Saberes y prácticas. Revista de Filosofía y Educación / ISSN 2525-2089
Vol. 7 N° 1 (2022) / Sección Artículos / pp. 1-10 /
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Filosofía en la Escuela (CIIFE),
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
revistasaberesypracticas@ffyl.uncu.edu.ar / saberesypracticas.uncu.edu.ar
Recibido: 22/10/2021 Aceptado: 20/12/2021
DOI: https://doi.org/10.48162/rev.36.042
Neoliberalism in Argentina. The Impact on The Visual Arts
in Their Practices and Pedagogies
Patricia Benito
Instituto de
Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales,
Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas,
Argentina.
patriciabenito.visuales@gmail.com
Resumen. El
trabajo aborda la
producción de las artes visuales desde sus prácticas y
procesos de enseñanza y
aprendizaje en cruce con las políticas neoliberales en
Argentina. Nos interesa
detenernos en identificar cómo se introduce esta doctrina
política y los
alcances que llega a tener en las artes visuales hasta la actualidad.
El
recorrido que se propone es a través de una perspectiva
interdisciplinaria
guiada por la lectura de autores clave. Proceso que nos permite poner
en
tensión y/o articular universos conceptuales, prácticas y
territorios;
entramados con el contexto social, político y económico
del país durante los
años noventa y el principio de siglo. Para indagar en este
análisis se tiene en
cuenta el rol del Estado, la intervención del llamado
“tercer sector “y el
surgimiento de proyectos pedagógicos privados, como las
clínicas de arte (Zuain
y Giménez, 2009) y las residencias (Mellado, 2015;
Sepúlveda y Petroni, 2011)
en los procesos de formación e inscripción de los
artistas visuales. Por otro
lado, nos proponemos indagar en torno a pedagogías
des-territorializadas
identificando operaciones extractivistas de carácter
epistémico y cultural para
reflexionar sobre las condiciones de producción
artística, en Argentina,
durante la última década de los años noventa y
principios de los dos mil
(Grosfoguel, 2016).
Palabras
clave. neoliberalismo, extractivismo,
mercado de arte, internacionalismo, clínicas.
Abstract.
The work addresses the
production of the visual arts from its teaching and learning practices
and
processes in intersection with neoliberal policies in Argentina. We are
interested in identifying how this political doctrine is introduced and
the
scope it has in the visual arts to date. The route that is proposed is
through
an interdisciplinary perspective guided by the reading of key authors.
Process
that allows us to put in tension and / or articulate conceptual
universes,
practices and territories; intertwined with the social, political and
economic
context of the country during the nineties and the beginning of the
century. To
investigate in this analysis, the role of the State, the intervention
of the
so-called “third sector” and the emergence of private
pedagogical projects,
such as art clinics (Zuain and Giménez, 2009) and residences
(Mellado, 2015;
Sepúlveda and Petroni, 2011) in the training and enrollment
processes of visual
artists. On the other hand, we intend to investigate de-territorialized
pedagogies,
identifying extractive operations of an epistemic and cultural nature
in order
to reflect on the conditions of artistic production, in Argentina,
during the
last decade of the nineties and the beginning of the two thousand
(Grosfoguel,
2016).
Keywords.
neoliberalism, extractivism,
art market, internationalism, clinics.
El
trabajo aborda la producción de las artes visuales desde sus
prácticas y
procesos de enseñanza y aprendizajes en cruce con las
políticas neoliberales en
Argentina. Nos interesa detenernos en identificar cómo se
introduce esta
doctrina política y los alcances que llega a tener en las artes
visuales hasta
la actualidad. El recorrido que propone el trabajo es a través
de una
perspectiva interdisciplinaria guiada por la lectura de autores clave.
Proceso
que nos permite poner en tensión y/o articular universos
conceptuales,
prácticas y territorios; entramados con el contexto social,
político y
económico del país durante los años noventa y el
principio de siglo. Para
indagar en este análisis se tiene en cuenta el rol del Estado,
la intervención
del llamado “tercer sector “y el surgimiento de proyectos
pedagógicos privados,
como las clínicas de arte (Zuain y Giménez, 2009) y las
residencias (Mellado,
2015; Sepúlveda y Petroni, 2011) en los procesos de
formación e inscripción de
los artistas visuales. Por otro lado, nos proponemos indagar en torno a
pedagogías des-territorializadas identificando operaciones
extractivistas de
carácter epistémico y cultural para reflexionar sobre las
condiciones de
producción artística, en Argentina, durante la
última década de los años
noventa y principios de los dos mil (Grosfoguel, 2016).
Desde
nuestro enfoque es fundamental situar al objeto en su contexto social,
político, histórico y estético en una primera
instancia, a partir de la cual
poder trazar miradas críticas que nos permitan comprender a las
artes visuales
como un dispositivo atravesado por múltiples dimensiones. De
esta manera
proponemos comenzar con una breve introducción sobre el
neoliberalismo, para
analizar cómo opera esta doctrina en la región y
cuáles son sus alcances hasta
la actualidad. Luego, abordamos las políticas neoliberales en la
gestión de las
artes visuales durante los años noventa y su continuidad en las
prácticas
artísticas a principios del siglo XXI. Posteriormente, nos
centramos en el tercer
sector y sus intereses en la administración sensible en torno a
los artistas
jóvenes y sus producciones. Finalmente, se presentan algunos
planteos en torno
a los formatos pedagógicos que operan sobre saberes,
estéticas y discursos.
Para
comenzar, es necesario situar territorialmente a la doctrina neoliberal
para
comprender sus intervenciones en coordenadas espacio-temporales. De
esta
manera, proponemos abordar al neoliberalismo
[1]
como
procesos
sociales, políticos y económicos, que no suceden de
manera lineal, sino que
actúan como olas que vuelven cada vez con más fuerza a
impactar sobre los
territorios (Harvey, 2007).
¿A qué
nos referimos con neoliberalismo? En principio podemos identificarlo
como una
perspectiva ideológica atribuida al economista Milton Friedman.
Desde la que se
promueve la profundización del liberalismo clásico, a
través de la aplicación
de un programa político y económico que,
enfatiza la libertad como la meta
fundamental
y el individuo es la entidad última de la sociedad. Que apoya el
laisez faire
hacia adentro como una forma de reducir el rol del estado en los
asuntos
económicos y por ende, aumenta el rol individual; que apoya el
libre comercio
hacia afuera como una forma de ligar a las naciones del mundo
pacífica y
democráticamente. En temas políticos, apoya el desarrollo
del gobierno
representativo y de las instituciones parlamentarias, reduciendo el
poder
arbitrario del estado y protegiendo las libertades civiles de los
individuos.
(2002, p. 5)
Friedman,
en su libro “Capitalismo y Libertad”, propone medidas a
tomar por parte de los
Estados-nación en relación a temas económicos,
laborales y sociales. Dicha
publicación, con el tiempo, se transformó en un hito para
la aplicación de la
doctrina neoliberal. A su vez, la Escuela de Economía de la
Universidad de
Chicago introdujo los aportes de Friedman a su currícula.
Acción que fue clave
para su propagación. De esta manera, la Universidad de Chicago
opera como
transmisora principal de la doctrina y es formadora de profesionales
que
posteriormente se dispersaron a nivel global.
A su
vez, a las dimensiones político-económicas del
neoliberalismo se suman las
implicancias más subterráneas de su logística. En
este sentido, el teórico
social David Harvey, afirma que la potencia neoliberal reside en sus
operaciones discursivas,
el neoliberalismo ha sido un
proyecto de
clase camuflado bajo una proteica retórica sobre la libertad
individual, el
albedrío, la responsabilidad personal, la privatización y
el libre mercado.
Pero esa retórica no era sino un medio para la
restauración y consolidación del
poder de clase. (2007, p. 42)
De esta
manera, Harvey pone el foco en las nociones o conceptos que se instalan
en los
discursos, a través de los cuales se habilita un universo
semántico que actúa
en el sentido común de los pueblos. Por esta razón, se
observa que la
intensidad de la proliferación neoliberal y su perdurabilidad
son el resultado
de una trama que se despliega en todos los órdenes y direcciones
posibles. Su persistencia
se debe no sólo a las presiones externas que reciben los Estados
sino también
por adherir internamente a sus lógicas. Así, sus modos de
operar involucran a
una red que articula a través de diversos organismos
internacionales, entre
ellos están el FMI
[2]
, el BM
[3]
,
así como
también mediante distintos bancos privados. Y a su vez, desde la
adhesión de
sectores formadores de opinión, como es el caso del periodismo,
los medios de
comunicación e instituciones académicas. De igual manera,
como en el caso de la
Escuela de Economía de Chicago, no sólo son dispositivos
desde donde se despliega
la doctrina, sino que además la inscriben dentro de los procesos
de
aprendizaje. Es en este sentido que el neoliberalismo, más
allá de su dimensión
económica, es una forma hegemónica de prácticas
sostenidas desde lo discursivo
y entramada fuertemente desde los signos y los lenguajes (Harvey, 2007).
Ahora bien, en relación a
sus formas
operativas, se observa que sus prácticas
político-económicas apuntan al
desarrollo de las libertades empresariales dentro de un marco
institucional que
exalta los derechos de la propiedad privada, la libertad de mercado y
la de
comercio. De este modo, las políticas neoliberales apuntan a
desarticular,
internamente, la figura del Estado mediante la imposición de
modos de
regulación, acumulación y distribución;
acompañados por la privatización y los
recortes públicos. Por otro lado, actúa externamente, en
relación a las
presiones de organismos internacionales para la
desestabilización de los gobiernos
democráticos. Una de las formas más instaladas de operar
es a partir de los
préstamos a países de economías vulnerables. De
esta manera logran intervenir
en las políticas locales
[4]
. En este sentido, las
altas tasas de intereses y el pago dolarizado de cuotas inalcanzables
para los
gobiernos más frágiles, permite la intrusión
económica a través de la
aplicación de recetas creadas para recaudar los montos
adeudados. Es en esta
instancia donde reside el desmantelamiento del Estado a partir del
recorte en
el gasto social, la flexibilización laboral y la
privatización de los bienes
comunes, como parte de la solución. A su vez, estas maniobras
conllevan una
consecuencia directa en los modos sociales de existencia, impactando
fuertemente en la desarticulación de lo colectivo. Frente a
esto, el
neoliberalismo propone compensar, desde el sector privado, los efectos
negativos sobre la dimensión social. De esta manera, a partir de
diversos
formatos, apuntan a una gestión de la solidaridad y la
beneficencia hacia las
clases sociales más vulnerables. En este sentido, identificamos
una propagación
de asociaciones voluntarias como organizaciones no gubernamentales
(ONG) y
fundaciones (denominadas el tercer sector
[5]
); que vienen a
reemplazar y/o a reforzar el papel de un Estado cada vez más
plegado en sí
mismo.
El
neoliberalismo se introduce en Latinoamérica a finales de la
década del 70,
como régimen para controlar la revuelta comunista,
se convirtió en el
método preferido para
repeler la amenaza de las insurgencias y de la revolución
comunistas, que
implicaba desplegar una estrategia antidemocrática (e incluso
más enérgicamente
antipopulista y antisocial/comunista) por parte de Estados Unidos que
estrechó
cada vez más su alianza con las dictaduras militares y con los
regímenes
autoritarios represivos (de manera más espectacular, desde
luego), por toda
América Latina. (Harvey, 2007, p. 35)
De esta
forma, detrás de la colaboración para implementar y
propagar los golpes de
Estado en la región, se instala el sistema neoliberal, el cual
impacta
fuertemente en los años 80. Periodo catalogado como la
década perdida por el
estancamiento económico y la inestabilidad política que
generó en toda la región
(Brieger, 2002). El primer ensayo neoliberal se produce en Chile, tras
el golpe
de Pinochet contra el gobierno democrático de Allende en el
año 1973. El mismo
se ejecuta a partir de la participación de colaboradores del
régimen que se
formaron en la Escuela de Chicago, denominados los Chicago Boys.
En el
caso de Argentina, el ingreso del neoliberalismo es a través de
la deuda
externa contraída durante la última dictadura
cívico-militar (1976-1983). Golpe
de Estado para el que son clave los apoyos de las clases altas
tradicionales y
la cúpula eclesiástica. A su vez, también como en
Chile, se cuenta con la
participación de los Chicago Boys argentinos, entre ellos los
economistas Mario
Blejer y Ricardo López Murphy que, junto al ministro de
economía de ese
momento, Martínez de Hoz, implementan un programa de
recuperación, saneamiento
y expansión de la economía argentina. El mismo deriva en
un histórico proceso
de endeudamiento público como consecuencia de la
liberación, a gran escala, del
mercado financiero. El programa, además, establece normativas
que benefician al
sector empresarial, a los capitales extranjeros; así como
también a las
importaciones. A la vez que prohíbe las huelgas, aboga la
privatización de
empresas nacionales y el aumento de las tarifas de servicios
públicos, apoya el
recorte de puestos de trabajo estatales, entre otras medidas.
Acompañadas por
un brutal y violento sistema de represión que atenta contra los
vínculos
colectivos y los movimientos sociales, intelectuales y
artísticos que vienen
irrumpiendo fuerte desde los años sesenta
[6]
.
Posteriormente,
bajo la presidencia de Carlos Menem
[7]
, se
profundiza la liberación del mercado y la implementación
de un agresivo plan de
reforma estructural en el país
[8]
, dentro
del proceso a nivel global, que promueve la reestructuración del
liberalismo
como expusimos anteriormente. Esta reforma se basa en la
aplicación de
operaciones de liberación comercial, financiera y tributaria,
privatizaciones y
legislación laboral.
Por otro
lado, en el año 1991, se implementa la Ley de Convertibilidad,
como opción para
controlar la inflación que proviene desde el gobierno de
Isabelita
[9]
. Esta ley
iguala el peso argentino al dólar estadounidense, a la vez que
genera una
recuperación en el sector productivo, aumenta el PBI
[10]
entre
los
años 1991 y 1994. Este crecimiento económico, a pesar del
costo social que
tuvo, permite un incremento en el consumo de las clases sociales medias
y altas
que le asegura a Menem su reelección en el año 1995. Sin
embargo, en su segundo
mandato, se produce el derrumbe de su gobierno a causa de una
política
económica que dependía, cada vez más, del
financiamiento externo. De esta
manera, la relación con el FMI se acrecienta,
traduciéndose en la adquisición de
la segunda deuda más cuantiosa de la historia. Además,
para el colapso del
menemismo es clave el impacto que tuvieron dos crisis económicas
como la del
efecto Tequila y la devaluación del bath
[11]
. En
1999,
cuando la segunda presidencia de Menem llega a su fin, disminuye el
apoyo
popular, se incrementan escandalosamente las denuncias de
corrupción y la
presión social; así como también se profundiza la
crisis financiera que
desencadena el corralito financiero, la explosión de la
convertibilidad y la
posterior crisis social en el año 2001.
En
relación al impacto en el campo de la cultura, por un lado, se
produce un
repliegue del Estado a partir del recorte presupuestario de
inversión pública
en el sector durante los dos gobiernos sucesivos de Carlos Saúl
Menem. Esto
trae como consecuencia que la intervención empresarial se vuelva
imprescindible
para la realización de programas y actividades. Por otro lado,
la distribución
de los fondos estatales es destinada a financiar eventos de una marcada
espectacularidad, con perspectivas de internacionalizar lo local,
acorde a la
globalización y sus promesas de habilitar otros consumos. De
esta manera,
también se configuran debates y tensiones alrededor de lo local
y lo global; el
centro y la periferia; la identidad latinoamericana; el primer mundo y
el
tercer mundo, entre otros.
El campo
de las artes visuales, se vincula a la participación en
bienales, ferias y
eventos alrededor del mundo. Así, el mercado del arte se
reconfigura,
impactando en el valor de las producciones artísticas. De esta
manera, aparecen
nuevos compradores y coleccionistas que se enfocan en los artistas
jóvenes de
proyección más internacional. En función de las
agendas y los nuevos requerimientos
que abarcan el plano internacional, se inicia un proceso de
profesionalización.
En este contexto se producen cambios en relación al circuito;
emergen galerías
de arte, proyectos y espacios alternativos financiados de manera
privada. A su
vez, surge en sintonía, la feria de galerías ArteBA que
es clave para reactivar
el coleccionismo y propiciar legitimidad a estos proyectos privados y a
sus
artistas representados
[12]
.
Por otro
lado, en relación a las distintas provincias del país, se
aplica la dicotomía
centro-periferia de forma muy explícita. Es decir, Buenos Aires
vive un período
de gran centralidad acentuándose la desigualdad cultural e
invisibilizando al
resto de las provincias
[13]
. Pocas
fueron las políticas públicas a favor de una
federalización del campo, tarea de
la que se ocupa escasamente el Fondo Nacional de las Artes
[14]
. Dicha
postura se manifiesta en el libro, publicado por el mismo organismo en
el año
1999, llamado “Arte argentino de los ’90” y en el que
se presenta una selección
de los artistas más representativos del período,
según el criterio de agentes
nucleados en Buenos Aires. En la introducción, a cargo de
Marcelo Pacheco y
Jorge Gumier Maier (1999), se señala lo siguiente “No es
que no existan
artistas genuinos en otras ciudades, pero inevitablemente es en Buenos
Aires
donde, no sólo se legitiman, sino donde se tornan visibles y
circulan sus
producciones estéticas” (p 17). En
este sentido, la gestión de las artes visuales, hacia las
distintas provincias
del país queda sujeta a las intervenciones privadas,
particularmente del
denominado tercer sector. El mismo a través de diversas formas
de apoyo y/o
financiación tiene gran injerencia en las producciones
estéticas de las
periferias y en las prácticas de poéticas emergentes,
regionalistas y
minoritarias.
Los años
de desestabilización, afectan también a la esfera de las
instituciones
públicas. Las mismas se ven atravesadas por una nula
actualización de
presupuestos acordes a los procesos económicos del país.
Impactando en el
empobrecimiento, tanto estructural como simbólico, del sector
institucional.
Dada esta situación, se fortalece a lo largo de estos
años, la asistencia del
sector privado como forma de suplir las carencias del Estado. En este
sentido, los
organismos vinculados a las artes visuales no quedan exentos. La falta
de
recursos se observa en la carencia de la actualización de
programas y agendas
de enseñanza de las instituciones formadoras, así como
también en aquellas
destinadas a la exhibición, legitimación y reconocimiento
de las estéticas
nuevas.
Este
proceso asincrónico, entre lo que sucede hacia el interior del
campo y hacia el
exterior, a partir de nuevos regímenes de sensibilidad
habilitados por las
políticas neoliberales y su diálogo con los consumos y
producciones locales,
propician la intervención del sector privado para encargarse de
la renovación
de las prácticas. Maniobra que se lleva a cabo a partir de dos
formatos
pedagógicos que apuntan a internacionalizar los repertorios
simbólicos. A
partir de estos espacios de enseñanza, con apoyo de los
privados, se accede a
las posibilidades que ofrece el mercado de arte internacional y se
construye un
circuito de artistas jóvenes argentinos dentro de mercados
dolarizados.
Por otro
lado, la introducción en ferias y en bienales, depende del
desarrollo de una
estética particular y un discurso acorde a las agendas
hegemónicas del arte a
nivel mundial. De qué tan efectiva sea la participación,
de las producciones
contemporáneas argentinas, en este circuito resultará el
impacto sobre el valor
de las obras como mercancía. Es decir, las estrategias y
tácticas para
articular los discursos, con sus modos de representación y de
configuración de
imágenes, propuestas desde un contexto determinado, son
generadoras de un valor
económico que se rige sólo por el sistema del arte. En
él no existe la
regulación de ningún ente externo ni el control de las
operaciones de
compra-venta o del origen de los capitales con los que se adquiere una
obra. Es
en este contexto donde reside uno de los intereses de las fundaciones,
organismos y ONG por apoyar la producción del arte
contemporáneo. De esta
manera, aparecen en la escena del campo artístico las primeras
clínicas de
arte, propuestas pedagógicas que apuntan a la
actualización de contenidos en el
campo. Las mismas comienzan como proyectos aislados a fines de los
años 90 y se
fortalecen como programas de alcance federal entrados los años
2000. Formato
que, junto a las residencias artísticas, se convierten en las
experiencias
fetiches para el mecenazgo de asociaciones sin fines de lucro.
Como ya
expusimos anteriormente, las clínicas y las residencias son
formatos que se
desarrollan con el financiamiento privado. Sus alcances son
internacionales,
siendo aplicados en otros países. Esto permite que se elaboren
proyectos en red
conectando las distintas experiencias pedagógicas y ampliando la
circulación de
los artistas por otras regiones a nivel mundial. De esta manera, ambos
formatos
son exportados y empleados en diversos contextos.
En
cuanto a las clínicas, el esquema está compuesto por un
cuerpo docente
integrado por artistas, teóricos y/o críticos y
jóvenes artistas que se
postulan para participar. Los docentes siempre son externos al lugar
donde se
dictan y en la mayoría de los casos provienen de Buenos Aires.
Las clínicas se
organizan como instancias de encuentros en los que cada artista expone
sus
obras anteriores y el proceso actual de creación. Es en este
último dónde se
concentran los docentes para trabajar, aconsejando sobre
tácticas de
inscripción en el circuito contemporáneo, es decir,
qué tipo de imagen, qué
conceptos, qué materiales; intercambiando modos discursivos,
visuales y
textuales. La forma de trabajo, es bajo la simulación de un
espacio
terapéutico, donde los docentes/analistas, guían una
instancia reflexiva en la
cual se trabaja en los “síntomas” que coartan
procesos y se brindan
herramientas, para entrar en el circuito.
Algunos
autores destacan el rol de estos programas pedagógicos. Uno de
los casos es
Josefina Zuain y Marcelo Giménez (2009), quienes postulan que
las clínicas
surgen como una alternativa y en tensión con los espacios
institucionalizados. Las
mismas “Se proponen generar vinculaciones entre experiencias
formadoras que
acompañan los procesos creativos y las metodologías de
trabajo colaborativas
que propician intercambios y originan redes” (p 1). Por otro
lado, Sepúlveda y
Petroni (2011), reconocen las posibilidades que éstas habilitan
a pesar de las modelizaciones y
colonizaciones– estos programas permitieron que artistas,
curadores,
investigadores y gestores se conocieran y entablaran lazos de trabajo.
Porque
generaron demandas que hasta entonces no habían sido requeridas
en contextos
donde “arte” significaba “bellas artes” y todo
el sistema simbólico que lo
justifica y reproduce. (p 2)
La otra
instancia necesaria, para el circuito contemporáneo, es la de
las residencias
que tienen también su formato singular, algunas se caracterizan
por llevarse a
cabo en lugares particulares y de poco acceso. En este sentido, podemos
destacar, entre ellas, las que se dictan en regiones con fronteras
naturales
que hacen del aislamiento poético un territorio real para
habitar. Por ejemplo,
las que se dictan en zonas desérticas, en la Antártida o
en paisajes
selváticos. En definitiva, se eligen lugares con poca
contaminación urbana,
despojados de distracciones, para favorecer el acto creativo. En este
caso, los
artistas también se postulan y se seleccionan a través de
la presentación de
imágenes de sus obras, sus curriculum vitae y mediante un
proyecto para
realizar in situ. El artista elegido se traslada a vivir en una
residencia/casa, en la que cuenta con una habitación y un
taller, esto sucede
en lapsos variables que pueden abarcar de 3 a 6 meses. Algunas de estas
estancias contemplan gastos de materiales, otras cubren sólo los
víveres. Al
finalizar, deben presentar la producción y hacer una
transferencia de la
experiencia.
Si se
reflexiona la clínica desde los efectos de saber-poder que
produce este
vínculo, se advierte que no se trata tanto de una
práctica pedagógica que busca
el enriquecimiento colectivo per se, sino, más bien de acuerdos
políticos y
económicos tácitos entre el Estado y el tercer sector. En
esta misma dirección,
habilitan a ser pensadas bajo las lógicas colonizantes
impartidas por el
sistema artístico hegemónico hacia las regiones de
estéticas foráneas.
Asumiendo que las acciones que involucran las clínicas se
construyen desde los
centros para ser aplicadas en espacios de producción más
vulnerados (Mellado,
2015). De esta manera, no dejan de ser prácticas extranjeras a
las
circunstancias puntuales de cada escena local. Es decir, pueden
analizarse como
operaciones pedagógicas desterritorializantes,
Pensemos en un sistema
de arte
dominante, cualquiera sea él. Pensemos en sus agentes e
instituciones. En sus
reglas de juego. En sus lógicas y políticas que le
garantizan estabilidad en el
presente y continuidad hacia el futuro.
Ahora pensemos que este
sistema,
para dinamizarse, evitar la obsolescencia y no fagocitarse en
relaciones
endogámicas necesita de otros (subsistemas) que le sean
subsidiarios.
Es decir, no requiere de
iguales o
pares. Más bien, exige para sí todo lo contrario: hijos
menores que no alcancen
-preferentemente nunca- la mayoría de edad (su independencia o
autonomía) para,
de este modo, continuar ejerciendo su potestad. Y, en consecuencia, su
poder.
(Sepúlveda y Petroni, 2011, p 4)
En
cuanto a las residencias, su formato, nos lleva a pensar en lo
planteado por
Verónica Gago y Sandro Mezzadra (2015), sobre la noción
de extractivismo
ampliado que, según los autores, opera en nuevas
prácticas de dominación colonial.
Es necesario definir el término desde sus palabras para
comprenderlo en su
extensión,
El extractivismo es la
apropiación de
recursos naturales que se exportan como materias primas a los mercados
globales. En este sentido proponemos pensar la extracción en un
sentido amplio
que nos permita delinear rasgos preponderantes de las operaciones del
capital
cognitivo que se han desplazado hacia espacios y sujetos construidos
como
periféricos. (p 3)
Un
ejemplo de la ampliación de la noción que proponen los
autores es lo postulado
por el sociólogo portorriqueño, Ramón Grosfoguel
(2016), en relación al
“extractivismo epistémico” para pensar en la
siguiente acción,
expoliar ideas, sacarlas de los
contextos en
que fueron producidas, para despolitizarlas y resignificarlas con otras
lógicas
dominantes. Siendo el objetivo de estas prácticas, tan
vinculadas con los
procesos de colonización, el saqueo de ideas para mercadearlas y
transformarlas
en capital económico o para apropiárselas dentro de la
maquinaria académica
occidental con el fin de ganar capital simbólico. (p 4)
En este
sentido, proponemos pensar estas prácticas pedagógicas
entramadas con las
políticas neoliberales de producción artística,
desde un modo de accionar
extractivista, donde la materia prima, en este caso el artista y su
obra, es
desterritorializada en pos de insertarse dentro de un sistema, a nivel
mundial,
de flujos de capitales simbólicos y económicos con poca o
casi nula regulación
estatal como es el mercado del arte.
Como
fuimos planteando a lo largo del texto, la doctrina neoliberal, que
tuvo su
mayor auge durante los años noventa en Argentina, instala modos
de producción
que siguen vigentes hasta la actualidad. Esto se debe al
fortalecimiento que
tuvo el sector privado en formas de intervenir en las subjetividades y
regímenes de sensibilidad. Algo que para la doctrina neoliberal
se traduce en
la consolidación de una clase dominante que actualiza sus modos
operativos y
renueva su lugar de poder.
Al
reducir el rol del Estado, habilitar el libre comercio, privatizar los
bienes
comunes y promover la individualidad como un dispositivo de
gestión política que
impacta directamente sobre los modos sociales de existencia, la
producción
simbólica y en particular, las prácticas de las artes
visuales se ven
atravesadas por un sistema que proponía otras coordenadas.
Mientras se intenta
desde lo teórico abordar discusiones en torno a lo local/global;
el tercer
mundo; lo latinoamericano, entre otras categorías y conceptos.
El
neoliberalismo se inscribe en los procesos de formación de los
artistas más
jóvenes. A partir de prácticas pedagógicas que
ofrecen una renovación estética,
se dispone un montaje desde el sector privado que intenta ser parte de
un
engranaje internacional del mercado de arte dolarizado. Esta
ambición sostenida
durante los años noventa produce una apuesta por las artes
visuales que amplía
el circuito local (galerías, ferias, coleccionismo,
clínicas y residencias).
Acorde a las políticas de exclusión neoliberal, Buenos
Aires es el centro de
operaciones y las provincias son las proveedoras de la materia prima a
exportar. Acentuando así cada vez más el empobrecimiento
estructural y
simbólico de las periferias. Sin embargo, esto también se
aprovecha a partir de
las prácticas pedagógicas que intervienen territorios,
como es el caso de las
clínicas. En cuanto a las residencias operan maniobras de
desterritorialización
de los artistas y sus procesos de producción. Ambos dispositivos
los podemos
considerar como prácticas extranjeras a las escenas locales.
Por
último, un aspecto a profundizar que expone nuestro texto y nos
parece
considerable dejar planteado son las lógicas de
explotación y flexibilización
laboral que se encuentran instaladas hacia el interior del campo y las
dinámicas de trabajo precarizadas sobre las que se construyen
las carreras de
los artistas y que se mantienen ocultas.
Alcántara
Sáez, M. (2008) Sistemas
Políticos de América Latina. Vol 1. Tecnos.
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13.
[1]
Williamson (1998) afirma que al rastrear el
término neoliberalismo,
lo encuentra por primera vez en un libro de Mario Enrique Simonsen
llamado
“Ensaios Analíticos” editado en el año 1994.
[2]
Abreviatura de Fondo
Monetario
Internacional
[3]
Abreviatura de Banco Mundial
[4]
Estas maniobras forman parte de lo que es bautizado por
el
economista Williamson (1998) como el “Consenso de
Washington” en 1989, en el
que se plantean como parte de un programa económico las deudas
internacionales
adquiridas por los países de economías desarrollistas.
[5]
El tercer sector es llamado así por su
distinción, en términos
generales, de los otros dos sectores de la sociedad: el gobierno y la
empresa. Se
reconoce como un actor importante en la movilización comunitaria
y el apoyo
autogestionado en las obras de beneficencia, la dotación de
servicios y las
actividades de campaña (Salamon, 1997). Este sector comprende un
universo
heterogéneo de instituciones y tipos de organizaciones que lo
integran:
fundaciones, clubes, mutuales, sociedades de fomento, colectividades,
sociedades de beneficencia, entre otros.
[6]
Se denomina “Proceso de Reorganización
Nacional” que se cimienta en
un “fuerte autoritarismo junto con la sistemática
violación de los derechos
humanos fueron las coordenadas básicas en las que se
desarrolló su actuación”
(Alcántara Sáez, 2008, p. 30).
[7]
Carlos Saúl Menem, representante del partido
peronista, fue
presidente de Argentina en dos períodos consecutivos. El primero
desde el año
1989 a 1995 y el segundo de 1995 a 1999.
[8]
Domingo Cavallo en el año 1989 es designado por
Menem como ministro
de relaciones exteriores y en el año 1991, pasa a ser su
ministro de economía.
Cavallo es el propulsor más representativo del neoliberalismo en
América del
Sur, a partir de su ingreso como ministro de relaciones exteriores en
1989,
“pidió inmediatamente refuerzos ideológicos y
llenó el gobierno y la cúpula de
la administración pública del país de antiguos
alumnos de Milton Friedman y
Arnold Harberger. Casi todos los altos cargos económicos del
país fueron
ocupados por los de Chicago” (Klein, 2007, p.225)
[9]
Isabel de Perón gobiernó Argentina en
1974, luego del fallecimiento
del presidente electo (y su marido) Juan Domingo Perón. Fue
derrocada por el
Golpe Militar del año 1976.
[10]
PBI siglas que significan Producto Bruto Interno.
[11]
La crisis del efecto Tequila azota a México
durante el año 1995,
arrastrando también a otros países de la región
latinoamericana. Y la segunda
en el año 1997, la devaluación del baht
que se inicia en Tailandia, tras la caída del mercado
especulativo. La moneda
oficial tailandesa sufre una histórica devaluación
durante la crisis financiera
asiática también conocida como la primera crisis del FMI
que, por contagio
económico, se extiende a varios países del mundo,
impactando fuertemente sobre
Brasil y Argentina.
[12]
A partir del año 1991 comienza a realizarse la
feria ArteBA, la
cual cuenta con auspicio de la Ciudad de Buenos Aires, el Centro
Cultural
Recoleta, grupos empresariales y galeristas particulares. En el
año 2000 la
Fundación ArteBA presenta a la feria como la “Primera
Feria de Galerías de Arte
del Mercosur” convocando a galerías de Colombia, Brasil,
Bolivia, Paraguay,
Chile y Uruguay.
[13]
Dicha centralidad se encuentra también en la
producción de
conocimiento, teórico y crítico, en torno al campo
cultural. Es a partir de las
políticas kirchneristas cuando se apoyan y estimulan otras
líneas de estudio
vinculadas a los localismos, a la visibilización de otras
escenas y narrativas.
[14]
El Fondo Nacional de las Artes (FNA) es un organismo
autónomo
creado en 1958 para apoyar y fomentar las actividades culturales en
todo el país
a través de préstamos, becas, subsidios, premios y
exposiciones.