Saberes y prácticas. Revista de Filosofía y Educación, ISSN 2525-2089

Pequeño ensayo sobre las multiplicidades

Little Essay on Multiplicities

Breve ensaio sobre multiplicidades

 

 

Matías Forlani

Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.

fortyuva34@gmail.com

 

Recibido: 29/04/2020

Aceptado: 01/10/2020

 

Resumen. En el siguiente escrito las herramientas conceptuales que se desarrollen serán con el objetivo de continuar pensando a la psicología social como un campo de saber que busca reflexionar en las multiplicidades de factores y actores que dinamizan las relaciones de las personas en su vida cotidiana. Esto es, una psicología que conceptualiza como campo de análisis a las diversas dimensiones que atraviesan las relaciones de las personas en sus contextos sociales de existencia con el objetivo de superar análisis reduccionistas sobre los complejos escenarios en la cual las sociedades y los individuos se desenvuelven. De esta manera, se continuará problematizando el objeto de estudio de la psicología social para desnaturalizar mitos y antinomias (Bleger, 1975) y abordarlo en sus condiciones sociales, políticas e institucionales de existencia. Así mismo, se analizará una de las instituciones centrales en la conformación de la subjetividad y que a diario incide en la vida de la población, como lo es la escuela.

Palabras clave. Psicología social, Cuerpos, Instituciones, Multiplicidades, Líneas de fuga, Vida cotidiana.

Abstract. In the following writing the conceptual tools that are developed will be with the aim of continuing to think of social psychology as a field of knowledge that seeks to reflect on the multiplicities of factors and actors that stimulate the relationships of people in their daily lives. That is, a psychology that conceptualizes as a field of analysis the various dimensions that cross the relationships of people in their social contexts of existence with the aim of overcoming reductionist analysis of the complex scenarios in which societies and individuals operate. In this way, the object of study of social psychology will continue to be problematized to denature myths and antinomies (Bleger, 1975) and address it in its social, political and institutional conditions of existence. Likewise, one of the central institutions in the conformation of subjectivity will be analyzed, which affects the life of the population on a daily basis, such as the school.

Keywords. Social psychology, bodies, institutions, multiplicities, lines of flight, everyday life.

 

Resumo. Na redação seguinte, as ferramentas conceituais desenvolvidas serão com o objetivo de continuar a pensar na psicologia social como um campo de conhecimento que busca refletir sobre as multiplicidades de fatores e atores que estimulam o relacionamento das pessoas em seu cotidiano. Trata-se de uma psicologia que conceitua como campo de análise as várias dimensões que atravessam as relações das pessoas em seus contextos sociais de existência, com o objetivo de superar as análises reducionistas dos complexos cenários em que sociedades e indivíduos operam. Dessa forma, o objeto de estudo da psicologia social continuará sendo problematizado para desnaturar mitos e antinomias (Bleger, 1975) e abordá-lo em suas condições sociais, políticas e institucionais de existência. Da mesma forma, será analisada uma das instituições centrais na conformação da subjetividade, que afeta a vida da população diariamente, como a escola.

Palavras chaves. Psicologia social, corpos, instituições, multiplicidades, linhas de fuga, vida cotidiana.


 “En cada momento, ¿qué huye en una sociedad?”

(Deleuze, 1990, p. 35)

 


Introducción


En el siguiente escrito, las herramientas conceptuales que se desarrollen serán con el objetivo de continuar pensando a la psicología social como un campo de saber que busca reflexionar en las multiplicidades de factores y actores que dinamizan las relaciones de las personas en su vida cotidiana. Por tal motivo, no está de más recordar, que las categorías que aquí se despliegan continúan reforzando e intensificando ciertas nociones que estructuran el programa de la asignatura Psicología Social de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo y que posicionan a la misma desde una perspectiva crítica. Esto es, una psicología que conceptualiza como campo de análisis a las diversas dimensiones que atraviesan las relaciones de las personas en sus contextos sociales de existencia con el objetivo de superar análisis reduccionistas sobre los complejos escenarios en la cual las sociedades y los individuos se desenvuelven. De esta manera, se continuará problematizando el objeto de estudio de la psicología social para desnaturalizar mitos y antinomias (Bleger, 1975) y abordarlo en sus condiciones sociales, políticas e institucionales de existencia. Así mismo, se analizará una de las instituciones centrales en la conformación de la subjetividad y que a diario incide en la vida de la población, como lo es la escuela.

Con este propósito las categorías como “relaciones de poder”, (Foucault, 2002) “agenciamientos colectivos de enunciación”, “dimensiones molares o moleculares”, “líneas duras o líneas de fugas” (Deleuze/ Guattari, 2006) nos servirán como caja de herramienta para abordar la temática de las multiplicidades.

Un vértice o perspectiva por donde se puede comenzar a pensar en las multiplicidades será a partir de la sujeción del cuerpo. Temática que abordaremos en el siguiente apartado.


Los cuerpos en la vida cotidiana


Al decir de Ana Quiroga (2003) un objeto de estudio de la psicología social es el hombre concreto en sus condiciones concreta de existencia. Tal existencia puede ser entendida como vida cotidiana. Espacio y tiempo dinamizado por una gran variedad de factores, dimensiones y actores, que en sus mutuas relaciones van creando el escenario vital de los individuos y comunidades.

En la vida cotidiana se desenvuelven, se dinamizan y se afectan cuerpos, cuerpos movidos y desplazados, cuerpos modelados, disciplinados, sujetados o cuerpos expulsados, excluidos o marginados. Foucault (1999), sostendrá que los cuerpos en sus mutuas relaciones son atravesados por tecnologías de poder que diseñados por campos de saber van configurando, armando, y construyendo modelos de subjetividad. Será esta subjetividad modelada por donde podemos problematizar la vida cotidiana y de esta manera buscar desnaturalizar modelos que a la vez que se construyen, modelan y conforman, se diseñan los territorios de la marginalidad, exclusión y repulsión. Territorios preparados para alojar o mejor dicho expulsar allí todos aquellos cuerpos que no se dejan modelizar por la subjetividad dominante.

El pensamiento de la modernidad configuró la delimitación de dos territorios: El adentro que, con su logo, su conciencia y razón ubicó en el afuera peligroso, enfermo, anormal, (¿blasfemo?) y todas las negras noches que la luz de la razón se dedicó a iluminar, alumbrar, ilustrar, disciplinar, corregir, subjetivar. Skliar (2018), continuando las reflexiones de Foucault, Derrida, Deleuze y Guattari (entre otros/as), sostendrán que la separación de un adentro (centro, egocentrismo, logo centrismo, falo centrismo) y un afuera (periférico) efecto de una imagen de pensamiento tiene en la lógica del logo de lo Uno el modelo a imitar y el modelo que delimitará las diferencia.

Los cuerpos subjetivados[1] responderían a instituciones modernas que se sostienen en modernos pensamientos que traducimos como la lógica de lo Uno. El logos, su razón y su lenguaje caracterizado por ser: categorial, clasificatorio, que posee las reglas que permitirán con precisa capacidad representar todas las diferencias inferiores. Será tal pensamiento, sin embargo, al cual Deleuze (2006) lo considerará limitado y obstaculizador para dar cuenta de la afirmación de las multiplicidades, sus derivas y errancias.

Teniendo en cuenta el objeto de estudio de la psicología social (principalmente el vínculo que se presenta en la vida cotidiana con sus múltiples atravesamientos y dinamismos institucionales, grupales y subjetivos), podemos analizar que la trama vincular o el modo como se traman los vínculos es atravesado por factores diversos de diversas relaciones de poder que desde el alba de la modernidad con la luz de su razón fueron regulando los cuerpos en términos poblacionales como así también disciplinando a los mismos en su microfísica. Es lo que Foucault (1999) a denominado “regulaciones biopolíticas” y “estrategias de disciplinamiento”. Dando cuenta que los cuerpos, los gestos y los comportamientos en sus vínculos institucionales y comunitarios son ordenados por diversidades de tecnologías. Tecnologías del yo (Foucault, 2008), atravesando las instituciones por donde los cuerpos van desplazándose.

En términos de Deleuze y Guattari, (2006) el orden de los cuerpos se produce en dimensiones moleculares y capilares, mediante sistema de redes y “líneas de paso” (Guattari, 2013, p.34). Generando con los medios de comunicación articulado a otras tecnologías y dispositivos -como la inyección de todo un aparato hormonal- controles y conexiones, monitoreos y direccionalidades. De este modo, los cuerpos, -a nivel de los gestos, pero también de los gustos y los deseos, de los sueños, de las percepciones y sensaciones, de las potencias, etc.- son regulados, ordenados e inducidos. En relación con estas sujeciones dice Lazzarato (2017, p. 78): “La sujeción actúa sobre el nivel molar del individuo (su dimensión social, sus roles, sus funciones, sus representaciones), mientras que la servidumbre maquínica actúa sobre la dimensiones molecular, pre individual, infra social (afectos, sensaciones, deseos, etc.).

Los ordenamientos serán individuales, pero también sociales. La constitución de los cuerpos dóciles como decía Foucault (1999) al analizar las instituciones de secuestros (escuela, hospitales, fábricas, cárceles), se basan en un modo de pensar que atraviesa Occidente y su modernidad. Modernidad occidental para algunos superada pero que aún deja sus marcas, por sobre todo en instituciones como la escuela.

En este primer nivel de análisis realizado, se entiende al cuerpo, atravesado por una gran diversidad de instituciones que conformarán subjetividades ordenadas y delimitadas en la lógica que Deleuze y Guattari (2006) denominan de lo Uno. Además, en la constitución de las subjetividades, intervienen no solo el sistema relacionado de las instituciones de secuestro al cual refería Foucault sino también, en nuestra contemporaneidad, se articulan la servidumbre maquínica en el que insiste Guattari y Deleuze y que retoma Lazzarato previamente citado. Nuestros modos de desenvolvernos son atravesados por dimensiones molares, referido a nuestra clase social, edad, género, las instituciones y organizaciones donde transcurrimos, pero también por vectores moleculares que antes mencionábamos. Así mismo, existiría la posibilidad de deslizarse por fuera de tales sujeciones creando devenires, micropolíticas, microfísicas, moleculares, disidentes, diferentes, distintas, individuales como colectivos.


El modelo mayoritario. Y el devenir


Una manera de entender “la imagen del pensamiento” (Deleuze, 1990, p. 34) que atraviesa las instituciones por donde se van modelando y subjetivando los cuerpos, es a partir de “la producción de un modelo de cierto sujeto normal que lo soporte” (Deleuze, 1990, p. 63). Sostenido “por un patrón de comportamiento convencional” (Perlongher, 2013, p. 85). Convencionalidad de un comportamiento, de unos gestos y modos de pensamientos para los cuales ha sido necesario todo un articulado de instituciones por los cuales los cuerpos han ido transcurriendo. Ejemplo de esto recorren a lo largo y a lo ancho de todo occidente, pensemos sino en el nazismo, pero también en el actual imperialismo, o el tratamiento en los psiquiátricos de los “enfermos” o “anormales”, o la educación de los niños/as en las modernas escuelas, o la misma religión cristiana y sus arraigadas instituciones, como así también en el proceder de los terribles golpes de Estados de nuestra América, y en la contemporaneidad, en la conformación de un “Hombre Consumidor” (Zabala, 2016, p. 21).

Y así también, en la conformación de un afuera donde se depositan las miserias, las exclusiones y marginalidades al cual se incita a seguir el estatuto de aquel hombre hegemónico consumidor.

¿Cuál es esta imagen del pensamiento? O mejor dicho ¿cómo se configura? Se procede mediante la conformación de una norma, una unidad o un ideal (Lo Uno). Con carácter esencial y universal, a partir de allí se delimita una diferencia. Diferencia que va a ser naturalizada a la vez que relegada, marginada, excluida como así también considerada de menor interés, o de menor relevancia que su opuesto[2]. Con todos los efectos que se generan a nivel subjetivos, políticos, sociales, etc.

La diferencia, lo diferente, lo otro (lo anormal, lo discapacitado, lo criminal, lo enfermo, lo peligroso, pero también la mujer, el niño/a, el indio, lo gitano, etc.), es con respecto a lo que previamente fue considerado como esencialmente normal, sano, etc. Lo Uno vs lo diferente. A lo diferente se lo conforma de modo tal que se justifica desterrarlo o engolfarlo, homogeneizarlo. O, con la modernidad, normalizarlo. Al decir de Perlongher (2013, p. 88): “Unas de las soluciones vastamente aplicadas, consiste, simplemente, en el exterminio al diferente”.

Constituido el modelo (cuyo paradigma hegemónico es el hombre normal, cuerdo, blanco, heterosexual, padre de familia, habitante de ciudad), se delimita una diferencia que es considerada inferior, lo enfermo y pronto a curar o expulsar. Se conforman así dos territorios. El modelo, y lo que no lo es. Constituyendo de este modo a su vez una lógica dicotómica. Al decir de Deleuze “planta una imagen de pensamiento que nos corta en dos partes” (Deleuze, 1990, p. 84), constituyendo una dualidad excluyente. Lógica dicotómica que nos ubica en una o en otra dimensión. Son diversos los ejemplos: Blanco o negro, hombre o mujer, adulto o niño, burgués o proletariado, normal o anormal, sano o enfermo etc. Esta dicotomía o dualidad excluyente tiene efectos concretos, delimita comportamientos cercados en la dimensión a la que se pertenezca. Tal pensamiento, tal modo de pensar, modela conductas, sujeta sensaciones, impulsa tal o cuales gustos, percepciones, imaginaciones, sueños y modos de andar. De este modo, se espera e imponen determinada forma de estar, de andar y vivir en la vida concreta y cotidiana bien distintos a si eres adulto, burgués, blanco, a que si eres por ejemplo mujer, negra y proletaria[3].

Si como veremos la y posibilita la emergencia de las multiplicidades, será la o la que prosigue la lógica dicotómica. Se delimitan así dos dimensiones a las que mediante toda una serie de dispositivos (discursos y prácticas), se naturaliza la pertenencia a uno o a otro.

Un modo o una metodología que encuentran Deleuze y Guattari para desligarse de la lógica dominante es pensar desde las multiplicidades. Desde esta perspectiva no habría modelo a seguir ni esencias que descubrir. Sino caminos a construir.

A la vez que, si el modelo excluye y margina, el modo de continuar desprendiéndose del modelo será devenir marginal. Devenir de modo tal que no haya que mirar o medirse con el modelo que expulsa. De allí el enunciado de Deleuze: devenir mujer (2006). Tal devenir, no consiste en imitar a la misma sino en afectarse con todo aquello que el modelo expulsa o engolfa. O devenir niño lo que, también, implicaría un devenir minoritario. No imitar sino más bien trazar senderos y de este modo crear, imaginar, construir “por los bordes del patrón del comportamiento convencional (…) se estarían indicando, lanzando, experimentando modos alternativos, disidentes, contraculturales de subjetivación” (Perlongher, 2015, p. 84).

Pensar desde la lógica de las multiplicidades implica ir a contrapelo del pensamiento binario o del pensamiento que procede mediante rígidas dicotomías excluyentes. Para Deleuze y Guattari, la producción de lógicas binarias responde a un modo de pensar jerárquico, dual, con “sistema de puntos que cuadriculan todo lo posible” (Deleuze, 2003, p. 145). Ahora bien, ¿de qué modo se podría salir de este pensamiento que como decimos constituye subjetividad? Ubicándonos en la zona que posibilita desasirse de las unidades. Expresa Deleuze:

 (…) no se trata de una síntesis de los dos, de una síntesis de 1 y 2 (el lazo armónico y complementario entre los blancos y los negros), sino de un tercero que siempre procede de otra parte y descompone la unidad de los dos, puesto que no se inscribe ni en oposición ni en complementariedad con respecto a ellos. Tampoco se trata de añadir en la línea un nuevo segmento a los precedentes (un tercer sexo, una tercera edad, una tercera clase) sino de trazar una tercera línea en medio de la línea segmentaria. (Deleuze, 1980, p. 65)

La multiplicidad es eso, no una sumatoria de elementos que amplían las dimensiones dicotómicas. Nada de eso nos hace salir de su reino, sino proceder en una zona de intermedio, lo que suena ya no en la unidad o en las unidades sino en lo inter, lo entre, posibilitando, promoviendo, potenciando las multiplicidades. En palabras de Deleuze (1990, p. 65): “multiplicidades de dimensiones, de líneas, de direcciones en el seno de un agenciamiento”.

Si anteriormente señalábamos que Occidente insertó sutil y también hostilmente un modo de pensar que tuvo y tiene en la homogeneización de la unidad (lo Uno, el todo, lo universal) su fundamento. Pensar desde las multiplicidades, consistirá en el deslizamiento entre las unidades, creando líneas de fuga por el afuera de lo que encierra la unidad hegemónica esencialista y universalista. Ante esto se deslizan hacia “el afuera”, el entre, el medio.

(…) no son los elementos ni los conjuntos los que definen la multiplicidad. Lo que la define es la Y, la Y como algo que ocurre entre los elementos o entre los conjuntos…y aunque solo haya dos términos, hay un Y entre los dos, que no es ni uno ni otro (…) la Y ni si quiera es una relación o una conjunción particular, es lo que sustenta todas las relaciones, el camino de todas ellas, lo que hace que las relaciones se escapen de sus términos y del conjunto de ellos. (Deleuze, 1980, p. 41)

¿Todo un estatuto al Y? Solo un modo de ir desprendiendo el pensar a las afueras de las categorizaciones que cercenan la “cabeza”, el cuerpo, los territorios. Lo que Guattari (2013) denomina las estratificaciones que cercan los devenires. Los estratos que impiden el deslizamiento de gestos, conductas, movimientos más libres.

Pero también, el lugar de la y, que permita generar estrategias para dejar de ser sujetado a una imagen del pensamiento y su concomitante sujeto. Puesto que no es lo mismo estar subjetivado en una lógica dicotómica que desde las multiplicidades. En el primero quedarás siempre cercado a una dimensión y su unidad con toda la angustia y culpa si te corres del límite, mientras que en el segundo el límite es el espacio de todas las relaciones. No implica por ello, por ejemplo, no ser adulto, sino, sobre todo, cuando sea necesario y cuando se desee, poder devenir niño. En otros términos, agenciarse por el medio, el entre, y desde allí afirmarse en la vida e ir a contrapelo de las “modelizaciones subjetivas” (Guattari, 2006, p. 65).


Segmentos duros y Agenciamiento del deseo


El deseo agenciado, o más precisamente el deseo entendido como potencia y posibilidad de agenciar elementos heterogéneos, nos permitirá continuar pensando en las multiplicidades como posibilidad de proceder por fuera del pensamiento mayoritario. Es necesario para ello aclarar previamente las nociones de las líneas duras y las líneas de fuga.

La idea de que individuos como sociedades estamos hechos y atravesados de líneas son concepciones que Deleuze desarrolla junto con Guattari y Parnet en libros como Mil mesetas y en Diálogos. En estos libros, desarrollan las ideas de dimensiones molares y moleculares, devenir, y líneas de fuga o líneas rizomáticas, como así también las nociones de multiplicidad como otra modalidad de pensamiento. Será por esto que Foucault dirá que estos libros implican una Ética. Entendiendo a la misma como una práctica de sí que delimita un modo de vivir que involucra un estilo que se desliza o intenta deslizarse del modelo de comportamiento impuesto.

La idea de líneas imbricadas, anudadas, enmarañadas, hace que de una línea de fuga se pueda caer o ser atrapada por un segmento duro. O viceversa, y que no toda línea de fuga puede generar prácticas de libertad o movimientos revolucionarios que subviertan las prácticas y discursos que nos conforman en nuestra vida cotidiana (Deleuze/ Guattari, 2006).

Posibilitar una breve explicación de las líneas nos servirá a nosotros para dar cuenta de la noción de agenciamientos.

Las líneas duras encuentran en la dicotomía su modo de proceder. Ubica a los sujetos en un plano o dimensiones delimitando modos de comportase, de moverse y de proyectarse. Espacios y horarios en el cual desplazarse. Los segmentos, dice Deleuze, dependen de máquinas binarias muy diversas según las necesidades. Maquinas binarias de clases sociales, de sexo hombre/mujer, de edades, niños/adulto, de raza, negro/blanco, de sectores, público/privado. Maquinas binarias que no son solo dualistas, sino más bien dicotómicas: pueden actuar diacrónicamente (si no eres “a” ni” b” eres “c”. El dualismo se ha desplazado, ya no concierne a elementos impuestos a elegir, sino a elecciones sucesivas, sino eres negros ni blanco eres mestizo, sino eres mujer ni hombre eres travestí) (Deleuze, 2000, p. 146).

Implican también lo que Foucault estudio y denominó dispositivos de poder. Fijando cada uno el código y el territorio del segmento correspondiente y sus relaciones duales y jerárquicas. El niño y el maestro en la escuela. El obrero y el jefe en la fábrica. El padre y el hijo en el hogar. Y en cada una de las instituciones recordándote donde no estas. En la escuela que ya no estás tu casa, etc. (Deleuze, 2000, p.147).

La otra línea, la línea de fuga, es la línea que posibilita el movimiento por los segmentos que nos sitúan en alguna de las dimensiones que la lógica dicótoma instaura. Posibilita desnaturalizar los discursos y prácticas que desde lugares hegemónico naturalizan. Abre canales por donde son posibles las creaciones, “la creación siempre se produce sobre una línea de fuga” (Deleuze, 2000, p. 154).

Sostienen Deleuze que “el estatuto parece ser totalmente distinto. Los segmentos no son los mismos: proceden por umbrales, constituyen devenires, marcan continuos de intensidades. Las líneas de fuga no tienen territorios. Que se crean en el momento que se experimenta, que se trazan en el momento que se recorren. Pueden partir de un estrato, de un segmento duro, y desde allí, se lanza por nuevos senderos” (Deleuze, 2000, p. 156). Como decíamos, no están separadas, distanciadas, los segmentos y los flujos. En un mismo segmento, dice Deleuze, por ejemplo, “un oficio”, ser abogado, médico es un segmento duro, pero también es muchas cosas más ¿cuántas repulsiones, atracciones, conexiones que no coinciden con el segmento…cuantas locuras secretas?”. (Deleuze, 2000, p. 84). Las líneas de fuga se ubicarían en la “Y” de la que hacíamos referencia en las anteriores páginas.

Las líneas de fuga, de seguirlas, posibilitarían deambular en espacios de mayor creación y de vivenciar agenciamientos distintos, diversos, inauditos. En las líneas de fuga “tan solo puede haber una cosa: experimentación vida…nada se sabe de antemano…nada de fantasmas, sino programa de vida que se modifican a medida que se hacen, que se traicionan a medida que se abren paso, como orillas que desfilan o canales que se distribuye para que corra un flujo” (Deleuze, 1980, p. 57).

Por tanto, huir no a una vida imaginaria. O, dicho de otra manera, desprenderse de los segmentos duros, rígidos, macros, no es para perderse en ensoñaciones, sino “por el contrario es producir lo real, crear vida, encontrar un arma” (Deleuze, 1980, p. 54). Siempre sabiendo que lo que se busca es dar lugar a una multiplicidad que nos haga saltar o desviar de los segmentos duros de lo dicotómico, posibilitando nuevos andares que no impliquen seguir imitando el modelo. Es que, si no estás atrapado en ninguno de los segmentos, el hombre adulto deviene niño y con el niño deviene, como le gustaba a Nietzsche, trasmutar todos los valores, dejar la pesada mochila del deber ser. El deber ser por ser en una determinada línea.

No hay líneas buenas o malas. Eso sería pensar nuevamente en dicotomías, pero sí hay líneas, (los segmentos duros), que de seguirlas coartarían la posibilidad de salirse de un rígido sistema que ordena y regula el tiempo y el espacio, los recorridos y las aventuras. Hay otras que permiten, al recorrerlas, ir creándolas y generando nuestros encuentros, nuevas conexiones y vínculos.

Otra de las características de la línea de fuga es que en ella todo es horizontal, abierto a la diversidad y susceptible de ser afectado por las multiplicidades. Que, como veremos, también es una de las características de un agenciamiento.

¿Se corren riesgos en las líneas? Sí, y de los más peligrosos, hasta la muerte, aunque la muerte no solamente es biológica. La burocratización es una de ellas. Uno de sus posibles destinos. Hay personas y colectivos de personas que solo tienen una línea, o solo se mueven en una de ellas, no pueden, no quieren o no han encontrado la manera de salirse del segmento sin ser atrapado por el miedo a lo otro. Hay otros/as que saltaron de un tirón de una de ellas y todo se destruyó. No consiste en desprenderse así sin más. Implica una programación, con un método: “La prudencia” (Deleuze, 1980, p. 46). Un instrumento, como le gustaba a Deleuze (1980), “la lija” y ya no el martillo.

Volvamos a una pregunta, ¿cómo salirse de las líneas duras que no nos permiten vivir por fuera del modelaje de la subjetivación que nos recordaba Guattari? Mediante la multiplicidad y el agenciamiento, o el agenciamiento ya comporta una multiplicidad.

(…) ahora bien, lo difícil es hacer conspirar todos los elementos de un conjunto no homogéneo, hacerlos funcionar juntos…el agenciamiento es el co-funcionamiento, “hay que hablar con…escribir con”. Eso es experimentar y dejar de interpretar desde una supuesta superioridad. Pero también “agenciar es eso” ya lo dijimos, “estar en el medio”. (Deleuze, 1980, p. 62)

No se trata de entender a las líneas de fuga como la posibilidad de romper todo límite. Se trata más bien de entrar en lo inter, en el entre, en sus siluetas, en sus movimientos, para desde allí agenciarse por fuera de los espacios ya creados a la vez que para inventar nuevos.

Podemos decir, tras esta breve descripción de las líneas que constituyen nuestros comportamientos, que nuestra vida cotidiana, la vida que recorremos cotidianamente es atravesada por diversas instituciones que nos cortan. Al decir de Deleuze y Guattari, (2006) nos hacen por pertenecer a determinado segmento, trabajar, producir, enunciar, pensar de determinada manera. Pero así también, a la misma vez, es posible generar otras líneas, posibles cambios y devenires “(…) mediante la promoción de un nuevo tipo de relaciones entre las cosas, los signos, y los modos colectivos de subjetivación” (Guattari, 2013, p.146). De ahí que la máxima deleuziana no es que todo sea dinamizado por regímenes de poder, sino que en cada momento en una sociedad algo huye. Y, en todo caso, el poder es un cerco a lo que deviene. Es un segmento duro que coarta el deslizamiento fluctuante del devenir. Seguir aquello que huye posibilita recorridos cartográficos, investigaciones micro políticas. Cartografiar devenires. Lo que implica investigar las diversas líneas que se van conectando, relacionando y abriendo[4]. Es la experimentación que hace, por ejemplo, Perlongher (2000) en sus investigaciones de Maestría con los estudios antropológicos y sociales en los barrios marginales de Brasil con temáticas como la prostitución homosexual. Da cuenta en sus recorridos que no se trata solo de la pobreza, de falta de recursos materiales de tales colectivos, como sí de “cierta afirmatividad de una errancia que emiten flujos libidinales, deseantes y mutantes por fuera del orden social burgués y hegemónico” (p. 62).


Corporeidad agenciada


Una posible definición de agenciamiento implica “un conjunto de relaciones co-funcionales entre elementos heterogéneos” (Manuel Heredia, 2002, p. 15). En tales relaciones se produce “el devenir y el deseo” y viceversa. Puesto que, como afirmábamos siguiendo a Deleuze, “agenciar es estar en el medio” (Deleuze, 1990, p. 20). El medio es lo que posibilita no continuar imitando el modelo sino abrir la cartografía y el trazado de mapas. No el calco. Sino el trazado de líneas. Por tal motivo, agenciar, implica, “Dos afirmaciones filosóficas: una teoría de la relación y de la composición, y, por otro lado, una ontología del devenir y del deseo” (Heredia, 2002, p.22).

Entendiendo al deseo como aquello que posibilita nuevas conexiones, vínculos y encuentros[5], “siempre tendremos estos dos ejes, una de la relación y otra del proceso, una de la composición y otra del movimiento, una de la disposición y otra de la acción” (Heredia, 2002, p.22).

Teniendo en cuenta esta definición, y continuando con lo escrito hasta aquí acerca de la configuración institucional de la vida cotidiana, podemos agregar que las instituciones constituyen en su articulación agenciamientos. Es decir, entendiendo a las instituciones en términos concretos u organizacionales se producen entre ellas conexiones que van articulando un territorio por donde los comportamientos se establecen. Se producen articulaciones de segmentos, constituidos por heterogeneidad de factores que van a incidir en determinadas modalidades de usar, estar, vincularnos y afectarnos a nivel corporal. Si entre las organizaciones se van generando conexiones de líneas duras o segmentos que remiten a todo un articulado de pautas, reglas, disciplinas, criterios de acciones, en fin, una determinada racionalidad de procedimientos y pensamientos, podemos decir, que la sociedad implicaría un conjunto de multiplicidades de agenciamientos por donde los cuerpos se constituyen a la vez que forman parte de ellos. Conformando lo que Guattari y Deleuze (2006) denominan agenciamientos colectivos de enunciación y agenciamientos maquínicos de efectuación. Y un ejemplo de denuncia de tales agenciamientos sobre el cuerpo en la modernidad lo encuentran en los gritos poéticos de Artaud al insistir el robo del cuerpo[6].

El cuerpo robado, continuando con nuestro análisis desde las multiplicidades, no sería solamente un delirio individual, privado y de asuntos personales. Sino que estaría denunciando y enunciando agenciamientos colectivos de enunciación. Agenciamientos constituidos por relaciones de poder, dimensiones políticas, sociales, bélicas, económicas que organizan al organismo de modo tal que las energías y potencias corporales sean útil en la conformación de la maquinaria capitalista. Tal maquinaria requiere de nuestra disposición corporal. Corporalidad disponible que organiza, entre otras instituciones, la escuela. (De la cual, en el siguiente capítulo, se hará una explicación)

Sintetizando, podemos decir que el material, la materia a partir del cual el sujeto adviene es a través del cuerpo. De una corporalidad atravesada y constituida por un conjunto de ordenamientos, pautas, normas, juicios de valor. Tal conjunto, conformará campos de saber y regímenes de poder, prácticas y discursos constituyentes de las líneas duras. Siendo en la articulación de tales segmentos donde se constituirán los agenciamientos. De este modo los cuerpos forman parte del agenciamiento, “del conjunto de heterogéneo”. (Heredia, 2002, p. 15).

Los cuerpos desde edades muy tempranas son cuidados, educados, protegidos, acunados, agrupados de determinada forma. Maquinados o generados con ellos agenciamientos maquínico de afectación. -La cuna, el andadero, los juguetes, las sabanas, de tal forma, de tales materiales con tales colores, dibujos y aromas-. Por los cuerpos se conectan enunciados que atraviesan la historia, y por el territorio, -no solo del barrio en el cual uno nace, mejor dicho, en el contexto en el cual uno nace- atraviesan discursos provenientes de dimensiones naciones, internacionales y mundiales. Enunciados desterritorializados que llegan a la cuna del recién nacido/a y desde allí moldean modos de sostén, cuidados, etc. Dando cuenta con ello lo que Deleuze (1990) afirma acerca de que el enunciado se encuentra agenciado colectivamente. Tiene sus raíces sociales e históricas. Así mismo, dirá que el individuo en su soledad se encuentra poblada, la emisión de enunciados del individuo remite a enunciados colectivos, como dice Guattari: “Mundiales y cósmicos”[7] (1990, p. 34).

Estas relaciones de elementos heterogéneos atravesando los cuerpos agenciados a ciertas capturas pueden analizarse en distintas instituciones, no solo en el ámbito familiar que rodea al recién o la recién nacida. Supongamos la escuela moderna que podemos denominar en sintonía con otros autores/as como “la máquina de educar” (Dussel, Pineau, Caruso, 2016). Tal máquina, como toda institución de secuestro, trabaja sobre los cuerpos de determinada manera. Incide sobre sus movimientos, pauta sus posturas y posibilidades, potencia o disminuye sus vínculos, regula actitudes, pensamientos, fantasías y deseos. Estratifica una trama homogeneizando y capturando las posibilidades diversas, deseantes y a veces divergentes en un segmento molar que modeliza las conductas. Es decir, sobre los cuerpos sujeta un segmento, o, mejor dicho, segmenta los cuerpos a un modelo que constituirá un modo de conducirlos y educarlos.


El segmento escolar


Podemos entender a la escuela a partir de lo que se denomina el orden escolar (Milstein/Méndez, 2017). Práctica y organización que articula lo social en sentido amplio o macro con lo escolar en sentido molecular o microfísico. Del orden social al orden escolar toda una “maraña de líneas” (Deleuze, 2006, p. 2014) agenciadas, agenciando enunciados y afectando a los cuerpos. Aprendiendo a estar ordenados y ordenando el espacio escolar, -espacio cuyo orden responde desde su origen a discursos médicos, psicológicos y militares-, (De la Vega, 2007. Dussel, 2006), se aprenderá a estar ordenados en la vida social en sentido amplio o general.[8] Así mismo, en la constitución del orden escolar enunciados y cuerpos agenciados irán constituyendo desde la niñez al adulto normal y normalizador, adaptado y adaptador, controlado y controlador.[9]

En otras palabras, se entenderá al segmento escolar desde el sujeto que se tiene como ideal, desde los cuerpos siempre intentando disciplinar y ordenar, desde la “vigilancia jerárquica” (Narodowski, 2007, p 76), y desde la histórica e intensa relación escuela-familia.

Un segmento duro que conforma la dinámica escolar es el que sujeta los cuerpos al orden escolar. Lo que Milstein y Mendes (2017), denominan: La escuela en el cuerpo. En término deleuzeano implicarían los procedimientos que, frente al cuerpo sin órganos, ante el cuerpo intensivo y vital sin direccionalidades en cuanto a su forma y funciones, la escuela, con sus líneas duras, lo estratifica. Hacen del cuerpo “un organismo (…) se les organiza según el principio del rendimiento de las energías útiles, de las energías del trabajo” (Deleuze, 2005, p. 202). Desde allí, desde eso “locos bajitos”, y desde la materialidad corpórea agenciada en determinada forma y funciones, comienzan un lento y largo proceso que generará efectos que tienen extenso alcance en la vida de nuestra especie.

La escuela[10] como organización y establecimiento comenzará sus operaciones sobre la materialidad corpórea. Los alumnos/as son ordenados/as, vigilados/as, sancionados/as, educados/as, disciplinados/as, cercados en tiempo y espacios, homogeneizados, recorriendo gradualidades, y recibiendo pautas y valores, (diferentes según género, edad, capacidades cognitivas, etc.), limitaciones y libertades, y, por sobre todo, silencio y respeto al adulto. Conformando de este modo con tales regulaciones, -disciplinamiento, segmentos y vectores por donde las conductas y los cuerpos pueden/deben transitar-, a “la escuela como máquina de educar” (Dussel; Caruso; Pineau; 2016).

En tal máquina de educar, la vigilancia jerárquica conformará otro de sus segmentos donde el ojo panóptico que todo lo ve tendrá integrantes que sancionarán de no cumplir ciertas normas. Las disciplinas y las sanciones, las recompensas y los premios, no solo serán destinados a los alumnos/as desde el sector docente. Sino también al docente desde la dirección, que, a su vez, tendrá desde su superior a la supervisora que será vigilada por la supervisora provincial y así hacia arriba… Del niño/a al docente del docente al supervisor (Narodowski, 2003). Se conforma de este modo un agenciamiento, podemos decir un aspecto de este. Pero el agenciamiento también implica otras líneas, o la posibilidad de trazar otras líneas con nuevas intensiones, intensidades y umbrales. Con posibilidad de empujar el segmento y abrir, como dice Deleuze, “una puerta trasera” (Delueze, 1990, p. 39), distinta, imperceptible quizás, pero intensa. Y la “lima” comienza a limar el estrato rígido y duro del segmento. Una niña, por ejemplo, puede llegar a decir: “La escuela no me gusta, o no me gusta tanto, porque me aburre”. Lleva y empieza asistir a la misma con su pequeño tesoro, su juguete, su ritornelo. Dinamizándose cierta “pulsión nómade” (Fenoy, 2006, p.76) que busca sus trazos por fuera del rígido segmento. Y en más de un momento en el que hay que estar con el cuerpo como se “debe estar”, usa sus juguetes y crea, juega, imagina, se divierte y aprende nuevos movimientos.[11] Se sabe también que allí donde pequeñas líneas se abren, el poder del segmento buscará cercarlo, y se enunciarán nuevos discursos sumamente siniestros pero tranquilizadores para el otro segmento de la escuela: el adulto, la maestra.

El maestro/a, vinculado con las llamadas prácticas y discursos “psi” -vínculo establecido históricamente (Dela Vega, 2007)- ya tienen preparados en sus manuales normativos, rótulos y enunciados para tales niños/as: “trastornos desafiantes y oposicionistas” o “déficit atencional” o “TDH”. Vinculado a esta nosografía psiquiátrica otros segmentos sujetarán no ya el cuerpo sino su encéfalo al fármaco, al “crono-fármaco”[12], bloqueando “y controlando el devenir y la diferencia” (Lazzarato, 2017, p. 93) De este modo, se ensambla la heterogeneidad de elementos y factores conformados por dimensiones sociales, institucionales, políticas, educativas, subjetivas, biológicas, farmacológicas y científicas constituidores de un agenciamiento[13]. El segmento duro del agenciamiento que, al decir de Lazzarato, “tiene como función impedir toda bifurcación, quitarle al acto, la conducta, al comportamiento, toda posibilidad de variación, toda imprevisibilidad” (2017, p. 92).[14]

A partir de que los cuerpos fueron estratificados o atravesados -entre otros segmentos- por la línea dura del segmento escolar, se conformó un cuerpo social constituido por subjetividades que disciplinadas y reguladas cercó a las mismas a vivenciar y existir de una determinada manera, más o menos similares, más o menos homogéneas, como en la escuela. Se aprendió el deber ser, se aprendió a reproducir/se la culpa y la moral y el ritmo social[15]. Se enquistó en el cuerpo un solo y único tiempo: El tiempo cronológico. Temporalidad que estableció que días de la semana podrán no trabajar, que días del mes vacacionar, cuando comer o alimentarse y cuando estar de ocio, en qué momento salir a comprar y cuando sujetarse a no salir, etc.[16] Con el atravesamiento de estas prácticas, valores y significaciones conformaron y conforman al sujeto escolar. Se unificó a un sujeto desde un modelo de hombre que tuvo en un principio a la figura del médico como referente y con él sus valores, principios y atributos. La figura del médico como hombre blanco, trabajador, adaptado, higiénico y responsable funcionó como modelo y figura. (De la Vega, 2007. Korinfeld, 2003).

Es como si la escuela dijera: “Dame (o al revés yo- discurso medico hegemónico- “te daré”) la imagen ideal de sujeto”, esto es, el modo, su forma, su ser y personalidad, sus valores y aspiraciones. Y en la escuela se estratificará al cuerpo, se significará al sujeto y se lo conformará según el modelo propuesto. Para ello, se introducirá el cuerpo a la escuela y la escuela en el cuerpo. Pero cuando no se lo esté logrando te daré- a la medicina/neurología/psiquiatría, por ejemplo- el cuerpo para que circule por otras instituciones u otras estratificaciones. De este modo, en tu cercanía, en tu terreno y utilizando desde allí tus agenciamientos hagas algo con él”. Para ello, entra en funcionamiento uno de los mecanismos con lo que articula la escuela con otras instituciones vinculado a la salud, como lo es la derivación. La misma, algunas veces hace de puerta giratoria y otras de puente. Para no decir de frontera que se separan y se cierran hacia otras instituciones.

Entre el adulto normal y el niño/a escolar, los une el presente y el porvenir. Hacia el futuro de ese niño/a aspira la educación. El niño/a escolar es y será el adulto social del mañana. El modelo a seguir y el modelo ideal a lograr y alcanzar. El segmento por medio del cual se une el modelo del sujeto y el sujeto escolar en conformación[17] es el orden. Significante que remite al cuerpo, mejor dicho, remite al modo como se debe dinamizarse con el mismo en el espacio y en el tiempo escolar.

El y los enunciados que remiten al orden escolar dictaminan, por un lado, el circuito de los cuerpos escolares entre la escuela y el hogar. Los cuerpos van de la casa a la escuela y de la escuela a la casa. Configurando con ello, una nocion de niñez delimitada y cercada en tales instituciones. Entre ambas instituciones se conforman el exterior que también debe estar cercado, estableciéndose un exterior alambrado. Por otro lado, al interior de la escuela, todo un paquete de líneas que indican cómo, cuándo y por dónde se puede y en qué momento andar, mover y circular[18]. El paquete de líneas que segmenta a los cuerpos escolares, delimitando sus potencias y posibilidades, se trasladó y traslada a la familia. Allí también el orden corporal- posibilitado por los mecanismos disciplinarios que atravesaba a las instituciones- será instruido. Entre ambas instituciones, al decir de Narodowski, se conforma otro segmento, se establece allí una relación de alianza.[19] (Narodowski, 2014). De este modo, por intermedio primeramente de estas instituciones (en la que sin embrago desde temprano la atraviesan y la van dinamizando discursos de otras instituciones), y luego por el atravesamiento de otras, (desde instituciones donde el sujeto comienza a trabajar, o instituciones carcelarias, o lo que enuncian los medios de comunicación, o las que remiten al ocio y recreación), conforman, podríamos decir, un gran escenario que busca generar el mismo efecto en los cuerpos: el orden.[20] A través del orden escolar y el orden social se conforman el gran agenciamiento colectivo de enunciación y de efectuación. Efectuando los cuerpos a los enunciados dominantes que circunscriben sus formas y posibilidades. Como dice Deleuze: “Estarás organizado sino serás un depravado, significarás y serás significado (…) de lo contrario será un peligroso desviado, serás subjetivado, es decir fijado, tu lugar será asignado…de lo contrario serás un peligroso nómada”[21] (2015, p. 209). Organizado, significado y subjetivado, tres estratos que la dinámica escolar instaura para hacer del niño un alumno y de este un futuro ciudadano.

Por otro lado, lo molecular entendiéndose como lo micro, a lo molar como lo macro, se darían similares procedimientos de captura[22]. Siendo, por sobre todo, desde la microfísica escolar donde comenzaría a operar en los cuerpos la estratificación. Dinamizándose todos los aparatos de captura, todas estratificaciones posibles, todas las sutiles medidas, que remiten al cuerpo pero que se asocian también otros estratos. Desde la “voz suave” de la maestra, hasta el grito enfurecido de la directora que enuncian que se puede decir, que palabras prohibir, en que voz y tono hablar, como significar los tratos, las relaciones, los gestos, los rostros, las señales y signos. Como los signos significan determinadas cosas y no otras, como lo signos remiten a significados dicotómicos, como se significan determinados actos, el modo de entender ciertas tecnologías como los útiles y el cuaderno –“un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”.[23]. Entre ambos niveles y dimensiones -macro y micro- los agenciamientos colectivos de enunciación programan, agrupan y organizan lo enunciable. Siendo los agenciamientos colectivos de afectación lo que procederán a la ordenación, el control y la represión del individuo como de la población escolar.


Los fuera del orden


Sin embargo, por otro lado, se deslizan los bordes, las fugas, las desterritorializaciones, los desprevenidos/as, los enfermos/as, locos/as y vagabundos/as devienen a su modo, individual como colectivamente. Arman, aman y devienen en su cielo, en su tierra, más desprotegida quizás y más apestada. No obstante, lo arman a su modo, a su antojo, a sus deseos, por fuera del ojo despótico del poder. Ojo despótico que desde el imperio expande y expone sus modelos de sujeto, de orden, a las periferias. Así mismo, allí donde el insistente despotismo opera, también, a la misma vez, en una sociedad y en las escuelas siempre algo huye. Siguiendo las líneas del devenir -que conforman el agenciamiento- podemos decir que los nuevos agrupamientos de mujeres en sus mutuas afectaciones estarían afirmando nuevos modos disidentes, distintos y heterogéneos al modo como se instituyó cual debía ser el modo de vincularse con sus cuerpos. Así mismo, por otro lado, y a la misma vez, un indio o varios resisten aún a su exterminio, otros se afectan con ellos, se potencian, se unen, se encuentran, se cruzan y entrelazan sus deseos, conformando así máquinas. Verdaderas “máquinas de guerra”. (Deleuze, 2000, p. 146). “Fugas que recorren y agitan el cuerpo social” (Fenoy, 2008, p. 95) Pero allí mismo el Estado, articulado con los grupos hegemónicos, empresariales y normativos, con sus aparatos represores, sus “maquinas burocráticas” cortarán, desconectarán, reterritorializarán las aperturas deseantes [24].

De este modo, mujeres, niños e indios trazan la posibilidad de una nueva mutación. Indio, mujer y niño no son unidades, son todo lo contrario al yo/ego despótico unificador y homogeneizador. Se conforman como devenires que sueltan intensidades por fuera del marco normal y de las pautas de la lógica del pensamiento mayoritario. Tal pensamiento, como decimos, implanta su poder, su razón para corregir, cercar, limitar todo lo que abre. Deleuze (1990) dice: mujer, niño, indio, gitano ya no son personas sino vientos. El viento como aquello que afecta, lo que afecta empujando, desplazando el rígido segmento. Potencia. Como dice el poeta: “como el viento que viaja sin parar”.


Línea abierta a la conclusión


Comenzamos este escrito con la explicitación de un modo de pensamiento que tiene en la definición de lo Uno, de la unidad y la mismidad el poder de haber expulsado un territorio donde fue ubicada y construida la otredad. A ese otro, cargado con todos los valores que estaban por fuera de la luz de la modernidad, restaba su lugar como lo oscuro, lo peligroso, lo anormal, como así también lo desigual y lo inferior. Este modo de pensar, el pensar de un modo en la cotidianidad instaura la materialidad de su lógica. Lo cual implica que las instituciones, los vínculos y los comportamientos que se despliegan estén ancladas en este pensamiento. Siendo la noción de multiplicidad lo que estaría denunciando que tal modo de pensar cerca y obstaculiza todo lo que se abre por fuera de su unidad. Limitando comportamientos y vínculos, vínculos y comportamientos que de estar o pertenecer al terreno de lo otro se encuentra en condiciones de inferioridad y desigualdad.

Por otro lado, las nociones de agenciamiento, líneas o segmentos e instituciones atravesando el campo de la vida cotidiana y de la cotidianidad de la dinámica escolar fueron utilizadas con la idea de continuar pensado un objeto de estudio de la psicología social como lo es la relación de las personas con el medio social en el cual se desenvuelven sus prácticas cotidianas. Vida cotidiana que son dinamizadas por instituciones y relaciones de poder. Pero también, por el poder de las relaciones, de los encuentros y conexiones que posibilitan generar pensamientos y prácticas por fuera de la lógica dicotómica que instaura el pensar que continúa teniendo a la unidad como el fundamento que determina las esencias de las prácticas y conductas individuales y sociales. Pensar por fuera de esta lógica, creemos, es uno de los recursos que tienen Deleuze y Guattari para dar cuenta de cómo Occidente, con sus agenciamientos de segmentos duros, delimita una dimensión que aparta todos aquellos cuerpos y conductas que no responden al modelo. En tal sentido, la noción de multiplicidad posibilita abrir posibilidades de vidas, ya no guiadas por el modelo, sino movidas y guiadas en sí mismas y por fuera de él. Así también, esta noción relacionada con los agenciamientos posibilita dar cuenta de la multiplicidad y la heterogeneidad de factores y actores, dimensiones y esferas a través del cual nuestros cuerpos y comportamientos se van subjetivando. Subjetividad que, al ser producida en agenciamientos, es entendida como un proceso y en un movimiento generado en tales relaciones.

Por lo analizado hasta aquí, las nociones desarrolladas -agenciamiento, relaciones de poder, multiplicidades- nos sirven como herramientas para analizar categorías de la psicología social como el vínculo, los comportamientos y la subjetividad. Entendiendo, a su vez, a la psicología social atravesada por nuevas dimensiones ante las cuales será necesario continuar pensando para intentar ir dando cuenta de las condiciones complejas y cambiantes de los actuales modos de vida. A la vez que posibilitar pensar en nuevos recorridos, comportamientos y estilos existenciales.[25]


Referencias


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Deleuze, G. (1990) Diálogos, Pretextos. Valencia.

2015. Derrames entre el capitalismo y la esquizofrenia. Cactus.

Deleuze, G. Guattari, F. (2006) Mil mesetas. Pretextos.

De la vega, E. (2009). La intervención psicoeducativa. Noveduc.

Dussel, I. Pineau, P. Caruso, M. (2016). La escuela como máquina de educar. Paidós.

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Fenoy, B. (2006). La escritura y sus sombras. Alción editoras.

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Foucault, M. (2008). Tecnología del yo. Paidós.

Heredia, M. (2012, 6 de julio). Dispositivos y/o Agenciamientos. Contrastes,19, (1). 83-102. https://revistas.uma.es/index.php/contrastes/article/view/1080/1023

Lazzarato, M. (2017). Políticas del acontecimiento. Tinta Limón Ediciones.

Milstein, D. Méndez, H. (2017). La escuela en el cuerpo. Miño y Dávida.

Narodowski, M. (2015). Infancia y Poder. Aique Educación.

Perlongher, N. (2006). Prosas Plebeyas. Colihue.

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Korinfeld, D. (2016). Entre adolescentes y adultos en la escuela. Paidós.

Kohan, W. (2004) infancia entre educación y filosofía. Leartes.

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Leone, M. Corvalán, A. (2013). Psicología Educacional en el contexto de la clínica socioeducativa. Encuentro entre la psicología educacional y el movimiento institucionalista. (pp. 52-69) Nueva editorial universitaria.

Zabala, S. (2016, noviembre) miedos: el enemigo interior. Actualidad psicológica, 475. p 21-24.

 

 



[1] “Podemos decir que el poder disciplinario fabrica cuerpos sujetos, fija con toda exactitud la función sujeto al cuerpo, solo es individualizante en el sentido de que el individuo no es otra cosa que el cuerpo sujeto…el poder disciplinario es individualizante porque ajusta la función sujeto a la singularidad somática por intermedio de un sistema de vigilancia y escritura (panoptismo) que proyecta por detrás de la de la singularidad somática, como su prolongación o su comienzo, un núcleo de virtualidades, una psique, y establece, además, la norma como partición y la normalización como prescripción universal para todos esos individuos así constituidos” (Foucault, 2007, p.77).

[2] Lo que Ana María Fernández (2008) acentúa como diferencias desigualitarias.

[3] Tal dicotomía no solo se presentaría con respecto al objeto de estudio, sino también en el proceder de las formas de dar cuenta de los sucesos psicosociales. Visible por ejemplo en el actual debate acerca del proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Los medios hegemónicos de comunicación vienen encajando el debate básicamente desde una imagen del pensamiento que dicotomiza: “vida o muerte”. Cercando la temática básicamente a una dimensión biológica, tapando y ocultando dimensiones económicas, sociales, políticas, filosóficas, de edad, de género, de raza, etnia etc.

[4] En términos de lo que los autores conceptualizan, políticas de deseo, implicaría lo que ellos denominan revoluciones moleculares, las diversidades de movimientos, comportamientos, tendencias, inquietudes, deslizamientos disidentes, distintas, heterogéneas a lo que exige el comportamiento que respondería a la subjetividad atada y cercada al modelo, a la subjetividad modelada en el pensamiento mayoritario o hegemónico. Por otro lado, en términos de lo que podríamos llamar procedimientos de investigación, o de racionalidad de indagación, implicaría problematizar los fenómenos, los sucesos o dimensiones de análisis en el entramado o anudamientos complejo de factores de diversas líneas. Lo opuesto al proceder en una lógica positivista, unidisciplinaria que dicotomiza la realidad en sujeto y objeto. Al contrario, desde un proceder esquizoanalítico o cartográfico, se procede mediante articulación y conexión de variables que complejizan lo que se indaga. Ellos hablan de una ciencia rizomática, debido a que articulan en la temática que se indaga factores o líneas políticas, literarias, biológicas, culturales, económicas, etc. Pero no con la tendencia de querer arribar a una gran totalidad de lo que se indaga, pero si para no reducir el análisis desde una única unidad o para llegar a una unidad.

[5] El deseo como producción Deleuze/Guattari lo estarían oponiendo al Deseo como falta de Freud/Lacan. (Fenoy, 2006).

[6] “nos han robado el cuerpo” (Artaud, 2009, p. 34).

[7] Como en lo sucedido en una de las “multiplicidades dramáticas” realizadas en unos de las comisiones del trabajo práctico de la asignatura Psicología Social realizada en el 2016, en el cual una estudiante finaliza las actuaciones lanzando un ruido que simbolizaba el estallido de una bomba. La bomba no es solo de ella, de sus secretos internos, de su imaginación. En ella inter-vienen dimensiones que responden a lo social, lo político. Se encuentra implicadas variables económicas, políticas y sociales. responde a una variedad de factores. Desde sucesos cinematográfico, hasta acontecimientos bélicos, históricos como actuales. sucesos que acontecen en la actualidad en un barrio, en la provincia, en el país como en el mundo.

[8] La relación entre el orden escolar y el orden social no es sencillamente una relación escalonada de lo general a lo particular o de lo marco a lo micro, lo que une y vincula ambas dimensiones “están significados según un mismo arbitrario cultural dominante (…) sobre esta base se retroalimentan y potencian recíprocamente” (Milstein/Méndez, 2017, p. 136).

[9] Si el ciudadano adulto estatal creo la escuela y la infancia, ¿hoy, que escuela están creando las niñeces?

[10] Si en la niñez, se aprende que hay que ir de la casa a la escuela y de la escuela a la casa, de adulto se rezará de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Segmento que estratifica una vez más los vínculos, los paseos y el circuito social. No se desconoce en tal frase de Perón sin embargo el logro y el papel del Estado de cumplir con los derechos s los ciudadanos/as de tener vivienda digna y trabajo.

[11] Otra dimensión que configuró a la moderna escuela, fue la relación dicotómica entre adultos y niñez. Siendo, el rígido segmento de la edad, la marca que separa entre ambos (Narodoski, 2015). Con la edad se adosará al cuerpo de la niñez una serie de adjetivos que limitan, cercan y definen las posibilidades que pueden desplegar. Las niñeces definidas en el segmento rígido de lo infantil, lo inexperto, lo irracional, lo inocente hace que su participación y protagonismo en la vida pública quedará siempre en una marcada relación de poder donde será el adulto quien decida y ejecute por ellos/as. La escuela como proyecto político del adulto hacia la niñez (Narodowski, 2015), se constituirá como institución que en complementariedad a la institución familia que reforzará y naturalizará esta construcción de las niñeces como heterónomo del adulto. Tal saber, parece ser el que la modernidad escolar configuró sobre las infancias. Aquel que remiten a la misma su carácter de seres incompletos. De seres incompletos, en falta, marcados por la carencia natural y estructural que, luego en el recorrido escolar y de la mano del adulto, se irán completando. Es decir, a partir de que a la niñez se lo definió desde lo que no tiene, de su carencia y falta, la escuela y con ellas los adultos, se encargarán de completarlos. Kohan (2004), sostendrá al respecto, que la infancia como concepto moderno ha sido ubicado en un ámbito de inmovilidad y pasividad. Quizás por la concepción que estamos desarrollando en su carácter de incapaz, inmadurez, etc. Este segmento dicotómico establecido por la edad y con ella la incapacidad, la inocencia y la inmadurez del lado de la niñez, y por el otro, el adulto racional que puede capacitarlo, llevarlo al estado de madurez y retirarlo de su inocencia puede ser problematizado con la idea que “pensar con” que sostiene Deleuze (1990) en el libro Diálogos. Pensar con y entre los segmentos dicotómicos para dar lugar así al protagonismo infantil que cuestiona la noción moderna de infancia sustentado en el adultrocentrismo. El pensar con, como lo contrario a pensar sobre. “Con”, abriría la posibilidad del protagonismo de las niñeces e intentar ir buscando los medios y los modos, que ayuden a generar alianzas, encuentros y potencias. Alianzas que no definen de antemano que hay que ser o tener, sino que en la potencia de los encuentros permitan ir pensando con, haciendo con. Generando de este modo lazos que posibilite relaciones más justas e igualitarias y, por tanto, menos jerárquicas y violatoria de posibilidades y derechos. Para intentar así, que se posibiliten, la potencia de nuevos agenciamientos. Un pensar con para que lo nuevo y lo no sabido surja, para que en el encuentro de las generaciones o los vínculos intergeneracionales predominen encuentros políticos o micropolíticos que posicionen al vínculo entre las generaciones como potencia en la creación de lo que se considera lo más justo para todxs.

[12] Resulta necesario situar la categoría de las líneas duras y segmentarias por sobre todo en la conformación de la moderna escuela. En nuestra contemporaneidad, denominada posmodernidad, “la liquides” del mercado (Bauman, 2015), el desfondamiento de las instituciones al decir de Lewkowicz, (2016) o las instituciones estalladas como dice Ana María Fernández (2010), son marcas que dinamizan otras relaciones sociales e individuales. Constituyéndose nuevos mecanismos de subjetivación que operan en las instituciones. En el que la dura y férrea presencia de los mandatos y pautas escolares parecen ser sustituidos por la incidencia del fármaco. Lo que antes ordenaba la disciplina escolar y por sobre todo corporal, podría pensarse que ahora tras su “estallido” se han generado nuevas líneas de estratificación disciplinando mediante el fármaco y la medicalización. Sin embargo, así mismo aún hoy en las escuelas las estratificaciones o el modo como se ordena y se capturan las fuerzas, los cuerpos y las potencias tienen su actualidad. Quizás entre lo desfondado o estallado aún quedan procedimientos dinamizado por duros segmentos. El libro “La escuela en el cuerpo” de Milstein y Méndez (2007), es un ejemplo de esto último.

[13] No está de más aclarar que no toda revelación de un niño implica una línea de fuga creadora, como así tampoco no todo acto de ruptura del orden social es el germen de movimientos revolucionarios.

[14] Se podría hacer el paralelismo, entre la niña con su “ritornelo” se parece más al “rinoceronte” pronto a encontrarse Teseo/ hombre adulto disciplinado, dueño de la razón, el poder y del conocimiento. Adulto que buscará los medios, el hilo de la razón que se agencia en el medicamente para cercar y estratificar en el deber ser a las conductas de la niña. O, en términos Nietzscheanos, la moral del camello que recae sobre el devenir niño o el juego del mismo.

[15] En términos de Kohan, una de las dimensiones en la que la escuela conforma la experiencia de sí remite a la moral. “aquello que es posible juzgar de sí, según las normas y valores dominantes” (Kohan, 2004, p. 92). En otros términos, “su necesaria contribución de las instituciones escolares al deber ser del orden social” (Leone, 2013, p. 63).

[16] Es preciso remarcar que los vectores señalados se dinamizan y vivencia de modo distinto según factores o línea molares como la clase social, el género, la edad, la etnia, el país, etc.

[17] La pedagogía moderna, al decir de Narodowski, produce a la infancia a partir de considéralos como “cuerpos débiles, ingenuos, manipulables, en formación” (2007, p.25)

[18] A la misma vez que no siempre el estudiantado se mueve, se desplaza y circula como indica la maestra y con ella el sector adulto de la escuela.

[19] En la actualidad se vuelve necesario repensar la categoría de infancia que se configuró en la constitución de la escuela moderna. Puesto que otras variables dinamizan el escenario psicosocial, y otras infancias con otras cualidades se van constituyendo. Además, si bien la lógica dicotómica insiste los segmentos duros y rígidos, por otro lado, parecerían haberse vuelto líquidos. (Bauman, 2015)

[20] “la producción social de los sujetos a través de la corporación de las convenciones culturales dominantes, y en particular de lo producción social del alumno a través de la inscripción de la cultura institucional en el cuerpo del niño, bajo la forma del “orden escolar” (Milstein/Méndez, 2017, p. 35).

[21] “se trata de la construcción social del cuerpo de los niños como parte de la constitución de sujetos adaptables a una estructura social que, ya adultos, los interpela y los convoca desde un sentido del orden previamente inscripto en sus cuerpos, como una de las condiciones necesarias de la reproducción social” (Milteisn/Méndez, 2017, p. 137).

[22] Podemos pensar a nivel macro social que los discursos que producen y reproducen en los medios de comunicación estaría indicando similares procesos de órdenes corporales en otros circuitos sociales. Indican, aconsejan y acorralan por donde se puede andar, en que momento, que sucede si “andas por allá o por ahí”, solo, de noche, delimitando de un determinado modo la circulación. O, desde otras perspectivas, qué medidas tomar para la higiene, que productos usar, comprar, consumir, etc.

[23] Los puntos de significancia que refería Deleuze (2015) en la estratificación social de los individuos.

[24] Como dice Deleuze y Guattari (2006), un agenciamiento implica también un territorio, movimientos de desterritorialización o líneas de fuga y movimientos de reterritorialización u operación de segmentos o estratos duros. En el ejemplo que estamos citando lo podemos pensar como el territorio de los indios que quieren ser despojados, y la lucha y resistencia de ellos de construir y trazar una línea de fuga y de desterritorialización al segmento duro que le imponen, al territorio que le roban y los maltratos a lo que son sometidos.

El y los poderes disciplinan y no solo a ellos, sino que con ellos a toda la sociedad. Reterritorializan aquellas personas y colectivos que buscan acciones que posibiliten movimientos desterritorializantes. Por ejemplo, la situación de Santiago Maldonado uniéndose en el afecto de luchar por la situación de opresión hacia los indios. Desterritorializándose con ellos, es decir no querer ser, vivir, existir según el territorio existencial que le otorga los poderes a él como al colectivo. En su búsqueda de lo nuevo, se opera, desde el Estado con el segmento duro, y con ello le dicen a la sociedad mediante los medios de comunicación “Esto sucede cuando se agrupan, se afectan, se entrelaza el deseo emancipatorio, quédense musa y en sus hogares y ámbitos privados y nada les pasará”.

[25] En las últimas producciones de Guattarí utiliza el concepto de “ecosofía” como la forma por la cual la subjetividad reinventa diariamente su forma de ser. Construye “un estilo de vida cual obra de arte, una estética de la existencia, profundamente ligada a la vida diaria y al quehacer político a través de una revolución molecular en la forma de vivir” (German Gil Claros, 2011, p. 2).