Problemas filosóficos Esther Díaz Arandu /
Editorial Biblos. 2017 ISBN
978-987-691-604-2 Alejandra Gabriele Universidad Nacional de
Cuyo aalegabriele@gmail.com |
Reseñar un libro de Esther Díaz implica dar cuenta de una
multiplicidad de experiencias: la de la propia autora escribiendo en el mismo
movimiento en que se deja interpelar, seducir y atravesar por las diferentes
problemáticas filosóficas trazadas por mujeres y hombres en distintos tiempos y
lugares, y la mía como lectora de ese entramado de pasiones, ingresando en los
diálogos filosóficos en clave Esther Díaz.
Antes de comentar algunos aspectos del libro, voy a
detenerme en qué significa ingresar a territorios filosóficos en clave Esther Díaz. Clave, del latín clavis, suele ser traducido como llave, aquel dispositivo o conjunto de
signos que permiten ingresar a un espacio restringido, prohibido u oculto. En
el campo de la música, las claves (de sol, de fa) permiten ubicar al intérprete
en la tonalidad de una pieza musical, utilizando las posibilidades de
asociaciones armónicas entre las notas, los espacios y las líneas del
pentagrama. A partir de estos sentidos podemos decir que la clave Esther Díaz supone una serie de
estrategias y sugerentes tonalidades que nos permiten ingresar a aquellos
territorios filosóficos no frecuentados por la tradición que se ocupa en pensar
la conciencia, la presencia y las verdades trascendentales. En otro registro tonal, la clave Esther Díaz consiste en pensar filosóficamente en los límites
de la vida y en el filo del presente, transitar las dimensiones del error y lo
impensado, desocultar la urdimbre histórica desde la que se construyen sujetos,
saberes y verdades.
Ahora que encontramos el tono para explorar la obra, comencemos por la tapa del libro: la
fotografía de la instalación artística “Zapatos rojos” de la mexicana Eliana
Chauvet evoca la ausencia de tantas mujeres provocada por la violencia
machista. Tomando esta imagen como una de las entradas posibles a Problemas filosóficos podemos asistir al
despliegue que produce Esther Díaz a partir de una obra de arte: enlaza una
lucha de nuestro tiempo contra los femicidios con el carácter nómade y fugaz
del arte contemporáneo. La fuerza simbólica de evocar la desaparición de las
mujeres sin ser representadas sino elididas en la puesta artística como
singularidad de nuestra época, en diálogo con otras obras de arte, otros textos
y otras epistemes, sin perder por un instante el rigor que suponen las
reflexiones estéticas.
Problemas filosóficos es una y mil puertas posibles de ingreso a conceptos y
experiencias filosóficas. El modo de transitarlo lo configurarán las
expectativas e inquietudes del lector. Puede leerse como si fuera una
introducción académica a la filosofía; un texto de consulta fragmentado en
conceptos, preceptos, imágenes; una excusa para adentrarse rigurosamente en los
territorios de la reflexión filosófica o un provocativo ensayo narrativo para
recorrer de principio a fin.
El índice da cuenta de los tópicos filosóficos siguiendo
el criterio con el que se organizan en los espacios curriculares de las
instituciones de nivel superior: I. ¿Qué es la filosofía?, II. Conocimiento,
III. Ética, IV. Estética, V. Antropología Filosófica, VI. Política y sentido de
la historia y Fragmentos para seguir pensando. Pero entre este orden
preestablecido, Esther Díaz genera las condiciones para hacer visibles otros
órdenes. Tomemos como ejemplo uno de los capítulos, bien puede ser el primero:
al seguir la lectura desprevenida de los apartados del capítulo I vamos
deslizándonos por temas tales como "La filosofía y el problema de la
verdad" … "Filosofía y cultura" … justo cuando comenzamos a
sentir esa comodidad que produce lo esperable irrumpe un apartado sobre
"Filosofía y dolor" que conmociona con la sola enunciación y convoca a pensar no ya desde las alturas de
las construcciones conceptuales abstractas sino desde la entraña misma de
nuestros sufrimientos y nuestra capacidad de resistencia y reinvención :
No hay que salirse del mundo de los vivos antes de morir.
Si hay vida y conciencia, hay que resistir con entusiasmo. Ante todo es
necesario valorarse a sí mismo. Los ánimos desvalorizados huelen mal: son
derrotistas, negadores de la vida, predicadores de la falsa resignación. (Díaz,
2017, pp. 27-28)
Y desde la intensidad del dolor se conecta el último
apartado del capítulo, que al modo de un contrapunto nos conduce por las
conexiones entre "Filosofía, ciencia, arte".
El cine y otras formas de arte, si bien por momentos se
constituyen claramente como objetos de reflexión filosófica como lo indican
algunos títulos de capítulos y apartados, también forman parte del lenguaje de
Esther Díaz. En cada tópico en el que se detiene el libro, se advierte ese
pulso vital de la cultura que se expresa a través de las obras de arte y se
oculta en el discurso científico, como un pulso indicador de pasiones e
incertidumbres en tensión constante con la fuerza de formalismos conceptuales
que pretenden ocultarlas. Este movimiento, esta cadencia en el filosofar,
transcurre de capítulo en capítulo pero generando las condiciones para que
acontezca la singularidad de cada problemática. Enlaza las cuestiones heredadas
de la tradición filosófica con las inquietudes que, desde el presente, remontan
a contracorriente la historia de la filosofía. Encuentra en la sucesión de las
continuidades de la conciencia, las discontinuidades y contingencias
históricas: biosaberes, los nuevos tiempos tecnológicos, las problemáticas de
género, tribus urbanas, despolitización de la política, la espera, las heridas
narcisistas… tiempos póstumos, esquirlas de las utopías modernas.
Al final del libro se encuentran “Fragmentos para seguir
pensando”, se trata de la voz de las y los intelectuales que aparecen
entramados en diferentes capítulos, aquí dejando que explayen los conceptos
convocados a través de sus escritos originales pero no para “… seguir pensando”
de una manera lineal, sino a partir de pistas que Esther Díaz deja disponibles
para otros vínculos posibles, teniendo en cuenta que:
La filosofía es pensamiento en construcción,
interpretación, tanteo, aunque exige rigor, dedicación, solidez argumental; sin
dejar de moverse mediante intentos no del todo completos. El pensamiento
filosófico se arroja a lo abierto y a la interrogación perpetua, en la medida
en que cada respuesta puede ser convertida en una nueva pregunta. (Díaz, 2017,
p. 31)
Como proponen Deleuze y Guattari (2002) en Mil Mesetas, en un libro no hay nada que
comprender, sólo saber con qué conecta, con qué hace máquina. Esa es la experiencia de lectura de Problemas filosóficos, Esther Díaz es
una gran constructora de conductos por los que podemos fluir como máquinas
deseantes y desprevenidamente circular con
y entre Aristóteles, Kant, Nietzsche,
Butler o Samaja (entre tantas/os otras/os) dependiendo de las intensidades y tonalidades en las que devenimos, y si
hacemos de la filosofía un leer despacio o un devenir danzante (Cfr. Díaz,
2017, p.11).
Deleuze, G. y Guattari, F. (2002) Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia.
Pre-Textos.
Díaz, E. (2017) Problemas filosóficos.
Arandu / Editorial Biblos.