Saberes y prácticas. Revista de Filosofía y Educación / ISSN 2525-2089
Vol. 7 N° 1 (2022) / Sección Dossier / pp. 1-21 /
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Filosofía en la Escuela (CIIFE),
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
revistasaberesypracticas@ffyl.uncu.edu.ar / saberesypracticas.uncu.edu.ar
Recibido: 22/10/2021 Aceptado: 20/12/2021
DOI: https://doi.org/10.48162/rev.36.044
Participatory
Research: Its Contributions to
Critical Extensión
Pesquisa
participativa: suas contribuições para a
extensão crítica
Humberto
Tommasino Ferraro
Universidad
de la República, Uruguay
Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)
Marcelo Pérez
Sánchez
Comisión
Sectorial de Extensión y Actividades en
el Medio,
Programa
Integral Metropolitano, Montevideo,
Uruguay.
Resumen.
En
el presente trabajo se propone un estudio comparativo de las
producciones de
algunos referentes de la Investigación Participativa. Se revisan
algunos de los
textos de Orlando Fals Borda, Paulo Freire, João Bosco Guedes
Pinto, Michel
Thiollent, María Teresa Sirvent y Joel Martí. Este
trabajo se inscribe en el
proceso reciente de transformación universitaria en Uruguay, en
particular, en
una de sus iniciativas: la de la integración curricular de la
extensión a
través de lo que se ha denominado “prácticas
universitarias integrales”. En
este marco, la reflexión teórico-metodológica
sobre la extensión crítica y las
prácticas de investigación-acción conectadas con
ella resultan fundamentales
para dotar las iniciativas en curso de mayor pertinencia
académica y potencial
transformador.
Palabras clave.
Investigación Participativa, Extensión Crítica,
Universidad.
Abstract. In
this work we present a
comparative study of the productions of some Participative Research
referents.
Texts by Orlando Fals Borda, Paulo Freire, João Bosco Guedes
Pinto, Michel
Thiollent, María Teresa Sirvent and Joel Martí are
analised. This work is part
of the recent process of university transformation in Uruguay, in
particular,
in one of its initiatives: that of the curricular integration of
extension
through what has been called “comprehensive university
practices”. In this
framework, the theoretical-methodological reflection on critical
extension and
the action-research practices connected
with it are essential to provide ongoing initiatives with greater
academic
relevance and transformative potential.
Keywords.
Participative Research,
Critical Extension, University.
En un pasado
reciente (periodo 2007-2014) la
Universidad de la República (Udelar, Uruguay) comenzó un
momento de
transformaciones que procuró alcanzar tanto a sus
políticas educativas, de
investigación y de extensión como a su
organización académica, sus modos de gestión
y su ley orgánica. En este contexto, el Servicio Central de
Extensión y
Actividades en el Medio de la Udelar (SCEAM) impulsó un conjunto
de iniciativas
dirigidas a generalizar las experiencias de extensión en todas
las áreas de
conocimiento y espacios académicos universitarios procurando su
integración al
quehacer educativo curricular de los estudiantes y a los procesos de
investigación. A su vez, se procuró fortalecer el
vínculo entre la universidad
y la comunidad, las organizaciones sociales y los sujetos populares, a
través
de programas universitarios con base interdisciplinaria y territorial y
experiencias de trabajo con organizaciones en el medio urbano y rural.
Este proceso de
desarrollo de la extensión en los
sentidos mencionados ha provocado una serie de desafíos
teóricos y
metodológicos, al tiempo que ha interpelado nuestras
prácticas y concepciones
de extensión en sus dimensiones pedagógicas y
epistemológicas. ¿Cómo interviene
la extensión en el proceso formativo de los estudiantes?
¿Es campo de aplicación
de contenidos curriculares disciplinares o es fuente de
provocación de
problemas novedosos para la interpelación interdisciplinar?
¿Cómo se integra la
extensión a los procesos de creación de conocimiento?
¿Es el lugar donde acuden
los investigadores en busca de problemas y aporte de respuestas o es la
extensión parte del propio proceso de investigación y
transformación? Por
último: ¿es posible concebir experiencias en las que las
prácticas de formación
de estudiantes y de creación de conocimiento se den dentro de y
junto a los
procesos de transformación social y sus protagonistas?
¿Cuáles son las teorías
y metodologías que nos ayudan a concebir y emprender estos
desafíos? El
presente trabajo se enmarca en este conjunto de interrogantes y
reflexiones y
en la preocupación por robustecer el debate
teórico-metodológico en y de la
extensión.
Desde sus
diferentes conceptualizaciones y
experiencias, la investigación participativa (IP) aporta a
nuestras prácticas
educativas algunos elementos que permiten problematizar los modos
hegemónicos
de producción de conocimiento en general y en las propias
universidades. De
manera particular tiene como objetivos procurar procesos
epistemológica y
metodológicamente alternativos. Dicha diferencia radica, al
menos, en los
siguientes tres elementos: a) en la IP, a la vez que se investiga se
actúa
sobre la realidad procurando su transformación; b) la
participación de todos
los sujetos es condición fundamental-necesaria; c) dicha
participación no sólo
da cuenta de la toma de decisiones a lo largo de los procesos de
intervención,
sino que los reconoce también en tanto poseedores de un saber propio y los habilita como
coproductores de un conocimiento nuevo.
Fals Borda
entiende que:
en la investigación
participativa se combinan por lo menos dos elementos observables que la
deslindan de otras formas de trabajo científico o investigativo:
a) una
estructura valorativa o ideológica con actitudes críticas
relacionadas con el
conocimiento y su utilización, el contexto social y patrones
culturales en vías
o en necesidad de mejoramiento y cambio; b) una batería de
técnicas de encuesta
multidisciplinarias combinables, derivadas de una sola lógica
inmanente de
investigación científica y de una epistemología
holística o extensa, como viene
explicado. En consecuencia (…), la investigación
participativa puede definirse
como un método de estudio y acción que va al paso con una
filosofía altruista
de la vida para obtener resultados útiles y confiables en el
mejoramiento de
situaciones colectivas, sobre todo para las clases populares. Reclama
que el
investigador o investigadora base sus observaciones en la convivencia
con las
comunidades, de las que también obtiene conocimientos
válidos. Es inter o
multidisciplinaria y aplicable en continuos que van de lo micro a lo
macro de
universos estudiados (de grupos a comunidades y sociedades grandes),
pero
siempre sin perder el compromiso existencial con la filosofía
vital del cambio
que la caracteriza. (2009, 319-320)
En el presente
trabajo procuraremos dar cuenta
sintéticamente de los elementos centrales de la obra de algunos
autores de
referencia de la IP: Orlando Fals Borda, Paulo Freire, João
Bosco Pinto, Michel
Thiollent, María Teresa Sirvent, y Joel Martí. Algunos de
estos autores
trabajan específicamente la propuesta de Investigación
Acción Participativa
(IAP), como Fals Borda, otros la denominan como Investigación
Acción (João
Guedes Bosco Pinto, Michel Thiollent, y Joel Martí), otros
incluyen a la IAP
como un tipo específico de IP (Sirvent). Fals Borda, principal
referente del
tema, nomina a esta concepción y metodología de
investigación como IAP en la
primera etapa de su obra, y luego pasa a referirse a ella como IP (en
algunos
artículos habla de Investigación Militante). La
inclusión de Freire como uno de
los autores que han aportado a la propuesta de la investigación
participativa,
se fundamenta en la propuesta metodológica de los procesos de
“post
alfabetización” que describe fundamentalmente en su obra Pedagogía del oprimido (1987). De este modo,
aquí hablaremos en
general de la IAP, incluyendo la nominación específica
cuando hablemos de la
propuesta particular de cada autor.
Los autores
seleccionados provienen de contextos
histórico-sociales y académicos diferentes, pero tienen
en común la
preocupación central por generar prácticas de
investigación desde y para la
transformación de la sociedad con la participación
directa de los sujetos
involucrados.
Como parte de un
debate vivo y heredero de la
praxis, creemos que la comparación de las semejanzas y
diferencias entre estos
autores, así como el punto de partida de la inclusión de
los sujetos populares
en la orientación del trabajo académico, plantea un
necesario conflicto con la
concepción hegemónica de producción de
conocimiento, desarticulando el rol
estereotipado –e ideológicamente conservador- del
intelectual como único
depositario del saber.
Esta
sección responde al interés de evidenciar los
rastros históricos que aparecen en la investigación
participativa al revisar
las referencias bibliográficas.
En dicha
revisión bibliográfica tomamos contacto
con diversas producciones teóricasque hacen descripciones de los
antecedentes
teórico-conceptuales de la investigación participativa,
pero hay dos que nos
permiten seguir cierta línea del tiempo de forma organizada y en
los cuales nos
apoyaremos, las de Orlando Fals Borda y María Teresa Sirvent.
Siguiendo a Fals
Borda podemos constatar que hay
ciertos elementos conceptuales que ofician de
“raíces” de la investigación
participativa, entre ellos encontramos: “la psicología
social (Lewin), el
marxismo (Lukacs), el anarquismo (Phudhon, Kropotkin), la
fenomenología
(Husserl, Ortega), y las teorías liberales de la
participación (Rousseau, Owen,
Mill)” (2014, 260).
A esas
raíces, dice Fals Borda, se le sumaba la
preocupación de las metodologías participativas por
recuperar de forma rigurosa
y pertinente los saberes de la “gente común” en la
producción de conocimientos,
enfrentándose para ellos a los metarrelatos predominantes
(liberalismo y
desarrollismo) y al planteo hegemónico de ciencia y
conocimiento.
Todo esto lo
lleva a significar ciertos
cuestionamientos al pensamiento científico y sus aportes, dando
cabida a un
movimiento en los sesenta y los setenta que al calor de los procesos
políticos
latinoamericanos
[1]
fue
recuperando experiencias e iniciando caminos de investigación
participativa. Es
así que Fals Borda señala a 1970 como un año
crucial donde distintos trabajos
impulsaron los referidos caminos. Entre ellos vale mencionar:
·
La aparición
del denominado
“Ejército de la Tierra” de la India, que realizaba
masivas tomas de tierras de
forma pacífica, que contó con un dirigente llamado
Kaluram con formación social
que sentó los principios de la IP.
·
La
organización y puesta en marcha
de la ONG “Rosca de Investigación y Acción
Social”, la cual cooperaba con los
campesinos e indígenas en su lucha contra el latifundio en
Colombia; de dicho
colectivo participaba el propio Fals Borda.
·
La experiencia de
inmersión
participativa de la antropóloga Marja Liisa Swantz en la aldea
de Bunju de
Tanzania.
·
Las lecturas
clandestinas de los
aportes de Paulo Freire durante la dictadura brasileña y de su
exilio en
Suiza..
[2]
·
Las acciones
críticas de ciertos
intelectuales en la Universidad Nacional Autónoma de
México, a la vez que otros
críticos como Stavenhagen que desde Ginebra trabajan en torno a
cómo
descolonizar las ciencias sociales.
·
Ciertos esfuerzos en
París, México
y Ginebra convergieron en publicaciones críticas que se
plasmaron en la revista
Aportes, en la serie de lecturas de
conferencias del Foyer John Knox y en la casa editorial Nuevo Tiempo, a
lo cual
se suma la presencia pública de integrantes de la escuela de
Frankfurt (tras el
mayo de 1968) como Bottomore, Lefebvre y Hobsbawn, desafiando la
institucionalidad dominante.
·
Asimismo, la
publicación del libro
Contra el método de Feyerabend,
colega de Kuhn,
[3]
el cual
suministra fuerza a los
planteos de transformación sociopolítica de las
sociedades a través de
interrogar desde la filosofía anarquista a la
epistemología y a las prácticas
científicas (Fals Borda, 2010).
Por su parte,
Sirvent plantea que estos procesos
de repensar la investigación dieron cabida a que los
científicos sociales y
educadores se comenzaran a preguntar con más fuerza y a la luz
de la realidad,
cuál es la pertinencia de los trabajos científicos: para qué, y la naturaleza de los
“beneficiarios”: para quién. En
definitiva, a cuestionar
el paradigma hegemónico de ciencia y conocimiento.
También,
señala Sirvent (2008), la investigación
participativa está inscrita en la historia de las
metodologías de las ciencias
sociales y en particular en los métodos cualitativos. En dicha
historia se
encuentran ciertos antecedentes vinculados al cómo
se produce el conocimiento, mencionemos algunas:
·
En la
sociología americana a
partir de 1920 se difunde el uso de documentos personales y la
observación
participante como metodologías cualitativas. A las cuales se le
van sumando
otras en las décadas de los sesenta y los setenta.
·
En 1967, el libro The Discovery of Grounded Theory. Strategies
for Qualitaties Research de Glaser y Strauss, donde “se
plantea el ‘método
comparativo constante de análisis cualitativo’ para la
generación de teorías y
el uso flexible de datos” (p. 80).
De esta forma
toma fuerza la investigación
participativa, el interés por el contexto del descubrimiento
frente a la
verificación de datos y la utilización de métodos
y técnicas que aportan a la
compresión de un objeto que empieza a verse como sujeto. Lo
participativo surge
como clave fundamental tanto en el relevamiento como en el
análisis de los
datos (Sirvent, 2008).
Analizando
históricamente el recorrido de la
investigación participativa podemos encontrar tres grandes
elementos que
confluyen: las ciencias sociales críticas, el trabajo junto a
movimientos
sociales, y la búsqueda de acciones educativas orientadas a la
transformación
social en América Latina.
Basados en los
mismos tres grandes elementos y en
el mismo contexto histórico se desarrolló un importante
número de experiencias
que se fueron cobijando bajo el nombre de Educación Popular.
Afirma Sirvent
que, más allá de las diversas experiencias y elementos
presentes en la
Educación Popular, comparte con la Investigación
Participativa una serie de
elementos coincidentes vinculados a la intencionalidad política
y pedagógica.
Pero cabe destacar que al ámbito de la educación se le
suma el de la sociología
como raíces de la investigación participativa (Sirvent,
2008).
Para dar cuenta
de esas raíces es bueno apoyarse
en el esfuerzo de sistematización y clasificación que
realiza Marcela Gajardo
(1984). Por un lado, señala en el ámbito de la
sociología y las ciencias
sociales críticas, un quiebre con la investigación
científica a partir de
exigir una toma de partido por las realidades que se abordan y un
sentido de
transformación social de su tarea, además de plantear la
necesaria relación
entre teoría y práctica, y replantear la relación
objeto-sujeto. En la misma dirección,
Fals Borda retoma y resignifica, junto a otros colegas como los
integrantes de
la ONG “Rosca de Investigación y Acción
Social”, la investigación acción en el
ámbito de la sociología. Ese trabajo, que tiene como
principio tomar partido
por los intereses de los movimientos populares y hacer de estos actores
activos
de la investigación tanto en la definición de contenidos
como parte del proceso
investigativo, terminó configurando la metodología de
investigación acción
participativa (IAP). Por otro lado, nos encontramos en ese mismo
ámbito con la
investigación militante, la cual nace en la Venezuela de 1970
tomando como eje
central el compromiso y participación
político-partidaria. En dicha estrategia
es central la idea gramsciana del intelectual orgánico, por lo
cual la
producción de conocimiento nace y tiene como fin favorecer la
práctica
política.
En el
ámbito de la educación, siguiendo a Gajardo
(1984) y a Sirvent (2008), nos encontramos con el aporte central de
Paulo
Freire y la educación popular en el contexto de reforma agraria
en distintos
países de América Latina, así como otras
experiencias de educación para adultos
realizadas desde 1960 en el Departamento de Extensión
Universitaria de la
Universidad de Buenos Aires, tras tomar como antecedente la perspectiva
francesa del grupo “Peuple et Culture”. En ese mismo
momento histórico,
siguiendo a Jorge Bralich (2006), en Uruguay se desarrollaron varias
experiencias de extensión a nivel de la educación
superior y educación popular
que tienen entre sus expresiones más significativas las
“misiones
socio-pedagógicas” en el medio rural. De esa variada gama
de experiencias de
investigación participativa vinculadas a los procesos de
educación para adultos
de sectores populares, se puede distinguir (Gajardo, 1984; Sirvent
2008): a) la
investigación temática, que tuvo una de sus principales e
iniciales
experiencias en el Chile de 1960 con la estrategia el estudio colectivo
de la
cotidianidad de los campesinos, y que favorece la toma de decisiones
educativas. Se da en esos procesos “un movimiento
dialéctico donde se articulan
tres aspectos; investigación, tematización y
problematización” (Sirvent, 2008,
p. 89);
b)
investigación-acción en los procesos de
planificación local y organización comunitaria. Este tipo
de investigación
participativa da cuenta del proceso que tiene como referencia la obra
de Joâo
Bosco Guedes Pinto desde 1974 que, a partir de la propuesta
metodológica de su
“Taller Nacional de Educación de Adultos en Áreas
Rurales”, dio lugar en Brasil
a múltiples experiencias en órganos vinculados a la
acción comunitaria y el
desarrollo rural. Dicha metodología cuenta con tres momentos
clave:
investigación, tematización y programación; c)
investigación en la acción,
asociada a una variada gama de experiencias de corte evaluatorio en el
marco de
la educación participativa. Es en la educación y no en la
investigación donde
está presente el componente participativo. Un ejemplo es la
experiencia
“Programa para padres e hijos” que se desarrolló en
Chile desde 1974 (Sirvent,
2008); d) investigación participativa, que surge en los
años setenta en el
contexto de regímenes autoritarios y modelos de desarrollo
caracterizados por
la concentración de la riqueza y el poder. Parte de la base y
sintetiza las
propuestas anteriores, así como el análisis
crítico de experiencias
desarrolladas en 1976 en seis aldeas de Centro América que
partieron de la
noción Necesidades Educativas Básicas –no como
justificación de una educación
para pobres o limitada, sino basada en la idea de democratizar la
educación en
los sectores populares y propiciar una educación crítica
permanente-. A partir
de dicho análisis Guy Le Boterf (1979) elaboró los
lineamientos generales de la
investigación participativa. Esta variante da cuenta de
“que no existe un
modelo único de investigación participativa, ya que se
trata de adaptar el
proceso a las condiciones específicas (recursos, limitaciones,
contexto
sociopolítico, objetivos seleccionados) de cada situación
concreta” (Sirvent,
2008, 93).
Sin lugar a
dudas, este breve relato histórico de
la investigación participativa nos sirve para encuadrar los
capítulos
siguientes donde a partir de un grupo de autores realizamos un
análisis
comparativo de determinadas dimensiones sin desconocer los contextos
donde desarrollaron
sus aportes.
Según Fals
Borda, en los orígenes de la propuesta
de la investigación participativa confluyen “tres grandes
retos” que tienen que
ver con el plano epistemológico de la propuesta: el primer reto,
“las
relaciones entre ciencia, conocimiento y razón; el segundo, con
la dialéctica
entre teoría y práctica; y el tercero, con la
tensión entre sujeto y objeto” (2010,
241).
El contexto
general de la confluencia de estos
“retos” era la pretensión de descolonizar la
producción de conocimiento
básicamente desde pensadores latinoamericanos (pero
también en conocimiento y
articulación con pensadores de países asiáticos y
africanos).
Con
relación a las relaciones entre ciencia,
conocimiento y razón, la principal asunción que se
realiza desde la propuesta
de la investigación participativa es que la ciencia es una
construcción social
y como tal “queda sujeta a interpretación,
reinterpretación, revisión y
enriquecimiento” (Fals Borda, 2010, 242). En este sentido se
postula que “el
criterio principal de la investigación debería ser la
obtención de
conocimientos útiles para adelantar causas justas”
(ibidem). En esto que podríamos
catalogar como “populismo epistemológico”, Fals
Borda adelanta que se trata de
un “rescate crítico de lo popular” y no de una
“apología del populismo”
(ibidem).
En La
ciencia y el pueblo Fals Borda sostenía que la ciencia se
construye
mediante la
aplicación
de reglas, métodos y técnicas que obedecen a un tipo de
racionalidad
convencionalmente aceptada por una comunidad minoritaria constituida
por
personas humanas llamadas científicos que, por ser humanas,
quedan precisamente
sujetas a las motivaciones, intereses, creencias y supersticiones,
emociones e
interpretaciones de su desarrollo social específico. (1981, 20)
En cuanto a la
relación teoría y práctica, lo que
se plantea es la “búsqueda de una estructura valorativa
basada en la praxis”
(Fals Borda, 2010, 243), partiendo de la reflexión
crítica de pensadores como
Camilo Torres y Paulo Freire, entre otros. Freire abordaba la praxis
como un
elemento sustantivo, que puede ser
(...) comprendida
con la relación estrecha que se establece entre un modo de
interpretar la
realidad y la vida, y la consecuente práctica que proviene de
esta comprensión,
conduciendo a una acción transformadora. Se opone a las ideas de
alienación y
domesticaficación, generando un proceso de actuación
consciente que conduce a
un discurso sobre la realidad para modificar esta misma realidad.
(Rossato,
2008, 7)
Uno de los
niveles que tiene mayor incidencia en
la delimitación de la propuesta de la investigación
participativa es la
relación sujeto/objeto. En este sentido, la síntesis que
realiza Fals Borda
parte del concepto de “reciprocidad simétrica” de
Agnes Heller que
(...) incluye
respeto y aprecio mutuos entre los participantes y también entre
los humanos y
la naturaleza, con el fin de arribar a una relación horizontal
de sujeto a sujeto.
Además, la resolución de esta tensión se nos
convirtió en otra forma de definir
lo que es una auténtica participación, distinta de las
versiones manipuladoras
(…) y como fórmula para combinar diferentes clases de
conocimiento. Al
aplicarse plenamente, esta filosofía participativa podía
producir cambios en la
conducta personal, y también transformaciones sociales y
colectivas, como en
los movimientos políticos. (Fals Borda, 2010, 245)
De aquí se
deriva la idea o propuesta de una
epistemología holística o extensa (Fals Borda, 2009).
Estos fundamentos
son la base de la propuesta de
“devolución” o “restitución
sistemática” que tiene la finalidad de “facilitar
la apropiación social del conocimiento” (Fals Borda, 2010,
245).
3.2.
La investigación participativa como “nuevo paradigma”
[4]
Sistematizando
las discusiones de 8 reuniones de
la red internacional de Investigación Participativa, realizadas
entre 1977 y el
año 2000 en diferentes partes del mundo, Fals Borda postula que
en ese período
de tiempo se afianzó la propuesta inicial de la búsqueda
de un paradigma
alterno al paradigma positivista dominante.
La
síntesis de la orientación general de este
nuevo paradigma surge a partir de
(...) combinar la
praxis con la ética, el conocimiento académico con la
sabiduría popular, lo
relacional con lo existencial, lo sistemático con lo fractal.
Rompe la
dicotomía sujeto-objeto. Se inspira en el concepto
democrático pluralista de
alteridad y de servicios, que favorece vivir con las diferencias, y que
introduce perspectivas de género, clases populares y
plurietnicidad en los
proyectos. Pero este paradigma no aparece aún como algo
redondeable o final:
sigue vivo el rico desafío estratégico de la apertura del
proyecto que la IAP
no se construya como algo excluyente o totalista. (Fals Borda, 2010,
249)
El
carácter de este paradigma emergente es que
está basado en la alteridad: “reconocer y valorar el saber
del otro” pero
además “rechazando dogmas y verdades absolutas,
aprendiendo a convivir con las
diferencias, sabiendo comunicar y compartir lo aprendido” (Fals
Borda, 2009,
336).
Este
carácter abierto y en permanente construcción
del paradigma emergente de la investigación participativa
coexiste con los
procesos de institucionalización de la participación
tanto en políticas públicas
diseñadas a nivel transnacional como en su aplicación
nacional y local. Fals
Borda plantea la preocupación de los efectos que la
“cooptación del método
participativo” por parte de organismos como el Banco Mundial o
las Naciones
Unidas pueda generar sobre estas políticas y particularmente
sobre los sujetos
que son sus destinatarios (Fals Borda, 2010b, 263).
En este sentido,
Fals Borda sostiene que, para
evitar una cooptación negativa del método participativo,
los trabajos de la
investigación participativa deben ser “reconocidos como
‘esfuerzos
emancipatorios’ o liberadores y no como expresiones de expórtese, es decir, como logros para corregir
procesos
desequilibrados y/o injustos de cambio social, alienación y
devastación
ecológica” (Fals Borda, 2009, 334).
3.3.
Los avances del paradigma de la IP
Los avances que
este nuevo paradigma en
construcción ha logrado a partir de la expansión de la
investigación
participativa son los siguientes:
1.
Ciencia/conocimiento
interdisciplinario centrado en realidades y problemas propios.
2.
Construcción de una
ciencia/conocimiento útil al servicio de los pueblos.
3.
Construcción de técnicas que
faciliten la búsqueda del conocimiento en forma colectiva.
4.
Búsqueda mutuamente respetuosa de la
suma de saberes entre el conocimiento académico formal y la
sabiduría informal
y/o experiencia popular.
5.
Transformación de la
personalidad/cultura del investigador participante para enfatizar su
vivencia
personal y compromiso moral e ideológico con las luchas por el
cambio radical
de las sociedades (Fals Borda 2010b, 264).
Sirvent nos hace
notar que entre aquellos que se
adscriben a la investigación participativa hay diferencia
respecto a si puede
llegar a consolidarse como “un nuevo paradigma”. Ella misma
considera que, si
bien son esfuerzos importantes, dicha investigación “no
constituye por el
momento un paradigma alternativo a la investigación
clásica, ni es la única
estrategia alternativa válida” (2008, 98).
La
investigación participativa está basada en una
concepción dialéctica de la realidad y coherente con un
proceso de generación
de conocimiento que busca dar respuesta a condiciones históricas
específicas y
no con un abordaje del objeto de estudio en términos
acumulativos. En tal
sentido, se aleja de la visión de la investigación
participativa como nuevo
paradigma de las ciencias sociales que sostienen autores como
Joâo Francisco de
Souza (Sirvent, 2008).
Como fue
expresado en el inicio de este trabajo,
haremos un comparativo de las propuestas metodológicas
diseñadas por los
principales autores en el tema. Para realizar esta comparación
se tomarán las
tres fases o etapas centrales en las propuestas metodológicas de
los autores
considerados: etapa exploratoria, etapa de producción y
socialización de
conocimientos y etapa de transformación.
El siguiente
cuadro síntesis nos permitirá ordenar
la presentación de las propuestas y dará pautas de las
fases o etapas que
componen los distintos despliegues metodológicos.
Cuadro 1. Fases de las Metodologías de
Investigación acción según autoría.
AUTOR/A
|
PROPUESTA
|
FASE 1
|
FASE
2
|
FASE 3
|
PAULO
FREIRE
|
Procesos de post
alfabetización
|
Círculos de
investigación |
Círculos de cultura |
|
ORLANDO FALS BORDA
|
Iap |
Análisis de clase |
Generación
de conocimientos |
Devolución sistemática
|
JOAO
BOSCO GUEDES PINTO
|
INVESTIGACIÓN ACCIÓN
|
MOMENTO 1:
INVESTIGACIÓN
CÍRCULOS DE
INVESTIGACIÓN
|
MOMENTO 2:
TEMATIZACIÓN
|
MOMENTO 3:
PROGRAMACIÓN
ACCIÓN
CÍRCULOS DE ESTUDIO
|
MARIA TERESA
SIRVENT
|
Ii
Investigación participativa
|
Conformación
grupo de trabajo
Diagnóstico de necesidades y
problemas
|
Espacio de educación popular
|
Organización de acciones de
transformación
|
MICHEL THIOLLENT
|
INVESTIGACIÓN ACCIÓN
|
FASE EXPLORATORIA DIAGNÓSTICO
DE PROBLEMAS
|
FASE SEMINARIO
PROBLEMATIZACIÓN
TEORIZACIÓN
|
PLAN DE ACCIÓN
|
JOEL MARTÍ
RED CIMAS
|
INVESTIGACIÓN ACCIÓN
|
GRUPO CONOCIMIENTO CONTEXTUAL
|
ETAPA EXPLORATORIA
TRABAJO DE CAMPO
TALLERES
|
PROGRAMA DE
ACCIÓN INTEGRAL
PAI
|
Fuente: elaboración propia
4.1.
La propuesta de post-alfabetización de Paulo Freire
La propuesta de
Paulo Freire vinculada a los procesos de
post-alfabetización
[5]
ha
sido precursora de
varias iniciativas de investigación acción,
particularmente las de João Bosco
Guedes Pinto y Fals Borda. En este último caso, Fals reconoce
que uno de los
orígenes de la propuesta de IAP que estaba en gestación
es el pensamiento de Freire.
Entre aquellos
trabajos de 1970 que tuvieron efectos considerables en nuestras
subsecuentes
actividades con el empleo de la Investigación (Acción)
Participativa que se fue
formando, destaco los siguientes (…) [enumera varias influencias
y menciona la
obra Freiriana de esta manera] La comunicación
subterránea, de mano en mano,
que facilitó la lectura en el Brasil del clásico libro de
Paulo Freire, Pedagogía
del Oprimido, antes de su
publicación por fuera del país durante el mismo
año. (Fals Borda, 1999, 74-75)
La
síntesis de esta propuesta de Freire la tomamos
de un trabajo anterior (Tommasino, González, Guedes y Prieto,
2006) en donde
analizamos estos planteos con cierta profundidad.
El inicio del
trabajo consiste en la búsqueda del
contenido programático del proceso educativo transformador.
Freire denomina a
esta primera etapa “investigación temática”,
implica investigar el conocimiento y las formas de pensar de los
sujetos
participantes del proceso. Esta instancia se realiza a nivel de los
“Círculos
de investigación” y es donde se descubren los “temas
generadores”.
[6]
Luego de
contactos iniciales en los territorios de
trabajo es necesario que algunos de los asistentes a las primeras
reuniones
sean parte del equipo investigador, con una presencia activa en el
proceso. Es
vital la participación de los integrantes de la población
por lo que el
seminario (instancia colectiva de intercambio) debe ser realizado en el
área de
trabajo. Esto constituye lo que se puede llamar una segunda instancia
de
“decodificación”, instancia de “re-admiración” de la realidad “admirada” por el
equipo.
Nos acercamos
aquí a los “núcleos centrales de las
contradicciones principales y secundarias” de la
población. Es clave estudiar
los niveles de percepción que se tienen sobre los núcleos
de contradicciones
incluidas las contradicciones principales de la sociedad. Las
“situaciones
límites” como realidades concretas
determinan tareas que pueden ser diferentes en distintas circunstancias
y
situaciones límites. Freire (1987) nos propone que el nivel de
conciencia real
de los individuos a veces no permite ver más allá de la
“situación límite”. No se
puede visualizar lo que Freire
llama el “inédito viable”. Para visualizar lo
“inédito viable” la acción debe
elevar el nivel de conciencia a la “conciencia máxima
posible”. El “inédito viable”,
o el sueño posible,
“se concreta en una acción”. El
“inédito viable” en un futuro va a ser construido en
una nueva realidad
transformada y transformándose.
Captadas las
contradicciones básicas debe tomarse
alguna de ellas y construir las “codificaciones”
que pueden ser pintadas, fotografiadas u orales. Las
codificaciones deben contener situaciones conocidas por los sujetos, lo
que
posibilita su reconocimiento. Su “núcleo
temático” no debe ser ni demasiado
explícito ni demasiado enigmático, conviene que sean
simples en su complejidad
y ofrecer posibilidades plurales de análisis durante el cual
aparecen otros
temas.
La
decodificación permite analizar la “percepción
de la percepción anterior”, un conocimiento del
conocimiento anterior, lo que
determina un nuevo conocimiento. El proceso de decodificación
implica abstraer,
sin reducir lo concreto a lo abstracto. Lo concreto y lo abstracto son
opuestos
en relación dialéctica, son opuestos que se dialectizan
en el acto de pensar.
La situación abstracta, codificación, lleva a este
movimiento de pensamiento.
Ese movimiento de ida y vuelta de lo abstracto a lo concreto se da en
el
análisis de una situación codificada. Si se hace bien la
decodificación,
consecuentemente, conduce a la percepción crítica de lo
concreto (Freire, 1987).
La tercera fase
de “investigación temática”
comienza con el funcionamiento de los
“Círculos de investigación temática”,
con un máximo de veinte personas. Durante
el trabajo de decodificación de los círculos, el papel de
educadoras y
educadores no es solamente oír, es desafiar a las personas cada
vez más,
problematizando la decodificación con las respuestas que van
surgiendo.
Terminadas las
decodificaciones de los círculos,
los investigadores dan comienzo a un estudio sistemático e
interdisciplinario
de sus hallazgos. Los temas serán clasificados en un
“cuadro general de
ciencias”, lo que no debe implicar una esquematización y
separación tal que
limite áreas aisladas de conocimiento.
Dentro de cada
campo, los especialistas de equipo
presentarán una reducción de su tema. Serán
preparados pequeños ensayos de los
temas y se buscarán subsidios bibliográficos, y todo este
material será
ofrecido a “los “educadores-educandos” de los Círculos de cultura. El equipo podrá
introducir algunos temas que
no fueron identificados en los Círculos
de investigación. Si la programación educativa es
dialógica, existe el
derecho de educadores, educadoras, educandas y educandos de participar
de ella,
incluyendo temas no sugeridos. A estos, por su función, los
llama “temas
bisagras o plegables” (Freire, 1987).
[7]
Junto con las
codificaciones se debe preparar
material didáctico, como fotografías, carteles, textos de
lectura, o cualquier
otro material. El programa general será presentado a los grupos
por educadoras
y educadores de base. De esa manera quedan instalados los
“Círculos de
cultura”, en los cuales se procederá con la misma
metodología
“problematizadora” y “concientizadora”
partiendo de los niveles de comprensión
de la realidad, y su superación, en la acción. La
práctica será
sistemáticamente reflexionada, de la cual surgirá una
práctica cada vez más
crítica así como nuevos temas, nuevos contenidos
programáticos, transformando
el proceso de los círculos en “dialéctico y
dinámico”. La tarea del “contexto
teórico” del Círculo de Cultura es superar
la “inmersión” que determina la cotidianidad,
llegando a comprender la razón de
ser de la propia condición de explotación. Pero teniendo
claro que la
conciencia no se transforma sino en la praxis, la
concientización como “empeño
desmitificador” se da solamente en la acción y en la
reflexión y, por eso, los
Círculos de Cultura, de acuerdo con cada realidad local,
buscarán caminos que
la transformen, convirtiéndose, inclusive, en “Centros
de Acción Política”
[8]
.
4.2.
La propuesta de Investigación Acción Participativa de
Orlando Fals Borda
La propuesta de IAP
de Orlando Fals Borda
[9]
y su grupo
es
tal vez la de mayor importancia e influencia a la hora de pensar el
trabajo
junto a los sectores populares latinoamericanos. En torno a la
década del
setenta, el grupo comenzó a sentar las bases de la IAP. Este
compromiso-acción,
inspirado en la praxis, encontró fundamento en la actividad
iconoclasta de
líderes del Tercer Mundo como el
sociólogo-sacerdote-guerrillero Camilo Torres
en Colombia, a quien delineamos como prueba del “subvertor
moral”, del educador
Paulo Freire tomamos el atrevido modelo de la
“concientización dialógica”, del
Mahatma Gandhi, la práctica de la no-violencia y del presidente
tanzanio Julius
Nyerere, sus políticas de “ujamaa” para el progreso
y la justicia en las
atrasadas aldeas africanas.“ (Fals Borda, 1999, 79)
Sostiene que
persigue como guía de la práctica el
“binomio teoría/praxis” y que el conocimiento debe
estar al servicio de mejorar
la práctica, como lo plantearon los educadores vinculados a la
concientización
(1999, 79).
Su propuesta
establece una postura que se aleja de
la “distinción positivista entre sujeto y objeto”
derivada de las ciencias
naturales, impidiendo de esta manera la “mercantilización
o cosificación” de los procesos humanos
que se da en el
marco de la investigación clásica y en las
políticas desarrollistas (op. cit. 80) (1999, 80). De esta forma entiende
contra-productivo
para nuestro trabajo considerar al investigador y al investigado, o al
"experto" y los "clientes", como dos polos antagónicos,
discordantes o discretos. En cambio, queríamos verlos a ambos
como seres
“sentipensantes", cuyos diversos puntos de vista sobre la vida en
común
debían tomarse en cuenta conjuntamente. (1999, 80)
Su planteo
recupera ideas de Antonio Gramsci y
sostiene que se propone transformar el sentido común en el
“buen sentido”, de
forma de sobreponerse a las concepciones autoritarias de la
religión y el
propio sentido común, procurando generar “transformaciones
libres” dirigidas a la acción social.)
Su propuesta
incluye procesos de “restitución” o
“devolución sistemática”
a los efectos de generar apropiación social del conocimiento
generado.
Establece formatos y técnicas diferenciales de
comunicación según los niveles
educativos de los sectores con los cuales se vinculan los equipos.
Aquí
recupera y rectifica la “historia oficial o elitista”,
reinterpretándola en el
sentido de los intereses diferentes de clase social. Además de
utilizar
técnicas de la educación popular, afecta el estilo de
escritura e introduce un
estilo literario al que denomina Logos-Mytohs
de dos lenguajes combinados y simultáneos (Fals Borda, 2002).
En uno de sus
textos, Fals Borda propone abordar
la IAP en cuanto Investigación Militante. En un texto de 1986
propuso sus
principales características y fases. En esta obra plantea una
primera etapa a
la que designa “Análisis de clase”. Aquí se
analiza la estructura de clases que
se despliega en el territorio. Se vincula sobre todo con el
proletariado y con
el campesinado y sectores vinculados a la agricultura, la pesca, la
madera o la
minería.
En una segunda
fase, a la que designa como
“generación de conocimiento”, el
“investigador” intenta visualizar los temas y
enfoques que son objeto de preocupación para los grupos con los
cuales se
trabaja. Con esos grupos se eligen los temas y se elaboran y trabajan
de
acuerdo con el “nivel de conciencia política y capacidad
de acción que allí se
encuentra”. No se parte del nivel de conciencia política
del investigador sino
del nivel de los sectores populares con los cuales se trabaja. Se
utilizan
técnicas de estudio activas y van emergiendo los
“investigadores locales” y se
comienza a generar el conocimiento dentro de los grupos.
La tercera etapa
se denomina “Recuperación
crítica” y
consiste en buscar las “raíces históricas de las
contradicciones” que generan la
lucha de clase de la región. Especialmente las
“instituciones” que sirvieron al
pueblo “para defenderse de sus explotadores”.
[10]
Plantea
finalmente una etapa a la que designa como
“Devolución sistemática” que
consiste en comunicar a los grupos de manera “sistematizada,
ordenada y
racional”. Afirma que no se trabaja para publicar, e inclusive
observa que esto
puede ser un inconveniente táctico.
Como forma de
síntesis de esta propuesta de Fals
Borda podemos recuperar su concepción con relación a
estas intervenciones.
[Nos manifiesta que
se puede]ver a la IP no sólo como una metodología de
investigación, sino al
mismo tiempo como una filosofía de la vida que convierte a sus
practicantes en
personas sentipensantes. Y de allí en adelante, nuestro
movimiento creció y
tomó dimensiones universales. (Fals Borda, 1999, 82)
Y complementa
estas afirmaciones planteando que:
La IAP no ha sido
una simple búsqueda de conocimientos. También conlleva
una transformación en
actitudes y valores individuales, en la personalidad y en la cultura,
vista
como un proceso altruista. Tal puede ser el sentido más profundo
de la IAP como
proyecto histórico. Por lo tanto, ethos de
liberación/emancipación va
relacionado con un nuevo desafío intelectual; la
construcción de un paradigma
práctica y moralmente satisfactorio para las ciencias sociales,
con el fin de
hacerlas congruentes con el ideal de servicio. (1999, 85)
4.3.
La propuesta de Investigación Acción de João Bosco
Guedes Pinto
João Bosco
Guedes Pinto ha sido uno de los autores
y prácticos de esta metodología que ha tenido más
influencia en los procesos
vinculados a la extensión rural en América Latina y
particularmente en el caso
de Brasil. En este contexto, fue uno de los impulsores del
“repensar de la
extensión” que acontece en la década del ochenta
del siglo 20. Su influencia
junto con la obra de Paulo Freire, Extensión
o comunicación, ha sido decisiva para cuestionar el
paradigma de la
extensión clásica difusionista en la extensión
brasileña y da lugar a un
proceso que algunos denominan “humanismo crítico”.
Son notorias las influencias
de Freire en las obras de Pinto, particularmente se observa una clara
vinculación entre las propuestas de investigación
temáticas y de
problematización que Freire plantea desde los Círculos de
Investigación y de
Cultura. Pinto plantea en sus fases metodológicas, como puede
observarse a
continuación en el texto, el desarrollo de círculos de
investigación y círculos
de estudios que tienen un abordaje muy semejante a los planteos
freiranos
realizados en el capítulo 3 de Pedagogía
del oprimido.
En algunas de sus
obras, Pinto (1973, 1986)
plantea tres grandes momentos para su secuencia metodológica: un
primer momento
de Investigación, un segundo de tematización, y un
último momento de
programación acción.
El Momento 1,
denominado Investigación, comienza
por la discusión y elaboración de un Marco teórico
común. Continúa por un
proceso vinculado a la Selección de área y unidad
específica, en donde se
realiza una aproximación a la unidad específica, con la
identificación /
formación de grupos estratégicos. Es un momento de
Investigación participante
de la problemática y percepción de la unidad
específica. Tiene como uno de sus
principales cometidos la generación de códigos para
posterior de-codificación
por parte de los participantes. Aquí aparece muy claramente la
influencia
freiriana desde su propuesta de procesos de
“post-alfabetización”. Como punto
culminante y final del Momento 1 se inauguran los Círculos de
investigación en
donde descubren los temas generadores de la propuesta participativa.
El Momento 2 lo
designa como Tematización, en
donde se realiza la “reducción teórica”,
identificación de los elementos de los
procesos y de las relaciones entre los elementos. Existe un proceso de
reducción temática en donde se realiza la
comparación entre los conceptos de
teorización y percepción que tienen los sujetos con los
cuales se trabaja.
A
continuación, se elabora un programa pedagógico
que comprende la elaboración de material didáctico y la
formación de los
coordinadores para los círculos de estudio.
El momento 3 lo
designa como programación acción y
se desarrolla por la puesta en práctica de los Círculos
de estudio en donde se
realiza la priorización de problemas y selección de ideas
proyecto.
Corresponde luego
la irradiación de la acción
educativa, presentación a la población y selección
colectiva de alternativas.
Finalmente, se
realiza la elaboración del proyecto
comunitario en donde se consideran tanto el equipo de trabajo como los
recursos
materiales. Es clave aquí la asignación de tareas y
responsables, capacitación,
ejecución y evaluación del proceso.
4.4.
La Investigación Participativa de María Teresa Sirvent
[11]
En una de sus
propuestas vinculada a la educación
comunitaria, Sirvent (1984) propone el abordaje participativo junto a
las
comunidades en donde toma la investigación participativa como
fuente de esta
práctica. En este texto la autora presenta las
características generales de una
investigación participativa, nos plantea que:
(…) se intenta en
este tipo de investigación transformar el tradicional objeto de
investigación
en sujeto de un proceso reflexivo propio, generando un estilo de
trabajo que
permita una participación real, en la investigación de
todas la personas
envueltas(...) se intenta también, en este nuevo estilo,
redefinir el papel del
investigador superando las limitaciones de sus características
tradicionales.
(…) Se cree que el investigador no deba trabajar de fuera o de
arriba sobre la
comunidad-objeto de estudio sino que también hace parte de su
función generar
las condiciones necesarias para un gradual compromiso y real
responsabilidad de
todos en la investigación (52).
En obras
más recientes, Sirvent (2008) reafirma
algunos de estos conceptos y plantea varios “puntos
críticos actuales” sobre la IP.
Reflexiona por ejemplo
sobre la relación con el paradigma de las ciencias sociales.
Plantea que se han
realizado variadas críticas a la idea de IP como un
“paradigma nuevo y
alternativo en las ciencias sociales” (97). Sostiene en este
punto que la IP no
es por el momento un paradigma alternativo a la investigación
tradicional “ni
la única estrategia alternativa válida”. Plantea
aquí claramente una etapa de
construcción en esa dirección.
Otro nodo
problemático lo vincula a la generación
de conocimiento científico. Plantea que se la vincula a una
escasa producción.
Reflexiona que la falta de aportes al conocimiento científico es
“una de las
notas más preocupantes”. Acuerda que se deben satisfacer
ciertas condiciones de
realización de la investigación y exigencias de controles
epistemológicos que
no son necesariamente positivistas o idealistas ni responden solo a los
intereses de los portadores de una mentalidad capitalista incrustados
en la
ciencia y en la filosofía.
Identifica otro
punto de tensión en la relación
sujeto-objeto. Rechaza la visión que entiende que en la IP
desaparece el objeto
de investigación. Entiende que en todo proceso de conocimiento
hay una relación
con un objeto que intenta ser conocido y plantea que “el proceso participativo
como
componente de la investigación social puede posibilitar que
individuos y grupos
comprometidos con él, ‘objetivicen’ colectivamente
su realidad cotidiana”
(2008, 103).
Descarta el rol
pasivo del investigador. Sostiene:
“no es un rol pasivo. Su “metier” está
caracterizado por una serie de
componentes (procedimientos, destrezas mentales) que busca transferir a
lo
largo del proceso investigativo, facilitando el desarrollo colectivo de
un
pensamiento reflexivo y crítico sobre la realidad” (2008,
104).
También
identifica el proceso participativo como
un punto a repensar. Nos plantea aquí que no es un
“juego” y que “implica la ruptura de
representaciones colectivas e
ideologías cotidianas y significa un proceso de aprendizaje a
través del cual
se cuestiona y se adopta una conciencia crítica de nuestro
sentido común.” Hace
énfasis en considerarla un proceso, “a veces doloroso, de
ruptura y
aprendizaje: es una conquista” (2008, 106).
Con
relación a lo metodológico, nos presenta lo
que entiende como “Modelo global
utilizado”. Distingue
allí varias fases y tareas principales. Plantea
el modelo en trabajos
vinculados a instituciones educativas.
En primera
instancia, la “Determinación de
parámetros básicos de la IP. con la institución
educadora” Aquí se trabaja el
“análisis de demanda institucional” y el origen de
la institución. Se conforma
el equipo central de la IP con participación de la
institución y comunidad. Se
elaboran pautas de trabajo, tiempos, actividades, etcétera. Se
realiza la
capacitación del equipo. Se discute el rol de los investigadores
sociales. En
estas instancias se prefigura la metodología a implementar junto
a la
comunidad.
En segunda
instancia, se seleccionan las
comunidades y escuelas para las experiencias. Para esto se hacen
visitas
exploratorias. Se realizan los primeros contactos y relevamiento
general de la
zona. Se constituye el equipo de trabajo. “Lo importante no es
que todos
participen en todo, sino la conciencia de que la participación
real es un
proceso gradual de aprendizaje y conquista” (2008, 132).
Se procesa la
capacitación del equipo de
investigación. Se procede a organizar la IP determinando
“instituciones, grupos
de población, determinación de roles y funciones,
mecanismos de decisión,
ordenamiento básico de las tareas, etc.” (2008, 132). Se elabora el presupuesto y el calendario.
El próximo
paso consiste en la “capacitación en
servicio del equipo de investigación” realizando un
estudio preliminar de la
zona, instituciones y población. Toda esta etapa está
signada por la
realización de talleres de discusión. Sugiere abordar en
esta etapa la historia
de la comunidad, cuestiones estructurales, grupos sectores, sociales,
clases y
fracciones de clases, empleo, vivienda, educación, densidad
demográfica,
crecimiento poblacional, mortalidad, natalidad, migraciones,
infraestructura.
Se visualiza la red de relaciones formales e informales en la
comunidad. Se
relevan expectativas existentes frente al proyecto en marcha. Se
determinan las
fuentes de información y técnicas de captación de
datos. Se realizan
entrevistas varias, observación sistemática de la vida
comunitaria. Se diseña
un mapa social de la comunidad. Toda esta información
será la base para las
sesiones de retroalimentación y producción colectiva. Se
busca la construcción
de categorías para evidenciar raíces y causas de los
problemas y posibilidades
de acción.
Sirvent plantea
que “se requiere la
identificación, de ser posible, de la lógica de
relaciones: problema-causas y
consecuencias -posibilidades de acción expresadas por la
comunidad como
resultado de las experiencias de vida y de la lucha cotidiana”
(2008, 137).
Luego comienza
una etapa de realimentación con
reuniones con grupos de la comunidad y de las escuelas. Se presentan
los
problemas detectados, su descripción, identificación de
las causas y
consecuencias y determinación de acción colectiva para su
resolución.
4.5.
La propuesta de Investigación Acción de Michel Thiollent
Esta propuesta
está presentada en detalle en su
libro Metodología da Pesquisa Acao
(1988). Allí Thiollent entiende que la IA es una “de
investigación asociada a
diversas formas de acción colectiva que es orientada en
función de la
resolución de problemas o de objetivos de
transformación” (p. 7). Plantea que se
puede aplicar a distintos campos de
actuación como por ejemplo la educación,
comunicación, organización, servicio
social, extensión rural.
Plantea como
definición que es: “un tipo de
investigación social con base empírica que es concebida y
realizada en estrecha
asociación con una acción o con la resolución de
un problema colectivo y en el
cual los investigadores y los participantes representativos de la
situación o
del problema están envueltos de modo cooperativo o
participativo” (14).
Propone tres
fases bien delimitadas que designa
como: “exploratoria”, “seminario” y “plan
de acción”.
La “fase
exploratoria” implica descubrir el campo
de la investigación, los interesados y sus expectativas y
establecer un primer
levantamiento (o diagnóstico) de la situación, de los
problemas prioritarios y
eventuales acciones (p. 48). El equipo debe determinar expectativas,
las
características de la población. Se debe recolectar
información secundaria y
comenzar a dividir tareas. En esta fase se debe reconocer el
área de trabajo,
se consultan mapas, se realizan discusiones directas con representantes
de
varias categorías sociales implicadas.
Thiollent plantea
que los problemas a investigar
se vinculan con inconvenientes o trastornos que exigen una
solución. Muchas
veces se relacionan con la no satisfacción de necesidades
básicas. En esta fase
es importante delimitar los principales problemas. Establece
además que se debe
plantear a partir del problema una “problemática” que es la definición del problema dentro de un
cierto campo
teórico o práctico.
Luego del
levantamiento de todas las informaciones
iniciales, los investigadores y participantes establecen los
principales
objetivos de la investigación. Los objetivos se relacionan con
los problemas
considerados como prioritarios, al campo de observación, a los
actores y al
tipo de acción que estarán focalizados en el proceso de
investigación.
La segunda etapa
o fase es el “Seminario”. A
partir del acuerdo sobre objetivos y problemas comienza la
constitución de
grupos que conducen el proceso y la investigación. Aquí
la técnica fundamental
es el Seminario que reúne los principales miembros del equipo
técnico y
miembros significativos del grupo de población implicada.
El rol del
Seminario es:
1) definir el tema y ecuacionar los problemas para
los cuales la investigación fue solicitada.
2) elaborar la problemática en la
cual serán tratados los problemas y las hipótesis.
3) constituir los grupos de estudio
y equipos de investigación, coordinar sus actividades.
4) centralizar las informaciones.
5) elaborar interpretaciones.
6) acompañar y avalar acciones-
7) divulgar resultados. (59)
La última
etapa es el “Plan de acción” que
Thiollent entiende como una exigencia fundamental. Aquí se debe
definir con
precisión: 1) quiénes son los actores y las unidades de
intervención, 2) cómo
se relacionan los actores y las instituciones: convergencia,
conflictos, 3)
quién toma las decisiones, 4) cuáles son los objetivos o
metas tangibles de
acción y los criterios de su evaluación, 5) plan de
actividades (logística,
recursos humanos y económicos), 6) cómo dar continuidad a
la acción a pesar de
las dificultades, 7) cómo asegurar la participación de la
población e
incorporar sus sugerencias, 8) cómo controlar el conjunto del
proceso y evaluar
sus resultados. El investigador desempeña aquí un papel
auxiliar.
La acción
se corresponde a lo que es necesario
hacer o transformar para solucionar un determinado problema. Las
acciones
pueden girar en torno a lo educativo, comunicativo, técnico,
político,
cultural, sanitario, productivo, problemáticas de género,
etcétera.
4.6.
La propuesta de Investigación participativa de Joel Martí
Para realizar una
descripción metodológica de esta
propuesta vamos a utilizar un trabajo de Joel Martí, integrante
de la RED de
Colectivos y Movimientos Sociales (CIMAS). Este colectivo reúne
un equipo de
intelectuales, ´profesoras y profesores universitarios vinculados
a la temática
en donde se destaca la presencia y conducción de Tomás
Rodríguez Villasante.
A los efectos de
entender lo que plantea la Red
CIMAS sobre la temática, Tomas Alberich, integrante de esa
rednos plantea:
¿Qué es la
IAP?
Existen muchas definiciones y diferentes "escuelas" y denominaciones
en la actualidad. Se puede definir como un método de estudio y
acción que busca
obtener resultados fiables y útiles para mejorar situaciones
colectivas, basando
la investigación en la participación de los propios
colectivos a investigar.
Que así pasan de ser "objeto" de estudio a sujeto protagonista
de la
investigación, controlando e interactuando a lo largo del
proceso investigador
(diseño, fases, devolución, acciones, propuestas...) y
necesitando una
implicación y convivencia del investigador externo en la
comunidad a estudiar.
(2001, 47)
Martí
(2001) plantea varias fases y etapas para la
IAP. Distingue una etapa de pre-investigación, en donde se develan los síntomas, la
demanda y se elabora el proyecto. Luego una primera etapa de
diagnóstico, luego
una de programación y otra final de
conclusiones y propuestas. La etapa de pre-investigación consiste
en la detección de unos síntomas y concreción de
una demanda de intervención
desde instituciones o administraciones locales. Aquí se plantea
la
investigación y se negocia y delimita la demanda. Se elabora el
proyecto.
A
continuación, se avanza hacia una primera etapa de
diagnóstico que implica
conocimiento contextual del territorio y acercamiento a la
problemática a
partir de documentación existente y entrevistas a representantes
institucionales y asociativos. Se constituye una Comisión
de seguimiento y se conforma el grupo de la IAP.
La segunda etapa
que se designa como de programación. Es un
proceso de apertura
a todos los conocimientos y puntos de vista existentes, se utilizan
métodos
cualitativos y participativos.
La tercera etapa
continúa con la elaboración de
conclusiones y propuestas. Se elaboran y negocian propuestas concretas.
Se
construye en esta etapa el programa de
acción integral PAI y se elabora el informe final del
trabajo.
Con
relación al proyecto de investigación, plantea
que esta propuesta debe servir de base para el debate y la
discusión pública y
debe contener: la demanda inicial, justificación y objetivos
generales y contar
con un diseño general determinando fases y técnicas a
utilizar. Además, debe
incluir un cronograma.
Con
relación a los equipos de trabajo distingue
dos espacios. La comisión de seguimiento reúne
a las entidades interesadas y difunde el proyecto. Debe estar integrada
por el
equipo investigador y representantes de la población.
Además
existe otro espacio que se denomina grupo de la IAP,
que es la instancia que
construye el proyecto.
[12]
Es interesante
observar cuál es el tipo y objetivo
de los análisis de las problemáticas de la IAP.
Aquí es importante definir
posiciones, objetivos y estrategias sociales sobre el tema evidenciando
contradicciones y conflictos. El esquema del proceso de análisis
incluye 4
lecturas: 1) general, de los grandes temas, 2) como habla (componentes
de
lenguaje, encadenamientos lógicos o reales. Hay que detectar los
diferentes
discursos que marcan las diferentes posiciones, 3) quién habla y
de quién
habla, identificando posicionamientos y 4) por qué se dice lo
que se dice y por
qué lo que no se dice.
El programa de
acción integral PAI considera
propuestas de actuación concretas y centradas en temas sensibles
o generadores
y en temas integrales.
Las propuestas
participativas vinculadas a la
IAP/IP han sido base de los planteos emergentes de la extensión
crítica en las
universidades públicas de América Latina y el Caribe.
Esta propuesta de
extensión crítica está vinculada inherentemente
con los procesos de diálogo de
saberes y de participación. Las diferentes versiones de IAP
abordadas
incursionan en profundidad en estos temas. Debe incluirse aquí
entre otros y otras
autores y autoras la propuesta de ecología
de saberes de Boaventura de
Sousa Santos que ha influido con gran potencia en el pensamiento de la
extensión crítica en las últimas décadas.
Con
relación al tema participación y sus derivas,
la obra de Guedes Pinto y las propuestas de IAP que recuperamos se
ocupan con
relativa profundidad sobre el tema. Sin desconsiderar otras propuestas
muy
trascendentes, la contribución de José Luis Rebellato no
puede dejar de ser
resaltada. Particularmente en su texto Ética
de la Autonomía nos platea que:
Una concepción
integral de la participación debe contener al menos tres de los
sentidos
principales que connota el término: formar
parte, tener parte y tomar parte.
Participar es en primer lugar formar
parte, es decir, pertenecer, ser parte de un todo que lo
transciende. (…)
Saber que se es parte de algo es también en potencia, saber que
ese algo se
construye también con mi aporte. Por tanto se desprende una
actitud de
compromiso y responsabilidad por los efectos de mi acción, es
decir por las
consecuencias de mi singular modalidad de incluirme-influir en ese todo. Un segundo sentido de
participar es el de tener parte, es
decir jugar algún rol o tener alguna función en ese todo
del que uno se siente
parte. (…) Por
último tomar parte, es decir decidir,
completa
la idea de lo participativo. Pone en juego un tercer aspecto como es la
conciencia de que se puede y se debe incidir en el curso de los
acontecimientos, a partir del análisis crítico de las
necesidades y problemas,
la evaluación lúcida de las alternativas y el balance de
los recursos
disponibles (la participación es un derecho). La toma de
decisiones colectiva
encarna la concreción de la participación real, y
constituye la vía para el
ejercicio del protagonismo ciudadano. A ella se alude una y otra vez en
los
proyectos sociales, pero también es frecuentemente dejada de
lado en la
práctica de la mayoría de dichos proyectos. (Rebellato y
Giménez, 1997, 75)
Como vimos a lo
largo de esta sección, es
innegable la contribución e influencia del movimiento cultural
de educación
popular y dentro de él, la de Paulo Freire en las distintas
propuestas de
IAP/IA. Su obra y su práctica han iluminado varias de estas
alternativas
teórico-metodológicas.
Hemos evidenciado
de forma global la presencia de
tres fases fundamentales en el despliegue metodológico de las
propuestas. Una
primera vinculada al autodiagnóstico, una segunda de
reflexión, teorización,
problematización y una tercera de acción. Estas tres
etapas deben ser
consideradas como flexibles y no necesariamente secuenciales y estancas
en un
sentido estricto. Varias fases se reinician en el camino cuando se
están
desarrollando otras. Aquí la metáfora que mejor describe
estas prácticas es la
tan manida “espiral dialéctica”, en donde fases que
parecen estar separadas
linealmente se contactan en determinados momentos de la historia de los
procesos colectivos.
Existe una clara
distinción entre metodologías
participativas y cualitativas. Las primeras se realizan a través
de las segundas,
pero las segundas pueden ser extractivas. Referido a este punto existe
una
clara ruptura con la relación sujeto-objeto instalada en las
ciencias sociales
y se plantea claramente una relación sujeto-sujeto. Esto se
constata en la
conformación de los equipos de investigación que trabajan
para aprender y
transformar radicalmente la realidad en tanto objeto. Un parteaguas
neto se
establece cuando en los equipos de investigación participan
desde un primer
momento, es decir, desde la definición de los objetivos y
problemas de la
investigación, los sujetos colectivos con los cuales se trabaja.
Asimismo, la
participación de todas las personas involucradas en el uso de
los resultados es
un elemento compartido por todos los autores. Esta toma de
decisión puede tener,
como suele suceder, dos lógicas, que si no se explicitan y
acuerdan pueden
generar problemas: por un lado, la lógica de los
académicos de publicar y
validar entre pares sus resultados y, por otro lado, la lógica
de los sujetos
colectivos de supeditar su uso al proceso de lucha en que están
inmersos y que
no necesariamente tienen en la divulgación su prioridad. En ese
sentido, la
politización de la práctica conexa al proceso de
transformación y los acuerdos
colectivos son fundamentales.
En la generalidad
de los casos los equipos tienen
constitución interdisciplinaria avanzando hacia una
conformación que hace
dialogar saberes populares y académico-científicos. Esto
se busca de una manera
crítica, que se aparta de procesos basistas o
espontaneístas como de procesos
bancarios o de invasión cultural. La mutua interpelación
crítica es la clave
del diálogo de saberes. En varios casos se recuperan las ideas
de Gramsci al
respecto en torno a la filosofía de las praxis y la
construcción de
alternativas contrahegemónicas.
La praxis es la
forma y la esencia de estas
propuestas. La práctica o acción, demanda, comprueba y
genera teoría. Los
procesos de transformación de la conciencia, como plantea
Freire, se dan cuando
se transforma la realidad.
Estas propuestas,
en general, tienen un ámbito
social de acción, un sujeto social con el cual trabajar, que no
se asienta en
policlasismos y en consecuencia en espacios en donde existen
contradicciones de
clase. El sujeto social para y con la acción son los sectores
subalternizados,
oprimidos o dominados, al decir de Freire. Se rechaza la idea de
compartir
espacios de reflexión-formación-transformación con
sectores o clases
dominantes. La mayoría de las propuestas incluye un sujeto
subalternizado
heterogéneo que se aparta de pensar al proletariado como
único sujeto
revolucionario. Un concepto de clase ampliado, que entiende las
configuraciones
cambiantes de las estructuras de clase, y las diferencias entre el
centro y
periferia del capitalismo; a la vez, que se ensancha y reconoce en las
diversas
formas de opresión (patriarcal, colonial y étnico-racial)
en necesaria
interseccionalidad, cuyos elementos son constitutivos de los
considerados
sectores subalternizados.
Las
metodologías expresivas, tienen una influencia
muy importante en la emergencia de la extensión crítica y
son parte esencial de
muchas de las propuestas que se recogen en este artículo.
Particularmente, el
psicodrama y el “Teatro del Oprimido” de Augusto Boal
constituyen métodos muy
utilizados en forma independiente o asociados a estas y otras
metodologías
participativas.
La
incorporación de esta metodología, en un
sentido amplio y flexible, con estas orientaciones ético,
político,
epistemológicas es uno de los desafíos más
trascendentes para la consolidación
de la extensión crítica en las universidades
públicas latinoamericanas.
Dejamos
constancia que quienes escribimos este
artículo estamos en compañía de muchas otras
personas que contribuyen al
desarrollo de estas y otras propuestas que exceden los límites
de este trabajo
y de nuestras posibilidades analíticas. No obstante, se plantea
necesario
complementar esta tarea con otros trabajos, más allá de
este, que puedan
recuperar otros aportes y discusiones actuales sobre la
investigación
participativa.
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Veterinaria.
[1]
Dichos
procesos políticos
latinoamericanos iban desde la guerrilla rural y urbana, y las
democracias
populares, hasta el socialismo cubano, entre otros.
[2]
En 1970 Paulo
Freire publica su obra Pedagogía del oprimido
que para nosotros se constituye en la obra
más significativa de la exuberante producción intelectual
del autor.
[3]
Kuhn (1970)
introdujo con
fuerza la noción de paradigma.
[4]
La
definición de paradigma
es tomada de Thomas Samuel Kuhn, quien sostiene que es un conjunto de
creencias
compartidas por la comunidad científica y sus instituciones
(universidades,
consejos de investigación) con base en las cuales se juzga la
pertinencia de
cada investigación y se determina el qué, el cómo
y para qué investigar. Cuanto
mayor es la aceptación de las creencias, la comunidad
científica puede orientar
mejor su investigación empírica. El concepto de paradigma
puede entenderse
también como el conjunto de las teorías aceptadas por una
disciplina
científica, los objetos de estudio que de ellas resultan, los
métodos de
investigación adecuados a los objetos y las prácticas que
de estas se
desprenden (Kuhn, 1987).
[5]
En su libro Cartas
à
Guiné-Bissau. Registros de uma experiencia en proceso, Freire
(1978) plantea el
vínculo entre los procesos de alfabetización y
post-alfabetización. Visualiza
también la posibilidad de que procesos de trabajo
dialógico-participativos con
la población vinculados a la resolución de problemas
concretos puedan conducir
a procesos de alfabetización.
[6]
Temas
generadores son aquellos temas o problemas que tienen la
capacidad de desdoblarse en otros tantos temas, que a su vez, provocan
nuevas
tareas que deben ser cumplidas. Como tema generador fundamental Freire
destaca
la liberación, que implica a su contrario, la dominación,
que al mismo tiempo
es una situación límite (Freire, 1987).
[7]
La función de
los “temas bisagras” es
exactamente la de facilitar la comprensión entre dos temas
aparentemente no relacionados. Uno de los temas
“dobradiça”, bisagra,
articulador es el “concepto antropológico de
cultura”.
[8]
En palabras de Freire: “Mas, por outro lado, precisamente
porque
a
consciência nào se transforma a não ser na
práxis, o contexto teórico não pode
ser reduzido a um centro de estudos “desinteressados”.
Neste sentido, o “Circulo de Cultura”* deve
encontrar
caminhos, que cada realidade local indicará, através dos
quais se alongue em centro de ação
política*. Sem uma
radical transformação das estruturas da sociedade, que
explicam a situação
objetiva em que se acham os camponeses não se der, eles
continuarão os mesmos,
explorados da mesma forma, não importa se muitos deles tenham,
inclusive,
alcançado a razão de ser de sua própria realidade.
É que o desvelamento da
realidade que não esteja orientado no sentido de uma
ação política sobre a
mesma, bem definida, clara, não tem sentido. Somente assim, na
unidade da
prática e da teoria, da ação e da reflexão,
é que podemos superar o caráter
alienador da quotidianeidade, como expressão de nossa maneira
espontânea de nos
mover no mundo ou como resultado de uma ação que se
mecaniza ou se burocratiza” (Freire,
1981, 110) [los resaltados son propios.
[9]
Orlando Fals Borda
nació en
Barranquilla, Colombia en 1925. Falleció en Bogotá en
2008. Fue sociólogo y en
1959, junto a Camilo Torres Restrepo, fundó la primera Facultad
de Sociología
de América en la Universidad Nacional de Colombia.
[10]
En el cuadro hemos
unificado
estas dos etapas en una sola.
[11]
María Teresa Sirvent
es
licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de
Buenos Aires (UBA)
y tiene maestría y doctorado en Filosofía en EEUU.
Profesora titular en la
Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Es autora de numerosas
obras
vinculadas a la educación e investigación participante.
Tiene vasta experiencia
práctica en la temática.
[12]
En otro documento de RED CIMAS se designa este espacio
como “grupo
motor” que “Es un equipo mixto de personas, constituido por
personas vecinas
voluntarias y técnicas. Se trata de vernos con cierta
estabilidad con algunas
personas (tres-cuatro como mínimo) con las que es posible
trabajar de forma
continuada, en sesiones semanales o quincenales” (Red Cimas,2009).