Las escuelas agrícolas
salesianas en el
proceso de territorialización estatal de la Patagonia y la
formación de su
sistema educativo
Salesian
Agricultural Schools in the Process of State Territorialisation of
Patagonia
and the Formation of its Educational System
Silvia Omenetto
Universitá
di Roma “La
Sapienza”, Italia.
María Andrea
Nicoletti
[1]
Consejo Nacional de
Investigaciones
Científicas y Técnicas,
Universidad
Nacional de Río
Negro, Argentina.
mariaandreanicoletti@gmail.com
Recibido:
21/10/2021
Aceptado:
24/11/2021
DOI: https://doi.org/10.48162/rev.36.039
Resumen.
Para reconstruir la historia de
la Patagonia desde una perspectiva que pone al sistema escolar en el
centro, es
inevitable centrar la atención en el aporte social y educativo
de las
Congregaciones salesianas, Salesianos e Hijas de María
Auxiliadora, que se
inició a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. En la
Patagonia, de
hecho, las Congregaciones asumieron un papel relevante, mostrando un
monopolio
misionero y educativo desde 1880, aunque en algunos espacios y en
distintos
momentos, existieron tensiones con los funcionarios del Estado por el
conjunto
de Leyes laicas sancionadas entre 1881 y 1884.
En esta
contribución
adoptaremos una visión territorialista desarrollada en el
contexto de la
geografía suiza e italiana para analizar las escuelas
agrícolas salesianas de
la Patagonia, como resultado de la transformación material
llevada a cabo por
la Congregación salesiana-con foco en la escuela agrícola
"San
Miguel" de General Roca- en el marco de la formación del sistema
educativo
estatal y en el contexto de la promulgación y aplicación
de la Ley nacional N°
1420 de 1884.
Palabras
clave. Territorialización,
Escuelas estatales, Escuelas de agricultura, Salesianos, Patagonia.
Abstract. In order to reconstruct the history of Patagonia from a
perspective
that places the school system at the centre, it is inevitable to focus
attention on the social and educational contribution of the Salesian
Congregations, Salesians and Hijas de María Auxiliadora, which
began in the
late nineteenth and early twentieth centuries. In Patagonia, in fact,
the
Congregations assumed a relevant role, showing a missionary and
educational
monopoly since 1880, although in some areas and at different times,
there were
tensions with State officials due to the set of lay laws passed between
1881
and 1884.
In
this contribution we will adopt a territorialist view developed in the
context
of Swiss and Italian geography to analyse the Salesian agricultural
schools in Patagonia,
as a result of the material transformation carried out by the Salesian
Congregation -focusing on the agricultural school "San Miguel" in
General Roca- within the framework of the formation of the state
educational
system and in the context of the promulgation and application of the
national
Law N°1420 from 1884.
Keywords.
Territorialisation, State schools,
Agriculture schools, Salesians,
Patagonia.
Para reconstruir la historia de
la Patagonia
desde una perspectiva que pone al sistema escolar en el centro, es
inevitable
poner la atención en el aporte social y educativo de las
Congregaciones
salesianas, Salesianos
[2]
e Hijas de María Auxiliadora
[3]
,
que se inició a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
En la Patagonia,
las Congregaciones asumieron un rol monopólico, que en distintos
espacios y
momentos tensionaron con el proceso de laicidad del Estado argentino
desde
1880.
Este artículo se propone
recorrer la
historia de las escuelas agrícolas salesianas fundadas entre
1880 y 1910 en el
período en que más se extendió la acción
territorializadora de los misioneros
de Don Bosco en la Patagonia y al mismo tiempo el proceso de
territorialización
educativa iniciado por el Estado. Así pues, este estudio
combinará la
investigación histórica con el análisis
geográfico gracias a la adopción de uno
de los paradigmas más conocidos de las ciencias
geográficas desarrollado por el
geógrafo suizo Claude Raffestin en los años 70 y ampliado
posteriormente en el
volumen "Hacia una teoría geográfica de la complejidad"
(1988) por el
geógrafo italiano Angelo Turco.
La territorialización ha
sido definida como,
“un gran proceso, en virtud del cual el espacio incorpora el
valor
antropológico; éste suma las propiedades físicas,
sino que las absorbe, las remodela
y las hace circular en formas y funciones diversamente culturalizadas,
irreconocibles para un análisis puramente naturalista del
entorno
geográfico" (Turco, 1988, p. 76).
En otras palabras, el territorio
"es el
producto histórico de los actos culturales [territorializadores]
del hombre en
una relación dialéctica y coevolutiva con el medio
natural" (Magnaghi,
2001, p. 6); actos que dan un signo al espacio, marcándolo como
la morada del
hombre. A pesar de que estas acciones son variables y no siguen un
orden
preciso, los estudiosos han identificado tres principales: la
nomenclatura, que
consiste, por ejemplo, en la atribución de nombres de lugares;
la reificación,
es decir, la conformación material de la superficie terrestre; y
la
estructuración, que consiste en organizar todo lo nombrado y
construido en
estructuras que tengan sentido y estén orientadas a un fin.
Adoptar una perspectiva
territorialista, por
lo tanto, nos permitirá interpretar y entrelazar dos planes de
acción
históricos y geográficos desplegados en la Patagonia: las
escuelas agrícolas
salesianas como resultado de la transformación material
(reificación) llevada a
cabo por la Congregación salesiana -con un enfoque en la escuela
agrícola
"San Miguel" de General Roca- en el marco de la formación del
sistema
educativo estatal gracias a la promulgación y aplicación
de la ley nacional nº
1420 de 1884 (reificación y estructuración).
Como base para esta
interpretación
geográfica, la metodología utilizada en esta
investigación combinó el estudio de
la hermenéutica actual de la historia de la educación,
tanto geográfica como
jurídica, con el reconocimiento de fuentes históricas en
el Archivo Central
Salesiano de Roma (ASC) y los Archivos Históricos Salesianos de
Buenos Aires y
Bahía Blanca (AHS ARS/BA y BB), y el Archivo del colegio "San
Miguel"
de General Roca (AHSM), junto con las observaciones de campo.
A partir de la
conceptualización teórica
territorial y del marco metodológico empleado, sostenemos que
estas escuelas
pueden entenderse como instituciones territoriales dentro de orden
socioespacial (conjunto de vínculos simbólicos y
materiales entre los grupos
sociales y sus espacios), donde la identidad y la cultura estructuran
una
valorización territorial específica y los cursos de
acción expresan los
posibles caminos interpretativos de la realidad” (Plencovich,
2014, p. 21).
Este trabajo presentará
un primer apartado
sobre los Salesianos y el Estado argentino en la formación del
sistema
educativo patagónico dividido en dos partes: su
construcción a través de la Ley
de educación Común (1420/1884) y las
características más relevantes del sistema
educativo confesional y privado a cargo de las Congregaciones
salesianas en la
Patagonia Norte. El segundo título desarrollará las
particularidades del conjunto
de escuelas agrícolas salesianas en este espacio dentro del
proceso de
territorialización. Finalizamos este trabajo con un ejemplo, sin
dudas
relevante de estas escuelas: La escuela agrícola salesiana
“San Miguel” de
General Roca, hoy paraje Padre Stefenelli. Allí analizaremos su
proceso de
territorialización y su devenir histórico para la
conformación cultural e
identitaria local.
Desde la segunda mitad del siglo
XIX,
Argentina fue una nación in fieri (latín en
proceso, en construcción),
en el centro de un profundo proceso de territorialización del
Estado en los
sectores económico, infraestructural, social y cultural.
Habiendo obtenido la
unidad y la soberanía sobre los territorios del Chaco, la Pampa
y la Patagonia
tras la Conquista militar de la Patagonia (1879-1884), la
República se propuso
como objetivo consolidar su papel nacional e internacional y con este
fin, el
presidente Roca (1880-1886) promulgó en 1884: la ley nacional
n. 1.565 de
registro civil, que, en 1884, estableció un registro
nacional para la
República Argentina. Para ello, en 1884 el presidente Roca
(1880-1886)
promulgó: la Ley Nacional Nº 1.565 de registro civil, que
puso la transcripción
de nacimientos y defunciones bajo control estatal, y ya no religioso;
la Ley Nº
1.532 de organización de los territorios nacionales; y,
finalmente, la Ley
Nº 1.420 de educación común. Esta última fue
sancionada en base a los datos de
analfabetismo del censo escolar nacional realizado entre 1883 y 1884.
Esta
encuesta mostró que había 156.325 alumnos que
asistían tanto al sistema escolar
estatal como al privado, de un total de 500.000 niños, es decir,
algo menos del
29%. Los semianalfabetos eran aproximadamente 51.814 y los analfabetos
324.739
(Dirección General De Estadística De La Nación,
1885). Ante este panorama, la
Ley 1.420 no sólo se convirtió en el instrumento
idóneo para resolver el problema
del anafalbetismo, sino que ofreció al Gobierno la posibilidad
de integrar a
poblaciones de distintas latitudes y con una cultura heterogénea
en el proceso
más amplio de argentinización (Quijada, 2000;
Nicoletti y Navarro
Floria, 2004) y paradigma de la homogeneidad (Quijada,
2000).También, la
sanción de la Ley 1.420 fue fundamental para poner en
funcionamiento una
organización burocrática basada en tres pilares: la
formación docente
normalista, la creación de escuelas y el control de las mismas a
través del
cuerpo de inspectores. Esta ley, sancionada en 1884 tras los debates
del
Congreso Pedagógico de 1882, apuntó a organizar y crear
el sistema escolar
primario sobre las bases de la gratuidad, la obligatoriedad y
neutralidad en
términos religiosos, bajo el impulso de Domingo F. Sarmiento. La
ley de
Educación común rigió sobre la Capital Federal y
los Territorios Nacionales y
encontró limitaciones en su implementación (Rosso, 2008),
pero cubrió a una
parte importante de la población con la apertura y
fundación de nuevas escuelas
(Southwell, 2015). De todos modos, entre fines del siglo XIX y
principios del
siglo XX la demanda siempre fue más alta que la inversión
del Estado y esta
situación redundó en marcadas diferencias en las
administraciones que en ese
momento componían la República Argentina: la Capital
Federal, las provincias y
los Territorios nacionales de la Patagonia y del norte del país.
En el periodo
comprendido desde mediados del siglo XIX hasta 1890, la
educación formal en
Patagonia norte se mantuvo con un alto nivel de desorganicidad mientras
se iban
constituyendo las administraciones que las contenían. La Memoria
del Ministerio
del Interior sobre el Territorio rionegrino decía al respecto
que: “los
edificios públicos de la Nación, allí existentes,
como ser cuarteles,
maestranzas, Comisarías de la colonia, Municipalidad y la casa
que ocupa la
escuela mixta, son cómodos y bien construidos” (1889, T 2,
pp. 283-302).
La Ley 1420 tuvo como
institución central de
administración y control al Consejo Nacional de Educación
(C.N.E), dependiente
del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública (1881).
Las tareas y
atribuciones del Consejo, eran dirigir y controlar la
instrucción, la matrícula
y autorizar la construcción. Si bien el C.N.E concentró
el poder y ejerció el
control, no garantizó su cumplimiento. Sin embargo, este
cumplimiento estuvo en
manos de sus más férreos defensores y custodios: los
Inspectores escolares,
cuyos informes fueron clave para el conocimiento, administración
y construcción
del sistema educativo.
En 1890 se creó la
Inspección Nacional de
Territorios, dividida en secciones en 1905. El Inspector Díaz
puso de
manifiesto la necesidad de concretar los objetivos de la ley en los
Territorios
en clave de control. En su informe de 1890, Raúl B. Díaz,
mostraba esta función
de la inspección, donde daba cuenta del estado de
situación de las escuelas de
los Territorios (Monitor de la Educación Común, XI, 201,
1891). El caso de Díaz
fue emblemático ya que también daba sus opiniones
más allá de estos puntos con
sugerencias sobre cambios posibles en la implementación de la
Ley. Por otra
parte, un aspecto que reflejaban los informes era la creciente
burocratización
del sistema educativo, ya que representaban en todos los casos el pase
de información
de una jerarquía a otra, donde los Consejos Escolares o los
docentes
(preceptores o directores), respondían a un estamento superior
sobre su tarea.
Esta misma centralidad del
Estado se
reprodujo hacia el interior de los Territorios Nacionales. En este
contexto se
procuró reforzar el poder local de los gobernadores
territorianos, subdividir
administrativamente cada territorio, y expandir el aparato estatal con
oficinas, juzgados, comisarías, aduanas, puentes, canales,
ferrocarriles,
caminos, correos y escuelas. Sin embargo, el nombramiento de los
gobernadores
por el ejecutivo y la falta de ejercicio de elección de los
habitantes del
territorio, debilitó notablemente el poder de los mismos
(Ruffini,2007, p.67).
En ese sentido estamos ante un modelo de administración liberal,
donde el
Estado se limitaba a la gestión eficiente de recursos, pero
reducía al mínimo
su aporte (Bonaudo y Mauro, 2014) y dejaba en manos del asistencialismo
concentrado en la élite porteña mayoritariamente
católico (Zanata y Di Stefano,
2000).
Hemos observado, sin embargo, en
los
informes, como los gobernadores vieron en la centralidad del poder del
Consejo
y sus funcionarios, la posibilidad para demandar el poder que no
tenían. El
gobernador de Neuquén Franklin Rawson opinaba en su Memoria de
1895 que “el
obstáculo está en la misma ley; la autonomía de la
autoridad escolar es
imposible en los Territorios, cuando menos en este; y creo que el modo
de
remediar esto está en buscar un medio que salvando aquella,
dé intervención
directa a la autoridad” (Memoria del ministro del Interior, Chos
Malal, mayo 1
de 1895, T.III, pp. 37-89). Por ello solicitaba al Ministro del
Interior
que se regulara por derecho lo que sucedía de hecho y lo
nombrara
Superintendente de las escuelas del Territorio (Memoria del ministro
del
Interior ante el Congreso Nacional, 1895, Tomo III, pp.451-487). En
tanto, el
gobernador rionegrino Liborio Bernal, pensaba en otra estrategia: el
nombramiento en Viedma de un inspector general “bajo el control
de esta
Gobernación” (Memoria del Ministro del Interior, 1894,
T.III, pp.93-124).
Estas preocupaciones y la
demanda constante
de aprovisionamiento escolar por parte de los gobernadores
territorianos, nos
permiten visibilizar a otros actores que fueron fundamentales en la
constitución
del sistema educativo norpatagónico: los “vecinos
caracterizados” y las
Congregaciones Salesianas. El concepto de “vecinos
caracterizados” que retoman
varios autores (Navarro Floria, 2004; Teobaldo y García, 2002),
refiere a esos
grupos de pobladores que se hicieron cargo del ideal civilizatorio
estatal y
encararon tareas para materializar ese proyecto constituyéndose
como una suerte
de “aristocracia local” (Fresia y Nicoletti, 2016, p. 614).
Estos grupos fueron
creciendo y forjando su patrimonio al calor de los beneficios que el
Estado les
otorgaba. En su segunda presidencia, Julio Roca prefirió
depositar su confianza
en las “comisiones provisorias de vecinos honorables”, que
en gobiernos
municipales electivos, ya que a su juicio representaban los verdaderos
intereses del territorio, es decir de sus sectores dominantes (Navarro
Floria,
2008, p.15). La construcción de escuelas, amoblamiento y
gobierno de los
Consejos escolares estuvo en sus manos.
Veremos ahora, como se
insertaron las
Congregaciones salesianas en la Norpatagonia y construyeron el sistema
educativo privado y confesional.
Con respecto al sistema
educativo
confesional y privado, denominado por entonces “de escuelas
particulares”,
estuvo a cargo de las Congregaciones Salesianas en toda la Patagonia
desde
1880. Al igual que el Estado, la Congregación fue responsable de
la
construcción material e inmaterial del territorio
patagónico. Establecieron los
principales centros misioneros, parroquias y escuelas entre 1880 y
1910.
Durante esta etapa su presencia se fortaleció especialmente en
el río Negro
hacia el Valle Medio y el Alto Valle, lo que dio lugar a la experiencia
fundacional
de las Escuelas de Agricultura práctica: “San
Miguel” (1889) en General Roca
posteriormente Escuela agrícola “San José”
(1907) en J.J. Gómez, “Sagrado
Corazón” en Fray Luis Beltrán (1917) y la Escuela
agrícola “San Isidro
Labrador” (1914-1932), que analizaremos posteriormente. Tal como
señalaba un
inspector nacional, poco afecto a los Salesianos, la
Congregación buscó
implementar en la región aquello que se denominaba
“enseñanza práctica”
(Díaz,1890, p.19).
A principios del siglo XX, los
Salesianos e Hijas
de María Auxiliadora, lograron establecerse en poblados
norpatagónicos claves
que los habilitaron para continuar en las zonas rurales. En Viedma se
organizó
el complejo misionero-educativo más importante de la Patagonia
Norte, en cuanto
a su oferta: el Colegio San Francisco de Sales de Artes y Oficios
(1884), las
Hermanas con su colegio de niñas “María
Auxiliadora” (1884) y la Escuela Normal
Popular Mixta (1917), que inició junto con el Estado el camino
para la
implementación de la enseñanza media. En el Territorio de
Neuquén Chos Malal se
organizó con parroquia y colegio desde 1888 y Junín de
los Andes con misión y
colegios de Salesianos e Hijas de María Auxiliadora (1892 y
1898).
La centralidad del Estado, las
distancias,
la inadecuación de la norma y la falta de recursos debilitaron
el sistema
educativo y a la vez permitieron que se fortaleciera el sistema
educativo
confesional (AGN, Ministerio del Interior, 1892, leg. 1, exp 293,
ff.2-11), lo
que llevó a diferentes enfrentamientos en pleno proceso de
laicización del
Estado. En los informes de inspección, las memorias de los
gobernadores, la
prensa y las publicaciones salesianas como el Boletín salesiano,
Flores del
Campo y los opúsculos “Los Salesianos del Sud, de
Pedro Marabino” y “Los
puntos negros de la Escuela laica” de Domenico Milanesio,
observamos el
intercambio argumental (Nicoletti, 2004). Sin embargo, podemos afirmar
que
estas fuertes críticas no han sido homogéneas y han
variado en los distintos
períodos y espacios (Nicoletti, 2000 y 2007). La Ley 1.420
alcanzaba también a
las escuelas particulares y si bien quitaba la obligatoriedad de la
religión
católica, el Estado siguió sosteniéndola de forma
optativa por fuera del
horario de clase y la amplió a diferentes cultos (art.8), como
señalaba el
gobernador de Río Negro Liborio Bernal: “Nuestras leyes
–y la principal de
todas, la Constitución Nacional- protegen todas las religiones o
sectas, pero
no obligan ni imponen ninguna (Memoria del Gobernador de Río
Negro al Ministro
del Interior, T III,1895, pp.93-124). Por ello, agregaba el gobernador,
que “es
necesario que el C.G. de E. que ejerce superintendencia sobre ellas,
obligue a
estos señores a cumplir estrictamente con el programa existente,
que ha sido y
es, el formulado y mandado observar como la fiel expresión de
nuestras leyes
(Memoria del Gobernador de Río Negro al Ministro del Interior, T
III,1895,
pp.93-124).
Los Salesianos e Hijas de
María Auxiliadora,
como congregación misionera y educativa, tuvieron que adherir a
los principios
de la ley, tal como lo informaba el Vicario apostólico y
superior de los
Salesianos en Argentina, monseñor Giovanni Cagliero al Ministro
de Culto e
Instrucción Pública Antonio Bermejo : “La
Religión, base de nuestro sistema de educación,
[está] hermanado
con el Programa Oficial que señala la ley de Educación
Común.”
[4]
Pero su propia pedagogía
[5]
,
sus textos y editoriales, la división por sexos que había
desaparecido con la
Ley 1420 (Díaz,
1900, p.178), los internados escolares para
quienes vivían en zonas rurales, orfanatos
y escuelas de artes y oficios, constituyeron una opción para una
buena parte de
la población norpatagónica (AHS-ARS/BA,Caja
20.7. Relación inédita del Obispo Cagliero a Propaganda
Fide, Patagones
22/7/1889).
Especialmente las escuelas de
agricultura
salesiana se concretaron tempranamente por ejemplo en Choele Choel,
entre 1899
y 1903, donde la gobernación de Río Negro identificaba
allí un desarrollo
agrícola posible (Memoria del ministro Dr. José V.
Zapata, 1892, T I,
pp.129-146). El gobernador Benavidez argumentaba que: “Ya que la
Nación hace
sacrificios para impulsar la agricultura, es justo que tales
sacrificios no se
esterilicen haciendo, en vez de colonias productoras, escuelas de
aprendizaje,
cuando no asilos de inválidos para el trabajo.” (Memoria
del Ministerio del
Interior, 1891, pp. 11-36). Para ese momento, los ojos de la
Nación
identificaban las poblaciones aptas para este desarrollo, por ejemplo
en Choele
Choel.
La Ley 1420 los obligó a
adaptarse a la
norma y estructurar su sistema hacia una educación
política para la ciudadanía
con un sentido patriótico y argentinizante, requerido por el
Estado para la
educación elemental, especialmente en zonas de frontera y en la
recientemente
conquistada Patagonia. Tanto los Salesianos como el Estado ordenaron su
sistema
educativo en función de “la constitución de
diferentes sujetos políticos y
sociales” (Teobaldo y García 2002, p. 27), donde surgieron
coincidencias sobre
un mismo objetivo: la “ciudadanización” y la
“argentinización” de la infancia en
Patagonia a través de la escolarización, a la que los
Salesianos agregaron la
“conversión al catolicismo”. En otro sentido, las
formas de colonización y
dominio estatal sobre el territorio tuvieron más que ver con la
instalación de
“presencias civilizadoras”, como la construcción del
ferrocarril –en manos de
empresas de capital británico- o del telégrafo en lugares
relevantes o
estratégicos, creando una lógica marcada de centros y
periferias.
Con la intención de
reconstruir un
relevamiento completo de las escuelas agrícolas fundadas por los
salesianos en
Argentina en el período en el que su labor de
territorialización estaba en
pleno apogeo, es decir, entre 1875 y 1910, se realizó una
cartografía de las
mismas a partir de diversas fuentes. En concreto, hemos considerado la
información publicada en el Boletín Salesiano n. 10 de
1905, n.3 - n.11 de
1911; los datos de la Exposición Internacional de Milán
de 1906 en la que la
Sociedad Salesiana fue invitada a participar en la sección
dedicada a la
Exposición de Italianos en el Extranjero, la información
recogida en el Archivo
Central Salesiano de Roma
[6]
y, por último, el periodo de investigación realizado en
Argentina en los
Archivos históricos salesianos de Buenos Aires y Bahía
Blanca (AHS ARS/BA y
BB). A través de las fuentes recopiladas fue posible rastrear
las fundaciones
de las misiones e instituciones educativas salesianas.
El mapeo reveló un total
de 54 institutos
pertenecientes a la familia salesiana. Con la intención de
reconstruir un censo
exacto y completo de las escuelas agrícolas fundadas por los
salesianos en
Argentina en el período en el que su labor de
territorialización estaba en
pleno apogeo, es decir, entre 1875 y 1910, procedimos a cartografiarlas
en base
a diversas fuentes. En concreto, hemos considerado la
información publicada en
el Boletín Salesiano n. 10 de 1905, n.3 - n.11 de 1911; los
datos de la
Exposición Internacional de Milán de 1906 en la que la
Sociedad Salesiana fue
invitada a participar en la sección dedicada a la
Exposición de Italianos en el
Extranjero, la información recogida en el Archivo Central
Salesiano y, por
último, el periodo de investigación realizado en
Argentina en el Archivo
Central Salesiano de Buenos Aires y Bahía Blanca. A
través de las fuentes
recopiladas fue posible remontar el nacimiento de las misiones e
institutos
educativos salesianos.
El mapeo reveló un total
de 54 institutos
pertenecientes a la familia salesiana (figura 1): 31 internados
dirigidos por
las Hermanas de María Auxiliadora y 23 escuelas fundadas por los
misioneros de
Don Bosco. En cuanto a su distribución en el territorio, estas
escuelas se
ubicaron principalmente en la Capital Federal y en la provincia
respectiva con
16 colegios, y en el territorio de la Patagonia en las provincias de
Neuquén,
Chubut y Río Negro, con un total de 8 institutos. En cuanto a la
formación ofrecida,
8 eran escuelas de formación profesional divididas en 4 escuelas
de artes y
oficios y 4 escuelas agrícolas.
Figura 1. Mapa de las escuelas agrícolas salesianas en Argentina entre 1875 y 1910. Confección Silvia Omenetto.
La inauguración de estas escuelas respondía
al proyecto de volver al
campo, fuertemente apoyado por el Rector Mayor de los Salesianos, Don
Rúa, que
lo publicó en el Boletín Salesiano con el
subtítulo "Obras propuestas en
1902".
El objetivo era
impedir
el despoblamiento de la campaña y de la relativa
aglomeración en las ciudades,
con gran peligro de la fe y de las buenas costumbres en nuestros
campesinos, y
llamar a las poblaciones a la verdadera fuente de su bienestar
económico, serán
las primeras ventajas de esta vuelta al campo (Bollettino Salesiano,
1902, Nº1,
p.6.)
Menciona hasta esa fecha las
colonias
agrícolas salesianas desarrolladas en Italia y en
América, particularmente en
la Argentina, la de Uribelarrea. Esta iniciativa también se vio
acompañada por
la fundación en 1905 del Istituto Internazionale di Agricultura
por el rey
italiano Vittorio Emanuele (Omenetto, 2017a, p.184). El objetivo
pedagógico fue
de acuerdo al documento “Escuelas Salesianas del Trabajo”
(1922), “instruir en
los trabajos del campo a muchachos que ya habían sido
allí destinados, dándoles
las necesarias competencias sobre la agricultura racional”
(Omenetto, 2017a, p.
183).
Según el concepto de
Plencovich, una nota
característica para aplicar a estas escuelas salesianas
sería “la autonomía con
la que han desarrollado sus actividades, que podría
interpretarse también como
respuesta a la desatención por parte del Estado [lo que] tienen
una fuerte
legitimación social y visibilidad en sus territorios”
(Plencovich, 2014, pp.72
y 73). Una autonomía que ellos también tenían
respecto a las directivas de la
Congregación en Italia. Las escuelas agrícolas salesianas
que surgieron entre
1880 y 1910, tanto en la Patagonia como en el resto de Argentina,
fueron a
todos los efectos los primeros intentos de formación
agrícola ofrecidos por los
misioneros de Don Bosco fuera de las fronteras italianas. En aquel
momento no
existía un programa bien definido al que debían o
podían referirse todas las
escuelas agrícolas salesianas. De 1874 a 1921 se aplicaron a
estas
instituciones las indicaciones contenidas en el texto "Disposiciones
sobre
las Escuelas Agrícolas y Profesionales Salesianas", que
resumía lo
propuesto durante los Capítulos Generales.
Para demostrar esta
afirmación y, por lo
tanto, su importancia como resultado del proceso de
territorialización de la
Congregación en suelo argentino, es necesario observar los
años siguientes. No
fue hasta la segunda década del siglo XX cuando comenzó
la institucionalización
de las escuelas agrícolas. El 31 de agosto de 1912, Pietro
Ricaldone, director
general de las escuelas profesionales y agrícolas de la
Congregación, envió una
carta a todos los institutos de Italia y del extranjero,
acompañada de una
lista de 45 preguntas, con el fin de realizar un estudio de las
distintas
escuelas agrícolas que, según Ricaldone, ya se
habían puesto en marcha como
institución distintiva de la Congregación. Gracias a esta
encuesta hemos podido
recabar más información y así conocer las
diferentes historias de estos
institutos, sus peculiaridades, las dificultades que han encontrado
para poder
desarrollar enseñanzas útiles para el futuro de la Obra.
En el Archivo Central Salesiano
de Roma, en
el que se conserva esta carta y la lista de preguntas, no se encuentran
lamentablemente las respuestas de las escuelas agrícolas
fundadas en todas las
latitudes. Sin embargo, es posible suponer que esta
investigación y el interés
mostrado por la Congregación, y por Ricaldone en particular, se
fortalecieron.
En 1922, bajo la
dirección de Pietro
Ricaldone, se publicaron dos importantes textos: las "Escuelas
Agrícolas
Salesianas". Normas para los edificios y su mobiliario"
[7]
.
Estas dos publicaciones pueden leerse de forma complementaria. Si en el
primero
"se definían los nuevos programas que deben regularlas,
acompañados de normas
y sugerencias que la experiencia ha demostrado útiles"
(Dirección General
de las Escuelas profesionales y de agricultura salesiana, 1922, p. 3),
en el
segundo texto se intentaba dar respuesta a las numerosas
"instrucciones,
consejos y directrices prácticas para la adecuada
disposición de los edificios,
tanto civiles como rústicos, que debe tener la Escuela
Agrícola" (IVI, p.
4).
Otros diez años
después se actualizó la
estructura de los cursos de agricultura. Además de los cuatro
tipos de
formación que caracterizaban la obra educativa de la
Congregación - las
escuelas agrícolas elementales, las escuelas agrícolas
nocturnas, los cursos
agrícolas semanales y quincenales - en el volumen Escuelas
Agrícolas Salesianas
(Obra de Don Bosco), redactado por la "Dirección Central de las
Escuelas
Agrícolas Salesianas" con ocasión del IV Congreso
Internacional de
Enseñanza Agrícola celebrado en Roma en octubre de 1932,
se inauguraron otros
tres niveles de formación agrícola: el curso inferior de
tres años; el curso complementario
de dos años; el curso magistral de tres años (Direzione
Centrale delle Scuole
Agricole Salesiane, 1932, pp. 8-9).
Este último texto es
también muy interesante
por la lista de escuelas agrícolas de todo el mundo que se
adhirieron a estas
nuevas disposiciones. En Argentina, por ejemplo, los institutos
agrícolas
salesianos nombrados son: la escuela agrícola de Junín de
los Andes (Neuquén),
la escuela de viticultura de Rodeo del Medio (Mendoza) (Fresia, 2012),
la
escuela de Uribellarrea F. C.S. (Buenos Aires), la escuela de Viedma
(Río
Negro), además de la descripción de la escuela
agrícola salesiana de General
Piran - Estación F.C.S. fundada en 1921 (Buenos Aires), la
escuela de De Valle
F.C.S. fundada en 1925 (Buenos Aires), la escuela de La Trinidad
F.C.B.A.
fundada en 1925 (Buenos Aires) y, finalmente, la escuela de Pindapoy
fundada en
1927 (Misiones).
Unos años antes, en 1918,
Esteban Pagliere,
director del Colegio Pío IX de Buenos Aires, proponía en
su folleto
"Proyecto y plan de una escuela práctica de agricultura" tres
tipos
de especialización: "granja, cremería y estancia"
(Pagliere, 1918, p.
6). En el texto, hace una descripción de las mismas, utilizando
como ejemplo
algunas de las escuelas ya presentes en la zona. El primer curso es la
"escuela-granja",
de tres o cuatro años de duración, donde los niños
de 12 a 14 años tienen la
oportunidad de practicar y aprender el cultivo de cualquier tipo de
hortaliza,
legumbre o tubérculo (IVI, p. 11) y, por último, de
aprender los primeros elementos
de la fruticultura, la floricultura, la apicultura y la avicultura.
A este tipo de escuela Pagliere
asociaba las
escuelas de Viedma y Fortín Mercedes, esperando la
creación de otro instituto
cerca de la capital. En el segundo tipo, "escuela-lechería", que
incluye
la escuela de Uribelarrea, los alumnos se dedicarían
específicamente a la
zootecnia y a todo lo relacionado con la producción de leche.
Por último, en el
tercer curso de la "escuela-estancia", los jóvenes
podrían practicar
la agricultura extensiva con el uso de maquinaria especial.
Los estudios sobre el reparto de
la tierra
en la Patagonia norte, nos muestran claramente la tendencia
latifundista
plagada de discrecionalidad, corrupción y especulación
entre el Estado y los
estancieros (Girbal, 1991; Bandieri, 2000; Blanco, 2007, Ruffini,
2007). Los
primeros salesianos que llegaron a la Patagonia abrevaron en una
neofisiocracia
que consideraba a la actividad rural asistida por el Estado un
verdadero
principio ordenador de la economía y de la sociedad toda. Los
salesianos habían
comenzado una serie de experiencias orientadas a detener el
éxodo rural, a
dignificar el trabajo campesino, a favorecer el desarrollo de la
agricultura
mediante la modernización de métodos y sistemas de
cultivo, todo ello a partir
de cierta “idealización de la agricultura” (Borrego,
2001, p. 281). Buscaron
implementar estas ideas mediante colonias (Nicoletti y Navarro Floria,
2004),
escuelas de agricultura (Omenetto, 2017a, 2017b) y las reducciones con
autoabastecimiento en la Tierra del Fuego (Nicoletti, 2020).
El objetivo de la escuela
agrícola de esta
etapa histórica, tanto desde el Estado
[8]
como desde los Salesianos, fue generar arraigo en las poblaciones
rurales pero
“civilizando las costumbres del campo”, erradicar el
analfabetismo y socializar
a las comunidades rurales incorporándolas, siempre como mano de
obra al aparato
productivo (Assaneo y Nicoletti, 2018, pp. 204-231).
Las escuelas agrícolas
salesianas se constituyeron
tempranamente en Viedma, Fortín Mercedes y General Roca (hoy
Padre Alejandro
Stefenelli). Estas escuelas fueron acompañadas por obras de
riego en los valles
norpatagónicos y observatorios meteorológicos, que ya se
habían comenzado a
desarrollar en Italia con Francesco Denza. En 1881 el Bollettino
Salesiano publicó
“Un proyecto de una red meteorológica en América
del Sur a cargo de los
salesianos”.(Bollettino Salesiano 1881, Nº 12, pp.
12 y 13)
Mientras que el carácter
educativo de la
Escuela práctica de agricultura “San Miguel”
está establecido y se analizará
con más detalle en la siguiente sección, no se puede
decir lo mismo de “San
Isidro”. La información al respecto es contradictoria.
Según Carlos Emery,
Ministro de Agricultura de Argentina entre 1947 y 1952, la Escuela
“San
Isidro”, "se bien fue fundada por Monseñor Cagliero come
queda consignado,
por motivos circunstanciales no pudo subsistir y recién resurge
en 1914
impartiendo enseñanza elemental y agrícola" (Emery, 1952,
p. 468). Según
Emery, esta escuela tenía 7.000 vides, árboles frutales,
legumbres y forraje en
1893. Sin embargo, esta estructura no figura en el número de
octubre de 1905
del "Boletín", fuente utilizada anteriormente para elaborar el
censo
de los colegios de la familia salesiana. Informa del establecimiento de
"1
escuela de artes y oficios, 1 hospital y 1 retiro para
inválidos, el Instituto
del Buen Pastor y 1 jardín de infancia", pero nada sobre la
escuela
agrícola de Viedma (Bollettino Salesiano, 1905, nº 10, p.
297). En el número de
diciembre de 1905 de la revista de la Congregación se identifica
en otros
términos:
La
colonia fue creada en 1891 por el obispo Cagliero. Ocupa una hermosa
posición
en la orilla derecha del río Negro, al principio inculta y llena
de matorrales,
hoy convertida en un campo muy fértil. Es admirada por todos los
que la han
visto transformarse, y también sirve de modelo y estímulo
a muchos de nuestros
compatriotas, muchos de los cuales aprendieron allí los
principios prácticos de
la agricultura racional. Aquí se cultiva la vid y todo tipo de
cereales y
legumbres con resultados satisfactorios. Este año, para aumentar
el desarrollo
de los cereales, se le dotará de un sistema de riego artificial,
que servirá de
fuerte incentivo a los agricultores vecinos. Todos los alumnos del
internado de
la misión, incluidos los estudiantes, han recibido una
educación agrícola
práctica en la Colonia, con resultados consoladores. Basta
señalar que los
propios hijos de los nativos, educados allí, regresan a sus
ranchos y propagan
felizmente los principios agrícolas que allí han
aprendido. Así, en esas
tierras lejanas, junto con la luz del Evangelio, se va conociendo y
apreciando
cada vez más esa gran fuente de bienestar material que es la
agricultura"
(BS, 1905, n. 12, p. 362).
Figura 2. Foto de los cultivos cerca de la colonia agrícola de Viedma (BS, 1905, n. 12, p. 362).
En Fortín Mercedes y en
el Valle Medio: Fray
Luis Beltrán y Choele Choel, también se constituyeron
escuelas y colonias
agrícolas. En el Valle Medio, predominó la colonia ya que
la escuela agrícola
“Sagrado Corazón” en Fray Luis Beltrán fue
tardía (1919) y con altibajos
(Bruno, 1984, V.II, p.392)
[9]
.
Los misioneros Juan Aceto y Domingo Anselmo se establecieron a fines
del siglo
XIX y hacia 1906 adquirieron dos chacras en lo que sería el
futuro pueblo Fray
Luis Beltrán. Según el padre Pagliere, allí
“la economía era realmente
extremada. En pocos años, don Aceto (ayudado por el señor
Marcó, yerno del
expresidente Roca) ha aumentado considerablemente los bienes estables
de la Pía
Sociedad. El campo está preparado, faltan los brazos”
(Bruno,1984, vol. II, p.
392). Pero
en Fortín Mercedes, el padre Bonacina fundó una escuela
elemental para la
enseñanza agrícola teórica y práctica: la
Chacra Escuela San Pedro (1895),
acompañada por una estación meteorológica (1904),
que completaba la red de
estaciones de otras localidades, y se complementaban con huertas y
ruedas
hidráulicas, en tierras donadas por Pedro Luro. Bonacina
describe la próspera y
fértil colonia agrícola que han logrado en poco tiempo:
“2.500 vides en pleno
desarrollo, alrededor de 500 plantas de duraznos de diferentes clases,
damascos, peras, manzanas, cerezas, ciruelas, granadas y
membrillos”, sumado a
la producción del huerto. “¿Y cómo se ha
obtenido tanto si la lluvia es escasa
y el suelo seco?” (Bolletino Salesiano, año XXXIV, Nº
11, 1910, p. 351).
Las escuelas agrícolas
salesianas en la
Patagonia fueron pioneras en el sistema educativo, e intentaron ser
signos
contra modélicos que supieron leer más allá de la
explotación y el beneficio
latifundista. Su objetivo “civilizador y evangelizador”
constituyó la base de
su proyecto. Los Salesianos entendían que era clave la
implementación de
irrigación artificial para estimular la producción de
cereales y las escuelas
agrícolas como laboratorios para las prácticas de
agricultura, siguiendo
aquellos principios de Don Bosco de evangelización de los hijos
a los padres.
Basta
relevar que los mismos hijos de los indígenas, ahí
educados cuando vuelven a
sus ranchos son felices propagadores de los principios agrícolas
que han
aprendido. Así en estas tierras lejanas, junto a la luz del
Evangelio se hace
siempre conocer y apreciar aquella gran fuente de beneficio material,
que es la
agricultura. (Boletín Salesiano, año XXV, Nº 12,
1905, p. 367)
La Escuela práctica de
agricultura “San
Miguel” fue construída en General Roca en 1896 por
iniciativa del padre
Alessandro Stefenelli (Omenetto, 2017) y a solicitud de las autoridades
de la
ciudad, ya que la escuela estatal estaba cerrada por falta de maestros.
Stefenelli estuvo en estrecho contacto con Denza para realizar las
observaciones meteorológicas iniciadas en Buenos Aires, que
continuó en
Patagonia (Omenetto,2017, pp. 147-151). Ordenado sacerdote en 1889, el
salesiano fue elegido y enviado por Monseñor Giovanni Cagliero
para hacerse
cargo de la fundación de una nueva casa salesiana en General
Roca, una ciudad
formada alrededor de un fuerte militar que había sido construido
durante la
Conquista militar del Estado argentino en 1879. Este campamento estaba
situado
en el primer tramo del Río Negro, en la orilla norte.
Aquí el misionero
estableció una verdadera colonia agrícola con una iglesia
y tres colegios
(Paesa, 1964, p. 54). "Preocupados por el gran número de
jóvenes pobres y
abandonados que vagaban por el país, los salesianos pensaron en
crear una
escuela de agricultura, considerando este tipo de formación
preferible a una
escuela de artes y oficios”
[10]
.
Con esta idea, en mayo de 1890 compró una chacra de 120
hectáreas que se
extendía desde Roca hasta el río y experimentó con
un primer cultivo.
Empezamos
a preparar un huerto- el padre Stefenelli recuerda- pero primero
necesitábamos
agua para el riego. Se cavó un pozo y el laborioso P. Roggerone
construyó una
pequeña loria con engranajes de madera y cubos hechos con latas.
Un caballo la
recorrió y comenzó el cultivo. La tierra arcillosa se
endurecía con el riego y
era necesario traer arena del río, que, mezclada, la
haría apta para cocinar.
El primer experimento fue favorable, pero la escasez de agua no
permitió su
desarrollo. Entonces compré cubos de 5 litros de capacidad en
Buenos Aires y
fue posible cultivar una superficie de 6 hectáreas con
hortalizas, un hermoso
huerto de alcachofas y algunos árboles frutales y vides
[11]
.
Estos pueden considerarse como
experimentos
estrechamente relacionados con el deseo de crear una escuela
agrícola
experimental, que el padre Stefanelli consiguió poner en marcha
unos años más
tarde. En mayo de 1895, en un informe presentado al presidente de la
República
Argentina, José Uriburu, el salesiano propuso la
fundación de un instituto en
la colonia de General Roca. Esta memoria del 25 de mayo de 1895, que
por su importancia
sumamos como apéndice, propone la "fundación de una
Scuola di Agricoltura
pratica nella Colonia Nazionale di General Roca (Rio Negro)". Los
primeros
beneficiados deberían ser, según el espíritu de la
Congregación, "un gran
número de familias indígenas, sus hijos y los "hijos
naturales que deja
diseminados el Ejército en su paso por estas fronteras". El
objetivo era
"educarlos y moralizarlos con instrucción y trabajo". En esta
Memoria
se observan claramente esos principios neofisiocráticos
solarianos en los que
abrevaban los Salesianos, cuando afirma que “sin la agricultura
es
absolutamente imposible aprovechar los dones especiales que la
naturaleza nos
concede”
[12]
.
Para Stefenelli las campañas militares y la inundación de
1899 condicionaron el
desarrollo de la agricultura y ganadería en la zona. Lo
fundamental, para el
salesiano, que también se percibió en otras escuelas de
agricultura era regar
esas tierras y dotarlas de forraje artificial aunque se destinen a la
ganadería
ovina [...]. De este modo, se podrían criar 25.000 ovejas en una
zona del valle
susceptible de ser regada y cultivada y habría forraje para los
caballos y las
vacas útiles para el servicio del establecimiento.
[13]
Pero focalizándose en el
desarrollo
agrícola:
los
resultados son más que satisfactorios. Ha habido cosechas de
trigo con una
producción de 40x1; la uva es muy rica en alcohol, la remolacha
es muy
abundante en azúcar, lo mismo que la papa y el maíz, que
se utilizan para la
destilación y la cría de cerdos. Reduciendo estos
productos, la dificultad de
la exportación, debido a las otras ventajas naturales del
transporte,
desaparecería, y estos desiertos podrían convertirse en
otros tantos centros
agrícolas e industriales, lo que creo que no tardaría en
producir el territorio
de Río Negro en una de las principales provincias argentinas.
[14]
Stefenelli expuso las distintas
dificultades
materiales, más allá de las impuestas por la naturaleza,
que significaron este
desarrollo: construir canales para los pequeños propietarios; la
falta de modernización
en el trabajo rural; desarrollar un modelo común de canales de
riego, la
propiedad de la tierra, la falta de personal idóneo, de fomento
de la
inmigración para colonos agrícolas. Por todas estas
causas para Stefenelli era
útil fundar una escuela agronómica práctica, pues
volviendo a los sujetos para
quienes estaba destinada en estas escuelas, allí podían
ser alojados, vestidos,
alimentados, catequizados, “instruídos y moralizados con
una enseñanza completa
elemental y religiosa al mismo tiempo durante el día bajo la
guía de hábiles
agricultores e industriales se les enseñaría a cavar la
tierra y los productos
más apropiados para utilizarlos de la manera más
conveniente”.
[15]
Los
alumnos de la Escuela de Agronomía podrán proporcionar
más tarde buenos agricultores,
ya sea para trabajar la tierra que ellos mismos podrían obtener
en las colonias
fundadas o por fundar, o para servir a los propietarios de
establecimientos
agrícolas que necesitan este elemento, hoy tan escaso.
[16]
Incluso Stefenelli argumentaba
que el
desarrollo de la escuela, tanto de agricultura como de
ganadería, permitiría
bajar el costo del precio de la harina que hoy importan “con un
recargo de
transporte nacional de un peso y 20
Para ello, la
Congregación ya disponía de
terreno fértil para irrigar mecánicamente en Colonia
General Roca y personal
calificado para la enseñanza. Solo faltan “los fondos
necesarios para la compra
de máquinas para riego, para el trabajo agrícola y para
cualquier industria
indispensable para la vida y el desarrollo del establecimiento”,
que solicita
[18]
.
En la visión de los
salesianos, la escuela
agrícola habría formado parte del desarrollo
agroindustrial de la región, como
deseaba el gobierno, y no sólo habría tenido un papel
educativo, sino que
también habría sido un motor de crecimiento
económico. Las claras evaluaciones
y valientes propuestas del padre Alessandro Stefenelli adquieren mayor
relevancia si se las considera a la luz del proceso de
colonización activo en
General Roca en la misma época. En 1896, Marco Antonio Rufino,
por
instrucciones de las autoridades estatales, llegó para realizar
una
"inspección practicada en la Colonia General Roca". Del informe
elaborado, el funcionario afirmó:
a) solo
un poco más del 6% de las chacras había salido ya definitivamente del
dominio
del Estado; b) casi un 60% carecía de concesiones vigentes a la fecha
de la
inspección; c) el 33% restante se hallaba concedido, pero de esos 145
lotes
casi una tercera parte estaban abandonados, no habiéndose todavía
satisfecho,
en la mayoría de los ocupados, las obligaciones impuestas por la
legislación.
Por tanto, hacia fines de siglo es decir a más de una década de
trazada la
Colonia todavía quedaban disponibles para la apropiación privada 387
lotes un
92% de su superficie que equivalía, aproximadamente, al 43%/45% de la
total de
la región”. (Ockier, 1988, p.
308)
Gracias a la memoria redactada
por el
salesiano y de la fotografía sobre el lento proceso de
colonización y obra del
funcionario, el Ministerio de Instrucción pública en 1896
destinó, 400 pesos
mensuales para adquirir todo lo que fuera posible para la
construcción de
la escuela de agricultura y comprar un motor de vapor de 14 caballos de
fuerza
traído desde Buenos Aires por el mismo salesiano, cuyo resultado
fue que en 14
meses “el agua en el canal no faltó ni un
día” (Omenetto, 2017, pp. 217-218).
Ese mismo año, Stefanelli consiguió crear la Escuela
agrícola "San
Miguel"
[19]
,
que se convirtió en un instituto pionero a nivel nacional en el
ámbito de la
formación agrícola y ganadera.
Figura 3. Alumnos internos en
el trabajo
del tomate cerca de la Escuela “San Miguel, sin fecha (Archivo de
la escuela
elemental “San Miguel”, General Roca).
Lamentablemente, en 1899 hubo
una terrible
inundación del Río Negro que destruyó la iglesia y
los colegios de los
Salesianos y de las Hermanas de María Auxiliadora.
Reconstruyó y renovó los
edificios de la casa salesiana y en el plazo de un año se
reanudaron las obras.
En noviembre de 1899 el salesiano Stefenelli presentó una
Memoria solicitando
se continúen los auxilios oficiales para la
rehabilitación y desarrollo de la
escuela de agricultura práctica de los padres salesianos en la colonia
nacional de General Roca (Rio Negro). En este informe, tras recordar la
fundación de la casa salesiana en Roca y la ayuda recibida de
las autoridades
políticas para la construcción de la escuela
agrícola, el misionero renovó el
pedido de ayuda, ya que
ahora
más que nunca
hace falta el empeño oficial y privado para reanimar los espíritus de
aquello
pobladores; à más está probado que hasta la fecha nunca se han visto
crecientes iguales; que los edificas bien construidos resisten à las
aguas;
que las poblaciones, come la de Roca p. e., fácilmente pueden
defenderse con
trabajos poco valiosos. Por otra parte, las necesidades han aumentado
à
consecuencia de las mismas inundaciones, y son numerosísimos los
menores que
sería menester asilar y educar para la vida práctica
[20]
.
En esta misma petición
Stefenelli reclama
una subvención que había caído y que era necesaria
más que nunca
en estos
momentos por circunstancias muy críticas à consecuencia de la
inundación; su
único objeto por otra parte es aliviar à las miserias de los
necesitados;
sacar à los niños del ocio y de la escuela del vicio, para
entregarlos
mañana hombres útiles à la Sociedad y à la Patria
[21]
.
Hacia fines de 1900, el general
Julio Roca y
el ministro de Guerra, general Pablo Ricchieri, visitaron en privado la
colonia
y se reunieron con el misionero. Tras esta reunión, el gobierno
concedió al
salesiano un total de 200 hectáreas para la construcción
de una nueva escuela
agrícola, además de las 100 hectáreas que
había comprado personalmente. El 3 de
mayo de 1902 se hizo realidad la venta de tres chacras situadas a unos
8
kilómetros del anterior emplazamiento del colegio salesiano. La
transferencia
final tardó seis años. En 1908, con la
construcción del nuevo instituto, la
Escuela de Agricultura Práctica J. J. Gómez se
independizó del internado
"San Miguel". Las obras propuestas por el ingeniero Cipolletti, que
había visitado la escuela “San Miguel” y
había efectuado el estudio de
irrigación de los ríos Negro y Colorado en 1899 se
pusieron en construcción
recién en 1908 tras su muerte, realizadas por su
discípulo Decio Severini: un
gran dique con un canal entre el río Neuquén y la Cuenca
de Vidal y la boca
toma de otro canal de alimentación de la red de
irrigación del Alto Valle. En
1910 se puso la primera piedra para la construcción del dique
del río Neuquén
“Ingeniero Ballester” que permite la derivación del
agua del río en períodos
pico, hacia la cuenca de Cuenca de Vidal, que contiene en promedio 5
mil millones
de metros cúbicos de agua. A este trabajo se agregaron dos
canales de aducción:
uno funcional a la desviación de las aguas en la Cuenca de Vidal
y el segundo,
que abastece al canal principal de irrigación del Valle del
Río Negro Superior,
de 130 kilómetros de largo, con capacidad para regar 60.000
hectáreas, que
fluye hasta el pueblo de Chichinales.
Con el traslado del equipo que
se había
salvado de la inundación, el nuevo instituto comenzó las
actividades agrícolas,
plantando árboles frutales y campos de alfalfa, y continuando
con los trabajos
de canalización para el cultivo de la tierra. Sumada la
comunicación con la
construcción del ferrocarril, “durante los primeros
años del siglo XX, con
participación activa del capital británico, propietario
de la empresa
Ferrocarril del Sur, el desarrollo agroindustrial fue alentador:
pasaron de la
pastura al cultivo de alfalfa, a la fruticultura y al cultivo de la
vid”
(Omenetto, 2017, pp. 228-229).
Se le concedieron a Stefenelli
doscientas
hectáreas para su nueva escuela de agricultura y en 1902 se
concretó la cesión
de tres chacras a ocho kilómetros de la escuela San Miguel,
recién en 1908 se
terminó la escuela de agricultura práctica en la
localidad de J. J. Gómez
(figura 4). Con la transferencia de los instrumentos, que se
habían salvado de
las inundaciones, el nuevo instituto inició actividades
agrícolas plantando
árboles frutales y campos de alfalfa, y continuó con el
trabajo de canalización
para el cultivo de las tierras (figura 5). Desafortunadamente, no se
encontró,
ni en el instituto salesiano ni entre la documentación del
actual colegio San
Miguel, más información sobre lo que allí se
cultivó y enseñó, después de la
inundación de 1899
[22]
.
Entre 1907 y 1910, se constituyó la cooperativa de riego de
General Roca, la
escuela de agricultura sostenía y mantenía a sus alumnos
con el rendimiento de
sus cultivos. Pero hacia 1913 el gobierno expropió las
hectáreas donadas a
Stefenelli, según Romano “probablemente por las
solicitudes y operaciones
económicas y políticas por parte de los
terratenientes” (Romano, 2014, p.258).
El proyecto preveía la realización de una estación
experimental de agricultura
y de un vivero y Stefenelli tuvo que trasladarse con todos los
huérfanos e
internos de la casa. “Dada la gran disponibilidad de vastas
áreas agrícolas
queda la duda del porqué de la expropiación justamente de
los terrenos de la
Obra Salesiana” (Romano, 2014, p.258)
[23]
.
A partir de 1915, el área
donde se
encontraba anteriormente la escuela agrícola salesiana
comenzó a funcionar como
estación agronómica especializada en el cultivo de
alfalfa para forraje y
apicultura
[24]
.
En 1918, se convirtió en una chacra experimental y con la Ley
1929 se
transformó en estación experimental. Sin embargo,
después de la primera década
de vida, la primera estación experimental del país no
prosperó y el gobierno
argentino intentó que Stefenelli reasumiera la dirección
de la escuela,
prometiendo la propiedad a la congregación de todas las tierras
expropiadas
anteriormente. Sin embargo, los superiores de la congregación no
estaban
convencidos de esta reapertura y ya habían criticado duramente a
Stefenelli,
que fue trasladado a Italia. “Desde el punto de vista material
promete mucho,
por más que el director –hombre, en general, de buenas
ideas– necesita que se
lo frene en los gastos, especialmente en la adquisición de
máquinas
innecesarias. La educación que se les proporciona a unos diez
muchachos es, en
verdad, deficiente bajo el aspecto moral, religioso y, más
todavía, intelectual
(Bruno, 1984, Vol.II, p.365).
Efectivamente, Stefenelli
retornó a Italia
en 1914,
[25]
donde
falleció en
1952. En su carta mortuoria el cronista hace referencia a la escuela
agrícola
en la que “todo funcionaba de maravilla bajo la dirección
del hábil maestro;
los alumnos eran numerosos y anualmente salían de la escuela un
buen número de
técnicos agrícolas que encontraban un buen puesto”.
(Romano, 2014, p.257). Si bien los
visitadores extraordinarios, especialmente Ricaldone, impulsaron la
apertura de
las escuelas de agricultura,
[26]
los
inspectores no
vieron con tan buenos ojos estas políticas (Bruno, 1984, vol.
II, pp. 394 y
395).
[27]
Es posible, por lo tanto,
suponer que la
mayor presencia del Estado en esta región, con el objetivo de
realizar el
proyecto de ingeniería y comenzar un desarrollo agroindustrial,
hubiese
modificado la delicada dinámica del poder. En este sentido, sin
embargo, la
expropiación sigue siendo incomprensible. Dados los buenos
resultados que la
escuela estaba logrando. Siempre manteniéndose en el nivel de
hipótesis, es
posible entonces suponer que el proyecto agroindustrial, así
como el educativo
de Stefenelli, en ese momento representaba un obstáculo para la
realización de
los intereses de los grandes terratenientes. Mientras tanto, el
gobierno siguió
intentando desarrollar la estación: en 1924 llegaron las
primeras 24 variedades
de manzanas y algunas plantas de vid para contrarrestar el sector
fuerte y
amplio de producción de lana. El segundo intento no tuvo un buen
fin, se
clausuró y abandonó el edificio y sus chacras (Omenetto,
2017, p. 235).
Figura 4. Localización
de la escuela
agrícola en J. J. Gómez 1902-1913 (Archivo de la escuela
elemental “San
Miguel” General Roca).
Figura 5. Edificio histórico de la escuela agrícola de J. J. Gómez (Archivo fotográfico de Carlos Magdalena, INTA).
El enfoque territorialista que
ha
estructurado el análisis geohistórico propuesto en estas
páginas, ha permitido
no sólo revisar la fundación de las escuelas
agrícolas salesianas en la
Patagonia, como el resultado del proceso de territorialización
de la
Congregación de Don Bosco sino, al mismo tiempo, enmarcarlas en
el proceso de
territorialización estatal que se estaba produciendo en los
mismos años.
Desde la segunda mitad del siglo
XIX,
Argentina fue una nación en formación, protagonista de un
profundo proceso de
organización y construcción política,
económica y social. Una vez obtenida la
unidad y la soberanía sobre los territorios del Chaco, la Pampa
y la Patagonia
tras la conquista milutar del Estado argentino (1878-1884), la
República marcó
como objetivo consolidar su papel nacional e internacional en este
espacio.
Entre las principales medidas, el presidente Roca (1880-1886)
promulgó en 1884
la Ley Nacional nº 1.565 de Registro civil, que ponía la
transcripción de
nacimientos y defunciones bajo control estatal, y ya no religioso, la
Ley nº
1.532 de organización de los Territorios Nacionales y,
finalmente, la Ley nº
1.420 de Educación común.
Este última, no por
casualidad sancionada el
mismo año, desempeñó un papel fundamental en el
desarrollo de un sistema
político y administrativo altamente centralizado, caracterizado
por una
compleja maquinaria burocrática. Al mismo tiempo, permitieron el
crecimiento de
la presencia del Estado en el vasto territorio argentino, aunque no de
manera
capilar y no sin dificultad.
La llegada de los Salesianos a
la Argentina
a fines del siglo XIX y su inserción en el nuevo sistema
educativo refundado a
través de la Ley 1420, los posicionó como una de las
principales congregaciones
pertenecientes a la Iglesia católica en la educación
confesional primaria sobre
todo con su modelo de escuelas de artes y oficios. En la Patagonia
desde 1880,
la educación salesiana fue fundante del sistema educativo
confesional y
privado. La Ley 1420 aplicada en los Territorios Nacionales
patagónicos fue ordenadora
para la creación del sistema educativo y puso bajo su control a
estas escuelas
y programas educativos destinados a “civilizar y
argentinizar” el territorio.
Sin embargo, a pesar de los enfrentamientos entre el Estado y la
Iglesia
durante este período, las Congregaciones Salesianas, Salesianos
e Hijas de
María Auxiliadora, tuvieron un desarrollo vertiginoso en toda la
Patagonia y
propusieron un modelo económico contrahegemónico al
latifundismo y la ganadería
promovida desde el Estado, tras la conquista militar del territorio.
La combinación de la
educación y el
desarrollo agroalimentario se llevó a cabo desde las primeras
experiencias de
Don Bosco en Italia y posteriormente en Francia con la fundación
de la colonia
agrícola de La Navarra en 1878. Luego se renovó en la
línea de la encíclica Rerum
Novarum de 1891, caracterizada por una definición de la
doctrina social de
la Iglesia y un llamado "giro agrario" del movimiento católico.
Los
salesianos abrazaron esta nueva sensibilidad, iniciando una serie de
experiencias con la intención de frenar el éxodo rural,
ennoblecer el trabajo
campesino y promover el desarrollo agrícola mediante la
modernización de los
métodos y sistemas de cultivo. Los primeros salesianos que
llegaron a la
Patagonia se basaron así en un enfoque neofisiocrático
que consideraba la
actividad rural asistida por el Estado como un verdadero principio
organizador
de la economía y la sociedad en su conjunto.
En su primera misión en
el extranjero, los
salesianos fueron pioneros en muchos campos. A partir de un marco
teórico sobre
la construcción territorial analizamos cómo los
misioneros de Don Bosco
construyeron a menudo los primeros “artefactos culturales”,
como las casas de
misión, los oratorios, las escuelas, los observatorios
meteorológicos, las
iglesias y los hospitales, en zonas ocupadas por la fuerza del Estado
por sobre
la población indígena. La comunidad salesiana no
sólo participó en la fundación
de nuevas localidades, sino también en la profunda
transformación geográfica
del territorio patagónico. SI bien hemos ofrecido un panorama
cartográfico y
descriptivo de estas fundaciones en el país y en la Patagonia,
nos centramos en
la escuela agrícola del Alto Valle de Río Negro y
Neuquén. En General Roca, el
padre Stefenelli llegó en el momento de la construcción
del fuerte en 1879,
donde construyó una escuela junto con una casa de misión
y una iglesia.
Comprendió el enorme potencial y la criticidad del terreno. Con
gran
obstinación fundó una escuela de agricultura y
ayudó a crear las obras
hidráulicas que han hecho próspero el Valle del
Río Negro hasta el día de hoy.
Aunque el desarrollo del latifundismo propiciado por el Estado fue
imposible de
frenar, las escuelas agrícolas salesianas, como en este caso, se
desarrollaron
como pequeños puntos contrahegemónicos, que propiciaron
la explotación de
colonias, chacras con mano de obra campesina a la que intentaron educar
en las
nuevas ideas de explotación agrícola.
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Proponer la fundación
de una Escuela de
Agricultura Práctica
en la Colonia Nacional de
General Roca
(Río Negro) Buenos Aires, 25 maggio 1895
El firmante se permite llamar su
distinguida
atención sobre un proyecto de Escuela de Agricultura
Práctica a fundar en la
Colonia Nacional de General Roca (Río Negro), exponiendo las
consideraciones
que dieron origen a la idea de esta fundación.
Las consideraciones que dieron
lugar a la
idea de esta fundación fueron las siguientes:
1.
Viven en las cercanías de
General Roca, en
la costa del río Colorado, en las localidades de Campodella, en
el sur del
territorio nacional del Río Negro, así como en los
innumerables valles del
territorio inmediato del Limay y Neuquén, un gran número
de familias indígenas
cuyos hijos crecen en las escuelas de sus padres naturalmente
indolentes e
inmorales, y muchos de ellos viven del robo a costa de los ganaderos
que se
sacrifican en esas remotas regiones. A esto hay que añadir un
número no
despreciable de niños naturales que el ejército deja
dispersos a su paso por
esas fronteras, cuyos padres reales o adoptivos a menudo se
desentienden de
proporcionarles incluso la alimentación necesaria y rara vez se
ocupan de su
educación moral e intelectual.
¿Qué pueden
esperar la sociedad y el país de
estos niños que serán mañana ciudadanos y padres
de familia? Educándolos y
moralizándolos mediante la educación y el trabajo,
serán útiles a la sociedad y
buenos hijos de la patria, de lo contrario, padecerán la
deshonra y el daño.
2.
Si es cierto que la agricultura
es el primer
factor para la fundación de grandes centros, sobre todo en
regiones que la
naturaleza no ha dotado de dones especiales, al hablar del Río
Negro creo poder
decir que sin la agricultura es absolutamente imposible aprovechar los
dones
especiales que la naturaleza le ha concedido. Es cierto que en la
época de la
Expedición al Desierto dirigida por el general Roca, y en los
años siguientes,
toda la república sólo hablaba del nuevo Egipto con su
Nilo. Los verdes y
prometedores pastos atrajeron todas las miradas hacia el Río
Negro y sus
tierras fueron deseadas y compradas ansiosamente. Sin embargo, hoy en
día, en
todo el valle debe considerarse una maravilla encontrar una legua
cuadrada (25
km) de campo capaz de mantener más de 2.000 ovejas. Se explica
de forma
sencilla. Parece que la providencia se complació en demostrar la
fertilidad de
estas regiones cuando el Dominio Civilizador tomó
posesión de ellas. Las aguas
del río, de una manera nunca vista desde entonces (hasta la
colosal inundación
de 1899), inundaron todo el valle hasta tal punto que las propias
fuerzas del
ejército quedaron aisladas, con gran peligro para las vidas de
los
conquistadores.
La tierra, regada con las
fértiles aguas del
Río Negro, desarrolló todo su poder productivo y las
hierbas naturales del
lugar, que son el trébol, la paja y la cola de zorro, brotaron
con tal
exuberancia que incluso obstaculizaron el paso rápido de la
caballería. Por lo
tanto, la tierra es muy fértil cuando se humedece con el riego.
Estos campos estaban cargados de
ganado,
pero al cabo de unos años se produjo una gran desilusión,
porque las aguas
crecientes del río no se reprodujeron y se experimentó la
falta de humedad; por
otra parte, los ríos naturales del valle de poca resistencia
casi han
desaparecido y lo que es más notable es que los campos
más exuberantes en la
época de la conquista pueden considerarse hoy entre los peores
si la industria
del hombre no los mejora.
Por lo tanto, es necesario regar
estas
tierras y dotarlas de forraje artificial, aunque se destinen a la
ganadería
ovina; como me fue posible deducir a partir de observaciones
prácticas que he
realizado, en 100 hectáreas de regadío y sembradas de
alfalfa (que en Río Negro
se conserva durante muchos años sin desaparecer) divididas en
cuatro parcelas,
es posible criar un rebaño de 1000 ovejas durante todo el
año con un
rendimiento muy superior al de las criadas en campos naturales, aunque
sean los
mejores de Río Negro. De este modo, se podrían criar
25.000 ovejas en un valle
que se podría regar y cultivar, y seguiría habiendo
forraje para los caballos y
las vacas, que serían útiles para el servicio de la
fábrica. Pero, dejando de
lado la cría de ovejas incluso como simple agricultura, los
resultados son más
que satisfactorios. Había cosechas de trigo con una
producción de 40x1; uvas
muy ricas en alcohol, remolacha muy abundante en azúcar,
así como patatas y
maíz aplicados a la destilería y a la cría de
cerdos y así con la creación de
productos desaparecería la dificultad que presenta la
exportación por las otras
ventajas naturales del transporte; y de aquí desiertos se
podrían hacer otros
tantos centros agrícolas e industriales, que creo no
tardaría en producir el
territorio de Río Negro en una de las principales provincias de
Argentina.
3.
Esta consideración es una
deducción de la
anterior:
¿Por qué,
entonces, no se riegan y cultivan
los campos del Río Negro?
Me parece encontrar entre las
causas:
En primer lugar, la dificultad
de construir
canales importantes, sobre todo en las colonias donde los habitantes
poseen
pequeñas extensiones de tierra, dificultad que requiere la ayuda
del gobierno
o, en su defecto, una empresa nacional capitalista que explota la venta
de
agua.
En segundo lugar, la
mayoría de los
habitantes de estas regiones se conforman con trabajar los campos como
lo han
visto hacer a sus padres, y otros trabajan como lo hacen en otras
partes del
país donde las frecuentes lluvias o la humedad natural del suelo
son
suficientes, por lo que nadie se decide a experimentar con el riego.
Incluso
los pocos agricultores de la Colonia Nacional de General Roca que gozan
de los
beneficios de ese simulacro de canal, por su misma inconstancia, no
pueden
realizar su trabajo de manera que represente un modelo perfecto para
los demás.
En consecuencia, sería de
gran utilidad que
este modelo se desarrollara de manera que sirviera de base para que el
gobierno
nacional calculara el beneficio que le reportarían estas
regiones bien
aprovechadas, para que los agricultores regularan sus cultivos de
acuerdo con
las condiciones de las tierras que poseen y, por último, para
que los
propietarios de explotaciones ganaderas se convencieran de que con el
trabajo
de la industria obtendrían las riquezas que sus tierras no
producen de manera
natural.
En tercer lugar, está la
falta de personal
adecuado; el extranjero, hasta que no conoce prácticamente los
resultados de
esas tierras, se asusta con la sola mención de Río Negro
y la Patagonia y
rechaza cualquier propuesta que se le haga. El jornalero
indígena que se puede
encontrar maneja mal un arado primitivo y siembra legumbres, cereales u
otras
plantaciones en la misma tierra, siempre que esté húmeda,
sin valorar la
idoneidad del suelo.
Por lo tanto, es necesario
formar al
personal adecuado y, sobre todo, enriquecer a las personas naturales de
esas
regiones con conocimientos agrícolas, técnicos y
prácticos, ya sean indígenas o
no. De ahí la utilidad de fundar una escuela agronómica
práctica.
Todas esas criaturas mencionadas
en el
primer considerando de esta memoria, tanto si las obtienen de sus
padres con la
promesa de vestirlas, alimentarlas y educarlas, como si las recoge el
Defensor
del Menor (cumpliendo su misión de alejarlas del
escándalo, lo que no ha sido
posible hasta ahora por falta de personal y de un lugar adecuado en el
que
dejarlas. Podrían ser recogidos en el instituto propuesto donde,
en las
escuelas nocturnas, se les educaría y moralizaría con una
completa instrucción
elemental y religiosa y, al mismo tiempo, durante el día, bajo
la dirección de
agricultores e industriales cualificados, se les
enseñaría a extraer los
productos más adecuados de la tierra y a utilizarlos de la
manera más
apropiada.
En todas las formas posibles y
de acuerdo
con los más modernos avances agrícolas, se
adquiriría experiencia de los
distintos métodos de siembra, con lo que se obtendrían
deducciones prácticas
para los agricultores de la región. Los alumnos de la Escuela de
Agronomía
podrían proveer más tarde buenos agricultores, ya sea
para trabajar la tierra
que ellos mismos podrían obtener en las colonias fundadas o por
fundar, o para
servir a los propietarios de establecimientos agrícolas que
necesitan este
elemento tan escaso hoy en día.
Las bases de la
institución serían
finalmente las siguientes:
Dejando de lado otros detalles,
pues esta
memoria es ya demasiado extensa, el que suscribe tiene el honor de
señalar a Su
Excelencia:
En vista de lo anterior, creo
que es
importante apelar a Su Excelencia sobre la importancia y utilidad de
esta
escuela. El firmantesolicita ser ayudado con una subvención del
Gobierno
Nacional, subvención que se destinaría
íntegramente a la compra e instalación
de las citadas máquinas.
No cabe duda de que cuanto mayor
sea la
subvención más rápidos serán los beneficios
y los resultados prácticos del
proyecto establecido tan novedoso como necesario en los territorios
nacionales
del Sur.
Esperando ser escuchado en
tan útil e
importante petición, ruego a G.V.E.
El sacerdote Alessandro
Stefenelli
Misionero salesiano».
ACS, CHI80409: Alessandro
Stefenelli
autobiografia, pp. 161-172.
[1]
Si bien el artículo es fruto de una
colaboración plena entre las
autoras, se atribuyen a Silvia Omenetto: las secciones 1, 3, e las
subsecciones
3.1, 3.1.1. A María Andrea Nicoletti se atribuyen las secciones
2 y 4 y las
subsecciones 2.1., 2.2 y la traducción de los textos y fuentes
en italiano.
[2]
Los Salesianos se constituyeron como una
congregación de sacerdotes
y laicos fundada por Giovanni Bosco en 1859 en Turín, Italia y
aprobada por el
Papa Pío IX en 1869. La congregación fue denominada por
el mismo Don Bosco como
Pía Sociedad bajo la advocación de San Francisco de Sales
y sus miembros fueron
llamados comúnmente como salesianos de Don Bosco.
[3]
María Dominga Mazzarello (1837-1880),
había organizado en Mornese,
Italia, la Pía Unión de las Hijas de María
Santísima Inmaculada, dedicada al
trabajo con las jóvenes rurales, que se transformó con la
propuesta de Don
Bosco en 1872 en el Instituto de hijas de María Auxiliadora.
Este Instituto fue
co-fundado con Juan Bosco en 1872 y se constituyó en la rama
femenina de la
Congregación hasta su autonomía en 1910.
[4]
Archivo Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto
(AMREC), Caja
18 (640), Buenos Aires 6 de abril de 1897.
[5]
Este sistema creado por don Bosco, basado en la
trilogía
razón-religión-amor, sostenía que había que
prevenir el error con la
instrucción, el vicio con la inducción de buenos
hábitos, las faltas con la
vigilancia amorosa o asistencia. El sistema se inspiraba en la
prevención por
sobre la represión, pero esta prevención estaba
fundamentalmente basada en el
conocimiento de las prescripciones y reglamentos del colegio por parte
de los
alumnos y la vigilancia y “amable” corrección de los
directivos, guías y
maestros. Constituciones de Salesianos de Don Bosco, (1985, 239-256,
artículo
20) y ver: Pietro Braido, (1999) Prevenire,
non reprimere. Roma, LAS.
[6]
El material relativo a las escuelas no está
sistematizado.
Seguidamente se reporta la nomenclatura de la clasificación
adoptada por el
Archivo Salesiano Central de Roma: ASC La Plata, CA9614-F466; ASC Rodeo
del
Medio, CB0113-F534, F717; ASC Vignaud CB0309, F624, H212; ASC,
Uribelarrea
CA9411.
[7]
ACS A5CE483: Direzione generale delle scuole
professionali ed
agricole salesiane, Scuola agricola
salesiana. Norme per gli edifizi ed il loro arredamento, Scuola
Tipografica
Salesiana, Torino, 1922.
[8]
En la Argentina, tras la creación del Ministerio
de Agricultura en
1898, la enseñanza agrícola dependió del
“Departamento de enseñanza agraria”.
Por fuera de la Patagonia, entre las iniciativas salesianas surgieron
escuelas
agrícolas por ejemplo en Uribelarrea (1894) y Rodeo del Medio
(1898) (Omenetto,
2017a) Desde el Estado,
Talía Gutiérrez
reseña otros emprendimientos de escuelas agrícolas, como
la Escuela Práctica de
Granja de Las Delicias en Entre Ríos (1904), la Escuela Nacional
de Agricultura
y la Escuela del Hogar Agrícola de Tandil (Buenos Aires), la
Escuela Práctica
de Agricultura de Puerta de Díaz en Salta (1911) que fue
transformada en
estación experimental (Gutierrez, 2007).
[9]
ASC, Roma, Relazione della visita straordinaria compiuta
dal rev.mo
signor Don Pietro Berruti alle case dell’ispettoria San Franceso
Saverio,
Argentina, Patagonia, nel 1936, p.14.
[10]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia, p.
141.
[11]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia, pp.
158-159.
[12]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia,
1899, p. 161.
[13]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia,
1899, p. 161.
[14]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia,
1899, p. 161.
[15]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia,
1899, p. 161.
[16]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia,
1899, p. 161.
[17]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia,
1899, p. 161.
[18]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia,
1899, p. 161.
[19]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia,
1899, p. 159.
[20]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia,
1899, p. 19.
[21]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia,
1899, p. 19.
[22]
ACS, CHI80409: Alessandro Stefenelli autobiografia, 1899,
p. 19.
[23]
En 1939 se construyeron nuevos cuerpos adyacentes al
edificio
histórico. En los años 1960 aún funcionaba
allí la escuela agrícola. Antes de
que el colegio cumpliera cien años, comenzó a
transformarse en centro
espiritual y santuario. La escuela experimental de J. J. Gómez
fue suplantada
por la estación experimental de desarrollo agrícola que
en 1956 se transformó
en el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria).
[24]
Lamentablemente no se ha encontrado más
información sobre lo que se
cultivaba y enseñaba en la escuela salesiana, ni entre la
documentación del
todavía activo colegio de San Miguel, ubicado en el
histórico edificio reconstruido
tras la inundación de 1899, ni en los Archivos Centrales
Salesianos de Buenos
Aires y Roma.
[25]
ACSM, Colegio San Miguel, Crónicas de la Casa San
Miguel, 1 de mayo
de 1914, p. 11.
[26]
Hacia el final de la etapa de Don Rúa, fue
decisiva la visita de Don
Ricaldone para tomar una decisión respecto de la escuela
agrícola de General
Roca con Don Stefenelli e impulsar la escuela agrícola de
Viedma. ASC F066, cit., p. 44.
[27]
Cayetano Bruno cita la carta del 8
de enero de
1910 en ACS, Roma, 3122, Argentina-Buenos Aires y Manual del Inspector,
AHS,
Luis Beltrán Río Negro.
[28]
Traducción del italiano al español de
María Andrea Nicoletti