Saberes y prácticas. Revista de Filosofía y Educación / ISSN 2525-2089
Vol. 7 N° 1 (2022) / Sección Artículos / pp. 1-13 /
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Filosofía en la Escuela (CIIFE),
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
revistasaberesypracticas@ffyl.uncu.edu.ar / saberesypracticas.uncu.edu.ar
Recibido: 29/05/2021 Aceptado: 04/03/2022
DOI: https://doi.org/10.48162/rev.36.047
Reflection Connected With Educational Space, About Human Condition. Cinema as an Approach Tool
Sara Leticia
Molina
Universidad
Nacional de Cuyo, Argentina.
saraleticiam@yahoo.com.ar
Resumen.
La
Antropología filosófica es el ámbito que enmarca
el tema que convoca esta
presentación. En el terreno filosófico el marco
teórico se apoya, primeramente,
en el pensamiento de Nietzsche teniendo en cuenta el estatuto que
asigna al
cuerpo. En segundo lugar, Rancière ofrece aportes en lo que se
refiere a la
relación polémica entre lo representable y lo
irrepresentable. En tercer
término, la guía es proporcionada por la crítica
cultural de Walter Benjamin,
quien procura revelar la influencia del cine en la masa que puede verse
a sí
misma en la pantalla. Desplazo el tratamiento del cine como recurso
útil al
plano educativo. Con este fin escojo escenas fílmicas donde
intento aplicar las
categorías y las determinaciones analizadas para ofrecerlas como
herramienta de
reflexión sobre la condición humana.
Palabras clave.
Condición humana, lo representable, lo irrepresentable, cine
educativo.
Abstract.
Philosophical Anthropology
provides the framework for the theme that this presentation calls for.
In the
philosophical field, the theoretical framework is based, firstly on the
thought
of Nietzsche, taking into account the status that it assigns to the
body.
Second, Rancière offers contributions regarding the
controversial relationship
between the representable and the unrepresentable. Third, the guide is
provided
by Walter Benjamin's cultural critic, who seeks to reveal the influence
of
cinema on the mass that can see themselves on the screen. I move the
treatment
of cinema as a useful resource to the educational level. To this end, I
choose
film scenes where I try to apply the categories and determinations
analyzed to
offer them as a tool for reflection on the human condition.
Keywords.
Human condition, the
representable, the unrepresentable, education cinema.
Cuando se
aborda la pregunta antropológico-filosófica como tema
educativo para
reflexionar acerca de la índole del ser humano aparecen
términos que presuponen
tomas de posición predeterminada en relación a este tema
a estudiar. Entonces,
se habla de “naturaleza humana”, “condición
humana”, “esencia humana”, “ser
parlante, sexuado y mortal”, etc. No me detengo en el devenir
conceptual de la
antropología filosófica. Haré una rápida
mención solo a las perspectivas que
conciernen al desarrollo de este trabajo.
Plantear la
inherencia de lo humano desde la expresión “naturaleza
humana” es, desde el
principio mismo, conferir a este ser viviente atributos propios,
específicos,
como son los caracteres específicos de los reinos animal y
vegetal, pero en una
separación abrupta respecto de estos dos atributos que
determinan un reino
espiritual e intelectual superior e independiente de los anteriores.
Empero, diversas
perspectivas filosóficas desmienten y rechazan esta
concepción antropológica.
Esta concepción se condice con el derecho a dominar, expoliar,
devastar la
naturaleza animal y vegetal que el sistema capitalista se ha adjudicado
desde
sus inicios. Sabido es que los pueblos originarios se consideran parte
de la
naturaleza avasallada, no se ven a sí mismos en una
relación de exterioridad (Descola en Paredes,
2020). Ellos no se
consideran poseedores de una esencia o una naturaleza totalmente
diferente de
la del resto de los seres vivientes. Philippe
Descola afirma que el concepto de
naturaleza es occidental; en muchos pueblos, esta idea no existe:
“La palabra
naturaleza no tiene traducción en chino ni en
japonés” (Descola en Paredes, 2020).
Sin
embargo, ya en el siglo XIX, Karl Marx, en el marco del evolucionismo y
del
positivismo, pero en una postura crítica de estos paradigmas,
rechaza la visión
tradicional tildándola de ideológica y postula que el
individuo es parte de la
naturaleza y realiza su humanidad socialmente.
Y a fines
del mismo siglo Friedrich Nietzsche lleva a cabo la crítica
radical de la
cultura occidental, a partir de la cual sienta sus tesis sobre la
condición
humana. Según una de ellas, el hombre es un animal no-fijado, no
definido. Con
esta tesis reafirma la base animal sobre la cual la humanidad se
construye como
singularidad en la diferencia interna de las fuerzas (Molina, 2017).
La
Antropología filosófica, proporciona el marco al tema que
convoca esta
presentación. En el terreno filosófico me apoyo, por un
lado, en el pensamiento
de Nietzsche teniendo en cuenta el estatuto que asigna al cuerpo y su
postulado
acerca del carácter no-fijo o no definido del animal humano.
En segundo
término, Rancière ofrece aportes ajustados a este marco,
en lo que se refiere a
la relación polémica entre lo representable y lo
irrepresentable, cuestión
ineludible cuando de cine se trata. La legitimación de la pugna
entre los
defensores del representacionismo y sus opositores se ve intervenida
por Kant,
de cuyo análisis sobre el tema extraigo ingredientes que abrevan
en la
dimensión de lo irrepresentable.
Tanto el
cuerpo nietzscheano [Leib] como la
disputa sobre el representacionismo abren puertas al
psicoanálisis tanto freudiano
como lacaniano, que por el momento quedan planteados como interrogantes
a
tratar en futuras presentaciones. Para Lacan, el hábitat del ser
humano es el
lenguaje, cuya arista determinante es inconsciente. Para Nietzsche, la
dimensión inconsciente, si bien incluye la estructura
lingüística en su
configuración lógica y gramatical, abarca el cuerpo en
toda su actividad
involuntaria desde el punto de vista de la consciencia.
El
inconsciente estructurado como lenguaje asigna el rango privilegiado a
la representación,
con lo cual se asegura un punto de enlace con los otros enfoques
presentados,
que, como dije antes, no es incluido en este trabajo. Sin embargo, lo
más
importante desde el punto de vista teóricamente integrativo y
atendiendo a la
aplicación en el cine como recurso educativo, es nuevamente el
cuerpo.
En tercer
lugar, la guía es proporcionada por la crítica cultural
de Walter Benjamin,
quien procura revelar la influencia del cine en la masa que puede verse
a sí
misma en la pantalla, como un espejo que le devuelve la imagen de su
estado de
alienación, imposible de detectar durante la extensa jornada de
trabajo
explotador. Desplazo el tratamiento del cine como recurso útil,
al plano
educativo. Con este fin, escojo escenas fílmicas donde intento
aplicar las
categorías y las determinaciones analizadas para ofrecerlas como
herramienta de
reflexión sobre la condición humana.
La noción
que este subtítulo registra es de Nietzsche. Para ubicarlo en la
articulación
que pretendo llevar a cabo es preciso aclarar algunas de sus
categorías. En el
idioma original, el alemán, Nietzsche (1995) designa el cuerpo
como Leib para
referirse al ser humano como la singularidad que subsume lo
orgánico en un
cruce de fuerzas abarcadoras del conjunto de órganos y sistemas
(totalidad que
designa con el término Körper), la dimensión
sensible y la vida anímica e
intelectual. El cuerpo, en tanto Leib, es sede de la dimensión
pulsional, clave
en su teoría. Nietzsche sostiene que el hombre es un animal no
definido o
no-fijado, carácter que lo obliga a inventarse a sí mismo
en el movimiento
controversial de fuerzas que engendran todo lo que existe. Las fuerzas
pulsionales impulsan el quehacer humano y la construcción de
sí mismo como
sujeto singular perteneciente a una comunidad, a un pueblo y a la
Tierra misma.
La tesis
del filósofo alemán que postula la no-fijación de
este animal humano resulta
atractiva y optimista en un momento de la historia en que pareciera que
la
humanidad se pone al borde de su desaparición. No-fijado indica
idea de
movimiento, de transformación ineludible, de modulaciones
constantes, pues en
la índole misma de este ser viviente el cambio es irrecusable,
inexorable,
forma parte del movimiento incesante y controversial de las fuerzas
(Molina,
2017)
[1]
.
En toda
concepción acerca de la condición humana aparece el
problema del mal o, en
otros términos, la faz destructiva del ser humano.
¿Qué explicación resulta
plausible para el gran drama humano en el enfoque que postula
indefinición,
no-fijeza, índole indigente en este peculiar ser viviente?
El terreno
teórico abordado, de un modo u otro, rechaza el
maniqueísmo. Resulta imposible
situar en campos abruptamente separados los aspectos que los seres
humanos
presumen como buenos de aquellos que sienten, creen, sospechan, que son
perjudiciales. Si se elude la moralidad, que, a mi juicio, enmascara la
realidad humana en la construcción de sí misma, la
cuestión angular aquí es la
vida pulsional, analizada por la filosofía nietzscheana y el
psicoanálisis,
aunque sus enfoques, semejantes en algún sentido, difieren en
otros. El punto
de partida es el mismo: existe la pulsión de vida y la
pulsión de muerte; se
trata de fuerzas que impulsan la vida y de fuerzas que dirigen la
existencia
hacia la muerte. En ambos casos, se distingue del instinto, que tiene
una meta
fija, genéticamente determinada. En Nietzsche la palabra
“pulsión” [Trieb]
aparece recurrentemente en las obras de madurez. Pulsión
artística, pulsión de
dominio, pulsión de vida, incluidas en el campo que las abarca:
vida y muerte.
La pulsión es la fuerza que impulsa y motoriza el pensamiento,
la acción, la
actividad anímica y corporal. El concepto tiene un significado
restringido en
el psicoanálisis. En el curso del tratamiento analítico,
Freud descubre el
carácter sexual de la energía pulsional, entendiendo lo
sexual en sentido
amplio, siempre ligado a la vida y a la muerte.
Me ciño
solo a algunos conceptos clave. Comparto la tesis psicoanalítica
acerca de la
inherencia de sentimientos hostiles que se tensionan con sentimientos
amorosos
en la interrelación humana.
La pulsión
de muerte convive en tensión con la pulsión de vida; esto
fue visto por
Nietzsche quien postuló que en la naturaleza no existe la
moralidad; lo que hay
es fuerza potenciadora de la vida. Y ésta, para acrecentar su
poderío,
inexorablemente se complementa a la vez que lucha con la muerte. Freud
desplegó
su estudio aplicado a la psiquis humana y Lacan lo profundizó.
Esta es, desde
mi perspectiva antropológica, una premisa a tener en cuenta
siempre que
abordemos la interrelación grupal en cualquiera de los
ámbitos sociales donde
el sujeto se sitúe.
Según el
padre del psicoanálisis, la hostilidad tiene su origen en un
narcisismo
primordial necesario para la autoconservación; aunque esa
hostilidad y/o el
odio se morigeran, pueden reducirse hasta casi desaparecer si los
vínculos
libidinales, afectivos, son fuertes.
En esta
reflexión, la atención está dirigida a
escudriñar algunos de los resortes
subjetivos que pueden rechazar el intento de captura por parte de los
detentores de un poder sometedor.
Ahora bien
¿cómo se enlaza este desarrollo filosófico con el
cine y la educación? La
conceptualización será aplicada en tres películas
de las que extraigo partes o
escenas que pueden vincularse con el enfoque antropológico
tenido en cuenta en
este artículo. Los films en cuestión son: Primavera,
verano, otoño, invierno…y
primavera, El Greco y Tiempos modernos.
Uno de los
temas sometidos a discusión en la filosofía que articula
la relación entre esta
disciplina y el cine es el problema de la representación. De
ello me ocupo en
lo que sigue.
El
propósito de este escrito me interpela en un somero
análisis de la
representación en su relación con lo irrepresentable. En
este sentido es
preciso sentar posición acerca de la categoría de
representación, la cual tiene
sus defensores y sus detractores
[2]
. No es mi
intención inmiscuirme en la polémica entre
representacionistas e
irrepresentacionistas más que en aquello que el desarrollo de
este trabajo lo
requiera. El marco teórico filosófico que lo encuadra,
coloca lo representable
y lo irrepresentable en íntima relación.
A mi
juicio, cuando algo es nombrado, ya se trate de un suceso natural,
social,
cultural, científico, o se trate de un suceso que ocurre en la
interioridad
subjetiva —sentimientos, ideas, fantasías, estados
emocionales—; digo, cuando
se emite la palabra que lo nombra, hay una representación,
consciente o
inconsciente, de ese algo. Pero, habrá que tener en cuenta que
el inconsciente
contiene una esfera determinante en la singularidad de cada quien, que
es
irrepresentable. Freud afirma que las huellas mnémicas
investidas de libido son
llamadas representaciones
[3]
. Es lo reprimido primordialmente, por eso es inaccesible,
sólo se ven
los efectos a posteriori
[4]
.
Según
Nietzsche, la actividad de la
inteligencia sería imposible sin la representación.
Apunta en un fragmento
póstumo:
Para que en general
pueda haber un sujeto, tiene que existir algo persistente a la vez que
mucha
igualdad y analogía. Lo absolutamente diverso en el cambio
continuo no podría
ser fijado; no siendo fijable a nada, se escurriría como la
lluvia sobre la piedra.
Y sin algo persistente, no habría ningún espejo en el que
pudiesen mostrarse
yuxtaposiciones y sucesiones: el espejo presupone ya algo persistente.
(Nietzsche,
2005, p. 202)
Eso que
persiste son las representaciones, lingüísticas o
simbólicas que reflejan más o
menos distorsivamente el acaecer (interior y exterior), nunca
exactamente y
siempre en función de la posición interpretativa que
prima, pues el espejo de
la consciencia refleja pequeñas o grandes verdades tanto como
pequeñas o
grandes mentiras. Esta labilidad de la inteligencia es aceptada y
reconocida en
la medida en que se reconozca que no existe un sujeto atomístico
capaz de
trazar el límite de lo que se presume veraz o lícito.
Para Nietzsche, el sujeto
es una palabra que adquiere sentido en la predicación
atribuible, pero cuyo
significado es construido en la fluidez que le es inherente. El
significado se
transforma a través de las mudanzas de las fuerzas. Esto allana
el camino de lo
que invade y coloniza la consciencia en la opacidad irrecusable debido
a la
inestabilidad misma del sujeto y de sus fronteras imprecisas.
Rancière
fija su posición al respecto desde la estética. Afirma el
pensador francés que
el arte de los años ‘60 procuró mostrar elementos
heterogéneos, marcando los
opuestos y el choque en la sociedad. Posteriormente, mediante los
símbolos,
importa evidenciar la pertenencia a un mundo común. Pero,
“por otro lado, la
violencia polémica de ayer tiende a adquirir una nueva figura
que se radicaliza
en testimonios de lo irrepresentable y del mal, o de la
catástrofe infinitos”
(Rancière, 2016, p. 150) La categoría de lo
irrepresentable concentra la
atención constituyendo lo que denomina “el giro
ético” de la estética. En el
último capítulo de su libro reflexiona sobre la tendencia
de la estética a
trascender el enfoque representacionista del arte, argumentando acerca
del
alcance de este giro.
Apelando a
la evocación de diferentes obras de arte, en el campo de la
pintura, la
escultura y el cine, Rancière cuestiona tal posicionamiento,
señalando que “en
la idea de lo irrepresentable, se confunden dos nociones: una
imposibilidad y
una prohibición” (2016, p. 150). Con la idea de
imposibilidad intenta mostrar
que los recursos empleados en la elaboración de las
imágenes fílmicas,
pictóricas o en las esculturas no reflejan la singularidad de
los personajes ni
de los sucesos llevados a la obra de arte. También la
acción racional en su
singularidad escapa al tratamiento representacionista cuestionado.
Un ejemplo
escogido por Rancière desde el cine, es Shoah,
documental de historia oral
realizado por Claude Lanzmann (1985), cuya
duración es de diez horas y el rodaje llevó cerca de diez
años en la travesía
de diferentes continentes. Conjuga testimonios de víctimas,
testigos y
verdugos, expresados en primera persona, en relación al exterminio de las
comunidades judías durante la Segunda Guerra Mundial.
En la secuencia
testimonial, el realizador pone en evidencia cómo acciones
racionalmente
ordenadas convierten en monstruos a los encargados de su
ejecución mientras
ciudadanos comunes son reducidos a un desecho humano. Lanzmann comenta
en una
entrevista que el relato de las vivencias más horrendas se
interrumpe porque
quien las experimentó no puede ponerlas en palabras (Noriega,
2018).
Este
trabajo, de una magnitud inigualable, cobra sentido para
Rancière a partir de
las críticas que suscitaron representaciones del exterminio
nazi, algunas de
las cuales tienen que ver con el rechazo de la idea de goce
estético frente al
mismo. Aquí pongo en duda el concepto de goce estético,
ajustado a una idea de
belleza siempre aliada a lo bueno; pienso que el goce estético,
en ocasiones,
es engendrado por la pulsión de muerte. Otras críticas
sostienen la
inviabilidad de trasladar a la obra de arte la significación
última y esencial
de lo que para las víctimas sobrevivientes es preciso olvidar
definitivamente,
se trata de lo innombrable o lo irrepresentable. El silencio que
quiebra el
relato testimonial durante la entrevista podría aducirse en
defensa de esa
manifestación crítica. Otros cuestionamientos
señalan que el propósito del
exterminio, cumplido por cierto, fue no dejar la más
mínima huella de los
judíos aniquilados, de ahí la postura de los
negacionistas del Holocausto.
Hay algo en
el recorte de la realidad de la que se sirve el arte que es imposible
de llevar
a un modo de representación coherente con las normas
consolidadas en el arte.
Por otro lado, lo prohibido se refiere al ocultamiento de aspectos
peculiares,
únicos de la atrocidad, vedados en la realización de la
mímesis. Para Rancière,
la imposibilidad encubre una prohibición.
Sin
embargo, objeta Rancière, lo que se ve desplazado es un tipo de
representación,
ajustado a determinadas normas que son abandonadas. Se prescinde de
contextos y
de características de los personajes acordes con los mismos; no
se trata de una
modalidad artística anti-representacionista.
Retomemos
el hilo argumental. Rancière se detiene en la reversión
operada por Lyotard
sobre la categoría kantiana de lo sublime, axial en su Crítica del juicio. En efecto, para Kant la
imaginación es incapaz
de plasmar en una obra de arte los aspectos más profundos de un
acontecimiento;
es la razón en el reino de la libertad y la moralidad la que da
cuenta de ello.
Para Lyotard ocurre lo contrario, la racionalidad no está
facultada para
aprehender lo sublime; la materialidad sensible posee ese potencial,
que
desborda la actividad racional distorsiva. En esta línea el arte
se propone
superar la representación para otorgar autonomía a la
imagen.
Vuelvo
sobre la categoría de lo sublime en Kant. Vale la pena detenerse
en el
argumento al que apela el filósofo de la modernidad para
deslindar el
sentimiento de lo sublime, del campo de los sentidos. Lo hace desde la
representación de las magnitudes matemáticas y la idea de
la infinitud.
Lo sublime
es lo grandioso en su totalidad. “Denominamos sublime lo
absolutamente grande”
(Kant, 2005, p. 92) En ese sentido no cabe el intento de calcular
medidas y
compararlas, pues es lo inconmensurable hacia lo cual la
imaginación se dirige
a través de los números en la imposibilidad de
alcanzarlo, pues los números se
extienden al infinito. “Para el cálculo matemático
de magnitudes no hay un
máximo” (Kant, 2005, p. 96). El todo como unidad es
comprensible solo desde la
intuición intelectual.
Según Kant,
todo objeto sensible, es cuantificable y sometido a la
descripción fenoménica.
Un cordón montañoso, sometido a la observación en
tanto conjunto de rocas con
determinadas características —considerado a una distancia
determinada y en un
tiempo también determinado— no despierta ningún
sentimiento, por lo tanto, no
admite la idea de lo sublime. La contemplación sublime tampoco
coincide con lo
bello, la belleza pertenece a las cosas; en cambio lo sublime genera
“un estado
de ánimo en su estimación” (Kant, 2005, p. 101),
produce sentimientos de agrado
y de desagrado porque no se halla en las cosas de la naturaleza, se
trata de un
placer subjetivo y “hay que buscarlo en nuestras ideas”
(Kant, 2005, p. 94).
El marco de
este tópico es el juicio estético que Kant sitúa
en el terreno práctico-moral,
perteneciente al orden nouménico.
Sabido es que su esfuerzo teórico está puesto en conferir
estatus trascendental
a la operación racional. En consecuencia, aun cuando hable de
sentimiento y de
placer, la facultad de lo sublime es suprasensible, sujeta a la ley
moral.
Lo que me
interesa aquí es subrayar que la tesis de Kant respecto de lo
que escapa del
orden de la representación a mi entender es pertinente. La
vivencia de lo
sublime puede experimentarse en el entorno paisajístico que da
marco a una de
las películas elegidas para pensar en conexión con la
antropología filosófica y
la educación, de la que hablaremos más adelante. La
belleza natural se exhibe
en una quietud silenciosa capaz de embriagar al espectador. Para
Rancière, lo
imposible deriva de lo prohibido.
Estamos en
el plano de la subjetividad, por lo tanto, qué fenómenos
suscitan el
sentimiento de lo sublime es un asunto absolutamente singular. Para
unos será
un paisaje natural; para otros, la magnitud del universo, o su
infinitud, si
así se lo considera; para otros, la divinidad identificada o no
con la
infinitud. Tal vez, este sentimiento embargaba a El Greco en sus
pinturas
religiosas. Sobre esto, me detengo en el punto donde aplico la
reflexión
teórica en algunas expresiones cinematográficas.
La
reflexión crítica de Walter Benjamin en torno a la
estética resulta impactante
¿Es posible dimensionar hoy, tres cuartos de siglos más
tarde, la hondura de su
pensamiento respecto a una expresión del arte incipiente en el
momento de
escritura de su trabajo? Los recursos virtuales densifican,
profundizan,
amplifican, distorsionan las imágenes ¿Es posible
dimensionar el influjo, el
condicionamiento de las consciencias, de las valoraciones, de los
afectos, que
el cine, internet, la TV alcanzan? Estamos frente a representaciones
imposibles
de soslayar. ¿Cómo hacer frente a ellas de modo
crítico sino es con otras
imágenes-representaciones que tensionen y mantengan la pugna con
las que
colonizan nuestro entendimiento? Lejos quedó aquello del mensaje
subliminal;
cada día se necesita menos de la perspicacia y el disimulo para
que
determinados mensajes porten el comando.
El cine
centrado en la vida de figuras procedentes del mundo artístico,
vidas de
pintores, músicos, bailarines así como los films
históricos —como las novelas
históricas— proporcionan ingredientes valiosos en la
formación de niños,
adolescentes y jóvenes. En muchos casos resultan aportaciones
fundamentales en
la reflexión acerca de la condición humana. “El
Greco, Van Gogh, Gauguin,
Toulouse-Lautrec, Picasso (…) y un largo etcétera de
artistas de las edades
moderna y contemporánea serán objeto de versión
cinematográfica” afirman Sonia
Ríos Moyano y Reyes Escalera Pérez (2014, p. 67).
El cine
recorre la gran diversidad cultural que puebla el planeta exhibiendo
estilos de
vida, modos de vincularse en expresiones afectivas y valorativas a
veces muy
diferentes a la experiencia vivencial del espectador, donde el
contraste abre
las puertas a la reflexión crítica sobre lo propio y lo
extraño. El cine forma
parte del gran poder mediático, uno de cuyos pilares es la
cultura visual, que
ofrece grandes posibilidades en el campo de los recursos educativos.
Una
manifestación especial de la herramienta fílmica es el
cine silencioso de Kim
Ki-Duk, de gran relevancia en una época invadida por el
palabrerío que a veces
es solo ruido ensordecedor interpuesto entre los sujetos ávidos
de amor y
comprensión. Se trata de Primavera, verano, otoño,
invierno... y primavera, película
coreana estrenada en el año 2003.
En el
silencio se recortan las imágenes de algunas de las acciones
educativas donde
la palabra pasa a un segundo plano. El eje del film es la
formación budista que
brinda un monje a Ying, el niño que su madre deja bajo su
responsabilidad en un
entorno natural, cargado de estímulos sensoriales, donde
valiéndose de escasas
palabras, pero con aguda observación y desarrollo de actividades
que conducen
inevitablemente a la reflexión, el maestro guía al
niño en su crecimiento.
Focalizo la
atención en las escenas donde juegan los conceptos explicitados.
A mi entender,
el maestro que guía a Ying, intenta incidir en el chico, en su
dimensión
inconsciente, a través de un acto de fuerte impacto: lo obliga a
cargar sobre
sus espaldas una piedra cuyo peso prácticamente le impide
caminar, después que
descubre al niño atando una piedra a la pata de una rana, otra
al cuerpo de un
pez y la última a una serpiente. Ying ríe mientras mira
como los animales
sujetados se deslizan con gran esfuerzo por el agua y las piedras; se
trata de
un modo del goce, presente y actuante en este niño, como se
presenta muchas
veces en muchxs niñxs. El maestro no habla al respecto,
actúa, y el acto,
motorizado en un mínimo de tiempo, marcará el destino del
niño. Cuando llega la
noche y éste yace dormido, ata la piedra sobre su espalda. Al
levantarse, Ying
tambalea, pidiéndole a su maestro que lo libere de esa carga
imposible de
sostener. El maestro le recuerda el juego del día anterior,
preguntándole si él
cree que aquellos animales pueden andar después de lo que
él hizo.
Inmediatamente, el niño reconoce que no debió hacerlo. El
maestro le ordena
dirigirse a los lugares donde los dejó y liberarlos; luego
él desataría la
piedra de su espalda. Pero “si murieron, llevarás una
pesada carga en tu
corazón”, concluye. Así, tendrá que remar,
trepar piedras, hasta llegar a los
puntos donde abandonó a los animalitos; se siente su jadeo, se
percibe su
fatiga. Encuentra el pez muerto, con seriedad le da sepultura; la rana
está
viva, se aleja una vez liberada y la serpiente ha muerto desangrada.
Ying la observa y desata un llanto
intenso, haciendo eco en el silencio del paisaje. Su maestro lo observa.
El acto contempla
el castigo, que en esta perspectiva religiosa tiene el propósito
de transmitir
una enseñanza modeladora de la vida de ese niño.
El trabajo
crítico-reflexivo sobre el film en torno a la condición
humana, en un espacio
de educación formal o informal, abre diferentes posibilidades en
su enfoque.
Por un
lado, la incidencia de una formación moral-religiosa,
evidenciada en las etapas
de la vida de Ying, quien siendo ya un joven, comete un crimen cuya
culpa
expía, no con el encierro carcelario al que se entrega
dócilmente, sino a
través del autocastigo: caminar arrastrando una pesada piedra,
trepando en las
irregularidades pedregosas del suelo —práctica inducida
por su educador— y a
través de los muchos latigazos que él mismo le propina
ante el intento de
suicidio del joven. Su vida adulta culmina convertido en el monje
sucesor de su
maestro.
Se puede
afirmar que la sentencia del maestro que lo condena a sufrir durante
toda la
vida, si alguno de los animales sujetados por una piedra muere, es el
acto que
traza el destino del aprendiz. ¿Qué hubiera ocurrido si
el adulto hubiera
elegido otras alternativas frente al hecho, o si no hubiera reparado en
el
mismo? ¿Qué hubiera acaecido si se hubiera omitido la
sentencia y el acto se
hubiera limitado a obligar al niño a caminar solo un trecho con
la pesada
carga? ¿Qué acontecimiento hubiera acaecido en su cuerpo?
Analicemos
ahora una escena de la película El Greco dirigida por
Luciano Salce
(1966), cuya duración no alcanza al minuto y revela la
profundidad del misterio
que habita la subjetividad, imposible de develar; solo atisbamos algo
de lo que
ocurre allí, si es que prestamos atención a gestos,
expresiones o movimientos
fugaces.
El film
presenta escenas de la vida de Doménikos Theotokópoulos,
pintor renacentista,
generalmente llamado El Greco, por su origen griego, y se centra en las
pinturas que exhiben las intuiciones religiosas motivadoras de su genio
creador. El obispado de Toledo le encarga una obra, cuya
realización es vigilada,
pues la representación no debía desviarse del dogma, so
pena de incurrir en
herejías. La libertad creadora del pintor es puesta en tela de
juicio y
finalmente Doménikos es acusado, privado de su libertad y
sometido a juicio,
pues se niega a hacer modificaciones en su pintura. Su palabra y su
actitud se
mantienen incólumes a lo largo del juicio. Siendo cautivo de la
Iglesia y
sabiendo que se expone a morir en la hoguera si no se retracta, son
—de más
está decirlo— una muestra clara del lugar de la libertad
en la actividad
creadora. Finalmente, después de escuchar los argumentos que
esgrime el artista
en defensa de su obra, el dictamen retira la acusación de
herejía.
Me detengo
en el momento en que el tribunal de inquisición declara inocente
al pintor. Uno
de los miembros del obispado de Toledo, miembro del tribunal, ha
mantenido sus
manos cruzadas y, al igual que el resto de los presentes, permanece en
absoluta
quietud y silencio durante la exposición argumental del obispo.
Su mirada fija
y la boca en un rictus inamovible se diluyen en la opacidad de un
rostro que
parece de cera. Hasta aquí, la representación de un
personaje que es
describible en algunos de sus rasgos.
Lo
irrepresentable es el misterio del gesto de las manos cruzadas en
aparente
calma. Aquel religioso las aprieta en un movimiento instantáneo,
muy fugaz.
Resultado de la maestría del director del film, esa escena pasa
casi
inadvertida. Cada uno de los espectadores podrá atribuirle el
significado y
hasta el sentido que encuentre en su interpretación. Se
podría inferir que el
personaje esperaba la condena, y el gesto obedecía a un
sentimiento de ira
contenida; pero, también podría aducirse que ante la
censura que el sector más
conservador de la iglesia católica impone a las expresiones de
alegría él
apretó sus manos casi involuntariamente, en un movimiento
repentino porque su
expectativa estaba puesta en la resolución que deniega la
condena y otorga la
libertad al artista en su genio creador. Sin embargo, nadie sabe a
qué
respondía, a qué trasfondo pulsional obedecía ese
gesto. Pues bien, esa presión
ejercida entre sus manos en un movimiento repentino constituye un acto
que
ofrece puntas para pensar acerca de los vericuetos de la subjetividad,
y mueve
la actividad autorreflexiva.
Teniendo en
cuenta lo antedicho y tantos otros elementos que podrían
descubrirse
compenetrándonos con el drama representado, a mi juicio, esta
película permite
pensar la libertad desde diferentes ángulos, sin desligar el
análisis teórico
de la práctica reflexiva, pues la ligazón entre la
dimensión intelectual y la
sensible confiere las mayores garantías en la formación
de niños y
adolescentes.
Walter
Benjamin (2013) afirma que la obra de arte pierde su aura en la medida
en que
es reproducida. En la Antigüedad la obra de arte aspiraba a
presentificar la
eternidad; de una vez y para siempre representaba el valor de lo
eterno. Las
esculturas constituyen el ejemplo cabal de esta pretensión que
en el arte
cinematográfico y su reproductibilidad desaparece
definitivamente. Sin embargo,
la producción fílmica tiene la ventaja de su
perfectibilidad. Una misma escena
puede ser repetida un número indefinido de veces hasta que el
equipo de
filmación, fundamentalmente el director, alcance su cometido. En
su reflexión,
Benjamin está pensando en los efectos del cine sobre las masas
alienadas por el
trabajo explotador.
En ese
sentido, es posible trasladar al campo educativo el alcance posible de
la
producción en sus cortes repetitivos, pausando escenas claves
que sirvan al
propósito pedagógico. La repetición de una misma
escena en sus cortes podría
ponerse en paralelo con las pausas que el espectador hace frente a
otras
pantallas, ordenando retrocesos, avances, detenimientos de la
acción. Esto
último permite observar la realidad con agudeza, para focalizar
la mirada sobre
esas escenas, escrutarlas en sus mínimos detalles, dialogar,
debatir y
reflexionar sobre las mismas.
La
mercantilización del cine ofrece interpretaciones sesgadas que
reducen el
significado profundo de muchas producciones. En algunos casos se
comprueba que
una película puede ser interpretada y gozada en diferentes
planos; el éxito
mercantil depende del plano que sea explotado en su difusión. He
leído análisis
de los personajes encarnados por Charles Chaplin, mimo genial, hacedor
de cine
mudo, que ponen el acento en la figura del vagabundo. El mismo Chaplin
se
encargó de expresar la indeclinable dignidad de sus personajes
representando a
un sujeto marginal, excluido del sistema o víctima de la
pobreza. En relación a
la imagen de Charlot —su personaje— afirma:
Sus indescriptibles pantalones
representan,
en mi mente, una revuelta contra las convenciones; su bigotillo, la
vanidad del
hombre; su sombrero y su bastón, su intento de ser digno, y sus
botas, los
impedimentos que tiene en su camino. Pero él persiste en crecer
cada vez con
mayores dosis de humanidad (cit. por Martínez, 2014).
Me detengo
por un momento en su película Tiempos
Modernos
[5]
(1936).
Los gestos del protagonista, en principio trabajador industrial,
impactan en la
mirada del espectador a través del contraste blanco/negro de las
imágenes. El
pelo, cejas, ojos, bigotes negros se hallan remarcados en sus contornos
y
contrastan con su piel que aparece con una blancura exagerada, donde
talla la
mirada, la sonrisa, la tristeza que seducen en el contraste con la
mínima
intervención de parlamentos. Sobre todo su mirada, tierna,
cálida,
sobrecogedora, capaz de despertar el sentimiento amoroso. Todo esto
produce un
efecto envolvente y subyugador, logrando una mayor concentración
de la atención
y captura de la sensibilidad en el espectador.
A mi juicio,
este personaje, sus gestos, sus ojos y la escasa incidencia de palabras
que
podrían operar como distractores, puede hacer declinar la
mirada, como dice
Lacan, que ocurre frente a determinados estilos pictóricos. Este
movimiento
instantáneo de los ojos tiene un impacto sobre el sujeto. No
digo que tal
efecto se produzca con la necesariedad con que ocurre el acto reflejo y
defensivo del parpadeo en el instante en que este frágil
órgano es amenazado
por la inminencia de un golpe. Pero la deposición de la mirada
conlleva
movilización subjetiva. No es igual que el desvío de la
mirada que quizá se
traduzca en huida de la situación. Pienso que cuando una escena
pausada tiene
al protagonista como centro, el detenimiento de la misma, como sus
posibles
avances y retrocesos, generan la posibilidad de pensar y dialogar en
torno al
mismo suscitando un estado emocional proclive a la movilización
de los afectos.
El tema
abordado por Benjamin en la obra antes mencionada permite aproximar el
problema
de la alienación, desde el ángulo del
psicoanálisis y desde lo ideológico.
Situados en
el primero, es preciso aclarar que el ser humano adviene al mundo
habitando el
lenguaje y en ese hábitat, nace alienado, pues el otro y su
palabra, sus
presencias y sus ausencias, constituyen indefectiblemente una parte del
sujeto.
Aunque hay una dimensión propia, inasible e inalienable del
sujeto, la
partición originaria constituye el terreno donde prospera la
alienación social
y sus consecuencias malsanas en la vida humana.
Posicionados
en el campo ideológico, la propagación de determinadas
imágenes mercantilizadas
deviene en profundización de la alienación, pero los
efectos enajenantes pueden
ser mitigados a través del trabajo crítico-reflexivo con
el recurso educativo
del cine. Veamos.
Los mass media
han engendrado la necesidad,
con frecuencia compulsiva, de mostrar imágenes del propio cuerpo
y de las
actividades desarrolladas en la vida cotidiana. Este estado de cosas se
difunde
rápidamente y se potencia a través de las redes sociales.
Dice Benjamin (2013)
que el cine, sobre todo aquel que apela a hechos acontecidos en la
realidad,
incluyendo individuos, grupos, masa, filmados en su hogar, en la calle,
en el
lugar de trabajo, nació con el totalitarismo. En la pantalla el
hombre se ve a
sí mismo en su alienación. Lo que el trabajo explotador
no le permite ver en sí
mismo lo ve en el cine al final de la jornada. Esto habilita el derecho
ciudadano a ser filmado. Así, cualquier “hijo de
vecino” puede aparecer en una
pantalla. Pienso que este es un ingrediente que alimenta el goce de la
exhibición. Por otro lado, nace el mito del estrellato. El
intérprete de un
filme aspira a ser la estrella del cine, y su logro lo sumerge
aún más en la
alienación. Este estado puede ser trasladado al espectador.
Promovido
por el capital cinematográfico, el culto de la estrella conserva
ese encanto de
la personalidad que desde hace tiempo no es más que la falsa
irradiación de su
esencia mercantil… Si todo se conformara al capital
cinematográfico, el proceso
se detendría en la autoalienación, tanto en el artista de
la pantalla como en
los espectadores. Pero la técnica del cine previene esa
detención: prepara la
inversión dialéctica (Benjamin, 2013, p. 84).
¿Se produjo
la anhelada inversión dialéctica? Transcurridos varios
años desde aquel 1936,
cuando se rodó la película Tiempos
modernos, situándonos en pleno siglo XXI, se comprueba que
el exitismo
triunfó de la mano del mercado capitalista facilitando su
consolidación, pues
lo necesita para mantener su vigencia.
Actualmente,
uno de sus pilares está en la tecnología
cibernética y sus imágenes virtuales;
y uno de los medios por los que se alcanza algún tipo de
éxito buscado y gozado
se mide por la cantidad de likes que
el sujeto reúne en su Facebook,
likes que se le conceden más por la
imagen mostrada en la que el sujeto complace la pulsión
escópica, que por lo
que dice o hace.
Pero, por
otro lado, el cine no mercantilizado ha desarrollado a lo largo de su
historia
guiones que nos muestran claramente y nos hacen sentir el efecto
aniquilador de
la alienación. La película Tiempos modernos,
dirigida y actuada por el ya mencionado Charles Chaplin, es un ejemplo
emblemático. El conocido film muestra la actividad industrial
automatizada en
un plano ya exacerbado, cosa que el humor irónico que sostiene
el desarrollo de
la acción permite. La conversión del trabajador en una
pieza más del engranaje
que progresivamente lo despoja de sus potencialidad humana, es un pieza
clave
en este montaje cinematográfico. Charlot termina
perdiéndose en el movimiento
mecánico constante. En un tipo de cine que es comedia y tragedia
a la vez,
Chaplin moviliza las emociones del espectador, quien entre risas y
lágrimas o
muestras de pesar, observa cómo ese hombre desbordado y perdido
deja el puesto
de trabajo sin poder abandonar el movimiento automático de sus
brazos, sale a
la calle tratando de aplicar el mismo movimiento, que es de ajuste de
un
objeto, a cada cosa parecida detectada por él. Este
comportamiento socialmente
inadecuado, lo lleva el encierro carcelario.
La prisión
es el lugar último, el del cierre definitivo de las
posibilidades vitales de
muchos jóvenes que no encontraron la salida hacia un buen vivir.
Esta situación
no cambia con revertir las condiciones económicas y laborales
solamente; es
preciso el acercamiento a uno mismo en la actividad autorreflexiva,
junto al
otro, para hacer el trabajo a contracorriente de lo que el poder
mediático
efectiviza a través de la publicidad, las fake
news, la manipulación de la información; esto es,
tratar de evitar que
sigan envolviéndonos en la confusión y la mentira.
En un mundo
incierto, en gran medida sumido en la desesperanza y el desconcierto,
pienso
que las preguntas acerca de la condición humana se tornan en
imperativos de
urgencia ¿Cuál es la índole de este peculiar
viviente, llamado ser humano? ¿No
es acaso urgente replantear la envergadura del narcisismo
—descubierto por
Freud— que lo encumbró en el reinado absoluto sobre la
naturaleza? Alguien dijo
en estos días aciagos, cuando un minúsculo organismo
cerca nuestras vidas, que
la naturaleza no necesita que el hombre exista; en cambio, él no
puede
prescindir de ella. La vida misma no necesita del animal humano. Pienso
que
estos interrogantes y los problemas que se desprenden de los mismos no
pueden
dejar de ocupar un lugar axial en la formación de niños y
adolescentes.
Así como un
día, en el siglo XX, la ciencia en irrefrenable progreso
confesó que llegado un
punto en sus indagaciones experimentales sobre la inconmensurable
magnitud del
universo, se topa con el misterio que veda la conclusión
científica; hoy urge realizar
el camino inverso ¿No es acaso imprescindible, en cada sujeto
singular,
retornar hacia el pequeño y controvertido mundo subjetivo,
débil o poderoso,
amigo de la vida o de la muerte, y tratar de ver, hasta donde sea
posible, qué
ocurre allí? ¿Qué siente, qué goza,
qué ama, qué odia, qué ideas lo enriquecen
o lo empobrecen, que valoraciones priman?
He
explicitado aquellos conceptos cuya aplicación en el
ámbito pedagógico es
factible y necesario: una definición de ser humano como animal
no-fijado, definición
que puede ser sometida a crítica; el lugar de la
representación y de lo
irrepresentable. Finalmente he intentado localizar esta
conceptualización en el
trabajo educativo con el cine, en algunas de las múltiples
posibilidades que
este recurso ofrece. La actividad pedagógica y/o
didáctica que emplea el cine
como recurso puede resultar un factor de gran fecundidad formativa en
este
momento especial en que la comunicación virtual es la
única posible.
Benjamin, W. (2013).
La obra de arte en la época de su reproducción
mecánica. Amorrortu.
Eagleton, T. (2005).
Ideología. Una introducción. Paidós.
Kant, I. (2005).
Crítica del juicio. Losada.
Martínez, L.
(2014).
Charles Chaplin. Memoria del hombre destartalado. El
Mundo. https://www.elmundo.es/cultura/2014/10/29/544fde5fe2704e536d8b4587.html
Molina, L. (2017).
El cuerpo y el devenir de las fuerzas en Nietzsche. Biblos.
Nietzsche, F.
(1995).
Así habló Zaratustra. Alianza.
Nietzsche, F.
(2005).
En Parmeggiani, M., Fragmentos
póstumos en torno a “Conocimiento y subjetividad”.
Contrastes. Revista
Internacional de Filosofía, X(2005), 177-204. https://doi.org/10.24310/Contrastescontrastes.v0i0.1895
Noriega, G.
(2018). “Shoah”, el
desgarrador documental sobre el Holocausto, narrado por sus
sobrevivientes y
victimarios. Infobae. https://www.infobae.com/america/cultura-america/2018/07/10/shoah-el-documental-que-narra-el-holocausto-a-traves-de-las-voces-de-sus-sobrevivientes-y-victimarios/
Paredes, N. (2020).
El modelo de desarrollo capitalista es
una especie de virus para nuestro planeta. Entrevista con el antropólogo Philippe Descola.
BBC News. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-53066587
Rancière, J.
(2016).
Malestar en la Estética. Capital Intelectual.
Ríos Moyano,
S. y Escalera Pérez, R. (2014). El arte en el cine y su uso como
ampliación del
conocimiento del hecho artístico. El futuro del pasado, 5,
65-89. https://doi.org/10.14516/fdp.2014.005.001.003
[1]
El tema es explicitado en el Capítulo 1 del texto
referido, El
cuerpo y el devenir de las fuerzas en Nietzsche.
[2]
Según Terry Eagleton (2005, pp. 13-14), el modelo
empirista de
representación es, entre otros, el que la desacredita.
[3]
Las representaciones es lo que después Lacan
llamará cadena de
significantes, en una re-lectura del texto freudiano, otorgando su
sello
interpretativo al problema planteado por Freud.
[4]
Freud se refiere a esta cuestión, nodal en su
producción, en
diferentes textos. Uno de ellos es La
interpretación de los sueños (2017).
[5]
Charles Chaplin fue su productor, guionista, director,
protagonista.
Charles Chaplin fue censurado por EU, sospechado de ser simpatizante
del
comunismo.