Proyección: estudios geográficos y de ordenamiento territorial / ISSN 1852 -0006
Vol. XVI, (32) / Sección Dossier / pp. 140-173 /
Instituto de Cartografía, Investigación y Formación para el Ordenamiento Territorial,
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
revistaproyeccion@ffyl.uncu.edu.ar https://doi.org/10.48162/rev.55.032
Enviado 19/03/2022–Aceptado 22/06/2022
From the MDGs to the SDGs in El Salvador. Progress towards compliance with
the 2030 Agenda for Sustainable Development
Lisandro Pérez-Hernández
Facultad de Jurisprudencia y Ciencias
Sociales. Universidad de El Salvador.
lisandro.perez@ues.edu.sv
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-4933-3768
Resumen
El presente artículo tiene como objetivo
identificar los principales eventos que permitieron configurar la
implementación de la Agenda 2030 en El Salvador, proporcionando un análisis de
la transición entre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) a los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), así como los progresos y limitaciones
de cada una de las metas asociadas en dichas agendas globales. El estudio de
tipo descriptivo presenta la construcción de la Agenda Nacional de Desarrollo
Sostenible en El Salvador y las valoraciones del contexto actual de las
dimensiones económica, social y ambiental de la Agenda 2030. Para este
objetivo, se hizo una revisión de los tres informes de seguimiento ODM y los
informes de avances de ODS, igualmente se consideró literatura relacionada a
los medios de implementación de procesos de desarrollo y políticas públicas. El
estudio revela datos significativos para comprender las limitaciones y
potencialidades en los arreglos institucionales para el avance en los
compromisos adquiridos por El Salvador respecto a la Agenda 2030 de Desarrollo
Sostenible.
Palabras Clave: Ordenamiento Territorial,
Desarrollo Sostenible, Planificación del desarrollo
Abstract
This
article aims to identify the main events that shaped the implementation of the
2030 Agenda in El Salvador, providing an analysis of the transition from the
Millennium Development Goals (MDGs) to the Sustainable Development Goals
(SDGs), as well as the progress and limitations of each of the goals associated
with these global agendas. It presents the making process of the National
Agenda for Sustainable Development in El Salvador, and the assessments of the
current context of the economic, social, and environmental dimensions of the
2030 Agenda. So it has made a review of the three MDG monitoring reports and
SDG progress reports, as well as literature related to the means of
implementation of development processes and public policies. The study reveals
significant data to understand the limitations and potentialities in the
institutional arrangements for the progress of the commitments made by El
Salvador related to the 2030 Agenda for Sustainable Development.
Keywords:
Land Planning, Sustainable Development, Development Planning
A partir del siglo XXI el mundo se ha
enfrentado a profundos retos, los cuales han supuesto esfuerzos globales sin
precedentes ante temas tan complejos como el cambio climático, la desigualdad
social, los conflictos internacionales, el deterioro de la salud, las existentes brechas de género y el limitado acceso a los recursos naturales a nivel
mundial, siendo necesario el
establecimiento de objetivos comunes y la movilización
colectiva para enfrentar los
efectos generados por dichos acontecimientos, de manera que, la transición hacia
el nuevo siglo dio paso a la creación de una agenda mundial de
desarrollo que posicionó el combate a la pobreza como insignia del accionar solidario internacional (Sanahuja, 2017). En ese sentido, la
fusión de las agendas de desarrollo (derechos humanos, niñez, mujer, medio ambiente)
se enmarca en los esfuerzos globales llevados a cabo para paliar estas crisis.
Si bien es cierto, los propósitos que guían
estos esfuerzos se encuentran cargados de idealismo, es necesario establecer
una visión conjunta a largo plazo para afrontar los mencionados desafíos, por
lo que, la participación de todos los actores que comprenden el sistema
internacional se vuelve una condición imprescindible para lograr dichos
objetivos.
En un cambio de paradigma al desarrollo
sostenible, los países más pobres han requerido de esfuerzos más significativos
para eliminar las desigualdades existentes y las limitaciones que sus
condiciones estructurales históricas han perpetuado hasta la actualidad. Ante
tales retos, los 193 países pertenecientes a las Naciones Unidas, así como
actores de la sociedad civil, la academia y sector privado iniciaron un proceso
de negociación participativo como lo ha consignado en varios de sus estudios la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2017), basándose
principalmente en las necesidades y problemáticas de los países involucrados,
el cual tuvo como resultado final la creación de la Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible en septiembre de 2015, celebrada en la ciudad de Nueva York,
Estados Unidos.
El establecimiento y la aprobación de la
Agenda 2030 con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que la integran
derivan de un proceso más amplio y de múltiples esfuerzos previos, tales como
los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los eventos y cumbres vinculados
a la Agenda Social Internacional, la Agenda de Desarrollo Sostenible (Rio,
Rio+10, Rio+20) y otras conferencias sobre temáticas especificas relacionadas con
los temas sociales internacionales que han brindado robustez a la noción
institucional del desarrollo sostenible, como la Agenda de Acción de Addis
Abeba de la Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el
Desarrollo (2015), el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático (2015) y el Marco de Sendai para la Reducción del
Riesgo de Desastres (2015-2030), todos ellos considerados instrumentos
complementarios de la Agenda 2030.
En el caso de América Latina y el Caribe, la
CEPAL expone que “esta innovadora agenda se configura en un escenario favorable,
englobando temáticas comunes para la región, tales como la reducción de la
desigualdad en todas sus dimensiones, crecimiento económico inclusivo con
trabajo decente para todos, ciudades sostenibles, cambio climático, entre
otros” (CEPAL, 2017). Por lo tanto, los ODS contenidos en
esta nueva agenda representan instrumentos estratégicos de planificación tanto
a nivel nacional como territorial y, son útiles para analizar el punto de
partida y formular los medios para llegar a una nueva visión de desarrollo
sostenible.
En este mismo orden de ideas, la medición de
las metas de los ODS se ha vuelto un tema trascendental, teniendo en cuenta
que, en el marco del cumplimiento de la Agenda 2030, la Asamblea General de las
Naciones Unidas acogió 232 indicadores mundiales complementarios a los
indicadores regionales y nacionales creados por los Estados Miembros en el año
2017, con el fin de supervisar la consecución de dichos objetivos de desarrollo,
este encargo fue liderado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales
de las Naciones Unidas (UNDESA, 2018). En función de lo anterior, se alentó a los países parte a realizar
una revisión minuciosa de la capacidad estadística disponible en sus marcos nacionales,
con el propósito de contribuir a la medición global a partir de los reportes de
cumplimiento que se realicen. En el caso de El Salvador, esta revisión permitió
evaluar la capacidad de medición de los indicadores propuestos y la necesidad
de crear nuevos indicadores complementarios que permitan abonar a la medición
nacional y global.
El presente estudio pretende hacer una
descripción del proceso de implementación de la Agenda 2030 en El Salvador, para
ello, en primer lugar, se hará una retrospectiva del contexto sobre el cual El
Salvador suscribió la Declaración del Milenio en el año 2000. Posteriormente,
se realizará un acercamiento sobre el grado de cumplimiento de los ODM, las
lecciones aprendidas, los retos y los desafíos contenidos en los tres informes
de avance en el cumplimiento de los ODM publicados por el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD), así también, sobre el proceso de consulta de
la Agenda Post 2015 que antecedió a la referida Agenda 2030 de Desarrollo
Sostenible.
Por último, se realizará una valorización sobre el contexto actual salvadoreño, haciendo referencia a las dimensiones económica, social y ambiental; áreas sectoriales constitutivas de la Agenda 2030
Resulta importante destacar que, para el desarrollo de este estudio
descriptivo, se llevó a cabo un riguroso proceso de análisis documental y
bibliográfico a partir de una revisión de los informes de avance y seguimiento
tanto de los ODM como de los ODS, al igual que otra literatura relacionada con
la implementación de procesos de desarrollo y
políticas públicas en El Salvador. En
ese sentido, y a partir de la metodología empleada, se han obtenido datos
significativos para comprender las limitaciones y las potencialidades
existentes en el marco del avance de los compromisos adquiridos por El Salvador
en el cumplimiento de la actual Agenda de Desarrollo Sostenible.
La focalización del trabajo de los gobiernos,
donantes, agencias internacionales y organizaciones en áreas prioritarias de
necesidad fue posible debido a la adopción de los ODM, los cuales posibilitaron
una mejora en la disponibilidad de datos e indicadores de desarrollo, sistemas
de estadísticas nacionales, y procesos de rendición de cuentas (Gómez Gil, 2017). Estos indicadores permiten identificar las tendencias de ciertos
parámetros para determinar y evaluar si se está acercando hacia el desarrollo
sostenible (Artaraz, 2002) y en esa línea, se elaboran informes
para dar cuentas sobre los avances y retrocesos en dicha materia.
Para el año 2013, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2013) elaboró el Informe
sobre Desarrollo Humano de El Salvador denominado Imaginar un Nuevo País,
en el cual se afirma que, entre 1990 y 2012 El Salvador se posicionó en los
primeros lugares de América Latina, aumentando 0.152 en el Índice de Desarrollo
Humano (IDH) y presentando además, avances significativos de acuerdo con el
conjunto de indicadores de cumplimiento de los ODM.
En el informe también se rescatan los
esfuerzos realizados por El Salvador para cumplir los compromisos vinculados a
los ODM a partir de la implementación de acciones de planes, programas y
proyectos encaminados a tal fin; no obstante, este proceso fue afectado por una
serie de factores exógenos como la crisis económica desencadenada en el año
2008, la dependencia económica de las remesas, el declive de productos
agrícolas, la subida de los precios del petróleo y el aumento de los índices de
migración hacia Estados Unidos, ocasionando un efecto en cadena que produjo el
retroceso del avance alcanzado en el cumplimiento de los ODM (MRREE y SETEPLAN,
2015).
Para ese mismo año, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (GOES y
ONU, 2014) publica en
El Salvador el tercer informe de avance de los ODM, el cual tenía como cometido
brindar un análisis sobre el grado de cumplimiento que tuvo El Salvador sobre
los indicadores de los ODM y, algunas acciones políticas vinculadas al avance
de las metas previstas. Posterior a este informe no se realizó ninguna otra
publicación oficial que indicara el nivel de cumplimiento final de los
cometidos firmados en la Cumbre del Milenio en el año 2000.
A escala internacional existieron importantes
progresos en muchos de los temas planteados por los ODM, tales como la lucha
contra la pobreza extrema, mortalidad infantil, educación primaria, VIH-SIDA,
prevención de la malaria y la tuberculosis y acceso al agua potable (Cruz-Martínez,
2015); no obstante, los ODM no mencionan algunos problemas
claves como el empleo, la desigualdad, la inclusión social, el acceso a la
energía y la biodiversidad (Ocampo, 2015). El Salvador, al
igual que el resto de los países signatarios de la Cumbre del Milenio, sentó
dificultades asimétricas en el cumplimiento de las metas propuestas en los ODM.
El nivel de avance de algunos indicadores respecto a otros fue desigual; sin
embargo, son notables los avances en materia de eliminación de la pobreza y el
hambre, dos ámbitos de mayor relevancia en la gestión gubernamental
salvadoreña.
Al abordarse, de manera breve, algunos de los
avances vinculados a los ODM a nivel mundial, es importante realizar un
análisis sobre el grado de cumplimiento de los indicadores de los ODM en El
Salvador con respecto a las metas específicas de los mismos (Tabla N.°1) y los principales avances obtenidos en el
marco de la consecución de la Agenda 2030 en el país. El desarrollo de dicho
análisis tiene a su base el informe El Salvador. Agenda de Desarrollo
Post 2015. El País que queremos (MRREE y SETEPLAN, 2015) y
el proceso de consultas para la localización de la Agenda de Desarrollo Post
2015 bajo el auspicio de la Organización de las Naciones Unidas y la Secretaría Técnica y de Planificación de la Presidencia de El
Salvador (SETEPLAN y ONU, 2015).
Tabla N.° 1: Medición del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en El Salvador
Fuente:
(SETEPLAN y ONU, 2015).
Considerando los datos
contenidos en la tabla anterior se afirma una disminución del 32.62 % al 11.3 %
en el porcentaje de personas en extrema pobreza en el período de 1991 a 2012,
cumpliendo de esta forma la meta 1A (ODM 1) relativa a la reducción de pobreza
extrema (MRREE y SETEPLAN, 2015)
De igual forma, relativo al
ODM 2, el logro más importante obtenido es la ampliación de cobertura del 75 %
(1991) al 94 % (2012) respecto a la tasa de alfabetización de la población
entre 15-24 años, así como del 52.6 % (1991) al 83.9 % (2011) en el porcentaje
de alumnos que inician primer grado y finalizan sexto (GOES y ONU, 2014). También, en el marco del avance de este objetivo, la ejecución de
políticas incluyentes, orientadas a brindar insumos necesarios a los
estudiantes (como paquetes escolares y alimentación) ayudó a incrementar tales
datos. Los temas pendientes dentro del objetivo se enmarcan en la mejora de la
infraestructura educativa y el acceso a la educación superior de calidad.
Respecto al ODM 3, el país
obtuvo avances significativos en materia de igualdad entre mujeres y hombres,
siendo el objetivo planteado eliminar las desigualdades entre los sexos en la
educación y en todos los niveles de la enseñanza a más tardar en 2015. El
tercer informe de los ODM en El Salvador (GOES y ONU, 2014) concluyó que, de acuerdo con las tendencias
observadas, estas reflejan que de 100.7 niñas por cada 100 niños en 1991 se
pasó a tener 103 niñas inscritas por cada 100 niños en 2012 en educación
primaria. La tendencia de aumento se observa en la educación secundaria y
superior, al mostrar mayor presencia de mujeres con relación a los hombres a
medida que aumentan los niveles de formación, de modo que dicho indicador fue
cumplido.
En cuanto a la participación
laboral de las mujeres, de un 45.8 % (1991) a un 46.2 % (2012), solo se tuvo un
cambio de apenas un término porcentual en más de quince años. A pesar de los
esfuerzos por parte del gobierno salvadoreño en introducir una nueva
legislación, aún
existen obstáculos para el pleno ejercicio de los derechos de la mujer, por
ejemplo: la violencia contra las mujeres y el reducido acceso a la salud sexual
y reproductiva, la restringida participación política y social, la labor de
cuidado que casi exclusivamente los hombres delegan para ellas, y la
resistencia social a los cambios en la división sexual del trabajo (CEPAL, 2016).
En cuanto al ODM 4 (GOES y ONU, 2014) existe un notable avance respecto a la meta de
reducir a dos terceras partes la mortalidad en menores de cinco años, de modo
que, se pasó
de 52 decesos por mil nacidos vivos en el quinquenio comprendido entre
1992 a 1998, a 19 decesos por mil nacidos vivos dentro del quinquenio de 2003 a
2008. Sin embargo, aunque el indicador fue alcanzado en el área urbana, en el
área rural faltaron aspectos por superar, teniendo en cuenta que, en dichas
zonas, los accesos a servicios de atención primaria de salud suelen ser más
restringidos y limitados.
En relación al ODM 5 relativo
a la mejora de la salud materno infantil, se han presentado diferentes metodologías
para su medición (siendo una de ellas, por ejemplo, la Reproductive Age
Mortality Survey); no obstante, los datos obtenidos según el último informe de
los ODM (GOES y ONU, 2014) señalan que de 211 muertes por 100,000 nacidos vivos (1990) se pasaron
a 42.3 (2012), lo anterior permitió reconocer que una proporción considerable
de las muertes son prevenibles y, alentaba la inversión en la mejora del
equipamiento y capacidad instalada en los centros médicos para los servicios de
maternidad y las competencias técnicas del personal de salud.
Con respecto al cumplimiento
de las metas del ODM 6 (GOES y ONU, 2014) el progreso fue
diverso. La medición de la meta 6A concerniente a detener y reducir la
transmisión del VIH/SIDA fue obstaculizada debido a factores como la dimensión
del tiempo, deficiencias en el registro y la definición de la metodología de
medición más apropiada. La meta 6C, incidencia del paludismo y otras
enfermedades graves, se considera cumplida, ya que el paludismo está en proceso
de erradicarse, y la prevalencia de tuberculosis se ha reducido drásticamente, en
razón de un incremento presupuestario para salud que permitió garantizar las
consultas gratuitas, en consecuencia, se aumentó la demanda de servicios y
abastecimiento en un 40 %.
El análisis sobre el avance
del ODM 7, relacionado a garantizar la sostenibilidad del medio ambiente,
emplea como base estadística el Tercer Informe de Cumplimiento de los ODM para
El Salvador. Dicho documento apunta que, para la medición del ODM 7 se
utilizaron los mapas de ecosistemas de 1998 y 2008 realizados por el Ministerio
de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), determinándose que “durante ese
periodo se perdieron un total de 44,000 hectáreas de bosques, estableciendo una
tasa de deforestación anual de 1.5 %”. Posteriormente, durante el periodo de
2008-2011 se perdieron 1,331 hectáreas de bosque adicionales, aunque el ritmo
de deforestación anual bajó significativamente a 0.17 % (GOES y ONU, 2014). La mayoría de estas tierras deforestadas y tala desmedida de árboles
ha favorecido la extensión de cultivos anuales como maíz y caña de azúcar.
El ODM 8 hace referencia a la
forma en la que los países desarrollados ayudan a los países en desarrollo al
cumplimiento de los otros siete ODM, siendo una de esas formas el otorgamiento
de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD); en ese sentido, la medición de dicho
objetivo se ha expresado con base en los flujos de AOD desembolsados (GOES y ONU, 2014). Desde un plano general, pese a la crisis inmobiliaria que afectó a
los países desarrollados durante los años 2007-2009, la AOD experimentó cierta
recuperación con una relativa estabilidad en la provisión de fondos, aunque paralelamente
disminuyó la porción que reciben los países de bajos ingresos (Ocampo, 2016). En el caso de
El Salvador, la AOD se traduce en un aproximado del 28 % del gasto social y una
parte significativa del presupuesto general de la Nación (GOES y ONU, 2014).
Con todo ello, los ODM dejaron
progresos en materia de mortalidad infantil, educación primaria, VIH-SIDA,
prevención de malaria y tuberculosis y, acceso a agua potable (Ocampo, 2015) y su adopción mostró que la política internacional que antes estaba
centrada en la agenda “westfaliana” de seguridad del Estado, había dado un giro
más “global”, otorgándole más importancia a las demandas relativas a derechos
económicos y sociales, mismas que habían sido planteadas en el ámbito de la
política interna de cada Estado en el pasado; sin embargo, con el proceso de
globalización, se resituaron en el espacio transnacional, el cual demanda
acción colectiva, coordinación y coherencia entre las políticas nacionales e
internacionales (Sanahuja, 2017).
Para
concluir este apartado, se evidencia que el grado de cumplimiento de El
Salvador en cuanto a los ODM ha sido desigual. El logro de ciertos indicadores
en contraste, respecto al resto de indicadores, muestra un indicio de que los
problemas estructurales que atañen al país son profundos y que las medidas
adoptadas en el seno de las Naciones Unidas no respondieron totalmente a las
problemáticas de los países en desarrollo. En ese sentido, los desafíos en la
nueva agenda de desarrollo tienen su base en la construcción de políticas y
programas incluyentes y de mayor impacto.
Con el acercamiento al límite de tiempo de la
Agenda de Desarrollo del Milenio y los limitados avances evidenciados en los
informes de cumplimiento de los objetivos, se generó la necesidad de replantear
la agenda de desarrollo. En el 2012 se admitió públicamente que los ODM no se
llevarían a cabo al iniciar el proceso “Post 2015” en el cual se concebía la
nueva serie de acuerdos internacionales que los iban a sustituir (Gómez Gil, 2017). Es así como, en ese mismo año la preocupación llegó hasta el Sistema
de Naciones Unidas y, era imperativo conocer los pasos futuros después del
2015.
En ese contexto se enmarcan sucesos
importantes, como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible
(Conferencia de Rio+20), donde se centró la discusión en definir el camino para
un futuro sostenible, dejando como producto la aprobación del documento: El
futuro que queremos, el cual resalta la importancia del desarrollo
sostenible, sin dejar a un lado el compromiso de erradicar la pobreza para el
año 2030 (Ocampo, 2015), sentando las bases para la
construcción de los Objetivos del Desarrollo Sostenible.
El Salvador siendo parte constante de los
procesos multilaterales a nivel internacional de la construcción de la agenda
de desarrollo marcó una serie de acciones que aportaron desde la construcción
de la agenda global, hasta una agenda nacional para la implementación de los
ODS, como se visualiza en la figura N.° 1.
Fig. N.°
1: Actividades relacionadas con los ODS en El Salvador
Fuente: Elaboración
propia a partir de (SETEPLAN y MRREE, 2017).
Los primeros pasos en
la implementación de la Agenda de Desarrollo Sostenible en El Salvador
corresponden a las consultas nacionales post 2015, actividades que hicieron
partícipe a la ciudadanía en la construcción de un proceso ampliado de
naturaleza multiactor que permitiera la reformulación de los ODM, adecuándolos
a las necesidades priorizadas por la población. En la negociación de la agenda
post 2015, la cual incorporó las lecciones aprendidas de los ODM, como bien lo
expone (Ocampo, 2015), se buscó la adopción de los ODS
establecidos mediante un proceso intergubernamental y participativo sin
precedentes.
En este sentido, la configuración de esta
agenda de desarrollo se ejecutó en dos etapas. En la primera, el enfoque
nacional de trabajo fue participativo al contarse con más de 4,500 personas,
entre las cuales se resaltan agentes de gobierno, miembros de la sociedad civil
y otros sectores de la sociedad, cuya meta era difundir los logros alcanzados
en los ODM y los desafíos de la nueva agenda, incluyendo a nuevos actores (SETEPLAN y ONU,
2015). Los insumos anteriores permitieron la consolidación
de nueve ejes temáticos como se puede visualizar en la figura N.° 2.
Fig. N.°
2: Temáticas propuestas para la Agenda Post 2015
Fuente: (MRREE
y SETEPLAN, 2015)
Posterior a esta identificación temática se
realizó un proceso denominado “localización de la agenda” que promovió la
participación de actores locales a fin de posicionar los ejes de interés acordes
a sus necesidades y, a partir de lo anterior, se tuvo como resultado seis
diálogos territoriales y dos diálogos nacionales en los cuales participaron
alrededor de trescientas personas. Este esfuerzo permitiría conocer de primera
mano reflexiones de las autoridades locales en el marco de la gestión de sus
territorios (SETEPLAN y ONU, 2015), lo que reafirma que las
autoridades nacionales y locales, la sociedad civil y el sector privado deben
estar en el centro del proceso de revisión (Oosterhof, 2018).
La nueva agenda de desarrollo planteó un
nuevo perfil de acción al margen del compromiso político, abriendo paso a una
metodología técnica de ejecución que involucró a sus actores en diferentes
escalas, la cual hace referencia al trabajo conjunto en distintos niveles de
gobierno para aplicar las políticas de la manera más efectiva (Coopenergy, 2015), desde lo internacional y nacional a lo local. Cabe mencionar que, los
gobiernos locales reciben protagonismo en la planificación multinivel y en la
ejecución de políticas públicas orientadas a la implementación de los ODS por
medio de la cooperación Sur-Sur, Descentralizada y cooperación Triangular (Ojeda-Medina,
2020), comprendiendo la totalidad de actores, desde el
gobierno y empresa privada hasta la sociedad civil. Respecto a ello, la CEPAL afirmó
que dichos elementos representan una oportunidad para la región, sosteniendo
que, a largo plazo estos elementos trazarán el camino hacia un desarrollo
sostenido, incluyente y en equilibrio con el medio ambiente a través de la
utilización eficaz de herramientas de presupuesto, monitoreo y evaluación, en
consonancia con políticas públicas (CEPAL, 2017).
Atendiendo al compromiso político entablado y
a los procesos de formación de la agenda de desarrollo nacional, el gobierno de
El Salvador inició una serie de actividades lideradas por la Secretaría Técnica
y de Planificación de la Presidencia (SETEPLAN) y el Ministerio de Relaciones
Exteriores (MRREE) para implantarla. El gobierno salvadoreño determinó que,
para avanzar en la implementación de la Agenda Nacional de Desarrollo
Sostenible, se debía establecer dos etapas de seguimiento diferenciado; por una
parte, el establecimiento de una agenda a corto plazo (2015-2019) que coincida
con la finalización de la gestión gubernamental del gobierno en turno y por
otra parte, una segunda agenda de largo plazo que llegaría hasta el 2030, que
sería constituida y liderada por los gobiernos de las administraciones
siguientes: 2019-2024 y 2024-2030 (GOES, 2017). La Agenda Nacional
de Desarrollo Sostenible (ANDS) de corto plazo hasta el 2019 representaría el
compromiso de la administración de Gobierno 2014-2019, a partir de la
responsabilidad adquirida por El Salvador en septiembre de 2015, mientras que
la agenda de largo plazo representa los periodos de los posteriores gobiernos y
como estos deben alinearse y complementar lo que la anterior administración
deja aún pendiente.
Entre 2016 y 2018 SETEPLAN emprendió la
identificación y construcción de indicadores a nivel nacional, viables para
medir y reportar rápidamente desde las instituciones gubernamentales con el fin
de conocer el progreso en cuanto a las metas y ODS a corto plazo y examinar el
marco legal–normativo tanto a nivel nacional como internacional, suscrito por
cada país, así como el escenario programático de las políticas públicas
existentes que abonan al alcance de los ODS priorizados con enfoque de derechos
(GOES,
2017), en vista de que la formación de capacidades y el
uso que la gente puede hacer con esas capacidades adquiridas es importante para
el desarrollo humano, lo cual se ve condicionado no solo por los derechos
económicos y sociales, sino por los derechos civiles y políticos (Domínguez,
Guijarro, & Trueba, 2011).
En ese sentido, de los 232 indicadores
existentes en el marco global de Naciones Unidas que corresponden a las 169
metas de los 17 ODS, se realizó una revisión de las capacidades nacionales de
gestión y medición estadística, resultando de este esfuerzo la identificación
de 213 indicadores internacionales que aplican a El Salvador, de los cuales 99
de este marco global son factibles de medir, representando un 46 % de los 213[1]
planteados. Ante esta situación, el Gobierno de El Salvador (GOES, 2019) estableció 122 indicadores nacionales complementarios a los 99,
teniendo como resultado un total de 221 indicadores que comprendería el marco
nacional de monitoreo ODS de la Agenda Nacional de Desarrollo Sostenible de El
Salvador. Es importante tener en cuenta que la adopción de estos 221
indicadores fue el resultado de un ciclo de 17 talleres de definición y
validación con instituciones del gobierno salvadoreño (uno para cada ODS), lo
cual fue la base de la creación del Sistema de Monitoreo y Seguimiento de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible a nivel nacional, el cual pretendía, entre
otros fines, presentar avances anuales de los indicadores internacionales y
nacionales.
Para este esfuerzo se establecieron como
puntos focales 33 instituciones de carácter público que incluyeron al Órgano
Ejecutivo, al igual que la Fiscalía General de la República (FGR), la
Procuraduría General de la República (PGR) y la Corte Suprema de Justicia
(CSJ).
En la Tabla N.° 2 se puede visualizar el
número de indicadores factibles de medir por cada ODS, así como los indicadores
creados de manera complementaria para facilitar la medición de las correspondientes
metas.
Tabla N.° 2:Marco de Indicadores para monitoreo ODS
Fuente: Elaboración propia a partir de (SETEPLAN, 2019).
De lo anterior, se desprende la necesidad de
crear un mecanismo que permita el reporte y medición de los indicadores a
partir del informe de cada institución implicada; por ejemplo, en Montenegro,
la identificación de un marco para monitorear el progreso del país respecto a
la Agenda 2030 llevó a reflexionar sobre el papel de los indicadores en el
apoyo a las políticas de desarrollo sostenible y proporcionar bases sólidas
para la toma de decisiones sistémica y horizontalmente (Galli, Đurović, Hanscom,
& Knežević, 2018). En el caso de El Salvador se
elaboraron diversas herramientas como la “Guía de llenado para Matriz de
Indicadores de Monitoreo de ODS”, construida por SETEPLAN y el Ministerio de
Relaciones Exteriores de El Salvador (MRREE); sin embargo, esta perspectiva de
medición está supeditada al reporte de instituciones públicas, entre las cuales
se identifican aquellas que tienen un mandato específico respecto a la
naturaleza de cada ODS.
SETEPLAN y el MRREE trabajaron en la
identificación de áreas prioritarias por cada institución del Estado y,
producto de ello se creó una matriz de congruencia que aglutina la relación de
ODS con instituciones públicas. Por ejemplo, la Administración Nacional de
Acueductos y Alcantarillados (ANDA), institución autónoma de gobierno, sería la
encargada de reportar respecto a la competencia prevista del ODS 6: Agua Limpia
y Saneamiento. El Banco Central de Reserva de El Salvador (BCR) tendría la
responsabilidad de reportar sobre el ODS 1: Fin de la pobreza, el ODS 8:
Trabajo decente y crecimiento económico, el ODS 9: Industria, innovación e
infraestructura, y el ODS 10: Reducción de las desigualdades, a partir del
trabajo de gestión estadística nacional a nivel macroeconómico que dicho banco realiza,
a la que se agregaría las competencias específicas de algunas agencias de
Naciones Unidas y agencias bilaterales de cooperación internacional que se
alinean a prioridades nacionales de desarrollo a partir de la programación de
la ayuda con el gobierno de El Salvador y sus respectivos planes directores de
cooperación. Como lo advierte (Ojeda-Medina, 2020) la
Cooperación Internacional para el Desarrollo (CID) desempeña un importante
papel al poder vincular a los actores que tienen capacidades, conocimientos y
los recursos necesarios para implementar la Agenda 2030.
En esta etapa de construcción de la Agenda
Nacional de Desarrollo Sostenible (corto plazo-hasta 2019) se valoraron algunas
condiciones y factores de éxito que SETEPLAN consideró esenciales y que son
desarrolladas por (Aguilar, 2017) tales como: a)
Consolidación de la apropiación de la Agenda 2030, tanto en rango político como
operativo, b) Formulación y ejecución de un plan de financiamiento al 2030, c)
Acompañamiento y coordinación de acciones con la sociedad civil en el proceso
de implementación de la Agenda 2030, d) Aseguramiento de la disponibilidad de
información mediante la generación de información estadística y un plan estadístico
nacional y, e) Cuantificación de aportes de organizaciones y plataformas que
contribuyen al avance del desarrollo sostenible del país, tales como sociedad
civil, academia y sector privado, que posibiliten la capacidad de acción
técnica y operativa. De igual forma, se vuelve clave la participación del
Sistema de Naciones Unidas y los tanques de pensamiento.
Bajo este mismo marco de esfuerzos nacionales,
en noviembre de 2015 se estableció una hoja de ruta para la implementación de
la Agenda 2030 en El Salvador, siendo presentada por el anterior presidente de
la República, Salvador Sánchez Cerén, en el Consejo de Ministros ampliado. De
manera general, esta propuesta contempló cinco fases: a) Socialización, b)
Construcción de la Agenda Nacional de Desarrollo Sostenible, c) Implementación,
d) Monitoreo y Seguimiento y, e) Representación a nivel global; conllevando
tres importantes pilares: 1) Establecimiento de una Agenda Nacional de
Desarrollo Sostenible, la cual fue planteada bajo una perspectiva de mediano y
largo plazo; 2) Creación de un Consejo
Nacional de Desarrollo Sostenible (conformado por representantes del gobierno,
Sistema de Naciones Unidas, sociedad civil, academia, sector privado y el
parlamento), 3) Un grupo implementador, con el apoyo del PNUD y socios cooperantes
(SETEPLAN
y MRREE, 2017). A efectos de sistematización, la figura N.°
3 plasma y detalla la configuración de esta hoja de ruta establecida por el
Gobierno salvadoreño.
Fig. N.°
3: Hoja de ruta para la implementación de la Agenda 2030
Fuente: Elaboración
propia a partir de (SETEPLAN y MRREE, 2017).
Teniendo como base lo anterior es importante
hacer un énfasis en los marcos normativos y políticos de El Salvador y su
relación con la agenda global de desarrollo. Por ello, se deben considerar los
esfuerzos más allá de la consulta pública y el involucramiento de actores de
diversas áreas; sino también, la vinculación de las acciones políticas al
esfuerzo de cumplir con las metas e indicadores que los ODS plantean, en razón
de que los marcos normativos deben adecuarse para que actúen como aceleradores
y no como obstáculos a las políticas públicas y planes de acción en los niveles
del gobierno, al tiempo que brinden condiciones favorables para la Cooperación Sur-Sur
y Triangular (Ojeda-Medina, 2020) puesto que, con una eficiente
organización entre los mismos se reducen las ineficiencias y solapamientos y se
abona a la identificación de políticas internacionales más acordes a los
objetivos establecidos, con la finalidad de facilitar el seguimiento y
evaluación comparada (Sanahuja, 2017).
El Gobierno de El Salvador (GOES), en su
Informe de Revisión Nacional Voluntaria (RVN) presentado a Naciones Unidas,
consideró que “los ODS son una guía integral e indivisible para el avance hacia
el desarrollo sostenible” (SETEPLAN y MRREE, 2017). También,
dio cuenta de que para la apuesta al desarrollo se debe tener una
implementación de políticas públicas integrales y con amplio vínculo que
responda a una lógica multinivel y diferenciada; es decir, que se retroalimente
de los gobiernos locales e instituciones internacionales. Este esfuerzo
identificó coincidencias de los ODS 4, 8
y 16 a partir de las prioridades definidas en el Plan Quinquenal de Desarrollo
(PQD); empleo productivo generado a través de un modelo de crecimiento
económico sostenido, educación con inclusión y equidad social y, seguridad
ciudadana efectiva (SETEPLAN y MRREE, 2017).
Dentro del Informe de Revisión Nacional
Voluntario del año 2017 se exponen líneas estratégicas estrechamente vinculadas
con la Agenda de Desarrollo Sostenible en el PQD 2014-2019, entre las que destacan
las perspectivas a futuro planteadas para el logro de los ODS (2030) y las
establecidas en el PQD para 2019. De igual forma, otras sinergias están
relacionadas con la promoción del enfoque de derechos, al retomar la Ley de
Protección y Desarrollo Social dentro de su marco de referencia, así como
también la Política Social de Reducción de Pobreza, considerando que una
medición nacional de pobreza en diferentes dimensiones representa una
herramienta integral para la medición de pobreza por ingreso.
El abordaje anterior requería un trabajo
conjunto a partir de gabinetes de gestión propuestos que no pueden entenderse
de manera absoluta y definitiva, al tiempo que la gestión gubernamental
correspondía a un periodo electoral comprendido entre 2014-2019 (agenda de
corto plazo). Más allá de ese horizonte, dependerá del nuevo Gobierno
(2019-2024) retomar o no dicho modelo de gestión, aun cuando las políticas que
alimentan el modelo de la Agenda Nacional de Desarrollo Sostenible se
mantengan.
En ese marco de actuación, El Salvador
recibió la visita de una Misión de Alto Nivel de las Naciones Unidas (Misión
MAPS), cuyo propósito era evaluar las capacidades existentes en El Salvador
para la implementación de la Agenda 2030; para ello, desarrollaron 50 reuniones
con funcionarios del gobierno, referentes de sociedad civil, empresarios,
academia y gobiernos locales. Como resultado de esta visita, se identificaron
“aceleradores de ODS” definidos como acciones que tienen un efecto
multiplicador en áreas de desarrollo estratégico del país, siendo así
indicadores clave para la medición de varias metas y, su priorización de
atención debería ser estratégica. En ese sentido, se reflexionó sobre aspectos
que pudieran acelerar específicamente el ODS 17 “Alianzas para lograr los objetivos”,
siendo algunos de ellos la reducción de la inseguridad, el logro de la equidad
e igualdad y el impulso de los esfuerzos en el sector agrícola (ONU, 2017).
En la Tabla N.° 3 se muestra el grado de
cumplimiento de los ODS a partir del informe estadístico presentado en mayo
2019 por SETEPLAN.
Tabla N.° 3: Medición
del cumplimiento de los ODS
Fuente:
Elaboración propia a partir de (SETEPLAN, 2019).
A
partir de la tabla anterior, se puede establecer que El Salvador ha avanzado en
el cumplimiento de los ODS desde su aplicación en el 2015 (hasta el 2017 y 2018
con algunos datos). De manera resumida y considerando la información contenida
en la tabla 3, se puede afirmar que respecto al ODS 1, la población que vive
por debajo del umbral internacional de la pobreza se redujo de 5.4 % a 4.8 %
entre 2015 y 2017; asimismo, el porcentaje de población que vive en pobreza
extrema descendió de 10 % a 7.5 % entre los mismos años. En lo que respecta al
ODS 2 hubo una variación porcentual de 2 %, al pasar de 12.3 % a 10.3 % entre
2015 y 2016 y el porcentaje de la superficie agrícola que se usa para al menos
una práctica de agricultura aumentó de 2.6 % a 8.19 % de 2015 a 2017.
El ODS
3 ha tenido buenos resultados; puesto que, la tasa de mortalidad materna ha
disminuido, pasando de 42.3 por cada 100,000 nacidos vivos en 2015 a 28.6 en el
2018, con lo cual el país superó anticipadamente la meta fijada para el 2030
(menos de 70 por cada 100,000 nacidos vivos); además, la tasa de mortalidad de
niños menores de 5 años también disminuyó de 12.3 muertes por cada 1,000
nacidos vivos en 2015 a 10.9 en el 2018, superando también la meta fijada (25
por cada 1,000 nacidos vivos). Por su parte en el ODS 4 la tasa de
matriculación en educación superior incrementó 0.6 entre el 2015 y el 2017 y el
porcentaje de alumnos que aprueban educación media aumentó de 83.7 % a 85.2 %
en los mismos años.
En
cuanto al ODS 5, el porcentaje de instituciones públicas que implementan al
menos dos instrumentos de las políticas de igualdad y erradicación de la
discriminación aumentó considerablemente de 17.6 % en 2015 a 53.8 % en 2017.
Para el ODS 6, el porcentaje de población que cuenta con agua potable
gestionada sin riesgo aumentó de 86.2 % en 2015 a 87.5 % en 2017, y el
porcentaje de población que usa servicios de saneamiento mejorado también
incrementó de 88.6 % a 89.6 % entre los mencionados años.
El ODS
7 tuvo un incremento del 95.8 % a 96.8 % entre los años 2015 y 2017 del
porcentaje de la población que tiene acceso a electricidad; por su parte, en lo
que respecta al ODS 8 entre el 2015 y 2017 la tasa de crecimiento anual del PIB
nominal per cápita pasó de 1.6 % a 2.8 % y en lo concerniente al ODS 9, las
emisiones de CO2 por unidad de valor
añadido pasaron de 294,361 en 2015 a 210,607 en 2017, dándose una disminución
de las mismas, cabe mencionar que un caso particular es el del ODS 10, del cual
no se registran datos.
Relacionado
al ODS 11, el porcentaje de la población urbana que vive en barrios marginales,
asentamientos informales o viviendas inadecuadas disminuyó aproximadamente 2 %,
de 39.8 % a 38.7 % en el periodo comprendido de 2015 a 2017.
En
cuanto al ODS 12, los desechos peligrosos generados per cápita y el porcentaje
de desechos peligrosos tratados disminuyó de 0.18 en 2015 a 0.17 en 2017. En el
ODS 13, el porcentaje de centros educativos públicos que han incorporado en su
propuesta pedagógica la educación ambiental, reducción de riesgos y cambio
climático aumentó entre 2015 y 2018, pasando de 58.2 % a 60.7 %.
El ODS
14 incluye la cobertura de las zonas protegidas en relación con las zonas
marinas, la cual sufrió un incremento, pasando de 0.83 % en 2015 a 0.88 % en
2017. Por otra parte, en el ODS 15 la razón de áreas naturales protegidas para
la diversidad biológica terrestre y del agua dulce en relación a la extensión
territorial aumentó de 0.97 a 1.21 de 2015 a 2017, en lo relativo al ODS 16 la
tasa de homicidios por cada 100,000 habitantes descendió de 103 en 2015 a 51 en
2018, representando un 50 % de disminución y finalmente, en el ODS 17, el
porcentaje del presupuesto nacional financiado por impuestos internos aumentó,
pasando de 86.2 % a 86.9 % en el periodo de 2015 a 2018.
Finalizado
el mandato de la administración gubernamental 2014-2019, el escenario nacional
de implementación de la Agenda 2030 sufrió una notable reconfiguración debido a
diversos factores, siendo dos de ellos el cambio de Gobierno y los efectos
generados por la pandemia de COVID-19 en el año 2020.
La
entrada del actual Gobierno (2019-2024) supuso un cambio en las acciones y
estrategias desarrolladas por la anterior administración (2014-2019) en cuanto
a la consecución de los ODS, por ejemplo, se eliminó del organigrama del Órgano
Ejecutivo a las Secretarías de Inclusión Social; Transparencia y
Anticorrupción; Gobernabilidad;
Vulnerabilidad y SETEPLAN, siendo esta última la instancia responsable
del seguimiento del sistema de indicadores y estadísticas que miden la pobreza
multidimensional, el impacto de los programas sociales y subsidios y, los ODS (GCAP, 2018). La eliminación de la
SETEPLAN también planteó grandes retos en materia de fiscalización, además del
desprovisionamiento de fondos públicos para la ejecución de programas y
proyectos en los territorios. Desde su supresión, no se ha indicado una nueva
figura técnica a nivel institucional que retome las funciones desarrolladas por
dicha instancia gubernamental. Sin embargo, desde la Vicepresidencia de la
República se ha reactivado la iniciativa desde un nivel político (GOES, 2022).
Asimismo,
es importante considerar que, actualmente El Salvador no cuenta con un Plan
Nacional de Desarrollo, lo cual dificulta profundamente la focalización y
articulación de esfuerzos para el cumplimiento de la Agenda 2030. No obstante, se
han desarrollado algunas acciones vinculadas a nivel institucional, como la
firma de Marco de Cooperación para el Desarrollo Sostenible (2022-2026) entre el
Gobierno de El Salvador y las Naciones Unidas en septiembre 2021, el cual
establece prioridades estratégicas y acciones a impulsar por parte de la ONU en
los próximos cinco años en colaboración con sus socios, con el fin de fomentar
el avance del país hacia el cumplimiento de la Agenda 2030 en su década de
aceleración. Este instrumento plantea apoyar tres áreas estratégicas: el
bienestar de las personas, la transformación de la economía y la convivencia
armónica y, la transparencia, la justicia y la paz sostenible (MRREE, 2021).
Bajo
estas líneas de acción, en octubre del 2020, el Consejo Nacional de Desarrollo
Sostenible fue reactivado por Decreto Ejecutivo, siendo este ente el encargado
de brindar seguimiento, continuidad y evaluación a los proyectos y programas de
desarrollo nacional y local. Del mismo modo, este Consejo, en coordinación con instituciones
del Estado y del Sistema de Naciones Unidas ha iniciado la elaboración del
segundo Informe Nacional Voluntario para formular una Estrategia Salvadoreña de
Desarrollo Sostenible, priorizando para ello los ODS 2, 3, 4, 5, 6, 13, 16 y
17. Dicho informe será
presentado en julio de 2022 ante la ONU en Nueva York (ContraPunto,
2022).
Por
otro lado, en cuanto a la medición del avance de cumplimiento de los ODS en El
Salvador en los últimos años, resulta importante mencionar que ha existido una
serie de profundos desafíos, los cuales han sido causados, principalmente, por
los efectos generados a partir de la pandemia de COVID-19, impactando directamente
en el nivel de progreso de estos. Pese a no tener un informe actualizado sobre
este progreso a nivel gubernamental, resulta
pertinente considerar los datos emitidos por el último y más reciente Reporte
de Desarrollo Sostenible del año 2022, sobre el estado de avance de los ODS en
las distintas regiones del mundo. En el caso de El Salvador, este informe
señala que, de una escala país donde 1 es la mejor posición en el marco de
cumplimiento de los ODS y 163 es la posición más desalentadora, El Salvador ocupa
la posición 79 (Sachs, Lafortune, Kroll, Fuller, & Woelm, 2022). No obstante, de los 17 ODS contemplados en la Agenda 2030, el reporte
señala que solamente el ODS 13 Acción por el Clima es catalogado como “ODS
logrado”, indicando que es el que mayor cumplimiento lleva por ahora. La Fig. N.°
4 aborda de manera detallada el nivel de avance de los ODS en el país, de modo
que los señalados en color amarillo se catalogan como “retos existentes”, los
señalados en color naranja como “retos importantes” y, los señalados en color
rojo como “principales retos”.
Fig. N.°
4: Tendencias del avance de los ODS en El Salvador en el
año 2022
Fuente:
(Sachs, Lafortune, Kroll, Fuller, & Woelm,
2022).
La adopción de la Agenda 2030 y sus 17
Objetivos de Desarrollo Sostenible por parte de los Estados en el seno de las
Naciones Unidas en 2015 ratificó el compromiso de la comunidad internacional a
favor del desarrollo sostenible. De acuerdo con el United Nations System Staff
College (UNSSC, 2017) por primera vez, representa un pacto y
plan de acción universal con el propósito de eliminar la pobreza y reducir la
desigualdad en todas sus formas, protegiendo y preservando al planeta. Dentro
de los principios en que se fundamenta, se encuentra la premisa de “No dejar a
nadie atrás” -Leaving no one behind- que ha sido planteado por (Stuart, y otros,
2016) como una manera de
evidenciar la necesidad de cumplir con los objetivos para el bienestar de todos
los pueblos y naciones, con especial énfasis en aquellas personas/colectivos
con riesgos de ser dejados atrás.
Desde la adopción de los ODM, El Salvador
demostró en sus informes de seguimiento publicados, que el progreso de estos
era relativamente satisfactorio; sin embargo, posterior a la fecha límite 2015
no se realizó ninguna publicación final sobre el grado de cumplimiento de dichos
objetivos, iniciando en lugar de ello, un proceso de consulta en el marco de la
agenda post 2015, que más adelante llevaría a la configuración de los ODS. Este
trabajo permitió la identificación de nueve ejes temáticos que corresponderían
a las prioridades nacionales que serían puestas a consideración junto a las de
otros países, así como los insumos generados en procesos liderados desde
Naciones Unidas como la encuesta My World y otros informes de trabajo
desde la Secretaría General de Naciones Unidas. Al final, la fusión de otras
agendas (Niñez, Derechos Humanos, Desarrollo Sostenible, ODM) permiten el
establecimiento de un marco más amplio que alimentó el debate y la discusión
que concluiría con la adopción de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible en
septiembre 2015.
Este hito internacional promovió que los Estados
parte adaptaran este esfuerzo internacional en sus ordenamientos nacionales y
marcos programáticos de desarrollo, propiciando la creación de agendas
nacionales de desarrollo sostenible. En el caso de El Salvador, este trabajo
fue liderado por SETEPLAN y MRREE que contaron con el apoyo del Sistema de
Naciones Unidas en El Salvador (SNNUU), a partir de la suscripción del acuerdo
de trabajo DaO (Delivering as One).
Asimismo, debido a la activa participación
del país en el proceso de construcción de la nueva agenda de desarrollo, El
Salvador firmó un Acuerdo de Colaboración específico con el Sistema de Naciones
Unidas en el año 2015, el cual buscaba que ambas partes trabajaran de manera
conjunta en la consecución de los ODS, no obstante, este acuerdo también
preveía un alcance de trabajo con las futuras administraciones, logrando así
acelerar el proceso de ejecución de la Agenda 2030 en el país. Bajo esa misma
línea, el liderazgo asumido por El Salvador fue reconocido nuevamente al ser
seleccionado como uno de los 15 países pilotos para la implementación acelerada
de los ODS bajo el sistema MAPS, que implica incorporar los ODS en las
políticas públicas y apoyar a los países para lograrlos.
La hoja de ruta anterior generó una serie de
esfuerzos de identificación de indicadores clave y creación de otros tantos, al
igual que la priorización de ODS (2015-2019) y el establecimiento de un sitio
web específico para la consulta ciudadana (http://odselsalvador.egob.sv). A
pesar de que el interés del gobierno salvadoreño era establecer un marco
institucional de gestión ODS con la creación de un Consejo de Desarrollo
Sostenible (CDS) y un grupo implementador, lo cierto es que las condiciones
políticas y de factibilidad imperante no permitieron la creación de tal órgano
decisorio, dejando al frente de la agenda a las dos entidades públicas antes
mencionadas. Si bien, se cuenta con un esfuerzo valioso al haber establecido
una Agenda Nacional de Desarrollo Sostenible, su alcance operativo fue limitado,
quedando supeditada a la finalización de la gestión gubernamental 2014-2019.
Desde
la nueva gestión gubernamental 2019 – 2024, el avance en el cumplimiento de los
ODS ha supuesto grandes desafíos en El Salvador, entre ellos la falta de
priorización de su cumplimiento y medición al no contar con una Plan de
Nacional de Desarrollo o plan de gobierno que incorpore estrategias
diferenciadas para su impulso y una pandemia sanitaria que ha generado una
focalización política a otras áreas de atención social como la respuesta a la emergencia
por COVID 19.
A
pesar de la reactivación por decreto ejecutivo del Consejo Nacional de
Desarrollo Sostenible en septiembre 2020, el diseño de una estrategia ODS desde
la nueva administración se presenta aún como un proceso incipiente y debe
atender los retos que aún perduran y otros nuevos que se presentan en una
realidad post pandemia.
Pese a lo anterior, otro de los elementos
considerados para la convergencia de políticas públicas de desarrollo en una
segunda agenda de largo plazo (2019–2030) es el reconocimiento del rol
protagónico de los gobiernos locales (GoL), los cuales tienen la capacidad de
generar un dinamismo más directo con sus pobladores, relativo en su
coordinación, identificación de prioridades y cómo estos pueden ser trasladados
en mayor grado al gobierno central. Los GoL tratan las necesidades referentes
al desarrollo social de sus habitantes, razones por las cuales deben ser
consultados regularmente y deben incluirse en los mecanismos de los gobiernos
nacionales con la finalidad de fortalecer la estrategia de la Agenda 2030 para
que se aplique en todos los niveles (Arenilla, 2020).
En el marco de este contexto, el diseño de la
Agenda Nacional de Desarrollo Sostenible, en armonización con la Agenda 2030 supone
retos significativos en su implementación, así como su apropiación por el
sector privado, sociedad civil y población en general. El reto más
significativo reside en la necesidad de un marco más amplio de implementación y
medición, que trascienda de la agenda corta (2015-2019) a una agenda más amplia
(2015-2030) que se extienda a la gestión de un periodo presidencial de cinco
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[1] A partir de una revisión de SETEPLAN,
el total de indicadores presentes en el Marco Global de Indicadores de la
Agenda 2030 es de 244. Después de separar aquellos indicadores que se repiten
en varias metas asociadas a ODS, el resultado total es de 232 indicadores