Saberes y Prácticas. Revista de Filosofía y Educación

Saberes y prácticas. Revista de Filosofía y Educación / ISSN 2525-2089
Vol. 9 N° 1 (2024) / Sección Artículos / pp. 1-9 / Licencia Creative Commons
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Filosofía en la Escuela (CIIFE),
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
revistasaberesypracticas@ffyl.uncu.edu.ar / saberesypracticas.uncu.edu.ar
Recibido: 1/12/2023 Aceptado: 23/07/2024
DOI: https://doi.org/10.48162/rev.36.120


Ágoras filosóficas en los cuarenta años de la democracia. Una experiencia filosófica y pedagógica

Philosophical agoras in the forty years of democracy. A philosophical and pedagogical experience


Identificador ORCID del autor Daniel Busdygan

Universidad Nacional de la Plata, Argentina.

dbusdygan@gmail.com


Resumen. El año 2023 en Argentina, marcado por los 40 años de democracia, coincidió con elecciones y un aumento en la demanda de información política. Este contexto generó un inusual nivel de discusión política en el que se trazaron reflexiones sobre el pasado, las deudas del presente y los desafíos del futuro. En una notable época de cambios a partir de los avances tecnológicos, se han observado cambios radicales en la cultura política y democrática. Allí, la filosofía como disciplina encuentra el escenario propicio y la necesidad de abrirse al diálogo con la sociedad. La experiencia filosófico- pedagógica, Ágoras bonaerenses emerge como un hito histórico al propiciar encuentros filosóficos de estudiantes de filosofía y ciencia política. Estos encuentros buscan trascender las aulas y crear espacios de reflexión filosófica sobre la democracia en el siglo XXI, enfrentando los desafíos de la tecnología y las redes sociales. La filosofía, al justificar su existencia, debe ir más allá de la especialización y abrirse a la sociedad, contribuyendo con argumentos y propuestas para comprender y transformar la realidad democrática. La experiencia de Ágoras bonaerenses destaca la importancia de la filosofía como diálogo horizontal y político de la palabra en un contexto marcado por la tecnología y la necesidad de repensar la democracia y la ciudadanía.

Palabras clave. Democracia, ágoras, deliberación, filosofar, encuentro.


Abstract. The year 2023 in Argentina, marked by 40 years of democracy, coincided with elections and an increased demand for political information. This context generated an unusual level of political discussion where reflections on the past, present, and future. In a notable era of change driven by technological advances, radical shifts in political and democratic culture have been observed. In this scenario, philosophy as a discipline finds an opportune stage and the necessity to engage in dialogue with society. The philosophical-pedagogical experience, Agoras bonaerenses, emerges as a historic milestone by fostering philosophical meeting among students of philosophy and political science. These meeting aim to transcend the classrooms and create spaces for philosophical reflection on democracy in the 21st century, addressing the challenges posed by technology and social networks. Justifying its existence, philosophy must extend beyond specialization and open itself to society, contributing arguments and proposals to comprehend and transform the democratic reality. The Agoras bonaerenses experience emphasizes the significance of philosophy as a horizontal and political dialogue of words in a context marked by technology, urging a reevaluation of democracy and citizenship.

Keywords. Democracy, agoras, deliberation, philosophize, meeting.



1. Introducción


La intención de este trabajo es, por un lado, dar cuenta de una serie de experiencias filosófico-pedagógicas centradas en el desarrollo del diálogo democrático y el intercambio de razones y argumentos para la construcción conjunta con el otro. Esas experiencias se desarrollaron en octubre de 2023 durante tres encuentros, con la participación de dos carreras de formación docente de la Dirección Provincial de Educación Superior de la Provincia de Buenos Aires: el Profesorado de Educación Secundaria en Filosofía y el Profesorado de Educación Secundaria en Ciencia Política. Estudiantes y profesores de ambas carreras crearon espacios de diálogo para intercambiar argumentos y experiencias con el objetivo de reflexionar críticamente sobre concepciones de la democracia y, asimismo, conversar con aquellos con quienes no se coincide. De allí se deriva otra intención de este trabajo que, seguidamente, explora algunas de las significativas implicaciones que surgen de la premisa de que la filosofía y el filosofar son dos caras de la misma moneda (Obiols, G. 2002, p. 52).

En lo que sigue, en primer lugar, me preguntaré cuál fue la relevancia particular de esos encuentros. Para responder ese interrogante, antes daré cuenta de una serie de factores relacionados con el contexto social, político y, sobre todo, tecnológico en el que se encontró dada la acción. Luego, presentaré en qué consistieron esos encuentros, denominados Ágoras bonaerenses, para destacar su potencia filosófica y, también, para explorar cuáles son algunos de los desafíos contemporáneos que tiene la filosofía y cuáles son algunas de las contribuciones que pueden hacer los y las docentes de filosofía. Allí, mi interés principal es destacar la importancia social y política del intercambio filosófico en los tiempos en los que las pantallas y los algoritmos están transformando las formas de comunicación, diálogo y convivencia.

Comencemos trazando el contexto en el que se dieron esos encuentros y, en primer lugar, refirámonos al contexto social y político. El 2023 no fue un año más debido a la gran cantidad de celebraciones por los cuarenta años ininterrumpidos de democracia en Argentina. Mientras se daban esas celebraciones también se llevaban adelante las campañas para otra elección presidencial más, entre las muchas que se han dado en cuatro décadas. Los años de elecciones presidenciales suelen aumentar significativamente los índices de conversación pública y politización de la ciudadanía, y el aniversario de la democracia potenció ese fenómeno. En particular, en ese año se dio una interesante intersección entre festejos y campañas de los distintos espacios políticos, generando niveles de conversación y discusión política fuera de lo común. Ahora bien, pongamos la mirada en las características de esa conversación de la ciudadanía, ¿cuál era su sustancia? Esas conversaciones conjugaban reflexiones sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestra sociedad. Allí se incluían, a la vez que se mezclaban, balances sobre logros y desafíos pendientes que tenemos como país, y, además, planteos y promesas sobre futuros posibles. Así, festejos y campañas cruzaron miradas y reflexiones sobre el pasado, combinadas con diagnósticos del presente y estimaciones de los horizontes posibles que se abrían para el futuro.

En segundo lugar, preguntémonos cuál fue la forma en la que predominantemente se daba esa conversación. Aquí, es importante resaltar que el contexto tecnológico ha ido cambiando nuestros modos de informarnos y comunicarnos. Las transformaciones proporcionadas por el ámbito tecnológico han impactado en el contexto social, y, deberíamos preguntarnos cuáles son las nuevas condiciones asentadas para el intercambio ideas. Como sabemos, los avances en la algoritmización de la información condicionan, paulatinamente, el acceso a perspectivas divergentes y ello impacta en las creencias, gustos y experiencias de las personas.

En los umbrales del primer cuarto del nuevo siglo, los desarrollos tecnológicos consiguieron incorporar hábitos de uso permanente de teléfonos inteligentes donde las personas se informan, divierten, relacionan, consumen, forman parejas, elijen candidatos e intercambian ideas políticas, entre otras actividades. En una creciente e invisible colonización de los mundos de la vida, cada vez son más las experiencias mediadas por las pantallas personales. Las experiencias mediadas por las pantallas se incrementan y la inteligencia artificial avanza en la eficiencia de los algoritmos reduciendo nuestra percepción de la realidad y entorpeciendo nuestra comprensión de quiénes son los otros y, con ello, también de quienes somos nosotros mismos. Por consiguiente, no es aventurado advertir que los sujetos de la democracia han cambiado en estos cuarenta años, y que con la inauguración de nuevas ágoras digitales la dimensión de lo político cabe suponer que se ha transformado radicalmente.

El siglo XXI ha abierto nuevos canales de emisión de la información con lógicas propias donde predomina la segmentación y la personalización de los contenidos. Esas lógicas tecnológicas decantan en lógicas sociales de la comunicación a la vez que establecen procesos de socialización. Esto reconfigura, en parte, los gustos y las formas de la atención de los ciudadanos quienes, según García Canclini (2019), han devenido en receptores consumidores. Con el desarrollo de la tecnología, tanto las campañas políticas como las formas de la comunicación de la ciudadanía han sufrido cambios radicales. Y cada año se aceleran los cambios en las maneras de hacer y comunicar política, transformando la cultura democrática (Casullo, 2023).


2. El encuentro filosófico


Con la llegada de internet comenzamos a tener un espacio público digital que crece y crece, donde se fue armando una lógica de intercambios muy distinta, y distante, a la que se daba en el espacio público tradicional. Allí, puede verse que el proceso de dataficación de las esferas públicas ha creado una nueva conversación política, donde los algoritmos numeran, ordenan y clasifican para redirigirnos a conversaciones con otros que piensan igual. Esas lógicas algorítmicas fomentan la formación de burbujas digitales y cámaras de ecos. Esos procesos promueven polarizaciones que impiden, kantianamente, salir de la minoría de edad, ejercer la autonomía y aspirar a formas de entendimiento mutuo.

El paso de las ágoras presenciales hacia las ágoras digitales da lugar a una afección mutua de las lógicas y de las dinámicas de intercambios de ideas. Las decisiones de los ciudadanos parecen estar cada vez más condicionadas por las lógicas algorítmicas en tanto nuevos modos de socialización y politización. Los procesos democráticos también parecen estar cada vez más condicionados por estas nuevas “lógicas de intercambio” de ideas, al punto que en las dinámicas del lenguaje en los espacios virtuales, un meme puede ser más potente que un argumento sólido.

Es en ese contexto social, político y tecnológico donde se inscribe la experiencia filosófica y pedagógica de llevar adelante encuentros presenciales entre profesores y estudiantes tanto de los profesorados de educación secundaria en Filosofía como los de Ciencia Política, para pensar críticamente, en clave filosófica, nuestra democracia y la ciudadanía. En ese sentido, bajo el nombre de Ágoras bonaerenses se erigió una política pública llevada adelante por la Dirección Provincial de Educación Superior de la Provincia de Buenos Aires en el marco de las políticas educativas de la educación superior. Aquella iniciativa buscaba hacer pública la filosofía en algún espacio público y lo logró. Ágoras abrió marcos filosóficos en distintas regiones de Buenos Aires y en cada uno de esos lugares se dieron cita entre 400 y 500 estudiantes quienes en los distintos talleres volcaron sus ideas y visiones construyendo espacios no escolarizados de filosofía.

Esos encuentros tenían como propósito abrir un espacio para conversar, intercambiar ideas y experiencias, y discutir las siguientes preguntas:

¿Qué es la democracia?, ¿qué estamos haciendo para que la democracia sea lo que es?, ¿qué desafíos aún restan para la democracia?, ¿cuál es la relación que la filosofía tiene con la democracia y cuál debería tener?, ¿qué le ha dado la enseñanza de la filosofía a la democracia en estos 40 años?, ¿hay otra democracia por venir?

Las Ágoras se dieron en tres días consecutivos - 9, 10 y 11 de Octubre de 2023- y en tres lugares distintos y, entre sí distantes de la provincia; respectivamente, La Matanza, Junín y Bolívar. Cada día tuvo una clase abierta seguida de seis talleres. Me referiré primero a las clases abiertas y posteriormente a los talleres.

La clase abierta y el diálogo con el público en el encuentro de La Matanza estuvieron a cargo de Darío Sztajnszrajber. Su clase titulada Filosofía de lo imposible: democracia, enseñanza, vocación”, abordó cómo  la filosofía se enfrenta a preguntas irresolubles y cómo esto desafía nuestras nociones de conocimiento y verdad, explorando la democracia como un ideal ético y filosófico que, aunque inalcanzable, guía nuestras acciones políticas y sociales. Allí, puso su mirada en cómo, quienes enseñan filosofía y a filosofar, están en la búsqueda de formar ciudadanos críticos y autónomos; cómo, rortyanamente, “les enseñan a rascarse donde no pica” sostenía Darío Z. La filosofía como práctica emancipadora, cuestiona lo dado para imaginar nuevas posibilidades y modos de actuar en el mundo, muchas veces, acercándose a ideales imposibles. Así, la filosofía es vocación e indagación de nuestra autenticidad.

En Junín la clase abierta estuvo a cargo de Eduardo Rinesi. Su clase se tituló “Democracia. 40 años” y trató sobre la triada libertad, igualdad y fraternidad, para destacar cómo la fraternidad, en tanto un concepto tan fundamental como los otros dos, es a menudo olvidado en la democracia. Analizó cómo la igualdad y la libertad han sido ampliamente desarrolladas y debatidas en la teoría social y política mientras que la fraternidad fue desatendida. Argumentó sobre una idea de fraternidad fuertemente atada a la cohesión social y al sentido de pertenencia, esencial para el funcionamiento democrático y para que la solidaridad impulse políticas de justicia social fomentando una sociedad más equitativa y justa. Resaltó el lugar de quienes enseñan filosofía y promueven el pensamiento crítico como un compromiso político con los otros y con el propio tiempo.

Por último, en el encuentro de Bolívar estuvo Dora Barrancos quien tituló su presentación, “Mujeres, géneros y ciudadanías en el marco de los 40 años de democracia”. Su clase trató sobre la evolución y los desafíos de los derechos de las mujeres y las diversidades de género en Argentina desde la restauración de la democracia en 1983. Comenzó contextualizando la lucha histórica de las mujeres y la comunidad LGBTQ, destacando los logros y las conquistas en materia de derechos sexuales y reproductivos, la igualdad de género y la protección contra la violencia de género. Pero destacó la idea de que la historia no es lineal, y que los derechos conquistados pueden sufrir retrocesos, especialmente en contextos de crisis políticas o sociales. Barrancos exploró con ejemplos concretos de retrocesos y resistencias en la historia reciente subrayando la importancia de la vigilancia constante y la movilización social para proteger y expandir estos derechos.

Cabe destacar que cada uno de los expositores, al compartírseles los propósitos de ese primer encuentro de los Profesorados de Educación Secundaria en Filosofía y de los Profesorados de Educación Secundaria en Ciencia Política organizado por la Dirección Provincial de Educación Superior de la Provincia de Buenos Aires, se unió de manera generosa y desinteresada a las iniciativas.

 Luego de las clases abiertas y las preguntas con los disertantes, se dio comienzo a los talleres donde el centro de la escena estaba dado por la palabra de los participantes. Algunos de los nombres de esos talleres fueron: “Democracia y diálogo filosófico: la ciudadanía y la participación democrática 40 años después”, “¿Qué es enseñar filosofía en el siglo XXI?”, “Ciencia Política: Estado y ciudadanía”, “¿Qué significa pensar, enseñar y aprender filosofía desde América Latina?” entre otros.  Para el cierre de los talleres, se abría nuevamente un espacio llamado “Las voces de los y las estudiantes” donde los participantes se reunían para exponer sus reflexiones. Se utilizaron una serie de preguntas ejes para articular esas reflexiones, a saber: “En el marco de las reflexiones sobre los cuarenta años de nuestra democracia: ¿Cuáles son los sentidos de la enseñanza de la filosofía hoy? ¿Cómo la filosofía nos permite revisitar nuestras ideas sobre la democracia? ¿Qué democracia tenemos y cuál queremos? ¿Cuál es el vínculo de la filosofía con la democracia?”

Destaquemos dónde estuvo la potencia de esas Ágoras. Un punto clave sobre la importancia de esa experiencia estuvo dado en que estudiantes y profesores reflexionaron conjuntamente con sus pares de otros institutos, en un contexto fértil para la deliberación y el intercambio de argumentos sobre la democracia. La presencialidad y el hecho de tomar contacto con profesores y estudiantes de otros Institutos de formación docente claramente fue la contrapartida a las dinámicas divisivas de las ágoras digitales. El haberse proporcionando un espacio para la deliberación cara a cara permitió abrir el ejercicio de dar y recibir razones. Los participantes se escucharon y consideraron activamente las ideas y los argumentos de los demás. En esas conversaciones filosóficas, al introducirse perspectivas diversas y argumentaciones fundamentadas, el filosofar contribuyó al enriquecimiento del discurso democrático y a su calidad epistémica.

En una atmósfera en la que las discusiones sobre nuestro pasado, presente y futuro democrático se entrelazaban con celebraciones y campañas políticas, se abrieron las condiciones para que surja la perspectiva filosófica y, con ello, se trace una mirada más profunda y crítica de la democracia y sus desafíos. Aquí, debemos resaltar que fueron profesores y estudiantes quienes pusieron al quehacer filosófico en el centro de la escena para apropiarse de temas que estaban en el debate público. Así, filosofía y filosofar se pusieron en práctica haciendo suyas preguntas de ese momento y aplicándoles sus herramientas conceptuales para el análisis crítico.

¿Por qué se llamaron Ágoras bonaerenses? La denominación atendió a varias razones. En primer lugar, habida cuenta que la palabra Ágora refiere a un espacio público compartido en el que se conjugan colectivamente nuestras ideas, creencias y sentimientos, es eso justamente lo que se buscó recrear: un aquí y ahora donde hablan y participan los ciudadanos que comparten una vida y un espacio en común.

En ese diálogo abierto y polifónico se construyeron y se entrelazaron los hilos que, mientras pensaban la democracia, forjaban una idea robusta y fuerte de democracia basada en la deliberación con los otros y donde los otros están presentes. En segundo lugar, Ágora también refería a la dimensión agonista en el intercambio político. Y si bien el conflicto es una parte de la naturaleza de lo político, abrimos las reflexiones sobre cómo la era digital y la algoritmización de la información, polarizan y radicalizan de tal forma las posiciones que terminan haciendo de ello, erróneamente, la única parte de lo político.

Por otro lado, y como un punto importante para subrayar, las Ágoras no buscaron ser la reminiscencia de las griegas o de algún otro sitio sino que al definirse como bonaerenses, se ponía claridad desde dónde estábamos pensando nuestra democracia. Pensar situadamente, en tiempo y espacio, emplazó al diálogo y a la reflexión en este lugar del mundo y en el siglo XXI. Las intervenciones estaban así enmarcadas en compartir pensamientos, experiencias o sentimientos sobre el mundo que nos rodea, en el que crecimos, nos formamos, trabajamos y construimos nuestro futuro junto a otros.

Por último, cabe destacar que Ágoras bonaerenses no fueron jornadas, ni un congreso y menos un simposio sobre concepciones de la democracia. Fue decididamente un “encuentro” con todo lo que comprende el término. Buscaron ser espacios de igualdad y libertad articulados por profesores y profesoras de filosofía de una provincia donde poníamos como epicentro a los diálogos que pensaran los problemas que se abren a nuestras formas de relacionarnos democráticamente en nuestro tiempo.

En sociedades signadas por las pantallas, esos encuentros buscaron ser espacios donde se forjen, a partir de y junto con los estudiantes de institutos de formación docente, nodos de reflexión filosófico-política. El ejercicio de entrelazar las voces y perspectivas de los participantes como hilos en un tejido, permitió construir conjuntamente una trama compleja de ideas que nos acercó a lo propio de la búsqueda filosófica abierta a una reflexión sobre su propio tiempo, en particular, de nuestra democracia, de la alteridad y de nosotros mismos. La filosofía tomó cuerpo en el filosofar para hacer sus gestos dentro o fuera de los muros (Kohan, 2007, p. 156).


3. Filosofar en tiempos de redes


Con el correr del tiempo se han ido multiplicando las iniciativas para que la filosofía extienda sus fronteras más allá de los muros de las aulas. En tal sentido, siguiendo a Walter Kohan, las experiencias que se dan de esas iniciativas hoy son muy disímiles; van desde cafés filosóficos a programas de divulgación pasando por memes y reels que buscan explicar a un/a filósofo/a, un concepto o una teoría en solo treinta segundos. Pero lo importante de la filosofía extramuros quizás sea lo mismo que es importante al interior de las aulas, a saber: ¿qué hacemos cuando hacemos filosofía? Según cuál sea nuestra definición de filosofía, detrás vendrá nuestra forma de llevarla adelante. En Ágoras entendimos que hacer filosofía implicaba necesariamente intentar forjar la experiencia del filosofar. Se entendió que la forma en la que la filosofía podía suceder, sería asumiendo que la filosofía debe habilitar el filosofar o, si se quiere de otro modo, que el filosofar sería el que habilite a la filosofía. Desde una perspectiva más general, y atendiendo a la historia del concepto “filosofía”, sabemos que mucho antes de la aparición de la palabra sustantivada se utilizó el verbo “filosofar” y la denominación de “filósofo” para aquel que ejercía la actividad de búsqueda por disconformidad con lo dado (Busdygan y Ginnobili, 2017, p. 33).

Matthew Lipman y Ann Margaret Sharp proveyeron la idea-fuerza de que la incorporación de la filosofía puede mejorar toda la experiencia educativa si invita a reflexionar sobre nuestros entornos, si pone en relación diferentes áreas de estudio y potencia el pensamiento crítico. La revalidación de la propia autonomía en tiempos de internet debe ir de la mano de una mirada crítica sobre cómo la tecnología se ha naturalizado para casi todos los asuntos de la vida. Así que, dado que la educación para la ciudadanía y la formación democrática aparecen en distintos registros curriculares y niveles educativos, y dado que la inclusión de la enseñanza de la filosofía, por lo general, se percibe como una estrategia idónea para la consecución de dichos objetivos, de ahí se entendió que la enseñanza de la filosofía debía expandir sus fronteras más allá de los muros de las aulas.

La filosofía como actividad analítico-crítica conjuga la satisfacción de encontrar problemas que no habían sido visualizados con la insatisfacción de desnaturalizar aquello que habíamos tomado como obvio. Al decir de Russell, prefiere incertidumbres seguras antes que certidumbres inseguras. La intersección de la que hablábamos al principio del trabajo, abría un escenario propicio para las preguntas y el tipo de intervenciones en ese sentido. El ejercicio de coordinar diálogos de filosofía y democracia en los talleres, llevaba consigo la búsqueda constante de alumbrar, cercar, insinuar, las certidumbres inseguras de las que están llenos nuestros sistemas de creencias. Es así que, en el trabajo que llevamos adelante las y los docentes dentro de los talleres, buscamos comportarnos socráticamente- en parte, porque prescindimos de la ironía además de explicaciones embrutecedoras. Como dijimos antes, el quehacer filosófico y su enseñanza no pueden desmarcarse de su propio tiempo.

Comportarnos de modo socrático implicaba, primero, anticipar algunas preguntas relacionadas con la/s definición/es de democracia -según el taller, el foco estaba puesto en algún lugar distinto: democracia y filosofía en Latinoamérica, en el siglo XXI, en relación con la cultura digital, entre otros-. Segundo, después de hacer circular la palabra y coordinar las participaciones, se iban abriendo nuevas preguntas a la vez que en las conversaciones se revisaban ejemplos, argumentos, contraargumentos y contraejemplos, donde se iban advirtiendo inconsistencias, vaguedades o ambigüedades definicionales.

La estrategia de socratear conllevó consigo la idea de ponernos a filosofar comunitariamente con quienes compartimos un espacio en común. La filosofía allí se inscribía una vez más como un diálogo horizontal entre personas libres e iguales que no están guiadas más que por la fuerza de los mejores argumentos y de los mejores enfoques sobre los problemas que se revisan. La filosofía fue así política de la palabra en sociedades signadas por las pantallas, política de la verdad en los espacios públicos erosionados por postverdades. Si bien no es extraña la relación entre filosofía y formación para la ciudadanía democrática o para el desarrollo del pensamiento crítico, Ágoras bonaerenses, no consistió en instrucciones o enseñanzas unilaterales sino más bien lo contrario, abrió espacios para que confluyan pensamientos diversos, visiones alternativas y perspectivas enriquecedoras. Las Ágoras propusieron abrir a través de la conversión horizontal, horizontes de lo posible. A su vez, eso creó una comunidad de diálogo filosófico y, con ello, una identidad propia de qué nos preguntamos y cómo lo hacemos quienes somos parte de la filosofía. Nada de lo anterior se podría haber hecho desde los chats, ni sumando likes. Se hizo encontrándonos con otros y otras para compartir argumentos, experiencias, emociones, preguntas y lecturas, todo mate mediante.

Con Ágoras bonaerenses se dio el hito histórico de hacerse el primer Encuentro de Profesorados de Educación Secundario de Filosofía y, lo mismo para los de Ciencia Política de los Institutos superiores de formación docente de la provincia de Buenos Aires. Esa iniciativa fue posible porque tuvo un marco institucional que la antecedió, las lógicas dialógicas que se habían dado para la discusión y la construcción de los nuevos diseños curriculares para ocho carreras de Profesorados de Educación Secundaria, entre esas carreras estaba filosofía (DGCE, 2022). Esos nuevos diseños fueron aprobados e implementados en 2022. Las acciones de consultas curriculares constituyeron jornadas de trabajo donde se propició el diálogo abierto y participativo. Allí se encontró, como denominador común, el interés de los participantes por generar encuentros entre institutos de la misma carrera o de carreras afines para seguir avanzando en la construcción de una identidad que se viene trazando en los profesorados de la provincia. Como un síntoma de los tiempos postpandémicos, la necesidad de encontrarnos buscaba nuevos canales y Ágoras fue uno de ellos, y fue trazado desde la filosofía para hacer filosofía pública. Pasadas las Ágoras, los estudiantes comenzaron a armar redes, grupos de contacto para seguir intercambiando y pensando cómo hacer intervenciones desde –y para- la filosofía en sus ciudades.


4. Filosofía y sociedad


En el origen de la filosofía como disciplina, un poco después de que acaeciera el giro antropológico que la filosofía da sobre sus propios asuntos en la vieja Atenas, queda establecido que en gran medida, la actividad propia de la filosofía se encuadra en la búsqueda de respuestas a preguntas relacionadas con el sentido del hombre en el mundo, el bien, la justicia, etc. Allí, entre esas y otras preguntas, no es ajeno que los griegos se hayan preguntado una y otra vez qué es eso de la democracia. Aún hoy aquella vieja pregunta filosófica resuena pero en un contexto muy diferente en el que nos debemos dar a nosotros mismos nuestras propias respuestas sin desconocer las ya dadas en la historia de las ideas. La tarea de la filosofía sigue vigente, y es la que debe habilitar espacios para filosofar sobre cómo entendemos nuestras miradas del pasado y del presente, y en qué se ha convertido nuestro mundo, un mundo caracterizado por desafíos complejos y cambiantes más allá de los cuarenta años democracia.

En “Investigación, enseñanza y varios entredichos (y algunas paradojas)” Alejandro Cerletti (2020), sostiene que:

El cerramiento de la filosofía sobre sí, a fuerza de profundizar cuestiones cada vez más acotadas, ha reducido la interlocución filosófica de manera muy acentuada, ya que la limita al intercambio hermético de unos pocos. La paradoja obvia que se presenta es la de toda especialización a ultranza: mientras más se especialicen aquellos que se dedican a la filosofía, menos interlocutores tendrán. Y como el camino de la especialización en filosofía no parece detenerse, se avizora un final en el que el filósofo solo hablará consigo mismo, o casi. Sería un triste destino para una disciplina que tuvo su origen en la formulación de las grandes preguntas de la vida y el mundo. (Cerletti, 2020, p. 11)

La descripción que se hace de la filosofía misma, puede tener un componente crítico o uno normativo. Cuando es normativo, la descripción establece qué es y, a la vez, qué debe ser. Cuando la descripción es crítica, también hay carga normativa, se busca mostrar cómo no debe ser. Cerletti advierte que si la filosofía solo gira sobre sí misma, se desconecta, se desencuentra de todo posible encuentro con el otro. Si el cuestionamiento filosófico no redirige y transforma a la filosofía misma desde su interior, nada lo hará. Por ello, cabe destacar que la filosofía posee una importante diferencia en relación con las otras formas de saber y su capacidad autorreflexiva. La filosofía puede abrir un campo problemático en el que ella misma puede ser examinada, puede autoplantearse hacia dónde se dirigen sus prácticas, cuáles son sus destinatarios, cuál es su presente y cuál su destino.

En el texto antes citado, Cerletti sostiene también que “la mayor deuda de la comunidad filosófica con la sociedad de la cual forma parte y gracias a la cual vive, en un aséptico aislamiento, es justificar su existencia” (Cerletti, 2020, p. 9). En tal sentido, y siguiendo al filósofo, siempre cabe preguntarse qué puede aportar el quehacer filosófico a la sociedad en la vive y comunicarlo- sea un diagnóstico del presente o bien una propuesta de transformación del futuro-. La comunidad filosófica tiene para con la sociedad que la sustenta una obligación moral e intelectual en la que debe proporcionar razones y justificaciones claras que fundamenten la existencia misma del quehacer filosófico institucionalizado y que muestre cómo la comunidad filosófica siempre tiene relevancia para la sociedad.

El problema de qué tipo de democracia se está construyendo y, a la vez, qué tipo de ciudadanía, no son temas que puedan escapar a quienes enseñamos filosofía. Es más, son temas que tenemos en común y que les interesa a quienes no se interesan por las teorías filosóficas. ¿Qué filosofía podemos hacer de espaldas a esas inquietudes que podemos compartir con los otros? La experiencia filosófica y pedagógica de la que fui parte, entre muchos otros, revitalizó aquello que pensaba que podía hacerse desde el humilde lugar que ocupamos quienes enseñamos filosofía.


Referencias


Busdygan, D. y Ginnobili, S. (comp.) (2017). Ideas y perspectivas filosóficas. Universidad Nacional de Quilmes.

Casullo, M.E., (2023) Internet, esfera pública y sistema de partidos en la Argentina a 40 años de democracia.  Democracia en red Internet, sociedad y política en la Argentina, Secretaría Legal y técnica de Argentina. 21-27.

Cerletti, A. (2020) Investigación, enseñanza y varios entredichos (y algunas paradojas). En: Cerletti, A. y Couló, A. (comp.), La filosofía en la universidad. Entre investigadores y profesores. Noveduc. 10-20.

Dirección General de Cultura y Educación (2022). Diseño curricular del Profesorado de Educación Secundaria en Filosofía, La Plata. Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires. Subsecretaría de Educación, Dirección Provincial de Educación Superior. https://abc.gob.ar/secretarias/areas/subsecretaria-de-educacion/educacion-superior/dir-de-form-doc-inicial/actualizacion-y

García Canclini, N. (2020). Ciudadanos reemplazados por algoritmos. Bielefeld University Press.

Kohan, W. O. (2007). Sobre las antinomias de enseñar filosofía. Cuestiones de Filosofía, (9), 143-160.

Obiols, G. (2002). Una introducción a la enseñanza de la filosofía. Fondo de Cultura Económica.