Saberes y Prácticas. Revista de Filosofía y Educación

Saberes y prácticas. Revista de Filosofía y Educación / ISSN 2525-2089
Vol. 10 N° 1 (2025) / Sección Entrevistas / pp. 1-15 / Licencia Creative Commons
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Filosofía en la Escuela (CIIFE),
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
revistasaberesypracticas@ffyl.uncu.edu.ar / saberesypracticas.uncu.edu.ar


Prácticas Filosóficas:
Emergencias a partir de la Filosofía con niños/as
en la provincia de Mendoza, Argentina

Entrevista a Adriana Arpini y a Elizabeth Hiedrich

Identificador ORCID de la autora: https://orcid.org/0009-0006-4113-6598 Por Andrea Suarez

Universidad Nacional de Cuyo,

Facultad de Filosofía y Letras, Argentina.


Resumen. En Mendoza, el campo de la Práctica Filosófica comienza a germinar hace unos 25 años en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. Entre setiembre y octubre de 2024 dialogamos con dos mujeres que promueven este campo en la provincia; Adriana Arpini y Elizabeth Hiedrich. Sus relatos contribuyen a trazar una historia polifónica, en la medida que aportan a la memoria de las prácticas filosóficas, a partir de la modalidad de filosofía para y con niños/as.

Palabras clave. Prácticas Filosóficas, Filosofía Práctica, Filosofía para/con niños/as, Experiencia, Mendoza.

Abstract. In Mendoza, the field of Philosophical Practice began to germinate about 25 years ago in the Faculty of Philosophy and Letters of the National University of Cuyo. Between September and October 2024, we talked to two women who promote this field in the province: Adriana Arpini and Elizabeth Hiedrich. Their stories contribute to trace a polyphonic history, insofar as they contribute to the memory of philosophical practices, starting from the modality of philosophy for and with children.

Keywords. Philosophical Practices, Practical Philosophy, Philosophy for/with children, Experience, Mendoza.


Presentación/Introducción


Para quienes hacemos filosofía, sea desde la docencia en diferentes niveles, la investigación o la extensión, en contextos académicos o informales, hoy quizás ya no hay margen de confusión al referirnos al campo de las Prácticas Filosóficas. Este campo, que ha ganado terreno y consolidación a nivel mundial, también es denominado Filosofía Aplicada. Se trata de un fenómeno reciente que se diferencia de la filosofía de corte tradicional, generalmente, impartida en las academias. Incluye la orientación filosófica, los cafés y talleres filosóficos, la filosofía en las organizaciones, y la Filosofía con y para niños/as. Estas modalidades, si bien hoy se reconocen como parte del campo de la Prácticas Filosóficas, no surgen en la misma época y con igual ímpetu, ya que se expresan y desarrollan de acuerdo con características de cada contexto.

Las entrevistas que siguen presentan las voces de dos personas que contribuyeron intensamente con la posibilidad de que se instalara la práctica de la Filosofía con Niños, entre otras prácticas filosóficas, en la provincia de Mendoza.


ENTREVISTA A ADRIANA ARPINI


Presentación/Introducción

En setiembre de 2024 dialogamos con Adriana Arpini docente, investigadora e intelectual argentina nacida en Mendoza en 1952. Ella obtuvo una licenciatura en Filosofía y Letras de la Universidad de Cuyo y un doctorado en la misma universidad con una tesis sobresaliente sobre Eugenio María de Hostos y su época; categorías sociales y fundamentación filosófica. Esta tesis fue dirigida por el filósofo Arturo Andrés Roig. La trayectoria intelectual de la filósofa mendocina muestra un marcado interés en el pensamiento filosófico latinoamericano y caribeño y una persistencia en la construcción de una filosofía nuestroamericana. En términos de praxis concreta y de ampliación de sujetos del filosofar, se trata de una filósofa abocada a las infancias, la docencia, los agentes penitenciarios, las trabajadoras sociales y tantos otros sujetos que cuestionan la universalidad canónica del sujeto que filosofa[1] (Olalla, 2023, p. 11-12).


Andrea Suarez: Adriana, según nuestras investigaciones, en países como Alemania u Holanda, el movimiento de las prácticas filosóficas emerge desde la asesoría o consultoría filosófica. Podemos considerar que en Argentina la emergencia es desde la filosofía para y con niños y niñas. Si es así, ¿cómo ocurre esto?

Adriana Arpini[2]: En las primeras experiencias, la Filosofía con niños y niñas es tomada de diferentes modos. Cuando he dado cursos y capacitaciones en Chile, por ejemplo, he percibido que la Filosofía con niños y niñas es considerada como una metodología de la enseñanza de la filosofía, incluso como una metodología disciplinaria “porque en esas horas los niños se portan bien”. En nuestro caso, y también como es abordada en las jornadas organizadas por Alejandro Cerletti, en el marco del Programa de mejoramiento de la enseñanza de la filosofía[3], no la consideramos una metodología o técnica más, sino una cuestión filosófica en sí misma. Para nosotras se trata de una problemática filosófica, en relación a la dimensión de la filosofía práctica, sobre todo por la manera como nos encontramos con esta modalidad.

A mediados de los años ’90 se formó un grupo que, si bien estaba vinculado por diferentes cuestiones, tenía en común que le interesaba la enseñanza de la filosofía. Leíamos, estudiábamos y discutíamos a propósito de lo que estaba sucediendo con la transformación de planes tradicionales de la escuela en el marco de las transformaciones que implicaba la Ley Federal de Educación. Con esta Ley, aparecía como un espacio importante la Formación Ética y Ciudadana. A los estudiantes de Filosofía y a los de Ciencias de la Educación les resultaba insuficiente la Ética del plan de estudio del profesorado. Se quejaban porque entendían que la Ética de la formación académica no alcanzaba a dar respuesta a lo que se exigía desde los nuevos diseños curriculares. En ese grupo estaban Mariana Alvarado, Silvana Vignale, Alejandra Gabriele, Maximiliano López, Fabiana Olarieta, María José Guzmán. Algunos eran estudiantes o graduados recientes. María José Guzmán, por ejemplo, era la secretaria del Centro de Graduados mientras yo lo presidía. Ella tuvo un papel muy importante en la organización de las primeras actividades de este colectivo que comenzaba a gestarse.

Desde estas temáticas vinculadas a la enseñanza de la filosofía, cada uno y cada una continuaron sus estudios de posgrado. Por ejemplo, Socorro Giménez, fue la primera que hace una tesis de licenciatura en la Facultad de Filosofía y Letras, sobre el programa de Mathew Lipman, desde una lectura crítica[4]. Cristina Rochetti fue la primera del grupo que defendió su tesis doctoral en torno a la cuestión de la experiencia de enseñar y aprender filosofía[5]. Mariana Alvarado se ocupó en su tesis doctoral sobre Carlos Vergara, Silvana Vignale sobre Michel Foucault, Alejandra Gabriele sobre cuestiones de epistemología.

Maximiliano López y Fabiana Olarieta, estaban vinculados, a través de la Fundación Ecuménica a un proyecto que se desarrollaba en el polideportivo de un barrio marginal. Allí realizaban experiencias de Filosofía con niños/as y lo hacían con una finalidad sociocultural, antes que pedagógica y didáctica. Se trataba de que los jóvenes pudieran sentarse un rato a pensar, que pudieran reunirse para trabajar los problemas de su comunidad.

Mariana Alvarado y Silvana Vignale iniciaron, en la provincia de Mendoza, los cafés filosóficos, que desarrollaron durante varios años con mucho éxito.

Es un grupo que se va consolidando y de esas experiencias surgen importantes escritos que se plasman, primeramente, en los Cuadernos del Centro de Graduados de Filosofía y Letras[6].

AS: ¿Cuándo toman el primer contacto con la Filosofía con niños y niñas?

AA: El año 2000 es el año de la inflexión. Adriana Fresquet, quien era esposa de Walter Kohan es de Mendoza, de modo que ellos solían venir con sus hijas, todos los años para las fiestas navideñas. En una de esas visitas a Mendoza, él fue invitado por un grupo de maestras del Departamento de Maipú, para que diera una charla, en la jornada institucional de finalización de ciclo. En ese grupo estaban Elizabeth Hiedrich y Liliana Cornejo, entre otras maestras. A propósito de lo que Kohan compartió en esas jornadas, las maestras quedaron muy entusiasmadas y comenzaron a implementar en sus clases lo que él compartió en ese encuentro. Estas maestras estaban vinculadas a la Escuela Superior del Magisterio, que tenía el profesorado de Formación Inicial. Al año del encuentro en esas jornadas institucionales, Rosa Licata[7] impulsó unas jornadas abiertas invitando a Kohan nuevamente y ahí fue cuando asistió nuestro grupo.

AS: ¿Podríamos decir que desde ahí se estrecharon lazos con Walter Kohan hasta la actualidad?

AA: Sí, se establece un contacto con él ya que nos asesoró en la implementación de la Especialización en Filosofía con niños y jóvenes, y luego comienza a venir para dar cursos en la misma y participar de las jornadas, También vienen Alejandro Cerletti y Laura Agratti entre otros. Kohan nos invitó a Brasil a participar de Jornadas y talleres, así se fue armando una red de colaboración en intercambio. Además del colectivo mendocino, se formó un grupo muy lindo y activo en la Universidad del Sur con Laura Morales de la cátedra de Didáctica de la filosofía de esa universidad.

El grupo de maestras que impulsan esas primeras jornadas en Maipú, son las que manifiestan la necesidad de capacitaciones de Filosofía con niños y niñas. En respuesta a esta necesidad, surge la Especialización en Filosofía con niños y jóvenes. Se arma el primer proyecto que hasta ahora tuvo dos cohortes y luego entramos en un proceso de revisión, por el tiempo que fue pasando y la necesidad de revisar lo que hacíamos. En la actualidad estamos reformulando la especialización para hacerla más flexible, tanto en relación con los contenidos teóricos y prácticos, como en lo referente a cuestiones formales como la presencialidad, hoy la virtualidad ofrece posibilidades que no existían en el momento que se creó la especialización.

AS: ¿Podríamos decir que se trata de experiencias que comienzan desde cierta marginalidad, incluso desde lo fortuito, como la primera jornada que ofrece Kohan, y que con el tiempo se diversifican e institucionalizan?

AA: De alguna manera sí. Todo esto oficia de antecedentes para que se cree el CIIFE (Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Filosofía en la Escuela)[8]. A partir de su creación comenzamos a organizar, cada vez que podíamos, las Jornadas Regionales de Filosofía y educación, donde la Filosofía con niños y jóvenes tenía un lugar central. Las primeras se desarrollan en junio de 2005 y los trabajos se reúnen en un compilado[9].

Para esa época se abren las convocatorias para los proyectos de extensión “Mauricio López”. A través de Susana Godoy, nos vinculamos con el sacerdote Roberto Juárez, que se había formado con el Padre Contreras. Con Alejandra Gabriele fuimos a hacer unas experiencias de Filosofía con niños con los profesores de una escuela marginal. El padre Juárez, que era el capellán de la penitenciaria nos planteó un nuevo desafío: prácticas filosóficas con los penitenciarios. Él decía: “de los presos ya hay mucha gente que se ocupa (refiriéndose a que había proyectos de Ciencias Políticas, por ejemplo) pero nadie se ocupa de los penitenciarios”. Había detectado que los penitenciarios estaban atravesando problemas familiares, había casos de suicidios, y consideraba que era igual de importante “cuidar al cuidador”. Fue así como empezamos con el padre Roberto Juárez a hacer prácticas de filosofía con penitenciaros. Las denominamos “Circulación de la palabra”. Pretendíamos algo tan simple como que pudieran hablar, por eso estos talleres necesitaron hacerse en otro lugar. El padre decía: “En la cárcel no hablarán”. Los organizamos los sábados en la mañana en el CCT (Centro Científico Tecnológico) que generalmente no concurre nadie ese día. Ya fue impactante la primera vez que llegaron. Luego de una guardia nocturna, asistieron al encuentro con sus uniformes y elementos de trabajo. En la primera reunión, les hicimos sentar en ronda. Costó muchísimo que hablaran, casi no dijeron nada. Nos percatamos que, quizás podíamos incentivarlos con el desayuno, porque venían de una jornada de trabajo sin desayunar. Para la segunda reunión les esperamos con algo para compartir. Recuerdo que mientras una de nosotras explicaba, la otra les ofrecía mate, tortitas y ahí se empezaron a abrir un poco más. Este proyecto duró a lo largo de 6 años, aproximadamente. Cuando se logró pasar la barrera de la comunicación, fue posible leer fragmentos de Kant, Foucault, entre otros, y pensar a partir de sus propuestas. En ediciones posteriores a la primera, logramos presentarnos y postular a los proyectos de extensión “Mauricio López”. Estos proyectos otorgaban un monto de dinero que apenas alcanzaba para los desayunos. Recuerdo que en ese momento compramos un retroproyector, que circulaba comunitariamente ya que lo usábamos no solo en esos talleres, sino también en las clases de con los alumnos de la carrera.

AS: ¿Fueron aggiornando la metodología de la comunidad de diálogo, propia de la Filosofía con niños y niñas a otras grupalidades y por eso comenzaron a explorar los talleres con los penitenciarios, los cafés filosóficos?

AA: No todo se dio al mismo tiempo, fue más bien como una raíz. A propósito de algunas investigaciones que hacíamos en esa época, Ale Gabriele decía: “hacer rizoma”. Eso hicimos. Por ejemplo, en la cátedra de Antropología, comenzamos a trabajar de la idea de leer filosóficamente textos no filosóficos. Por un período de tiempo, anualmente, tomábamos poesías, películas fuera del horario de clase. Yo les preparaba una grilla de análisis, para un abordaje desde el aspecto histórico, filosófico. Luego esa práctica se institucionalizó desde el Centro de estudiantes, por ejemplo, y se recuerdan como cines-debate, incluso en la actualidad se siguen desarrollando.

AS: Qué interesante resulta notar como desde las necesidades iban creando métodos, formas, espacios. ¿Cómo comprendían esto que ustedes hacían?, ¿cuál era el posicionamiento con relación a la filosofía?

Desde el primer momento tomamos estas experiencias como una práctica social, desde el sentido social de la filosofía. Para una jornada de extensión universitaria habíamos realizado un póster que daba cuenta de este posicionamiento: “La filosofía fuera del aula”. No es azaroso que las primeras problematizaciones surgieran en torno a la enseñanza y aprendizaje de la filosofía, a propósito de la ética y del devenir de las problematizaciones e intereses del grupo. En algunos escritos, he intentado mostrar cómo la filosofía práctica tiene una dimensión social importante. Con relación a la tradición filosófica, te puedo decir que adscribimos a varias nociones. Desde la filosofía antigua, a Aristóteles. En la Metafísica, en el primer capítulo, cuando dice que el método de la filosofía es partir de lo más cercano y palpable, esa frase que lo diferencia de Platón, es clave en la constitución del campo. También trabajamos el juego entre las éticas formales y materiales. Reapropiándonos de la filosofía de Habermas, la necesidad de ampliar el concepto de razón, es decir, comprender que hay dimensiones de la racionalidad que no son científicas, sino normativas, expresivas y están a la base de la toma de decisiones. Luego, también implementamos en lo que refiere a la razón poética de Zambrano, nociones de Foucault, Deleuze. Derrida para trabajar la materialidad de la escritura. Y en los últimos años hemos incorporado, además de feminismo, el pensamiento femenino. Volviendo a Aristóteles, hay un filósofo chileno, Humberto Giannini, para quien la reflexión filosófica es cotidiana y sobre lo cotidiano, es decir parte de lo que nos es más cercano, parte de la experiencia. Comprendemos que es una forma de hacer filosofía que revitaliza toda la tradición y se mete tanto con filósofos que piensan fuera del canon y también con filósofos complejos.

AS: Las prácticas filosóficas, tienen la impronta de acontecimiento, en el sentido de que emergen como un pliegue a partir de lo que ocurre con la filosofía en la academia y también lo que demanda el territorio. A la luz de esta idea, ¿por qué crees que se volvía importante el diálogo, la circulación de la palabra?

AA: Eso tiene algo que ver con mi experiencia personal. En el 74 yo entregué mi tesis de licenciatura y quise reinscribirme para continuar con la carrera de Historia (había llegado a la mitad). Cuando intenté realizar el trámite me dijeron: “usted no puede entrar en esta Facultad, ni como alumna, ni como profesora, ni como graduada, porque figura en una lista de personas que tienen prohibida la entrada a la Universidad”. Fue terrible porque yo había comenzado a cursar, en ese momento cursaba Historia Medieval y me mandan a llamar al curso y me dicen: “tiene que irse”. Por eso, desde el 75 al 84 estuve fuera de la Universidad. Estuve dando clases en el secundario, donde pude atesorar muchas experiencias. Los días martes nos reuníamos con dos colegas a hacer tarea de investigación. Nos dejábamos libre ese día para estudiar, especialmente temas de filosofía latinoamericana.

En el 84, con la vuelta a la democracia, pude volver a la universidad con una beca del CIUNC, el Consejo de Investigación de la Universidad, que recién retomaba sus funciones, pues había estado cerrado durante todo el proceso. Cuando lo nombran a Triviño como rector interventor, lo primero que él hace es rehabilitar el CIUNC. Lo hace lanzando un programa de beca de iniciación a la investigación. Mi marido se entera de la convocatoria por el diario y me comenta que se había abierto una convocatoria a becas. Me presenté y obtuve una. Vuelvo a la Facultad de Filosofía y Letras con esa beca de investigación. Este pasillo (Adriana hace referencia al pasillo del 4° piso, de la Facultad de Filosofía y Letras, donde está la oficina 412 en la que tenemos esta conversación) era oscuro, todo el mundo estaba callado, nadie hablaba con nadie. Yo extrañaba lo que había vivido en mi época de estudiante. No me acostumbraba a apenas el saludo formal, me sentía totalmente desubicada, me dolía venir a la facultad. Con los únicos que podía hablar, que existía diálogo era con los alumnos. De ahí nace la necesidad de que la palabra circulara.

AS: ¿Y con todas estas nuevas formas “rizomáticas”, a partir de esta necesidad de circulación de la palabra, siguieron discutiendo sobre las preocupaciones iniciales en relación con la escuela?

AA: Claro. En 2008, el grupo ya era más grande, estaba más consolidado. Para esa época se había puesto en tela de juicio eliminar la filosofía de las escuelas secundarias. En esa ocasión proyectamos una gran jornada, no de Filosofía con niños y niñas, sino para trabajar los tópicos: filosofía, ética, política y educación, el modo como la filosofía y la ética se vinculan a la política y la educación. Reunimos todos los trabajos y salió el libro Filosofía, ética, política, educación muy importante para un momento clave de la política educativa en la provincia y el país.[10] Invitamos a representantes de la DGE (Dirección General de Escuelas) porque nos interesaba dar un debate y eso era posible. Marta Blanco, quien había impulsado la transformación de la nueva ley de educación, no solo era profesora de filosofía, sino que su tesis de licenciatura había sido sobre la ética de Enrique Dussel.

La cuestión de la enseñanza de la filosofía seguía presente de diferentes modos. Con el tiempo, ingresé a CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y me presenté a un proyecto PICT (Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica) del que surgieron 3 volúmenes[11] a partir de seguir el hilo de las categorías “diversidad e integración” abarcamos pensadores latinoamericanos de los siglos XIX y XX. El objetivo era que el material sirviera para la enseñanza de la filosofía latinoamericana en los diversos niveles educativos y no educativos. Son libros que se organizan de una manera muy particular. En cada volumen, para cada autor trabajado está la vida y obra, su foto, una selección de textos, que no podía ser muy larga por una exigencia editorial y al final hay una sección de “propuesta para la incorporación del pensamiento latinoamericano en la escuela”. Paula Ripamonti y Mariana Alvarado se encargaban de esta última parte.

AS: Luego de todo este recorrido, y la expansión de aquél germen que se volvió una raíz de tanta potencia, ¿cuáles son los desafíos actuales de este tipo de prácticas filosóficas?

AA: Son muchos, ¿cómo decirlo de manera simple? … Vivimos, como dice el tango, en un cambalache que, además, deviene cada vez más injusto, no sólo por la desigual redistribución de la riqueza, sino también, tal vez fundamentalmente, por las múltiples formas de desconocimiento, desprecio, humillación, minusvaloración de los unos para con los otros. Creo que generar condiciones para el diálogo y la reflexión puede ayudar mucho, a cada uno como persona y a “nosotros” como comunidad. En ese sentido dialogar, opinar, reflexionar sobre lo que nos pasa es una acción política –como decía Hannah Arendt– y también puede ser una práctica reparadora, sanadora frente al silencio que, paradójicamente se impone en la “sociedad de la comunicación”. Pero como no se trata de cualquier conversación, sino de una que conmueve el sinsentido del cambalache y nos permite desnaturalizar aquello que parece normal, entonces hay que prepararse para dialogar. Estudiar mucho, participar, dialogar con uno mismo, saber que el/la otro/a puede tener razón, estar dispuesto a ponerse en su lugar. Dicho en tres palabras: leer, pensar, compartir. Uno de los desafíos más importantes es no perder de vista que se trata de prácticas filosóficas. Que nos apoyamos en la filosofía para dialogar y al dialogar hacemos filosofía. Que al realizar estas prácticas estamos en la academia y fuera de ella al mismo tiempo, reconociendo las múltiples formas de la filosofía misma. Que apelamos al canon filosófico y también pensamos fuera del canon. Que al mismo tiempo somos el navegante y el campesino de los que habla Benjamin en “El narrador”.[12]


ENTREVISTA A ELIZABETH HIEDRICH


Presentación/Introducción


Elizabeth Hiedrich, nace en Mendoza en 1973. Tiene el título de Profesora de Nivel Elemental (Primaria) por la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de cuyo. Su desempeño en numerosas escuelas de la provincia de Mendoza desde la docencia, como en programas institucionales, se trazan en paralelo con experiencias de Filosofía con niños/as. En 2013 estudia la carrera de Posgrado de Especialista en Filosofía con niños y jóvenes y al egresar comienza a trabajar como profesora de la misma en las siguientes cohortes. En la actualidad se desempeña como formadora en capacitaciones en el marco de CECAPFI (Centro Educativo para la Creación Autónoma en Prácticas Filosóficas), al que representará en el próximo ICCP (Congreso Internacional de Prácticas Filosóficas) a realizarse en Zagreb, Croacia.

Andrea Suarez: Elizabeth, ¿cuál fue tu primer acercamiento a la filosofía para niños?

Elizabeth Hiedrich[13]: Es un camino de casi 30 años atrás, que empieza en 1991. El primer acercamiento a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, es como estudiante en la Carrera de Ciencias de la Educación. Estudio un año y alcanzo a rendir Introducción a la Filosofía, con el profesor Miguel Verstraete. Fue una muy linda experiencia porque al rendir me dijeron que mi examen era excelente, a pesar de que yo había sido bastante crítica con el material que nos habían dado para estudiar.

En esa época hago amistad con un grupo de gente que, en la actualidad, son referentes de la Filosofía con niños. Milito en una agrupación, conocida en la Facultad como una de las primeras agrupaciones con otro enfoque socio-política a los que ya estaban, llamada “La mortadela”. Esa agrupación vinculaba a estudiantes de filosofía y otras carreras, de diferentes años, que querían hacer otra cosa con la filosofía, acercarla a la cuestión social. En ese grupo estaba: Fabiana Olarieta, Maximiliano López, María José Guzmán, Juan Redmon, Mariano Maure…Más adelante, la mayoría quedaría vinculados a la Filosofía con niños y por diferentes circunstancias se conectarían con el CIIFE y con Adriana Arpini.

Luego dejo Ciencias de la Educación y me voy a estudiar Profesorado de Nivel Elemental (Profesorado de Nivel Primario) al Magisterio, aunque sigo muy vinculada a este grupo de Filosofía. En el Magisterio soy parte en la agrupación “Paulo Freire”, dirigida por el Jorge Ávalo. Se trataba de un movimiento constructivista que se veía reflejado en las carreras. A pesar de que estaba en su esplendor y de que perduró una sola cohorte, anterior a la sanción de la Ley Federal de Educación, dejó una formación comprometida a nivel educativo y social.

En agosto de 1999, ya estaba recibida y trabajando en el ámbito privado, ya que resultaba difícil trabajar en el estado por la falta de puntaje. Trabajaba en el Colegio Rainbow y en la Escuela de Niños Cantores. Nos conocemos con Rosa Licata en unos encuentros de Antropología Filosófica en la Escuela Superior del Magisterio. Ella me contacta para acceder a una beca de graduados para investigar la temática de Filosofía para niños, que recién empezaba a conocerse. Rosa me habla por primera vez de Walter Kohan y Jorge Larrosa, de la mirada socrática del diálogo y de la filosofía desde un punto de vista práctico. Ahí me reencuentro con la filosofía, pero esta vez desde la filosofía para niños.

AS: ¿Y de qué manera comienzas a acercarte al territorio?

EH: Con Rosa tenemos varios encuentros, en su casa, en Godoy Cruz. Yo tenía poco contacto con la investigación, salvo por la tesis del Magisterio, donde también había incursionado en temas filosóficos con una mirada crítica al disciplinamiento en la escuela. En ese trabajo me interesé por la obra Vigilar y castigar de Michel Foucault, pero “todo de oído”. Sin embargo, ya había hecho mis elecciones e intentaba ser coherente con ellas trabajando con compromiso social y en pos de las infancias.

Rosa me acerca mucha teoría, quizás demasiada. Al principio me costó llegar a un marco teórico, no fue sencillo escribir al respecto porque no podía terminar de entender de qué trataba la filosofía para niños. Llegó a nuestros oídos que un grupo de docentes se había formado con Walter Kohan acá en Mendoza, en la escuela cabecera de Maipú, la Escuela Urquiza. Yo me dije: “qué mejor que para entender esto, ir a ver la práctica”.

 En noviembre de 1999 y, por dos años más, fui en las siestas al tercer grado de aquella escuela. Allí encuentro a Liliana Cornejo, una de las maestras que conocía a Kohan. En febrero de ese mismo año, él había estado en Mendoza porque estaba de novio con quien luego sería su esposa, Adriana Fresquet, psicopedagoga. En esas vacaciones, Walter Kohan, había dado una formación en la escuela Urquiza, cuya directora era Laura Abraham. Todo ese equipo docente se había interesado en lo que Walter les había compartido. Se trataba del programa de Mathew Lipman. Él transita a fondo lo propuesto por Mathew Lipman, ya que no sólo estudia con él, sino que fue el director de su tesis doctoral.

AS: ¿Qué te sucedió cuando conociste a ese tercer grado?

EH: Cuando fui al primer encuentro se me abrió la cabeza y noté inmediatamente que se trataba de algo potente. Los niños y niñas estaban sentados en círculo, leían un capítulo de la novela de Ari, y Liliana era la mediadora del diálogo. Yo aprendo de verla. Empiezo a ir todos los miércoles. Ahí empiezo a confeccionar ese marco teórico, porque ahí comienzo a entender. Ocurre que a medida que continúo asistiendo, noto cierta falta de comprensión del sentido de las novelas de Lipman. Me comenzaron a parecer poco auténticas en el discurso de infancia de esos niños y niñas que los leían con su voz latinoamericana. Veía que eran relatos que estaban lejos de ellos, donde aparecían infancias de otra realidad sociopolítica (la de países de Norteamérica) y en sus pausas lectoras y sus posteriores opiniones, esto se notaba. Entonces empiezo a pensar en otros textos. Como también era madre recién inaugurada de un niño de 3 años, estaba cerca de la voz de infancia, aunque aún en crecimiento, experimentaba con él, pidiéndole su punto de vista, escuchando sus observaciones, sus primeras opiniones. Junto a él me acerco a los libros álbum, un recurso muy bello y novedoso en esos años, algunos concebidos casi como obras de arte, estos libros con imágenes cargadas de contenido, en los que el bagaje mayor justamente está ahí: en la imagen. Eran objetos ideales para despertar distintas miradas sobre un mismo texto y por tanto una construcción de sentido tan diversa como profunda. Explorábamos esas imágenes, si coincidían texto e imagen, si no era tan así…que más nos querían decir...Es allí, junto a él, a Eliseo que descubro los libros álbum, como textos indicados para las experiencias de filosofía para niños.

AS: ¿Y cuándo empiezas a hacer tus prácticas con esta impronta?

EH: A finales de 1999 viene Walter nuevamente y compartimos unas Jornadas (organizadas por lo que ahora es la Facultad de Educación) con él. A estas asistimos con Rosa y el grupo de la Escuela Urquiza que se había formado en filosofía para niños, y que luego sería parte del CIIFE (Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Filosofía en la Escuela). Así a través de Rosa conozco a las profesoras: Adriana Arpini, Cristina Rochetti, a Mariana Alvarado, a Silvana Vignale. En 2000 empiezo a hacer mis propias prácticas, en la Escuela Misiones. En aquella vuelta de Walter, él ya había venido con la idea revolucionaria de transformar de filosofía para niños (“hecha, construida para ellos/as”) a Filosofía con niños. Podría decirse que nuestra provincia fue testigo en vivo y directo de las búsquedas, de los caminos de Walter en esta temática. Para aquellas jornadas se suma, también gente de San Juan, Javier Gil y Marina Pérez. Maximiliano López, compañero de vida de Fabiana Olarieta, y se establece vínculo con esa otra provincia, replicándose las jornadas de Mendoza en San Juan.

AS: Indudablemente, Mendoza ha sido un semillero muy importante de esta práctica filosófica. A diferencia de otras modalidades como el café filosófico o la asesoría filosófica, esta nace en la institución educativa y se revierte a la misma. Sin embargo, también rebasa la institución educativa. En la reapropiación latinoamericana, propuesta por Walter Kohan, más que en el programa de Lipman, se puede observar que empieza a salir del carril institucional, por lo menos a caminar por los bordes. En aquellos comienzos, ¿dónde enmarcaban la propuesta de Filosofía con niños?

EH: Recién cuando conozco a CECAPFI (Centro Educativo para la Creación Autónoma en Práctica Filosófica) puedo hacer una vinculación de la Filosofía con niños con otras prácticas y fuera de lo institucional. Al ser parte, siempre hasta ese momento, de instituciones educativas pertenecientes al sistema educativo, yo creía que esto sólo se podía enmarcar en lo institucional. Entre el 2010 y 2016 trabajo en la DGE (Dirección General de Escuelas) con una misión especial dentro de la Dirección de Educación Primaria. En ese entonces, logramos ubicar la Filosofía con niños en el marco de la Jornada Extendida. Se hicieron talleres en Maipú, con el aval de Laura Abraham, que ya era supervisora de la sección. El proyecto “La Filosofía con niños como taller” fue presentado en Buenos Aires, en los encuentros de Jornada extendida a nivel Nacional. Nuestra tarea era llevar capacitaciones situadas en Filosofía con niños a las escuelas que atendía el Programa. Fue una etapa muy bonita, por ejemplo, en Valle de Uco, zona que tuve a mi cargo como monitora del Programa. Se organizaron encuentros de comunidades de diálogo entre escuelas de los distintos departamentos. Se corta cuando cambia la perspectiva de esta propuesta, en consonancia con un cambio de gobierno. La mirada sobre las prioridades ya no incluía la transversalidad de talleres como estos o dar tiempo para pensar en la escuela. Ante la falta acompañamiento al programa y a los talleristas, desaparece el espacio.

En relación a esta modalidad de la práctica filosófica como una cuestión transversal, empecé a notar también, en jornadas y congresos, que quedaba atrás el formato exclusivo de ponencias y exposiciones y comenzaban a tener más presencia las comunidades de diálogo, los conversatorios. Es decir, se invitaba a instalar una modalidad de trabajo con preguntas a partir de un disparador para discutir en comunidad.

En mi caso particular, fue hallar algo que siempre había pensado y ponerlo en palabras. Siempre pensé que el aula daba para mucho más que sólo atender un sistema estanco y reiterativo por medio de las materias tradicionales. Que más allá de Lengua, Matemática, se podía trazar una vía transversal a todas las áreas con el pensamiento de y en la infancia. No hallaba el nombre para eso. Hay pensamiento y lenguaje en la infancia y eso está en el día a día, al interior de las aulas, con preguntas que los niños y niñas hacen, con conflictos que surgen y el modo de abordarlos. Quizás había otra gente que construía comunidades de dialogo, sin saber que, también hacía filosofía. En mi caso, yo aún no lo encontraba. Por eso al principio fue mucha experimentación, tanto de los niños/as como mía. Libros que sirvieron y libros que no, libros que para mí planteaban determinado supuesto filosófico y para los chicos, otro. Preguntas que yo me hacía pensando que podrían surgir en la comunidad, y resulta que no surgían esas y surgían otras. Ahí me deje atravesar por los planteos de Larrosa, con relación a lo que nos acontece dentro de un aula, a mirarme desde la “experiencia, como aquello que nos pasa”.

AS: ¿Cómo continúa aquella primera investigación después de estas experiencias?

EH: No puedo terminar el trabajo con Rosa, debido a sus problemas de salud. Siempre estaré agradecida con ella que me vio y me trajo a esto. Luego aparece otro camino, ahí me acompañan en ese tramo otras personas, como Delia Albarracín. En el trabajo de investigación ya incorporo una mirada propia de la literatura para las infancias, en relación con mi experiencia con los libros álbum. Construyo una alternativa a partir de herramientas de Kohan y Waskman para conformar comunidades de diálogo dentro de las aulas con textos disparadores que surgen de una selección y del trabajo de Investigación que había realizado[14]

Por supuesto que, también, retomo algunos elementos del programa de Lipman, siguiendo el libro La otra educación. Filosofía para niños y la comunidad de indagación de Splitter y Ann Sharp. Tal como lo proponen estos autores, comienzo a implementar Filosofía con niños y niñas en la Escuela Misiones, y el trabajo de investigación adquiere sentido en la medida que permite comprender las acciones que se llevaban a cabo en la práctica.

En 2005 para las I Jornadas Regionales de Filosofía con niños y jóvenes: “Pensamiento y experiencia” vamos con los niños y niñas, con los que veníamos trabajando desde el 2003 a compartir la experiencia en las aulas de la Facultad. Era notorio que su presencia era disruptiva, ya que veníamos a mostrar y escuchar por primera vez la voz de infancia en comunidades de diálogo en “vivo y en directo”. Fue hermoso, en aquella oportunidad trabajamos con un texto, el álbum de José Saramago, el único que escribió para niños: “La flor más grande de este mundo”. Abrimos la comunidad con la lectura y visión del mismo y conversamos sobre supuestos como: la esperanza, la resistencia, los motivos, la voluntad…Sus voces se escucharon con libertad y con la confianza que ya teníamos, éramos una comunidad ya consolidada que permitía la aparición de las preguntas, las repreguntas y la posibilidad de habitar el pensamiento conjuntamente.

AS: ¿Cómo se amplía esta red?

EH: Bueno, Walter continúa viniendo a jornadas del CIIFE, por ejemplo. También conocemos al grupo que se instala en la Universidad de Buenos Aires, “El pensadero”, a gente de Chile de la mano de Olga Grau. También en la Patagonia había un colectivo trabajando. Precisamente, en El Bolsón, muy cerquita de Bariloche, conozco a Arianne Hecker, una canadiense, que luego vive en Venezuela y por último se instala en el Bolsón junto a su esposo. Ella había creado un Proyecto maravilloso, se trataba de un Programa “Filosofía e Infancia: comunidades de niños pequeños en la Patagonia”. Este programa daba sugerencias metodológicas y textos para construir la experiencia de filosofar en jardines y escuelas. Hago un contacto muy estrecho con Arianne, nos visitamos mutuamente en varias oportunidades y ella es un poco mi guía de cómo implementar institucionalmente esta propuesta.

AS: La metodología de la comunidad de indagación, en tanto permite un trabajo con el estado de infancia, independientemente de la edad de las personas, se aplicó a otras grupalidades. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

EH: Claro. Este es el motivo por el que Kohan hoy trabaja con adultos, dialogando sobre la infancia y en ese estado de infancia, diferente al estado infantil. Es una perspectiva abierta a la novedad, la pregunta, un mirar alegre, un resurgir de la energía de la infancia. “Madurar hacia la infancia” dice Carlos Skliar. Hay deseo de esto y mucha gente recorriendo un camino.

AS: Es notorio que en la Filosofía con niños adquiere sentido la dimensión práctica de la filosofía, favoreciendo lo colectivo. ¿En qué medida vos consideras que estás haciendo filosofía?

EH: Creo en primer lugar, desde el punto de vista del maestro, que lo filosófico tiene que ver con la actitud de evaluar tus prácticas, tus propias prácticas docentes. Se adquiere una mirada que es capaz de problematizar todo. Cada contenido de lo que se ve en la escuela primaria puede llevarse a una problematización, incluso tópicos de la Matemática, de Lengua, de Ciencias sociales. Lo filosófico es la experiencia. La educación como experiencia de un momento dado, con un colectivo dado, que nos acontece, transforma y trasciende. La perspectiva sobre la infancia cambia al conocer Filosofía con niños, sobre todo la de la propia infancia. Walter habla de una filosofía de la infancia y una infancia de la filosofía. Es “viajar” a un estado de infancia para poder estar en una comunidad de diálogo con otros. Lo filosófico está en la perspectiva de la novedad, la duda, lo no determinado, lo no terminado, esa suerte de alegría propia de la infancia. Cuando el docente se da cuenta de esto, cambian las prácticas, ya no se padecen tanto. Es un desafío hoy estar dentro de la escuela, un mundo tan desfasado de “la verdadera infancia”, estancado, estático, “adultizado” desde donde lo mires. Por eso me voy. Renuncié a la primaria en 2016 porque sentí que mi tarea ya no estaba ahí, ya no podía hacer nada ahí, había que salirse también de ahí, sin olvidar a las infancias… Quizás mi tarea ahora estaba en contar, replicar en los docentes esta mirada de la infancia, como dice Nietzsche en Así habló Zaratustra: “el niño es el único creador. El niño es creación, es originalidad, juego…es libre…” acepta la duda como un estado constante y esto hace que se haga preguntas y no sienta frustración si no hay respuesta, su pensamiento nace como novedad y no tiene prejuicios, ni condenas respecto de lo que piensan los demás. Así comienzo mi trabajo en los profesorados del nivel terciario. En la actualidad trabajo en el Instituto Rayuela donde tuve el honor de conocer y compartir con sus fundadores, Mirta y Oscar Salomone, referentes importantísimos de la educación en nuestra provincia. De la mano de ellos ingreso al instituto con un proyecto que mira la Filosofía con la impronta de la Filosofía con niños y con ella su perspectiva de la Infancia. Hoy considero que fue muy importante hacer la experiencia, porque sin conocer la voz de la infancia hubiera sido imposible poder transmitir ese “sentir niño/a, ese habitar el pensamiento” (diría W. Kohan) desde la mirada de la infancia. Siempre encontré y encuentro aún en las y los alumnos deseos de pensar la labor docente desde esta perspectiva.

AS: Lo que acabas de expresar, podría considerarse desde el punto de vista del maestro o maestra facilitadora de una experiencia de Filosofía con niños. Desde el punto de vista de la comunidad de diálogo, ¿por dónde te parece que pasa lo filosófico?

EH: Me parece clave el momento de la pregunta. El momento del que hablan tanto Walter Kohan como Vera Waksman es el momento de la pregunta y la repregunta. Este comienza en la elección del disparador, que tiene que ser interpelador, contener un mensaje no explícito que trabaje temas filosóficos profundos y del interés de los chicos/as. ¿Cómo buscarlo? En realidad el disparador te elije a vos. Vas a una librería y te proponés que estarás una hora mirando todo…por ejemplo. Algo te va a hablar de ese tema que seguramente forma parte de tus propios dilemas filosóficos. Podés pensar el tema, pero casi siempre los materiales llegan antes a nosotros, porque ellos nos van a abrir la puerta a más preguntas sobre ese tema. Puede pasar que yo encuentre el supuesto filosófico para ser tratado, que por ejemplo este derive en la idea de verdad. Esto se anticipa en la agenda de discusión. De la experiencia de la lectura puede suceder que la comunidad de diálogo, por medio de preguntas y repreguntas, descubra y postule otros supuestos. Es central mostrar cómo me moviliza ese tópico, pero sobre todo esperar ver cómo acontece la experiencia cuando lo muestro a los otros. Cuando la cosa se dispara para otro lado se puede seguir preguntando y repreguntando desde el lugar espontáneo, de eso novedoso que surge, un momento único irrepetible, de juego y presencia. Aunque toda la discusión derive en otra cuestión no podemos abandonar la instancia de una planificación. En esto hay una gran discusión porque se cuestiona cómo se evaluará este tipo de experiencia que se sale de lo planificado. Es posible hacer un seguimiento de todo el proceso, del nivel atencional, la escucha atenta, etc. La evaluación puede ser en todo momento, siempre un proceso y un proceso donde estamos todos.

AS: Al comienzo expresaste que desde las primeras observaciones notaste que las novelas se sentían poco cómodas y adecuadas para la realidad de niños y niñas de ese contexto. ¿Cómo seleccionaste lo materiales y recursos para propiciar experiencias desde esta perspectiva?

EH: En cada libro que yo elegía, anotaba en un post-it un supuesto filosófico, el que pensaba que era más relevante en ese texto, y los que se podían derivar a partir del mismo. Tengo libros con una gran lista de supuestos que podrían surgir. Esa lista se alimenta en cada experiencia en donde sale uno nuevo o varios... He buscado mucho material y eso ha sido un enriquecimiento personal. Los libros de infancia me han enriquecido como persona ética, filosóficamente hablando. Mi biblioteca se compone de esos libros que analizan ese enfoque desde una literatura latinoamericana, en la que aparece siempre una voz de infancia más cercana y conocida. Son nuestros niños esos protagonistas. Tomé las novelas del programa de Mathew Lipman, pero nunca dejé de ver que se trataba de un método bastante “estructurado” con poco margen para la novedad. Siempre pensé: ¿si ocurría otra cosa a lo propuesto por lo manuales, qué pasaba? Son novelas dirigidas con un tema que aparece demasiado explícito y restringido a una determinada edad. Comprendí con el tiempo que se trata de una propuesta que respondía a un momento histórico y propio de una cultura, en este caso la norteamericana. De ahí partí.

AS: ¿Y cómo deriva todo este recorrido en la experiencia actual de práctica filosófica que llevas a cabo, el “Filosofar té”?

EH: Con Javier y Marina, a partir de las inquietudes que nos dejó la Especialización niños y jóvenes, queríamos implementar actividades fuera de lo institucional. Reunirnos con gente de todos los ámbitos, en una mixtura de voces.

En 2018 asistí al Congreso Internacional de Prácticas Filosóficas, con Pía Cartechini, en México DF. Ahí conozco a la gente de CECAPFI. Si bien percibí que la cuestión de Filosofía con niños estaba un poco desprendida de las otras prácticas, encuentro varios proyectos en escuelas y municipalidades para docentes. Noto que en México se sigue más el modelo lipmaniano pero con una impronta de literatura infanto-junvenil lationamericana. Me encontré con docentes relatando sus experiencias de Filosofía con niños en pequeños poblados con relatos propios de cada lugar, algunos hasta escritos por los mismos niños/as. Walter Kohan, presentó en ese Congreso, “Abecedario de infancias”, un material bellísimo que articulaba palabras rectoras: e de escuela, i de infancia, con una mirada filosófica de cada palabra. En el hostel donde me hospedo conozco a Soraya Tonsich, referente de CECAPFI Argentina. Con ella ya habíamos entablado una amistad trabajando para programas educativos en las Direcciones de Primaria de Santa Fe y Mendoza. Habíamos estado conectadas, sin saberlo, desde hace mucho tiempo, porque en su provincia funcionó por un periodo muy largo el programa: “Ronda de palabras”, una maravillosa propuesta que invitaba a conformar comunidades de diálogo, es decir, hacer experiencias de Filosofía con niños en todo el Nivel Primario. Yo me había vinculado a mucha gente de esta “Ronda” cuando trabajé en la DGE.

Luego en 2021 aparece un libro del español José Barrientos, Filosofía Aplicada Experiencial. Más allá del postureo filosófico. Soraya Tonsich me avisa que José Luis Trejo, a quien no conocía, lo distribuía en Mendoza. Nos encontramos para que me entregue el libro e intercambiamos ideas. José Luis es un profesor de filosofía que en ese momento estaba desarrollando varios proyectos de prácticas filosóficas. Intercambiamos ideas sobre nuestra visión de la filosofía en sí y sobre cómo ampliar espacios con otras propuestas como los cafés filosóficos o las caminatas filosóficas. Acordamos hacer un primer encuentro en mi casa, en el entorno del Jardín, de tipo café filosófico. Para esa época, justo nos visita Paulina Ramírez, referente de CECAPFI México, por lo que en febrero de 2022 inauguramos el Filosofarte con un taller que ofrece ella. Aparece el nombre del “Jardín de Epicuro”, para el espacio donde se desarrollan los “filosofarte” en referencia a la actividad que hacemos y lo que pensaba este filósofo en cuanto a la amistad, el placer de vivir plenamente y en relación a la naturaleza. Así nace el proyecto con José que ya lleva más de 20 encuentros, uno por mes. Hoy, se ha transformado en una alternativa cultural muy interesante que invita a pensar y a pensar-nos con otros/as poniendo el acento en la conversación como experiencia, como dice Jorge Larrosa, donde aparece la atención, la escucha, la apertura, la disponibilidad, la sensibilidad, la exposición…



[1] Olalla, M., Ripamonti, P. (2023). (Comps.) Adriana Arpini, filósofa: conversaciones como homenaje. Qellqasqa.

[2] De aquí en adelante, los nombres de Andrea Suarez y de Adriana Arpini son abreviados como AS y AA, respectivamente.

[3] Programa para el mejoramiento de la enseñanza de la Filosofía, (UBACYT). Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Cf. Cerletti, A. y Couló, A. (2015). La enseñanza filosófica. 3 vols. Buenos Aires, Noveduc.

[4] Giménez, S. (2000). El pragmatismo en el proyecto pedagógico de Mathew Lipman. Tesis de Licenciatura, Facultad de Filosofía y Letras, UNCUYO.

[5] Rochetti, C. (2007). La experiencia de hacer filosofía en la experiencia de enseñar y aprender. Tesis doctoral. Facultad de Filosofía y Letras, UNCUYO.

[6] Arpini, A. (2000) (coord.). Cuaderno del Centro de Graduados. Centro de Graduados de Filosofía y Letras, ISSN N° 1515-5609. Editorial Qellqasqa.

[7] Rosa Licata (Mendoza, 1941-2011), fue profesora de Filosofía con larga trayectoria en el nivel medio y superior. Enseñó en la Escuela del Magisterio, en la Facultad de Filosofía y Letras, y en la Facultad de Educación. Desde esos ámbitos académicos impulsó la práctica de la Filosofía con niños y jóvenes a través de proyectos de investigación y de prácticas en terreno. Cf. Jalif de Bertranou, C. (2011). “Homenaje a Rosa Licata”, en: Arpini, A., Alvarado, M., Ripamonti, P., Rochetti, C. (2011). Filosofía y educación en nuestra América. Mendoza, Qellqasqa – CIIFE.

[8] Creado en 2005 en el ámbito del Instituto de Filosofía Argentina y Americana (IFAA) perteneciente a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. En cumplimiento de sus objetivos ha realizado diversas y numerosas actividades vinculadas a la investigación y a la enseñanza, aprendizaje y práctica de la filosofía en todos los ciclos, niveles y modalidades educativos en diversos contextos. Entre los que se destacan: talleres de Filosofía con niños y niñas en instituciones escolares y espacios de recreación; talleres de iniciación en la Filosofía con niños, niñas y jóvenes, destinados a docentes de instituciones educativas; talleres de Circulación de la palabra, destinado al personal penitenciario de la Provincia de Mendoza (2008 – 2011); proyectos de investigación acreditados por la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado (actual Secretaría de Internacionales, Investigación y Posgrado) de la UNCUYO; organización de las Jornadas Regionales de Filosofía y Educación (en forma bianual desde 2001, ocho Jornadas en total, con interrupción durante la pandemia); publicación de libros, impresos y en formato digital; publicación de la revista Saberes y Prácticas. Revista de Filosofía y Educación;creación de la carrera de posgrado Especialización en Filosofía con niños y jóvenes, y puesta en marcha de las dos primeras cohortes; revisión y actualización del programa de la carrera de Especialización en Filosofía con niños y Jóvenes, realizada durante el año en curso, para ser presentada ante CONEAU en 2024; dirección de tesis de Maestría y Doctorados en temas específicos del CIIFE.

[9] Arpini, A., Alvarado, M., Vignale, S. (Compiladoras) (2006). Pensamiento y Experiencia: Primeras Jornadas regionales de filosofía con niños y jóvenes. Mendoza, Qellqasqa – CIIFE.

[10] Arpini, A. y Molina, L. (Compiladoras) (2008). Filosofía, ética, política y educación. Mendoza, Qellqasqa – CIIFE.

[11] Arpini, A. y Jalif de Bertranou, C. (2010). Diversidad e integración en nuestra América. Volumen I: Independencia, Estados nacionales e integración continental (1804 – 1880), Buenos Aires, Biblos; Arpini, A. y Jalif de Bertranou, C. (Directoras), Olalla, M. (Coordinador) (2011). Diversidad e integración en nuestra América. Volumen II: De la modernización a la liberación (1880-1960), Buenos Aires Biblos; Arpini, A. y Jalif de Bertranou, C. (Directoras), Ramaglia, D, (Coordiandor) (2017). Diversidad e integración en nuestra América. Volumen III: La construcción de la unidad latinoamericana: alteridad, reconocimiento, liberación (1960-2010). Buenos Aires, Biblos.

[12] Benjamin, W., (1999). “El narrador”, en: Iluminaciones IV: Para una crítica de la violencia y otros ensayos, Traducción de Roberto Blatt, Madrid, Taurus, p. 111 – 134; Arpini, A., Ripamonti, P. (2019). “Entre el campesino y el marino: interpelaciones a la enseñanza de la filosofía”, En: Guyot, V. y Fiezzi, N. (Compiladoras), Cuestiones de la Filosofía de la Educación. Entre la enseñanza y la filosofía, San Luis, NEU, 2019, (63 a 81)

[13] De aquí en adelante, los nombres de Andrea Suarez y de Elizabeth Hiedrich son abreviados como AS y EH

[14] (utilizando mucho material de autoría de Walter como: Filosofía con niños. Aportes para el trabajo en clase, Teoría y práctica en Filosofía con niños y jóvenes. Experimentar el pensar. Pensar la experiencia, como también Filosofía para la Infancia de Olga Grau, todos de Editorial Novedades Educativas)