Cabecera. Saberes y prácticas. revista de Filosofía y educación.

Saberes y prácticas. Revista de Filosofía y Educación / ISSN 2525-2089
Vol. 7 N° 1 (2022) / Sección Artículos / pp. 1-13 / Licencia Creative Commons
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Filosofía en la Escuela (CIIFE),
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
revistasaberesypracticas@ffyl.uncu.edu.ar / saberesypracticas.uncu.edu.ar
Recibido: 30/09/2021 Aceptado: 29/04/2022
DOI: https://doi.org/10.48162/rev.36.055


Educar, investigar, sistematizar.
Narrativa de una experiencia con estudiantes de Trabajo Social
en tiempos de pandemia

Educating, Investigating, Systematizing.
A Narrative of an Experience with Social Work Students in Times of Pandemic


María Fernanda Estevez

Universidad Nacional de San Juan (UNSJ),
Facultad de Ciencias Sociales (FACSO),
Departamento de Trabajo Social, Gabinete de Estudios e Investigaciones en Trabajo Social (GEITS) e
Instituto de Investigaciones Socio-Económicas (IISE). Argentina.

ferestevezfager@gmail.com


Cecilia Alejandra Fuentes

Universidad Nacional de San Juan (UNSJ),
Facultad de Ciencias Sociales (FACSO),
Departamento de Trabajo Social, Gabinete de Estudios e Investigaciones en Trabajo Social (GEITS) e
Instituto de Investigaciones Socio-Económicas (IISE). Argentina.

ceciliafuentes309@gmail.com


Resumen. Durante el año 2020, en contexto de pandemia por COVID-19 y de Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO), nos propusimos y vivenciamos una experiencia educativa con estudiantes de la Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Nacional de San Juan, en el espacio de la asignatura: “Orientación Optativa Educación”.

En el presente artículo, nos proponemos compartir la experiencia en cuestión, en dos sentidos. Por un lado, como actividad pedagógica en sí misma y de gran valor para el Trabajo Social, en tanto su concreción no sólo habilitó el abordaje de los contenidos propios de la asignatura; sino también la práctica de habilidades imprescindibles para la disciplina, como lo son el registro, la escritura, el análisis. Por otro lado, como testimonio de experiencia vital de estudiantes universitarias que les tocó re-aprender a serlo, en tiempos de pandemia. Todo ello, anclado desde los aportes de las narrativas sociales, dado que las mismas configuran un sustento teórico-metodológico apropiado para lograr ambos cometidos de este artículo; a la vez que habilitan una reflexión sobre la práctica docente, en tanto meta-relato de la experiencia realizada.

Palabras clave. Narrativas, Trabajo Social, Educación, Estrategia pedagógica, Investigación


Abstract. During 2020, in the context of a COVID-19 pandemic and Obligatory Preventive Social Isolation (ASPO), we proposed and lived an educational experience with students of the Undergraduate degree of Social Work at the National University of San Juan, in the course: "Elective Orientation Education".

In this article, we aim at sharing this dual purpose experience: On the one hand, as a pedagogical activity in itself and of great value for Social Work, as its realization not only enabled the approach to the content of the course; but also the practice of essential skills for the discipline, such as registration, writing, analysis, etc. On the other hand, as a testimony of the vital experience of university students who had to re-learn to be students, in times of pandemic. All this, anchored from the contributions of social narratives, since they configure an appropriate theoretical-methodological support to achieve both tasks of this article; at the same time that they enable a reflection on the teaching practice, as a metanarrative of the experience carried out.

Keywords. Narratives, Social Work, Education, Pedagogical strategy, Research


Los orígenes de la experiencia que compartimos


El 2020 fue un año extraordinario para el mundo, para la Argentina, para cada una de nuestras vidas. El contexto de Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO) generado por la pandemia de COVID-19, alteró nuestra cotidianidad y a partir de las medidas impulsadas por el Estado en pos de preservar la salud, debimos organizarnos de otros modos.

En el ámbito educativo, se debió afrontar un precipitado y significativo cambio para lograr la continuidad pedagógica. El cese temporal de la presencialidad en las instituciones educativas operó como un gran disruptor, obligándolas a modificar sus modos de organización y funcionamiento, con el objetivo de garantizar el derecho a la educación durante la pandemia. Tal situación extraordinaria, exhortó medidas políticas, institucionales, pero también acciones concretas de todos/as quienes estábamos involucrados/as en procesos de enseñanza y de aprendizaje. Así, repentina e inexorablemente, docentes y estudiantes nos vimos compelidos al trabajo virtual.

Fue en dicho contexto, que propusimos y vivenciamos una experiencia educativa con estudiantes de la Licenciatura en Trabajo Social de la Universidad Nacional de San Juan, en el espacio de la “Orientación Optativa Educación”; asignatura anual que se puede cursar en cuarto o quinto año de la carrera. Iniciado el segundo cuatrimestre, se les propuso a las estudiantes cursantes, la realización de un trabajo procesual e integrador, al que denominamos “Ser estudiante universitaria en tiempos de ASPO por COVID-19: registro, reflexión y análisis de la propia experiencia”.

Lo que en sus orígenes pretendía ser un trabajo de evaluación para acreditar la materia, ya en su diseño propiamente dicho comenzó a tomar nuevos rumbos. En una misma experiencia advertíamos que podíamos abordar contenidos de la propia asignatura, poner en acto conocimientos transversales de la carrera y habilidades propias del Trabajo Social, y a la vez, constituir una oportunidad para sistematizar una experiencia tan extraordinaria en nuestras vidas, a partir de las propias voces de las estudiantes, expresadas en sus relatos.

Lo que comenzó siendo una experiencia pedagógica-didáctica, dio lugar al acceso a los registros generados por las cursantes de la optativa; y con ello, a nosotras (como docentes) se nos permitió “entrar” en el mundo de esas estudiantes, quienes estaban “aprendiendo a serlo” de un modo diferente y en un contexto distópico. Esas narrativas –que fueron promovidas como parte del trabajo y que asumieron distintos formatos–, tuvieron no sólo el valor de ser una experiencia de aprendizaje y evaluación para las estudiantes, sino también una oportunidad para expresar en primera persona, el modo de ser estudiante universitaria en tiempos de ASPO por COVID-19, dando cuenta de las condiciones concretas de existencia que atravesaban tal experiencia, de sus vivencias, de las subjetividades y reflexiones desde allí construidas.

En consecuencia, en el presente trabajo nos proponemos compartir la experiencia en cuestión, en dos sentidos. Por un lado, como actividad pedagógica en sí misma y de gran valor para el Trabajo Social, en tanto su concreción no sólo habilitó el abordaje de los contenidos propios de la Asignatura “Orientación Optativa Educación”, sino también la práctica de habilidades imprescindibles para la disciplina, como lo son el registro, la escritura, el análisis. Por otro lado, como testimonio de experiencia vital de estudiantes universitarias que les tocó re-aprender a serlo, en tiempos de pandemia. Todo ello, anclado desde los aportes de las narrativas sociales, en tanto configuran un sustento teórico-metodológico y una oportunidad para lograr ambos cometidos de este artículo.


Las narrativas: sustento de la experiencia realizada


El ejercicio propuesto a las estudiantes –tal como lo compartiremos más adelante–, implicó la posibilidad de que ellas realizaran un relato-registro de sus experiencias como estudiantes universitarias en tiempos de pandemia; dando lugar a través del mismo, a instancias de reflexión y análisis sobre tal vivencia extraordinaria. Por sus características, dicho ejercicio constituyó una práctica a la que podemos inscribir en el ámbito de las narrativas.

La noción de narrativa, si bien se relaciona con las ideas de relato o de historia –en tanto conceptos que remiten a la imagen común de contar, de recuperar, de volver a traer algo acontecido o vivido–, las excede. Lo que caracteriza a las narrativas, es que a través de ellas podemos ingresar al ámbito de la singularidad de una experiencia, la cual puede estar atravesada por una situación particular, por un hecho problemático, por una ruptura biográfica; tal como podríamos reconocer a la vivencia de la pandemia y su lugar en la reconfiguración del ser estudiante de Trabajo Social, en dicho contexto.

En palabras de Ripamonti (2017), con narrativa se alude a:

Un modo particular de relatar que es aquél que articula una experiencia desde un incidente crítico, un nudo problemático que tensiona, tracciona y atraviesa toda la comunicación (oral o escrita), incluyendo lo relativo a los modos subjetivos de vivir/pensar lo vivido, las reflexiones provocadas (Sardi, 2013). Si hay algo que nos permite una narrativa es habitar la singularidad de la experiencia, es un espacio de resonancia, es traer a la superficie para mostrar, operar un rescate para salvar. (p. 90)

La propuesta de narración de experiencias significativas –que fue lo que intentamos a través del ejercicio evaluativo que invitamos a realizar a nuestras estudiantes–, contempla a los/as sujetos/as como constructores/as de su historicidad. En esta perspectiva, se aboga por la idea de que somos constitutivamente sujetos/as narradores/as, ya que todos/as contamos historias (Suarez, 2013); donde el desafío consiste en recuperar esos relatos relevantes, como puesta en sentido de las propias experiencias. En la misma dirección, Capella (2013), sobre la base de los aportes de Bruner, da cuenta de cómo la narrativa (la cual requiere del lenguaje), es la matriz para la organización de los significados, para dar sentido a las experiencias, al mundo, a los/as otros/as y a nosotros/as; siendo las personas, narradoras de sus propias historias. Según Bruner (1991, 1994, 2004; como se citó en Capella, 2013), organizamos nuestras experiencias y registramos lo vivido de modo narrativo, a través de narraciones o relatos.

Podríamos pensar que, en el acto de narrar, se da una articulación o interjuego entre realidad–experiencias–relatos–y acción.

La narrativa expresa dimensiones de la experiencia vivida, la media y configura la construcción social de la realidad. La realidad nos atraviesa, nos marca, nos deja huellas que conforman nuestras experiencias vitales. Sin embargo, a través de las palabras o relatos también vamos construyendo esa realidad, al apropiarnos de ella y de los significados particulares que le damos. A través de los relatos, denominamos, reconstruimos lo vivido de un modo singular. Por medio de las narrativas, creamos sentido. Como expresa Fernández-D'Andrea López-Cañizares (2018):

Las palabras dotan de significado a realidades vividas, que en principio, podrían tener significados diversos. Para entender nuestras vidas y expresarnos a nosotros mismos la experiencia debe relatarse y es precisamente el hecho de relatar, lo que determina el significado que se atribuirá a la experiencia. No es que la experiencia venga primero y los relatos sean posteriores, en muchas ocasiones relatos sobre la identidad configuran la realidad de una persona, un grupo o una comunidad. (p. 5)

En la misma dirección, se advierte que las narrativas se constituyen como posibilidad de construir identidad. Vargas Barrantes (2011), recuperando los aportes de Cornejo et al. (2008) refiere teóricamente a cómo el proceso de narrar participa en la construcción de la identidad de los/as sujetos/as. Al respecto señala que:

Cornejo et al. (2008), señalan que siempre estamos realizando relatos, ya sea de otros o de nosotros mismos. Para estos investigadores, estos relatos nos definen y diferencian de otros, por lo que cumplen una función en la construcción de la identidad. Se trata, por lo tanto; de una identidad narrativa, que se construye y reconstruye a través de los relatos, los cuales dan sentido a las acciones, a los eventos vividos, restituyendo un sentido global a un curso inevitablemente caótico de una existencia siempre enigmática. (Cornejo et al., 2008, como se citó en Vargas Barrantes, 2011, p. 11)

Pero las narrativas tienen un potencial aún mayor; en tanto el acto de narrar articula también experiencia y acción, entendidas como parte de una reflexividad que, a la vez de transformarse en praxis, puede constituirse en una praxis transformadora. Las narrativas posibilitan la problematización de la vida, permiten recuperar las experiencias-vivencias, para desarticularlas, para deconstruirlas; y sin embargo, desde allí, poder buscar modos de superación, a través de procesos de rearticulación, de reconfiguración de las experiencias.

En definitiva, y en coincidencia con los aportes de Ripamonti (2017), la narrativa la pensamos como:

Un texto que articula una experiencia, la expresa, la interviene, la inscribe, la constituye, la transmite. Y lo hace desde y en el desarrollo de una trama en la que se implican subjetividades diversas, miradas, significados, situaciones vitales, contextos en un mundo complejo, atravesado por alguna tensión o conflicto. (p. 85)

Las posibilidades que brindan las narrativas, ha dado lugar a su uso tanto como propuesta pedagógica o modalidad de formación en distintos ámbitos; a la vez que como tradición en el campo de la investigación social cualitativa. El ejercicio que propusimos realizar a las estudiantes de Trabajo Social en el ámbito de la Asignatura “Orientación Optativa Educación”, siguió ese doble recorrido. En su origen se aplicó como estrategia pedagógica; pero a la vez, los textos logrados, posibilitaron su uso para construir conocimiento. En las sucesivas páginas, damos cuenta de cada uno de tales trayectos.


Registrar, reflexionar, analizar. La práctica narrativa como estrategia pedagógica


En un contexto de excepcionalidad y emergencia como el que estábamos viviendo, fue no sólo imperioso modificar nuestros modos de enseñanza pasando a una educación virtual; sino que también resultó necesario repensar los recursos pedagógicos y de evaluación, que nos permitieran alcanzar algunos de los propósitos de la Asignatura.

La Orientación Optativa “Educación”, de la Licenciatura en Trabajo Social, se presenta como una instancia de construcción de conocimientos, donde se procura reflexionar, problematizar y analizar críticamente los discursos, prácticas y problemáticas socioeducativas, a la vez que las políticas sectoriales; con la intención de que se traduzcan en el desarrollo de procesos de acción y transformación, en instancias de intervención profesional en ámbitos de educación formal y no formal, a la vez que frente a situaciones socioeducativas complejas.

A lo largo del 2020, alcanzamos a trabajar en torno a tres unidades temáticas, de las cuatro previstas. La primera, relacionada con la noción “educación”, su complejidad y diversidad de posicionamientos respecto a la misma. La segunda, relativa al vínculo entre los proyectos político-económicos con los proyectos educativos y las políticas educativas, en perspectiva histórica. En la tercera, profundizamos lo referido a trayectorias educativas, en el marco de contenidos relacionados con la construcción social de los escenarios, sujetos y problemáticas socioeducativas.

Finalizado el primer cuatrimestre y previendo la continuidad del contexto excepcional, fue que diseñamos un Trabajo Final Integrador, al que denominamos “Ser estudiante universitaria en tiempos de ASPO por COVID-19: registro, reflexión y análisis de la propia experiencia”. Si bien la presentación sería al final del segundo cuatrimestre, su desarrollo se iría realizando de manera procesual.

Más allá de su carácter evaluativo, el ejercicio propuesto a las alumnas, era una invitación a registrar, reflexionar y analizar, la experiencia extraordinaria de ser estudiantes en un contexto de ASPO por COVID-19, donde debieron reconvertirse, para dar continuidad a sus estudios.

Por otra parte, desde el equipo docente creíamos que la realización del ejercicio permitiría simular una posible práctica de intervención pre-profesional, donde las estudiantes se ubicaban inicialmente como sujetas de la intervención y, hacia el final del trabajo, devenir en practicantes de Trabajo Social.

El formato planteado proponía narrar, registrar de diversos modos, la experiencia que ellas mismas estaban viviendo como estudiantes universitarias. Desde el equipo docente, confiábamos en la potencialidad de esas narraciones propuestas con fines educativos-evaluativos. Las narrativas, usadas como recurso pedagógico-educativo o modalidad de formación, justamente ofrecen la posibilidad de habilitar instancias de reflexión sobre las propias experiencias y/o prácticas; en tanto las mismas dan cuenta de un conocimiento situado, donde saberes y experiencias se recrean a medida que se narran, y donde la reflexividad puede devenir en prácticas transformadoras.

El ejercicio fue presentado de manera integral al iniciar el segundo cuatrimestre, donde se explicó la lógica general del mismo, las condiciones del trabajo y los criterios de evaluación. Se trataba de un trabajo individual, donde la revelación de las consignas particulares y su realización, se concretaría en tres partes; aunque las estudiantes harían una única entrega al final de todo el proceso que implicaba la propuesta. He aquí, cada una de las partes comprendidas en el ejercicio:

La Parte I la denominamos “Registro de la propia experiencia como estudiante universitaria, en tiempos de ASPO por pandemia de COVID-19”. Esta fue la parte más extensa del trabajo, abarcando casi todo el cuatrimestre; y es la que implicaba principalmente, el uso de las narrativas propiamente dichas.

En tanto se trataba del inicio del trabajo, en primer lugar, se les solicitó a las estudiantes que completaran una Ficha Técnica personal, requiriendo datos semejantes a los que se podrían solicitar en situaciones de intervención profesional, en ámbitos educativos. A través de la Ficha, se indagaba en torno a datos personales, situación familiar-laboral, datos académicos, disponibilidad de espacios y recursos para la educación virtual, a la vez que se consultaba sobre la presencia del Estado, a través de algunas políticas educativas en particular, para permitirles la continuidad de sus procesos educativos.

Seguidamente, se proponían tres actividades, vinculadas al acto de narrar, de registrar. En tanto las modalidades de las narrativas pueden ser variadas y dan lugar a distintos tipos de documentos, para este ejercicio se promovieron tres modos diferentes y complementarios. En primer lugar, se solicitó que, a través de un relato, contaran cómo habían vivenciado hasta ese momento (principios de la segunda etapa del 2020), la experiencia extraordinaria de ser estudiantes universitarias, en un contexto de ASPO. Tenían libertad para estructurar su narración, priorizando aquellas cosas que para ellas fueran más relevantes de compartir en relación a su experiencia de cursado virtual. En segundo lugar, y a partir de ese momento, se les requería un registro semanal, de las cosas que fueran viviendo durante el segundo cuatrimestre. Se les solicitaba que, al menos dos veces por semana –tal como si escribieran un diario personal–, registrasen la fecha en la que escribían y sintetizaran lo que iban viviendo de manera más cotidiana sobre la experiencia de ser estudiantes en el contexto en cuestión. En tercer lugar, se les pidió que hicieran una “foto-relato”, a través de la cual reflejasen su situación habitual de estudio. Tal foto podía ir acompañada con un breve relato que ampliara la información de la imagen, dando cuenta de sus espacios, rutinas, compañías, etc., cotidianas de estudio.

A pocas semanas previas a la finalización del cuatrimestre, se les presentó a las estudiantes la Parte II del trabajo, la cual titulamos como “Autoevaluación y reflexiones sobre los propios procesos de aprendizaje”. En la misma, invitamos a las cursantes a que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre la experiencia que estaban viviendo como estudiantes universitarias en tiempos de pandemia, a la vez que autoevaluar los propios procesos de aprendizaje que estaban teniendo en sus prácticas de cursado virtual. Para ello, se les presentaron algunas preguntas orientadoras, relacionadas con la identificación de los aspectos que obstaculizaron y los que facilitaron sus propios procesos de aprendizaje; con la caracterización de tales procesos en la virtualidad, examinando cualidades y habilidades que debieron “poner en juego” para cursar y aprender de un modo diferente al habitual; a la vez que interrogantes vinculados con una autoevaluación sobre lo comprendido y aprendido en las asignaturas que cursaban en general, y en la Optativa Educación, en particular.

Ya finalizando el cuatrimestre, les presentamos a las cursantes la Parte III del ejercicio integrador, a la que llamamos “Análisis de la propia experiencia a partir de categorías trabajadas en la Optativa Educación”. En tal instancia, se les requería, en primer lugar, que revisaran y releyeran detenidamente sus registros y reflexiones escritas en las Partes I y II. A continuación les solicitábamos que realizaran un análisis de lo escrito, a la luz de tres ejes o categorías teóricas vistas en la materia: un eje relacionado con la trayectoria educativa; otro vinculado a las políticas estatales e institucionales tendientes a garantizar la continuidad de los procesos educativos-pedagógicos universitarios y en consecuencia, el derecho a la educación; y un tercer eje referido al alcance la inclusión educativa en el ámbito universitario, en el contexto de pandemia. Cada uno de tales ejes se vinculaba con contenidos desarrollados durante el 2020. Asimismo, al tratarse de una evaluación para acreditar la Optativa, y en tanto el análisis suponía procesos de integración teoría-empiria; se les requería que apelaran a referencias de autores/as abordados en la Asignatura.

Mientras que en las Partes I y II del ejercicio, se les solicitaba un uso de la primera persona en la redacción, al tratarse de narrativas de experiencias personales; en la Parte III se les indicaba el uso de la tercera persona. Si bien estarían examinando su propia trayectoria, les requeríamos que –como ejercicio de aprendizaje–, tomaran “distancia” para hacer el análisis, simulando una práctica pre-profesional como trabajadoras sociales desempeñándose en ámbitos educativos formales, al analizar –a través de un Informe–, la trayectoria educativa de algún/a estudiante. Como expresa Ripamonti:

Las narraciones están hechas de experiencias y su materia es la vida misma, constituyen una forma artesanal de comunicación, en la que no se trata de hacer un reporte o un informe en el que desaparece el sujeto de enunciación. (2017, p. 85)

El trabajo propuesto contenía en sus Partes I y II, la posibilidad del estilo narrativo que habilita la palabra, posibilita la emergencia y la construcción de relatos sobre las propias experiencias; mientras que en la Parte III, requería de un género discursivo propio de Informes habitualmente redactados en el ámbito del Trabajo Social.

El ejercicio en su conjunto cumplió con su cometido, en tanto su formato general posibilitó la evaluación sumativa prevista para acreditar la materia, a través del trabajo final presentado como resultado por cada cursante, el cual contenía las tres partes previstas. Sin embargo, el proceso mismo de realización fue más trascendente aún en la experiencia de las estudiantes, quienes valoraron las características de la práctica realizada.

Como estrategia pedagógica, proponer un ejercicio anclado en una práctica narrativa, nos permitió como docentes, advertir la relevancia de tal recurso en la formación de los y las trabajadoras sociales. Por un lado, su concreción posibilitó el abordaje de los contenidos propios de la asignatura. Por otro lado, se promovió la práctica de habilidades imprescindibles para la disciplina, relacionadas con la escritura de lo social. El uso de cuadernos de campo, la realización de registros, la elaboración de informes, constituyen habilidades centrales en la formación práctica del Trabajo Social, y en tal sentido, el ejercicio propuesto –particularmente en un año donde las estudiantes no pudieron concretar sus prácticas en el territorio–, abogó en tal dirección. Finalmente, y por la esencia misma de las narrativas, su realización ofreció la posibilidad de habilitar instancias de reflexión sobre la propia experiencia que las estudiantes estaban vivenciando como tales, en un contexto tan diferente e impensado.


El registro vital de ser estudiantes universitarias en tiempos de pandemia. Las narrativas como material de investigación


Las narrativas pueden constituirse en material de indagación, en tanto permiten aproximarse al modo en que los seres humanos experimentan y significan el mundo.

Es quizás, la fuerza de los relatos compartidos por las estudiantes, lo que nos impulsó a las docentes a recuperar los mismos con fines de investigación. A través de tales escritos, pudimos “entrar a sus mundos”; es decir, conocer sus condiciones objetivas de existencia, sus vivencias, la construcción y re-construcción (cotidiana) de sus subjetividades; y junto a ello, comprender sus experiencias concretas en relación a sus procesos de aprendizajes en el ámbito universitario, de un modo virtual, en tiempos de ASPO por COVID-19.

En tanto investigar a través de narrativas no era un objetivo inicial de la experiencia, sino que devino como consecuencia de la lectura de los relatos de las estudiantes, fue que habiendo concluido el cursado del 2020, nos comunicamos con ellas para pedirles su consentimiento para el uso de sus trabajos con la intención de sistematizar la experiencia acontecida.

El análisis comparativo o paradigmático[1] de las narrativas de las estudiantes, nos permite compartir aquí algunos de los aspectos identificados, relacionados fundamentalmente con sus condiciones concretas de existencia y los sentimientos con los que transitaron sus estudios universitarios en la pandemia. Asimismo, los factores señalados por ellas como obstaculizadores y facilitadores de sus procesos de aprendizaje, a la vez que el modo en que recorrieron el paso entre el primer y el segundo cuatrimestre, dando cuenta de sus procesos de aprender y re-aprender a ser estudiantes del nivel superior, en un contexto de emergencia sanitaria y con educación virtual.

En tal sentido, comenzaremos con una caracterización de las 14 estudiantes que cursaron la asignatura, a partir de los registros realizados por ellas mismas.

En términos generales, las edades de las estudiantes (en su totalidad se identificaron con el género femenino) rondaba entre los 21 a los 38 años de edad, predominando las edades de 21, 22 y 23 años.

Las estudiantes atravesaron el ASPO, en convivencia con sus núcleos familiares; en algunos casos, fueron con sus familias de origen (padre, madre y/o hermanos/as) y en otros, con su propio núcleo (pareja e hijos/as). Respecto a este último aspecto, podemos identificar que sólo un número reducido de estudiantes también desempeñaba un rol materno. En algunos casos, las imágenes compartidas a través de la foto-relato, mostraban su cotidianidad junto a sus hijos/as y la realización (paralela) de tareas propias a su trayectoria académica.

Respecto a la situación laboral remunerada de las estudiantes, podemos visualizar que la mitad de ellas se encontraban insertas en el mercado informal de la economía[2], es decir poseían trabajos que no cumplían con la legislación laboral y tampoco accedían a los diferentes componentes de la seguridad social. La otra mitad de las estudiantes no desarrollaban trabajos remunerados, y en algunos casos, expresaron encontrarse en la búsqueda de uno. Asimismo, algunas de las cursantes enunciaron ser destinatarias del Programa de Respaldo a Estudiantes de Argentina (Progresar) y/o de becas otorgadas por la misma Universidad Nacional de San Juan.

En cuanto a sus trayectorias académicas, la mayoría de las estudiantes cursaban cuarto año de la carrera, particularmente entre 4 a 7 asignaturas (incluida la Optativa Educación), bajo el formato virtual.

En relación a la disponibilidad de espacios y recursos para la modalidad de cursado virtual, las estudiantes relataron que sí disponían de un espacio destinado para estudiar y de dispositivos electrónicos para tomar clases como: PC, notebook y/o celular. Sin embargo, en la mayoría de los casos, estos recursos eran compartidos con otros miembros de sus núcleos familiares. En la sección de “foto-relato” se evidenciaban estos aspectos analizados precedentemente. Por otra parte, las cursantes también relataron que disponían de conectividad; la mayoría accedía al cursado virtual, mediante red de WI-FI y/o datos móviles.

En los relatos de sus experiencias vitales, las estudiantes expresaron sus sentimientos frente al confinamiento, a las nuevas formas de organización familiar y de sus rutinas de estudios; evidenciándose nuevos modos de aprender y re-aprender en el contexto de la virtualidad. Es importante señalar que estos aspectos mencionados precedentemente, fueron variando durante el año 2020. Es decir, podemos distinguir claramente dos momentos sobre cómo transitaron el proceso de aprendizaje bajo la modalidad virtual y/o ser estudiantes universitarias en contexto de pandemia, coincidentes con el despliegue del primer y segundo cuatrimestre dentro del calendario académico universitario.

En tal sentido, durante el primer cuatrimestre, las estudiantes expresaron sentimientos/ sensaciones vinculadas con la incertidumbre, el miedo, la nostalgia o la tristeza por la pérdida del contacto social y de las rutinas de socialización con compañeros/as y docentes que forman parte de la experiencia cotidiana de un/a estudiante de educación superior, y la desmotivación de continuar con el aprendizaje en la virtualidad. A continuación, transcribimos algunos fragmentos que ejemplifican lo narrado por las estudiantes:

Desde que se declaró el aislamiento en nuestro país, como primera medida, en la facultad se suspendieron las mesas, con ello, dejé de rendir y más tarde la cursada se retrasaría. Así, empecé a sentir demasiada incertidumbre y desesperación por el tiempo que transcurría sin poder avanzar, luego de calmar la ansiedad comprendí que el año continuaría, de otra forma, pero lo haría y que lo importante es la salud. (Estudiante Nº 1, comunicación personal, 2020).

El cursado virtual me fue favorable, sin embargo, quiero destacar que durante este tiempo he vivido situaciones de incertidumbre, angustia.  (Estudiante Nº 9, comunicación personal, 2020).

No fue una tarea fácil por mis diferentes estados emocionales como agotamiento, angustia, miedo, ansiedad e incertidumbre. (Estudiante Nº 2, comunicación personal, 2020).

En esta línea, también manifestaron sentirse abrumadas por el avance de la pandemia en territorio nacional y provincial; particularmente, se referían al “bombardeo de información” por parte de los medios de comunicación y el consecuente incremento de los sentimientos y sensaciones ya mencionadas.

Un aspecto que se repite en los distintos relatos, son las modificaciones en la vida cotidiana de las estudiantes; especialmente, manifestaron una difusión de los límites entre los momentos propios de la rutina hogareña (como compartir momentos con otros/as integrantes de la familia o la realización de tareas domésticas) y los momentos dedicados a su itinerario educativo. Así, lo expresaban las cursantes:

Las fotos muestran el lugar donde generalmente estoy estudiando o realizando las diversas actividades de cursado virtual no cuento con un espacio físico propio, este lugar es compartido por lo que en ocasiones he sido interrumpida por diversas situaciones. (Estudiante Nº 6, comunicación personal, 2020).

Un obstáculo que visualizo, es el familiar, ya que, si bien en mi hogar convivimos dos personas en un departamento, en un momento fuimos tres convivientes (mi marido, suegra y yo), lo que conlleva una distorsión de los tiempos y espacios. (Estudiante Nº 5, comunicación personal, 2020).

En la foto se observa el comedor de casa, lugar habitual de estudio y donde rindo exámenes. Lugar donde también he tomado clases virtuales y he hecho trabajos con mis compañeros. Lugar de lágrimas y alegrías y que ha visto transcurrir mi cursado 2020. (Estudiante Nº 12, comunicación personal, 2020).

Las estudiantes identificaron una serie de factores que operaron como obstaculizadores de sus procesos de aprendizajes. En primer lugar, identificamos inconvenientes para la adaptación a la modalidad virtual de cursado y para rendir exámenes finales, principalmente por atravesar considerables problemas de conectividad (a pesar de disponer de una red internet y/o datos móviles) y la disponibilidad de adecuados dispositivos electrónicos (que dispongan de cámara y/o micrófono, principalmente para acceder a las instancias evaluativas). Otro aspecto que resaltan es la ausencia de contacto físico (presencial) con sus compañeros/as y los equipos docentes. Además, expresaron dificultades para organizar sus tiempos de estudios dentro del hogar; ya que, en la mayoría de los casos, el espacio físico era compartido por otros/as integrantes de la familia. Asimismo, relataron inconvenientes frente a determinadas propuestas pedagógicas, ya que presentaban diferentes formas de dictar clases (uso de diferentes plataformas), acceso al material de lectura, canales de comunicación entre los/as profesores y ellos/as, entre otros. Entre los relatos que evidencian lo anteriormente descripto, se destacan los siguientes:

No tener mucho manejo de la tecnología y no poseer computadora propia y tener que compartirla, disponer de horarios para que todos así tengamos acceso y no perder las clases virtuales que muchas veces se sobreponían. (...) Otro punto que creo que fue un obstáculo fue que en algunas cátedras no lograban organizar tanto las clases, como el material de estudio o la nueva modalidad de cursado (...) En el primer semestre yo particularmente noté más la desorganización, ya que era mediados de septiembre y seguíamos cursando una materia del primer semestre” (Estudiante Nº 14, comunicación personal, 2020).

“En cuanto al espacio físico, un obstáculo que tuve es no tener un lugar más cómodo para estudiar (que sea más silencioso y privado) ya que estudio en el comedor de casa” (Estudiante Nº 12, comunicación personal, 2020).

“Carencia de la conectividad a internet. Si bien, cuento con la conectividad, debido a la pandemia la red se encuentra saturada, me es difícil acceder a las plataformas (Classroom, Zoom, Campus Virtual, etc.) (...) Esto también hace que los trabajos grupales de las distintas materias, resulten dificultosos no solo por parte mía sino también de mis compañeras/os, por falta de acceso a WI-FI, datos móviles, etc. En cierta medida esto afecta al proceso de aprendizaje” (Estudiante Nº 4, comunicación personal, 2020).

“En lo personal asistir a la facultad, realizar las prácticas y participar de distintas actividades era como pasaba la mayor parte del día y luego de los meses. La falta de contacto y el mismo hecho de estar en la calle, me hace extrañar las viejas rutinas, que eran mucho más valiosas de lo que pensaba” (Estudiante Nº 1, comunicación personal, 2020).

En contraposición, encontramos aspectos que funcionaron como factores que facilitaron los procesos de aprendizaje. Algunas estudiantes expusieron que el apoyo de sus familias constituyó un soporte:

“En cuanto a lo personal he tenido el apoyo de toda mi familia para continuar con mis estudios, apoyo económico y emocional en todo sentido” (Estudiante Nº 12, comunicación personal, 2020).

“Un factor facilitador fue el apoyo incondicional de mi familia en la división de tareas en el hogar, mi hermano que me imprime la bibliografía y además la trae a domicilio” (Estudiante Nº 9, comunicación personal, 2020).

Asimismo, destacaron otros factores que facilitaron sus procesos de aprendizaje virtual como el apoyo y compañía virtual de sus pares y el acompañamiento de los equipos docentes de las asignaturas que cursaron:

“Unos de los aspectos facilitadores que me parece muy importante destacar es la ayuda y el apoyo mutuo entre mis compañeras, en esta modalidad donde todo era nuevo tanto para los/as alumnos/as como para los/as docentes. Otro punto que me parece importante destacar es el compromiso y la predisposición de algunas cátedras en donde nos brindaron tranquilidad y supieron comprender las diferentes circunstancias que se iban presentando a lo largo del cursado. Me parece muy óptimo resaltar que en algunas cátedras no sólo se brindó la bibliografía y el material para el ciclo lectivo, sino que también hicieron videos explicativos para facilitar la comprensión de los temas y en cierta manera remitirnos a los aprendizajes en el aula” (Estudiante Nº 14, comunicación personal, 2020).

Puede distinguirse un cambio en la segunda mitad del año, es decir en el segundo cuatrimestre, las estudiantes expresaron haber logrado adaptarse a la modalidad virtual, encontrando espacios y rutinas de estudios propias. En otras palabras, lograron re-aprender a ser estudiantes en tiempos de pandemia; adquiriendo autonomía en organizar y planificar su cursado virtual, la planificación de momentos de lectura del material bibliográfico, la realización de trabajos prácticos grupales o individuales, la preparación de exámenes finales, buscaron mejorar su conectividad o conseguir otros dispositivos electrónicos que les permitieran acceder a las clases virtuales, entre otros aspectos:

“Hoy, creo que afronto de manera distinta esta segunda etapa de cursado, no es tan terrible no tener la presencialidad, no es el fin del mundo me repito a mí misma. A pesar de tener sus complicaciones con la conectividad y que toda comunicación está mediada por una pantalla, seguimos. Me ayudó que las tareas sean más constantes, tener videollamadas incluso cambia el día” (Estudiante Nº 1).

“Recién en septiembre del corriente año (2020) pude lograr arreglar la computadora con ayuda de mi hermano y me sentí un poco más aliviada, me ayudó también con cartuchos para la impresora y así poder trabajar en algunos textos impresos obviamente de pocas páginas que imprimía para trabajar o estudiar para exámenes. Pero recién este mes me sentí un poco más calmada con respecto al cursado” (Estudiante Nº 6, comunicación personal, 2020).

“Se me hacía muy difícil poder participar (en las clases virtuales) porque mi celular estaba roto y la pantalla no me funcionaba. Por suerte después de un tiempo pude comprarme uno y me fue de mucha utilidad… Las habilidades que pude desarrollar a lo largo de este año fueron el manejo de la tecnología y también las nuevas formas para estudiar, presentar los trabajos prácticos y parciales…. Entonces comencé por día, estableciendo primero una estrategia de planificación de cursado, registrando días y horarios de cursado, fechas de trabajos prácticos, parciales, como también las actividades de nivel inicial de mi hijo” (Estudiante Nº 14, comunicación personal, 2020).

“El primer cuatrimestre de cursado virtual fue agotador en combinación con mi embarazo, pero más allá de eso porque tuve que aprender a organizarme de otra manera más prolija y ordenada para cumplir con los requerimientos de las cátedras. Esto fue porque me había relajado mucho y subestimé el aprendizaje que iba obteniendo y no llegaba a estudiar bien para los parciales, así que ya para el segundo cuatrimestre estuve mejor preparada” (Estudiante Nº 12, comunicación personal, 2020).

“La modalidad de cursado de cada materia me llevó a tener una lectura constante, promover el hábito del estudio de manera organizada, encontrar la interrelación entre las materias que estaba cursando y las que ya cursé o rendí” (Estudiante Nº 9, comunicación personal, 2020).

Un aspecto que nos gustaría señalar es que la pandemia y las consecuentes estrategias pedagógicas desarrolladas bajo la modalidad virtual, en algunos casos particulares posibilitó que las estudiantes pudieran retomar sus estudios universitarios; ya que podían combinar sus roles maternos y sus roles de estudiantes en el mismo espacio de su hogar. Otra de las situaciones que identificamos, es el caso de estudiantes que debían recorrer varios kilómetros para tomar clases presenciales en la universidad (antes de la pandemia), y que, al tener la posibilidad de cursar virtualmente, les permitió economizar gastos de traslados, por ejemplo. Ambas situaciones descriptas pueden visualizarse en los siguientes relatos:

“Más adelante empecé el cursado virtual con cero complicaciones básicamente por dos cosas: por un lado, porque tengo el privilegio de tener mi computadora personal (una inversión que había hecho hace unos dos años atrás al cobrar mi primer sueldo en un trabajo), tengo buena conexión a wifi, impresora y todo lo necesario para el mismo; y, por otro lado, porque al ser de tan lejos y tener que recorrer más de 60km para para cursar lo vi una oportunidad de estudiar desde casa. Claramente no es lo mismo el contacto cara a cara con tus profesores y compañeres de clases, pero la verdad que vi el lado positivo de no recorrer tanto para cursar” (Estudiante Nº 12, comunicación personal, 2020).

“Como alumna de la facultad de la carrera de Trabajo Social en primera instancia había decidido no cursar este año, debido a que mi hija nacía el 6 (seis) de marzo y una de las materias se cursaba de manera presencial, para lo cual no contaba con los recursos para hacerlo. Teniendo en cuenta que el ASPO se declara una semana después y conociendo, posteriormente las modalidades de cursado me replanteé la posibilidad de inscribirme en algunas materias. Es así que lo hice en 3 (tres) de cursado anual, una de ellas de manera condicional hasta conocer la normativa de sus correlatividades” (Estudiante Nº 9, comunicación personal, 2020).

Las narraciones analizadas y aquí condensadas, dan cuenta en alguna medida, de un registro vital sobre las condiciones, vivencias, aprendizajes y balances de estudiantes universitarias que re-aprendieron a serlo y cuyos testimonios nos permiten comprenderlas; condición imprescindible para el sostenimiento de los vínculos educativos entre estudiantes y docentes.


Reflexiones finales


A lo largo de las páginas precedentes, hemos compartido una experiencia realizada con estudiantes de Trabajo Social; experiencia acontecida en un contexto de pandemia mundial que nos obligó a mutar los procesos educativos hacia la virtualidad.

La experiencia llevada a cabo, se inscribe en el marco de las narrativas; y tal como lo hemos relatado y evidenciado, su uso habilitó posibilidades tanto en términos educativos, como en el campo de la investigación. No obstante, al textualizar esta experiencia y compartirla en estas páginas, fuimos haciendo nuestra propia narrativa. Hay un meta-relato, una meta-narrativa de nuestro trabajo docente.

Educar, investigar, sistematizar, son acciones que implica una práctica docente y que no siempre podemos concretar plenamente. Sin embargo, en esta ocasión, a partir del relato de la experiencia realizada, fuimos también narrando nuestra práctica docente, dando cuenta, en definitiva, del desarrollo de tales acciones.

Tal como ya hemos señalado, las narrativas posibilitan la reflexividad, permiten recuperar las experiencias y vivencias para de-construirlas y re-construirlas, para reconfigurarlas y mejorarlas. En relación a nuestra tarea docente, albergamos la esperanza de que tanto el texto logrado, como la reflexividad que implicó su proceso de escritura, devengan en nuevas y mejores prácticas educativas de nuestra parte, que redunden en una mejor formación de los/as estudiantes de Trabajo Social. Prácticas docentes en las que, en definitiva, comprendamos las realidades de los/as estudiantes, les garanticemos su derecho a la educación superior y en las que les aportemos a la configuración de identidades profesionales capaces de efectuar análisis críticos e intervenciones fundadas, en los ámbitos de actuación donde les toque desempeñarse.


Referencias


Bertranou, F. y Casanova, L. (2014). Informalidad laboral en Argentina: Segmentos críticos y políticas para la formalización. Buenos Aires, Oficina de País de la OIT para Argentina. https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/@americas/@ro-lima/@ilo-buenos_aires/documents/publication/wcms_248462.pdf.

Capella, C. (2013). Una propuesta para el estudio de la identidad con aportes del análisis narrativo. Psicoperspectivas, 13(2), (pp.117-128). http://www.psicoperspectivas.cldoi:10.5027/ PSICOPERSPECTIVAS-VOL13-ISSUE2-FULLTEXT-281.

Fernández-D'Andrea López-Cañizares, K. (2018). El enfoque narrativo como nuevo paradigma en el Trabajo Social. Una propuesta para superar la indefensión aprendida en los sectores excluidos. Margen. Revista de Trabajo Social, Nº 88, 2018. https://www.margen.org/suscri/margen88/dandrea_88.pdf

Ripamonti, P. (2017). Investigar a través de narrativas. Notas epistémico-metodológicas. En Alvarado, M. y De Oto, A. (Ed.) (2017). Metodologías en contexto: intervenciones en perspectiva feminista, poscolonial, latinoamericana. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO. (pp.83-103) http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20180209122042/Metodologias_en_contexto.pdf.

Suárez, D. (2013). La documentación narrativa: historia y alcances. En: Primer Encuentro del Seminario-Taller Producción de relatos en ámbitos educativos. Narración de experiencias pedagógico/comunicativas de los profesores en comunicación social, FPyCS, UNLP, La Plata.

Vargas Barrantes, E. (2011). La escritura narrativa como estrategia de indagación en investigación educativa. InterSedes, Vol. XI. (22-2010) 5- 18. ISSN: 2215-2458. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/intersedes/article/view/985



[1] Las narrativas admiten dos tipos de análisis diferentes: paradigmático y holístico. El paradigmático o comparativo –que es el realizado en este trabajo–, “implica desarrollar analogías, con foco en categorías comunes o transversales, para alcanzar algún grado de comunicación o vinculación crítica entre los relatos. Se pueden explorar temas comunes o tramas de relaciones, formas de problematización y/o resolución en un conjunto de narraciones surgidas en el campo” (Ripamonti, P., 2017, p.98). Por otra parte, el análisis holístico, o propiamente narrativo, “se focaliza en la singularidad de la trama narrada, supone trabajar con los significados producidos, poniéndolos en relación con el contexto en el que se produjeron y producen/ reproducen. (...) Aquí no se buscan elementos comunicantes, sino significados singulares que configuran la historia y que desde ella, quizás abductivamente, podríamos comprender un contexto y trama de relaciones”. (Ripamonti, P., 2017, p. 99)

[2] “Se considera que los asalariados son trabajadores informales cuando su vínculo laboral no está sujeto a la legislación laboral, fiscal y de la seguridad social (…)” (Bertranou y Casanova, 2014, p. 27).