Pequeño ensayo sobre las multiplicidades
Little Essay on Multiplicities
Breve ensaio sobre multiplicidades
Matías Forlani
Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
fortyuva34@gmail.com
Recibido: 29/04/2020
Aceptado: 01/10/2020
Resumen. En el siguiente escrito las
herramientas conceptuales que se desarrollen serán con el objetivo de continuar
pensando a la psicología social como un campo de saber que busca reflexionar en
las multiplicidades de factores y actores que dinamizan las relaciones de las
personas en su vida cotidiana. Esto es, una psicología que conceptualiza como
campo de análisis a las diversas dimensiones que atraviesan las relaciones de
las personas en sus contextos sociales de existencia con el objetivo de superar
análisis reduccionistas sobre los complejos escenarios en la cual las
sociedades y los individuos se desenvuelven. De esta manera, se continuará
problematizando el objeto de estudio de la psicología social para
desnaturalizar mitos y antinomias (Bleger, 1975) y abordarlo en sus condiciones
sociales, políticas e institucionales de existencia. Así mismo, se analizará
una de las instituciones centrales en la conformación de la subjetividad y que
a diario incide en la vida de la población, como lo es la escuela.
Palabras clave. Psicología social, Cuerpos,
Instituciones, Multiplicidades, Líneas de fuga, Vida cotidiana.
Abstract.
In the following
writing the conceptual tools that are developed will be with the aim of
continuing to think of social psychology as a field of knowledge that seeks to
reflect on the multiplicities of factors and actors that stimulate the
relationships of people in their daily lives. That is, a psychology that
conceptualizes as a field of analysis the various dimensions that cross the
relationships of people in their social contexts of existence with the aim of
overcoming reductionist analysis of the complex scenarios in which societies
and individuals operate. In this way, the object of study of social psychology
will continue to be problematized to denature myths and antinomies (Bleger,
1975) and address it in its social, political and institutional conditions of
existence. Likewise, one of the central institutions in the conformation of
subjectivity will be analyzed, which affects the life of the population on a
daily basis, such as the school.
Keywords. Social psychology, bodies,
institutions, multiplicities, lines of flight, everyday life.
Resumo. Na redação seguinte, as
ferramentas conceituais desenvolvidas serão com o objetivo de continuar a pensar
na psicologia social como um campo de conhecimento que busca refletir sobre as
multiplicidades de fatores e atores que estimulam o relacionamento das pessoas
em seu cotidiano. Trata-se de uma psicologia que conceitua como campo de
análise as várias dimensões que atravessam as relações das pessoas em seus
contextos sociais de existência, com o objetivo de superar as análises
reducionistas dos complexos cenários em que sociedades e indivíduos operam.
Dessa forma, o objeto de estudo da psicologia social continuará sendo
problematizado para desnaturar mitos e antinomias (Bleger, 1975) e abordá-lo em
suas condições sociais, políticas e institucionais de existência. Da mesma
forma, será analisada uma das instituições centrais na conformação da
subjetividade, que afeta a vida da população diariamente, como a escola.
Palavras chaves. Psicologia social, corpos, instituições,
multiplicidades, linhas de fuga, vida cotidiana.
“En cada momento, ¿qué huye en una sociedad?”
(Deleuze, 1990, p. 35)
En el siguiente escrito, las herramientas
conceptuales que se desarrollen serán con el objetivo de continuar pensando a
la psicología social como un campo de saber que busca reflexionar en las multiplicidades
de factores y actores que dinamizan las relaciones de las personas en su vida
cotidiana. Por tal motivo, no está de más recordar, que las categorías que aquí
se despliegan continúan reforzando e intensificando ciertas nociones que estructuran
el programa de la asignatura Psicología Social de la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNCuyo y que posicionan a la misma desde una perspectiva
crítica. Esto es, una psicología que conceptualiza como campo de análisis a las
diversas dimensiones que atraviesan las relaciones de las personas en sus
contextos sociales de existencia con el objetivo de superar análisis
reduccionistas sobre los complejos escenarios en la cual las sociedades y los individuos
se desenvuelven. De esta manera, se continuará problematizando el objeto de
estudio de la psicología social para desnaturalizar mitos y antinomias (Bleger,
1975) y abordarlo en sus condiciones sociales, políticas e institucionales de
existencia. Así mismo, se analizará una de las instituciones centrales en la
conformación de la subjetividad y que a diario incide en la vida de la
población, como lo es la escuela.
Con este propósito las categorías como “relaciones
de poder”, (Foucault, 2002) “agenciamientos colectivos de enunciación”, “dimensiones
molares o moleculares”, “líneas duras o líneas de fugas” (Deleuze/ Guattari,
2006) nos servirán como caja de herramienta para abordar la temática de las multiplicidades.
Un vértice o perspectiva por donde se puede
comenzar a pensar en las multiplicidades será a partir de la sujeción del
cuerpo. Temática que abordaremos en el siguiente apartado.
Al decir de Ana Quiroga (2003) un objeto de
estudio de la psicología social es el hombre concreto en sus condiciones concreta
de existencia. Tal existencia puede ser entendida como vida cotidiana. Espacio
y tiempo dinamizado por una gran variedad de factores, dimensiones y actores,
que en sus mutuas relaciones van creando el escenario vital de los individuos y
comunidades.
En la vida cotidiana se desenvuelven, se
dinamizan y se afectan cuerpos, cuerpos movidos y desplazados, cuerpos
modelados, disciplinados, sujetados o cuerpos expulsados, excluidos o
marginados. Foucault (1999), sostendrá que los cuerpos en sus mutuas relaciones
son atravesados por tecnologías de poder que diseñados por campos de saber van
configurando, armando, y construyendo modelos de subjetividad. Será esta subjetividad
modelada por donde podemos problematizar la vida cotidiana y de esta manera
buscar desnaturalizar modelos que a la vez que se construyen, modelan y conforman,
se diseñan los territorios de la marginalidad, exclusión y repulsión. Territorios
preparados para alojar o mejor dicho expulsar allí todos aquellos cuerpos que
no se dejan modelizar por la subjetividad dominante.
El pensamiento de la modernidad configuró la
delimitación de dos territorios: El adentro que, con su logo, su conciencia y razón
ubicó en el afuera peligroso, enfermo, anormal, (¿blasfemo?) y todas las negras
noches que la luz de la razón se dedicó a iluminar, alumbrar, ilustrar, disciplinar,
corregir, subjetivar. Skliar (2018), continuando las reflexiones de Foucault,
Derrida, Deleuze y Guattari (entre otros/as), sostendrán que la separación de
un adentro (centro, egocentrismo, logo centrismo, falo centrismo) y un afuera (periférico)
efecto de una imagen de pensamiento tiene en la lógica del logo de lo Uno el
modelo a imitar y el modelo que delimitará las diferencia.
Los cuerpos subjetivados[1] responderían a instituciones modernas que se sostienen en modernos
pensamientos que traducimos como la lógica de lo Uno. El logos, su razón y su
lenguaje caracterizado por ser: categorial, clasificatorio, que posee las
reglas que permitirán con precisa capacidad representar todas las diferencias
inferiores. Será tal pensamiento, sin embargo, al cual Deleuze (2006) lo
considerará limitado y obstaculizador para dar cuenta de la afirmación de las
multiplicidades, sus derivas y errancias.
Teniendo en cuenta el objeto de estudio de
la psicología social (principalmente el vínculo que se presenta en la vida
cotidiana con sus múltiples atravesamientos y dinamismos institucionales,
grupales y subjetivos), podemos analizar que la trama vincular o el modo como
se traman los vínculos es atravesado por factores diversos de diversas
relaciones de poder que desde el alba de la modernidad con la luz de su razón
fueron regulando los cuerpos en términos poblacionales como así también disciplinando
a los mismos en su microfísica. Es lo que Foucault (1999) a denominado “regulaciones
biopolíticas” y “estrategias de disciplinamiento”. Dando cuenta que los
cuerpos, los gestos y los comportamientos en sus vínculos institucionales y
comunitarios son ordenados por diversidades de tecnologías. Tecnologías del yo
(Foucault, 2008), atravesando las instituciones por donde los cuerpos van
desplazándose.
En términos de Deleuze y Guattari, (2006) el
orden de los cuerpos se produce en dimensiones moleculares y capilares,
mediante sistema de redes y “líneas de paso” (Guattari, 2013, p.34). Generando
con los medios de comunicación articulado a otras tecnologías y dispositivos
-como la inyección de todo un aparato hormonal- controles y conexiones,
monitoreos y direccionalidades. De este modo, los cuerpos, -a nivel de los
gestos, pero también de los gustos y los deseos, de los sueños, de las
percepciones y sensaciones, de las potencias, etc.- son regulados, ordenados e
inducidos. En relación con estas sujeciones dice Lazzarato (2017, p. 78): “La
sujeción actúa sobre el nivel molar del individuo (su dimensión social, sus
roles, sus funciones, sus representaciones), mientras que la servidumbre maquínica
actúa sobre la dimensiones molecular, pre individual, infra social (afectos, sensaciones,
deseos, etc.).
Los ordenamientos serán individuales, pero
también sociales. La constitución de los cuerpos dóciles como decía Foucault
(1999) al analizar las instituciones de secuestros (escuela, hospitales, fábricas,
cárceles), se basan en un modo de pensar que atraviesa Occidente y su modernidad.
Modernidad occidental para algunos superada pero que aún deja sus marcas, por
sobre todo en instituciones como la escuela.
En este primer nivel de análisis realizado,
se entiende al cuerpo, atravesado por una gran diversidad de instituciones que
conformarán subjetividades ordenadas y delimitadas en la lógica que Deleuze y Guattari
(2006) denominan de lo Uno. Además, en la constitución de las subjetividades,
intervienen no solo el sistema relacionado de las instituciones de secuestro al
cual refería Foucault sino también, en nuestra contemporaneidad, se articulan
la servidumbre maquínica en el que insiste Guattari y Deleuze y que retoma Lazzarato
previamente citado. Nuestros modos de desenvolvernos son atravesados por
dimensiones molares, referido a nuestra clase social, edad, género, las
instituciones y organizaciones donde transcurrimos, pero también por vectores
moleculares que antes mencionábamos. Así mismo, existiría la posibilidad de
deslizarse por fuera de tales sujeciones creando devenires, micropolíticas, microfísicas,
moleculares, disidentes, diferentes, distintas, individuales como colectivos.
Una manera de entender “la imagen del
pensamiento” (Deleuze, 1990, p. 34) que atraviesa las instituciones por donde
se van modelando y subjetivando los cuerpos, es a partir de “la producción de
un modelo de cierto sujeto normal que lo soporte” (Deleuze, 1990, p. 63). Sostenido
“por un patrón de comportamiento convencional” (Perlongher, 2013, p. 85). Convencionalidad
de un comportamiento, de unos gestos y modos de pensamientos para los cuales ha
sido necesario todo un articulado de instituciones por los cuales los cuerpos
han ido transcurriendo. Ejemplo de esto recorren a lo largo y a lo ancho de
todo occidente, pensemos sino en el nazismo, pero también en el actual
imperialismo, o el tratamiento en los psiquiátricos de los “enfermos” o
“anormales”, o la educación de los niños/as en las modernas escuelas, o la
misma religión cristiana y sus arraigadas instituciones, como así también en el
proceder de los terribles golpes de Estados de nuestra América, y en la contemporaneidad,
en la conformación de un “Hombre Consumidor” (Zabala, 2016, p. 21).
Y así también, en la conformación de un
afuera donde se depositan las miserias, las exclusiones y marginalidades al
cual se incita a seguir el estatuto de aquel hombre hegemónico consumidor.
¿Cuál es esta imagen del pensamiento? O
mejor dicho ¿cómo se configura? Se procede mediante la conformación de una
norma, una unidad o un ideal (Lo Uno). Con carácter esencial y universal, a
partir de allí se delimita una diferencia. Diferencia que va a ser naturalizada
a la vez que relegada, marginada, excluida como así también considerada de
menor interés, o de menor relevancia que su opuesto[2]. Con todos los efectos que se generan a nivel subjetivos,
políticos, sociales, etc.
La diferencia, lo diferente, lo otro (lo
anormal, lo discapacitado, lo criminal, lo enfermo, lo peligroso, pero también
la mujer, el niño/a, el indio, lo gitano, etc.), es con respecto a lo que
previamente fue considerado como esencialmente normal, sano, etc. Lo Uno vs lo diferente.
A lo diferente se lo conforma de modo tal que se justifica desterrarlo o
engolfarlo, homogeneizarlo. O, con la modernidad, normalizarlo. Al decir de Perlongher
(2013, p. 88): “Unas de las soluciones vastamente aplicadas, consiste,
simplemente, en el exterminio al diferente”.
Constituido el modelo (cuyo paradigma hegemónico
es el hombre normal, cuerdo, blanco, heterosexual, padre de familia, habitante
de ciudad), se delimita una diferencia que es considerada inferior, lo enfermo
y pronto a curar o expulsar. Se conforman así dos territorios. El modelo, y lo
que no lo es. Constituyendo de este modo a su vez una lógica dicotómica. Al
decir de Deleuze “planta una imagen de pensamiento que nos corta en dos partes”
(Deleuze, 1990, p. 84), constituyendo una dualidad excluyente. Lógica
dicotómica que nos ubica en una o en otra dimensión. Son diversos los ejemplos:
Blanco o negro, hombre o mujer, adulto o niño, burgués o proletariado, normal o
anormal, sano o enfermo etc. Esta dicotomía o dualidad excluyente tiene efectos
concretos, delimita comportamientos cercados en la dimensión a la que se pertenezca.
Tal pensamiento, tal modo de pensar, modela conductas, sujeta sensaciones, impulsa
tal o cuales gustos, percepciones, imaginaciones, sueños y modos de andar. De
este modo, se espera e imponen determinada forma de estar, de andar y vivir en
la vida concreta y cotidiana bien distintos a si eres adulto, burgués, blanco,
a que si eres por ejemplo mujer, negra y proletaria[3].
Si como veremos la y posibilita la
emergencia de las multiplicidades, será la o la que prosigue la lógica
dicotómica. Se delimitan así dos dimensiones a las que mediante toda una serie
de dispositivos (discursos y prácticas), se naturaliza la pertenencia a uno o a
otro.
Un modo o una metodología que encuentran
Deleuze y Guattari para desligarse de la lógica dominante es pensar desde las
multiplicidades. Desde esta perspectiva no habría modelo a seguir ni esencias
que descubrir. Sino caminos a construir.
A la vez que, si el modelo excluye y
margina, el modo de continuar desprendiéndose del modelo será devenir marginal.
Devenir de modo tal que no haya que mirar o medirse con el modelo que expulsa. De
allí el enunciado de Deleuze: devenir mujer (2006). Tal devenir, no consiste en
imitar a la misma sino en afectarse con todo aquello que el modelo expulsa o
engolfa. O devenir niño lo que, también, implicaría un devenir minoritario. No
imitar sino más bien trazar senderos y de este modo crear, imaginar, construir
“por los bordes del patrón del comportamiento convencional (…) se estarían
indicando, lanzando, experimentando modos alternativos, disidentes,
contraculturales de subjetivación” (Perlongher, 2015, p. 84).
Pensar desde la lógica de las
multiplicidades implica ir a contrapelo del pensamiento binario o del
pensamiento que procede mediante rígidas dicotomías excluyentes. Para Deleuze y
Guattari, la producción de lógicas binarias responde a un modo de pensar jerárquico,
dual, con “sistema de puntos que cuadriculan todo lo posible” (Deleuze, 2003,
p. 145). Ahora bien, ¿de qué modo se podría salir de este pensamiento que como
decimos constituye subjetividad? Ubicándonos en la zona que posibilita
desasirse de las unidades. Expresa Deleuze:
(…) no se trata de una síntesis de los dos, de una síntesis de 1 y 2
(el lazo armónico y complementario entre los blancos y los negros), sino de un
tercero que siempre procede de otra parte
y descompone la unidad de los dos, puesto que no se inscribe ni en
oposición ni en complementariedad con respecto a ellos. Tampoco se trata de
añadir en la línea un nuevo segmento a los precedentes (un tercer sexo, una
tercera edad, una tercera clase) sino de trazar una tercera línea en medio de la línea segmentaria. (Deleuze,
1980, p. 65)
La multiplicidad es eso, no una sumatoria de
elementos que amplían las dimensiones dicotómicas. Nada de eso nos hace salir
de su reino, sino proceder en una zona de intermedio, lo que suena ya no en la
unidad o en las unidades sino en lo inter, lo entre, posibilitando,
promoviendo, potenciando las multiplicidades. En palabras de Deleuze (1990, p.
65): “multiplicidades de dimensiones, de líneas, de direcciones en el seno de
un agenciamiento”.
Si anteriormente señalábamos que Occidente
insertó sutil y también hostilmente un modo de pensar que tuvo y tiene en la
homogeneización de la unidad (lo Uno, el todo, lo universal) su fundamento. Pensar
desde las multiplicidades, consistirá en el deslizamiento entre las unidades, creando líneas de fuga por el afuera de lo que
encierra la unidad hegemónica esencialista y universalista. Ante esto se
deslizan hacia “el afuera”, el entre, el medio.
(…) no son los elementos ni los conjuntos los
que definen la multiplicidad. Lo que la define es la Y, la Y como algo que
ocurre entre los elementos o entre los conjuntos…y aunque solo haya dos
términos, hay un Y entre los dos, que no es ni uno ni otro (…) la Y ni si
quiera es una relación o una conjunción particular, es lo que sustenta todas
las relaciones, el camino de todas ellas, lo que hace que las relaciones se escapen de sus términos y del conjunto
de ellos. (Deleuze, 1980, p. 41)
¿Todo un estatuto al Y? Solo un modo de ir
desprendiendo el pensar a las afueras de las categorizaciones que cercenan la
“cabeza”, el cuerpo, los territorios. Lo que Guattari (2013) denomina las
estratificaciones que cercan los devenires. Los estratos que impiden el
deslizamiento de gestos, conductas, movimientos más libres.
Pero también, el lugar de la y, que
permita generar estrategias para dejar de ser sujetado a una imagen del
pensamiento y su concomitante sujeto. Puesto que no es lo mismo estar
subjetivado en una lógica dicotómica que desde las multiplicidades. En el
primero quedarás siempre cercado a una dimensión y su unidad con toda la
angustia y culpa si te corres del límite, mientras que en el segundo el límite
es el espacio de todas las relaciones. No implica por ello, por ejemplo, no ser
adulto, sino, sobre todo, cuando sea necesario y cuando se desee, poder devenir
niño. En otros términos, agenciarse por el medio, el entre, y desde allí
afirmarse en la vida e ir a contrapelo de las “modelizaciones subjetivas” (Guattari,
2006, p. 65).
El deseo agenciado, o más precisamente el
deseo entendido como potencia y posibilidad de agenciar elementos heterogéneos,
nos permitirá continuar pensando en las multiplicidades como posibilidad de
proceder por fuera del pensamiento mayoritario. Es necesario para ello aclarar previamente
las nociones de las líneas duras y las líneas de fuga.
La idea de que individuos como sociedades estamos
hechos y atravesados de líneas son concepciones que Deleuze desarrolla junto
con Guattari y Parnet en libros como Mil mesetas y en Diálogos. En estos libros,
desarrollan las ideas de dimensiones molares y moleculares, devenir, y líneas
de fuga o líneas rizomáticas, como así también las nociones de multiplicidad
como otra modalidad de pensamiento. Será por esto que Foucault dirá que estos
libros implican una Ética. Entendiendo a la misma como una práctica de sí que
delimita un modo de vivir que involucra un estilo que se desliza o intenta
deslizarse del modelo de comportamiento impuesto.
La idea de líneas imbricadas, anudadas,
enmarañadas, hace que de una línea de fuga se pueda caer o ser atrapada por un segmento
duro. O viceversa, y que no toda línea de fuga puede generar prácticas de
libertad o movimientos revolucionarios que subviertan las prácticas y discursos
que nos conforman en nuestra vida cotidiana (Deleuze/ Guattari, 2006).
Posibilitar una breve explicación de las líneas
nos servirá a nosotros para dar cuenta de la noción de agenciamientos.
Las líneas duras encuentran en la dicotomía
su modo de proceder. Ubica a los sujetos en un plano o dimensiones delimitando modos
de comportase, de moverse y de proyectarse. Espacios y horarios en el cual
desplazarse. Los segmentos, dice Deleuze, dependen de máquinas binarias muy
diversas según las necesidades. Maquinas binarias de clases sociales, de sexo
hombre/mujer, de edades, niños/adulto, de raza, negro/blanco, de sectores,
público/privado. Maquinas binarias que no son solo dualistas, sino más bien dicotómicas:
pueden actuar diacrónicamente (si no eres “a” ni” b” eres “c”. El dualismo se
ha desplazado, ya no concierne a elementos impuestos a elegir, sino a
elecciones sucesivas, sino eres negros ni blanco eres mestizo, sino eres mujer
ni hombre eres travestí) (Deleuze, 2000, p. 146).
Implican también lo que Foucault estudio y denominó
dispositivos de poder. Fijando cada uno el código y el territorio del segmento
correspondiente y sus relaciones duales y jerárquicas. El niño y el maestro en
la escuela. El obrero y el jefe en la fábrica. El padre y el hijo en el hogar.
Y en cada una de las instituciones recordándote donde no estas. En la escuela
que ya no estás tu casa, etc. (Deleuze, 2000, p.147).
La otra línea, la línea de fuga, es la línea
que posibilita el movimiento por los segmentos que nos sitúan en alguna de las
dimensiones que la lógica dicótoma instaura. Posibilita desnaturalizar los discursos
y prácticas que desde lugares hegemónico naturalizan. Abre canales por donde son
posibles las creaciones, “la creación siempre se produce sobre una línea de
fuga” (Deleuze, 2000, p. 154).
Sostienen Deleuze que “el estatuto parece
ser totalmente distinto. Los segmentos no son los mismos: proceden por
umbrales, constituyen devenires, marcan continuos de intensidades. Las líneas
de fuga no tienen territorios. Que se crean en el momento que se experimenta,
que se trazan en el momento que se recorren. Pueden partir de un estrato, de un
segmento duro, y desde allí, se lanza por nuevos senderos” (Deleuze, 2000, p. 156).
Como decíamos, no están separadas, distanciadas, los segmentos y los flujos. En
un mismo segmento, dice Deleuze, por ejemplo, “un oficio”, ser abogado, médico
es un segmento duro, pero también es muchas cosas más ¿cuántas repulsiones,
atracciones, conexiones que no coinciden con el segmento…cuantas locuras
secretas?”. (Deleuze, 2000, p. 84). Las líneas de fuga se ubicarían en la “Y”
de la que hacíamos referencia en las anteriores páginas.
Las líneas de fuga, de seguirlas, posibilitarían
deambular en espacios de mayor creación y de vivenciar agenciamientos distintos,
diversos, inauditos. En las líneas de fuga “tan solo puede haber una cosa:
experimentación vida…nada se sabe de antemano…nada de fantasmas, sino programa
de vida que se modifican a medida que se hacen, que se traicionan a medida que
se abren paso, como orillas que desfilan o canales que se distribuye para que
corra un flujo” (Deleuze, 1980, p. 57).
Por tanto, huir no a una vida imaginaria. O,
dicho de otra manera, desprenderse de los segmentos duros, rígidos, macros, no
es para perderse en ensoñaciones, sino “por el contrario es producir lo real,
crear vida, encontrar un arma” (Deleuze, 1980, p. 54). Siempre sabiendo que lo
que se busca es dar lugar a una multiplicidad que nos haga saltar o desviar de
los segmentos duros de lo dicotómico, posibilitando nuevos andares que no
impliquen seguir imitando el modelo. Es que, si no estás atrapado en ninguno de
los segmentos, el hombre adulto deviene niño y con el niño deviene, como le
gustaba a Nietzsche, trasmutar todos los valores, dejar la pesada mochila del
deber ser. El deber ser por ser en una determinada línea.
No hay líneas buenas o malas. Eso sería
pensar nuevamente en dicotomías, pero sí hay líneas, (los segmentos duros), que
de seguirlas coartarían la posibilidad de salirse de un rígido sistema que
ordena y regula el tiempo y el espacio, los recorridos y las aventuras. Hay otras
que permiten, al recorrerlas, ir creándolas y generando nuestros encuentros,
nuevas conexiones y vínculos.
Otra de las características de la línea de fuga
es que en ella todo es horizontal, abierto a la diversidad y susceptible de ser
afectado por las multiplicidades. Que, como veremos, también es una de las características
de un agenciamiento.
¿Se corren riesgos en las líneas? Sí, y de
los más peligrosos, hasta la muerte, aunque la muerte no solamente es
biológica. La burocratización es una de ellas. Uno de sus posibles destinos.
Hay personas y colectivos de personas que solo tienen una línea, o solo se
mueven en una de ellas, no pueden, no quieren o no han encontrado la manera de
salirse del segmento sin ser atrapado por el miedo a lo otro. Hay otros/as que
saltaron de un tirón de una de ellas y todo se destruyó. No consiste en
desprenderse así sin más. Implica una programación, con un método: “La
prudencia” (Deleuze, 1980, p. 46). Un instrumento, como le gustaba a Deleuze
(1980), “la lija” y ya no el martillo.
Volvamos a una pregunta, ¿cómo salirse de
las líneas duras que no nos permiten vivir por fuera del modelaje de la
subjetivación que nos recordaba Guattari? Mediante la multiplicidad y el
agenciamiento, o el agenciamiento ya comporta una multiplicidad.
(…) ahora bien, lo difícil es hacer conspirar
todos los elementos de un conjunto no homogéneo, hacerlos funcionar juntos…el agenciamiento
es el co-funcionamiento, “hay que hablar con…escribir con”. Eso es experimentar
y dejar de interpretar desde una supuesta superioridad. Pero también “agenciar
es eso” ya lo dijimos, “estar en el medio”. (Deleuze, 1980, p. 62)
No se trata de entender a las líneas de fuga
como la posibilidad de romper todo límite. Se trata más bien de entrar en lo
inter, en el entre, en sus siluetas, en sus movimientos, para desde allí agenciarse
por fuera de los espacios ya creados a la vez que para inventar nuevos.
Podemos decir, tras esta breve descripción
de las líneas que constituyen nuestros comportamientos, que nuestra vida
cotidiana, la vida que recorremos cotidianamente es atravesada por diversas
instituciones que nos cortan. Al decir de Deleuze y Guattari, (2006) nos hacen por
pertenecer a determinado segmento, trabajar, producir, enunciar, pensar de
determinada manera. Pero así también, a la misma vez, es posible generar otras
líneas, posibles cambios y devenires “(…) mediante la promoción de un nuevo
tipo de relaciones entre las cosas, los signos, y los modos colectivos de
subjetivación” (Guattari, 2013, p.146). De ahí que la máxima deleuziana no es
que todo sea dinamizado por regímenes de poder, sino que en cada momento en una
sociedad algo huye. Y, en todo caso, el poder es un cerco a lo que deviene. Es
un segmento duro que coarta el deslizamiento fluctuante del devenir. Seguir
aquello que huye posibilita recorridos cartográficos, investigaciones micro
políticas. Cartografiar devenires. Lo que implica investigar las diversas líneas
que se van conectando, relacionando y abriendo[4]. Es la experimentación que hace, por ejemplo, Perlongher (2000) en
sus investigaciones de Maestría con los estudios antropológicos y sociales en
los barrios marginales de Brasil con temáticas como la prostitución homosexual.
Da cuenta en sus recorridos que no se trata solo de la pobreza, de falta de
recursos materiales de tales colectivos, como sí de “cierta afirmatividad de
una errancia que emiten flujos libidinales, deseantes y mutantes por fuera del
orden social burgués y hegemónico” (p. 62).
Una posible definición de agenciamiento
implica “un conjunto de relaciones co-funcionales entre elementos heterogéneos”
(Manuel Heredia, 2002, p. 15). En tales relaciones se produce “el devenir y el
deseo” y viceversa. Puesto que, como afirmábamos siguiendo a Deleuze, “agenciar
es estar en el medio” (Deleuze, 1990, p. 20). El medio es lo que posibilita no
continuar imitando el modelo sino abrir la cartografía y el trazado de mapas.
No el calco. Sino el trazado de líneas. Por tal motivo, agenciar, implica, “Dos
afirmaciones filosóficas: una teoría de la relación y de la composición, y, por
otro lado, una ontología del devenir y del deseo” (Heredia, 2002, p.22).
Entendiendo al deseo como aquello que
posibilita nuevas conexiones, vínculos y encuentros[5], “siempre tendremos estos dos ejes, una de la relación y otra del
proceso, una de la composición y otra del movimiento, una de la disposición y
otra de la acción” (Heredia, 2002, p.22).
Teniendo en cuenta esta definición, y
continuando con lo escrito hasta aquí acerca de la configuración institucional de
la vida cotidiana, podemos agregar que las instituciones constituyen en su articulación
agenciamientos. Es decir, entendiendo a las instituciones en términos concretos
u organizacionales se producen entre ellas conexiones que van articulando un
territorio por donde los comportamientos se establecen. Se producen articulaciones
de segmentos, constituidos por heterogeneidad de factores que van a incidir en
determinadas modalidades de usar, estar, vincularnos y afectarnos a nivel
corporal. Si entre las organizaciones se van generando conexiones de líneas
duras o segmentos que remiten a todo un articulado de pautas, reglas,
disciplinas, criterios de acciones, en fin, una determinada racionalidad de
procedimientos y pensamientos, podemos decir, que la sociedad implicaría un
conjunto de multiplicidades de agenciamientos por donde los cuerpos se
constituyen a la vez que forman parte de ellos. Conformando lo que Guattari y
Deleuze (2006) denominan agenciamientos colectivos de enunciación y
agenciamientos maquínicos de efectuación. Y un ejemplo de denuncia de tales
agenciamientos sobre el cuerpo en la modernidad lo encuentran en los gritos poéticos
de Artaud al insistir el robo del cuerpo[6].
El cuerpo robado, continuando con nuestro
análisis desde las multiplicidades, no sería solamente un delirio individual,
privado y de asuntos personales. Sino que estaría denunciando y enunciando
agenciamientos colectivos de enunciación. Agenciamientos constituidos por
relaciones de poder, dimensiones políticas, sociales, bélicas, económicas que
organizan al organismo de modo tal que las energías y potencias corporales sean
útil en la conformación de la maquinaria capitalista. Tal maquinaria requiere
de nuestra disposición corporal. Corporalidad disponible que organiza, entre
otras instituciones, la escuela. (De la cual, en el siguiente capítulo, se hará
una explicación)
Sintetizando, podemos decir que el material,
la materia a partir del cual el sujeto adviene es a través del cuerpo. De una
corporalidad atravesada y constituida por un conjunto de ordenamientos, pautas,
normas, juicios de valor. Tal conjunto, conformará campos de saber y regímenes
de poder, prácticas y discursos constituyentes de las líneas duras. Siendo en
la articulación de tales segmentos donde se constituirán los agenciamientos. De
este modo los cuerpos forman parte del agenciamiento, “del conjunto de
heterogéneo”. (Heredia, 2002, p. 15).
Los cuerpos desde edades muy tempranas son
cuidados, educados, protegidos, acunados, agrupados de determinada forma. Maquinados
o generados con ellos agenciamientos maquínico de afectación. -La cuna, el
andadero, los juguetes, las sabanas, de tal forma, de tales materiales con
tales colores, dibujos y aromas-. Por los cuerpos se conectan enunciados que atraviesan
la historia, y por el territorio, -no solo del barrio en el cual uno nace,
mejor dicho, en el contexto en el cual uno nace- atraviesan discursos provenientes
de dimensiones naciones, internacionales y mundiales. Enunciados desterritorializados
que llegan a la cuna del recién nacido/a y desde allí moldean modos de sostén,
cuidados, etc. Dando cuenta con ello lo que Deleuze (1990) afirma acerca de que
el enunciado se encuentra agenciado colectivamente. Tiene sus raíces sociales e
históricas. Así mismo, dirá que el individuo en su soledad se encuentra
poblada, la emisión de enunciados del individuo remite a enunciados colectivos,
como dice Guattari: “Mundiales y cósmicos”[7] (1990, p. 34).
Estas relaciones de elementos heterogéneos
atravesando los cuerpos agenciados a ciertas capturas pueden analizarse en
distintas instituciones, no solo en el ámbito familiar que rodea al recién o la
recién nacida. Supongamos la escuela moderna que podemos denominar en sintonía
con otros autores/as como “la máquina de educar” (Dussel, Pineau, Caruso, 2016).
Tal máquina, como toda institución de secuestro, trabaja sobre los cuerpos de
determinada manera. Incide sobre sus movimientos, pauta sus posturas y
posibilidades, potencia o disminuye sus vínculos, regula actitudes,
pensamientos, fantasías y deseos. Estratifica una trama homogeneizando y
capturando las posibilidades diversas, deseantes y a veces divergentes en un segmento
molar que modeliza las conductas. Es decir, sobre los cuerpos sujeta un
segmento, o, mejor dicho, segmenta los cuerpos a un modelo que constituirá un
modo de conducirlos y educarlos.
Podemos entender a la escuela a partir de lo
que se denomina el orden escolar (Milstein/Méndez, 2017). Práctica y
organización que articula lo social en sentido amplio o macro con lo escolar en
sentido molecular o microfísico. Del orden social al orden escolar toda una
“maraña de líneas” (Deleuze, 2006, p. 2014) agenciadas, agenciando enunciados y
afectando a los cuerpos. Aprendiendo a estar ordenados y ordenando el espacio escolar,
-espacio cuyo orden responde desde su origen a discursos médicos, psicológicos
y militares-, (De la Vega, 2007. Dussel, 2006), se aprenderá a estar ordenados en
la vida social en sentido amplio o general.[8] Así mismo, en la constitución del orden escolar enunciados y
cuerpos agenciados irán constituyendo desde la niñez al adulto normal y normalizador,
adaptado y adaptador, controlado y controlador.[9]
En otras palabras, se entenderá al segmento
escolar desde el sujeto que se tiene como ideal, desde los cuerpos siempre
intentando disciplinar y ordenar, desde la “vigilancia jerárquica” (Narodowski,
2007, p 76), y desde la histórica e intensa relación escuela-familia.
Un segmento duro que conforma la dinámica
escolar es el que sujeta los cuerpos al orden escolar. Lo que Milstein y Mendes
(2017), denominan: La escuela en el cuerpo. En término deleuzeano implicarían
los procedimientos que, frente al cuerpo sin órganos, ante el cuerpo intensivo
y vital sin direccionalidades en cuanto a su forma y funciones, la escuela, con
sus líneas duras, lo estratifica. Hacen del cuerpo “un organismo (…) se les organiza
según el principio del rendimiento de las energías útiles, de las energías del
trabajo” (Deleuze, 2005, p. 202). Desde allí, desde eso “locos bajitos”, y
desde la materialidad corpórea agenciada en determinada forma y funciones,
comienzan un lento y largo proceso que generará efectos que tienen extenso alcance
en la vida de nuestra especie.
La escuela[10] como organización y establecimiento comenzará sus operaciones sobre
la materialidad corpórea. Los alumnos/as son ordenados/as, vigilados/as, sancionados/as,
educados/as, disciplinados/as, cercados en tiempo y espacios, homogeneizados,
recorriendo gradualidades, y recibiendo pautas y valores, (diferentes según género,
edad, capacidades cognitivas, etc.), limitaciones y libertades, y, por sobre
todo, silencio y respeto al adulto. Conformando de este modo con tales
regulaciones, -disciplinamiento, segmentos y vectores por donde las conductas y
los cuerpos pueden/deben transitar-, a “la escuela como máquina de educar” (Dussel;
Caruso; Pineau; 2016).
En tal máquina de educar, la vigilancia jerárquica
conformará otro de sus segmentos donde el ojo panóptico que todo lo ve tendrá
integrantes que sancionarán de no cumplir ciertas normas. Las disciplinas y las
sanciones, las recompensas y los premios, no solo serán destinados a los
alumnos/as desde el sector docente. Sino también al docente desde la dirección,
que, a su vez, tendrá desde su superior a la supervisora que será vigilada por
la supervisora provincial y así hacia arriba… Del niño/a al docente del docente
al supervisor (Narodowski, 2003). Se conforma de este modo un agenciamiento,
podemos decir un aspecto de este. Pero el agenciamiento también implica otras
líneas, o la posibilidad de trazar otras líneas con nuevas intensiones, intensidades
y umbrales. Con posibilidad de empujar el segmento y abrir, como dice Deleuze,
“una puerta trasera” (Delueze, 1990, p. 39), distinta, imperceptible quizás,
pero intensa. Y la “lima” comienza a limar el estrato rígido y duro del
segmento. Una niña, por ejemplo, puede llegar a decir: “La escuela no me gusta,
o no me gusta tanto, porque me aburre”. Lleva y empieza asistir a la misma con su
pequeño tesoro, su juguete, su ritornelo. Dinamizándose cierta “pulsión nómade”
(Fenoy, 2006, p.76) que busca sus trazos por fuera del rígido segmento. Y en más
de un momento en el que hay que estar con el cuerpo como se “debe estar”, usa
sus juguetes y crea, juega, imagina, se divierte y aprende nuevos movimientos.[11] Se sabe también que allí donde pequeñas líneas se abren, el poder
del segmento buscará cercarlo, y se enunciarán nuevos discursos sumamente
siniestros pero tranquilizadores para el otro segmento de la escuela: el adulto,
la maestra.
El maestro/a, vinculado con las
llamadas prácticas
y discursos “psi” -vínculo establecido
históricamente (Dela Vega, 2007)- ya
tienen preparados en sus manuales normativos, rótulos y
enunciados para tales
niños/as: “trastornos desafiantes y oposicionistas”
o “déficit atencional” o “TDH”.
Vinculado a esta nosografía psiquiátrica otros segmentos
sujetarán no ya el
cuerpo sino su encéfalo al fármaco, al
“crono-fármaco”[12], bloqueando “y controlando el devenir y la diferencia” (Lazzarato,
2017, p. 93) De este modo, se ensambla la heterogeneidad de elementos y
factores conformados por dimensiones sociales, institucionales, políticas,
educativas, subjetivas, biológicas, farmacológicas y científicas constituidores
de un agenciamiento[13]. El segmento duro del agenciamiento que, al decir de Lazzarato,
“tiene como función impedir toda bifurcación, quitarle al acto, la conducta, al
comportamiento, toda posibilidad de variación, toda imprevisibilidad” (2017, p.
92).[14]
A partir de que los cuerpos fueron
estratificados o atravesados -entre otros segmentos- por la línea dura del
segmento escolar, se conformó un cuerpo social constituido por subjetividades
que disciplinadas y reguladas cercó a las mismas a vivenciar y existir de una
determinada manera, más o menos similares, más o menos homogéneas, como en la
escuela. Se aprendió el deber ser, se aprendió a reproducir/se la culpa y la
moral y el ritmo social[15]. Se enquistó en el cuerpo un solo y único tiempo: El tiempo cronológico.
Temporalidad que estableció que días de la semana podrán no trabajar, que días
del mes vacacionar, cuando comer o alimentarse y cuando estar de ocio, en qué
momento salir a comprar y cuando sujetarse a no salir, etc.[16] Con el atravesamiento de estas prácticas, valores y significaciones
conformaron y conforman al sujeto escolar. Se unificó a un sujeto desde un
modelo de hombre que tuvo en un principio a la figura del médico como referente
y con él sus valores, principios y atributos. La figura del médico como hombre
blanco, trabajador, adaptado, higiénico y responsable funcionó como modelo y
figura. (De la Vega, 2007. Korinfeld, 2003).
Es como si la escuela dijera: “Dame (o al
revés yo- discurso medico hegemónico- “te daré”) la imagen ideal de sujeto”, esto
es, el modo, su forma, su ser y personalidad, sus valores y aspiraciones. Y en
la escuela se estratificará al cuerpo, se significará al sujeto y se lo
conformará según el modelo propuesto. Para ello, se introducirá el cuerpo a la
escuela y la escuela en el cuerpo. Pero cuando no se lo esté logrando te daré-
a la medicina/neurología/psiquiatría, por ejemplo- el cuerpo para que circule
por otras instituciones u otras estratificaciones. De este modo, en tu
cercanía, en tu terreno y utilizando desde allí tus agenciamientos hagas algo
con él”. Para ello, entra en funcionamiento uno de los mecanismos con lo que
articula la escuela con otras instituciones vinculado a la salud, como lo es la
derivación. La misma, algunas veces hace de puerta giratoria y otras de puente.
Para no decir de frontera que se separan y se cierran hacia otras
instituciones.
Entre el adulto normal y el niño/a escolar,
los une el presente y el porvenir. Hacia el futuro de ese niño/a aspira la
educación. El niño/a escolar es y será el adulto social del mañana. El modelo a
seguir y el modelo ideal a lograr y alcanzar. El segmento por medio del cual se
une el modelo del sujeto y el sujeto escolar en conformación[17] es el orden. Significante que remite al cuerpo, mejor dicho, remite
al modo como se debe dinamizarse con el mismo en el espacio y en el tiempo
escolar.
El y los enunciados que remiten al orden
escolar dictaminan, por un lado, el circuito de los cuerpos escolares entre la
escuela y el hogar. Los cuerpos van de la casa a la escuela y de la escuela a
la casa. Configurando con ello, una nocion de niñez delimitada y cercada en
tales instituciones. Entre ambas instituciones se conforman el exterior que también
debe estar cercado, estableciéndose un exterior alambrado. Por otro lado, al
interior de la escuela, todo un paquete de líneas que indican cómo, cuándo y
por dónde se puede y en qué momento andar, mover y circular[18]. El paquete de líneas que segmenta a los cuerpos escolares,
delimitando sus potencias y posibilidades, se trasladó y traslada a la familia.
Allí también el orden corporal- posibilitado por los mecanismos disciplinarios
que atravesaba a las instituciones- será instruido. Entre ambas instituciones,
al decir de Narodowski, se conforma otro segmento, se establece allí una
relación de alianza.[19] (Narodowski, 2014). De este modo, por intermedio primeramente de
estas instituciones (en la que sin embrago desde temprano la atraviesan y la
van dinamizando discursos de otras instituciones), y luego por el atravesamiento
de otras, (desde instituciones donde el sujeto comienza a trabajar, o instituciones
carcelarias, o lo que enuncian los medios de comunicación, o las que remiten al
ocio y recreación), conforman, podríamos decir, un gran escenario que busca
generar el mismo efecto en los cuerpos: el orden.[20] A través del orden escolar y el orden social se conforman el gran
agenciamiento colectivo de enunciación y de efectuación. Efectuando los cuerpos
a los enunciados dominantes que circunscriben sus formas y posibilidades. Como
dice Deleuze: “Estarás organizado sino serás un depravado, significarás y serás
significado (…) de lo contrario será un peligroso desviado, serás subjetivado,
es decir fijado, tu lugar será asignado…de lo contrario serás un peligroso
nómada”[21] (2015, p. 209). Organizado, significado y subjetivado, tres
estratos que la dinámica escolar instaura para hacer del niño un alumno y de
este un futuro ciudadano.
Por otro lado, lo molecular entendiéndose
como lo micro, a lo molar como lo macro, se darían similares procedimientos de
captura[22]. Siendo, por sobre todo, desde la microfísica escolar donde comenzaría
a operar en los cuerpos la estratificación. Dinamizándose todos los aparatos de
captura, todas estratificaciones posibles, todas las sutiles medidas, que
remiten al cuerpo pero que se asocian también otros estratos. Desde la “voz
suave” de la maestra, hasta el grito enfurecido de la directora que enuncian
que se puede decir, que palabras prohibir, en que voz y tono hablar, como
significar los tratos, las relaciones, los gestos, los rostros, las señales y
signos. Como los signos significan determinadas cosas y no otras, como lo
signos remiten a significados dicotómicos, como se significan determinados
actos, el modo de entender ciertas tecnologías como los útiles y el cuaderno
–“un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”.[23]. Entre ambos niveles y dimensiones -macro y micro- los
agenciamientos colectivos de enunciación programan, agrupan y organizan lo
enunciable. Siendo los agenciamientos colectivos de afectación lo que procederán
a la ordenación, el control y la represión del individuo como de la población
escolar.
Sin embargo, por otro lado, se deslizan los
bordes, las fugas, las desterritorializaciones, los desprevenidos/as, los enfermos/as,
locos/as y vagabundos/as devienen a su modo, individual como colectivamente. Arman,
aman y devienen en su cielo, en su tierra, más desprotegida quizás y más apestada.
No obstante, lo arman a su modo, a su antojo, a sus deseos, por fuera del ojo despótico
del poder. Ojo despótico que desde el imperio expande y expone sus modelos de
sujeto, de orden, a las periferias. Así mismo, allí donde el insistente despotismo
opera, también, a la misma vez, en una sociedad y en las escuelas siempre algo
huye. Siguiendo las líneas del devenir -que conforman el agenciamiento- podemos
decir que los nuevos agrupamientos de mujeres en sus mutuas afectaciones
estarían afirmando nuevos modos disidentes, distintos y heterogéneos al modo
como se instituyó cual debía ser el modo de vincularse con sus cuerpos. Así
mismo, por otro lado, y a la misma vez, un indio o varios resisten aún a su
exterminio, otros se afectan con ellos, se potencian, se unen, se encuentran, se
cruzan y entrelazan sus deseos, conformando así máquinas. Verdaderas “máquinas
de guerra”. (Deleuze, 2000, p. 146). “Fugas que recorren y agitan el cuerpo
social” (Fenoy, 2008, p. 95) Pero allí mismo el Estado, articulado con los
grupos hegemónicos, empresariales y normativos, con sus aparatos represores,
sus “maquinas burocráticas” cortarán, desconectarán, reterritorializarán las
aperturas deseantes [24].
De este modo, mujeres, niños e indios trazan
la posibilidad de una nueva mutación. Indio, mujer y niño no son unidades, son
todo lo contrario al yo/ego despótico unificador y homogeneizador. Se conforman
como devenires que sueltan intensidades por fuera del marco normal y de las
pautas de la lógica del pensamiento mayoritario. Tal pensamiento, como decimos,
implanta su poder, su razón para corregir, cercar, limitar todo lo que abre. Deleuze
(1990) dice: mujer, niño, indio, gitano ya no son personas sino vientos. El
viento como aquello que afecta, lo que afecta empujando, desplazando el rígido
segmento. Potencia. Como dice el poeta: “como el viento que viaja sin parar”.
Comenzamos este escrito con la explicitación
de un modo de pensamiento que tiene en la definición de lo Uno, de la unidad y
la mismidad el poder de haber expulsado un territorio donde fue ubicada y
construida la otredad. A ese otro, cargado con todos los valores que estaban
por fuera de la luz de la modernidad, restaba su lugar como lo oscuro, lo
peligroso, lo anormal, como así también lo desigual y lo inferior. Este modo de
pensar, el pensar de un modo en la cotidianidad instaura la materialidad de su
lógica. Lo cual implica que las instituciones, los vínculos y los
comportamientos que se despliegan estén ancladas en este pensamiento. Siendo la
noción de multiplicidad lo que estaría denunciando que tal modo de pensar cerca
y obstaculiza todo lo que se abre por fuera de su unidad. Limitando
comportamientos y vínculos, vínculos y comportamientos que de estar o
pertenecer al terreno de lo otro se encuentra en condiciones de inferioridad y
desigualdad.
Por otro lado, las nociones de agenciamiento,
líneas o segmentos e instituciones atravesando el campo de la vida cotidiana y
de la cotidianidad de la dinámica escolar fueron utilizadas con la idea de continuar
pensado un objeto de estudio de la psicología social como lo es la relación de
las personas con el medio social en el cual se desenvuelven sus prácticas
cotidianas. Vida cotidiana que son dinamizadas por instituciones y relaciones
de poder. Pero también, por el poder de las relaciones, de los encuentros y
conexiones que posibilitan generar pensamientos y prácticas por fuera de la
lógica dicotómica que instaura el pensar que continúa teniendo a la unidad como
el fundamento que determina las esencias de las prácticas y conductas individuales
y sociales. Pensar por fuera de esta lógica, creemos, es uno de los recursos
que tienen Deleuze y Guattari para dar cuenta de cómo Occidente, con sus agenciamientos
de segmentos duros, delimita una dimensión que aparta todos aquellos cuerpos y
conductas que no responden al modelo. En tal sentido, la noción de
multiplicidad posibilita abrir posibilidades de vidas, ya no guiadas por el modelo,
sino movidas y guiadas en sí mismas y por fuera de él. Así también, esta noción
relacionada con los agenciamientos posibilita dar cuenta de la multiplicidad y
la heterogeneidad de factores y actores, dimensiones y esferas a través del
cual nuestros cuerpos y comportamientos se van subjetivando. Subjetividad que, al
ser producida en agenciamientos, es entendida como un proceso y en un
movimiento generado en tales relaciones.
Por lo analizado hasta aquí, las nociones
desarrolladas -agenciamiento, relaciones de poder, multiplicidades- nos sirven
como herramientas para analizar categorías de la psicología social como el
vínculo, los comportamientos y la subjetividad. Entendiendo, a su vez, a la
psicología social atravesada por nuevas dimensiones ante las cuales será
necesario continuar pensando para intentar ir dando cuenta de las condiciones
complejas y cambiantes de los actuales modos de vida. A la vez que posibilitar
pensar en nuevos recorridos, comportamientos y estilos existenciales.[25]
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[1] “Podemos decir que el poder disciplinario fabrica cuerpos sujetos,
fija con toda exactitud la función sujeto al cuerpo, solo es individualizante
en el sentido de que el individuo no es otra cosa que el cuerpo sujeto…el poder
disciplinario es individualizante porque ajusta la función sujeto a la
singularidad somática por intermedio de un sistema de vigilancia y escritura
(panoptismo) que proyecta por detrás de la de la singularidad somática, como su
prolongación o su comienzo, un núcleo de virtualidades, una psique, y
establece, además, la norma como partición y la normalización como prescripción
universal para todos esos individuos así constituidos” (Foucault, 2007, p.77).
[2] Lo que Ana María Fernández (2008) acentúa como diferencias
desigualitarias.
[3] Tal dicotomía no solo se presentaría con respecto al objeto de
estudio, sino también en el proceder de las formas de dar cuenta de los sucesos
psicosociales. Visible por ejemplo en el actual debate acerca del proyecto de
ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Los medios hegemónicos de
comunicación vienen encajando el debate básicamente desde una imagen del
pensamiento que dicotomiza: “vida o muerte”. Cercando la temática básicamente a
una dimensión biológica, tapando y ocultando dimensiones económicas, sociales,
políticas, filosóficas, de edad, de género, de raza, etnia etc.
[4] En términos de lo que los autores conceptualizan, políticas de
deseo, implicaría lo que ellos denominan revoluciones moleculares, las
diversidades de movimientos, comportamientos, tendencias, inquietudes,
deslizamientos disidentes, distintas, heterogéneas a lo que exige el
comportamiento que respondería a la subjetividad atada y cercada al modelo, a
la subjetividad modelada en el pensamiento mayoritario o hegemónico. Por otro
lado, en términos de lo que podríamos llamar procedimientos de investigación, o
de racionalidad de indagación, implicaría problematizar los fenómenos, los
sucesos o dimensiones de análisis en el entramado o anudamientos complejo de
factores de diversas líneas. Lo opuesto al proceder en una lógica positivista,
unidisciplinaria que dicotomiza la realidad en sujeto y objeto. Al contrario,
desde un proceder esquizoanalítico o cartográfico, se procede mediante
articulación y conexión de variables que complejizan lo que se indaga. Ellos
hablan de una ciencia rizomática, debido a que articulan en la temática que se
indaga factores o líneas políticas, literarias, biológicas, culturales,
económicas, etc. Pero no con la tendencia de querer arribar a una gran
totalidad de lo que se indaga, pero si para no reducir el análisis desde una
única unidad o para llegar a una unidad.
[5] El deseo como producción Deleuze/Guattari lo estarían oponiendo al
Deseo como falta de Freud/Lacan. (Fenoy, 2006).
[6] “nos han robado el cuerpo” (Artaud, 2009, p. 34).
[7] Como en lo sucedido en una de las “multiplicidades dramáticas”
realizadas en unos de las comisiones del trabajo práctico de la asignatura
Psicología Social realizada en el 2016, en el cual una estudiante finaliza las
actuaciones lanzando un ruido que simbolizaba el estallido de una bomba. La
bomba no es solo de ella, de sus secretos internos, de su imaginación. En ella
inter-vienen dimensiones que responden a lo social, lo político. Se encuentra
implicadas variables económicas, políticas y sociales. responde a una variedad
de factores. Desde sucesos cinematográfico, hasta acontecimientos bélicos,
históricos como actuales. sucesos que acontecen en la actualidad en un barrio,
en la provincia, en el país como en el mundo.
[8] La relación entre el orden escolar y el orden social no es sencillamente
una relación escalonada de lo general a lo particular o de lo marco a lo micro,
lo que une y vincula ambas dimensiones “están significados según un mismo
arbitrario cultural dominante (…) sobre esta base se retroalimentan y potencian
recíprocamente” (Milstein/Méndez, 2017, p. 136).
[9] Si el ciudadano adulto estatal creo la escuela y la infancia, ¿hoy,
que escuela están creando las niñeces?
[10] Si en la niñez, se aprende que hay que ir de la casa a la escuela y
de la escuela a la casa, de adulto se rezará de la casa al trabajo y del
trabajo a la casa. Segmento que estratifica una vez más los vínculos, los
paseos y el circuito social. No se desconoce en tal frase de Perón sin embargo
el logro y el papel del Estado de cumplir con los derechos s los ciudadanos/as
de tener vivienda digna y trabajo.
[11] Otra dimensión que configuró a la moderna escuela, fue la relación
dicotómica entre adultos y niñez. Siendo, el rígido segmento de la edad, la
marca que separa entre ambos (Narodoski, 2015). Con la edad se adosará al
cuerpo de la niñez una serie de adjetivos que limitan, cercan y definen las
posibilidades que pueden desplegar. Las niñeces definidas en el segmento rígido
de lo infantil, lo inexperto, lo irracional, lo inocente hace que su
participación y protagonismo en la vida pública quedará siempre en una marcada
relación de poder donde será el adulto quien decida y ejecute por ellos/as. La
escuela como proyecto político del adulto hacia la niñez (Narodowski, 2015), se
constituirá como institución que en complementariedad a la institución familia
que reforzará y naturalizará esta construcción de las niñeces como heterónomo
del adulto.
Tal saber, parece ser el que la modernidad escolar configuró sobre
las infancias. Aquel que remiten a la misma su carácter de seres incompletos.
De seres incompletos, en falta, marcados por la carencia natural y estructural
que, luego en el recorrido escolar y de la mano del adulto, se irán
completando. Es decir, a partir de que a la niñez se lo definió desde lo que no
tiene, de su carencia y falta, la escuela y con ellas los adultos, se
encargarán de completarlos. Kohan (2004), sostendrá al respecto, que la
infancia como concepto moderno ha sido ubicado en un ámbito de inmovilidad y
pasividad. Quizás por la concepción que estamos desarrollando en su carácter de
incapaz, inmadurez, etc. Este segmento dicotómico establecido por la edad y con
ella la incapacidad, la inocencia y la inmadurez del lado de la niñez, y por el
otro, el adulto racional que puede capacitarlo, llevarlo al estado de madurez y
retirarlo de su inocencia puede ser problematizado con la idea que “pensar con”
que sostiene Deleuze (1990) en el libro Diálogos. Pensar con y entre los
segmentos dicotómicos para dar lugar así al protagonismo infantil que cuestiona
la noción moderna de infancia sustentado en el adultrocentrismo. El pensar con,
como lo contrario a pensar sobre. “Con”, abriría la posibilidad del
protagonismo de las niñeces e intentar ir buscando los medios y los modos, que
ayuden a generar alianzas, encuentros y potencias. Alianzas que no definen de
antemano que hay que ser o tener, sino que en la potencia de los encuentros
permitan ir pensando con, haciendo con. Generando
de este modo lazos que posibilite relaciones más justas e igualitarias y, por
tanto, menos jerárquicas y violatoria de posibilidades y derechos. Para
intentar así, que se posibiliten, la potencia de nuevos agenciamientos. Un
pensar con para que lo nuevo y lo no sabido surja, para que en el
encuentro de las generaciones o los vínculos intergeneracionales predominen
encuentros políticos o micropolíticos que posicionen al vínculo entre las
generaciones como potencia en la creación de lo que se considera lo más justo
para todxs.
[12] Resulta necesario situar la categoría de las líneas duras y
segmentarias por sobre todo en la conformación de la moderna escuela. En nuestra
contemporaneidad, denominada posmodernidad, “la liquides” del mercado (Bauman,
2015), el desfondamiento de las instituciones al decir de Lewkowicz, (2016) o las
instituciones estalladas como dice Ana María Fernández (2010), son marcas que
dinamizan otras relaciones sociales e individuales. Constituyéndose nuevos
mecanismos de subjetivación que operan en las instituciones. En el que la dura
y férrea presencia de los mandatos y pautas escolares parecen ser sustituidos
por la incidencia del fármaco. Lo que antes ordenaba la disciplina escolar y por
sobre todo corporal, podría pensarse que ahora tras su “estallido” se han
generado nuevas líneas de estratificación disciplinando mediante el fármaco y
la medicalización. Sin embargo, así mismo aún hoy en las escuelas las estratificaciones
o el modo como se ordena y se capturan las fuerzas, los cuerpos y las potencias
tienen su actualidad. Quizás entre lo desfondado o estallado aún quedan procedimientos
dinamizado por duros segmentos. El libro “La escuela en el cuerpo” de Milstein
y Méndez (2007), es un ejemplo de esto último.
[13]
No está de más aclarar que no toda revelación de un
niño implica una línea de fuga creadora, como así tampoco no todo acto de
ruptura del orden social es el germen de movimientos revolucionarios.
[14] Se podría hacer el paralelismo, entre la niña con su “ritornelo” se
parece más al “rinoceronte” pronto a encontrarse Teseo/ hombre adulto
disciplinado, dueño de la razón, el poder y del conocimiento. Adulto que
buscará los medios, el hilo de la razón que se agencia en el medicamente para
cercar y estratificar en el deber ser a las conductas de la niña. O, en términos
Nietzscheanos, la moral del camello que recae sobre el devenir niño o el juego
del mismo.
[15] En términos de Kohan, una de las dimensiones en la que la escuela
conforma la experiencia de sí remite a la moral. “aquello que es posible juzgar
de sí, según las normas y valores dominantes” (Kohan, 2004, p. 92). En otros
términos, “su necesaria contribución de las instituciones escolares al deber
ser del orden social” (Leone, 2013, p. 63).
[16] Es preciso remarcar que los vectores señalados se dinamizan y
vivencia de modo distinto según factores o línea molares como la clase social,
el género, la edad, la etnia, el país, etc.
[17] La pedagogía moderna, al decir de Narodowski, produce a la infancia
a partir de considéralos como “cuerpos débiles, ingenuos, manipulables, en
formación” (2007, p.25)
[18] A la misma vez que no siempre el estudiantado se mueve, se desplaza
y circula como indica la maestra y con ella el sector adulto de la escuela.
[19] En la actualidad se vuelve necesario repensar la categoría de infancia
que se configuró en la constitución de la escuela moderna. Puesto que otras
variables dinamizan el escenario psicosocial, y otras infancias con otras
cualidades se van constituyendo. Además, si bien la lógica dicotómica insiste
los segmentos duros y rígidos, por otro lado, parecerían haberse vuelto
líquidos. (Bauman, 2015)
[20] “la producción social de los sujetos a través de la corporación de
las convenciones culturales dominantes, y en particular de lo producción social
del alumno a través de la inscripción de la cultura institucional en el cuerpo
del niño, bajo la forma del “orden escolar” (Milstein/Méndez, 2017, p. 35).
[21] “se trata de la construcción social del cuerpo de los niños como
parte de la constitución de sujetos adaptables a una estructura social que, ya
adultos, los interpela y los convoca desde un sentido del orden previamente
inscripto en sus cuerpos, como una de las condiciones necesarias de la
reproducción social” (Milteisn/Méndez, 2017, p. 137).
[22] Podemos pensar a nivel macro social que los discursos que producen
y reproducen en los medios de comunicación estaría indicando similares procesos
de órdenes corporales en otros circuitos sociales. Indican, aconsejan y
acorralan por donde se puede andar, en que momento, que sucede si “andas por
allá o por ahí”, solo, de noche, delimitando de un determinado modo la circulación.
O, desde otras perspectivas, qué medidas tomar para la higiene, que productos
usar, comprar, consumir, etc.
[23] Los puntos de significancia que refería Deleuze (2015) en la estratificación
social de los individuos.
[24] Como dice Deleuze y Guattari (2006), un agenciamiento implica
también un territorio, movimientos de desterritorialización o líneas de fuga y
movimientos de reterritorialización u operación de segmentos o estratos duros.
En el ejemplo que estamos citando lo podemos pensar como el territorio de los
indios que quieren ser despojados, y la lucha y resistencia de ellos de
construir y trazar una línea de fuga y de desterritorialización al segmento
duro que le imponen, al territorio que le roban y los maltratos a lo que son
sometidos.
El y los poderes disciplinan y no solo a
ellos, sino que con ellos a toda la sociedad. Reterritorializan aquellas
personas y colectivos que buscan acciones que posibiliten movimientos
desterritorializantes. Por ejemplo, la situación de Santiago Maldonado
uniéndose en el afecto de luchar por la situación de opresión hacia los indios.
Desterritorializándose con ellos, es decir no querer ser, vivir, existir según
el territorio existencial que le otorga los poderes a él como al colectivo. En
su búsqueda de lo nuevo, se opera, desde el Estado con el segmento duro, y con
ello le dicen a la sociedad mediante los medios de comunicación “Esto sucede
cuando se agrupan, se afectan, se entrelaza el deseo emancipatorio, quédense
musa y en sus hogares y ámbitos privados y nada les pasará”.
[25] En las últimas producciones de Guattarí utiliza el concepto de
“ecosofía” como la forma por la cual la subjetividad reinventa diariamente su
forma de ser. Construye “un estilo de vida cual obra de arte, una estética de
la existencia, profundamente ligada a la vida diaria y al quehacer político a
través de una revolución molecular en la forma de vivir” (German Gil Claros,
2011, p. 2).