de los emprendimientos promovidos por la Ley de diferimientos
(N° 22.021), tenían una lógica de apropiación, acceso y uso que se vio
notablemente afectada. En relación con ello, una de las grandes problemáticas
identificadas en los resultados fue la afectación de los campos comuneros que
históricamente fueron fundamentales para la reproducción de muchos pequeños
productores agrícola-ganaderos.
En definitiva, la comunidad perdió en gran
parte, el alcance de los medios de producción (la tierra, los bienes naturales)
con los cuales se proveía de su sostenimiento. No es menor, destacar que la
economía campesina está unida íntimamente a la red de relaciones sociales y de
dominación con la tenencia de la tierra (SHANIN, 1976) y que al verse
afectado estos elementos, los conflictos territoriales no tardan en emerger.
Para finalizar y atendiendo a estas
consideraciones, surge la necesidad de fomentar y potenciar espacios comunes
donde se puedan resolver de forma comunitaria, participativa e
interinstitucional los problemas en torno a los usos de la tierra y a la
gestión de los bienes naturales. Espacios donde se problematicen las relaciones
entre la tierra y el territorio, contemplando modos alternativos de producción
de la vida y de la existencia humana, formas de habitar el territorio que
respondan al vínculo con la historia del lugar, más allá del mercado y el
estado.
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