Saberes y prácticas. Revista de Filosofía y Educación / ISSN 2525-2089
Vol. 10 N° 1 (2025) / Sección Dossier / pp. 1-12 / 
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Filosofía en la Escuela (CIIFE),
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
revistasaberesypracticas@ffyl.uncu.edu.ar / saberesypracticas.uncu.edu.ar
Recibido: 20/02/2025 Aceptado: 03/06/2025
DOI: https://doi.org/10.48162/rev.36.139
Childhoods
and Good Living:
Practices of Care and Resistance in Indigenous Communities in
Colombia
Lina Marcela Estrada Jaramillo
Universidad
Pontificia Bolivariana
Colombia
lina.estrada@upb.edu.co
Universidad
Pontificia Bolivariana
Colombia
juanf.garcia@upb.edu.co
Resumen. Este artículo propone construir un estado del arte sobre el Buen Vivir
como práctica filosófica en infancias indígenas. A través de un análisis de un
caso ocurrido en Colombia en el año 2023, se exploran las formas en que el
cuidado se configura como una práctica social y política fundamental que
desafía las visiones adultocéntricas y hegemónicas. Por lo anterior, se propone
la siguiente pregunta a partir de un análisis de caso: ¿Cuáles prácticas de
cuidado y de resistencia están presentes en las infancias indígenas a partir
del buen vivir? Ante esta interrogante, se empleó una metodología cualitativa
para el cuidado como un derecho humano y el reconocimiento de las infancias en
dialogo con los saberes ancestrales.
Palabras Clave. Infancia, desigualdad social, derechos humanos,
filosofía, cuidado del niño.
Abstract. This article proposes to
construct a state of the art on the good living of infants as a philosophical
practice in indigenous communities. Through an analysis of a case that occurred
in Colombia in the year 2023, it explores the ways in which care is configured
as a fundamental social and political practice that challenges adult-centric
and hegemonic visions. Therefore, the following question is proposed based on a
case analysis: What practices of care and resistance are present in indigenous
children based on good living? In response to this question, a qualitative methodology
was used for care as a human right and recognition of children in dialogue with
ancestral knowledge.
Keywords. Childhood, social inequality,
human rights, philosophy, child care.
Las
deconstrucciones que propone esta investigación siguen las elaboraciones de
Jaques Derrida (1971), quien pone en tela de juicio las categorías
convencionales con las que los seres humanos concebimos la realidad. En este
sentido, se busca cuestionar los fundamentos sobre los cuales se generan y se
emplean los conceptos de las “infancias” y “niñeces” para aprehender una
realidad determinada. Estas deconstrucciones pretenden desestabilizar las
categorías que han sostenido históricamente el pensamiento humano, en este
caso, unas que han sido históricamente construidas a partir de fuertes influjos
patriarcales, androcéntricos, adultocéntricos y hegemónicos.
Para
llevar a cabo estas deconstrucciones, es necesario partir de carácter
dicotómico del pensamiento estructural, en el que es corriente emplear un
opuesto para comprender al Otro o a lo otro. Esta lógica genera una relación de
dependencia entre el concepto visible, valorado y focalizado, y aquel que
permanece marginado o subordinado. La oposición entre niño/niña y adulto/adulta
ejemplifica la manera en que se delimita la capacidad de los sujetos,
evidenciando el influjo del adultocentrismo. En el pensamiento occidental “la
categoría ‘adultò’ tiene mayor fuerza e imposición sobre las características
asociadas a la edad adulta (madurez, pleno desarrollo, capacidad de decidir,
mayor experiencia, etc.), que la ubican en situación de privilegio frente a las
categorías ‘niñez’ y ‘adolescencia’” (Rojas, 2018, p. 9).
Esta
jerarquización se traduce en la cotidianidad en “falta de respeto, desprecio,
degradación, devaluación, imputación, atribución, estigmatización, apropiación,
prepotencia, heteronomía, subyugación, discriminación, marginación, exclusión o
castigo” (Liebel, 2022, pp. 7-8). En consecuencia, han surgido nuevas
construcciones conceptuales que buscan resistir y contrarrestar el peso
hegemónico de estas interpretaciones patriarcales de la realidad social.
Desde el
enfoque de las infancias y juventudes, se está resignificando su rol como
sujetos políticos y las potencialidades de su acción en la transformación
social. Sin embargo, estos procesos se enfrentan a configuraciones que
perpetúan escenarios dominados por discursos en los que las especificidades que
requiere el ejercicio de derechos y deberes resultan excluidas. La
homogenización y generalización, sustentadas en visiones y prácticas
jerarquizadas, dificultan la legitimación de infantes y jóvenes, e impiden
efectivizar su poder de decisión, deliberación y gestión en el escenario
público, lo que incide en las formas de contribuir en la construcción social
del territorio.
El
interés de la investigación se centra en realizar una aproximación exploratoria
y descriptiva sobre aspectos de la vida de las infancias y niñeces con respecto
al cuidado de sí mismos, de los otros y del entorno. El vivir en el sur de
Latinoamérica, en un país multicultural como Colombia con múltiples mundos,
implica una mirada desde el cuidado basado en sus prácticas, relacionadas con
sus vivencias, sociabilidad, protección, atención, consideración al otro, es
decir, constituye un llamado en torno a aspectos vitales de la vida.
En este
artículo planteamos que el Buen Vivir se instaura como una posibilidad de
resignificar el cuidado de la infancia. Esta noción encuentra su sustento en
las ontologías relacionales, esto es aquellas perspectivas en las cuales
los mundos biofísicos, humanos y sobrenaturales no se consideran como entidades
separadas, sino que se establecen vínculos de continuidad entre ellos (Escobar,
2016).
El
concepto de Buen Vivir surge como filosofía de vida y una ontología indígena
que establece una relación integral entre la naturaleza y los seres humanos
(Acosta y Martínez, 2009; Gudynas y Acosta, 2011). Esta visión se fundamenta en
la construcción de relaciones con lo ecológico, humano, cultural y la justicia
social, en oposición a los objetivos económicos del capitalismo. Una concepción
de ontología que permita múltiples mundos nos llevará, como veremos, a la
noción de pluriverso y a enfatizar las ontologías no dualistas o relacionales
que mantienen muchas comunidades (Escobar, 2016).
Para
llevar a cabo este trabajo, se diseñó una metodología con un enfoque
cualitativo, basada en una técnica documental que facilitó la búsqueda,
selección y sistematización de fuentes. Esto permitió responder a la pregunta:
¿Qué prácticas de cuidado y resistencia están presentes en las infancias
indígenas a partir del Buen Vivir?
Para
responder este interrogante, este artículo inicia con el relato del caso de
Lesly Mucutuy[1] y sus
prácticas de cuidado y resistencia con su vida y la de sus tres hermanos
menores de edad. Luego se abordará la discusión sobre las infancias, las
desigualdades y las epistemologías hegemónicas y finalmente se identifican
narrativas de las infancias indígenas sobre el buen vivir a partir del análisis
del caso.
"Cuando
desperté había mucha sangre (...)
Escuchaba a mis hermanitos llorar".
“Sabía que tenía que cuidarlos”. (Escobar & Castaño, 2024)
Lesly
Mucutuy y sus hermanos pertenecen a la comunidad indígena Uitoto. Su historia
de supervivencia en la selva del Guaviare (Colombia) comenzó tras un accidente
aéreo el primero de mayo de 2023 que los dejó completamente aislados en un
entorno selvático, con una vegetación densa, permanente lluvia y con la
presencia de animales salvajes, plantas y serpientes venenosas.
Lesly,
con tan solo trece años, se convirtió en la guía y protectora de sus tres
hermanos menores: un niño de cinco años, una niña de nueve y una bebé de once
meses. La escena de los morrales abiertos y los objetos regados indicaban a los
rescatistas una organización cuidadosa y un esfuerzo consciente por administrar
los escasos recursos disponibles que tenían los niños a partir del accidente
aéreo en el que falleció su madre. El Comando Conjunto de Operaciones
Especiales de las Fuerzas militares de Colombia que participaron en la búsqueda
comprendieron que la razón de su resistencia y supervivencia residía en su
conocimiento intuitivo de la selva, transmitido por su herencia indígena.
Las
principales amenazas a las que se enfrentaban los infantes eran el agotamiento
y la deshidratación. Cristin, la más pequeña, era la que más preocupaba a los
rescatistas, ya que su fragilidad la hacía vulnerable a las inclemencias del
clima caluroso y húmedo de la selva. A diferencia de algunas tribus nómadas de
la amazonía brasileña, la comunidad indígena de los Uitotos suele vivir en las
orillas del bosque, en casas con pisos de madera y, en algunos casos, con
tecnologías como paneles solares y antenas satelitales (Escobar, P., &
Castaño, p.88). Sin embargo, esta fue la primera vez que los niños tuvieron que
sobrevivir por sí mismos en la selva.
El miedo
y la incertidumbre los acompañaban constantemente. La certeza de que "la
selva te atrapa" no era una simple metáfora, sino una realidad tangible.
La valentía de Lesly se evidenció en múltiples momentos, como cuando detuvo una
hemorragia en su frente usando un pañal improvisado como vendaje.
El día
treinta y ocho, tras el accidente, las esperanzas de encontrarlos con vida
disminuían. Basados en cálculos de probabilidad, los expertos militares
estimaban que el rescate debía ocurrir en setenta y dos horas, o de lo contrario,
la búsqueda se transformaría en la recuperación de sus cuerpos. Sin embargo, el
general Pedro Sánchez[2],
líder de la Operación Esperanza, decidió unir a su estrategia de búsqueda con
los conocimientos ancestrales de la guardia indígena del Caquetá, Putumayo y
del Guaviare.
Finalmente,
los niños fueron encontrados el 9 de junio de 2023. Las autoridades confirmaron
su estado crítico: estaban escondidos, muriendo de hambre, de cansancio y de
miedo. Los chamanes indígenas creían que los espíritus del bosque los habían
atrapado en un mundo de sombras y ramas, donde la lluvia era su único lamento
audible. A punto estuvieron de perderse para siempre, pero su fortaleza
prevaleció. Sin embargo, no todos lograron salir de la selva: Wilson, el perro
rescatista, nunca fue encontrado.
Cuando
por fin fueron rescatados, un vínculo especial se creó entre los niños y sus
rescatistas. "Somos familia", les susurró Nicolás, uno de los
rescatistas indígenas, una declaración que iluminó los ojos de los pequeños. El
hambre y el sufrimiento los habían debilitado, pero su voluntad de sobrevivir
se mantuvo inquebrantable.
En medio
de la desesperación, Lesly preguntó cuándo podría volver a comer fariña, una
harina de yuca que los había mantenido con vida. En la avioneta accidentada
había encontrado una bolsa con varias libras de este alimento y lo administró
de manera cuidadosa hasta que se agotó por completo. Comer fariña significaba
para ellos una conexión con su madre, Magdalena, quien se las había preparado
en incontables ocasiones (Escobar, P., & Castaño, p. 174)
La
historia de Lesly y sus hermanos es un testimonio de incertidumbre,
persistencia, angustia, saberes ancestrales, fe, dolor, tesón, valentía y
milagro. La “Operación Esperanza” que permitió su rescate, demostró la
importancia de reconocer el conocimiento indígena y la necesidad de integrar
estas enseñanzas en estrategias de supervivencia y rescate. En palabras de uno
de los militares involucrados, "La Operación Esperanza nos hizo mejores:
modificamos paradigmas, extendimos límites, aprendimos y desaprendimos"
(Escobar, P., & Castaño, p.230).
Para
Seneca, el término infancia se refiere a una etapa de la vida en la que se
presenta debilidad física, incapacidad mental e incompetencia moral:
Pues hasta ahora no perdura en nosotros la
infancia, sino un defecto mayor, la mentalidad infantil. Y es esto aún peor,
por cuanto poseemos el ascendiente de los viejos, pero los vicios de los
muchachos, y no tanto de los muchachos, cuanto de los niños: aquéllos temen las
cosas insignificantes, éstos las imaginarias; nosotros las unas y las otras
(Seneca, p.103).
Aristóteles
y Platón propusieron estrategias para la formación de los jóvenes e infantes
como ciudadanos para el sistema político de la polis; Platón en La República
y Las leyes, Aristóteles en la Política y en Ética a Nicómaco,
consideraron que en esta etapa de la vida se debe actuar para superar las
deficiencias del hombre y potenciar las cualidades positivas que en la adultez
se desarrollan y ejercen plenamente. Con ello se advertía el carácter especial
para la formación de un ciudadano ideal para la sociedad que se pretendía
configurar.
Desde la
antigüedad hasta la actualidad, los infantes han estado sujetos a discursos
heteronormativos que posicionan al adulto como referencia central en el mundo
juvenil y los excluye en la responsabilidad del cuidado. En los planteamientos
de Platón y Aristóteles, los infantes y jóvenes estaban subordinados al poder
del padre y eran consideraros de su “propiedad”. De esta concepción deriva una
carga negativa asociada a la infancia, basada en la supuesta carencia de
cualidades física, mentales y morales frente a los adultos.
El
concepto de infancia es una construcción social e histórica en constante
evolución. A lo largo del tiempo, ha experimentado transformaciones que han
dado lugar a la concepción contemporánea del niño como sujeto de derechos. En
cada sociedad y época han surgido distintas interpretaciones sobre la niñez con
el propósito de definir sus características y comprender su desarrollo, lo que
ha influido en la forma en que los niños son percibidos y tratados.
En sus
inicios, las aproximaciones a la infancia estuvieron marcadas por una
perspectiva proteccionista, en la que los menores eran considerados seres que
debían ser corregidos y controlados por los adultos. Esta visión los situaba en
una posición de desigualdad, subordinados a la autoridad de los mayores,
quienes ejercían poder y superioridad sobre ellos.
Existe
entonces una relación asimétrica entre infantes y adultos que, si bien responde
a diferencias reales en términos de desarrollo, autonomía y experiencia, no
debería derivar en el uso arbitrario del poder por parte de los segundos sobre
los primeros. En muchos contextos, esta asimetría ha sido instrumentalizada
mediante criterios de edad para justificar prácticas de dominación y exclusión,
lo cual contradice los principios éticos de equidad, dignidad y reconocimiento
de la infancia como sujeto de derechos.
El concepto
de infancia es, por tanto, una construcción social que emerge del imaginario
colectivo y está determinada por las dinámicas de relación entre los grupos
sociales, el ejercicio del poder y las estructuras de autoridad. Las categorías
de infancia y niñez no son estáticas, sino que están profundamente
influenciadas por factores sociopolíticos y los cambios en su percepción a lo
largo del tiempo. En la modernidad, esta transformación se ha vinculado
estrechamente con las nuevas formas de socialización, reflejando la evolución
de las instituciones, las normas culturales y las políticas que regulan la
infancia y la juventud.
En
primer lugar, se debe destacar el lugar que tiene el lenguaje dado su valor
simbólico y cultural, de allí que las modificaciones terminológicas no han
estado ajenas a la normatividad. Así, y siempre en el ámbito de las relaciones
de familia, se alude a los “niños” y “adolescentes” en vez del término
“menor/es” a secas, siendo que nadie es menos que nadie, sino que se trata de
personas menores de edad en una especial etapa de la vida. En este sentido, no
solo las connotaciones minoritarias asociadas a la infancia y la adolescencia
influyen en su posicionamiento social, sino que también las formas en que nos
acercamos a ellas, les hablamos y les educamos contribuyen a moldearlas
conforme a un ideal socialmente preestablecido.
En
segundo lugar, considerar la infancia como una construcción social implica que
no puede reducirse exclusivamente a un fenómeno natural o al desarrollo físico
y mental. Por el contrario, las infancias están determinadas por las
circunstancias, los entornos y las realidades socioculturales que les son
atribuidas. Este estatus se configura a través de políticas, normativas,
reglamentaciones y prácticas sociales que varían según la época y el contexto
estatal.
Se
presenta entonces una experiencia filosófica de las infancias desde las
comunidades indígenas, donde se entrelazan sus cosmovisiones, saberes
ancestrales y formas de crianza comunitarias que desafían los modelos hegemónicos
de desarrollo infantil, resaltando la diversidad de experiencias y aprendizajes
propios de su cultura: observar su entorno, preguntarse, relacionarse con el
mundo están profundamente ligadas a sus cosmovisiones y modos de vida
comunitarios (Quiceno, 2012).
En
muchas comunidades indígenas, la infancia no se concibe como un período de
incompletitud (Alzate, 2003), sino como una etapa en la que el aprendizaje se
da a través de la participación activa en la vida social, el diálogo
intergeneracional y la conexión con la naturaleza (Rojas, 2018). De acuerdo con
Astudillo et al. (2018), el desarrollo infantil se entiende en el contexto
indígena como un proceso interconectado que integra lo social, cultural,
natural y espiritual; no es una etapa fragmentada en categorías separadas como
lo físico, lo cognitivo o lo emocional. A diferencia de los modelos
occidentales de enseñanza y aprendizaje, para las comunidades indígenas los
niños aprenden observando a los adultos y participando de manera activa en las actividades
propias de su comunidad. Esta participación se da desde temprana edad:
Las actividades diarias se estructuraron por
el trabajo de sus padres y no debe ser interrumpido por los niños. Poca
atención en cómo los niños pasaron su tiempo, casi no hay interferencia del
adulto. (Astudillo et al., 2018, p. 15)
Un
aspecto importante de esta concepción indígena es que la crianza enfatiza en la
autonomía. Los niños indígenas son educados para que sean independientes, y
esto se da en el marco de la comunidad. Los niños no están separados de la vida
de sus mayores y se procura incluirlos en todos los niveles de la vida familiar
y comunitaria:
En las comunidades indígenas las infancias
son protegidas porque hay una convicción de que el ser parte de dicha colectividad
promueve ciertas prácticas de cuidados, remedios y acompañamiento de los
mayores y mayoras, que pasan por llevar a la práctica los cuidados y consejos
para que no sean perezosos, sean colaboradores, sean activos de las prácticas
familiares y comunitarias. (Fayad-Sierra, 2021, p. 11)
“Infanciar
la filosofía” (Victoria, 2024) implica reconocer y valorar las formas en que se
habita y se construye el mundo desde la infancia, entendida no solo como una
etapa biológica, sino como una forma de ser y estar en el mundo. Esta
perspectiva resuena con la concepción indígena del Buen Vivir, donde la
infancia es parte fundamental de la transmisión de saberes, valores y prácticas
comunitarias. Así, la infancia se convierte en un espacio privilegiado para
aprender la reciprocidad, el respeto y la interdependencia, valores que
sostienen el equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.
El
concepto de Buen Vivir (Sumak Kawsay, en lengua kichwa) tiene su origen en las cosmovisiones
de los pueblos y nacionalidades indígenas andinas del actual territorio
ecuatoriano, particularmente entre las comunidades kichwas. Fue incorporado
como principio estructurante en la Constitución del Ecuador de 2008 y discutido
también en la reforma constitucional de Bolivia. Este concepto expresa una
filosofía de vida basada en la armonía entre seres humanos, naturaleza y
espiritualidad, y se presenta como una alternativa a los modelos occidentales
de desarrollo y bienestar (Acosta, 2008). Como proceso pluriétnico e
intercultural, el Buen Vivir integra cinco elementos fundamentales compartidos
por distintas comunidades indígenas: (a) el elemento axiológico, que orienta
los valores y principios de vida; (b) el elemento intercultural, que promueve
el diálogo y la convivencia entre diversas tradiciones; (c) el elemento
naturista, que resalta la armonía con la naturaleza; (d) el elemento
integrador, que enfatiza la interconexión entre individuos, comunidad y
entorno; y (e) el elemento prospectivo, que proyecta el bienestar a largo plazo
en función de las generaciones futuras (Gudynas, 2010).
El Buen
Vivir está en sintonía con los discursos de transición que surgen con fuerza
hoy en día en muchos espacios, tales como la ecología, las ciencias de la complejidad,
la espiritualidad, el pensamiento alternativo del desarrollo y la economía, la
academia crítica, y por supuesto en muchos movimientos sociales que imaginan
una verdadera transición civilizatoria (Escobar, 2016)
En la
infancia, el Buen Vivir se vincula con los gustos, aspiraciones y deseos de los
niños, así como con su relación con los entornos familiares, sociales,
educativos y territoriales. En el caso de las infancias indígenas, es
fundamental destacar la interacción con la naturaleza, su identidad cultural y
sus cosmovisiones, así como el vínculo con otras comunidades.
La
infancia está profundamente vinculada con la cosmovisión y la espiritualidad.
El desarrollo infantil, en este sentido, involucra una dimensión espiritual,
donde los niños son concebidos como portadores de energías vitales y están
conectados con los espíritus y los elementos de la naturaleza:
Las concepciones de infancia y educación en
las tradiciones indígenas en Colombia representan su concepción de vida, se
refieren a las formas culturales de cada pueblo que tiene su origen en las
cosmovisiones, que se complementa con el uso del idioma y su sentido cultural
que está en relación con la naturaleza. De acuerdo con esta visión, todo está
vinculado con lo que se conoce como espíritus, que acompañan cada momento y
etapa del ciclo de vida. (Fayad-Sierra, 2021, p. 5)
Esta
perspectiva se conecta con la idea del Buen Vivir, transmitida a través de la
filosofía y sus prácticas de cuidado de las comunidades indígenas, donde los
niños y niñas se convierten en guardianes de la naturaleza. La selva, con su
sonido, aroma y colores, refleja este equilibrio y ofrece una forma de vida en
armonía que, desde la visión occidental, a menudo no ha sido debidamente
valorada. Estos elementos favorecen el autorreconocimiento y la
autodeterminación de las infancias indígenas, promoviendo el reconocimiento de
su voz como sujetos de derecho (Núñez-Patiño, Molinari-Medina y
Alba-Villalobos, 2016).
Una
concordancia con lo anterior, encontramos en la propuesta de Martha Nussbaum;
especialmente en la teoría del enfoque
de las capacidades, la cual enfatiza la importancia de reconocer a cada
individuo como un sujeto de derechos con la posibilidad de desarrollar su
agencia y participar plenamente en la sociedad. Nussbaum (2011) sostiene que
todas las personas, incluidas las infancias y los grupos históricamente
marginados, deben tener acceso a condiciones que les permitan ejercer sus
capacidades fundamentales, como la afiliación social, la participación política
y la expresión de sus propios valores y perspectivas.
En este
sentido, reconocer a niños y niñas indígenas como sujetos con subjetividades
propias resuena con la idea de Nussbaum sobre la necesidad de garantizar
espacios de participación y reconocimiento. La falta de acceso a la esfera
pública y a las instituciones debido a su edad, origen étnico o condición
socioeconómica restringe sus capacidades y vulnera su derecho a formar parte
activa de la sociedad. Desde esta perspectiva, las narrativas estéticas y culturales
de la infancia indígena pueden interpretarse como una demanda legítima de
reconocimiento y participación, en línea con el argumento de Nussbaum sobre la
justicia y el desarrollo humano.
A partir
del caso de Lesly Mucutuy, joven indígena del sur, perdida en una selva
colombiana, podemos encontrar narrativas que contribuyen a resaltar la
autodeterminación de las infancias en un contexto de vulnerabilidad. Su
experiencia evidencia las múltiples adversidades que enfrentó, desde la
exposición a condiciones climáticas extremas, la escasez de alimentos y agua,
hasta los peligros propios del entorno selvático, como la presencia de animales
silvestres y la dificultad de orientación en un territorio hostil.
De este
modo, los relatos y narraciones sobre su historia, lograron ser reconocidos
como propios de las infancias indígenas, reafirmando su identidad y agencia.
Además, su experiencia de habitar la selva adquiere un valor político, al
evidenciar cómo las infancias no solo habitan los espacios, sino que también
los resignifican y los transforman desde sus propias perspectivas y vivencias.
- Narrativas sobre su vida familiar
Al
encontrarlos, Lesly se refirió a todos en plural “tenemos hambre”, en una
percepción de la familia como pilar fundamental en su vida. Esto refleja uno de
los principios fundamentales del Buen Vivir, donde el bienestar no es un logro
individual, sino un proceso colectivo basado en la reciprocidad, la solidaridad
y la armonía con la naturaleza. Desde esta perspectiva, la vida se sustenta en
el equilibrio entre los seres humanos y su entorno, en el apoyo mutuo dentro de
la comunidad y en el respeto por la diversidad de formas de vida, promoviendo
una convivencia que prioriza el cuidado y la sostenibilidad.
La
conexión de Lesly y sus hermanos con su madre, Magdalena, fue clave en su
experiencia de supervivencia, pues a través de ella habían aprendido prácticas
de cuidado profundamente arraigadas en el Buen Vivir. Los vínculos de cuidado
materno no solo se expresaban en el afecto, sino también en la transmisión de
saberes esenciales para la vida en la selva, como el reconocimiento de
alimentos, la protección mutua y la resistencia ante la adversidad. En este
sentido, la naturaleza no era un entorno hostil, sino un espacio de enseñanza y
resguardo, donde la relación armoniosa con el entorno, heredada de su madre,
les permitió sobrevivir y reafirmar la importancia del cuidado como un
principio de vida comunitaria.
- Narrativas sobre sus emociones
Lesly y
su familia, se encontraban viajando a partir de una situación de desplazamiento
forzado de su padrastro, a quien habían amenazado en la comunidad. Luego se
conocen diversas manifestaciones emocionales al momento de encontrarlos como timidez
e inseguridad, tristeza y melancolía por de la muerte de la madre en el
siniestro. A partir de estas narrativas, fue posible analizar las emociones que
favorecieron la supervivencia en la selva, así como la relación con el entorno
y el sentido de cuidar de sí y del otro.
La
capacidad de cuidado y liderazgo de Lesly fue clave para mantener la esperanza
y la unidad en medio de la adversidad. A través de gestos de protección,
palabras de aliento y la búsqueda constante de soluciones, demostró que la generosidad
va más allá de compartir recursos; es también acompañar, sostener y brindar
seguridad emocional. Su historia resalta el valor de los lazos afectivos y la
importancia de la empatía en situaciones extremas, recordándonos que el
bienestar no es solo individual, sino una construcción colectiva basada en el
apoyo y la solidaridad.
- Narrativas sobre el cuidado
En la
selva, Lesly y sus hermanos experimentaron el cuidado como una práctica
arraigada en la interacción con seres y elementos tanto orgánicos como
inorgánicos, los cuales hicieron posible su supervivencia. El cuidado de sí es
una condición inherente al ser humano, siempre presente en la vida de las
personas, y en este caso, se manifestó en su valentía, ya que en múltiples
momentos tomó decisiones cruciales, como detener una hemorragia en su frente
utilizando un pañal improvisado como vendaje. Del mismo modo, su instinto y
conocimiento del entorno la llevaron a aprovechar los recursos disponibles,
como cuando encontró en la avioneta accidentada una bolsa con varias libras de
fariña, la harina de yuca que había sido clave para mantenerlos con vida.
Si bien
la historia nos muestra las dificultades de sobrevivir en la selva sin
orientación, también revela las redes de significado y las subjetividades construidas
en medio de un entorno desafiante. La adaptación a la naturaleza, la lucha por
el alimento y el agua, así como la resiliencia ante los peligros, reflejan la
voluntad de subsistir a pesar de las adversidades. En este contexto, el cuidado
se expresa como práctica colectiva que trasciende lo humano. Cuidar implica
reconocer el territorio, el agua y la naturaleza como sujetos de protección,
entendiendo que la vida en todas sus expresiones está interconectada y que la
supervivencia depende del equilibrio y el respeto por el entorno.
Las
narrativas sobre el Buen Vivir de infantes y niños indígenas en contextos de
supervivencia contribuyen a la construcción de escenarios que permiten
comprender la relación entre el cuidado y el Buen Vivir. En este sentido,
resulta fundamental rescatar categorías que planteen desafíos específicos para
el desarrollo de unas infancias en dialogo con la interculturalidad y el
respecto por sus saberes ancestrales, lo cual posibilita construir ciudadanía a
partir del reconocimiento de sus diferencias.
El caso
de Lesly Mucutuy y sus hermanos demuestra que el cuidado en las comunidades
indígenas no es una práctica individualista ni exclusiva de los adultos, sino
un entramado comunitario basado en saberes, estrategias y valores transmitidos
de generación en generación. La supervivencia en la selva no dependió de
conocimientos adquiridos en una institución educativa formal, sino de un
aprendizaje arraigado en la observación, la imitación y la participación activa
en la vida comunitaria, un modelo característico de muchas comunidades
indígenas (Astudillo et al., 2018; Fayad-Sierra, 2021).
Asimismo,
frente a la imposición de modelos de cuidado de la infancia basado en la
institucionalización y el adultocentrismo, la crianza indígena actúa como un
acto de resistencia. La autonomía de los niños, la transmisión oral del
conocimiento y la interdependencia con el entorno natural desafía las nociones
occidentales de la infancia como una etapa de vulnerabilidad y dependencia.
Este modelo de cuidado indígena resalta que los niños indígenas no solo son
receptores de protección, sino, también, actores de su propio bienestar, con la
capacidad de tomar decisiones y de contribuir a su comunidad desde temprana
edad.
Desde
esta perspectiva, emergen elementos constitutivos de la identidad en esta
historia y es la relación con el mundo, que trasciende las lógicas
mercantilistas y se concibe como un elemento vital. Asimismo, la naturaleza no
es entendida como un recurso destinado a la explotación y el saqueo, sino como
un miembro más de la comunidad, fundamental para la construcción de una vida
digna y armoniosa.
Este
enfoque de la infancia se opone a la tendencia globalizadora que impone modelos
homogéneos de crianza y educación, frecuentemente respaldados por instituciones
estatales. La estandarización del cuidado infantil bajo una lógica biologicista
invisibiliza las prácticas indígenas de crianza en donde son fundamentales las
cosmovisiones, los vínculos con los ancestros y las dinámicas propias de la
comunidad. En este sentido, si se reconoce la infancia desde un enfoque
intercultural, es posible validar las epistemologías indígenas del cuidado y la
formación, promoviendo un diálogo de saberes en que las tradiciones
comunitarias sean respetadas y fortalecidas.
Acosta, A.
(2008). El Buen Vivir, una oportunidad por construir. Revista Ecuador Debate,
75, 33-47.
Acosta, A.,
& Martínez, E. (Eds.). (2009). El Buen Vivir: Una vía para el desarrollo.
Abya-Yala.
Álzate, M.
(2003). Infancia: concepciones y perspectivas. Papiro.
Astudillo,
P., Alarcón, A. M., Pérez, S., Fernández, F., Carmona, V., Castro, M., &
Alarcón, S. (2018). Desarrollo psicomotor de 0 a 4 años en infancia indígena:
Revisión sistemática de la literatura. Revista Chilena de Pediatría,
89(4), 1-22. https://doi.org/10.1016/j.rchipe.2018.03.007
Derrida, J.
(1971). De la gramatología (M. A. E. Revol, Trad.). Siglo XXI Editores.
Escobar, A.
(2016). Sentipensar con la Tierra: Las luchas territoriales y la dimensión
ontológica de las epistemologías del Sur. AIBR. Revista de Antropología
Iberoamericana, 11(1), 11-32. https://doi.org/10.11156/aibr.110102
Escobar,
P., & Castaño, J. A. (2024). Relato de un milagro (2ª ed.).
Peregrino Ediciones.
Fayad-Sierra,
J. A. (2021). Las infancias indígenas como configuración diferencial de las
concepciones de infancia. Revista Colombiana de Educación, 1(83), 1-20. https://doi.org/10.17227/rce.num83-11900
Gudynas, E.
(2011). Más allá del nuevo extractivismo: transiciones sostenibles y
alternativas al desarrollo. En I. Farah & F. Wanderley (Coords.), El
desarrollo en cuestión: Reflexiones desde América Latina. pp. 379–410.
CIDES-UMSA
Liebel, M.
(2022). Contrarrestar el adultocentrismo: Sobre niñez, participación política y
justicia intergeneracional. Última Década, 30(58), 4-36. https://www.scielo.cl/pdf/udecada/v30n58/0718-2236-udecada-30-58-4.pdf
Núñez-Patiño,
K., Molinari-Medina, C., & Alba-Villalobos, C. (2016). Infancias indígenas:
Los centros de atención a la niñez en Chiapas y el reto de la educación
intercultural frente a la diversidad. LiminaR, 14(1), 106-120. https://doi.org/10.29043/liminar.v14i1.426
Pineda
Martínez, E. O., y Orozco Pineda, P. A. (2018). Narrativas y relatos del Buen
Vivir de infancias indígenas como estrategia de construcción de paz. Ciudad
Paz-ando, 11(1), 40–50. https://doi.org/10.14483/2422278X.12728
Rojas, M.
(2018). El adultocentrismo violenta a todos los niños, niñas y adolescentes. Para
el Aula, (27), 8-9. https://www.usfq.edu.ec/sites/default/files/2020-07/pea_027_0006.pdf
Séneca, L. A. (1951). Cartas morales
(Tomo I) (J. M. Gallegos Rocafull, Trad.). Universidad
Nacional Autónoma de México.
Victoria,
M. E. (2024). ¿Infanciar la filosofía? Sentidos de la “filosofía con infancias”
como propuesta pedagógica y filosófica a partir de la problematización de la
noción de infancia. Saberes y prácticas, 9(2), 1-20. https://doi.org/10.48162/rev.36.127
Zeledón, M.
(2015) La Autonomía Progresiva en la Niñez y Adolescencia. Revista Jurídica
Digital Enfoque Jurídico. San Salvador. https://enfoquejuridico.org/2015/03/02/la-autonomia-progresiva-en-la-ninez-y-adolescencia/
[1] El caso presentado en este artículo se basa íntegramente en el
libro Relato de un milagro (Escobar & Castaño, 2024), obra publicada
por Peregrino Ediciones, donde se documenta con carácter testimonial y
narrativo la experiencia de supervivencia de Lesly Mucutuy y sus hermanos
menores, pertenecientes a la comunidad indígena Uitoto, en el contexto de un
accidente aéreo ocurrido en 2023 en el sur de Colombia. En atención a los
principios éticos de la investigación cualitativa, aclaramos que los nombres
propios mencionados no han sido obtenidos directamente a través de trabajo de
campo ni de interacción directa con los menores, sino que corresponden a los
datos y relatos ya publicados y disponibles públicamente en dicha fuente. En
este sentido, el artículo no vulnera la confidencialidad ni la privacidad de
los sujetos mencionados, dado que se limita a recuperar un caso documentado y
reconocido por medios oficiales y editoriales, y cuya reproducción con fines
académicos se realiza citando de manera expresa la fuente original y dentro del
marco legal del derecho de cita con fines investigativos. No obstante, para
garantizar la sensibilidad ética en futuras versiones, se ha señalado en el
texto cuando se trata de nombres propios extraídos directamente de la fuente
citada, y se ha considerado su pertinencia únicamente como elemento contextual
para ilustrar el análisis del cuidado y el Buen Vivir en infancias indígenas.
[2] Este artículo recupera el caso ampliamente difundido en medios
nacionales e internacionales sobre la supervivencia de cuatro niños indígenas
en la selva colombiana, ocurrido en 2023, conocido como la “Operación
Esperanza”. La reconstrucción del caso se basa exclusivamente en fuentes
secundarias, específicamente el libro Relato de un milagro (Escobar
& Castaño, 2024), así como otras referencias de dominio público debidamente
citadas. Los nombres propios de personas adultas que participaron en el proceso
de búsqueda y rescate —como el general Pedro Sánchez o el rescatista indígena
conocido como Nicolás— han sido tomados tal como aparecen en la fuente
mencionada. Su mención en este texto tiene un propósito estrictamente analítico
y contextual, orientado a comprender las articulaciones entre saberes
ancestrales, estrategias institucionales y prácticas de cuidado en contextos de
emergencia humanitaria. En todos los casos, se respeta la dignidad, el papel
público y la participación voluntaria de estas personas en hechos de interés
general, conforme a los principios de respeto, integridad y no distorsión de la
información. Esta estrategia metodológica busca proteger la identidad en los
casos que lo ameriten y, al mismo tiempo, reconocer la agencia y el rol activo de
los actores colectivos e individuales cuando ha sido expresamente documentado
por fuentes acreditadas.