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Del cosmos a nuestra galaxia: Borges en Hungría, 1972-2017
From the cosmos to our galaxy: Borges in Hungary, 1972-2017
Del cosmos a nuestra galaxia: Borges en Hungría, 1972-2017
Cuadernos del CILHA, vol. 19, núm. 1, pp. 35-43, 2018
Universidad Nacional de Cuyo
Recepción: 26 Enero 2018
Aprobación: 31 Enero 2018
Resumen: La primera traducción al húngaro de textos de Jorge Luis Borges se publicó hace 45 años, en 1972, en la serie de ciencia ficción, titulada Kozmosz – fantasztikus könyvek (“Cosmos–libros fantásticos”), mientras que la última en 2017, en una antología (la serie se titula Metagalaktika, o sea “Metagaláctica”) de prácticamente la misma editorial que desde su renacimiento en los años 2000 tiene el objetivo de mantener vivo el género. El propósito del artículo es estudiar la influencia del contexto de la ciencia ficción en la recepción de los textos y la figura de Borges en Hungría, es decir, dar una imagen sobre esta peculiaridad de la lectura húngara de la obra del escritor argentino.
Palabras clave: Borges, Crítica literaria, Hungría, Ciencia ficción.
Abstract: The first Hungarian translation of texts by Jorge Luis Borges was published 45 years ago in 1972 as part of the science fiction series Kozmosz – fantasztikus könyvek ("Cosmos.fantastic books"), while the last one in 2017, in an anthology (the series called Metagalaktika, "Metagalactic") edited practicaly by the same publishing house. The series was reborn in the years of 2000 with the aim of keeping the genre science fiction alive. The purpose of the paper is to study how science fiction as a context influences the reception of texts and the figure of Borges in Hungary, that is, give an image about this special way how the Argentine writer appears in the Hungarian literary criticism.
Keywords: Borges, Literary criticism, Hungary, Science fiction.
Aunque Jorge Luis Borges es considerado un autor estrella de la literatura hispanoamericana en Hungría, como en muchos otros países, y ya se han traducido casi todos sus textos, a principios de 2017 se han publicado dos cuentos suyos, antes inéditos en húngaro: La biblioteca total, y El espejo de tinta, en dos publicaciones de una revista de ciencia ficción. El título del artículo: “Del cosmos a nuestra galaxia”, con esas dos expresiones, que en el campo de la literatura aluden al contexto de la ciencia ficción, mostramos qué es lo que más fama le ha dado a Borges en Hungría en los años 70, y curiosamente es el mundo del sci-fi a donde ha vuelto hace poco.
Los primeros cuentos de Jorge Luis Borges en forma de libro y en traducción al húngaro se publicaron hace 45 años, en 1972, en la serie de ciencia ficción titulada Kozmosz fantasztikus könyvek (“Cosmos–libros fantásticos”), mientras que estos dos últimos ─hasta el momento─ en 2017, uno en la revista titulada Galaktika (“galaxia”) y el otro en una antología temática de la misma revista, en un número especial dedicado a la ciencia ficción argentina (la serie se titula Metagalaktika, “metagaláctica”). De hecho, se trata de ediciones en diferentes momentos de la misma editorial, considerada como la más relacionada con la literatura de science fiction en Hungría. Después del cambio político en 1989 la editorial desapareció paulatinamente, pero desde los años 2000 ha vuelto a publicar tanto la revista como la antología temática, y tiene el objetivo de mantener vivo el género, ahora ya en un sentido más amplio, internacional.
La situación política de Hungría de los años 60 y 70 es bien conocida, es la época de la dictadura comunista, ya pos totalitaria, donde funciona sobre todo la autocensura ya que oficialmente no había censura, como explica M. Haraszti en su libro sobre “la estética de la censura” (1991). En la práctica la política cultural de este período funcionaba según el “sistema de los tres T” que consistía en clasificar a los artistas según las tres categorías de tiltott (“prohibido”), tűrt (“tolerado”) y támogatott (“apoyado”): Borges, probablemente, pertenecía al segundo grupo. La revista de literatura universal más importante de la época, destinada a presentar los escritores, tendencias, y eventos literarios destacados de otras partes del mundo es Nagyvilág (“El gran mundo”), editada desde 1956 por la Asociación de Escritores Húngaros: es donde se publican los primeros textos de Borges, a partir del 63, y más tarde también algunas entrevistas, cortadas y modificadas por los redactores, o “delfinadas” como dice László Szörényi (2000), crítico, profesor y editor de otra revista literaria, y autor del libro titulado Delfinárium (“delfinario”)[1]. La expresión viene del latín ad usum Delphini (“para el uso del sucesor”) que utiliza Luis XIV cuando adapta un texto para la lectura de su hijo, es decir, el significado de “simplificado”, “modificado” (originalmente por razones morales) pasa al vocabulario de los literatos, editores, traductores, escritores de la época para aludir de manera eufemística a este fenómeno típico que realmente tenía el propósito de evitar la censura, es decir, la prohibición de la publicación de ciertos textos o autores. La publicación del libro de cuentos de Borges en este disfraz de sci-fi podría ser considerado también como una especie de “delfinación” ya que la ciencia ficción era una categoría literaria que tenía una posición especial: por un lado, era considerado como algo poco peligroso porque supuestamente no hablaba de la realidad o el presente, sino de otros planetas, seres, galaxias. En palabras de unos de los destacados personajes del mundo de la literatura de ciencia ficción (y todo lo que se podía vender como tal), Péter Kuczka (1998), fundador y durante mucho tiempo editor jefe de la famosa revista Galaktika, “[…] el sci-fi es una obra en la que hay naves espaciales, robots, marcianos, y monstruos con los ojos muy grandes. Para los que no leen ciencia ficción, esa circunscripción es suficiente”[2]. Y probablemente es lo que pasó con los que controlaban las publicaciones. Por otra parte, la ciencia ficción, y sobre todo la vertiente en la que la técnica del futuro o la futurología tenían un papel importante, era un tipo de literatura muy popular y subvencionada en la Unión Soviética. Es por eso que también la revista Galaktika y la serie Kozmosz tenían un apoyo financiero del estado que permitía publicar y vender muchos ejemplares (la revista Galaktika en su época de esplendor tenía una tirada de más de 90.000 ejemplares y numerosas veces fue premiada por distintas asociaciones internacionales del género por ser la mejor revista de ciencia ficción).
El ya mencionado Kuczka, originalmente un poeta proletario que en los comienzos de su carrera quería ser el poeta del partido del poder y propagar con sus textos las ideas del comunismo, con el tiempo se ha decepcionado tanto que en los años 50 incluso llegó a organizar manifestaciones, participó en la revolución antisoviética, fallida, del 56 y fue silenciado, es decir, no podía publicar nada hasta 1964: este fue el período cuando se iba acercando al género de la ciencia ficción. A partir del 69 se convirtió en director de la colección Kozmosz en la editorial Móra, una de las más importantes de la época, y entre el 72 y el 95, como ya hemos mencionado, fue también redactor jefe de la revista Galaktika. Gracias al apoyo estatal, a los contactos, a los gustos y sensibilidad literarios de Péter Kuczka, ambas ediciones fueron muy exitosas hasta el cambio del sistema político en el 89.
La revista Galaktika, después de pasar 9 años en un profundo sueño, fue despertada en 2004 con una temática más amplia, incluyendo actualidades científicas, reseñas, artículos sobre las novedades de las investigaciones sobre el futuro, etc.[3]. La historia de las publicaciones editadas por Kuczka son interesantes no solo porque nos permiten ver la trayectoria de una revista (y una colección vinculada a ella) que todavía hoy día vive de la fama que tenía en los años 70, y de los autores que en aquel entonces publicaron en ella, sino también porque es el contexto literario-cultural que hace posible que Borges llegue a la fama entre los lectores húngaros. La pregunta es, si ese contexto era realmente tan artificial y si en ciertos círculos de verdad sigue vigente hasta hoy, o el nombre, la “marca Borges” sirve simplemente como márquetin para vender algo con lo que tiene poco que ver. Para llegar a una posible respuesta, a continuación, describiremos cómo era dicho contexto en aquel entonces, y cómo es hoy.
Antes que nada, hay que decir que en los años 70 a pesar de la denominación popular “revista” de la publicación, se trata más bien de una antología, sin ningún tipo de información, comentario, o cualquier otra alusión al autor o al texto. Lo único que nos puede orientar en cuanto a la naturaleza de la revista y a la construcción consciente de los números, es la descripción de las ilustraciones que siempre se encuentra en las últimas páginas, y a veces hay alguna referencia también en el texto de la contracubierta. Al principio, en los primeros números, en la contracubierta se ha podido leer un texto sobre lo polifacético que es el género de la ciencia ficción, pero por ejemplo en el año 1976 (en caso del número 17) cuando publicaron Tlön, Uqbar… de Borges, encontramos en la contracubierta una serie de citas de autores de science fiction de las cuales la primera son palabras del ingeniero-escritor Jacques Bergier: “la literatura de ciencia ficción es una fuerza mayor que la energía atómica”[4].
Para tener una imagen sobre cómo entró Borges en el escenario de la ciencia ficción húngara, veamos ahora las circunstancias del primer libro de cuentos suyos que ha editado el mismo Kuczka, siguiendo las instancias de Lajos Boglár, etnólogo-antropólogo húngaro que durante toda su vida ha tenido mucho contacto con América Latina. Boglár es famoso sobre todo por sus expediciones en distintos países del continente americano, así como por sus colecciones etnográficas con las que volvió a Hungría de sus viajes y encuentros con grupos de indígenas, pero a pesar de su profesión fue también traductor de algunos cuentos de Borges en esta primera colección. El libro de cuentos publicado en 1972 se titula Körkörös romok (“Ruinas circulares”., son cuentos de dos libros de Borges, de Ficciones (1956) y de El Aleph (1957) y la selección estuvo a cargo del etnólogo-antropólogo mencionado. Como ya lo hemos dicho, el libro forma parte de la colección Kozmosz Fantasztikus Könyvek (“Libros Fantásticos Kozmosz”) y aquí cabe mencionar que “ciencia ficción” en húngaro es tudományos-fantasztikus cuya traducción literal sería “fantástico-científico”, es decir, ya en su denominación está muy cerca de la “literatura fantástica” (aunque por ejemplo Borges muchas veces aparece en la crítica húngara como escritor principal del “realismo mágico”).
La colección Kozmosz tiene el propósito de publicar selecciones de la literatura de ciencia ficción húngara y extranjera. Entre 1969 y 87 publica 132 títulos, entre ellos Isaac Asimov, Abe Kóbó, Fred Hoyle, Italo Calvino, o más tarde también Stanislaw Lem, Arthur C. Clarke, Mary Shelley, y, además, en esta colección se publicó el guión de Star Wars de George Lucas o Brave New World de Aldous Huxley. Podemos ver que Borges figuraba entre los maestros de distintos tipos de la literatura fantástica o científica-fantástica y hay que añadir que la colección recogió incluso textos de escritores húngaros tan consagrados como Frigyes Karinthy o Mór Jókai (nombres muy conocidos para los lectores húngaros). También en la introducción de esta primera antología de Borges, escrita por András Székely (un consagrado historiador del arte) encontramos varias comparaciones y una perspectiva bastante local cuando leemos: “La crítica extranjera considera a Borges un escritor especial y único. La crítica extranjera no conoce los cuentos especiales y únicos de Karinthy (…)” (1972) O, más tarde: “No es en vano mencionar el nombre de Karinthy, algunos cuentos suyos ─los que podemos considerar literatura sci-fi─ son bien comparables con las obras de Borges”. No se explica ni el porqué, ni cuáles son dichos cuentos o dichas obras, pero, al parecer, era necesaria la referencia nacional.
En la misma introducción titulada “Los cuentos de Borges” se menciona también otro autor húngaro: Antal Szerb, quizás más conocido internacionalmente, y sobre todo para los lectores españoles, gracias a las traducciones de sus dos novelas más logradas, El viajero y la luna y La leyenda de Pendragón. La relación que establece el autor de la introducción entre Antal Szerb y Borges es aún más misteriosa y más bien extraliteraria, si lo citamos es para mostrar qué métodos se utilizaba para colocar a un autor extranjero en el contexto de la literatura en Hungría: “Sin embargo, hay otro escritor húngaro que es todavía más cercano a Borges. Nació solo dos años más tarde que él y quizá pudiera estar vivo hasta hoy si hubiera podido huir a América Latina a tiempo. Así, sin embargo, murió apaleado por los guardias del campamento de trabajo (por su origen judío)” (Székely 1972).
Resulta que también hacía falta explicar el porqué de publicar los cuentos de Borges en una colección de ciencia ficción. La explicación que recibimos en relación con esta cuestión es bastante convincente:
[…] [Borges] no se conforma con la ciencia en su sentido cotidiano, empieza a escribir cuentos que van más allá de las fronteras de la ficción, de las historias de la imaginación, se acercan a lo fantástico y en un momento dado, en una alusión, en el diálogo de los personajes, o en una nota a pie de página siempre aparece alguna curiosidad de la historia de la civilización humana. Al fin y al cabo, es lo que hace de Borges un autor sci-fi, o sea, de ciencia ficción, lo único insólito es que la ciencia en este caso no se refiera a alguna rama de las ciencias naturales o de las ciencias técnicas, sino a las ciencias sociales: lo que recibe el lector es alguna que otra miga sabrosa de la Historia o de la Historia de la Literatura (Székely 1972).
Según los criterios de hoy encasillar los textos de Borges en alguna categoría no es fácil, en la crítica húngara de después de la caída del Telón de Acero cuando se hace alusión a la cuestión, aparece el juego de palabras tudománytalan fantasztikus lo que quiere decir más o menos “ciencia ficción sin ciencia” o “[literatura] fantástica no científica” y que funciona en húngaro justamente por lo que ya hemos mencionado, es decir que sci-fi es “científico-fantástico”. De ahí que el resultado de este juego de palabras es literatura “fantástica no científica” que quizá se acerque más a lo que hoy día la crítica piensa de Borges.
Sin entrar en cuestiones teóricas de la ciencia ficción o de la literatura fantástica, el ensayo que se ha publicado en la colección Metagalaktika 12 (esta selección de textos de la ciencia ficción argentina contemporánea que empieza con uno de los textos de Borges recientemente publicados en Hungría), nos muestra que también los autores de la ciencia ficción en Argentina consideran a Borges como uno de sus maestros.
Sergio Gaut vel Hartman caracterizando la sci-fi argentina dice que podemos hablar más bien de “ficción especulativa argentina” o “narrativa conjetural” (y toma la expresión justamente de Borges quien la utiliza en su poema titulado “Poema conjetural”). (2017) El ensayo, cuando enumera los predecesores más importantes, menciona a Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga, Macedonio Fernández, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, y Adolfo Bioy Casares. Respecto a Borges, como uno de los clásicos más importantes de la literatura fantástica argentina (de su vertiente especulativa) del siglo XX, menciona los textos que considera típicamente SF. Utopía de un hombre que está cansado, Funes el memorioso, El milagro secreto, El inmortal, El Aleph. También subraya que se trata de un caso especial, de “narrativa conjetural”, es decir, de textos emparentados con la “ficción especulativa”, o una “inflexión conceptual”. (Hartman 2017) Si tomamos en consideración lo que dice sobre las características de la ciencia ficción argentina, veremos que el encasillamiento artificial de la época comunista que se ha hecho en Hungría no es tan absurdo como parece. Las características más importantes según Sergio Gaut vel Hartman son las siguientes: fuerte tradición de literatura fantástica, “mestización” respecto a la SF anglosajona, color local, construcción de universos con reglas y personajes a la medida de cada ficción, preocupación por desentrañar las claves de la decadencia, la inoperancia y la anomia política del país (en clave metafórica, figurada o sin claves), darle un espacio a lo lúdico.
Hartman cita también a otros críticos que se han dedicado al tema, por ejemplo, Pablo Capanna que hace una conexión explícita entre las dos formas literarias en cuestión:
En general, los autores cultivan una literatura fantástica no tradicional, que linda con la ciencia ficción, la atraviesa y sale libremente de su ámbito, con escasa presencia del elemento científico-tecnológico [...]. Quizás el rasgo más común sea que nuestros autores no hacen ciencia ficción a partir de la ciencia, como ocurre en los países industriales donde reina la ciencia ficción y en cuyo mundo espiritual importan las convenciones y los mitos del género (2017).
Al final del ensayo Hartman saca sus conclusiones y dice: “¿Qué le queda a una ciencia ficción sin ciencia? La respuesta es simple: convertirse en ficción especulativa, en narrativa conjetural. La producción de mundos alternativos nace de la confluencia entre lo que sabemos y lo que somos capaces de imaginar como un desarrollo que recibe un impacto inesperado”.
Vemos pues, que lo que parece un pretexto en la introducción de Körkörös romok (“Ruinas circulares”) de la colección Kozmosz en 1972, rima muy bien con la descripción del ensayista argentino de la selección de Metagalaktika, de 2017.
Aquí cabe mencionar que Körkörös romok (“Ruinas circulares”) tiene una versión ampliada y un poco neutralizada del contexto galáctico de la ciencia ficción, pues se vuelve a publicar en la Editorial Kriterion de Rumanía, una editorial que tenía la sede en Bucarest y una filial en Cluj fundada en 1970, para asegurar la edición de libros en las lenguas minoritarias del país y que fue un proyecto muy importante para el círculo intelectual húngaro en Rumanía. Esta edición, que recibe el título de A titokban végbement csoda (“El milagro secreto”), en la crítica se menciona generalmente como una reedición del libro Ruinas circulares, publicado en Kozmosz, pero hay algunos detalles muy significantes desde nuestro punto de vista (aparte de que en este libro haya seis textos más) y es que saca los cuentos del contexto de la ciencia ficción: como categoría genérica pone simplemente “cuentos”, desaparece la ilustración futurística, y recibe una introducción nueva (también criticable tanto desde el punto de vista filológico como en su posicionamiento cultural), escrita por un poeta, escritor, crítico, miembro de la minoría húngara de Timisoara, Tamás Deák, que coloca a Borges en un contexto literario universal y atemporal, lo relaciona con autores barrocos, con la Antigüedad, Egipto, China, pero también con Mallarmé, Ramon Lull y acaba el ensayo con la idea de que realmente ya el Edipo de Sófocles no era otra cosa que una investigación borgiana donde el agente o el detective descubre el pecador y asesino en él mismo (1978).
Para hoy tenemos en húngaro la traducción de prácticamente todas las obras de Borges, sin ningún tipo de etiqueta categórica en los libros, pero con la antigua costumbre de la revista Galaktika de no ofrecer ninguna información, introducción, comentario, etc. En cambio, los editores de la nueva Galaktika que venden la revista con el nombre de Borges, ahora ya sí usan etiquetas –de márquetin, sobre todo– e intentan atraer al lector para leer a Borges (y a los otros autores de la revista) asegurando, por ejemplo, que se trata de un escritor que tiene el premio de World Fantasy (que realmente existe). La revista ofrece también un pequeño resumen orientativo en cuanto a la interpretación de los textos, que en caso de Borges y el cuento El espejo de tinta es el siguiente: “Si perseguimos sueños, no nos damos cuenta, pero nos puede alcanzar nuestro destino” (Borges 2017b). Y mientras tanto, en las páginas de las revistas científicas los expertos en otros materiales discuten sobre “Borges y el modelo Aleph”, o “La refutación del tiempo”, o “La deconstrucción y la narratología logocéntrica y la crítica post estructuralista de la narratología en Borges”, o sobre “El otro como límite y como manifestación de lo fantástico”, o “La cuestionabilidad del sujeto en la exposición de un cuento de Borges”, entre otros, como se puede comprobar haciendo una búsqueda en Google.
Borges, pues, es uno de los pocos escritores latinoamericanos que quizás no en todo el cosmos, ni siquiera en la galaxia, pero al menos en Hungría (y también en otros países) interesa hasta hoy a un público muy amplio, desde los amantes de la ciencia ficción, hasta los filólogos más comprometidos.
Bibliografía
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Notas