Conciencia
crítica en Paulo Freire.
Notas para una
interrupción del
modelo hegemónico de la filosofía eurocéntrica
Critical
Consciousness in Paulo Freire. Notes on the Disruption of the Hegemonic
Model of
Eurocentric Philosophy
Consciência
crítica em Paulo Freire.
Notas para uma interrupção do modelo hegemônico da
filosofia eurocêntrica
Noelia Zalazar
Universidad Nacional de La
Rioja,
Argentina.
Recibido:
01/04/2021
Aceptado:
30/09/2021
DOI: https://doi.org/10.48162/rev.36.033
Resumen. Paulo Freire,
preocupado por una educación que salga al encuentro
del pueblo que estaba emergiendo como sujeto político y de su
historia, en la
apertura democrática que atravesaba Brasil, avanzó hacia
una lectura
estratégica de fuentes europeas y de su tradición.
Entabló un diálogo crítico,
para la construcción de una teoría del ser humano, con el
existencialismo,
marxismo, fenomenología y la Escuela de Frankfurt. El objetivo
de nuestro
trabajo es analizar la categoría de conciencia crítica
presente en este modelo
antropológico, sus implicancias y relaciones con otras categorías
fundamentales del mismo. Esta
indagación la proponemos
en diálogo y debate con las problemáticas
centrales del pensamiento filosófico latinoamericano, que dan
cuenta de los
principales procesos de emancipación de América Latina, y
nos permiten operar
interrupciones a la filosofía de raíz eurocéntrica. En consecuencia, consideramos que
nuestro enfoque, desde una perspectiva del pensamiento latinoamericano
crítico,
nos permitirá una comprensión más acabada de una
de las preocupaciones que
atraviesan toda la obra de Freire: la constante lucha por una
educación libre
de alienación, que respete la “vocación
ontológica del ser humano de ser más”.
Palabras
clave. Conciencia crítica, Tipos de
conciencia, Diálogo, Educación emancipadora.
Abstract. Paulo Freire was
concerned about an education
that would cater for the people, who were emerging as political
subjects and
also from their history, along the democratic openness that Brazil was
going
through. He made a strategic interpretation of European sources and
their
tradition. In order to formulate a theory on human beings, he held a
critical
dialogue with existentialism, Marxism, phenomenology, and the School of
Frankfurt. The aim of this work is to analyze the category of critical
consciousness in this anthropological model, its implications and links
to
other key categories within the model.
We
propose to carry out this examination by
means of dialogues and debates with the central issues of Latin
American philosophical
thinking, which account for the main emancipatory processes in Latin
America,
and allow us to disrupt Eurocentrical philosophy. We thus consider that
our
approach, from the perspective of critical Latin American thinking,
will allow
for a more comprehensive understanding of one of Freire’s main
concerns: the
constant struggle for an education that is free of alienation and that
respects
the “ontological vocation of human beings to be more”.
Keywords. Critical
consciousness, Categories of consciousness, Dialog, Emancipatory
education
Resumo. Paulo Freire,
preocupado com uma educação que saia ao encontro do
povo que estava emergindo como sujeito político e de sua
história, na abertura
democrática que atravessava o Brasil, avançou em
direção a uma leitura
estratégica de fontes europeias e de sua tradição.
Encetou um diálogo crítico,
para a construção de uma teoria do ser humano, com o
existencialismo, marxismo,
fenomenologia e a Escola de Frankfurt. O objetivo de nosso trabalho
é analisar
a categoria de consciência crítica presente neste modelo
antropológico, suas
implicâncias e relações com outras categorias
fundamentais dele. Esta indagação
propomo-la em diálogo e debate com as problemáticas
centrais do pensamento
filosófico latino-americano, que dão conta dos principais
processos de
emancipação da América Latina, e nos permitem
operar interrupções à filosofia
eurocêntrica. Por consequência, consideramos que nosso
enfoque, desde uma
perspectiva do pensamento latino-americano crítico,
permitir-nos-á uma
compreensão mais acabada de uma das preocupações
que atravessam toda a obra de
Freire: a constante luta por uma educação livre de
alienação que respeite a
“vocação ontológica do ser humano de ser
mais”.
Palavras-chave.
Consciência crítica, Tipos de consciencia, Diálogo,
Educação
emancipadora.
Paulo
Freire, preocupado por una educación que salga al encuentro del
pueblo que
estaba emergiendo como sujeto político y de su historia, en la
apertura
democrática que atravesaba Brasil, avanzó hacia una
lectura crítica y
estratégica de fuentes europeas y de su tradición.
Entabló un diálogo crítico,
para la construcción de una teoría del ser humano, con el
existencialismo,
marxismo, fenomenología y la Escuela de Frankfurt. Dicho sujeto
existe en el
mundo, con el mundo y posee las características distintivas de
pluralidad,
crítica, temporalidad y trascendencia. El
objetivo de nuestro trabajo es analizar la categoría de
conciencia crítica presente en esta perspectiva
antropológica, sus implicancias
y relaciones con otras categorías fundamentales de la misma.
Esta indagación la
proponemos en diálogo y debate con las problemáticas
centrales del pensamiento
filosófico latinoamericano, que dan cuenta de los principales
procesos de
emancipación de América Latina, y nos permiten operar
interrupciones a la
filosofía de raíz eurocéntrica. Nuestro abordaje,
se enmarca en la lectura e
interpretación crítica de sus obras fundacionales: La educación como Práctica de
la Libertad (1967), Pedagogía del
Oprimido (1970), ¿Extensión o
Comunicación? La concientización en el medio rural (1969) y
Concientización (1971). Obras en
las que se encuentra sistematizada
la concepción antropológica y los principales aspectos de
la teoría freireana
sobre la conciencia humana.
En
consecuencia, consideramos que nuestro enfoque, desde una perspectiva
del
pensamiento latinoamericano crítico, nos permitirá una
comprensión más acabada
de una de las preocupaciones que atraviesan toda la obra de Freire: la
constante lucha por una educación libre de alienación que
respete “la vocación
ontológica del ser humano de ser más”.
El
Brasil en transición y el exilio en Chile como referencias
centrales en el
discurso freireano
La
producción intelectual de Freire se divide en tres etapas o
momentos con
contextos de enunciación diferentes (Fernández
Mouján, 2018). La primera de
ellas, transcurre entre los años 1959 y 1963 en Brasil, la
segunda, la
experiencia del exilio en Chile y Ginebra, va desde 1964 a 1980. La
última
etapa, que implica el retorno a su país, se desarrolla desde
1980 a 1997.
Hacemos foco en las dos primeras etapas de la obra freireana porque en
ella
Freire construye críticamente su propuesta antropológica,
en la que la
conciencia crítica se presenta como categoría
fundamental, que traduce
preocupaciones y esfuerzos que atraviesan toda su obra, consistentes,
principalmente, en una educación para la libertad, para el
“hombre-sujeto” que
logra insertarse en la historia como actor y no como espectador de la
misma.
En este
sentido consideramos fundamental la lectura que hace Freire, en La educación como práctica de la libertad, de
su contexto. Aborda al Brasil de los años 50 y 60 como una
sociedad en
tránsito, en la que es necesaria una educación que
promueva el desarrollo de la
conciencia crítica, que ofrezca al pueblo “la
reflexión sobre sí mismo, sobre
su tiempo, sobre sus responsabilidades, sobre su papel en la nueva
cultura de
la época de transición” (Freire, 2013, p. 52). Este
tránsito implicaba que la
sociedad brasileña, profundamente contradictoria, vivía
el paso de una sociedad
cerrada a una sociedad abierta. La sociedad cerrada, punto de partida
de la
transición, se caracterizaba por tener el centro de
decisión de su economía
fuera, guiada por un mercado externo, por ende alienada, sin pueblo,
anti-dialógica, no tenía vida urbana, y si la
tenía, era precaria con
alarmantes índices de analfabetismo, es decir, era una sociedad
objeto y no
sujeto de sí misma. La sociedad abierta, en cambio, se
caracterizaba por la
participación popular, la libertad, el debate sobre la
propiedad, la autoridad
y la educación (Ibídem, p. 41).
Destacamos
dos experiencias cercanas a esta primera etapa que dan cuenta del
proceso de
democratización que atravesaba Brasil, y que fueron claves para
la formulación
de las preguntas y el planteo de las problemáticas centrales del
proyecto
intelectual de Freire: su participación en el Servicio Social de
la Industria
del Departamento Regional de Pernambuco (SESI) y en el Movimiento
Popular de
Cultura (MCP). Si bien estas experiencias son anteriores al primer
momento de
la producción freireana, ambas constituyen el entramado del
mismo, ya que el
propio Freire se refiere a ellas como fundantes.
En su Pedagogía
de la Esperanza, Freire (2015)
sostiene que:
La Pedagogía
del oprimido no podría haberse gestado en mí
sólo por causa de mi paso por
el SESI, pero mi paso por el SESI fue fundamental, diría incluso
indispensable
para su elaboración. Aún antes de la
Pedagogía
del oprimido, el paso por el SESI
tramó algo de lo que la Pedagogía del
Oprimido fue una especie de prolongación necesaria: me
refiero a la tesis
universitaria que defendí en la entonces Universidad de Recife,
después Federal
de Pernambuco Educação
e atualidade brasileira,
que en el fondo, al desdoblarse
en La educación como práctica de la
libertad, anuncia La pedagogía del
oprimido. (p. 35)
En el Departamento de Cultura y
Educación del SESI trabajó desde 1947 a 1957, primero
como director y después
como superintendente. Estas experiencias educativas le permitieron
convivir con
trabajadores urbanos, con pescadores, campesinos y campesinas y con sus
respectivos hijos e hijas. En estas experiencias el desarrollo de la
conciencia
crítica de las y los trabajadores ligados al SESI fue un
propósito sustancial. En
estos trabajos, destaca que en las problemáticas abordadas nunca
se dictaron,
ni impusieron soluciones, sino que, a través del diálogo,
“se trataba de llamar
a los obreros al debate, no solo de sus problemas sino de los problemas
comunes, de los problemas de su barrio y de su ciudad” (Freire,
2000, p.
16/17).
En lo que respecta al Movimiento
de Cultura Popular, éste fue creado en 1960 y Freire fue uno de
sus
cofundadores. En 1961 coordina el proyecto de Educación de
Adultos de este
movimiento en el que “se lanzó una de las instituciones
básicas de la propuesta
freireana: el círculo de cultura” (Rodríguez, 2015,
p. 65).
Freire relata que en esos círculos
se instituyeron debates de grupos para la aclaración de
situaciones y la
búsqueda de acciones y que la primera de estas experiencias se
realizó en
Recife, con un grupo de cinco analfabetos, de los cuales dos
desistieron en los
días siguientes.
La programación de esos debates
nos la ofrecían los propios grupos en entrevistas que
manteníamos con ellos y
de las cuales extraíamos los problemas que les gustaría
debatir. Entre otros
temas, el “nacionalismo”, “fuga de divisas”,
“evolución política del Brasil”,
“desarrollo”, “analfabetismo”, “voto del
analfabeto”, “democracia”, se repetían
de grupo en grupo.
Se esquematizaban estos y otros
asuntos con ayuda visual, y se presentaba a los grupos en forma de
diálogo. Los
resultados eran sorprendentes. (Ibídem, p. 97)
La
segunda etapa del pensamiento freireano está marcada por la
experiencia del
exilio, experiencia que vivió nuestro pensador por el golpe
militar de 1964 en Brasil.
Estuvo preso setenta días, luego se refugió en la
Embajada de Bolivia,
“esperando que el gobierno brasileño se dignara expedir un
salvoconducto sin el
cual no podía salir del país” (Freire, 2015, p.
52). Finalmente, llegó a
Bolivia en octubre de 1964, donde también fue sorprendido por
otro golpe de
Estado, que lo llevó, en noviembre del mismo año, a
Chile. Arribó a este país
después de la toma de posesión del gobierno
demócrata cristiano de Eduardo Frei
y permaneció en él hasta 1969. Freire, nuevamente en la Pedagogía de la esperanza, nos narra esta
experiencia:
Llegué a Chile de
cuerpo entero.
Pasión, nostalgia, tristeza, esperanza, deseos, sueños
rotos, pero no desechos,
ofensas, saberes acumulados, en las innúmeras tramas vividas,
disponibilidad para
vida, temores, recelos, dudas. Voluntad de vivir, y de amar. Esperanza,
sobre
todo.
(…) Solo a
mediados de enero 1965 nos
encontramos todos de nuevo. Elza, nuestras tres hijas y nuestros dos
hijos,
trayendo consigo también sus asombros, sus dudas, sus
esperanzas, sus miedos,
sus saberes hechos y haciéndose, recomenzaron conmigo una nueva
vida en tierra
extraña. (Ibídem, p. 53)
En este
contexto destacamos la experiencia de trabajo que tuvo Freire como
asesor del
economista Jacques Chonchol, en el Instituto de Desarrollo Agropecuario
(INDAP), días después de su llegada al país. En el
marco de acción de este
Instituto colaboró con el Ministerio de Educación en la
alfabetización de
adultos y con la Corporación de la Reforma Agraria (CORA),
siendo ésta uno de
los ejes del Gobierno de Frei. Más tarde, dos años antes
de abandonar Chile,
colaboró, por la Unesco, en el Instituto de Capacitación
e Investigación en
Reforma Agraria (ICIRA), organismo mixto de Naciones Unidas y de Chile.
En
virtud de esta experiencia recorrió casi todo el país,
escuchando y discutiendo
con las y los campesinos sobre aspectos de su realidad, debatiendo con
agrónomos y técnicos agrícolas sobre sus
prácticas pedagógicas y con educadores
y educadoras de las ciudades que visitaba sobre políticas
educativas.
Nuestro
pensador permaneció en Chile hasta 1969, luego viajó a
Estados Unidos para
participar, por diez meses, como profesor invitado en Harvard. En 1970
se
instala en Ginebra, donde reside por diez años, y trabaja para
el Consejo Mundial
de las Iglesias. Hacemos foco en estas dos etapas de su pensamiento con
las
situaciones vitales destacadas, ya que éstas constituyeron el
trasfondo desde
el que emergieron categorías centrales de su antropología
y propuesta
pedagógica de una educación para la libertad; que se
profundiza y radicaliza en
diálogo con los principales debates latinoamericanos de la
época.
De la
lectura crítica de la obra La educación
como práctica de la libertad advertimos que la
concepción antropológica de
Freire parte de la idea de que “el hombre es un ser de relaciones
y no sólo de
contactos” (Freire, 2013, p. 31). Es decir, que no sólo
está en el mundo sino con el mundo, siendo el
diálogo, en este punto, un aspecto fundamental que hace que
“el existir” sea
auténtico sólo en relación y comunicación
con otros seres. De su apertura a la
realidad, de donde surge el ser de relaciones que es, también se
manifiesta el
“estar con el mundo” y éste tiene las notas
distintivas de pluralidad,
trascendencia, crítica y consecuencia (Ibídem). Se
advierte que es central en
la antropología filosófica freireana el concepto de
“cualidad relacional” del
ser humano. Dicho concepto puede rastrearse, con matices y
distinciones, en los
existencialistas: Emmanuel Mounier, Gabriel Marcel, Karl Jaspers y Jean
Paul
Sartre, en quienes resulta fundamental la idea de que en la
configuración del
yo singular es determinante la presencia del tú, sin el influjo
de éste el yo
no puede estar presente a así mismo, como conciencia personal
(Hernández
Romero, 2010, p. 23).
Con
respecto a esto, estudiosos de la obra de Freire, como José
Eustáquio Romão,
Inés Fernández Mouján y Lidia Rodríguez,
entre los principales, han señalado la
presencia en el texto freireano del diálogo crítico y
cruce con el
existencialismo, específicamente su corriente cristiana.
El existencialismo fue muy
importante para la
generación de los años cincuenta y sesenta en Brasil y de
ese modo terminó por
insinuarse en el pensamiento freireano de los primeros escritos. Pero
fue,
principalmente, a través de Marcel como Paulo Freire
abrevó en esa fuente. (Romão,
2001. p. XIX)
La
pluralidad se destaca como una de notas típicas de la
perspectiva del ser
humano freireana, en la medida en que el sujeto responde a la amplia
variedad
de desafíos de la realidad. Pluralidad que no sólo se da
frente a los
diferentes desafíos que parten del contexto, sino ante un mismo
desafío. Es así
que, en el acto de responder, se organiza, elige la mejor respuesta, se
prueba
y actúa (Freire, 2013, p. 31).
También
en la relación humana con el mundo, para nuestro autor, hay una
nota de
crítica. La captación de la realidad es naturalmente
crítica, por ello
reflexiva y no refleja, como se daría en la esfera de los
contactos propia del
mundo animal (Ibídem, p. 32). La trascendencia, en este
desarrollo, se
manifiesta en la transitividad de la conciencia del sujeto que le
permite
reconocer un “yo” de un “no yo”,
auto
objetivarse y alcanzar la conciencia de su finitud, es decir, la
conciencia del
“ser inacabado que es” (Ibídem, p. 33). Esto nos
lleva al aspecto del sentido
de consecuencia de las relaciones con el mundo, lo que implica que lo
propio
del ser humano es integrarse a su contexto y no adaptarse. Esta
integración se
perfecciona en la medida en que la conciencia se torna crítica y
así,
“integrándose a las condiciones de su contexto,
respondiendo a sus desafíos,
objetivándose a sí mismo, discerniendo, trascendiendo, se
lanza el hombre a un
domino que le es exclusivo, el de la historia y de la cultura”
(Ibídem).
La
conciencia crítica para Freire, objeto de nuestra
reflexión en el presente
escrito, surge de esta integración, que implica un sujeto no
adaptado que se
apropia de los temas fundamentales de su época, respondiendo a
las tareas y
desafíos que le plantea su contexto. Al respecto, nuestro autor,
entiende que
la gran lucha que el hombre libra a través de la historia es la
lucha por su
humanización, la lucha que siempre se encuentra amenazada por la
opresión y que
consiste en superar aquellos factores que lo hacen ser un ser
acomodado. En
este proceso de humanización, la educación tiene un rol
fundamental. Educación
que, como comentamos anteriormente, en la transición de una
sociedad cerrada a
una abierta que vivía Brasil en los años 60 y el proceso
de democratización que
atravesaba toda Latinoamericana, debía ofrecerle al pueblo la
reflexión sobre sí
mismo, sobre su tiempo y sus responsabilidades en el nuevo clima
cultural
(Ibídem, p. 52).
En
consecuencia, advertimos la relación de estrecha solidaridad que
existe entre
educación liberadora y conciencia crítica en la
perspectiva freireana. En este
punto, cobran relevancia los tipos de conciencia, como diferentes
niveles de
comprensión de la realidad propuestos por Freire y que, a su
entender, deben
ser analizados por el sistema educativo como condicionantes
históricos y
culturales.
[1]
Los tipos
de conciencia son tres: la conciencia intransitiva, la conciencia
transitiva
ingenua o mágica y la conciencia, propiamente transitiva, que es
la conciencia
crítica.
El
primer tipo, el de la intransitividad en su conciencia, implica que el
sujeto
tiene casi toda la centralidad de sus intereses en formas vegetativas
de vida.
Se caracteriza por una falta casi total de compromiso entre el ser
humano y su
existencia, ésta es la razón por la que el discernimiento
se dificulta y
escapan a su comprensión los problemas que están
más allá de lo biológico
(Ibídem, p. 53/54). En este punto, la reconstrucción y
análisis crítico que
realiza Inés Fernández Mouján (2011) del
cuestionamiento efectuado por Rodolfo
Kusch a Freire, nos permitió profundizar en un aspecto
fundamental de nuestra
investigación, tendiente a desarrollar las críticas que
se le formularon a la
concepción antropológica freireana.
Específicamente, resulta crucial el
cuestionamiento kuscheano al concepto de conciencia intransitiva que,
como
señalamos anteriormente, en la visión freireana es el
tipo de conciencia de la
población rural, caracterizado por la falta de compromiso con la
existencia. Al
respecto, Fernández Mouján (2011), sostiene que:
Ante estas afirmaciones,
reacciona con una
crítica aguda y contextualizada Rodolfo Kusch (1922-1979) quien,
en su escrito
“Geocultura y desarrollismo”, examina la propuesta
freireana y sostiene que, si
bien Freire tiene un entendimiento y comprensión acabada de la
situación de
opresión por la que atraviesa el campesino, propone una
mutación del ethos
popular. Para sostener este movimiento -nos sitúa Kusch-, Freire
promueve el
desarrollo mediante la educación, pero esto es falible porque no
se puede
educar en general, en todo caso se educa en un contexto, en una cultura
determinada,
“para que alguien se adapte a una comunidad, al sentido de
realidad que es
propio de ella” (Kusch, 2000:114). De esta manera la propuesta
freireana educa
solo para una cultura, la cultura occidental, y olvida que toda
educación tiene
un alto sentido local, que es una acción cultural, y en tanto
operación
cultural, se debe a su comunidad. Argumenta, entonces, a partir de
estas
afirmaciones, que Freire describe muy bien al campesino, pero no lo
toma en
cuenta; lo occidentaliza con su ideal educativo. (p. 17-18)
La
segunda forma de conciencia, la conciencia transitiva, se da cuando la
comprensión del sujeto y sus preocupaciones se amplían a
otras esferas que
exceden la puramente biológica (Freire, 2013, p. 54).
Amplía su poder de
captación y diálogo con los otros y con el mundo, y a
medida que se profundiza
este diálogo y piensa los desafíos y problemas de su
época se hace histórico
(Ibídem). Pero, para nuestro autor esta conciencia es, en una
primera fase,
ingenua; ya que se caracteriza por la simplicidad en la
interpretación de los
problemas, por la tendencia a pensar que el tiempo pasado fue mejor,
por la
subestimación del hombre común, la fragilidad en la
argumentación, un tenor
emocional y la práctica, no del diálogo, sino de la
polémica (Ibídem, p. 55).
Para la conceptualización de este tipo de conciencia, observamos
que son
sumamente enriquecedores los análisis de la “conciencia
fanatizada” de Gabriel
Marcel (1955). Los desarrollos del filósofo francés, en
lo que respecta a su
idea de una existencia sin ligaduras y la “dispepsia” en
torno al prójimo, que
implica esta existencia inauténtica, son centrales en el planteo
freireano.
El
tercer tipo de conciencia freireano es la conciencia crítica y
se caracteriza
por la profundidad en las interpretaciones de los problemas, por la
disposición
a las revisiones, a despojarse de las preconcepciones en los
análisis y por el
ejercicio del diálogo y no de la polémica. Desde estos
planteos, entendemos que
la crítica implica que el ser humano comprende su
posición y tiene injerencia
en su contexto. Freire ha insistido a lo largo de toda su obra en
diferenciar a
la conciencia crítica de otro aspecto que es “la toma de
conciencia”. Para
nuestro autor, la concienciación implica el desarrollo de esta
toma de
conciencia, es un proceso que no es el resultado de modificaciones
económicas,
sino que es la consecuencia del “trabajo pedagógico
crítico y apoyado en
condiciones históricas propicias” (Ibídem).
De la
lectura crítica de la obra freireana surge la relación
estrecha que existe
entre las nociones de crítica y diálogo, ya que, para
nuestro pensador, la
existencia es auténtica y se torna crítica cuando se da
en relación y
comunicación con otros seres (Ibídem, p. 32). Ambas
nociones, que se erigen
como ejes principales de su mirada antropológica, constituyen
una clave de
acceso privilegiada a su crítica de la concepción
tradicional de la educación y
a su propuesta de una educación liberadora. La educación
problematizadora
freireana se encuentra comprometida con la liberación de los
seres humanos y es
esencialmente dialógica. En este sentido, resultan valiosas las
consideraciones
de Adriana Puiggrós, quien señala que los proyectos
educativos nacionales y
populares carecieron de propuestas transformadoras en el aspecto
político-académico
y didáctico. Es decir que el vínculo entre maestro y
alumno quedó intacto,
planteando la enorme paradoja de un proceso de democratización
que posibilitaba
el acceso de los sectores oprimidos al sistema educacional, pero sin
grandes
cambios en la modalidad de participación ya en el interior del
sistema. Paulo
Freire -expone Puiggrós- realizó un avance trascendental
en este sentido (1991,
p. 27).
Al
reflexionar Freire sobre la naturaleza del diálogo en su Pedagogía del Oprimido, sostiene que la palabra se
revela como el
diálogo mismo, es decir, como algo más que un medio para
que éste se produzca.
Advierte dos dimensiones en la palabra: acción y
reflexión. No hay palabra
verdadera sin la unión inquebrantable entre acción y
reflexión y, por ende, que
no sea praxis. Privada la palabra de su dimensión activa, se
sacrifica también
la reflexión transformándose en palabrerío, en
mero verbalismo. Si se destaca o
hace exclusiva la acción con el sacrificio de la
reflexión, la palabra se
convierte en activismo (Freire. 2012, p. 97-98). Destaca nuestro autor
que la
palabra auténtica, aquella que no sacrifica ninguno de sus
elementos
constitutivos, es praxis, es transformar el mundo y decirla es el
derecho de
todos los hombres. “El diálogo es una exigencia
existencial”. Es el encuentro
entre hombres que une reflexión y acción de sus sujetos
hacia el mundo que debe
ser transformado y humanizado (Ibídem, p. 99).
En
relación al diálogo, observamos en sus referencias la
influencia del filósofo
alemán Karl Jaspers. El filósofo existencialista postula
que uno no puede
llegar a ser uno mismo si no a través de la comunicación
con un tú libre. La
interacción humana, al menos la que Jaspers denomina
existencial, nunca es un
desarrollo solitario de un yo innato, sino una
“re-creación” del yo en la
comunicación mutua. Para Freire, también, el hombre se
realiza y se encuentra a
sí mismo como ser en relación con otros.
Desde
estas teorizaciones se comprende en toda su amplitud la
pedagogía liberadora
freireana, que se perfila en oposición a la educación
tradicional, a la cual
caracteriza como bancaria, en una clara analogía con el
depósito financiero. Es
así que, en esta perspectiva distorsionada de la
educación, los educandos son
los depositarios y el educador quien deposita. La relación
educador-educando es
de naturaleza eminentemente narrativa y disertadora, lo que implica, un
sujeto,
el que narra, y objetos, pacientes y oyentes: los educandos. La
narración
conduce a los educandos a la memorización mecánica del
contenido narrado. Más aún,
la narración los transforma en vasijas, en recipientes que deben
ser llenados
por el educador. (Ibídem, p. 72).
Según
Freire, el problema fundamental que plantea esta perspectiva bancaria
de la
educación es que los estudiantes no desarrollan la conciencia
crítica,
necesaria para su inserción en el mundo, sólo se
ejercitan en el archivo de los
depósitos transferidos. De esta manera, estimulando su
ingenuidad y pasividad
se satisfacen los intereses de los opresores. En consecuencia, uno de
los
fundamentos de esta concepción es “la superposición
de los hombres sobre los
hombres”, lo que la hace una práctica de la
dominación. Se basa en una falsa
comprensión de los hombres y en un concepto mecánico y
estático de conciencia
que transforma en objetos, meros recipientes, a los educandos
(Ibídem, p.
80/81).
Desde
estos desarrollos teóricos, consideramos que la
indagación crítica de la
perspectiva antropológica freireana, específicamente el
profundizar en su
noción de conciencia crítica constituye, hoy, un aporte
filosófico relevante
para repensar los desafíos que debe asumir la educación
en Latinoamérica. Desafíos
estos que demandan
prácticas docentes que promuevan el desarrollo de la conciencia
crítica y
habiliten espacios de coparticipación y diálogo con las y
los estudiantes.
Espacios que permitan repensar y problematizar los principales aspectos
del
contexto social, político, histórico y cultural
latinoamericano.
Como
señalamos anteriormente, Freire ha insistido, a lo largo de toda
su obra, en la
transformación del ser humano en sujeto de su tiempo, a
través de la educación
con los otros y mediatizados por el mundo y la realidad a través
del diálogo.
En este sentido, consideramos que profundizar en su noción de
conciencia
crítica, como uno de los ejes fundamentales de su
antropología, es un aporte
filosófico relevante y actual para una intervención en la
clásica discusión
sobre el ser humano, desde una perspectiva latinoamericana
crítica. En
consecuencia, nuestro abordaje lo realizamos en vinculación con
las principales
temáticas del pensamiento filosófico latinoamericano,
fundamentalmente con las
teorías críticas del sujeto formuladas en el seno de esta
corriente de
pensamiento.
Uno de
los debates que hacen a las condiciones de posibilidad del pensamiento
filosófico latinoamericano, es el problema de la universalidad
del
conocimiento. En la concepción tradicional, la filosofía,
fuertemente ligada a
los presupuestos y características del conocimiento
científico que surge en la
Modernidad, quedó marcada por el ideal de consecución de
un saber universal que
implicaba “la depuración del sujeto de sus rasgos
sensibles y de cualquier
materialidad que lo condicione” (Ramaglia, 2020, p. 12).
[2]
En virtud
de
este modelo que debía seguir la reflexión
filosófica, en su configuración y
desarrollo, se le ha restado legitimidad a la misma, cuando
partía e indagaba
desde un lugar y tiempo específico, como sería la
realidad política, social y cultural
de América Latina (Ibídem). Al respecto, Dante Ramaglia
(2020) sostiene que
esta depuración no solo alcanza al saber filosófico sino
también al sujeto que
enuncia ese saber:
Es esta la línea
conceptual que surge
claramente del ego cogito de Descartes
para derivar en las formulaciones del sujeto trascendental kantiano y
se erige
como sujeto absoluto en la filosofía de Hegel, con sus diversas
repercusiones
en el pensamiento contemporáneo, incluyendo su crítica
radical a partir de los filósofos de la sospecha –
Nietzsche,
Marx y Freud – y en diversas prolongaciones de este
cuestionamiento que viene a
descentrar la noción de sujeto. No obstante, la
representación moderna del
sujeto contiene una fuerte incidencia en diversas expresiones que
continuaron
afirmando la universalidad como supuesto del saber científico
– y por
consiguiente filosófico – en cuanto conocimiento objetivo
y neutral desde un
punto de vista axiológico, y que a la vez procura sustentarse
como verdadero
independientemente de las cambiantes circunstancias históricas
que lo
cualifican. (p. 12)
En este
aspecto, desde la filosofía latinoamericana se interpela esta
noción de
universal abstracto, que se constituye como fundamento de la
concepción
racional moderna del saber y del sujeto, que implica la
reducción de éste a su
dimensión racional, desligado de su contexto y las tramas
culturales, las
formas y relaciones de poder que lo atraviesan. El surgimiento de este
universal abstracto coincide con la constitución de Europa como
centro
hegemónico geopolítico, cultural y generador del saber,
tanto científico como
filosófico. Esto da cuenta de las notas que van a caracterizar y
regir a este
universal abstracto: la cuantificación y la relación
medio fin signada por el
cálculo, fundamentos del proyecto de ilustración moderno
y la expansión del
capitalismo (Ibídem, p. 13). En este sentido, destacamos
los aportes de Yamandú Acosta (2008) que
abordan la razón instrumental en su estrecha asociación
entre razón y
dominación, asociación que ha desplazado a la
razón histórica, que implica una
relación entre razón y libertad (p. 17).
En el
pensamiento filosófico latinoamericano se construye la
noción de universal
concreto, que se encuentra en estrecha relación de solidaridad
con un proyecto
y proceso de emancipación y liberación de América
Latina. El universal concreto
rechaza las formas de exclusión generadas por el universal
abstracto propio del
pensamiento hegemónico europeo y “asume las
particularidades de donde parte, en
cuanto reconoce la diversidad social y cultural que le son
constitutivas”
(Ramaglia, 2020, p. 14). Desde estos planteos, y atendiendo a la
promoción de
un pensamiento situado y ligado con la realidad política y
social de nuestra
región, se formulan interrupciones a la tradicional
concepción de filosofía,
calificada como eurocéntrica y academicista que impera en las
instituciones
dedicadas a la actividad filosófica (Ibídem, p. 15).
[3]
En torno
a este debate, consideramos pertinente inscribir a Freire y recuperar
sus
análisis con respecto a la reflexión filosófica,
presentes en su publicación ¿Extensión
o Comunicación? La
concientización en el medio rural. En este texto interpela
críticamente el
concepto de extensión, ya que el mismo se encuentra atravesado
por la
antidialoguicidad e implica un equívoco gnoseológico,
consistente en que
alguien le extiende algo a otro, es
decir, alguien dona conocimiento a otro. Para Freire, las acciones del
hombre
que derivan de las “relaciones con el mundo” se dan en el
marco de una teoría;
entonces, se impone la tarea de reflexionar sobre esta acción
para comprender
la teoría que ella alberga. “Se impone que, en lugar de la
simple “doxa”, en
torno de la acción que desarrollemos, alcancemos el logos de
nuestra acción”
(Freire, 2013, p. 42). Según, nuestro autor, esta
reflexión sobre la acción que
nos lleva a la teoría es tarea específica de la
reflexión filosófica, a ella le
cabe “incidir sobre la acción y desvelarla, en sus
objetivos, en sus medios, y
en su eficiencia” (Ibídem). Entiende que el pensamiento
filosófico no puede
prescindir de su matriz problematizadora y, al referirse al mejor
alumno de
filosofia, sostiene que el pensar críticamente y el correr el
riesgo que esto
implica son aspectos fundamentales de la reflexión
filosófica (Ibídem, p. 60).
En este sentido, la conciencia crítica freireana no implica un
pensar desligado
de su entorno, sino una interpelación y diálogo
crítico con el contexto, con
las circunstancias. Implica un ser humano comprometido con su realidad
que
aborda profundamente las problemáticas de su tiempo, por ende,
supone un pensar
situado y problematizador de los principales aspectos
del contexto social, político, histórico y
cultural latinoamericano.
Otro de
los temas centrales de la filosofía en América Latina y
del Caribe es la
cuestión relativa al sujeto. Cuestión, que nos provoca
preguntarnos por el
sujeto que filosofa y enuncia el discurso filosófico, quien se
encuentra
inserto en la realidad social y política que es objeto de su
reflexión. En este
aspecto nos interesa recuperar, para su puesta en diálogo con
las teorizaciones
antropológicas de Freire, los desarrollos de la teoría
del sujeto de Arturo
Roig— presentes en su obra Teoría y crítica del pensamiento
latinoamericano (1981) y Rostro y filosofía de
Nuestra américa
(2011) — y la teoría crítica del sujeto de Franz
Hinkelammert, implicada en
su texto El sujeto y la ley. El retorno
del sujeto reprimido (2002).
Para
Arturo Roig el sujeto no es el sujeto
trascendental de Kant, ni el sujeto absoluto de Hegel. Para el
filósofo
mendocino el sujeto es empírico, su experiencia está
caracterizada por la
historicidad y la contingencia, por lo que se encuentra tensionado
entre la
enajenación y la autenticidad. La noción fundamental de
la perspectiva roigeana
es la del “a priori antropológico”, que se refiere a
un ejercicio de
autoafirmación y reconocimiento que realiza el sujeto como punto
de partida de
su comprensión del mundo y desde “el cual es capaz de
ordenarse sin ignorar su
historicidad” (Roig, 2011, p. 240).
Sostiene
Roig, en su texto “La filosofía en Nuestra América
y el problema del sujeto del
filosofar”, que:
(…) Lo que hemos
denominado a priori
antropológico, y de eso estamos hablando, es básica y
fundamentalmente dos
cosas: es contingente y es ejercicio de valor (…)
lógicamente, que la
afirmación que implica el a priori antropológico no
supone haber alcanzado un
nivel de autenticidad, sino que sólo indica su punto de partida.
En este
sentido, en nuestro libro Teoría y
crítica del pensamiento latinoamericano, uno de los ejes fue
precisamente
la necesidad de desarrollar, a partir de aquella primera norma, un
universo
normativo que permitiera formas de legitimación en
relación con la problemática
de la dignidad humana (…) pensar que la palabra a priori implica
algo así como ideas
innatas como pensaron los filósofos de Edimburgo, o que es sin
más un hecho
lógico trascendental, es ignorar la naturaleza variada y
compleja del
inevitable hecho de la a prioridad. (Ibídem, p. 239)
Consideramos
fundamental también profundizar en la noción de
crítica de Roig que se vincula
con este ejercicio de autoafirmación que implica el a priori
antropológico. En
esta perspectiva, primero la crítica es contemporánea a
los hechos, “no
necesitamos la maduración hegeliana de los hechos para hacer la
crítica de una
época o de una situación social, aun cuando la tarea
crítica no alcance
inicialmente todo su desarrollo” (Ibídem, p. 240). En
segundo lugar, la crítica
es espontánea, esto implica que es antes social que
epistemológica, aun cuando
pueda establecerse como saber filosófico académico se da
en la praxis propia de
la vida cotidiana (Ibídem).
En
cuanto a la teoría crítica del sujeto de Franz Hinkelammert
(2006), este
pensador entiende que la conceptualización del ser humano como
sujeto surge en
la modernidad:
El concepto de sujeto surge en la
relación
sujeto-objeto, como Descartes la formula. El sujeto humano es visto
como
instancia, que se relaciona con el objeto- res cogitans frente a la res
extensa. Como tal es un sujeto de pensamiento enfrentado al mundo de
los
objetos. Este sujeto ve toda corporeidad como su objeto, por tanto,
también no
solamente la corporeidad del otro- naturaleza externa incluyendo la
corporeidad
de los otros seres humanos- sino la de su propio cuerpo. Todos los
cuerpos,
incluyendo el propio, son res extensa sobre
la cual juzga el sujeto como res
cogitans. Eso se lleva hasta la concepción de este
yo-sujeto a la
instancia, que hace surgir de su propio yo pensante todo el mundo
externo, que
puede aparecer como objetivación del pensamiento. (p. 499)
Este
sujeto para Hinkelammert es también el “individuo
poseedor”, que en el marco de
la relación sujeto-objeto se dirige al mundo para dominar y
poseer, es el
sujeto calculador de sus intereses y de la posibilidad de aumentar su
consumo e
ingresos como vía de acceso al mundo. “Es la res extensa,
frente a la cual se
puede comportar como este individuo, que tiene relación de
propiedad con todo
el mundo externo, considerando su propia corporeidad como mundo
externo”
(Ibídem, p. 500). Este individuo poseedor es puesto por la
sociedad en el
centro de todas las relaciones sociales, excediendo el ámbito de
la actividad
económica y abarcando a toda la persona humana, cumpliendo, en
definitiva, con
el ideal de lo que se llama homo economicus (Ibídem, p. 502).
Frente a
esta racionalidad calculadora Hinkelammert propone reivindicar la
condición de
“sujeto viviente y corporal” del ser humano, cuya
acción se da en el marco de
una relación de cuerpo a cuerpo. Los seres humanos se hacen
presentes frente a
otros y enfrentan el mundo como seres vivientes, la pregunta clave
acá es “la
pregunta por las condiciones de posibilidad de vivir como ser
viviente”
(Ibídem). En este aspecto, Dante Ramaglia entiende que en la
propuesta de
Hinkelammert el ser humano se transforma en sujeto, por la
reivindicación y
defensa que éste hace, al percatarse de los efectos negativos
sobre el conjunto
de la humanidad y la naturaleza. Esta transformación es un
proceso que se da a
posteriori y no a priori. El sujeto se revela como “una ausencia
que interpela,
como potencialidad humana y no como presencia positiva. Hacerse sujeto
es
responder a esta ausencia positivamente” (2020, p. 28).
Llegados
a este punto, enfatizamos una vez más, en la necesidad de
profundizar en la
categoría de conciencia crítica como eje de la
antropología filosófica de
Freire, ya que nos brinda un acceso privilegiado a la
comprensión de la misma y
a su propuesta de una educación liberadora. Consideramos que
esta mirada sobre
el ser humano freireana se potencia ampliamente al inscribirla en las
principales temáticas y debates de la filosofía
latinoamericana,
específicamente articulando con aquellos discursos que postulan
a esta
corriente de pensamiento como una reflexión filosófica
situada; que asume la realidad
política, social, cultural e histórica, en toda su
complejidad, de América
Latina y del Caribe. La puesta en relación que proponemos con
las teorías del
criticas del sujeto de Arturo Roig y Franz Hinkelammert, nos permiten
(re)
significar y (re) dimensionar la potencia política de conceptos
claves de los
postulados antropológicos freireanos, como “conciencia
crítica”, “estar siendo”
y “diálogo”; para la indagación de lo
histórico y cultural que permita que los
silenciadxs tomen la palabra. En este trabajo realizamos una
aproximación a
esta puesta en diálogo, el desarrollo exhaustivo de la misma es
objeto de
nuestra investigación de doctorado en curso. En síntesis
sostenemos que, por
ser discursos que asumen las condiciones sociales e históricas
latinoamericanas
y discuten los fundamentos y consecuencias insalvables de la
Modernidad, esta
vinculación aportará a la construcción de un
quehacer filosófico
latinoamericano, situado y comprometido que formule interrupciones a la
filosofía tradicional de raíz eurocéntrica.
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Roig, A. (2011). Rostro y filosofía de nuestra América.
Edición corregida y
aumentada. Una Ventana.
[1]
Con respecto a los tres tipos de conciencia freireanos,
Lidia
Rodríguez (2015), entiende que éstos y su
vinculación con las distintas formas
de sociedad son el punto de partida del método de
alfabetización de Freire,
otro aspecto fundamental de su obra.
[2]
Rubén Pardo, en la Posciencia, señala que
desde la modernidad razón
y verdad son pensados casi como sinónimos de “razón
científica” y de “verdad
científica”, lo que lleva a pensar y reducir la
racionalidad a la racionalidad
propia de la ciencia (La posciencia. El
conocimiento científico en las postrimerías de la
modernidad. Díaz Esther,
2000, p. 49).
[3]
Ramaglia aclara que esta observación no impugna,
ni desconoce la
validez teórica de la profesionalización e
institucionalización de la filosofía
europea en nuestro continente, lo que se discute y cuestiona es su
idealización, y por ende, su configuración como modelo de
pensamiento impuesto
(Ibídem, p. 14).