Por una escucha inoperante: comunidades infantiles en las fisuras entre voces y palabras

Resumen

La palabra «infancia» lleva en su origen etimológico la distancia entre los niños y la voz. Sin embargo, las voces de los niños están ahí: ocurren todo el tiempo y nos sorprenden por la relevancia social y política de sus intervenciones. Este texto se sitúa en esta perplejidad, tratando de recuperar diferentes significados para «voz» (no sólo en una acepción derivada de la palabra, entendida como “participación”, sino también en su sentido literal como conjunto de sonidos emitidos por el aparato fonatorio), en el contexto del enfoque pedagógico y filosófico conocido como «comunidad de indagación filosófica». El objetivo es recuperar algunos de los lugares que se han atribuido a la voz de los niños en diferentes interpretaciones de la comunidad de indagación. Ya sea como lugar para la participación democrática de todos sus miembros, independientemente de su edad, o como oportunidad para la expresión libre y creativa de las voces que la componen, o incluso como desafíos críticos al modo en que las democracias actuales excluyen determinadas emisiones acústicas, en los últimos años han surgido propuestas que permiten recuperar la fonética de las voces infantiles en el contexto de los diálogos filosóficos con los niños. Una de estas propuestas consiste en una práctica de diálogo filosófico que rechaza los criterios de validación operativa dictados por los dispositivos pedagógicos de medición y mejora de competencias o habilidades: la «comunidad de la infancia». Nuestra propuesta no es entender la comunidad de infancia como una alternativa exclusiva a la comunidad de investigación filosófica, sino como un acontecimiento que, pudiendo emerger entre las voces y las palabras de la investigación, permite una escucha inoperante de lo que habita fonéticamente las grietas del diálogo compartido. Una escucha que acoge las palabras en sus diversas materializaciones fonéticas, aceptando que el pensamiento emerge cuando se dice y se articula, pero también cuando vacila, tartamudea o balbucea.