Sobre la posibilidad fenomenológica de la
renuncia a la comunidad. Reflexiones
sobre la Entgemeinschaftung
About the phenomenological possibility of
the renounce to the community. Refletions on the Entgemeinschaftung
Adrián
BUENO JUNQUERO
Universidad Nacional de Educación a Distancia
(España)
adrian.buenojunquero@gmail.com
Palabras
clave: Entgemeinschaftung, fenomenología, intersubjetividad, Husserl, ética,
monadología.
Abstract: The present essay takes the phenomenological and Husserlian concept of Vergemeinschaftung in order to examine
the possibility of a free renounce to the community. Trough empathy and its
intuitive source it develops a first investigation related to
fulfilment and monadology. As a continuation it analyses the freedom character
of volition to show the tension between static and genetic phenomenology within
the background of the Vergemeinschaftung.
Trough the study of some manuscripts in Leuven it concludes the following
statement: the freedom of volition in the phenomenological ethical background
is outlined by a noticeable genetic phenomenology, and hence, passive. What
shows the possibility of developing genetic phenomenological exercises linked
to intersubjectivity to know more about social phenomena as the juridical
structure of normative communities.
Keywords: Entgemeinschaftung, phenomenology, intersubjectivity,
Husserl, ethics, monadology.
1. Introducción[1]
Una vez sacudida la mónada por el despertar ético
[ethisch erwachen][2]
solamente le resta exponerse a sus congéneres en el seno de su comunidad.
Aunque todo ‘exponerse’ o ‘disponerse’ ya encierra una determinada intención
comunicativa responsable en última instancia de las ordenaciones sociales o
comunitarias. Ahondando en este tipo de fenómenos encontramos en las capas más
originarias una determinada relación del Yo-Tú
[Ich-Du]. Digamos que toda expresión
social o comunitaria se funda en último término sobre el ‘nosotros’ [Wir]. Al tener al otro enfrente en mi
campo de perceptividad, puedo reconocerlo como Otro a través de un acto de
empatía [die Einfühlung] que me
permite aprehender otra interioridad en cuanto Otra,[3]
dado que toda empatía se da en la percepción fenomenológica.[4] Así se produce el cruce de
comprensiones y experiencias de los diferentes niveles monádicos,[5] dentro de un horizonte común
que Husserl denomina comunitarización
[die Vergemeinschaftung].[6] ¿Pero qué ocurre cuando se
rompe el horizonte común? ¿Cómo podemos describir fenomenológicamente estas
experiencias de renuncia a la comunidad? Dado que la fenomenología agrega a las
perspectivas psicologistas y
sociologistas una concepción de la comunidad
intersubjetiva vinculada a la plenificación de la razón dialógica,[7] reestablecerá o añadirá a
dichas corrientes una verdadera pugna por la objetividad que no estará reñida,
ni mucho menos, con la trascendentalidad de la experiencia. Ni el
descubrimiento de la intersubjetividad trascendental ni el giro copernicano de
los años veinte supondrán un obstáculo para el desarrollo del régimen intuitivo
de la fenomenología trascendental como fuente de dación originaria.[8] Por el contrario, terminarán
reavivando el existir personalista de
Ideen II[9] confiriéndole a la
intencionalidad una verdadera posibilidad de efectuación intersubjetiva
empujada a aprehender la cultura y la espiritualidad en la más absoluta
alteridad radical.[10]
Ante la necesidad de exponerse a los otros y a la
comunidad incluso para comprobar la esfera de la propiedad es posible cerrarse y desactivar los entrecomillados
logrados en el tránsito a la actitud fenomenológica y renunciar así a la deuda
contraída con el Otro. Dado que toda empatía fenomenológica encuentra su
fundamento en la intuición sensible es comprensible que nos interroguemos sobre
el carácter activo de la experiencia de renuncia a la ‘comunitarización’. Más
adelante veremos cómo entran en el escenario otros elementos procedentes del
estadio de la pasividad que nos harán sopesar sobre la aparente libertad de
renuncia. De todos modos: ¿hay detrás de dicha actitud una suerte de ‘virtud sin moralina’?[11] Más bien parece esconderse detrás de la renuncia un verdadero
rostro denominado por algunos como el poder dionisíaco o antiapolíneo de nuestros días. Se trataría de una ‘sensibilidad’
solamente mía a la que solo puedo enfrentar mirándome a mí mismo y sólo a mí mismo, lejos de ser iluminada por
la certidumbre de la razón dialógica. Una especie de crédito de verdad ‘puesto’
en el ‘impulso’ que me empuja a encerrarme. ¿No sería este el mayor acto de traición a la fenomenología?
Sería un acto de barbarie contra la œuvre
de Husserl en su sentido más fundamental, entendida como autorresponsabilidad [die
Selbstverantwortung][12] o
racionalidad soberana que tiende a adueñarse de sí misma al ‘saberse’
radicalmente incompleta. Una nueva victoria del psicologismo en última
instancia.
A lo largo del proceso de poseerse a sí misma
dentro de un entorno de extrema positividad es posible también dejarse caer
sobre el uno [das Man], sucumbir ante el completo des-extrañamiento y pasar a
convertirse así en un mero agregado del todo. Dada la tendencia a constituirse
en comunidad y la constante interpelación del otro sería la forma antagónica del
enclaustramiento: la constante remisión a ‘lo común’ como refugio de sí.
Algunas vivencias que muestran tal remisión van desde la participación
constante en el fórum público para mezclarse
en la masificación hasta el experienciar que subyace al des-extrañamiento
de ‘andar solo’ por una ciudad metropolitana en el seno de la anonimidad. En
esta última experiencia de soledad uno está en compañía física pero el otro no
interpela lo suficiente como devenir Otro. Análogamente a la distancia
irreconciliable entre cuerpos vividos –no entre cuerpos orgánicos– otra
vivencia similar sería la interpelación muerta de los rostros de los otros en
el ejercicio de responsabilidades políticas del dueño de la comunidad jurídica,
subsumido en el impenetrable des-extrañamiento. De esta manera sufriría la
experiencia del otro [die Fremderfahurng] una irreparable escisión que causaría una pérdida de la autonomía
sobre la esfera de propiedad que había sido ganada en la reducción
intersubjetiva.[13] Y en consecuencia, el regressum a los paradigmas sociológicos
de principios del siglo XX,[14] auxiliando a la región de
la posibilidad una vez desprovista del elemento fáctico del otro, causando el
sobreseimiento de la convocatoria de lo real.[15]
Absolutamente hundida en el
des-extrañamiento únicamente puede hacer explícito el sentido de las vivencias
a través de la producción de intuiciones categoriales así como
presentificaciones [die
Vergegenwärtigungen]. Aun captando a los otros por medio de intuiciones
sensibles ninguna suspensión de familiaridad o reducción fenomenológica
contiene suficiente legitimidad como para verificar aquellos datos sin una
experiencia del otro cimentada en la empatía. Tal es la fuerza del
des-extrañamiento que la ausencia de la alteridad termina incidiendo en el estadio
más primario de toda experiencia compartida: la circunficción [die Umfiktion].[16] A propósito de la
imposibilidad de fingirse a sí misma para ser-de-otro-modo
se encuentra privada de las aprehensiones analogizantes encargadas de las
cadenas de pares que dan lugar a las pluralidades o comunidades.
2. La des-plenificación del ideal gradual del
apareamiento
A través del estudio concreto del fenómeno de la
‘comunitarización’ explicitaremos cómo se producen las comunidades para dar
cuenta del des-extrañamiento que motiva la renuncia a formar parte del entorno
comunitario. Un aislamiento vinculado estrictamente a la experiencia del otro a
través de la empatía como salto
cualitativo al ‘tú’, encaminada a la creación de un ‘nosotros’ desde del
encadenamiento de pares que hace posible la doble reducción fenomenológica.[17] Uno de los elementos clave
en este proceso es el entrecruzamiento de las dimensiones pasivas y activas de
la experiencia. No se trata únicamente de una ejecución activa sino que echa
sus raíces en la pasividad de la experiencia. Prueba de ello son las funciones
que desempeñan las asociaciones entretejidas en las síntesis pasivas dando
forma al apareamiento [die Paarung][18]
como expresión primera de la ‘comunitarización’, una vez ejecutada la reducción
intersubjetiva y la correspondiente modificación intencional. Así, la mera
agrupación o suma de mónadas formadas en grupos o pluralidades se funda en las
asociaciones que sirven de base a las cadenas de ‘pares’.[19]
Pero la constitución de dichas asociaciones no se produce azarosamente o
mediante el cumplimiento de una serie lógica. Profundizando en este proceso de
desprendimiento entero de la subjetividad y encuentro con el ‘otro’ debemos
señalar cómo se produce el reconocimiento del otro. Para ello identificamos
tres momentos fundamentales.
Un primer momento consiste en la función que
desempeña la asociación en la pasividad a la hora de agrupar los dos datos
originarios del apareamiento. A pesar de la extensión del párrafo conviene
reproducirlo enteramente para comprender en profundidad cómo se gesta este
primer momento de ‘comunitarización’:
Lo característico de una asociación aparente
reside en el hecho de que, en el caso más primitivo, dos datos son dados
intuitivamente y destacándose en la unidad de una conciencia, y que sobre esta
base, ya en pura pasividad, es decir, indiferente a que se lo atienda o no,
fundamentan fenomenológicamente, en cuanto aparecen como distintos, una unidad
de similitud; siempre se instituyen, por tanto, precisamente como par. Si son
más de dos se constituye un grupo, una pluralidad fenomenalmente unitaria
fundada en apareamientos singulares. En un análisis más exacto encontramos que
hay aquí, esencialmente, una «transgresión» intencional, que se presenta
genéticamente (y por cierto, de modo esencial) tan pronto como os elementos que
se aparean han llegado a ser conscientes al mismo tiempo y distintos a la vez;
encontramos, más precisamente un mutuo y viviente evocarse, y una conciencia
mutua, que intercambia los respectivos sentidos objetivos. Esta coincidencia
puede ser total o parcial; en cada caso posee una gradación, teniendo por caso
límite la igualdad.[20]
A través del desempeño atemático de la función
asociativa se entrecruzan aquellos datos en una unidad de similitud. La
peculiaridad del proceso genético no reside en la ‘unicidad’ del mismo sino más
bien en su carácter gradual como analogon
al ideal del conocimiento temprano esbozado en las Investigaciones Lógicas.[21]
Aunque no pretendemos explorar aquí esta vía conviene mencionar especialmente
esta ‘plenificación’ enteramente coincidente con la fórmula de la igualdad de
los ‘dos’ datos diferenciados. Lo cual conlleva una primera concepción pasiva
de ‘comunitarización’ en términos de cadena de pares. De ahí que no sea posible
renunciar al régimen de adecuación ni siquiera en el ámbito pre-donativo de la
experiencia. Debido a que el modo originario de operatividad de las
asociaciones opera en términos de síntesis de adecuación dada en el marco de en
la similitud. Es comprensible entonces que seguidamente Husserl identifique el
límite de las asociaciones en el modo o la forma de la igualdad; un horizonte
que nunca llega a cumplirse plenamente.[22]
Seguidamente nos encontramos con un segundo
momento de ‘fingimiento’ consistente en fantasear el yo [umfingieren] a través de la posibilidad de someter a libre
variación el ego en la fantasía como
“mis posibilidades de ser otro cualquiera”.[23]
A través de esta experiencia de autofingimiento presentada al final de la IV Meditación Cartesiana y ampliada
posteriormente en 1921,[24] se suspende la realidad del
yo en tanto que co-experienciar.[25] Se trata de “una vivencia
individual”[26] que permite mediante empatía acercar la intuitividad exterior
y espiritualidad [die Geistigkeit] de
otro cuerpo a mi “propia posibilidad de experiencia y posibilidad de ficción de
la interioridad propia”.[27] Este poder del fingimiento
no solamente muestra la importancia de las diferentes vertientes o capas que
constituyen la imaginación –más allá de la usual confrontación
percepción-fantasía–. Aquello que está detrás de esta posibilidad de
ser-de-otro-modo es precisamente el suelo de la temporalidad. Una metamorfosis
que sobrepasa la subjetividad trascendental a través de una penetración de la
esfera de la propiedad estrictamente individual legitimada por la instancia de lo vivido. Parafraseando a Elías
Canetti, “Pero, es posible la metamorfosis sin el recuerdo de lo anterior?”[28]
Una vez se produce el fingimiento del yo a través
de la fantasía para lograr el ser-de-otro-modo ‘modificador’ de lo vivido entra
en el escenario un tercer y último momento: la ejecución de la empatía
fenomenológica por medio de la aprehensión
analogizante del “otro cuerpo orgánico”.[29]
Precisamente señala Husserl que “En la empatía, el Yo llega a saber de sí mismo
como sujeto de su vida y circunmundo y el yo ajeno es conocido como «otro yo»”.[30] Ahora bien, al lado del
momento intuitivo presentativo que introduce en el escenario perceptivo la
figura del otro se encuentra ese movimiento pre-constituyente, atemático,
pre-reflexivo, de carácter pasivo, originado en la denominada protofundación de
la experiencia [die Urstiftung][31] como origen de “la primera
peculiaridad de la experiencia de lo extraño”.[32]
Incluso permite que se encarnen los valores intersubjetivos en entidades
comunitarias.[33] De esta manera se produce
un entretejimiento de las génesis pasivas de la conciencia sin menoscabar la
saturación del fenómeno.[34] Así se conforma una
pluralidad que se articulará por medio del todo-de-yoes y cada socialidad en su
correspondiente orientación.[35] Y en último término abre el
espacio intuitivo del ‘nosotros’ [Wir] como instancia legitimadora de
expresiones sociales a las que el individuo pertenece siempre de forma
incompleta y con las cuales se relaciona comunicativamente para verificar
realmente su estatuto como ‘otro’.[36]
3. El origen volitivo de la ‘des-comunitarización’ o
Entgemeinschaftung ¿Renuncia libre?
Una vez estudiado el fenómeno de la
des-comunitarización en términos de pasividad mediante asociaciones ahondamos a
continuación en la posibilidad de la renuncia por medio de la constitución
volitiva de las comunidades. Retomando los intereses de Husserl en la década de
los años veinte, influenciado por los devastadores efectos de la Gran Guerra,
encontramos el τέλος de sus
principales preocupaciones filosóficas en
la renovación de las personas y las comunidades.[37]
De conformidad con dicha tarea retoma algunos contenidos de la Ethikvorlesung (1920) que serán publicados tardíamente en 2004 bajo el título Einleitung
in die Ethik. Vorlesungen Sommersemester 1920/1924, presentes en el actual volumen XXXVII de la Husserliana. A través de
la cristalización de la figura axiológica de la razón será posible atender a
formas comunitarias cimentadas en las voluntades individuales entrelazadas
comunicativamente. Así se ahondará en la posibilidad de la renuncia desde el
plano volitivo. Dado que la comunidad se configura en cadenas de relaciones Yo-Tú se abre espacio a un régimen de
socialidad intersubjetiva que dista de ser aprehendido en términos de
objetividad social,[38] y adquiere especial
relevancia en diferentes tipos de comunidades gobernadas por regímenes
comunicativos. He aquí un elemento fundamental que debe traerse a colación para
comprender las diferentes modalidades comunicativas de las relaciones
inter-monádicas: su origen es constitutivamente afectivo y su expresión es
necesariamente social. Naturalmente esta novedosa concepción de la comunidad
desembocará en un espíritu común que
dará lugar a múltiples reflexiones en el entorno más nuclear de Husserl.[39]
A los ojos de Husserl es posible dejarme
influenciar por los otros a través de la imitación
[die Nachahmung].[40] Aunque naturalmente también
puedo estar predispuesto a los otros de muchas otras maneras, como por ejemplo
a través del amor, la alegría o el odio.[41]
Aquello especialmente designado como ‘social’ no se inicia con la ejecución de
una intención de realizar un acto para interpelar al otro. Realmente el acto
social[42] se inicia con la unión de
la intencionalidad –despliegue constitutivo activo de la conciencia– y la comunicación, o sea, a través de una intención comunicativa.[43] Digamos que la socialidad
en términos de acto se instituye desde el momento en que “hago saber algo al
Otro”.[44] Esta forma originaria de
relación Yo-Tú se concibe como “la
relación personal de acción”[45] a través de una mirada a
los ojos,[46] o bien a través de
indicadores corporales que sirven de base en última instancia a la comunicación
de las voluntades.[47] Seguidamente se instituye
la comunidad práctica de voluntades [die praktische Willensgemeinschaft]: el
momento en que “el Tú es determinado a ejercer no únicamente una aprehensión
cognoscitiva, sino también una acción”.[48]
A este tipo de intenciones expresadas
se han referido algunos contemporáneos a Husserl con el término actos de habla,[49]
actos que portan consigo la impronta de la fuerza
de declaración. Se trata de actos sociales
desde el momento en que escapan de la
mónada para introyectarse en el otro, con todas las importantes lecturas y
posibilidades que efectivamente de aquí se derivan.[50]
Del mismo modo Husserl reproduce aquí la dialéctica hegeliana del amo y del
esclavo en términos de voluntades que pueden encontrar unilateralidad o
reciprocidad una expresadas al Otro.[51]
Por esta
razón, identificamos en los acercamientos intersubjetivos un plano afectivo, responsable de que el Otro me motive, al mismo tiempo que me siento motivado por él: “Yo, como
sujeto de motivación, entro ahora en la relación social Yo-Tú originaria y no sólo al
lado del Otro como Otro, sino que yo le motivo y él me motiva”.[52] ¿Acaso es posible adueñarse
de la motivación? ¿O simplemente constituye una agrupación de instintos
empujados por asociaciones pasivas? Es posible establecer relaciones por medio
de un sinfín de actos sociales, es decir, a través de un largo etcétera de relaciones
sociales[53]
erigido sobre el primer grado afectivo que motiva la relación Yo-Tú.[54]
Mediante el entretejimiento de las relaciones sociales del Yo-Tú me hago autoconsciente y afectivamente inter-dispuesto.[55] Como ser inter-dispuesto
afectivamente es comprensible que las comunidades también se funden sobre
estadios volitivos. Dicho de otro modo, la fenomenología también se encarga de
encontrar cuáles son las condiciones fundamentales y necesarias para el
surgimiento de las predisposiciones afectivas que conforman las formas
comunitarias como la estatal.[56]
A propósito de las reflexiones que Husserl
desarrolla en Studien zur Struktur des
Bewusstseins –próximamente publicadas en la editorial canónica Husserliana–
podemos descifrar cuál es el lugar originario de la libertad desde el punto de
vista de la acción [die Handlung]
–también acciones sociales– en su relación con la espontaneidad. Así se harán
visibles los vínculos entre la pasividad y la libertad con ánimo de visualizar
el margen de maniobra con respecto a las asociaciones.[57] De esta manera, sería
posible concebir el acto libre en términos de un fluir espontáneo originario de
la pasividad de la experiencia.[58] La única región de libertad
encontraría su modo de efectuación en la intencionalidad que opera en la región
de la pasividad de la experiencia, tematizada por Husserl como intencionalidad
de horizonte –fuertemente vinculada al inconsciente [das Unbewußt]–. Digamos que el acto del querer o del desear en
términos de volición agarra un ‘contenido’ al que Husserl denomina ‘decisión’.
Independientemente de la importancia de la reflexión para la fundamentación de
la fenomenología del valor en relación con la moralidad conviene subrayar la
importancia de la espontaneidad en las diferentes ramificaciones intencionales
del querer. A propósito de la motivación de fondo de la volición se determinará
que “sólo si la volición es racional, la decisión es una buena decisión”.[59]
4. Consideraciones finales
A través de una concepción de la libertad
vinculada estrictamente a la espontaneidad de la experiencia es posible
remarcar el carácter pasivo de la ‘des-comunitarización’. Ahora bien, desde la
perspectiva ética toda persona racional se encamina hacia un régimen de
libertad como τέλος de la vida
humana: “un Yo verdadero, libre, autónomo, el cual <busca> realizar la
razón que le es innata”.[60] A través del devenir ético
de la personalidad fundada en la empatía con respecto a los otros y asentada
sobre los actos sociales uno puede responsabilizarse con su comunidad. Ir en búsqueda
de este ideal sería una especie de imperativo
ético absoluto,[61] realizable a través del
entramado de habitualidades que empujan a las motivaciones originarias de las
comunidades.[62] ¿Es posible entonces
renunciar al imperativo ético a través de decisiones libres? Desde la
concepción empírico-humana de la
ética todo ser racional tiene una aspiración “a convertirse en la guía del
hombre en la Tierra en las condiciones que le están dadas (individuales,
históricas, nacionales, etc.)”.[63] Únicamente a través del
devenir ético no es posible asegurar un dominio completo sobre la
espontaneidad. Es cierto que a través de la autorresponsabilidad uno se
posiciona en la comunidad con el resto de seres dando forma a su sujeto ético,
jurídico o social. Aunque no por ello necesariamente debe reducirse el índice
de extrañamiento. Allí donde el sujeto pueda ejecutar actos libres se encuentra
determinado por la pasividad de la experiencia. Solo a través de la toma de
decisiones libres es posible sincronizar las asociaciones que conforman las
síntesis de coincidencia en la constitución de los pares, como si [als ob] toda mónada estuviera empujada
por su propia historicidad. Véase entonces la reflexión fenomenológica de la
des-comunitarización como un vaciamiento o des-plenificación de las
asociaciones pasivas encaminadas a entretejer los datos sedimentados en la
pasividad de la experiencia. No se trata de una inaccesibilidad completa sino
únicamente de una condición de experiencia de libertad.
Dicho esto, tal vez uno no pueda efectuar intencionalmente una renuncia completa a
una determinada comunidad en la medida en que le gobierna su habitualidad. La
única región de libertad a la que parece referirse Husserl parece ser la de
‘reducir’ la mirada y atender a las impresiones temporales que graban en el
flujo consiente determinados puntos de referencia a los que podemos acceder a
través de experiencias unitarias. No solamente escuchando una melodía somos
capaces de aprehender la unidad del sonido sino también al mismo tiempo atendiendo
a la particularidad de notas que lo componen. A este acto de atención parece
referirse Husserl en la doctrina de los tipos empíricos,[64]
donde también emplea la figura del ‘encadenamiento’.[65]
¿Podríamos decir que es posible suspender los propios aseguramientos y atender al otro cuando entra en nuestro
campo de perceptividad, interpelándonos, con ánimo de descubrir aquello que nos
ha dejado en nosotros y que muy posiblemente terminará germinando en futuras
experiencias colectivas, como pueden ser reuniones, agrupaciones, colectivos u
ordenaciones de carácter superior como países, naciones o Estados?
Tal vez la manera más justa de sincronizar una
reflexión fenomenológica con el trabajo de Husserl se encuentre precisamente en
el complejo proceso de descubrimiento de los diferentes momentos que componen
un fenómeno en su modo originario de dación. Una tarea harto compleja para el
dominio de la razón y su pretensión de aseguramiento, relegada al ámbito de la
experiencia del otro como ámbito de verificabilidad subordinado a la lógica de
la semejanza y la adecuación, como métodos o maneras de acercarse a la
fenomenalidad sin positivizarla o convertirla en una entidad metafísica. Una
tarea sin embargo accesible por medio de apercepciones.[66]
El autor es Doctorando en Filosofía por la Escuela Internacional de
Doctorado de la UNED, miembro de la Sociedad Española de Fenomenología,
Graduado en Derecho por la UOC y actualmente se encuentra elaborando una
traducción en colaboración con la Darmstadt Technische Universität en Alemania,
al mismo tiempo que se especializa en un Master of Laws. Su campo de
investigación es la fenomenología y la filosofía del Derecho. Posee varias
publicaciones y se encuentra realizando dos traducciones oficiales, así como
varias colaboraciones internacionales.
Recibido:
20 de noviembre de 2018.
[1]) Si no se dice
lo contrario, las traducciones son del propio autor. Agradecemos
a Roland Breuer, Thomas Vongehr y Emanuele Caminada la consulta de los
manuscritos en el Husserl-Archiv de Leuven.
[2]) Apuntando al giro que sufre la fenomenología a lo largo de los
años veinte encuentra la nueva fenomenología un “despertar éticamente”. Edmund
Husserl, Einleitung in die Philosophie.
Vorlesungen 1922/23. Husseliana XXXV, ed. Berndt Goossens (La Haya: Kluwer Academic
Publishers, 2002), 203. Ello se encuentra enteramente
vinculado a una conversión radical de la actividad humana que afecta a todos
los despliegues de la racionalidad, incluidos aquellos relativos a la
conciencia moral del deber como
el τόπος de las co-constituciones
sociales o jurídicas.
Una referencia clave para comprender el término
“despertar” [erwachen] en el
propósito ético es la tragedia perdida de Eurípides que Aristóteles hace suya
al referirse a la justicia: “la justicia parece la más excelente de las virtudes y que «ni el
atardecer ni la aurora son tan maravillosos, y para emplear un proverbio, en la
justicia están incluidas todas las virtudes»”. Aristóteles, Ética Nicomáquea,
trad. Julio Pallí (Madrid: Gredos, 1985), 239
[3]) Tal y como señala Jacques Derrida en su texto sobre el origen de
la geometría de Husserl, el fundador de la fenomenología escribió en la famosa
Lettre a L. Lévy-Bruhl de principios de marzo de 1935 la necesidad de una
Einfühlung “comprensiva respecto de las sociedades primitivas que "carecen
de historia" (geschichtlos)”. Jacques Derrida, Introducción a “El origen de la geometría” de Husserl, trad. Diana
Cohen (Buenos Aires: Manantial, 1962), 114. Nos remontamos al Ms. K III 7
[página 3 y siguientes] para los despliegues relativos a la carta, donde
Husserl menciona concretamente el papel la historicidad en la constitución de
las comunidades jurídicas e incluso de la constitución de Europa. La
vinculación entre la comunidad y la historicidad se encuentra en el volumen
XXXIX de la Husserliana titulado Die
Lebenswelt. Auslegungen der Vorgegebenheit Welt und ihrer Konstitution
(1916-1937). Allí Husserl explicita lo siguiente: “Finalmente pertenecen [las
comunidades] a nuestro mundo como aquellas que están determinadas para nuestra
situación especial, para nosotros alemanes el pueblo alemán por completo y su
orden vital, su cultivada naturaleza y humanidad. Pero al lado de nuestra
nación hay otras naciones con las cuales está en conexión, cuyos miembros viven
en otras tradiciones y costumbres, en otras lenguas, disposiciones jurídicas,
constituciones estatales que tienen otro tipo determinado de vida diaria y de
las cosas dadas en la cotidianidad (viviendas, mobiliario, calles, etc.), como
horizonte determinado para ellas pero no para nosotros – más allá de lo común y
lo más general”. Edmund
Husserl, Die Lebenswelt. Auslegungen der
vorgegebenen Welt und ihrer Konstitution. Husserliana XXXIX, ed. Rochus Sowa
(Dordrecht: Springer, 2008), 198. Líneas después señala que a pesar de las
diferencias “finalmente recibimos la totalidad absoluta: el mundo en el cual
nuestro mundo circundante alemán es único en una interrelación de pluralidades
en el nexo real o posible de mundos circundantes puestos para las
correspondientes humanidades”. Ibid., 199.
[4]) Una de las maneras a través de las cuales se despliega la
actividad consciente hacia el mundo es efectivamente el reconocimiento del
cuerpo vivido [der Leib], permitiendo
captar al otro como Otro por medio de la denominada empatía [die Einfühlung],
dada “en la percepción fenomenológica”. Edmund Husserl, Zur Phänomenologie
der Intersubjektivität. Erster Teil:
1905-1920. Husserliana XIII, ed. Iso Kern (La Haya: Martinus Nijhoff, 1973), 189.
[5]) En la Krisis señala Husserl: “En el cruce de comprensiones, mis experiencias y mis adquisiciones
entran con las de los otros en una conexión análoga a la de las series
particulares de experiencia en el marco de mi vida experiencial”. Edmund
Husserl, La crisis de las ciencias
europeas y la fenomenología trascendental, trad. Salvador Mas y Jacobo
Muñoz (Barcelona: Crítica, 1990), 172.
[6]) No es a través de un sentido trascendente que se forma la
comunidad, a pesar de que, siguiendo a Husserl, haya una clara equivalencia
entre la comunidad en su concreción trascendental y la comunidad abierta de las
mónadas [die Monadengemeinschaft] “a la que designamos como intersubjetividad trascendental”.
Edmund Husserl, Meditaciones Cartesianas,
trad. Mario Presas (Buenos Aires: Ediciones Paulinas, 1979), 158. Es más bien a
través de la Vergemeinschaftung que pueden crearse los sentidos trascendentes, o si se quiere, en
palabras de Husserl, un mundo objetivo [objektiven
Welt] a
partir del primordial. Ibid., 157. En él su potencial estructura jurídica
podrá ser sometida a variación en la medida en que corresponde a los
subsiguientes niveles materiales de la comunidad.
[7]) Nos remitimos a las páginas iniciales del libro de César Moreno La intención comunicativa para un
estudio profundo sobre las tiranías de la intimidad y la presunción del
Nosotros en su vertiente más des-subjetivizada, de corte sociológico. Sobre la
remisión a la subjetividad trascendental a la hora de constituir la comunidad,
señala el autor: “Habrá que mostrar cómo la figura del Otro, y con ella la del
Nosotros, surge desde cierta dimensión trascendental de la subjetividad
egológica; así podrá comprenderse que el «Nosotros» no es tal sin la donación
de sentido subjetiva que lo gesta”. César Moreno, La intención comunicativa (Sevilla: Thémata, 1989), 31.
[8]) Por lo que respecta a la traducción del término alemán ‘Gegebenheit’
se empleará el término
‘dación’ en lugar de ‘donación’
en la línea del traductor Antonio Zirión, sin
olvidar que Husserl en 1923-1924 rechaza la concepción
presentada en Ideen I sobre la dación absoluta:
«Husserl precisamente de esta dación dice en un Anexo que en las Ideas 1 está
"falsamente definida"». Edmund Husserl, Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica,
trad. Antonio Zirión (México: Fondo Cultura Económica, 2013), 61. Husserl
entiende por ‘dación’ aquella región totalmente saneada de posibles
objetivaciones, una región, como señala Sokolowski, “donde sea posible una
ciencia rigurosa, una región donde pueda erigirse una ciencia sin
presuposiciones”. Robert
Sokolowski, “The Formation of Husserl’s Concept of Constitution”, en Phaenomenologica, 18 (La Haya: Martinus
Nijhoff, 1970), 123. Desde el plano fenomenológico
estático encontramos la objetividad de las ideaciones y las objetualidades
filtrada por la apodicticidad de la evidencia: «Las formaciones categoriales
eran antes, para el sujeto juzgante, objetividades simplemente existentes que
persistían iguales en el proceso de identificación; ahora deben verificarse
pasando a la evidencia, a la "intuición categorial'', en la que estén
originalmente dadas "ellas mismas"». Edmund Husserl, Lógica formal y trascendental. Ensayo de una
crítica de la razón lógica, ed. Paul Jansen (La Haya: Martinus Nijhoff,
1962), 126. Naturalmente no será la última versión intuitiva del conocimiento
originario sino que será la intuición de
esencias la responsable de complementar este ideal intuitivo del
conocimiento: “Cuando traemos intuitivamente, a plena claridad, a pleno dato,
«color», lo dado es una «esencia»; y asimismo cuando, en intuición pura,
dirigiendo la mirada de percepción en percepción, traemos a dato qué es
«percepción», percepción en sí misma […] hemos captado intuitivamente la
esencia percepción. Y en la medida en que la intuición es pura y no encierra
co-menciones que la sobrepasan, la esencia intuida es algo adecuadamente
intuido: un dato absoluto”. Edmund
Husserl, Aufsätze und Vorträge
(1911-1921). Husserliana XXV, ed. Thomas Nenon y Hans Rainer Sepp (La Haya:
Martinus Nijhoff), 32. Finalmente conviene recordar
que el ‘Husserl convencional’ –siguiendo la expresión de San Martín, Javier San
Martín, La nueva imagen de Husserl. Lecciones de
Guanajuato (Madrid:
Trotta, 2015), 42– amplía el carácter dador de la
“intuición de esencias”. Edmund Husserl, Ideas
relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica, 129. Se
encuentra integrado en la noción intuitiva de la Lebenswelt
elaborada en la Krisis: “el
mundo de la intuición realmente experimentante [der wirklich erfahrenden
Anschauung]”. Edmund
Husserl, La crisis de las ciencias
europeas y la fenomenología trascendental, 52. Todo ello muestra el
interés de Husserl por no renunciar a la fenomenología trascendental, o dicho
en palabras del mismo fundador, no hay problema “que alguna vez en su camino no
tenga que llegar a la fenomenología trascendental”. Ibid., 192.
[9]) Un análisis relevante corre a cargo de San Martín, quien señala
los caracteres esenciales de la actitud personalista en Ideen II: “De acuerdo con Ideas
II, la forma originaria de la actitud natural es la actitud personalista
que asume el modo de ser cultural de las cosas; de aquí que la percepción sea
siempre una percepción cultural”. Javier San Martín, La
nueva imagen de Husserl. Lecciones de Guanajuato, 101. Más allá del
significado que tienen los ‘cambios’ de actitud en la fenomenología de Husserl
–incidiendo en la aprehensión en Ideen I, ampliamente estudiadas por Mohanty. Jitendra Nath Mohanty, Edmund Husserl’s the Freiburg Years 1916-1938 (London: Yale University Press, 2011), 50–, encontramos un apunte relevante para nuestra
investigación en el § 51 de Ideen II,
donde la organización humana en
términos de espíritu común [der Gemeingeist] adquiere especial importancia para la determinación
jurídica de las comunidades a través de identificar en el individuo el estatuto
de ’sujeto de Derecho’ en el seno de una comunidad: “no
trato a un hombre como sujeto de derecho cuando no lo tomo como miembro de la
comunidad de derecho a la que pertenecemos ambos, sino como mera cosa, tan sin
derecho como una mera cosa” Edmund Husserl, Ideas
relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica. Libro
segundo: Investigaciones fenomenológicas sobre la constitución, 236. Una de
las derivas más importantes en la fenomenología del Derecho correrá a cargo de
su hijo Gerhart Husserl (1893-1973), quien identificará en sus escritos
tempranos el sujeto jurídico en términos de portador de la voluntad comunitaria [Träger des Gemeinschaftswillens] y mónada individual. Gerhart Husserl, Rechtskraft und Rechtsgeltung. Erster
Band. Genesis und Grenzen der Rechtsgeltung. Heidelberg: Springer, 1925), 4. Consiste en una doble concepción del individuo que no solo permite la
co-constitución [Mit-konstitution]
del ‘nosotros’ sino también el «”nosotros” cooperativo». Ibidem, siempre creada
por la misma dynamis del Derecho en
términos de sistema legal [der Rechtskreis].
[10]) Una de las derivas de la fenomenología ‘espiritual’ en el marco
de la reflexión comunitaria fue sostenida por “la
mejor doctoranda que jamás había tenido [Husserl]”. Richard Feist y Wiliam
Sweet, “Husserl and
Stein”, en Cultural Heritage and
Contemporary Change, Series I. Cultura and
Values, 31, 11. Según Stein, la vida social y estatal se comprende a través de la
espiritualidad: “A los productos del «arte» humano en el sentido más amplio les
pertenecen aún otras entidades: las direcciones de la vida estatal y social,
proposiciones jurídicas, costumbres y usos, en las cuales hallamos una
determinada estructura espiritual”. Edith Stein, Einführung in die
Philosophie, ed. Claudia Mariéle Wulf (Friburgo: Herder, 2004), 131.
[11]) La expresión ‘virtud sin moralina’ se encuentra en el escrito
póstumo de Nietzsche denominado El
Anticristo: maldición sobre el cristianismo: “¿Qué es felicidad? – El
sentimiento de que el poder crece, de
que una resistencia queda superada. No
apaciguamiento, sino más poder; no
paz ante todo sino guerra; no virtud,
sino vigor (virtud al estilo del Renacimiento, virtù, virtud sin moralina)”. Friedrich Nietzsche, El Anticristo (Madrid: Alianza, 2007),
32.
[12]) Apuntando precisamente a la buena moralidad Husserl señala la
necesidad de emprender un camino de autorrealización en términos de autorresponsabilidad
[die Selbstverantwortung]. Se trata de una noción fundamental
para la ética fenomenológica en la formación de comunidades, debido a su
carácter medial entre el deber propio y la comunidad: “Pero
autorresponsabilidad es para los seres humanos, el ser humano está en un ser
colectivo y una vida comunitaria, es un ser con la responsabilidad hacia el
otro y con la responsabilidad hacia los otros”. Edmund Husserl, Zur Phänomenologie der Intersubjektivität. Erster Teil: 1905-1920. Husserliana
XV, ed. Iso Kern (La Haya:
Martinus Nijhoff, 1973), 422. Con mucho acierto
señala Rosemary Rizo Patrón el carácter fundamental de esta noción que Husserl
presenta en el texto núm. 42 titulado Selbstdressur. Totale
Selbstverantwortung und das absolut Gesollte. Entscheidung für den Lebensberuf
eines echten Daseins. Die Norm, in ethischem Ernst zu leben (1930): la expresión «del carácter “ético-cognoscitivo” de la filosofía […] ha de
ser tomada en serio bajo la noción renovada de una razón unitaria todo-abarcadora».
Rosemary Rizo Patrón, “La
responsabilidad como fundamento último de la filosofía“, en Investigaciones Fenomenológicas, 4 (II), 2013, 334. Esta conexión
entre la autorresponsabilidad y la fundamentación última puede desprenderse de
la lectura de Guillermo Hoyos en torno a “la relación de verdad entre la
subjetividad en vistas a la filosofía, es decir, en la búsqueda universal y
radical de la apodicticidad tal y como se hacen cargo en la
autorresponsabilidad la obligación de la justificación y la prescripción de
toda verdad”. Guillermo Hoyos, Intentionalität als Verantwortung (La
Haya: Martinus Nijhoff, 1976), 7-8.
[13]) Iso Kern muestra en la introducción al volumen XV de la
Husserliana algunas imprecisiones del término en la V MC, y en especial,
aquellas referidas a la definición de lo trascendental: «lo trascendental ya es
“en sí” ya desde el inicio la reducción intersubjetiva. Esto tal vez no es
sabido completamente por Husserl en la primera redacción de las Meditaciones Cartesianas, teniendo en
cuenta que por aquél momento empleaba las expresiones “primordial” y
“egológico” como equivalentes». Edmund Husserl, Zur Phänomenologie der
Intersubjektivität. Erster Teil: 1905-1920, XXXIII. De alguna manera consiste en dar consistencia propia a la esfera
de la propiedad presentada por vez primera en las Grundprobleme (1910-1911) y posteriormente desarrollada en Erste Philosophie II (1923-1924).
Siguiendo a San Martín, es una reducción psicológica intersubjetiva basada “en el recuerdo y
el consiguiente acceso al campo de la experiencia fenomenológica en el pasado
será también modelo para aquella reducción que él mismo llama intersubjetiva”.
Javier San Martín, La estructura del
método fenomenológico (Madrid: UNED, 1986), 114. Efectivamente, tal y como
señala Kern en el marco de la exposición del conocido Kolleg (1910-1911) se trataba de un manuscrito que recoge las Grundprobleme donde la reducción
intersubjetiva se entiende como la reducción de lo psicológico de la
intersubjetividad pura con los “correlatos intencionales (Cultura)”. Edmund Husserl, Zur
Phänomenologie der Intersubjektivität. Erster
Teil: 1905-1920, 77. Aquello que hace posible precisamente la reducción
psicológica intersubjetiva es “la consciencia de la cosa singular y su
horizonte de mundo y de este modo, toda reducción es mundano-universal”. Edmund
Husserl, La crisis de las ciencias
europeas y la fenomenología transcendental, 263.
[14]) Entre ellos podemos destacar la concepción de la comunidad de
Georg Simmel en su obra Soziologie (1908)
en términos de extensión: “Cuanto más extensiva sea una comunidad más
débilmente se encaminará por un lado a una unidad objetiva sobre los intereses,
mientras que, por otro lado, menos íntima será”. Georg Simmel, Soziologie. Untersuchungen über die Formen
der vergesellschaftung (Leipzig: Duncker & Humblot, 1908), 86. Unos
años antes Max Weber publicaba el texto La
«objetividad» cognoscitiva de la ciencia social y de la política social
(1904) articulaba algunas interesantes reflexiones en torno a un elemento
fundamental de toda comunidad, relacionado con la verificación del deber del
otro en la esfera de propiedad: “Ninguna valoración
provista de sentido de una voluntad
ajena puede consistir en otra cosa que en una crítica cumplida a partir de la
propia «cosmovisión», en una lucha en contra del ideal ajeno conducida sobre la base del propio. Por lo tanto, si, en el caso particular, el axioma de valor
último que está en la base de una voluntad práctica debe ser, no solo comprobado y analizado científicamente, sino
también presentado en sus relaciones con otros
axiomas de valor”. Max Weber, “La «objetividad» cognoscitiva de la ciencia
social y de la política social” en Ed. A. Rigal, Ensayos sobre metodología sociológica (Buenos Aires: Amorrotu
Editores, 1976), 49. En retrospectiva resulta de especial relevancia destacar
la obra de Ferdinand Tönnies titulada Gemeinschaft und Gesellschaft (1887), quien señala: “la teoría de la comunidad empieza con la
asunción de la unidad perfecta de las voluntades humanas como una condición
natural u original que se encuentra preservada pese a la separación actual”. Ferdinand Tönnies, Community and Society, trad. Charles
Loomies (Nueva York: Dover Publications Inc, 2002), 37. Una de las diferencias fundamentales es la diferenciación entre
comunidad y sociedad: “La relación misma y con ella la conexión que resulta, es
concebida como vida real y orgánica […] esencia de la comunidad o bien como
formación imaginaria y mecánica”. Ibid., 32.
[15]) Nos remitimos al estudio de César Moreno sobre la realidad
virtual en la desaparición del elemento de la facticidad aunque no por ello como
pérdida de lo real: “También se hace fuerte en la relevancia que concedemos a
la capacidad de convocatoria de lo real que tienen nuestros deseos y, en un
orden más ontológico, la posibilidad, que abre campos de fenomenalidad sin
exigir a cambio su fáctico acontecimiento”. César Moreno, “La actitud virtual. Intencionalidad, alteridad y extrañamiento”,
en Filosofía y Realidad Virtual, ed.
Alicia Mª de Lingo, César Moreno y Rafael Lorenzo (Zaragoza: Prensas
Universitarias de Zaragoza, 2007), 43.
[16]) El tratamiento que Husserl confiere a esta experiencia de
autofingimiento al final de la IV CM encuentra su desarrollo en el texto Argument
für den transzendentalen Idealismus. Die Umfiktion im Zusammenhang mit der
Leiblichkeit und der Intersubjektivität (1921),
donde se suspende la realidad del yo por medio del fingimiento de la posición
de experiencia en tanto que co-experienciar. Así señala Husserl: «Yo “me traslado a la
fantasía pura”, suspendo la posición experiencial de la realidad en tanto que
co-experienciar, y entonces soy un yo fingido, libre entonces de un fingimiento
de mi yo real que se encuentra reñido con estas realidades». Edmund Husserl, Phantasie, Bildbewusstsein, Erinnerung. Zur Phänomenologie der anschaulichen Vergegenwärtigungen. Texte aus
dem Nachlass (1898–1925). Husserliana
XXIII, ed. Eduard Marbach (La Haya: Martinus Nijhoff, 1980), 153. Se trata de “una vivencia individual” Ibid., 154., responsable de
permitir a través de la empatía el
acercamiento de la intuitividad exterior y espiritualidad [die Geistigkeit] de otro
cuerpo a mi “propia posibilidad de experiencia y posibilidad de ficción de la
interioridad propia”. Ibid., 155. Sobre la traducción del término nos remitimos a la decisión de Moreno: “Como hablamos de
Welt y Umwelt: mundo y circunmundo, aquí se trataría de Fiktion y Umfiktion: ficción y circunficción”. César Moreno, “Alguien lo
sabe. Desvelo trascendental y dativo de manifestación-en-off como voz narrativa”,
en Investigaciones Fenomenológicas 6,
2015, 2010.
[17]) Dado que únicamente es posible llegar al apareamiento “cuando el
otro entra en mi campo perceptivo” Edmund Husserl, Meditaciones Cartesianas, 180, debe atenderse al acto aprehensor
que permite al alter ego reconocerse
como tal a través de la empatía como un acto que se constituye en términos de “una experiencia de una conciencia sentida en la que también podemos
ejecutar una reducción”. Edmund Husserl, (Hua XIII: 189). Se trata de una doble
modalidad de la reducción (Hua XIII: 189). Uno
de los estudios más tempranos fue desarrollado por Edith Stein en su tesis
doctoral titulada Zum Problem der
Einfühlung (1917), dirigida por el mismo Husserl y premiada con el summa cum laude. Edith Stein pone de
manifiesto al inicio de su disertación que las controversias sobre la Einfühlung se basan en el presupuesto
siguiente: “nos son dados ‘otros’ sujetos
y sus vivencias”. Edith
Stein, Zum Problem der Einfühlung (La
Haya: Buchdruckerei des
Waisenhauses, 1917), 1. Así se da una interrelación entre el yo y el mundo en el que vivo
y me relaciono con los ‘otros’. Este desplazamiento del yo al mundo [vom
Ich zur Welt] es uno de los objetivos fundamentales de la fenomenología
genética: “El mundo en el que vivo, no sólo es un mundo de cuerpos físicos,
también hay en él, fuera de mí, sujetos vivos, y yo sé de estas vivencias”.
Ibid., 3.
[18]) Existe en la comunidad de la fenomenología un debate acerca de
si la noción de ‘apareamiento’ se encuentra relacionada necesariamente con el cuerpo vivido [der Leib] o no.
Mientras Alexander Schnell subraya una distancia considerable entre el
apareamiento y el Leib: «el
mencionado “apareamiento” no será garantizado entre yo y él [otro] donde el
cuerpo vivido apercibido, sino entre yo y él desde donde el cuerpo aparecido
provoca los modos de apercepción (y así entre dos modificaciones)». Alexander Schnell, “Welchen Sinn hat es,
die Phänomenologie Edmund Husserls mit der Klassischen Deutschen Philosophie in Beziehung zu setzen?”, en Husserl und die klassische Philosophie,
ed. Sebastian Luft y Faustino
Fabbianelli (Dordrecht: Springer, 2014), 59. Paul Ricoeur señala, contrariamente, que “la noción de carne sólo es elaborada para hacer posible el
apareamiento (Paarung) de una carne
con otra carne, sobre cuya base una naturaleza común
puede constituirse”. Paul Ricoeur, Sí mismo como otro. trad. Agustín
Neira (Buenos Aires. Siglo XXI, 2006), 358. Nosotros optamos por identificarlo con el Leib a partir de la tríada de momentos que deben darse
necesariamente para el surgimiento de la empatía como cierre del contacto. En
esta dirección se encamina la lectura de Ferrer y Sánchez-Migallón: “Puede
decirse que esos pasos son tres: el llamado emparejamiento (Paarung) con el propio yo, la
modificación intencional de lo vivido, y la percepción del yo ajeno”. Urbano
Ferrer y Sergio Sánchez-Migallón, La ética de Edmund Husserl (Sevilla:
Thémata-Plaza y Valdés, 2018), 198.
[19]) A través de la concepción husserliana de la pluralidad Sophie
Loidolt presenta una fenomenología de la pluralidad basada en la obra de Hannah
Arendt, señalando que la “pluralidad es un paradigma que introduce lo político
en lo filosófico y en el pensamiento fenomenológico”. Sophie Loidolt, Phenomenology of Plurality. Hannah
Arendt on political intersubjectivity (Nueva York: Routledge Taylor &
Francis Group, 2018), 2.
[20]) Edmund Husserl, Meditaciones
Cartesianas, 179.
[21]) Análogamente a la comunidad o pluralidad en términos de cadenas
de ‘pares’ también presenta Husserl en las Investigaciones
Lógicas el ideal del cumplimiento como cadena de actos: “el cumplimiento [die Erfüllung] tiene lugar entonces en una cadena de actos”. Edmund
Husserl, Investigaciones
Lógicas, trad. José Gaos y Manuel Morente (Madrid:
Alianza, 1982), 732.
[22]) De una forma muy similar señala Husserl en su obra póstuma: “Pero toda
asociación inmediata es asociación por semejanza. Por su naturaleza misma, no
es posible de otra manera, más que por la semejanza de diverso grado en cada
caso, hasta el límite de la igualdad total”. Edmund Husserl, Experiencia y Juicio. Trad. Jas Reuter
(Ciudad Universitaria de México: Universidad Nacional Autónoma de México,
1973), 82.
[23]) Edmund Husserl, Meditaciones
Cartesianas, 142.
[24]) Véase al respecto la temprana aportación de César Moreno sobre
fantasía e intersubjetividad, donde sostiene la importancia de atender a los
modos intencional-trascendentes que tiene el ‘yo’ a la hora de escapar de sí
mismo, en cuanto unidad monádica, para dejarse caer en el horizonte “para
ser-de-otro-modo”. César Moreno, “Fantasía en intersubjetividad”, en Revista venezolana de filosofía, 24,
1988, 31. Ello a través del estudio del movimiento denominado
“autofantaseamiento del Yo”. Ibidem. Conviene subrayar el entrecruzamiento de
dos intencionalidades –reflexiva y trascendente– como condición de posibilidad
de la “fantasía del yo en torno a sí mismo”. Ibid., 35. Esta
especie de sobreseimiento del espacio reducido de la mónada por medio del
acercamiento abierto de sí hacia el otro deviene, en último término, como
señala Mª Carmen López, un contacto comunicativo: “¿Qué es lo que expresa el
otro? Un ser-de-otro-modo-que-el-yo a partir del cual se gesta su sentido de alter ego como índice de la identidad
diferenciada que preside la relación intersubjetiva. En esa expresión
originaria se funda toda comunicación posterior”. Mª Carmen López, Investigaciones fenomenológicas sobre el
origen el mundo social (Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza,
1994), 126-127.
[25]) Así lo señala Husserl: «Yo “me traslado a la fantasía pura”,
suspendo la posición experiencial de la realidad en tanto que co-experienciar,
y entonces soy un yo fingido, libre entonces de un fingimiento de mi yo real
que se encuentra reñido con estas realidades». Edmund Husserl, Phantasie, Bildbewusstsein, Erinnerung. Zur Phänomenologie der anschaulichen Vergegenwärtigungen. Texte aus
dem Nachlass (1898–1925), 153.
[26]) Edmund Husserl, Phantasie,
Bildbewusstsein, Erinnerung. Zur Phänomenologie der
anschaulichen Vergegenwärtigungen. Texte aus dem Nachlass (1898–1925), 154.
[27]) Ibid., 155.
[28]) Elías Canetti, Apuntes
1992-1993, trad. Del Solar (Madrid: Anaya & Mario, 1997, Mucnik), 117.
[29]) Edmund Husserl, Meditaciones
Cartesianas, 177.
[30]) Edmund Husserl, “El espíritu
común”, en Thémata, Revista de
Filosofía, trad. César Moreno, 4, 1987, 138.
[31]) La noción de ‘Urstiftung’
no parece presentarse siempre con el mismo significado. Es posible
traducirla
como ‘protofundación’,
‘protoinstitución’ o ‘instauración
originaria’ y se
encuentra elaborada en las Cartesianische
Meditationen precisamente como una expresión de la síntesis pasiva que “reenvía
una instauración originaria [die
Urstiftung] de esa forma. Todo lo conocido remite a un originario llegar a
conocer; lo que llamamos desconocido, tiene, sin embargo, una forma estructural
de lo conocido” Edmund Husserl, Meditaciones
Cartesianas, 136. Vale decir que Husserl en Ideen II ya había conectado la ‘protofundación’ con las
reproducciones posteriores en términos de hábitos: “Protofundación y
reproducción posterior como hábito propio actualizado”. Edmund Husserl, Ideas relativas a una fenomenología pura y
una filosofía fenomenológica. Libro segundo: Investigaciones fenomenológicas
sobre la constitución, trad. Antonio Zirión (México: Fondo Cultura
Económica, 2005), 317. Algunas conexiones entre institución y axiología son
remarcadas por Kwun-Lam Lo, quien sostiene que “Del mismo modo debemos
preguntarnos acerca de la institución así como de la sedimentación de las objetividades
axiológicas en el mundo circundante de la persona”. Kwun-Lam
Lo,Der Personbegriff und
die personalistische Einstellung in den Ideen II”, en Interpretationes, 1, 45.
[32]) Edmund Husserl, Meditaciones
Cartesianas, 179.
[33]) Así lo pone de manifiesto Husserl en sus escritos del periodo de
entreguerras, a principios de su estancia de Gotinga. Véase Ms. A II I, 9 y
siguientes.
[34]) Jean-Luc Marion presenta la noción de fenómeno saturados por medio de la noción
de evento, presentada en el § 17 del tercer libro de su obra Étant donné: Essai d'une phénoménologie de la donation (1997). Allí lo
describe como el lugar “donde el fenómeno se da en sí mismo hasta el punto de
mostrarse él mismo sí mismo” Jean-Luc Marion, Being Given. Toward a Phenomenology
of Givenness, trad. Jeffrey L. Kosky (Stanford: Stanford
University Press, 2002), 160. Esta re-lectura de la región de la donación
encuentra una definición muy precisa que conviene recordar para comprender la
funcionalidad de la noción de evento. Dice Marion: “Porque aparece en sí
mismo en la medida en que se da él mismo, el fenómeno aparece hasta el nivel
que surge, asciende, llega, se presenta y se impone él mismo como alcanzado
fácticamente y explota hacia delante, presiona urgentemente sobre la mirada más
que la mirada cómo se presiona hacia él”. Ibid., 159.
La única manera de salvaguardar la donación fenomenológica sería la figura del
anonimato: “El enigma del anónimo es la única cosa que puede salvaguardar la
donación”. Ibid., 37.
[35]) Así lo pone de manifiesto Husserl en su texto titulado Wert des Lebens. Wert der Welt. Sittlichkeit
(Tugend) und Glückseiligkeit (1923) traducido por Julia V. Iribarne: “El ser humano
tiene frente a sí su comunidad próxima y al mismo tiempo sus prójimos como
unidades de esta comunidad, y tiene esta comunidad próxima como miembro central
respecto de comunidades más abarcadoras que, ellas mismas, pueden ser
nuevamente miembro central para otras más abarcadoras. El todo-de-yoes y cada
socialidad particular en orientación. Yo y los otros. Toda comunidad-de-yoes
“orienta”. Yo y los otros miembros de la familia. Nosotros todos (la familia).
Nosotros y los otros; nosotros seres humanos de nuestra familia – la gente de
otras familias. Mi familia, nuestra familia – otras familias. Nuestra familia y
la comunidad del pueblo, las otras familias, las de la comunidad del pueblo”. Edmund Husserl, Einleitung in die Ethik. Vorlesungen Sommersemester
1920/1924. Husserliana XXXVII, ed. Henning Peucker (Dordrecht: Springer, 2009),
793.
[36]) De esta estructura del pertenecer incompleto se hace eco
Bernhard Waldenfels en su Phenomenology
of the Alien (2011) a la hora de examinar aquellas instituciones sociales
como estadios a los cuales el individuo no termina de pertenecer de una forma
completa: “En el nivel social, uno se encuentra con la correspondiente
estructura del ‘pertenecer en el no-pertenecer’: cualquiera que pertenezca a
una familia, personas, casta, comunidad religiosa, o cualquier cultura nunca
pertenece enteramente a ella”. Bernhard Waldenfels, Phenomenology
of the Alien (Evanston: Northwestern Uiversity Press, 2011), 35.
[37]) Así lo sostiene el editor del volumen XXXVII de la Husserliana
Henning Peucker en la introducción del volumen: “A finales de 1922 Husserl
empieza a trabajar en los Artículos-Kaizo,
tres de los cuales aparecieron en la revista japonesa The Kaizo de 1923 y 1924, donde el tema central es la pregunta por
la renovación ética de las personas y las comunidades”. Edmund Husserl, Einleitung in die Ethik, Vorlesungen Sommersemester 1920/1924, XVI. Incluso el mismo Husserl explica a Albert
Schweitzer en 1923 el porqué del
título: “Renovación en el sentido de un cambio ético
y creación de una cultura humana ética y universal”. Edmund Husserl, Renovación del hombre y la cultura, trad. Agustín Serrano de Haro
(Rubí: Antrophos Editorial, 2002), XI. Tal y como
reza una carta escrita a Winthrop Bell el 11 de agosto de 1920 uno de los
efectos de la primera guerra mundial fue precisamente la pérdida del sentido
ético: “Esta guerra, la caída [der
Sündenfall] más universal y profunda de la humanidad en toda su valorable
historia, ha demostrado pues la incapacidad y la ficticidad de todas las ideas
vigentes […] La guerra del presente, convertida en la guerra del pueblo en el
sentido más literal y horrible, ha perdido su sentido ético”. Ibid., XII.
[38]) En esta dirección se encamina precisamente la “crítica” de Gerda
Walther a Max Weber. El entrecomillado hace justicia precisamente a la
aclaración de la misma Walther: “Aunque no se trata en este artículo de
analizar la esencia de la comunidad en la medida en que no es una crítica o
polémica a Max Weber. Únicamente pretendemos aplicar su método y algunos
elementos históricos introductorios a nuestros problemas como elementos que
para nosotros se nos muestran fructíferos y de valor pero no suficientes”. Gerda Walther, “Ein Beitrag zur Ontologie
der sozialen Gemeinschaften” en Ed. Edmund Husserl Jahrbuch für
Philosophie, 6, 1922, 31. Desde esta perspectiva
metódica señala Walther: “¿En consecuencia no encuentra aquí la diferencia entre comunidades
y otras entidades sociales similares el «chance» de la interacción unísona para
la posible adaptación exacta dada entre uno y otro como la más grande en la
comunidad? Ciertamente también hay algo semejante en la comunitarización [Vergemeinschaftung]. En una comunidad
con un «espíritu de comunidad» [Gemeinschaftgeist]
(que más adelante veremos qué es) será seguramente más grande la orientación
sucesiva de los miembros y su interacción, su solidaridad será más firme como
en una simple sociedad”. Ibid., 32.
[39]) Uno de los casos tal vez más relevantes para la fenomenología
comunitaria es la propuesta de Walther. Precisamente Husserl escribe a mediados
de mayo de 1920 un borrador de una carta a Walther donde tilda los desarrollos
científicos de la autora “de la más absoluta precisión”. Edmund Husserl, “Carta
de Husserl a Gerda Walther, Mediados de Mayo, 1920 (Borrador)”, en Acta Mexicana de Fenomenología, 2, trad.
Ignacio Quepons y Ricardo Mendoza, 2017, 75. En una carta de Pfänder a Husserl
el 5 de marzo de 1921 pone de manifiesto que la tesis doctoral de Walther
titulada Zur Ontologie und Phänomenologie
der sozialen Gemeinschaften era “un trabajo muy bueno y digno”. Ibid., 166.
Debemos destacar su concepción de comunidad
en términos de acuerdo interno [inner
Einigung] que se expresa por medio del acuerdo habitual [habituelle
Einigung]. Dice Walther: “Aquí [vida en
comunidad] pertenece algo así como la esfera completa del acuerdo interno
(acuerdo cambiante) con el «Leitmotiv»”. Gerda Walther, Ein Beitrag zur Ontologie der sozialen Gemeinschaften, 142. Ahora
bien, el Derecho para Walther es concebido como un tipo de comunidad, o mejor
dicho, un tipo de administración social [sozialen
Verhaltungsweisen] a la que denomina derecho
de sociedades [das Gesellschaftsrecht] caracterizada por ser “una parte de las administraciones
sociales”. Ibidem. Dice Walther: “las obligaciones jurídicas solamente pueden
existir en el marco de un lazo social societario o de un tipo comunitario –
porque solo aquí pueden existir los medios externos del poder relativos a su
imposición–”. Ibidem.
[40]) Así lo señala Husserl: “Yo puedo dejarme influenciar por los
Otros en la forma de la imitación”. Edmund
Husserl, El espíritu común, 135.
[41]) Tal vez pueda
hallarse en este marco la influencia del pensamiento pascaliano en la ‘ontologización’
de los afectos: “El corazón tiene razones que
el entendimiento no comprende” Blaise Pascal, Pensamientos (Barcelona: Orbís, 1977), 277.
[42]) En este punto conviene destacar la lectura que realiza Michael
Theunissen sobre los actos sociales personales no ajenos [sozial-nichtfremdpersonalen
Akten] como una postura
crítica con respecto a la teoría de Reinach sobre la promesa: “los actos
sociales, que supuestamente no son de carácter personal ajeno, excluyen, de
hecho, la identidad entre quien los cumple y el «sujeto con quien se
relacionan» [Bezugsubjekts]. No puedo
frente a mí mismo renunciar a algo”. Michael Theunissen, El Otro, trad. G. Voet (México: Fondo Cultura Económica, 2013),
423.
[43] La importante reflexión de Husserl sobre los actos comunicativos
se encuentra desarrollada en el texto Gemeingeist
I y II actualmente traducido por
César Moreno. Uno de los caracteres tal vez más distintivos es la ulterioridad
de los actos sociales comunicativos con respecto a la tipología de actos
instintivos amorosos: “Se trata aquí de una alegría que no excluye el que se
tome con escándalo el obrar singular del Otro, que se lo valore negativamente o
se tomen medidas en contra, etc. Se trata aquí de una alegría en el sujeto como
sujeto idéntico que se comporta circunmundanamente y que muestra singularidad
en sus modos de comportamiento […] Estos no son todavía actos sociales ni actos del propio amor social”. Edmund Husserl, El espíritu común, 135.
[44]) Ibid., 136
[45]) Ibidem.
[46]) Hallamos uno de los momentos originarios de la alteridad en
relación con la fenomenología de la alteridad de Levinas el ‘rostro’ del otro.
El Otro a través de su rostro ejerce una limitación fundamental que “se niega a
la posesión, a mis poderes”. Emmanuel Levinas, Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad, trad. Miguel
García-Baró (Salamanca: Sígueme, 1977), 219. Esta resistencia del rostro del
Otro no se torna inoperable sino que trabaja como lejanía y se convierte en una
“resistencia ética”. Ibid., 221.
[47]) Podemos mencionar algunos ejemplos que emplea el mismo Husserl a
la hora de describir cómo se produce dicha interpelación: “Un cierto movimiento
de la mano o de los dedos, el trozo de madera que indica una dirección, etc.,
despiertan la atención, la «dirigen» en una dirección en la que tiene lugar
para el Otro lo interesante”. Edmund Husserl, El espíritu común, 136. Vale decir que en este contexto entran en
juego los diferentes ‘yoes’ temporales que pueden ser objeto de información.
Husserl denomina a este lugar “distancia temporal”. Ibid., 137.
[48]) Ibidem.
[49]) A este respecto debemos mencionar los análisis de John Austin en su obra How to
do things with words (1962). Austin critica duramente la vertiente
psicologista que entiende este tipo de actos como actos espirituales, señalando que “para aquél que dice que «prometer no
es fundamentalmente una cuestión de pronunciar palabra, sino más bien un acto
espiritual interior», es capaz de aparecer como un moralista sólido,
destacable, frente a una generación de teorizadores superficiales”. John Austin, How to do things with words (Oxford: Oxford University Press,
1962), 10. Las consideraciones que realiza Austin en
este sentido, pretenden responder a la pregunta siguiente: “¿Cuáles son los diferentes géneros de actos de habla que
los hablantes realizan cuando emiten expresiones?”. Ibid., 22. Tal vez,
como sugiere Urbano Ferrer, uno de los orígenes de la teoría de los actos de
habla pueda hallarse en Reid: “En las operaciones sociales es esencial la
expresión. No pueden existir sin ser expresadas por palabras o signos y
conocidas por la otra parte”. Thomas Reid, Essays on the Active Powers of the Human Mind (Paris: MIT, 1969), 439. Así
lo señala Ferrer cuando identifica tanto Reinach como en Austin el formato del
‘esquema’ de los actos sociales: “El esquema teórico empleado por Reinach y
Austin para describir los actos sociales es el de la estructura”. Urbano
Ferrer, “Los múltiple a priori de los actos sociales
en Adolf Reinach”, en Tópicos, 49, 2015,
217.
Algunas de las derivas de esta teoría fue elaborada por Searle en su obra Actos
de habla (1969) en relación
con los diferentes actos ilocucionarios
presentados por Austin a los que confiere un determinado género con ánimo de
analizar proposiciones de este tipo. John Searle, Actos de habla, trad. Valdés (Madrid: Cátedra, 1990), 31-58. Una de las obras tal vez más importantes que
han reflejado este tránsito corre a cargo de Kevin Mulligan, actualmente
profesor honorario de la Universidad de Geneva. En su obra Speech acts and Sachverhalt (1987) señala muy acertadamente que “el
descubrimiento de lo que Reinach denominó actos
sociales (en 1913) y Austin actos de
habla (en 1962) fue ante todo el descubrimiento de un tipo de acción
lingüística, del cual Reinach y Austin estaban convencidos que no había sido
conocido hasta el momento”. Kevin Mulligan, Speech act and
Sachverhalt. Reinach and the Foundations of Realist Phenomenology (Springer: Dordrecht, 1987), 29.
[50]) En este punto Walther señala
diferentes momentos esenciales [die
Wesensmomenten] de la vida en comunidad gobernados por diferentes tipos de actos sociales: “1. Normas éticas y
jurídicas que se relacionan con el comportamiento de los seres humanos ya en
comunidad [vergemeinschafteten]
(eventualmente solo ya como siendo de la sociedad) entre ellos en su
interacción y acuerdo; así los «actos sociales» en sus modos internos y
externos de administración (ideologías, actos, etc.) en nuestro primer y más
amplio sentido; […] 2. normas éticas y jurídicas que se relacionan con el
comportamiento en el sentido amplio del miembro mismo en interacción y en
acuerdo cambiante como tales, en relación con la comunidad (de esta manera
vinculados a los «actos sociales» en nuestro sentido lato […] 3. Normas éticas y
jurídicas que se relacionan con el comportamiento en el sentido amplio de la
comunidad misma como tal (interviniendo sus organismos, etc.) relativos a sus
miembros (respectivos a las comunidades de miembros) en interacción y acuerdo
cambiante”. Gerda Walther, Ein
Beitrag zur Ontologie der sozialen Gemeinschaften, 143. Finalmente el análisis concluye con un último cuarto
tipo de normas éticas y también jurídicas
[ethische und rechtliche Normen] “que
se relacionan con los modos internos y externos de administración a) de los
miembros [...] b) también de «meros trabajadores» «en el sentido y en el nombre»
de la comunidad (véase arriba [página 103 y ss.] »los actos sociales en el
sentido estricto ...»), sea que ellos mismos se dirigen a otros miembros y
desde la vida comunitaria interior, sea que ellos mismos se dirigen
–externamente–, sea que ellos se dirigen externamente a la comunidad desde
comunidades existentes o generales, o desde otros seres humanos, sentidos vitales,
producciones culturales o naturales, Dios, etc.”. Ibid., 144.
[51]) Aquello relevante precisamente en
este contacto de voluntades no solamente reside en el hecho de indicar una información y motivar al
Otro a realizar una determinada acción. Ante todo, nos encontramos frente al
momento ético que puede
materializarse de dos maneras o modalidades generales: o bien a través de la
dominación: “Yo ordeno, como señor, y el Otro sigue, «conforme a su deber»,
como siervo en la conciencia del haberse sometido y, con respecto al obrar, en
la conciencia de su obligatoriedad” Edmund Husserl, El espíritu común, 138; o bien a través de la reciprocidad: “La
comunidades y el acuerdo pueden ser también
recíprocos y concluir en una cierta compatibilidad”. Ibidem.
[52]) Ibid., 139.
[53]) Conviene citar la expresión de Depraz en este punto por la
claridad de su exposición: “Si estamos de acuerdo en definir la política como
una ‘vida en conjunto’ instituida, un logro concreto que el Estado corporaliza,
es obvio que la vida regulada en común es para Husserl un fenómeno social”. Natalie Depraz, “Phenomenological reduction and the
political”, en Husserl Studies, 12,
1995, 4.
[54]) Dice Husserl: “en esta relación Yo-Tú que se muestrea a través
de los actos sociales existe una unidad del aspirar o del específico querer que
abarca a ambos sujetos y en la que ambos se encuentran vinculados
recíprocamente, en una conciencia actual, para «actuar» recíprocamente uno
sobre otro como sujetos de aspiraciones”. Edmund Husserl, El espíritu común, 139.
[55]) Una de las derivas fundamentales de la concepción fenomenológica
de la afectividad [die Befindlichkeit]
la encontramos en la primera sección introductoria de Sein und Zeit de Heidegger, más concretamente en los §§ 28-38,
donde se muestra la afectividad del Dasein,
tal y como pone de manifiesto Escudero: “Aquí se analizan los fenómenos de la
disposición afectiva, la comprensión, el habla, la caída y de la condición de
arrojado”. Jesús Adrián Escudero, Guía de
lectura de Ser y Tiempo de Martin Heidegger. Barcelona: Herder, 2016), 133.
Según Heidegger, las formas originarias y constitutivas del Dasein “son para nosotros la disposición afectiva y el comprender”. Martin Heidegger, Ser y Tiempo, trad. Jorge Eduardo Rivera
(Chile: Editorial Universitaria, 1997), 157, cooriginariamente determinadas, dice Heidegger, “por
el discurso” Ibid., 158. No forman parte del ser porque el ser no se
puede percibir sino que se expresan a partir del estatuto existenciario
–modo de ser-en-el-mundo del Dasein–. Sin duda alguna otra de las vías
fundamentales sobre fenomenología de la afectividad fue desarrollada por Max
Scheler. Una de las más interesantes aportaciones que podemos destacar para
nuestro estudio consiste en vincular los estados afectivos [die
Gefuhlszustände] con los valores [die Werte]: “Entonces no son solo
los valores de las objetividades sino las cualidades de valor de los estados
afectivos mismos que nos aparecen en las cosas como intercambiables”. Max
Scheler, “Der Formalismus in
der Ethik und die materiale Wertethik. Neuer Versuch der Grundlegung eines ethischen Personalismus”, en Gesammelte Werke, vol. 2, ed. Max Scheler, (Bern: Francke,
1966), 250.
[56]) Muy posiblemente el tiempo que Husserl estuvo dedicando a las
investigaciones de la década de los años veinte terminaría siendo especialmente
determinante para confrontar tanto la crítica idealista como la solipsista.
Prueba de ello es especialmente un texto que frecuentemente suele pasar
desapercibido denominado Phänomenologische
Psychologie (1925). Allí no solamente se desarrollan interesantes
cuestiones en torno a Dilthey o bien acerca de los despliegues de la actividad
constituyente, sino que uno de los campos en los que incide Husserl atañe
directamente a las repercusiones de la anunciada reducción intersubjetiva desde
el plano de la intersubjetividad trascendental. Más concretamente, Husserl hace
explícito cuál es el resultado de esta ejecución: “una fenomenología pura de la
intersubjetividad que impregna la totalidad de las mónadas”. Edmund Husserl, Phänomenologische Psychologie, ed. Walter Biemel (La Haya: Martinus
Nijhoff, 1925), 216. Algunas de las reflexiones apuntarán precisamente a la V CM donde
Husserl desarrolla la posibilidad de efectuación de la socialidad en sus
distinguidas formas, a título de actos sociales comunicativos, y sobre todo, en
el marco de la constitución de mundos circundantes “como concretos mundos de la
vida [die Lebenswelt]”. Edmund
Husserl, Meditaciones Cartesianas,
204.
[57]) Véase Ms. A VI 12 I 6/a, 3.
[58]) Husserl señala en un escrito de 1912 precisamente cómo se
produce esta constitución objetual de las aprehensiones que van surgiendo en el
fluir de la espontaneidad: “cada paso de la espontaneidad justamente produce de
nuevo otra “aprehensión” y ello significa [que] constituye otra objetualidad”. Edmund Husserl, Phantasie,
Bildbewusstsein, Erinnerung. Zur
Phänomenologie der anschaulichen Vergegenwärtigungen. Texte aus dem Nachlass
(1898–1925), 458.
[59]) Edmund
Husserl, Vorlesungen über Ethik und Wertlehre 1908-1914. Husserliana XXVIII, ed. Ulrich Melle (Dordrecht: Kluwer Academic
Publishers), 1988, 51. Aquello que permite distinguir el trasfondo de la motivación volitiva
es la denominada por Husserl situación de
motivación [die Motivationslage].
Así lo pone de manifiesto en la ética temprana al señalar que “en la
volición expresamos la decisión, pero no como expresión del pasajero decidir,
del acto de la voluntad, sino del contenido” Edmund Husserl, Renovación del
hombre y la cultura, 50. En este sentido, Ulrich Melle la concibe en términos de una
instancia que determina exactamente el lugar de valor. Sobre todo en la medida
en que “los valores son relativos en su validez a una situación de motivación y
los predicados valorativos positivos y negativos excluyen solamente la misma
situación de motivación” Edmund Husserl, Vorlesungen über Ethik und
Wertlehre 1908-1914, XXIX. A los ojos de
Husserl, toda situación de motivación está “dada [gegeben]”. Ibid., 80, y se encuentra entrelazada con una
determinada materia de valoración [die
Wertungsmaterie] según las determinadas leyes formales. Vale
decir que toda motivación “se somete al dictamen de la corrección: ella es
racional o irracional y se somete a las leyes normativas, en especial, a las
leyes normativas formales” Ibid., 71. La razón reside precisamente en el
régimen de corrección de toda axiología material gobernado por las leyes
formales de la axiología formal. Así lo señala Husserl al subrayar que “los actos
valorativos no están ‘dirigidos’ a los objetos sino a valores”. Ibid., 340. La
normatividad remite en última instancia a la dependencia de la teoría del valor
con respecto al índice normativo que rige los actos valorativos. En este punto
conviene subrayar, siguiendo a Mariana Chu, cómo se explicita esta teoría
normativa de la valoración: “Si una teoría formal de los
valores y una teoría formal de la práctica son posibles, es porque las leyes de
las que se ocupan estas disciplinas, relativas a las estructuras esenciales de
los valores y de los fines, remiten a sus versiones normativas
correspondientes, es decir, a normas sobre la validez de los actos valorativos
del sentir y los actos prácticos de la voluntad”. Mariana Chu, “La objetividad de los valores en Husserl y Scheler. Una “disputa
fenomenológica””, en Investigaciones
Fenomenológicas, 4/II, 2013, 284.
[60]) Edmund Husserl, La crisis de las ciencias europeas, 280.
[61]) Así lo sostienen muy acertadamente, a nuestro juicio, Ferrer y
Sánchez-Migallón: «Husserl reconoce que este es el sentido genuino y aceptable
del llamado “racionalismo”; y ese es, por tanto, el imperativo ético absoluto».
Urbano Ferrer y Sergio
Sánchez-Migallón, La ética de Edmund Husserl, 54. Parece
que el filósofo Rorty sostiene una concepción de la ‘responsabilidad’ en
relación con la verdad racional en términos muy similares a los de Husserl:
«Así que la verdad es pensada como el único punto sobre el cual los seres
humanos son responsables de algo no humano. Un compromiso con la “racionalidad”
y el “método” está pensado para ser un reconocimiento de esta responsabilidad».
Richard Rorty, Objectivity, Relativism, and Truth
(Cambridge: Cambridge University Press, 1991), 35.
[62]) La noción de motivación se encuentra especialmente vinculada a
la autorrealización pasiva de la personalidad, y con ella, naturalmente a la
comunidad, dado que una comunidad, dice Husserl, “es una pluralidad de seres
humanos que se guían por motivos en parte egoístas, en parte altruistas, y
mayormente pasivos” Edmund Husserl, Renovación
del hombre y la cultura, 50. Dado que Husserl entiende las relaciones
sociales y la constitución de lo común a partir del estadio básico de la
empatía con el Otro, expresado a través de una determinada relación Yo-Tú, es comprensible que la definición
de la comunidad como agregación de voluntades encuentre su asentamiento más
profundo en las habitualidades pasivas de cada uno de los miembros.
[63]) Ibid., 21.
[64]) Una reflexión programática en este sentido es la teoría de los
tipos empíricos, encaminada a fundamentar las generalizaciones de cualquier
índole sobre múltiples fuentes de datos sensibles, con relevantes ecos del
esquematismo kantiano. Así lo pone de manifiesto Dieter Lohmar cuando señala: “A
través de la reconstrucción de la perspectiva de Kant ya se había mostrado que
los esquemas de conceptos empíricos tienen la función constitutivo-objetiva en
la aprehensión, pudiendo ser modificados en la experiencia. Husserl ahora se
aproxima con su análisis de las aprehensiones típicas a este rendimiento kantiano
por otra vía muy cercana”. Dieter
Lohmar, “Erfahrung und kategoriales Denken. Hume Kant und Husserl über
vorprädikative Erfahrung und prädikative Erkenntnis“, en Phaenomenologica, 1998, 8. Dado que
cualquier ‘tipo’ es una especie de producto de superposiciones de experiencia [die Erfahrungsüberlagerungen] que “surgen
de las operaciones espontáneas”. Edmund Husserl, Experiencia y Juicio, 275, atendemos a la constitución pasiva de
los ‘títulos’ desde su segregación pasiva en el ámbito de la pre-donación.
Debido a la exigencia de atender al ámbito pre-donativo de carácter pasivo
debemos complementar la lógica de superposición de los actos básicos y
complejos denominada doctrina de la intuición categorial.
[65]) A través del empleo del ejemplo sobre un grupo de estrellas o de
las manchas de color Husserl señala la posibilidad de explicar cómo se produce
el destacamiento y la afección unitarios de tales pluralidades por medio “de
las individualidades objetivas como partes determinantes”. Ibid., 130. A
continuación, señala Husserl que dichos miembros individuales “se hacen
temáticos de manera individual”, Ibidem., no aisladamente sino “encadenándose
temáticamente”. Ibidem.
[66]) Siguiendo el volumen 42 recientemente
publicado en un texto titulado Geburt und Tod als Weltvorkommnisse und in ihrer
transzendentalen Bedeutung für die Konstitution einer Welt. Die Limesfälle „Urschlaf“, „traumloser Schlaf“
und „Ohnmacht“, señala Husserl: “En la apercepción
del otro que vivo trascendentalmente el otro está puesto en un cubrimiento
intencional con un mi ser trascendental y su vida con mi ser trascendental en
diferentes grados de las apercepciones, o mejor dicho, la modificación
intencional de las apercepciones”. Edmund Husserl, Grenzprobleme der
Phänomenologie. Analysen des Unbewusstseins und der Instinkte. Metaphysik.
Späte Ethik. Husserliana XLII, ed. Rochus Sowa y Thomas Vongehr (Dordrecht:
Springer, 2014), 5. Según Ichiro Yamaguchi es relevante destacar la posibilidad
de encontrar centralidades en la experiencia del otro a través de la
apercepción: “se pueden encontrar bastantes puntos positivos en la
clarificación fundamental de la experiencia del otro con la doctrina de la
apercepción. Esclarece la experiencia de lo otro con las síntesis pasivas, o
sea, la apercepción par del cuerpo otro”. Ichiro Yamaguchi, “Passive Synthesis
und Intersubjektivität bei Edmund Husserl”, en Phaenomenologica, 86, 1982, 76. Tal
y como plantea Zahavi en este contexto la intersubjetividad finalmente se
entiende a través de la vivencia con el otro “como el entendimiento y la
interpretación de uno mismo que está por lo tanto estructurado en concordancia
con las formas entregadas de apercepción intersubjetivas”. Dan Zahavi, “Beyond Empathy.
Phenomenological Approaches to Intersubjectivity“, en Journal of Consciousness
Studies, 8 (5-7), 2001, 155.