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Universidades y Campus: arquitecturas para la educación superior en argentina (1956-1971)[144]
Universities and Campus: architectures for higher education in Argentina (1956-1971
Universidades e Campus: arquiteturas para a educação superior na Argentina (1956 – 1971)
Universidades y Campus: arquitecturas para la educación superior en argentina (1956-1971)[144]
Cuadernos de historia del arte, núm. 28, pp. 257-298, 2017
Universidad Nacional de Cuyo

Recepción: 01 Marzo 2017
Aprobación: 30 Marzo 2017
Resumen: Los cambios contemporáneos en la educación ponen en un nuevo lugar el debate tradicional en la urbanística respecto del sitio o el emplazamiento de estos equipamientos educativos en la ciudad: si tienen que ser aislados o estar integrados al tejido urbano, si tienen que ser urbanos o suburbanos, si tienen que tener fuerte carga simbólica o integrarse a la anomia metropolitana. En este sentido, es relevante discutir las nociones que sustentan la relación integración | aislamiento entre los lugares de la academia y el lugar de la vida real de la ciudad. El objetivo de este trabajo es examinar la cuestión del edificio inserto en la trama urbana | campus urbano | ciudad universitaria a partir del estudio del caso de la Ciudad Universitaria de Buenos Aires. En primer lugar, se revisan algunos casos latinoamericanos para ponerlos en relación, luego se examina el proyecto promovido por las Sociedad Central de Arquitectos a finales de los años 30 y, por último, se estudia el proyecto inconcluso de la Ciudad Universitaria actual.
Palabras clave: Educación superior, ciudad universitaria, campus, edificio universitario.
Abstract:
Contemporary changes in education give rise to different opinions regarding where these institutions should be placed within the city: whether they should be built as part of the urban network or isolated, whether they should be urban or suburban, whether they should have a strong symbolism or be integrated to the metropolitan anonymity. Thus it is important to argue the concepts of integration and isolation that support the relationship between academic and real life places in the city. The aim of this study is analyse educational buildings placed inside the city network, university campus or university city from the Buenos Aires university campus. Firstly, some Latin American cases are revised so as to make comparisons. Then, the project promoted by the Association of Architects at the end of the 30s is examined. And finally, we study the unfinished current University City.
Keywords: Higher education, university city, campus, university building.
Resumo:
Os câmbios contemporâneos na educação põem em um novo lugar o debate tradicional na urbanística respeito do sítio, o emprazamento destes equipamentos educativos na cidade: se têm que estar isolados ou integrados no tecido urbano, se têm que ter forte carga simbólica ou se integrar à anomia metropolitana. Neste sentido, é relevante discutir as noções que sustentam a relação integração |aislamento entre os lugares da academia e o lugar da vida real da cidade. O objetivo deste trabalho é examinar a questão do edifício inserido na trama urbana |campus urbano | cidade universitária a partir do estudo do caso da Cidade Universitária de Buenos Aires. Em primeiro lugar, revisam-se alguns casos latino-americanos para relacioná-los, depois examina-se o projeto promovido pela Sociedade Central de Arquitetos nos fins dos anos 30 e, por último, estuda-se o projeto incluído da Cidade Universitária atual.
Palavras-chave: Educação superior, cidade universitária, campus, edifício universitário.
Introducción
Desde mediados del siglo XX ha tenido lugar una revolución académica en la enseñanza superior que se ha caracterizado por transformaciones en todos sus ámbitos. El acceso al nivel de formación universitaria ha ido en aumento, en muchos casos gracias a la obligatoriedad de la enseñanza secundaria, la movilidad social de un segmento cada vez más importante de la población, nuevas pautas de financiación de la enseñanza superior, sistemas de enseñanza a su vez más diversificados en la mayoría de los países, la creación de nuevas instituciones, tanto públicas como privadas, incorporación de nuevas tecnologías de la información y comunicaciones (NTIC), entre otras. Por otra parte, en muchos casos esa creciente oferta universitaria se ha visto acompañada por una disminución de los niveles académicos que puede responder al grado de especialización de las instituciones, a la calidad de la formación secundaria, a la demanda del mercado laboral y al propio aumento de la oferta académica[145].
La relación entre la universidad y la localización en la ciudad ha sido un tópico de discusión en el ámbito de las disciplinas de arquitectura y urbanismo desde comienzos del siglo XX. Específicamente, los años de posguerra, vieron el surgimiento de una gran cantidad de ciudades universitarias – la mayoría en ciudades de países latinoamericanos- que abrieron nuevas posibilidades así como también conflictos: no siempre los caracteres urbanos y arquitectónicos de estas “nuevas ciudades” han sido una adición bienvenida a los ambientes preexistentes, una continuación a las características construidas anteriores, o más aún, una mejoría de los elementos y características que hacían de una ciudad, una localización deseable para establecer un nuevo centro académico. Sin embargo, en algunos casos lo que ha sido ejecutado es de gran calidad en términos de conceptos, diseño y construcción como las Ciudades Universitarias de Caracas (1942-1954) o de México (1943-1952).
Los cambios contemporáneos en la educación ponen en un nuevo lugar el debate tradicional en la urbanística respecto del sitio o el emplazamiento de estos equipamientos educativos en la ciudad: si tienen que ser aislados o estar integrados al tejido urbano, si tienen que ser urbanos o suburbanos, si tienen que tener fuerte carga simbólica o integrarse a la anomia metropolitana. En este sentido, es relevante discutir las nociones que sustentan la relación integración | aislamiento entre los lugares de la academia y el lugar de la vida real de la ciudad. El objetivo de este trabajo es examinar la cuestión del edificio inserto en la trama urbana | campus urbano | ciudad universitaria a partir del estudio del caso particular de la Ciudad Universitaria de Buenos Aires (UBA). En primer lugar, se revisan algunos casos latinoamericanos para ponerlos en relación, luego se examina el proyecto promovido por las Sociedad Central de Arquitectos a finales de los años 30 y, por último, se estudia el proyecto inconcluso de la Ciudad Universitaria actual.
INTERCAMBIOS Y TRADUCCIONES: LAS CIUDADES UNIVERSITARIAS EN LATINOAMÉRICA
En Latinoamérica, el concepto de ciudad universitaria[146] se aplica al conjunto de edificios destinados a la enseñanza superior - que puede o no incluir edificios de vivienda - situados en un terreno acotado para ello generalmente en sectores en los límites externos de las ciudades. Estas ciudades fueron surgiendo desde mediados del siglo XX en diferenciación a los colleges ingleses que estaban incluidos en la trama urbana y se desarrollaban en edificios alrededor de un patio cuadrangular o bien de los campus norteamericanos ubicados en las fronteras de las ciudades y con grandes edificios únicos conteniendo la mayoría de las funciones[147].
Las ciudades universitarias fueron centros de experimentación de desarrollo urbano y arquitectónico destacados en las principales ciudades de América Latina de la segunda parte del siglo XX en donde se definieron estrechos vínculos entre arquitectura, infraestructura, territorio, paisaje, política y sociedad[148]. La idea de aislar el ambiente educativo de nivel superior en un área que nucleara las actividades académicas, administrativas, deportivas y en algunos casos hasta su habitación, estaba alineado con las teorías urbanísticas de zonificación desarrolladas en la Carta de Atenas producto del IV CIAM (1933) cuyo tema fue “La ciudad funcional”.
Si bien no respondieron a un plan panamericano, la génesis y los cambios en las ciudades universitarias de la región permitieron estructurar y modernizar el sistema de educación superior. Asimismo, permiten apreciar cómo ese híbrido entre fundación urbana moderna y campus norteamericano, de ciudad nueva y campo, de centralidad y perímetro, va adquiriendo características peculiares conforme lo diseñaron distintas mentalidades según la ubicación de sus sitios sufriendo las transmutaciones que le impusieron los diversos climas, culturas, tecnologías y/o condiciones socio-económicas.
Dentro de los ejemplos precursores en la región, en 1935 se planteó la necesidad de construir una Ciudad Universitaria para Río de Janeiro (Brasil), cuyos primeros planteos fueron realizados en varias propuestas por Marcello Piacentini[149] (1935, 1937-1938), luego se convocó al arquitecto suizo Le Corbusier (1936) y posteriormente
Lucio Costa (1937) realizó otro proyecto en un terreno en la península de Lirca. No obstante, el diseño final fue ejecutado varios años después por un equipo de profesionales brasileños bajo la dirección de Jorge Machado Moreira en una isla construida de forma artificial (1949-1962). Las ideas principales referenciadas al ideario de Le Corbusier fueron la jerarquización de la circulación de entre vehículos y peatones y el paisaje de generosos horizontes marcado por edificios aislados y algunos bloques bajos[150]. Este proyecto perdió fuerza con el traslado de la capital a Brasilia y la construcción del Campus Universitario Darcy Ribairo realizado por Lucio Costa y Oscar Niemeyer en 1957 en dicha ciudad. Este último fue pensada como un barrio íntegro de la ciudad con su dinamismo formal de megaestructuras.
El proyecto de la Ciudad Universitaria de Caracas realizado entre 1943 y 1970 por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, se realizó luego de estudios de experiencias análogas, como el entonces recién inaugurado campus de la Universidad Nacional en Bogotá, proyecto urbanístico de Leopold Rother cuya falta de unidad en la arquitectura orientó la decisión de delegar la dirección de los proyectos en un solo profesional[151]. El diseño de la misma atravesó varias etapas de transformación que, mediante una serie de diálogos nacionales e internacionales, la llevaron de su forma academicista original a otra moderna que parece estimular el clima del trópico. Pasarelas sombreadas vinculan y unifican el campus. Además, las posibilidades del arte como muro y el mural fueron realizados en términos abstractos. La síntesis entre arte y arquitectura a la cual aspiraba Villanueva alcanzó su paroxismo en las relaciones múltiples que se establecen entre el arte de construir y las artes visuales en el Aula Magna, con sus nubes acústicas de Alexander Calder, en el Estadio Olímpico con sus estatuas alegóricas al deporte y en la Plaza Cubierta con sus murales y esculturas de artistas como Jean Arp o Fernand Léger[152].
Otro caso canónico, lo constituye Conjunto Universitario de la Universidad Nacional de México (UNAM) que se realizó convocando a arquitectos e ingenieros a un concurso público. El diseño ganador fue realizado a partir de un concurso interno en el que participaron estudiantes y profesores de la Facultad de Arquitectura en 1943. El proyecto definitivo, elaborado en 1949, fue ejecutado por los arquitectos Mario Pani y Enrique del Moral que actuaron como autores del plan maestro y asignaron a distintos profesores el proyecto de los edificios individuales del campus. Una de las principales características es su concepción de conjunto con admirable sentido de unidad, asimilando la diversidad de las actitudes arquitectónicas. La movilidad es definida a partir de un sistema de carriles de un solo sentido – sistema Herrey- para no crear intersecciones. Además, el horizonte del suelo se desdobla en una serie de terrazas, rampas y canchas que resuelven los desniveles y aluden al rico pasado prehispánico para construir una modernidad azteca plagada de murales enormes que se aferran en resucitar la grandeza de Teotihuacán en clave moderna. Los relieves dinámicos y futuristas de David Alfaro Siqueiros dialogan con muros intervenidos por las mitologías de Juan O`Gorman o la crítica social de Diego Ribera, en una orquesta iconográfica al modo de la propaganda a gran escala de las vallas publicitarias del mercado capitalista: lenguajes abiertos, públicos; el arte extirpado de la galería o el museo para ser visto y disfrutado por todos a escala urbana. La arquitectura es soporte de las expresiones visuales. La universidad se convirtió en un polo de desarrollo urbano promoviendo la expansión de la ciudad hacia el sur.
En este sentido, las ciudades universitarias en Latinoamérica se concibieron generalmente en los
perímetros de las urbes como nuevos polos de desarrollo en las ciudades. Los cambios proyectuales y físicos de los casos permiten seguir de cerca las contingencias y condiciones que terminan por determinar la configuración, todavía en mutación. Las ciudades universitarias se beneficiaron del cuidado y la visión de mentalidades destacadas, de arquitectos de renombre, cuya voluntad de diseño sirvió de soporte capaz de estructurar y acomodar las vicisitudes del tiempo y la participación de decenas de otras voluntades creativas.
CIUDAD EN PROBETA: LAS CIUDADES UNIVERSITARIAS EN ARGENTINA
El fenómeno de ciudad universitaria en la Argentina se constituyó como un proceso de pensamiento que no fue ajeno en cuanto a sus modelos referenciales[153] pero fue local en tanto problema que se dio en diversas ciudades del país[154]. Regionalmente, se proporcionaron respuestas dentro de los vaivenes políticos y sociales de los que fue testigo el país, las provincias y las ciudades. Cada uno de estos emprendimientos expresó una nueva posibilidad política, urbana y arquitectónica.
En líneas generales, cada universidad ha trabajado sobre su propia condición local[155] -y este trabajo de limitado alcance se suma a ellos- acotando su lógica y negando un proyecto común más amplio que trasciende los límites provinciales e incluso nacionales. Sin embargo, a pesar de detectar especificidades del proceso histórico nacional dentro del cual se insertan los casos en los diferentes ámbitos urbanos del país, es posible detenerse bajo una mirada conjunta. Las Ciudades Universitarias actuaron como propuesta alternativa de ciudad utópica confrontada a la cuadrícula tradicional. Comprometidas con el desarrollo económico y cultural del medio regional, se configuraron como una ciudad dentro de las ciudades. Estos ambiciosos emprendimientos habrían apelado al imaginario de su ejemplaridad para exhibirse como un modelo de racionalidad desde donde llegaron a pensarse proyectos políticos, culturales y urbanos trascendentes a ellos mismos.
UNA LABOR INFRUCTUOSA: LA SCA Y EL CENTRO URBANO ESPECIAL PARA LA UBA (1938)
Creada en 1821, la UBA tuvo sus primeras sedes en edificios de la calle Perú al 200; en la Manzana de las Luces, y aún en la década de 1950, algunas de sus facultades seguían utilizando estos antiguos y reducidos inmuebles para desarrollar sus actividades. Es decir, en su origen adoptó la misma localización central en diferentes edificios que el resto de las instituciones urbanas más significativas. Acompañando el crecimiento de la ciudad, nuevas carreras y sedes se incorporaron sucesivamente. Dentro de esa lógica de desarrollo, adquirieron particular interés los conjuntos de edificios universitarios agrupados a partir de distintas estrategias urbanas que cumplieron un papel de configuración de nuevas áreas: la plaza Houssay (1884)[156], el área de la Facultad de Agronomía y
Veterinaria (1904)[157], o bien con el proyecto para la Ciudad Universitaria (1962).
El debate de las ciudades universitarias en Argentina hunde sus raíces en la década del ´30 con el planteo de los Planes Reguladores y la zonificación en las ciudades[158], como tema propuesto por René Karman y Alfredo Villalonga en los talleres de arquitectura de la Escuela de Arquitectura de la UBA[159] y debido a la ley nacional de presupuestos para 1938 que contemplaba la creación de un Centro Especial para la Universidad de Buenos Aires[160]. Sin embargo, en
paralelo se continuaba la realización de edificios para las distintas facultades, como por ejemplo el edificio para la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales[161] cuyas gestiones comenzaron en 1939, el concurso se realizó en 1940 y fue ganado por Ismael Gil Chiappori en colaboración con los arquitectos Arturo Ochoa y Pedro Vinent cuyo edificio fue inaugurado en 1949.
En 1938, a partir de la mencionada ley, la SCA realizó un estudio pro Ciudad Universitaria para la ubicación de nuevos edificios en una zona destinada a la concentración de la institución así como actos públicos para promover su realización[162]. El estudio se presentó en un número completo de la Revista de Arquitectura[163] donde se definió que se entendía por centro o ciudad universitaria, se rastrearon los ejemplos históricos y de ese momento de ciudades universitarias de Europa (como las Ciudades Universitarias de Roma y Madrid) y Estados Unidos y se presentó la propuesta de la SCA para la UBA. Se manifestaban como deficiencias de entonces de la organización de la vida universitaria: la falta de influencia moral del rectorado, la deficiente organización de la docencia, la falta de sociabilidad y conocimiento recíproco y las condiciones antieconómicas para profesores, alumnos y estado, la falta de edificios adecuados, la dispersión de los mismos, la falta de espacio para su desarrollo futuro, la situación dentro de la parte más poblada de la ciudad, la falta de un campo de deportes, la falta absoluta de parques y espacios libres, y la falta de unidad en el aspecto arquitectónico[164].
La solución de una ciudad universitaria permitiría ventajas al estudiante en su formación intelectual, moral, física y económica, para la docencia universitaria por la centralización y el contacto con los estudiantes y la agrupación de las disciplinas y para la economía nacional al unificar funciones. Se proponían tres posibles lugares para su ubicación: la ex estancia Zelaya en Saavedra, Agronomía y Veterinaria o la Ribera Norte (imagen 1 y 2)[165].
En abril de 1939, la Comisión de urbanismo de la SCA publicó un proyecto en una zona alternativa a las tres presentadas en la costa nordeste en terrenos donde hoy se encuentra el aeroparque (imagen 3)[166]. El proyecto estudiaba la comunicación del área con el resto de la ciudad ponderando la convergencia de cuatro líneas férreas y una posible prolongación del subte. Tomando como base la Ciudad Universitaria de Madrid se planteaban cinco núcleos: el médico, el rectorado, el de ciencias y artes, el de vivienda y el de deportes.
En el número anterior y en ese mismo número se presentaba el proyecto de la Ciudad Universitaria de Río de Janeiro como muestra de los que se estaba haciendo allí al nuclear las dependencias[167]. A pesar de la cantidad de artículos y acciones realizadas desde la SCA, la idea quedó sin realizarse[168].
LA CONSTRUCCIÓN DE LO POSIBLE: LA CIUDAD UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES (1956)[169]
El proyecto fue recién retomado en 1956, cuando la UBA desarrolló un plan de modernización que implicó la creación de la Comisión de Construcción de la Ciudad Universitaria, formada por académicos y arquitectos como Alberto Prebisch[170]. Su creación se debió a la necesidad de dotar a las facultades más postergadas un espacio para instalarse adecuado para sus requerimientos tanto en dimensiones como en funcionalidad. De esta forma se concebiría un plan para entregar los distintos edificios de la Ciudad Universitaria a las facultades más perjudicadas establecidas en un orden de prioridad[171].
En agosto de 1958, durante la administración del rector Risieri Frondizi, un decreto del Poder Ejecutivo cedió definitivamente a la Universidad terrenos ganados al Río de la Plata mediante el relleno de la franja costera del barrio de Núñez, que habían sido elegidos por la Comisión. El primer proyecto fue elaborado en 1959 por un equipo de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la misma Universidad de Buenos Aires, formado por los arquitectos Francisco y Raúl Rossi, Elio Vivaldi, Enrique Massarotti, Alberto Trozzoli y Florencio Alvo (imagen 4)[172]. De este plan original sólo se construirían los Pabellones I e Industrias, con diferencia entre los estilos y materiales de éstos y de los que vendrían luego. Al año siguiente fueron aprobados los planos del nuevo proyecto, y comenzaron las obras del Pabellón I, que alojaría a los departamentos de Matemática, Física y Meteorología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Este primer edificio, de menor volumen, fue terminado en 1961 y alojó también al Instituto de Cálculo. Rápidamente, estuvo también inaugurado el Pabellón de Industrias.
Sin embargo, este primer proyecto fue desechando por el gobierno de facto de María Guido (29.3.1962-12.10.1963) y se decidió llamar a un concurso de propuestas, donde resultaron ganadores los arquitectos argentinos radicados en los Estados Unidos Eduardo Catalano[173] y Horacio Caminos[174], junto con el ingeniero Federico Camba (Imagen 4). El proyecto original comprendía 4 zonas: 1. la zona cultural-administrativa ocupando un lugar central en el conjunto con el rectorado, biblioteca, auditorio y plaza del rectorado; 2. la zona docente y de investigación que reunía a las distintas facultades que preveía 10 pabellones;
3. la zona de viviendas para profesores y empleados; y 4. la zona deportiva fuera del área académica con estadios y áreas para diversas actividades deportivas. Dentro del área académica, las edificaciones se disponen con cierta simetría respecto de la plaza principal[175].
Prosiguieron los trabajos de relleno costero, construyendo defensas y secando el espacio interno, mientras la firma Petersen, Thiele y Cruz comenzaba en 1964 la edificación del primer pabellón de gran volumen (hoy Pabellón II), destinado a la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (imagen 5). Este edificio comenzó a ocuparse en 1967 y tuvo que alojar imprevistamente a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo en su segundo piso, luego de que la sede de aquella se incendiara. El segundo Pabellón, originalmente reservado para la Facultad de Filosofía y Letras fue redestinado para Arquitectura y Urbanismo, que comenzó a ocuparlo en 1971. Mientras tanto, comenzaba la construcción del Pabellón IV, futura Facultad de Filosofía y Letras; y se planeaba iniciar luego el Pabellón V.
Una segunda etapa del proyecto comprendía una ampliación de los terrenos ganados al río, donde se emplazarían otras facultades, el Rectorado, la Biblioteca, un Auditorio y seis edificios de vivienda. Sin embargo, la construcción de los siguientes edificios fue súbitamente
suspendida luego el golpe militar de 1976 y se detuvo el plan de obras.
Los pabellones tipo ya habían sido ensayados para los blocks universitarios de ciudad universitaria en Tucumán[176]. En este caso constituían las unidades típicas con plantas fácilmente subdivisibles, flexibles y adaptables, con núcleos de circulaciones y servicios agrupados. Constaban de subsuelo, planta baja y cuatro pisos superiores, en un volumen de 75 m x 150 m. Tanto el subsuelo como el primer piso admitían la suspensión de un entrepiso. Su disposición era doblemente simétrica con un gran patio central, posible de ser techado en cualquiera de sus niveles. La estructura fue organizada con un módulo de 2 m x 2 m concebida en hormigón armado con columnas cruciformes distanciadas 16 m en sentido longitudinal y 12 m en sentido transversal. Los entrepisos consistían en una losa con emparrillado bidireccional de 1,5 m de altura aligerado con orificios para el paso de las instalaciones.
Bajo el patio central, en el subsuelo, se encuentra el aula magna. El patio central a nivel de planta baja, de múltiple altura e iluminación cenital, es usado para congregación de los alumnos. La circulación horizontal se organiza rodeando dicho patio central y balconeando sobre éste.
El cerramiento exterior se organizó en aberturas moduladas de 2 m y el plano de aventanamiento se halla retirado del filo exterior de la estructura con parasoles verticales en correspondencia con la carpintería (luego retirados). La estructura de hormigón cuidado B300 en su terminación fue complementada con un conjunto de elementos premoldeados en obrador como antepechos, remates de parapetos de azotea o los parasoles verticales y horizontales, entre otros[177]. La concepción modular y repetitiva del proyecto con su particular incidencia en el ordenamiento estructural ha permitido a las empresas constructoras estudiar la mecanización y racionalización del proceso de construcción, la amortización de elementos de encofrados y perfeccionamiento en la apariencia general.
REFLEXIONES
Las ciudades universitarias del siglo XX se establecieron a partir de la reunión de unidades aisladas – antes dispersas en edificios distribuidos en el corazón de las ciudades- en un único lugar alejado del núcleo urbano tradicional, en un proceso de agrupamiento de escuelas, servicios y alojamientos. Se ubicaron en grandes predios, aislados del bullicio de la ciudad, para optimizar el funcionamiento administrativo y facilitar las tareas de enseñanza- aprendizaje y la investigación en contacto con la naturaleza. La idea de la ciudad universitaria de la UBA tuvo un primer intento a finales de los años 30 promovida estérilmente desde la SCA. El proyecto final fue realizado sobre terrenos ganados al Rio de la Plata donde no hubo contextualismo ni tabula rasa. El plan original implicaba una ordenación que parecía estar en tensión alrededor de un área central en desequilibrio por la posición excéntrica del dique. El proyecto fue realizado en una parte mínima ya que por sus dimensiones implicaba que atravesar varios gobiernos. Lejos de la idea de integración de las artes que se plasmó en las Ciudades Universitarias de Caracas y México, soporte y edificación, arquitectura y paisaje son una misma actitud en los pabellones que desde proyecto, a pesar de parecer fríos, indiferentes o monótonos, tienen algo de fascinantes en su monumentalismo y demostraron gran capacidad de adaptación.
IMÁGENES






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Notas
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Ejecutivo, procederá de acuerdo con sus autoridades y la Municipalidad y dará intervención a la Dirección del Plan Regulador a fin de procurar la creación de un centro urbano especial.”. Ver: http://www.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/180000-184999/184738/norma.htm