Saberes y Prácticas. Revista de Filosofía y Educación.

Saberes y prácticas. Revista de Filosofía y Educación / ISSN 2525-2089
Vol. 7 N° 1 (2022) / Sección Dossier / pp. 1-11 / Licencia Creative Commons
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Filosofía en la Escuela (CIIFE),
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
revistasaberesypracticas@ffyl.uncu.edu.ar / saberesypracticas.uncu.edu.ar
Recibido: 01/04/2022 Aceptado: 11/07/2022
DOI: https://doi.org/10.48162/rev.36.053


Pliegues y despliegues de la extensión crítica:
aportes desde el acontecer feminista

Folds and Unfolds of the Critical Extension: Contribution from the Feminist Event


Julieta Filippi Villar

Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina.

julietafilippi@hotmail.com


Romina Colacci

Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina.

rominacolacci@yahoo.com.ar


Resumen. En el presente trabajo se desarrollarán algunos avances del grupo de investigación Feminización de la Extensión Crítica, el cual forma parte del Grupo de Trabajo Extensión crítica: teorías y prácticas en América Latina y el Caribe del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Este grupo tiene como objetivo hacer visibles algunos invisibles que sostienen y reproducen la división social, técnica y sexual de la práctica extensionista, utilizando dos estrategias: 1- constituir la extensión universitaria en objeto de análisis y; 2- revisar su corpus teórico desde las categorías propuestas por los feminismos academicistas y populares. Se presentarán algunos resultados preliminares obtenidos a partir de la lectura sintomal (leer un texto o un corpus teórico no solo por lo que dice sino también por lo que omite o silencia), lo que permite la elucidación crítica de los sesgos sexistas en el interior de las propias prácticas y construcciones teóricas para posibilitar reconceptualizaciones y aportes. Se incorpora además una nueva estrategia de abordaje: el análisis de la implicación subjetiva, para permitir el despliegue de lo opaco, para poder así actualizar la extensión crítica latinoamericana y caribeña y continuar recorriendo, con pasos renovados, los caminos de la extensión critica que ya fueran marcados por otrxs.

Palabras clave. Extensión crítica, feminismos, implicación subjetiva, lectura sintomal, acontecimiento.


Abstract. In this work, some Investigation group progress will be developed. The group is called Feminization of Critical Extension, which is part of the Critical Extension Work: theories and practices in Latin America and the Caribbean of the Latin American Council of Social Science (CLACSO). The objective of this group is to make visible some invisible ones who validates and reproduces the social división, technical and sexual of the extensión practice, using two strategies: 1- to constitute the university extensión in an object of analysis and 2- to revise the Theorical Corpus from the proposed categories by the academic and popular feminisms. Some preliminary results will be shown, they were taken from the Symptomatic Reading (Reading a text or a theorical corpus not just for what it says but for what omits or silences), what allows critical Elucidation of the sexist biases within the own practices and theorical constructions to make it possible to work on reconceptualizations and contributions. A new approach strategy is incorporated: the analysis of the Subjective Implication to allow the deployment of the opaque, to update, in this way, the Latin American and Caribbean critical extensión and to walk the path with renewed steps, the path of the critical extensión which has been started by others.

Keywords. Critical extension, Feminisms, Subjective implication, Symptomatic Reading.


Introducción


Somos un grupo de mujeres extensionistas críticas y militantes feministas, que desde hace ya algún tiempo comenzamos a implicarnos subjetivamente con algunos interrogantes que creímos conveniente socializar y politizar; que se convirtieron en motivo de encuentro y organización. Encuentro que dispuso procesos de producción de pensamientos comunes que nos permitieron formalizar estas preguntas que nos interpelaban en verdaderos problemas de investigación. Organización solidaria, afectiva e informal que pudo transformarse en el Grupo de Investigación Feminización de la Extensión Crítica, en el interior del Grupo de Trabajo Extensión crítica: teorías y prácticas en América Latina y Caribe del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

Algunos indicadores que nos han llevado a pensar que en lo que a la extensión critica se refiere, pensarnos, sabernos, percibirnos como contra hegemónicxs, ha colaborado para la conformación de un pliegue, de un punto de opacidad que ha obturado la posibilidad de revisar las propias practicas reproductoras de desigualdad por motivos de género. Por ejemplo, que la transversalización de la perspectiva de género en la extensión sea un proceso que recién está comenzando se vuelve disruptivo cuando se trata de una de las funciones universitarias más feminizada. También lo es la ausencia de las epistemologías feministas en el corpus teórico de la extensión crítica, si pensamos en ellas como promotoras de cuestionamientos sobre las formas y practicas hegemónicas de producción, transmisión y transferencia de conocimiento en las Ciencias, disciplinas y Universidades. Desde la inmediata anterior escritura del artículo “La extensión crítica será feminista o no será” sostenemos que dicho proceso: la revisión permanente y la incorporación de las categorías surgidas desde los feminismos, como sus luchas y metodologías, se vuelve en nuestro campo de acción y construcción del conocimiento una responsabilidad ineludible.

El Grupo de Investigación Feminización de la Extensión Crítica pretende hacer visibles algunos invisibles que sostienen y reproducen la división social, técnica y sexual de la práctica extensionista, utilizando dos estrategias: 1- constituir la extensión universitaria en objeto de análisis y; 2- revisar su corpus teórico desde las categorías propuestas por los feminismos academicistas y populares. Algunos resultados preliminares obtenidos por este grupo de trabajo con las estrategias ya mencionadas fueron presentados en otros escritos. Será objeto del presente incorporar una nueva estrategia de abordaje que se suma a la lectura sintomal: el análisis de la implicación subjetiva. Estas operaciones serán las que permitan el despliegue de lo opaco, para poder así actualizar la extensión crítica latinoamericana y caribeña y continuar recorriendo, con pasos renovados, los caminos de la extensión critica que ya fueran marcados por otrxs: poner en jaque el orden instituido, hacer temblar al decir de Derrida (2009), conmoviendo estructuras y cuestionando la distribución del saber/poder.


De las olas feministas a la marea que todo lo desborda


En el año 2015 con el primer #NiUnaMenos los feminismos en la Argentina alcanzan una expresión masiva inusitada produciendo una escalada histórica que desborda hacia América Latina, renovando, multiplicando y amplificando la lucha por la igualdad de derechos de mujeres, disidencias y grupos subalternizados que desde hace ya mucho tiempo estaba instalada en nuestro país.

Un nuevo femicidio, el de Chiara López, se constituye en un acontecimiento que marca un límite y produce una respuesta otra. Son numerosas las producciones académicas que buscan significar este momento. Nayla Pis Diez (2018) por ejemplo, se propone comprender el fenómeno de organización y de masificación del primer #NiUnaMenos, partiendo de la tesis de que la violencia machista no genera por sí sola organización feminista. Propone que cambios objetivos, en el trabajo y la vida de las mujeres; y acumulados organizativos de largo plazo en la organización feminista y de mujeres, “fueron el complejo caldo de cultivo que hicieron del feminismo uno de los sujetos fundamentales de las luchas y las movilizaciones actuales” (p.10). Entonces serian dos los elementos claves que permitirían comprender la emergencia de masivas organizaciones y manifestaciones de mujeres en Argentina:

(1) por un lado, los factores estructurales: el aumento de la violencia patriarcal (tanto en el ámbito íntimo como fuera del círculo familiar/cercano) y las transformaciones más generales en las condiciones de vida, de trabajo y de maternidad provocaron una situación muy adversa para muchas mujeres; (2) esas condiciones “objetivas” se convirtieron a lo largo de las décadas de 1990 y 2000 en importantes banderas de lucha feminista y en temas de debate y encuentros de mujeres que hicieron del “feminismo” argentino uno renovado. Sostenemos como tesis que ambas cuestiones, trabajadas por la bibliografía de forma fragmentada, son inseparables a la hora de entender la actualidad del feminismo de este país y de este continente: cambios “objetivos”, en el trabajo y la vida de las mujeres, en un contexto de “giro conservador” y ofensiva neoliberal (la feminización de la pobreza); y acumulados organizativos de “largo plazo” en la organización feminista y de mujeres, fueron el complejo caldo de cultivo de un feminismo hoy renovado que protagoniza las luchas antineoliberales en América Latina y en el mundo y nos permite hablar, justamente, de una “feminización de la resistencia”. (Pis Diez, 2018, pp.10)

Pero a nosotras nos interesa detenernos a puntualizar, poner un punto desde el cual pensar diría Fernando Ulloa en la noción de acontecimiento. Para Ignacio Lewkowicz (2003) un acontecimiento tiene una cualidad casi imperceptible. Es una interrupción, una anomalía o una heterogeneidad del orden estructural, que en principio no tiene cabida en una estructura. Esta forma de entender el acontecimiento rompe con el orden de regularidades cualquiera donde habría una serie de determinaciones de factores causales o determinantes, propone una lógica distinta a la de las determinaciones preexistentes que supone que todo lo que ocurre es el despliegue de lo que estaba plegado:

Es decir que lo que ocurrirá en la situación ulterior estaba contenido en germen en la anterior. El reservorio de todo el sentido está en el pasado, o en las determinaciones, o en la lógica estructural, o en la sustancia de la cosa, o en la esencia. Y el devenir será siempre meramente una apariencia. El devenir, lo que va pasando, es nada más que el irse mostrando lo que estaba contenido en el origen, es nada más que el desarrollo de las posibilidades dadas, es nada más que el pasaje en acto de lo que ya estaba en potencia. Y entonces el acto tiene el sentido de su haber estado en potencia. Su acto no es más que la actualización de lo que ya era. (Lewkowikz, 2003, p.5)

Este autor nomina de esta manera al suceso, aquello que sucede en el sentido de formar parte de una sucesión, que toma sentido de su lugar en la serie, evento en el que se despliega lo que estaba en potencia. Es distinto del acontecimiento, porque el acontecimiento detiene, separa y obliga pensar otra vez. El acontecimiento singulariza términos dispersos en una situación, términos que eran previos pero en una pura dispersión y articula elementos que no estaban articulados o que si lo estaban pero de otra manera:

Es decir que aquí no es el orden de la situación el que determina el suceso, sino que es el acontecimiento el que causa la situación que lo contiene (...) O sea que nunca podríamos producir el acontecimiento sin el acontecimiento. El acontecimiento es la puesta en acto de lo que no estuvo en potencia. (…) Un acontecimiento es una cualidad heterogénea que junta las cosas de otro modo. Un acontecimiento, además, reordena de otro modo las cosas (…) La situación no es el entorno donde va a ocurrir algo, ahí tendríamos un suceso en una serie. En una situación, un acontecimiento obliga a la superficie a configurarse de otra manera, a seleccionar los puntos que pueden entrar en la relación de habitabilidad con esto, y a desdeñar o apartar los puntos que son en sí impertinentes. (Lewkowikz, 2003, p.6)

Así es como pensamos el feminicidio de Chiara López como un acontecimiento en el que otro binarismo estalla dirá Ana María Fernández (2021): ni espontaneismo ni determinación. Que no contiene en su sustancia elementos que los diferencien de otros previos, tan brutales como este, pero que resulta tan heterogéneo a la vez que produce una situación que ordena los existentes de otra manera. Produce en las singuralidades un BASTA común, sostiene María Pía López:

“Basta” palabra que se encarna, que pone al cuerpo rígido y en estado de pelea, lo pone memorioso y en esa rememoración aparecen las capas de violencia atravesadas, las humillaciones y los deseos… Punto de partida, unioncita breve: ahí nos paramos. Millones de diferencias, de estrategias, de tonos, de lenguas, pero un basta común. Un basta que funda un sujeto político, con una politicidad incipiente, que brota de mirar con ojos nuevos de tan alertas pero a la vez viejísimos de todo lo traen, han visto, solicitan. (María Pía López; 2019, p.11)

Este acontecimiento coloca en la situación a un sujeto político nuevo que se organiza rápidamente a una escala no prevista, que incorpora elementos existentes pero componiendo escenas diferentes, que se repite y amplia año a año, que incorpora nuevas consignas. Que instala conceptos nuevos como categorías políticas en el discurso social: feminicidio, violencia machista, patriarcado entre tantos otros, pasan a estar en boca y oído de todxs a partir del 3 de Junio de 2015. Categorías políticas y no conceptuales porque denuncian lo que en lo social estaba naturalizando. Y que por sobre todo politiza el malestar (Stulwarck, 2019) de las mujeres víctimas de violencia, arrancándolo del padecimiento individual y transformarlo en producto de prácticas machistas sistemáticas.

Las movilizaciones del 2015 que hicieron y hacen historia, transformaron las olas del feminismo en una marea que desborda. Muchas producciones académicas conceptualizaron los diferentes momentos de la lucha feminista como olas del feminismo, transformándolas así en momentos de un proceso ordenado, con etapas que imponen una lógica de sucesión. En cambio marea se impone como un significante que posibilita pensarlo como movimiento vivo, indómito, espontáneo y determinado a la vez, que no entra en la categorías políticas clásicas, que se nutre, se alimenta de nuevas corrientes, que decrece por momentos para volver con más fuerza tocando nuevas orillas, trastocando así las coordenadas mediáticas y políticas, entrando con toda su fuerza en las instituciones y en la vida privada de cada quien. ¿Qué desborda la marea feminista? Se pregunta Ana María Fernández (2021): “el feminismo multitud, la revolución feminista, también desborda sus propias nominaciones – con todas las dimensiones políticas que ella condensa- y estalla hasta la noción de sujeto político históricamente asociado a las lógicas de representación.” (pp. 616).

Para la autora las formas de expresión colectiva de los feminismos en Argentina están compuestas y precedidas por fuertes linajes de resistencia-acción-invención de inteligencia colectiva en diversas formas de expresión de las lógicas de la calle (pp. 601). Las madres de Plaza de Mayo, las abuelas, nietos y nietas, los encuentros nacionales de mujeres cada vez más numerosos y con agendas que se ampliaron y complejizaron hasta transformarse en el Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis, Bisexuales y No Binaries, las marchas del orgullo, organizaciones piqueteras que permitieron: “Transversalidad de las luchas. Acontecer ahí en acto. Transversalidad de Linajes. Amorosidad política de “los nadies” como decía Pino Solanas. De les muches que com-ponen el común” (pp.605).


Una lectura sintomal de la Extensión


La lectura sintomal nos dice Ana María Fernández (2021) invita a leer un texto o un corpus teórico no solo por lo que dice sino también por lo que omite o silencia. Es un método que permite la elucidación crítica de los sesgos sexistas en el interior de las propias disciplinas o construcciones teóricas y la puesta en visibilidad de las omisiones, silencios y narrativas que las lógicas patriarcales naturalizaban. Crea las condiciones de posibilidad para reconceptualizaciones y aportes.

A esto nos hemos dedicado durante la primera etapa de investigación del Grupo de Trabajo de “Feminización de la Extensión Crítica”. En otro artículo[1] fundamentamos porqué entendemos que la extensión crítica es feminista, o no es extensión crítica. Partiendo de revisiones bibliográficas realizadas transdisciplinariamente, logramos por un lado extraer una lógica propia del movimiento feminista, y por el otro construir una caracterización de la práctica de la extensión crítica para establecer puntos de encuentro, entre los cuales destacamos aquellos que entendemos más relevantes: el deseo de disputar los modos hegemónicos de distribución del poder, la intención de capturar las fuerzas que permitan ampliar la capacidad de circulación y apropiación de recursos sociales, y la capacidad de promover la construcción de nuevas formas de vida. Este mismo artículo presenta sus conclusiones sosteniendo que la práctica de la extensión crítica promueve, sin saberlo, la lógica feminista en sus intervenciones.

La divulgación de estos desarrollos y el trabajo con compañerxs extensionistas y su buena recepción, nos animó a avanzar un poco más, proponiendo nuevas revisiones que buscaban ampliar los aportes de sentido, conceptuales y sensibles al marco de la extensión crítica, pero partiendo del análisis de las resistencias que podían estarse jugando al interior de nuestra práctica y que abonaban a la persistencia de una serie de limitaciones importantes en las que se detecta el peso de los estereotipos sexistas. Dar cuenta de la existencia de lo que Gisella Giambernardino (2019) denomina “inercia heterocispatriarcal” de las instituciones pretendidas neutrales, como las Universidades. Para esta autora, estereotipos androcéntricos del saber, escasa o marginalmente discutidos y por lo tanto heteronormativizantes, han construido una “laguna artificial” que tiene como finalidad no dejar mirar esos estantes teóricos, epistemológicos y filosóficos que son críticos de un engranaje que de tan naturalizado se vuelve invisible, lo que nos quita la oportunidad de decodificarlo como un sistema de opresión. Este proceso de naturalización de los rasgos androcéntricos vigentes en la academia impregnan la cultura organizacional de las universidades, y también derraman en las formas de hacer gestión, docencia, investigación, y ¿por qué no?, extensión. Sin detenernos esta vez en cifras por todxs conocidas sobre las pirámides de jerarquías en las autoridades universitarias, y más cercanas a las tareas cotidianas de nuestra área y sus analizadores más informales, nos preguntamos: ¿Cuantas autoras mujeres son citadas como referencia? ¿Cuántas se incorporan como conferencistas en los congresos? ¿Qué roles ocupan en equipos docentes, en equipos ejecutores de proyectos de extensión? ¿Cuántas autoras mujeres podemos encontrar en los estantes del sector extensionista de nuestras bibliotecas cuando sabemos que esta práctica es sostenida en la mayoría de los casos por mujeres? Quizás pudiésemos revisar el breve e inmediato lapso de tiempo en que estos interrogantes comienzan a provocar incomodidad en los colectivos de compañerxs de extensión.

Estas revisiones nos llevaron a abordar los invisibles de la extensión crítica, lo que para Ana María Fernández (2021) significa abrir interrogación, problematizar aquellos procesos de naturalización por los cuales se produce socialmente tal invisibilidad. Fernando Ulloa (2007) planteaba en un sentido similar, el “efecto per”. Amparado en lo que Freud llamó la “memoria perlaborativa”, describe este efecto como prefijo que remite a aquello que se extiende en el tiempo: perdura, pervive. Es una memoria que estaba perdida hasta que algo la vuelve a hacer presente. Dice: “En la numerosidad social, el efecto per estimula a que lo reprimido, en forma de ocurrencia, surja, y entonces empieza el pensamiento crítico: empiezan a debatirse esas cosas que todos veían cada día sin advertirlo” (p.1).

Encontramos que la extensión crítica, la cual propicia la búsqueda permanente de construcción de saberes y prácticas emancipatorias, no está exenta de conservar dentro de sus prácticas cotidianas e incluso en su marco conceptual, nociones y acciones que mantienen la división social, técnica y sexual de nuestra práctica.

Nos detendremos tan solo en un ejemplo a modo de ilustración, que trabajamos exhaustivamente en un artículo próximo a publicarse[2]. Coincidimos con Humberto Tommasino y Agustín Cano (2016), quienes reconocen dos objetivos dialécticamente relacionados en la extensión crítica: 1) se vincula con la formación de lxs universtarixs, buscando establecer procesos integrales que rompan con la formación tecnocrática alejada del compromiso social; y 2) “contribuir a los procesos de organización y autonomía de los sectores populares subalternos intentando aportar a la generación de procesos de poder popular” (Tommasino, Cano; pp. 15, 2016). Avanzando en el artículo insistirán en “la extensión como proceso educativo y transformador en colaboración con los sectores sociales que sufren procesos de postergación, exclusión, dominación y/o explotación (...)” (Tommasino, Cano; pp. 15, 2016). Nociones coherentes con aquellas propuestas por Paulo Freire: clases oprimidas, dominadas.

Nos detenemos particularmente en este punto ya que, a pesar de que todas estas nociones conforman explícita y claramente el marco conceptual sustantivo de la extensión crítica, encontramos aun artículos, convocatorias a proyectos, fundamentaciones de programas de extensión que se identifican dentro de la vertiente crítica, y que siguen refiriendo a modos de vinculación con beneficiarios y/o destinatarios, descriptos además en numerosas ocasiones como “poblaciones vulnerables”, “grupos vulnerables” y/o “zonas vulnerables”. Con esto solo perseguimos el objetivo de señalar una insistencia, que bien nos advierte que la extensión crítica no queda exenta de que se cuelen aquellas nociones que reproducen las formas de subordinación a las que buscamos hacer frente. Deslizamientos semánticos, formas similares de enunciar, que de modo sutil conservan aquello contra lo cual nos erigimos.

Revisando dichas denominaciones, Ana María Fernández ya en el año 2002 sostenía que con la noción de vulnerabilidad se victimiza a personas, grupos sociales, a una región geopolítica, etc., se la inferioriza, lo que crea condiciones para alguna expropiación de bienes, derechos, materiales, ciudadanos, simbólicos y/o eróticos. La autora comienza el debate sobre la noción de vulnerabilidad social a partir de los aportes de Robert Castel (1999) quien plantea a ésta como un proceso que involucra un recorrido desde la inclusión social hasta la marginalidad profunda y la desafiliación. Considera que la vulnerabilidad se encuentra a mitad del mismo y es un espacio social de inestabilidad entre la integración y la exclusión. Es por esto que la autora, considera como más adecuado hablar de procesos de vulnerabilización y no de vulnerabilidad, ya que los mismos son el resultado manifiesto de políticas de vaciamiento de pertenencias comunitario-subjetivas que han sido funcionales al vaciamiento económico y político del Estado y sus instituciones. Cuando hablamos de procesos de vulnerabilización ponemos el acento en el despliegue de estrategias biopolíticas[3]

Insistir, a pesar de lo que nuestro propio marco conceptual nos indica, que el trabajo de la extensión está dirigido a los grupos vulnerables no es un deslizamiento teórico inocuo. Indica que hay conceptos y metodologías de origen patriarcal que permanecen invisibles y naturalizadas y que en el mismo movimiento en el cual pretendemos otorgar protagonismo y contribuir a los procesos de autonomía de algunos sectores, los significamos como vulnerables.

Esta ilustración nos señala la necesidad de una posición (conjugando pensamiento y acción o praxis) de vigilia ética, del riesgo y necesidad de elucidación de los propios pliegues, coincidiendo una vez más con los fundamentos de la extensión critica.

Insistiendo en tensionar nuestras prácticas, subrayamos del libro Extensión Critica: Construcción de una universidad en contexto: sistematización de experiencias de gestión y territorio de la Universidad Nacional de Rosario (Medina y Tommasino, 2018), la afirmación de que la concepción crítica de la extensión es tributaria de los procesos emancipatorios de América Latina, y se vincula estrechamente con la educación popular y la investigación - acción - participación que emanan de los procesos de lucha. ¿Podremos ignorar entonces a las luchas feministas en nuestras conceptualizaciones, uno de los movimientos político sociales de mayor trascendencia de las últimas décadas? Intencionalmente al principio de este articulo dimos un lugar importante a esta marea feminista que lo desborda todo, desde el grito desesperado a la vez que esperanzador: porque entendemos que a veces es necesario mostrar el tamaño, el peso, la densidad del elefante que estamos, con mayor o menor conciencia, con más o menos intencionalidad, tratando de NO VER, para poder tomar dimensión de las resistencias y obstáculos que están en juego.


Ampliando las estrategias: el análisis de la implicación subjetiva


Entendemos que los modos de hacer, pensar y conceptualizar de los feminismos pueden, como decíamos al principio, provocar un nuevo ordenamiento de lo existente, una nueva vinculación de los términos que sostienen nuestra práctica. En definitiva, que los feminismos pueden juntar las cosas de otro modo. También entendemos que no podemos provocar un acontecimiento de manera artificial. Quizás solo podamos limitarnos a, con los desarrollos de investigación y los abordajes conceptuales que proponemos, sumando la construcción de los conocimientos a partir de las experiencias, promover el despliegue de lo plegado, de lo que está en potencia en una situación, la emergencia de lo inédito. Sostenemos que la lógica feminista está en el fundamento mismo de la práctica extensionista, pero reconocemos también las contradicciones que demuestran que el germen de lo instituido conserva aun el éxito de modos naturalizados. Será necesario entonces desarrollar estrategias que permitan romper con las resistencias coaguladas que permiten, de manera silenciosa e invisibilizada, la continuidad de posiciones y lógicas patriarcales. Es en este sentido que vamos a proponer el análisis urgente y necesario de la implicación subjetiva (Fernández, 2012) como método crítico.

Cuando hablamos de implicación subjetiva estamos haciendo referencia a una noción, y no a un concepto. Un concepto tiene un sentido único y fijo mientras que una noción es mucho más amplia e imprecisa y se permite jugar con su polisemia. De las nociones existen diferentes acepciones según el campo del que provengan y su significación varía a lo largo de las épocas.

La noción de implicación fue acuñada por René Lourau (1975), momento en el cual la episteme de la época presentaba una figura del investigadxr sostenida desde la objetividad y la distancia con el campo de estudio. El investigadxr era un elemento a controlar en el proceso de investigación; todo lo “subjetivo”, en términos de las movilizaciones, afectaciones eran considerados elementos a neutralizar en pos de la objetividad. Este concepto permitirá poner el foco en la relación de lxs investigadorxs no solo con su objetivo de investigación o intervención, sino también con las instituciones de pertenencia y referencia, el encargo y las demandas sociales, la epistemología del campo disciplinario, y la escritura u otro medio que sirva para exponer los resultados. Definirá la implicación como aquello por lo que nos sentimos adheridxs, arraigadxs a algo a lo cual no queremos renunciar (Acevedo, 2002). En este sentido, y en tanto sujetxs socio-históricxs y políticxs, esta noción dará cuenta de todo lo que viene con nosotrxs y se activa frente a un encuentro con otrxs. Si bien es cierto que desde un marco positivista, la noción de implicación ha tomado un sesgo negativo, hoy se puede pensar que la implicación no es buena ni mala, simplemente existe. Entonces, no se trata de eliminarla sino de analizarla. Estar implicado significa tener la voluntad subjetiva de analizar las implicaciones, las pertenencias y referencias institucionales. Si seguimos la idea de que el sujetx no puede evitar estar involucradx intelectual y afectivamente, insiste entonces la pregunta acerca de ¿qué hacer con lo que nos atraviesa como sujetxs de época en las particulares maneras de sentir, pensar, decidir y actuar? 

Desde un posicionamiento teórico que nos acerca más al trabajo sobre lo colectivo, Ana María Fernández (2012), retomando los aportes de Lourau, Castoriadis y el Psicoanálisis contemporáneo, realizará una lectura singular sobre la noción de implicación: “hacer transparente lo que estaba opaco”[4], dando cuenta de algo doblado o plegado de forma tal que no sería visible, aunque esté ahí. La propuesta de indagar las implicaciones estaría dirigida a crear condiciones para que eventualmente lo plegado pueda desplegarse, se vuelva registrable.

El análisis de la propia implicación es un ejercicio que puede y debe acompañar cualquier práctica a lo largo del desarrollo de todas sus funciones y en diferentes ámbitos, pero por sobre todo la práctica extensionista. Es lo que nos advierte de aquello que, a primera vista, no podemos capturar y lo que nos permite conocer nuestro posicionamiento, pensarlo y modificarlo. Tomar conciencia de las implicaciones y analizarlas nos previene del error de sostener la pureza o la verdad de nuestros juicios y actos. Desmantelar aquello que mecánicamente se repite sin registro, como automaticidad.

El reconocimiento de lo que nos condiciona es una práctica que nos permite estar menos alienadxs, dando contenido a nuestras posiciones, pensamientos y afectaciones. En este sentido, el análisis de la implicación nos reponsabiliza ética y políticamente por nuestras posiciones en tanto sujetxs. Solo así, desde el acontecer que sucede al desplegar lo plegado, nos permitiremos abrir(nos) a las dimensiones no registradas. Resignificar quebrando las naturalizaciones.


Conclusiones


El objetivo que sostenemos en el grupo de Investigación “Feminización de la Extensión Crítica” de hacer visibles algunos invisibles que sostienen y reproducen la división social, técnica y sexual de la práctica extensionista, no podría alcanzarse acabadamente con las dos estrategias propuestas en el inicio de nuestro trabajo: 1-tomar la extensión universitaria en objeto de análisis y; 2- revisar su corpus teórico desde las categorías propuestas por los feminismos academicistas y populares. Inicialmente permitirán hacer visibles los puntos de invisibilidad, transformarlos en pregunta. Pero las reflexiones actuales nos llevan a concluir que será la incorporación del análisis de la implicación subjetiva lo que propiciará poner punto a aquello que mecánicamente se repite para al menos preguntarnos por su causa, determinación, fundamentos, desplegando así cada uno de los pliegues que generan opacidad.

 Los trabajos de investigación, así como los académicos tendrán sentido si permiten instalar preguntas: sobre lo que aprendimos, sobre lo que hay y lo que no y sobre lo que queremos que devenga. Iluminar contradicciones, revisar lo normado, lo actuado, lo sentido, lo dicho, lo pensado, lo escrito. Producir un estado de alerta, similar al BASTA feminista, que nos prevenga de respuestas obturantes, autómatas, mortíferas, que nos anime por ausencia, por incomodidad, por falta de certezas, que permita la duda, que habilite el surgimiento de lo inédito, que lo disruptivo de paso a la invención, para poder así erosionar un sistema cuya mayor monstruosidad consiste en presentársenos como natural y dado.

Recuperar sentidos y sensaciones, desde una posición transdisciplinaria que Suely Rolnik (2006) define como una modalidad de abordaje de las teorizaciones, que lleva a trocar seguridades por incertidumbres, a arriesgar razones por azares y a exponer el cuerpo a la sensación, a fundar una existencia en la ética y la estética de lo imprevisible y a vivir con malestar ciertas formas de hacer ciencia (aquellas que nos apartan de las manifestaciones de lo humano, inventando nombres y conceptos para las experiencias).

Subrayar que el deseo de cambiarlo todo tiene, al decir de Veronica Gago, potencia cognitiva: “produce conocimiento, percepción, sensibilidad. Darle ese estatuto al deseo implica asumir su capacidad política de movilización e invención de trayectorias vitales. (…) El deseo no es lo contrario de lo posible, como muchas veces se dice. Es lo que abre otros posibles”

Sostenemos que una posición académica transdisciplinada y una práctica feminista son modos necesarios y consistentes con la extensión crítica, ya que un hacer feminista mapea lo establecido y lo imposible para que surja una imaginación radical que lleva la posibilidad a lugares insospechados. Un mapeo que encuentra conexiones, relaciones y elabora comprensiones colectivas que permiten diagramar estrategias de organización. Las prácticas del movimiento feminista, sostiene Verónica Gago (2019) hicieron temblar la normalidad de la obediencia, su reproducción cotidiana y rutinizada, impulsando una dinámica transnacional, pero que parte de cuerpos y trayectorias situadas, cuya potencia está arraigada y emerge de manera notable desde el Sur. 

Tenemos el coraje de sostener que estamos hechxs de retazos, de pensamientos inacabados, habitadxs por múltiples contradicciones, sin certezas, tan solo artesanxs de unas pocas herramientas que nos permiten propiciar el crecimiento de una extensión crítica interpelada en sus pliegues, quebrantadora de los sistemas reproductores de des-igualación. Erosionadora de los cimientos que hacen temblar los múltiples pilares patriarcales y sus aliados, interfiriendo en sus procesos deshumanizantes. Se trata de hacer virar la historia, sabiendo que no hay futuro predeterminado, y que desde la potencia del deseo colectivo nace la posibilidad de desestabilizar mandatos y cambiar los rumbos.


Referencias


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[1] “La extensión crítica será feminista o no será”. E+E: estudios de extensión y humanidades, volumen 7, no 9, primer semestre 2020. Abril-octubre 2020. Pp. 18-29.

[2] Se encuentra en revisión por el comité editorial de la Revista Encuentro de Saberes.

[3] “esta noción, desarrollada por M. Foucault (1978), remite a un conjunto heterogéneo de elementos materiales y simbólicos que operan como poder sobre la vida de las personas, sus cuerpos, emociones, voluntades. Hemos constatado que estas formas de dominio sobre la vida de las poblaciones cuando operan vulnerabilizando, producen no solo desigualdad de oportunidades, desnutrición, desempleo, etc., sino que configuran procesos de destitución subjetiva, particularmente profundos sentimientos de apatía, culpa, paralización de la capacidad de iniciativa y el empobrecimiento de la imaginación en la población afectada. La operación de las estrategias biopolíticas sobre la población, si bien constituye un complejo entramado, el mismo no es invulnerable ni se instala de una vez para siempre. Esta condición de lo histórico social hace que en determinados momentos políticos, particularmente en situaciones de revuelta social, como lo acontecido a partir del 19 y 20 de diciembre del 2001, se puedan crear algunas condiciones de resistencia y/o transformación” (Fernández; López; pp. 135; 2005).

[4] Tomará etimológicamente el término que se construye a partir del prefijo “in” del verbo latino “plicare” que significa doblar, plegar y la terminación “ción” que indica movimiento.