Convocatoria Dossier V. 9 N° 2: Del derecho a la filosofía: lengua, institución y exceso

29-06-2024

Dossier: Del derecho a la filosofía: lengua, institución y exceso

Coordinan:

Carolina Ávalos (Universidad Austral de Chile, Chile)

Laura Galazzi (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas CONICET; Universidad de Buenos Aires; Universidad Nacional de Luján, Argentina)

Esther-Juliana Vargas (Universidad Pedagógica Nacional, Colombia)

Tapa del próximo número de la revista

Como consecuencia del suscitado debate después de la publicación de La religión en los límites de la razón, en 1798 Kant delimita lo que le compete a la filosofía en su relación con la autoridad de gobierno, considerando que hay debates sobre asuntos que afectan al pueblo, pero que en su desarrollo son “ininteligible[s] y cerrado[s] y sólo representa[n] […] debate[s] entre sabios de las Facultades, que no interesa[n] al pueblo”, pero que se deben poner en conocimiento del gobierno para que sean sancionados. Al mismo tiempo, Kant, como primer filósofo funcionario, planteó, a ojos de Derrida, su pensamiento como una filosofía de enseñanza: creó programas, escribió y evaluó ensayos, definió la Facultad de Filosofía y se definió asimismo como uno de los “maestros del pueblo”. En pro de la defensa de la filosofía y, por tanto, de la libertad y de la emancipación del pueblo, el pensamiento kantiano (la crítica, el juicio, la metafísica, e incluso, la homogeneidad y lógica de su pensamiento) se desarrolló en condiciones sociopolíticas determinadas, diríamos institucionales, que situaron a la filosofía en ciertas configuraciones de la educación pública (colegio y/o universidad) directamente relacionadas con el derecho. ¿Qué consecuencias le trae a la filosofía su institucionalización? ¿Hay filosofía sin institución? ¿Cuál es el vínculo entre filosofía y derecho a la educación? Y, por tanto, ¿entre filosofía, democracia y Estado? Estas son algunas de las interrogantes que podemos encontrar en Privilegio o del derecho a la filosofía, texto de 1990, recientemente traducido al español, en el que Derrida releva los problemas éticos, políticos, jurídicos y filosóficos que implica la relación entre derecho y filosofía. Como esta conjunción siempre lleva consigo una jerarquía y, por tanto, la subordinación de una de las partes, la idea de la filosofía como lengua permitiría acceder a la cuestión del derecho a la filosofía no solo en el marco de su lógica y sentido, sino que también acceder a la posibilidad de su exceso.

En esta propuesta se abordará –como también lo hace Derrida en su obra–, por una parte, la palabra derecho como sustantivo: el lugar del derecho a la filosofía en las democracias (neo)liberales de nuestros países latinoamericanos, las que mantienen siempre en riesgo a la filosofía, ya sea por la posibilidad de su eliminación y/o de su prescindencia, como por la instrumentalización ideológica que pareciera ser su destino. ¿Quién tiene derecho a la filosofía? ¿Quién autoriza la filosofía y qué derecho tiene?, ¿quién la legitima? ¿Qué podemos esperar de la filosofía en la universidad? ¿Qué responsabilidad tiene la universidad en nuestras democracias? ¿Hay democracia sin filosofía? ¿Es posible que la institución ponga en riesgo la democracia que la filosofía supone? Por otra parte, también, se tratará el derecho como adverbio, en efecto, se interrogará sobre su direccionalidad: ¿se puede ir derecho a la filosofía? ¿Podemos hacer de la filosofía un objeto?¿Es la filosofía una disciplina que requiere mediaciones? ¿Qué rol tienen las instituciones universitarias en esa mediación? ¿Qué modalidades de la filosofía (des)autorizan las prácticas institucionales de enseñanza e investigación de la filosofía?  Pensar la filosofía como lengua implica entender su direccionalidad de manera oblicua, puntualmente con la "mediación" de una lengua singular. "La filosofía es la lengua en otra lengua", afirma Derrida, es decir, la filosofía, como lengua "universal", como posibilidad de lengua, siempre estaría contenida en una lengua particular, en diversas prácticas y en diferentes formas de resguardo: en el libro, el archivo, en la obra, pero también en su exceso, es decir, en lo filosófico, en aquello que, incluso, no se puede nombrar. ¿Cómo referirse, como ir directo a lo filosófico? ¿Es posible pensar en una lengua singular a la filosofía como lengua universal?

En suma, proponemos este dossier porque sostenemos que las indagaciones acerca del derecho a la filosofía en el presente y en nuestro contexto Latinoamericano son una oportunidad para abordar problemáticamente el acceso a la universidad, las formas institucionales de la filosofía y de las humanidades y el vínculo de las mismas con la construcción de una democracia por venir. Es decir, como una oportunidad para (re)pensar y transformar los mundos que habitamos.