What is Morality? A problem of Amiguity in
the Moral Enhancement Project
Universidad de los Andes (Chile)
jwidow@uandes.cl
Orcid: https://orcid.org/0000-0002-4666-4545
Palabras
clave: transhumanismo, moral bioenhancement, moralidad.
Abstract: Some authors generally identified or close to
transhumanist positions, have proposed to morally enhance the human being with
biotechnological means and drugs, even compulsively. Although this proposal
aims reasonable objectives, such as avoiding final damage to the mankind, it
seems to fail due to the basic ambiguity with which it refers to human morality
and, consequently, to the particular moral enhancement
pursued. This work aims to show this ambiguity from two sources that explain
it, called the deficit of totality
and the deficit of freedom.
Keywords: transhumanismo, moral bioenhancement,
morality.
1. Introducción. Una ambigüedad
fundamental en el moral enhancement
project
Diversos autores, algunos
pertenecientes al movimiento transhumanista –hoy
conocido como Humanity+– y otros muy
cercanos a él, han venido proponiendo desde hace ya algunos años mejorar
moralmente al ser humano con medios biotecnológicos. Dentro de estos se
cuentan, principalmente, los fármacos, que son los medios en los cuales más ha
avanzado la investigación científico-tecnológica. Pero también existen otros
medios, como la intervención con impulsos eléctricos en determinadas zonas
cerebrales o aún la ingeniería genética con la que se pretende, algún día,
modificar los genes que explican ciertas emociones, inclinaciones y actitudes o
conductas de los individuos.
Existen propuestas muy
particulares, como la relativa a la conveniencia de mejorar la empatía de
algunos individuos mediante el uso de oxitocina. Otras propuestas son generales
y apuntan a fundar la necesidad de intervenir al ser humano con bioenhancers que, complementando los
“medios tradicionales de mejoramiento moral”, consistentes principalmente en
los métodos educativos, permitan evitar grandes perjuicios a la humanidad o aun
su daño final. Ejemplos de las primeras son la propuesta de Francisco Lara de
administrar oxitocina, más allá de necesidades terapéuticas, para aumentar el
bienestar del individuo[2] y la invitación de Julian Savulescu y Anders
Sandberg a ayudar al amor de pareja con las llamadas love drugs de manera de darle mayor estabilidad y fortaleza, al
tiempo que aumenta la atracción y la pasión.[3] Ejemplo de las segundas es la propuesta
general de Persson y del mismo Savulescu de mejorar moralmente la humanidad de
manera de que sus avances cognoscitivos no conduzcan a la posibilidad de que
los nuevos conocimientos y las nuevas tecnologías aumenten la posibilidad de un
mal uso que acabe en un desastre terminal para ella.[4]
Inmaculada De Melo-Martin
advierte que “la idea de encontrar una solución tecnológica rápida para mejorar
moralmente a los seres humanos parece más atractiva que nunca. Por desgracia,
el proyecto de mejora moral (...) delata, como la mayoría de las soluciones
tecnológicas, una comprensión problemática de la naturaleza de los problemas
que aparentemente intenta resolver”.[5] Uno
de esos problemas es, precisamente, la forma de entender la moralidad a ser
mejorada por los medios biotecnológicos. No es difícil entrever que la noción
de moralidad es clave para evaluar las propuestas concretas de mejoramiento
moral.
De Melo-Martin advierte
que, aunque la discusión ha estado centrada en si las intervenciones
biotecnológicas para mejorar las capacidades morales humanas son o no
permisibles, hay que aclarar antes un presupuesto fundamental: si es que tiene
sentido hablar de moral enhancement.
Y añade que “no es claro que ese sea el caso”.[6]
Sin pretender agotar las
causas de la poca claridad en el uso del concepto de moralidad, y advirtiendo que los diversos autores no están de
acuerdo acerca de lo que entienden cuando proponen mejoras morales, en este trabajo se intentará mostrar dos fuentes que
explicarían esa ambigüedad que pone en duda la factibilidad del moral bioenhancement project:
a)
En
general, las propuestas de mejorar moralmente al ser humano con medios
biotecnológicos, especialmente fármacos, tienden a perder de vista que la
correcta comprensión del concepto de moralidad implica analizar cualquier
modificación en el agente moral desde la perspectiva de la totalidad de su
vida. Lo moral pareciera referir a la organización total de la vida de un
sujeto, dentro de la cual puede comprenderse si una modificación fue para bien
o para mal. Pareciera que no puede afirmarse que un sujeto es mejor o peor
moralmente, si es que solo se dice, por ejemplo, que disminuyó su disposición a
enojarse o que aumentó la empatía con otros. Para hacer un juicio más certero
sobre los casos de estos ejemplos se requiere más información, que parece
quedar disponible solo cuando se analizan los casos desde la perspectiva de la
totalidad de la vida moral de ese individuo. Las propuestas enmarcadas en el
denominado moral bioenhancement project parecen
ignorar o, al menos, no darle el suficiente peso en sus argumentaciones. Llamaremos a esta fuente de ambigüedad “déficit de totalidad”.
b)
La segunda
fuente de ambigüedad en la comprensión de la moralidad tiene que ver con el concepto de libertad. Es admitido pacíficamente que el concepto de libertad es
clave para dar razón de la condición moral
de un agente. Si él es poco claro, o peor, si se adopta una idea insuficiente
de libertad, la consecuencia será una noción de moralidad humana ambigua. Es lo
que parece suceder en el moral
bioenhancement project. El resultado final es que muchas veces es difícil
evaluar las propuestas concretas de mejoramiento moral con medios
biotecnológicos, porque no es posible configurar el sentido que tiene el
término moral al hablarse de mejoras morales, quedando entonces abierta la
posibilidad de que el sujeto sea mejorado más al modo de un artefacto que según
el propio de un sujeto moral. Llamaremos a esta segunda fuente de ambigüedad
“déficit de libertad”.
2.
Déficit de totalidad
2.
1. Las propuestas de moral bioenhancement
Thomas
Douglas dice que “[u]na persona se
mejora moralmente a sí misma si se modifica de tal manera que puede esperarse
razonablemente que tenga motivos futuros moralmente mejores, en general, de los
que habría tenido de otra manera”.[7] En un
trabajo posterior, Douglas extiende la definición e incluye no solo mejores
motivos, sino también mejores conductas.[8]
Cuando Douglas piensa en motivos tiene en mente, principalmente, emociones que
pueden inducir un tipo de acción. Así, por ejemplo, estimular, mediante algún
tipo de medio biotecnológico, el amor paternal por los hijos o la simpatía en
aquel que ya la tiene por alguien correspondería a mejorar los motivos de esa
persona para actuar. Douglas está consciente de que una misma emoción puede ser
positiva en una circunstancia y negativa en otra. No obstante, no duda en
considerar que mejorar los motivos-emociones en la persona y circunstancia
adecuada es una mejora moral.
Nick Bostrom piensa que
en base a una filosofía moral hedonista sería aceptable una vida en la que
mediante impulsos eléctricos se eliminaran todo tipo de actividades y
preocupaciones. Esa vida, aunque indigna para otras teorías sobre el valor
moral, para al menos alguna teoría hedonista sería más digna que otras
alternativas. Sin llegar a este extremo, sigue Bostrom, mejorar la vida moral que
tiene como base una teoría hedonista no tiene por qué llevar a la vida humana a
ser pasiva, sin amor y sin anhelos, sino que las mejoras pueden conducir a
aumentar el gusto por la vida y la energía y la iniciativa para vivir y
amplificar la capacidad de amar, de desear y la ambición.[9]
Savulescu, por su parte,
en un trabajo de 2006, piensa que una mejora consiste en desarrollar
capacidades. Entre estas capacidades hay algunas que serían buenas para todo
uso, por lo que no serían problemáticas. Entre las capacidades morales están la
empatía, la imaginación, la simpatía, la justicia (fairness) y la honestidad.[10] Más tarde, ahora junto a Ingmar Persson,
Savulescu propone un core de
disposiciones morales: altruismo y justicia, el cual se despliega en una serie
de disposiciones relativas a las conductas de otros (tit-for-tat): gratitud, enfado frente al daño causado por otros,
remordimiento y culpabilidad cuando se actúa erróneamente y así varias otras. “Suponiendo que las disposiciones de
altruismo y justicia, cuya forma elemental es el ojo por ojo, constituyan la
pieza central de nuestra moralidad, la mejora moral consistirá en fortalecer
nuestro altruismo y hacernos justos o equitativos [just or fair], es decir, debidamente agradecidos, enojados,
perdonadores, etc.”[11] En otro artículo sostienen que “[s]er mejorado moralmente es tener esas disposiciones que hacen que sea
más probable que alguien llegue al juicio adecuado de lo que es correcto hacer
y más probable de qué actúe en base a ese juicio”.[12] En este lugar estos autores parecen añadir las
conductas a las capacidades y disposiciones. Una persona –el ejemplo es de
Persson y Savulescu– pasa todos los días frente a un mendigo que pide una
moneda para poder pasar la noche en un albergue, sin siquiera molestarse en
mirarlo, no obstante que le sobran los recursos para ayudarlo. Esa persona, si
consume una droga que le hace más empático al producirle una visión más clara
del otro, tendrá una conexión, una deliberación y un juicio, del cual antes
estaba privado, que le permitirá modificar su conducta (y darle entonces alguna
ayuda al mendigo), con lo cual habrá sido mejorado moralmente.[13] El mismo Savulescu, acompañado esta vez por
Anders Sandberg, proponen mejorar el amor de pareja en orden a obtener mejores
resultados conductuales como producto de una atracción de largo plazo o de la
mantención del apetito sexual mutuo durante el tiempo de su vida común.[14]
Algo parecido parece
sostener Buchanan: hay disposiciones que pueden ser mejoradas en orden a
obtener mejores conductas, por ejemplo, usando ciertos fármacos. Es el caso de
la fidelidad matrimonial. Buchanan sostiene que favorecer esa fidelidad
mediante algún tipo de love-drug no
atenta contra la autenticidad del agente moral, pues la principal diferencia
sería nada más que el origen de los químicos que inciden en esa conducta, que
pueden estar presentes naturalmente en el cerebro o ser administrados desde
fuera, lo cual no sería relevante.[15]
2. 2. Crítica a la propuesta de moral bioenhancement desde la
perspectiva de totalidad de la vida moral
La Como se ve, todos los autores recogidos en las
líneas anteriores están pensando que existe una mejora moral cuando se mejora
una conducta, una disposición o actitud moral, incluyendo las emociones, o una
capacidad moral. Aparentemente es una forma razonable de pensar las mejoras que
requiere la vida de una persona, porque pareciera innegable que en cualquier
desarrollo moral estará en juego, efectivamente, alguno de esos aspectos. No
obstante, existe una serie de autores, la mayoría de ellos simpatizantes del human enhancement project en ámbitos
distintos del moral, que frente a las propuestas para mejorar moralmente al ser
humano muestran su preocupación. Una de las razones fundamentales sería la
incomprensión de la índole de la moralidad humana que está detrás de las
propuestas. Hablar de moralidad requeriría mirar la vida humana como un todo,
pues solo desde allí se podría realizar la evaluación de si la mejora de una
capacidad, disposición o conducta corresponde efectivamente a una mejora moral.
El moral bioenhancement project, para
algunos autores, no ha hecho esa evaluación, aunque podría llevarla a cabo y
salvar, así, el problema. Para otros, procurar el desarrollo moral de un
individuo humano mediante medios biotecnológicos implicará necesariamente
renunciar a la perspectiva de totalidad propia del orden moral, porque el campo
de incidencia de la intervención biotecnológica queda siempre muy limitado por
su natural índole biológica que, desde sí misma, parece estar desconectada de
muchos de los otros factores que normalmente concurren en las decisiones
morales. Dicho en otras palabras, el efecto del medio biotecnológico en las
capacidades, disposiciones o conductas se produce prescindiendo de la
información relevante que aporta la consideración concomitante de todos los
demás aspectos que están en juego en una vida moral.
Revisaremos a
continuación algunas de las críticas que se han hecho al moral bioenhancement project respecto de la no consideración de la
moralidad desde la perspectiva de la totalidad de la vida, que es la que, en
definitiva, da sentido a sus partes.
Harris, que discute con
Douglas, muestra que una emoción agresiva, que suele ser considerada negativa,
puede ser necesaria y positiva en ciertas circunstancias.[16] En otras palabras, una emoción, tomada
aisladamente, no basta para poder afirmar que quien la posee es, por eso, mejor
moralmente hablando. De allí que, como advierte Harris,[17] la sola presencia de una emoción o su
manifestación con mayor o menor intensidad no pareciera bastar para poder
afirmar que ella es, por sí misma, una mejora moral. Las emociones predisponen
a realizar cierto tipo de conductas. La ira conduce, en general, a conductas
agresivas. El problema sería que el juicio moral sobre una emoción considerada
aisladamente no recoge el hecho moral fundamental de que el bien y el mal no
estaría determinado por el tipo de emoción, sino por una cierta medida que la
razón podría introducir en ella de manera que sea funcional al proyecto de vida
total realizado, además, en una determinada circunstancia de vida. Eso implica
que una conducta agresiva podría ser mala, pero también buena. Si Douglas
pretendiera contraargumentar diciendo que se trata de usar el medio
biotecnológico atendiendo, precisamente, a su conveniencia circunstancial, la
respuesta sería que tal cosa solo puede ocurrir parcialmente, porque las
circunstancias en las que se desarrolla un proyecto total de vida son siempre
cambiantes.
Nicholas Agar, quien es
reconocido por impulsar la práctica eugenésica a partir de los principios del
liberalismo, lejos, entonces, de cualquier posición bioconservadora, afirma que
el moral bioenhancement es peligroso
porque muy probablemente producirá desbalances entre los múltiples elementos
que están presentes en una decisión moral. De hecho, explica, hay decisiones
morales que deben tomarse en un contexto en el cual diversos principios entran
en colisión, por lo cual mejorar moralmente un aspecto o un elemento podría
conducir a decisiones erróneas. “El problema es que, con respecto a las subcapacidades morales, los excesos
son tan malos como las deficiencias. El fortalecimiento desequilibrado de una
subcapacidad moral puede conducir al respaldo de ideas morales que rechazamos
con razón”.[18] En otras palabras, la complejidad de la vida
moral no parece dar lugar a la potenciación de un aspecto de ella, pues habrá
una alta probabilidad de que el agente moral no pueda responder adecuadamente
en una o muchas decisiones que deba tomar. Es cierto que alguien que tiene un
amigo por el que siente gran simpatía pareciera que mejora moralmente si
acrecienta esa simpatía. Pero también es verdad que, si esa simpatía deja de
depender del agente moral, al menos en alguna medida –porque está potenciada,
por ejemplo, por un químico y, consiguientemente, el agente moral no puede
reaccionar adecuadamente a un cambio en su circunstancia, como podría ser una
traición del amigo o la invitación de su parte a participar en alguna acción
delictiva–, entonces esa potenciación ya no puede ser más vista como una mejora
moral. Esto es válido para cualquier emoción o sentimiento que es potenciado
sin que esté sujeto a la medida que la razón puede poner en cada circunstancia
de la vida. No es posible dejar de mencionar la riqueza que en este punto tiene
la teoría moral aristotélica: las pasiones no tienen un valor moral intrínseco,
sino que lo toman del orden en el que las integra la razón práctica que,
perfeccionada por la virtud de la prudencia –que en el filósofo griego no tiene
ninguna connotación estratégica– descubre un medio de la acción y la pasión
según lo requiere la vida humana como un todo en cada circunstancia, a la cual,
además, el prudente se va adecuando según ella va cambiando, cosa que puede
suceder en una fracción de segundo.[19] Por eso “es extremadamente improbable que los intentos de
fortalecer [las diversas aportaciones al juicio moral] por medios biomédicos
lleguen a un resultado que esté respaldado por razones morales”.[20]
No es raro que quienes
proponen mejorar moralmente al ser humano con medios biotecnológicos piensen
que estos tienden al mismo objetivo que lo que ellos llaman “medios
tradicionales de mejora” y que consisten, fundamentalmente, en las formas
tradicionales de educación moral. Por ejemplo, la educación tradicional
pretende crear en los niños ciertas disposiciones virtuosas. El mejoramiento
moral biotecnológico pretendería lo mismo. De esa manera, educación tradicional
y medios biotecnológicos son igualados y, por lo tanto, si no hay razones para
rechazar la educación tradicional tampoco las habría para objetar el moral bioenhancement. Sin embargo, Mark
Rowlands sostiene que tal identificación no es correcta, porque la educación
tradicional se enfoca en el educando como un todo, a diferencia del moral bioenhancement que atiende, en
general, a un solo aspecto moralmente relevante. El problema es que cuando el
mejoramiento moral se aborda desde los aspectos particulares, piensa Rowlands,
sin tener en vista la totalidad del agente moral, se abren múltiples caminos
que pueden terminar en resultados muy distintos de una real mejora, aunque esto
no ocurra necesariamente. Si ser moral requiere de la habilidad de escudriñar
críticamente las propias motivaciones, entonces la forma de mejorar moralmente
sería clara: mejorar la habilidad de escrutinio de las propias motivaciones.
Pero inmediatamente aparece la pregunta: ¿qué es eso? El error en el escrutinio
moral puede tener muchas causas. Puede fallar porque la persona no quiere
realizar el escrutinio, porque no está preparada para hacerlo correctamente,
porque tiene un déficit afectivo, etc.[21] Así, entonces, si se pretendiera mejorar el
escrutinio moral mediante una mejora cognitiva que permitiera mayor
concentración y foco en los elementos relevantes que concurren en la realización
de una conducta podría efectivamente haber una mejora moral. Pero también
habría una alta probabilidad de que esa mejora cognitiva fuese negativa si el
escrutinio está acompañado de desbalances afectivos. Tal cosa podría generar,
por ejemplo, una persona extremadamente escrupulosa. O si ser moral tiene que
ver con una vida virtuosa, la mejora consistiría en mejorar las virtudes. Pero
eso tiene una gran complejidad: “las virtudes no existen en el vacío: existen solo en un entorno cognitivo y
emocional circundante”.[22] En breve, eso implica que, en la virtud, por
ejemplo, si se sigue el modelo aristotélico, se requiere atender a condiciones
objetivas y subjetivas de acción, a conocimientos y deseos, a fines y medios,
etc.[23] ¿Qué se va a mejorar con un medio
biotecnológico? ¿Qué resultado va a tener el intento si es que cada medio
biotecnológico atiende a un aspecto y no a la totalidad de la vida del agente
moral? Rowlands no estima que todo intento de mejorar moralmente a alguien con
medios biotecnológicos vaya necesariamente a fracasar, pero sí cree que es muy
poco probable el éxito, precisamente por la complejidad de la vida moral cuando
se la considera como un todo y no como el mero resultado de intervenciones
parciales en algún aspecto aislado de ella. Por eso no acepta la identificación
de la educación moral tradicional y el moral
bioenhancement. La primera, tiene el foco en la totalidad de la vida moral
del educando. El segundo, no.
Inmaculada de
Melo-Martin, en el trabajo ya citado, reconoce que algunas de las propuestas de
quienes abogan por el biomejoramiento moral del ser humano, a diferencia de
otras que ni tocan aspectos genuinamente morales, sí podrían implicar realmente
la moralidad:
Sin embargo, en la medida
en que ese sea el caso, es decir, en la medida en que las bio-intervenciones en
cuestión intenten crear individuos que sean buenos (tengan el tipo
correcto de disposiciones y motivaciones) y hagan lo correcto, por las
razones correctas, la noción de que cualquiera de los candidatos sugeridos para
estas intervenciones (ISRS, oxitocina, propranolol) lograría tal cosa delata
una asombrosa falta de comprensión de la complejidad de la biología humana, la
naturaleza de la normatividad y la relevancia del lenguaje.[24]
Y poco más adelante de Melo-Martin, atendiendo ahora más
directamente a la poca atención que se le da a la totalidad de la vida moral de
un individuo, añade:
Los defensores del proyecto de mejora moral
podrían objetar que la educación, o lo que insisten en llamar "medios
tradicionales de mejora", implica precisamente esta misma modificación
asistemática de los motivos, disposiciones y comportamientos de las personas.
Pero esto es simplemente falso. Cuando educamos a los niños para que se
conviertan en agentes morales, no nos dirigimos –o no habitualmente– a una
motivación o disposición en particular, sino que nos dirigimos a una persona,
situada en un contexto particular, usando un lenguaje particular y trayendo con
nosotros suposiciones particulares sobre lo que es correcto e incorrecto, lo
que pensamos que puede ser mejor para ellos, dirigido a ellos y atendiendo a
sus particularidades. Es todo el paquete lo que nos concierne cuando ejercemos
la educación moral, no una motivación o disposición específica, incluso si
estamos tratando de modificar alguna motivación o disposición. El desarrollo de
la agencia moral requiere el compromiso con otros seres humanos que viven en
determinados contextos sociales y políticos, y es de esa manera como –ojalá–
ayudamos a los niños a convertirse en adultos moralmente competentes.[25]
El déficit de totalidad
produce, entonces, una importante ambigüedad en la noción de moralidad. Esta
situación se ve agravada, porque le acompaña otra fuente que aumenta el
equívoco. Esa otra fuente es la oscuridad con que los proponentes del moral bioenhancement manejan el concepto
de libertad, lo cual conduce a una mayor opacidad en la significación del
término moralidad. Llamaremos a esta
deficiencia déficit de libertad, que
revisaremos inmediatamente a continuación.
3. Déficit de libertad
3. 1. Libertad y moralidad
Teleológicamente, Se acepta sin discusión el vínculo que existe
entre libertad y moralidad. La segunda tendría el fundamento de su existencia
en la primera. No obstante, si esta idea es muy universalmente compartida, el
concepto de libertad y, consiguientemente, el de moralidad no producen mayores
consensos ni en la historia de la filosofía ni en el contexto del moral enhancement debate. El problema de
la definición teórica de la libertad ha sido abordado desde hace siglos. El De libero arbitrio de San Agustín
probablemente es el primer texto de la historia de la filosofía que tematiza
directamente el problema de la libertad, aunque el objeto principal del libro
es el problema del mal.[26] Eso no quiere decir, en cualquier caso, que la
pregunta por la libertad no haya aparecido antes, pudiendo rastrearse hasta
varios siglos antes del obispo de Hipona, llegando incluso hasta Aristóteles,
quien, aunque no trata en absoluto sobre la libertad, ofrece unos análisis de
la acción moral en los que pueden rastrearse ciertas nociones que tendrán gran
importancia en el desarrollo posterior de lo que podría llamarse la tradición
filosófica central en el mundo occidental en lo que atañe al concepto de libertad y, particularmente, de libre albedrío.[27] El concepto de libertad como libre albedrío,
aunque este último término aún no apareciera, tendrá un desarrollo importante
en los autores estoicos, quienes privilegiaron de manera muy clara la libertad
interior por sobre la exterior, en razón de que en ella se funda, en
definitiva, el bien o mal personal. Se progresó mucho en la noción de libre
albedrío en el contexto de la filosofía y la teología católica debido a la
centralidad que adquiere al depender la salvación eterna individual, al menos
en parte, del ejercicio de ese libre albedrío. Por eso no es extraño que el
mundo medieval viera aparecer obras en las que se trataba con detalle la
cuestión del libre albedrío. Entre los más destacados están De libertate arbitrii, de san Anselmo[28] y las páginas dedicadas al tema en algunas de
las obras de santo Tomás de Aquino (De
Veritate, Summa Theologiae, De Malo).[29] No puede dejar de mencionarse la obra de
Erasmo, De libero arbitrio diatribe sive
collatio,[30] en la que polemiza con Lutero precisamente porque
las posiciones del monje agustino en esta materia implicaban destruir la
posibilidad de que la persona fuera autora y responsable de su vida y, por lo
tanto, de su destino eterno. Ya en la modernidad, influidas por la filosofía
empirista, van a aparecer tesis que de uno u otro modo terminan negando el
libre albedrío, aunque no la libertad. Hobbes y Hume son dos buenos ejemplos.
Hobbes negará el libre albedrío por coherencia con sus tesis materialistas
expuestas en la primera parte de su Leviathan.[31] Terminará identificando libertad con poder.
David Hume lo negó, porque implicaba la indeterminación de la voluntad respecto
de sus objetos, lo cual era incompatible con unas causas que producían
necesariamente una acción. Como se sabe, Hume, pensó que la acción moral libre
es aquella que deriva espontáneamente de los motivos que tiene el individuo.
Esos motivos Hume los identificó con sentimientos.[32] Kant, bajo la influencia de Hume, no pudo
probar la existencia de la libertad, pero eso no significó que la negara: era
necesario que su existencia fuera postulada por la razón práctica para que la
moralidad existiera.[33] Es interesante que ya en Kant el mundo de la
naturaleza y el mundo de la libertad quedan separados radicalmente. La razón
que el filósofo de Königsberg tuvo para esa separación tajante fue que el
primero funcionaba en base a causas y leyes que producen determinadamente sus
efectos y, por consiguiente, no dejaba espacio para la libertad.
3. 2. Determinismo y compatibilismo
La idea de que el mundo
se explica a partir de leyes y de series causales deterministas va a perdurar
hasta el día de hoy.[34] De esa manera subsiste también el problema de
si la libertad es o no posible y, si lo es, de qué modo. La respuesta a estos
problemas ha sido clave en la configuración de las concepciones sobre la
moralidad. También, probablemente, en la desconfiguración de la noción clásica
de moralidad, que predominó en la tradición central de la filosofía moral
occidental durante siglos.
En las últimas décadas se
ha desarrollado un intenso debate, especialmente en el mundo anglosajón y
analítico, acerca de la free will. El
supuesto determinista del mundo implica que los eventos presentes y futuros
pueden explicarse plenamente a partir de leyes de la naturaleza y de series
causales pasadas. Si este supuesto es universal y sin excepciones, como
efectivamente se asume –contrariamente a la idea de los mundos separados de
Kant–, entonces las acciones humanas también quedarán explicadas como
resultados necesarios de procesos causales determinísticos pasados, lo que prima facie parece excluir la libertad y
aun minar la posibilidad de existencia de un ser moral. No obstante, la
negación de la libertad no ha sido la única respuesta al problema, ni siquiera
la más común. Han existido, básicamente, tres tipos de respuestas: a) las
incompatibilistas deterministas; b) las compatibilistas; y c) las
incompatibilistas libertarias. En este trabajo me referiré, de modo general, a
estas respuestas en orden a estimar la influencia que ellas tienen en la
concepción de moralidad, de manera que resulte posible situar las tesis de los
autores que han participado en el moral
bioenhancement debate en un
contexto conceptual más amplio que permita comprender mejor qué se juega en sus
propuestas. Intentaré mostrar que algunas formas de comprensión de la free will no son suficientemente
robustas como para fundar adecuadamente la moralidad humana.[35]
El hecho de que el mundo
se mueva determinísticamente llevó a algunos autores a negar la existencia de
la libertad y, por lo tanto, de la moralidad, precisamente porque veían que era
totalmente incompatible con aquel. Son los llamados incompatibilistas
deterministas o hard determinists.[36] El principal argumento desarrollado para
mostrar la imposibilidad de la libertad es el llamado the consequence argument.[37] La negación de la moralidad humana ha
significado que todo el lenguaje que expresa hechos morales ha sido
interpretado o bien poco más o menos que como un flatus vocis, es decir, como un lenguaje que expresa creencias del
hombre corriente pero que no tienen un correlato en la realidad; o bien como
aquel que expresa hechos determinados causalmente pero con la única
particularidad de que son humanos. La negación de la libertad convierte en
irrelevante la pregunta acerca de qué mejoras morales pueden ser hechas o no
con medios biotecnológicos, al menos en el sentido de que no es una pregunta
muy diferente respecto de la de qué puede hacerse en el mundo físico. Si las
intervenciones en el mundo físico –como cuando la lluvia moja un terreno y hace
germinar ciertas semillas– no presentan problemas, porque obedecen a eventos
necesarios determinados por leyes de la naturaleza y series causales pasadas,
lo mismo sucedería con las acciones humanas. En pocas palabras, la desaparición
de la libertad conduce irremisiblemente a la aniquilación de la moralidad.
Desde el punto de vista
del moral enhancement project, por
eso, es bastante claro que mejorar la moralidad del ser humano con medios
biotecnológicos o fármacos no presentaría mayores problemas.
Los proponentes del moral enhancement project parecen
alinearse más bien dentro del llamado compatibilismo, aunque no hay textos
claros que así lo indiquen. Esta reducida referencia al concepto clave de
libertad es una de las causas, en los autores del proyecto, de la ambigüedad en
la forma de entender la moralidad.
Intentaré mostrar al menos en parte dicha ambigüedad, que, al fin de cuentas,
deriva de ese déficit en el tratamiento sistemático del concepto de libertad,
ya señalado y, aparentemente, además, de las propias pero limitadas ideas que
sobre la libertad se han ido desarrollando en el seno del compatibilismo.
No es posible delinear
ahora cada una de las muchas variantes que han ido apareciendo dentro del
compatibilismo, pero basta para el objetivo de este trabajo con mostrar sus
ideas generales y algunas distinciones relevantes.
El compatibilismo
sostiene fundamentalmente que la explicación determinista del mundo a partir de
leyes de la naturaleza y de series causales pasadas es compatible con la
afirmación de la libertad. Esta idea es contraintuitiva y exigirá a los autores
compatibilistas afinar el concepto de libertad de manera de evitar la negación
del mundo determinista. De modo general, se puede afirmar que dentro del
compatibilismo nunca se afirmará una libertad en el sentido fuerte que tiene en
el término libre albedrío, pues este
último supone indeterminación de la facultad operativa frente a diversas
alternativas futuras de acción, lo cual es incoherente con un mundo en el cual,
por definición, esas alternativas de hecho no existen.
La noción más fuerte o
profunda de libertad implica al menos dos condiciones: la primera, que el
agente moral tenga distintas alternativas o posibilidades de acción futura y,
en consecuencia, que pueda obrar de diversas maneras; y, la segunda, que sea él
la fuente última de su propia acción. En general, el compatibilismo ha
intentado salvar la primera, pero ha renunciado a afirmar la segunda porque
destruiría la universalidad del determinismo. El compatibilismo también ha
derivado hacia posturas llamadas semicompatibilistas que intentan salvar la
moralidad sin siquiera la primera de estas condiciones. Para lo que interesa en
este trabajo, nos limitaremos a analizar los efectos que producen posiciones
compatibilistas clásicas y algunas semicompatibilistas en el modo de entender
la moralidad.
El compatibilismo nace
con la identificación de libertad y poder. Es libre quien tiene la facultad o
poder de hacer algo, a lo que se une el hecho de que el ejercicio de ese poder
o facultad no se ve impedido ni restringido. Se trata de una libertad
fundamentalmente negativa, pues consiste fundamentalmente en ausencia de
coacción. Es el llamado compatibilismo clásico de Hobbes y Hume. También John
Stuart Mill se inscribe en esta línea.[38] Este compatibilismo explica la existencia de
alternativas de acción para el agente moral –una de las condiciones que exige
la libertad– por el hecho de que si este hubiese obrado de otra manera de cómo
lo hizo, sin coacción, entonces tenía la capacidad de obrar de un modo
alternativo. Se trata de una capacidad, como dice Kane, hipotética o
condicional, que no es incompatible con el determinismo.[39] El problema del compatibilismo clásico es que,
salvando un concepto débil de libertad, ha debilitado el sentido de la
moralidad, pues el agente moral no tiene posibilidades reales de obrar de
diversa manera, autodeterminándose respecto de alguna de las alternativas.
Algunos autores han
derivado hacia posiciones denominadas semicompatibilistas. Estas han intentado
salvar, más que la libertad, la responsabilidad que un agente tiene sobre las
acciones que realiza. Normalmente se asume que alguien es responsable de sus
acciones cuando pudo hacer algo distinto de lo que finalmente hizo. La tesis central
del semicompatibilismo es que es libre quien es responsable de su acción, para
lo cual no se requiere la posibilidad de obrar de manera distinta a como se
hizo. Quien comenzó a trazar esta línea de argumentación fue Harry Frankfurt.
Frankfurt presentó uno ejemplos que mostraba que alguien podía ser responsable
aún si no podía actuar de otra manera.[40] No es el caso desarrollar ahora, ni siquiera
de manera breve, los ejemplos que Frankfurt desarrolla para fundar su tesis. Lo
importante aquí es que abrió la puerta a una forma de entender la libertad que
ya no requería de la posibilidad de diversos cursos posibles de acción y, con
ello, modificó sustantivamente la forma de concebir el fundamento de la
moralidad. A partir de Frankfurt, para dar razón de la moralidad se deberá
atender a los motivos de una acción sin importar si el agente podía obrar de
modo distinto. Los motivos pasan a ser centrales en la explicación de la
moralidad. Si hay motivos propios, aunque estén determinados por procesos
causales pasados y leyes de la naturaleza, el individuo es responsable de su
acción. Ahora era posible que una mejora moral se produjera, simplemente a
partir de la mejora de los motivos, sean estos razones, sean emociones. En esta
línea de comprensión de la libertad parecieran inscribirse muchos autores del moral bioenhancement project.
3. 3. Libertad y moralidad en algunos proponentes del moral bioen-hancement
Revisaremos a
continuación, aunque muy sucintamente, algunas ideas de quienes participan en
el moral bioenhancement project, que
revelan, en alguna medida, la idea de libertad y de moralidad que podrían estar
considerando, aunque, como ya se ha dicho, lo que predomina en esta materia es
una oscuridad bastante grande.
Para Douglas, los motivos
de la acción moral son las emociones. Estas están determinadas por la presencia
de ciertos químicos en el cerebro. Si esos químicos permiten tener mejores
motivos, entonces puede hablarse de que ellos mejoran moralmente al individuo.
Si la presencia de esos químicos se explica por causas naturales o por
administración externa a través de fármacos no es relevante si se ha respetado
la autonomía de quien los recibe. Se puede pensar a partir de estas ideas de
Douglas que la libertad, para él, tiene que ver, en parte, con la del compatibilismo
clásico, pero también con algunas ideas semicompatibilistas: la moralidad
depende de los motivos de la acción, sin necesidad de que haya diversas
alternativas posibles ni que sea necesario que el agente moral sea inmune a
determinaciones provenientes del mundo físico, como son las que producen los
químicos.
Savulescu piensa que la
libertad está restringida por varios motivos: hay barreras del medioambiente
natural y social, hay restricciones psicológicas y otras biológicas. Las
restricciones el primer tipo se logran evitar si es que no suponen coacción.
Eso basta para reafirmar la libertad. En el caso de las restricciones
psicológicas, Savulescu parece entender que se salvan cuando el agente moral
logra tener un conocimiento más claro de sus acciones.[41] En ningún de los dos casos se requiere que el
agente moral tenga realmente alternativas de acción y que sea la fuente última
de sus acciones.
En otro trabajo,
Savulescu y Persson afirman que una persona que actúa influida por una droga no
actuaría de un modo menos libre que el virtuoso. La razón parece ser que la
idea de libertad que manejan es compatible con el mundo determinista: las
acciones se explican por la presencia de ciertos químicos en el cerebro. Si es
así, la proveniencia del químico no es mayormente relevante, siempre y cuando
el sujeto lo consuma autónomamente (compatibilismo clásico) y con un
conocimiento adecuado de los motivos (semicompatibilismo). No obstante, estos
autores no son claros respecto de su idea de libertad y por eso generan una
importante ambigüedad en el concepto de moralidad que manejan.
Schaeffer, Kahane y el
mismo Savulescu sostienen que el moral
enhancement logrado con medios biotecnológicos no daña la libertad, porque
se produce a través del cognitive
enhancement, que permitiría conocer mejor los motivos de la propia acción.
El supuesto, aquí, es que la libertad se identifica con el conocimiento de las
razones de la acción.[42]
Buchanan es un caso
especial, porque pareciera estar de acuerdo con el hecho de que no sería
problemático sacrificar capacidad moral para obtener ciertos resultados:
La preocupación aquí es más pronunciada
en la oposición a las drogas para mejorar el rendimiento en los deportes, pero
también se aplica a otros contextos de mejora. La idea es que, si podemos
conseguir una “solución rápida” biomédica para nuestros problemas, no nos
veremos obligados a ejercitar nuestra fuerza de voluntad y el desuso producirá
atrofia. En su forma más general, esta preocupación no puede proporcionar una
razón concluyente contra las mejoras, por una razón bastante obvia: a veces, lo
que ganamos con la tecnología merece el debilitamiento de las capacidades
naturales que mejora.[43]
En este texto, Buchanan
está hablando de las mejoras en general, pero lo que dice también puede
aplicarse a las mejoras morales. Es cierto que el mismo Buchanan en otros
textos parece apreciar que las acciones provengan de un sujeto moral que actúa
sin influencia de fármacos, pero, por eso mismo, su trabajo se mantiene en una
ambigüedad que inevitablemente alcanza su concepto de libertad y, con él, el de
moralidad.
Este problema de
ambigüedad en la forma de tratar la libertad y la moralidad es, entonces,
bastante generalizado entre los autores que sostienen el moral bioenhancement project. Dicha ambigüedad suele verse
acentuada por el manejo de un concepto débil de libertad.
3. 4. Sentido fuerte de concepto de libertad como fundamento
de la moralidad. Crítica a la ambigüedad en el moral enhancement project
Quien hizo una fuerte
crítica a las propuestas de moral
enhancement basado en un concepto fuerte de libertad y moralidad fue John
Harris. En un par de trabajos en los que polemizó con Persson, Savulescu y
Douglas, Harris defiende una idea de libertad abierta a distintas alternativas,
incluyendo así la posibilidad de que el agente moral no solo obre bien, sino
también yerre. Una conducta correcta debe incluir como posibilidad la conducta
incorrecta y, aún la posibilidad de elegir la conducta incorrecta. “La autonomía seguramente requiere no solo
la posibilidad de caer sino la libertad de elegir caer, y esa misma autonomía
nos da autosuficiencia; suficiente para haber permanecido libre para caer”.[44] Para Harris no es posible ser bueno sin elegir
la alternativa buena de acción. Y no se puede elegir la alternativa buena de
acción si no existe la posibilidad de elegir la alternativa mala. De la misma
manera, la virtud propia del hombre bueno tiene que fundarse en elecciones
buenas. No hay virtud si ella es el resultado necesario de causas distintas de
la elección. En definitiva, dice Harris, sin posibilidad de elegir es la misma
vida moral la que desaparece: “Un problema muy fundamental, que no se ha discutido mucho en la literatura
sobre mejoramiento moral, es que los tipos de rasgos o disposiciones que parecen
conducir a la maldad o a la inmoralidad son también los mismos que se requieren
no solo para la virtud sino para cualquier tipo de vida moral”.[45]
En el cuerpo del famoso
artículo único de la cuestión 6 del De
Malo, Tomás de Aquino, uno de los
autores de la tradición central de Occidente más relevantes en relación con el
concepto de libertad, sostiene la tesis de que la voluntad humana se mueve por
necesidad a elegir ciertas determinadas cosas, sin libre albedrío, es no solo
contraria a la fe, sino que es extraña a la filosofía, porque entonces no
habría mérito ni demérito, no tendría sentido la deliberación, tampoco la
exhortación, desaparecerían los preceptos y los castigos, e igualmente las
alabanzas y las críticas, cosas en torno a las cuales gira toda la filosofía
moral.[46]
No son pocos los autores
de la tradición filosófica central de Occidente que tienen una idea similar.
Desde luego, parece ser claro que Kant efectivamente comparte esta idea
tomasiana. En este momento me ocuparé de presentar muy sucintamente la idea de
libertad del teólogo dominicano porque con ella se ha sostenido a lo largo de
siglos una concepción clara de moralidad.[47]
Tomás de Aquino afirma la
existencia en el hombre de una inclinación espontánea y natural hacia el bien
universal, es decir, hacia todo bien sin exclusión de ninguno en tanto él se
muestra precisamente como bueno. Dicho de otra manera, todo ser humano será
atraído por aquello que le parezca bueno, independientemente de si luego haga
algo para obtenerlo. Esa inclinación es propia de un ser racional, pues solo la
razón, según el teólogo medieval, es una facultad abierta a todo el horizonte
de la realidad y de la bondad. Como el ser humano tiene esta inclinación al
bien universal, cuando se enfrenta a bienes limitados la voluntad no los quiere
necesariamente, sino que queda indeterminada frente a ellos. En otras palabras,
según Tomás de Aquino, la voluntad humana quiere necesariamente el bien
universal, pero no cualquier bien particular, por la precisa razón de que ninguno
sacia completamente su apetito. Los bienes particulares siempre se aparecen con
lo de bien que hay en ellos, aunque al mismo tiempo muestran sus intrínsecas
limitaciones. La voluntad, por eso, queda indeterminada frente a ellos y puede,
luego, autodeterminarse a quererlos o no, o a querer uno en lugar de otro. De
esta manera, el agente moral, a través de su voluntad, es el autor de la
elección y de la acción realizadas y, por ello, es también el responsable de
ella. Así es que tiene sentido el mérito o el demérito, la alabanza o la
crítica, el premio y el castigo, etc. La moralidad supone en esta concepción
que el agente moral posee una libertad por la cual él es la fuente última de su
acción. Esta tesis de santo Tomás correspondería en la discusión contemporánea
a una propia del incompatibilismo libertario,[48] que afirma la libertad en sentido fuerte y,
por consiguiente, niega la verdad de la tesis de un mundo que se comporta de un
modo completamente determinista. A partir de esta tesis el pensador medieval
funda un concepto robusto de moralidad que puede fungir con claridad como
criterio suficiente para evaluar qué mejoras morales podrían ponerse en
práctica: todas aquellas que no supriman o disminuyan la condición moral del
agente, es decir, que no afecten negativamente su condición de verdadero autor
de sus acciones y, por lo tanto, tampoco su capacidad de determinar desde sí
mismo si realiza o no una acción y cuál.
4. Conclusión
En la explicación
tomasiana aparecen las dos condiciones esenciales de la libertad que en la
discusión contemporánea se han señalado como necesarias para fundar en sentido
fuerte la libertad y con ella la moralidad: a) el agente moral es la última
fuente de su acción y b) tiene posibilidades alternativas de acción.[49]
Por el contrario, el
determinismo, que estaría detrás de algunos de los proponentes del moral enhancement project, niega ambas
condiciones y el compatibilismo, en el que se inscribirían otros autores de
dicho proyecto, niega la primera. Por eso, la moralidad queda reducida para la
primera de estas posiciones a un flatus
vocis. En el caso de la segunda, la idea de libertad no pareciera
suficientemente robusta como para salvar un concepto robusto de moralidad,
porque no termina de quedar claro cómo es posible que el agente sea
efectivamente moral si no es él quien, en definitiva, es la causa última a la
cual se puede atribuir su acción.
A la debilidad del
concepto de moralidad que deriva de las posiciones compatibilistas que parecen
sustentar las propuestas del moral bioenhancement
projet se une la falta de claridad en los autores que participan en él
respecto de su adhesión a una u otra forma de comprender la libertad. El
resultado es una ambigüedad en el concepto de moralidad que afecta todo su
proyecto.
No se trata de aquí de
establecer cuál es la posición correcta en relación con la libertad como
fundamento de la moralidad, sino simplemente de mostrar que la noción de
moralidad tiene en un caso un sentido robusto que permite proceder con bastante
claridad a partir de él para tomar decisiones prácticas relativas a las mejoras
morales; y en otros casos un sentido, al menos disminuido, que dificulta de
manera importante sacar conclusiones prácticas bien fundadas. Este sentido
disminuido es, probablemente, el que explica la actitud de los proponentes del moral bioenhancement a estar dispuestos
a modificar las capacidades, disposiciones y conductas humanas sin mayores
restricciones y sin atender al sentido total de la vida moral, que es el que
permite, en definitiva, evaluar moralmente una intervención en alguno de los
aspectos relevantes que constituyen la vida moral.
En las páginas
precedentes, como es bastante obvio, no se han desarrollado argumentos en orden
a presentar un proyecto alternativo al del moral
bioenhancement, sino solo se ha pretendido mostrar que quienes proponen
mejoras a partir de medios biotecnológicos requieren fundar sus propuestas de
un modo más robusto si desean que aparezcan efectivamente como mejoras y de que ellas son realmente morales.
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El
autor es Profesor, Licenciado por la Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso y Doctor en Filosofía por la Pontificia Università San Tommaso,
Roma, y la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Es también Master of
Business Ethics, por la Universidad Adolfo Ibáñez, Chile. Es Decano de la
Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de los Andes, Chile. Su
campo de investigación es la filosofía moral, con especial foco en discusiones
contemporáneas.
[1]) Artículo escrito como resultado del proyecto Fondecyt 1190690, titulado
“La aceptabilidad/inaceptabilidad ética de las propuestas para mejorar el
carácter moral del ser humano mediante recursos biotecnológicos, según la
fundamentación incompatibilista libertaria, compatibilista e incompatibilista
determinista de la libertad”.
[2]) Francisco Lara, “Oxytocin, Empathy
and Human Enhancement”, Theoria 32/3
(2017): 367-384.
[3]) Julian Savulescu y Anders Sanberg,
“Neuroenhancement of Love and Marriage: The Chemicaks Between Us”, Neuroethics 1 (2008): 31-44. Una idea
aparecida se desarrolla en Brian D. Earp, Anders Sandberg y Julian Savulescu,
“Natural Selection, Childrearing, and the Ethics of Marriage (and Divorce):
Building a Case for the Neuroenhancement of Human Relationships”, Philosophy and Technology 25 (2012):
561-587.
[4]) Ingmar Persson y Julian Savulescu,
Unfit for the Future. The
need for Moral Enhancement (Oxford: Oxford University Press, 2012). Existe
traducción española: ¿Preparados para el
futuro? La necesidad del mejoramiento moral, (España: TEELL, 2020). Los
autores ya habían expuesto la idea que desarrollan en este libro en un artículo
previo: “The Perils of Cognitive Enhancement and the Urgent Imperative to
Enhance the Moral Character of Humanity”, Journal
of Applied Philosophy 25/3 (2008): 162-177.
[5]) Inmaculada De Melo-Martin, “The
Trouble with Moral Enhancement”, en Moral
Enhancement: Critical Perspectives, Michael Hauskeller y Lewis Coyne
(Cambridge UK, Cambridge University Press, 2018), 19-33, 19. Ésta y las demás citas en español de los textos en inglés son traducción
nuestra.
[6]) Ibid., 22.
[7]) Thomas Douglas, “Moral
Enhancement”, Journal of Applied
Philosophy 25/3 (2008): 228-245, 229.
[8]) Thomas Douglas, “Moral Enhancement
Via Direct Emotios Modulation: a Reply to John Harris”, Bioethics 27/3 (2013): 160-168, 161.
[9]) Nick Bostrom, “Dignity and
Enhancement”, en Human Dignity and Bioethics: Essays Commisioned by the
President’s Council on Bioethics (Washington, D.C., 2008), 173-207.
[10]) Julian Savulescu, “Justice,
Fairness and Enhancement”, Annals of the
New York Academy of Science 1093 (2006): 321-338, 333.
[11]) Persson y Savulescu, “The Perils
of Cognitive Enhancement”, 169.
[12]) Julian Savulescu e Ingmar Persson,
“Moral Enhancement, Freedom, and te God Machine”, The Monist 95/3 (2012): 399-421, 406.
[13]) Ibid., 411.
[14]) Savulescu y Sandberg,
“Neuroenhancement of Love”, 38.
[15]) Allen Buchanan, Beyond Humanity? (Oxford: Oxford University Press, 2011). Este tema lo desarrolla fundamentalmente en el capítulo 3,
titulado “Character”.
[16]) John Harris, “Moral Enhancement and Freedom”,
Bioethics 25/2 (2011): 285-290. Este autor complementa su argumento
en John Harris, “Moral Progress and Moral Enhancement”, Bioethics 27/5 (2013): 285-290.
[17]) Harris, “Moral Enhancement”, 105.
[18]) Nicholas Agar, “Moral
Bioenhancement is Dangerous”, Journal of
Medical Ethics Online First (2013): 1-3, 2.
[19]) Aristóteles, Ética
Nicomquea (Buenos Aires: Colihue, 2015). Ver especialmente el Libro VI, 5,
7 y 9. Aristóteles insiste en que la buena acción moral se determina en cada
caso, para lo que la recta razón debe deliberar correctamente cada vez que se
va a elegir algo. Una emoción no controlada por la razón podría conducir, según
el filósofo griego, a no captar el fin al que debe ordenarse una acción, a
obstaculizar la deliberación que debe determinar los medios adecuados al fin
bueno o, finalmente, a actuar siguiendo la emoción, aun si se sabe que el fin o
el medio no es el moralmente correcto.
[20]) Agar, “Moral Bioenhancement…”, 3.
[21]) Mark Rowlands, “What is Moral
Enhancement?”, en Moral Enhancement: Critical
Perspectives, Michael Hauskeller y Lewis Coyne (Cambridge UK, Cambridge
University Press, 2018): 5-18, 8 y 9.
[22]) Ibid., 10
[23]) Ibid., 10 y 11.
[24]) de Melo-Martin, “The Trouble with
Moral Enhancement”, 25.
[25]) Ibid., 26.
[26]) Agustín de Hipona, “Del libre albedrío”, en Obras Completas de San Agustín, tomo III (Madrid: B.A.C., 1951).
[27]) Aristóteles, Ética
Nicomaquea. Son especialmente relevantes los capítulos III y VI, sobre los
actos voluntarios e involuntarios, el primero, y sobre la prudencia, el segundo.
[28]) Anselmo de Canterbury, “Del libre albedrío”, Obras Completas de San Anselmo, tomo I
(Madrid: B.A.C., 1952).
[29]) Tommaso D’Aquino, Le
questioni disputate. La Verità (Edizioni Studio Domenicano: Bologna, 1993);
Summa Theologiae (Milan: Editiones
Paulinae, 1988); Le questioni disputate.
Il Male (Edizioni Studio Domenicano: Bologna, 2002).
[30]) Erasmo de Rotterdam, De Libero Arbitrio Diatribe sive Collatio
(Barcelona: Ediciones 62, 1996).
[31]) Thomas Hobbes, Leviatán
(México: Fondo de Cultura Económica, 1980).
[32]) David Hume, Investigación
sobre los principios de la moral (Madrid: Alianza, 1993); Tratado de la Naturaleza Humana
(Barcelona: Ediciones Folio, 2000).
[33]) Immanuel Kant, Crítica de
la razón práctica (Buenos Aires: Losada, 1993).
[34]) Es cierto que la física ha dado espacio a las teorías
indeterminísticas, pero eso no pareciera ser relevante para lo que aquí
preocupa, porque el indeterminismo es más bien producto de la imposibilidad de
conocer las series causales determinísticas y no de que ellas no existan.
[35]) En otro trabajo he desarrollado el problema de que el moral enhancement debate no haya abordado la discusión acerca de la noción de
libertad: José Luis Widow, “Un debate que falta. Sobre la necesidad de un
adecuado concepto de libertad para fundamentar el moral enhancement”, Persona y
Derecho 84 (2021): 257-285. Parte de lo que digo aquí está explicado más
extensamente en ese trabajo.
[36]) Sobre este tema se puede consultar
Kadri Vihvelin, “Arguments for Incompatibilism”, en The Stanford
Encyclopedia of Philosophy, ed. Edward
N. Zalta (Stanford:
plato.stanford.edu/archives/fall2018/entries/incompatibilism-arguments/>.)
[37]) Este argumento está propuesto en
Peter van Inwagen, An essay on Free Will
(Oxford: Oxford University Press, Clarendon Press, 1983). Este autor lo resume
así: “If determinism is true, then our acts are the consequences of the laws of
nature and events in the remote past. But it is not up to us what went on
before we were born; and neither is it uo to us what the laws of nature are.
Therefore the consequencesof these things (includng our own acts) are not up to
us”. Idem, 16.
[38]) John Stuart Mill, Sobre la
libertad (Madrid: Alianza, 2013). En la apertura del texto Mill advierte
que la libertad de la cual tratará es de la política y no acerca del libre
albedrío.
[39]) Robert Kane, A Contemporary Introduction to Free Will (New York, Oxford: Oxford
University Press, 2005), 14.
[40]) Harry Frankfurt, “Posibilidades Alternativas y Responsabilidad
Moral”, en La importancia de lo que nos
reocupa: ensayos filosóficos, ed. Harry Frankfurt et al., (New York: Katz Editores, 2006), 11–24.
[41]) Julian Savulescu, “Human
Liberation: Removing Biological and Psychological Barriers to Freedom”, Biblioteca della Libertà 196 (2009), pp.
1-14.
[42]) Owen Schaeffer, Guy Kahane, Julian
Savulescu, “Autonomy and Enhancement”, Neuroethics
7 (2014): 123-136. Hay otros autores que parecen
seguir esta misma línea de comprensión de la libertad. Por ejemplo, Rakic. Ver Vojin Rakic, “Moral
Bioenhancement and Free Will”, Cambridge Quarterly of Healthcare Ethics 26/3
(2017): 284-393.
[43]) Buchanan, “Beyond Humanity”, 94.
[44]) Harris, “Moral Enhancement and
Freedom”, 103. El otro trabajo es Harris, “Moral
Progress and Moral Enhancement”, que ya fue señalado con anterioridad.
[45]) Ibid., 104.
[46]) San Tommaso D’Aquino, Le
questioni disputate. Il Male, q. 6, c.
[47]) Las explicaciones acerca del libre albedrío más directas y
claras se hallan en De Veritate, q.
24; Summa Theologiae, qq. 82 y 83
sobre la voluntad y el libre albedrío; y De
malo, q. 6, Ver nota 29.
[48]) Libertarismo en el contexto de la discusión acerca de la free will no debe ser confundido con el
mismo término en el contexto de la filosofía política contemporánea, donde
tiene una significación completamente diversa.
[49]) Suele contraponerse la moral tomasiana a la kantiana. Pero en
este punto acerca de la voluntariedad y libertad del agente moral tienen
notables similitudes. Bajo este respecto, ambos se inscriben con claridad en la
misma tradición libertaria de Occidente.